DULCE TENTACIÓN CAPÍTULO 8: "MISTERIOSA"






Zürich, otoño de 2013

Estaba concentrado en un contrato que discutiría al almuerzo, cuando su puerta se abrió sin que tocaran, François dejó el papel en el escritorio y miró a su padre, tenía el ceño fruncido, caminó hacia él y se sentó de forma pesada.

-Tenemos un asunto muy serio que tratar: Annie Sophie Agrecht apareció nuevamente. -François lo miró alzando sus cejas, la había visto hacía más de un mes, cuando tuvieron esa discusión en esa suite.

-Ya lo sabía, la vi hace unas semanas. -Respondió sin emoción.

-¿Por qué no me dijiste? Me parece un asunto serio, esa mujer desapareció hace más de dos años y ahora aparece con el cuento que se va a casar con el hijo menor de Iván Lefevre.

Francois alzó sus cejas confundido, conocía a Sébastien, no se meteria con ella simplemente por respeto a él, Sébastien supo cuánto sufrió en su momento por esa mujer, así que simplemente no lo creía.

-Tengo un asunto pendiente con la familia Lefevre, -Jacques siguió hablando- no puedo permitir que un enlace de ese tipo ponga en riesgo mi inversión. François, te necesito, necesito que vayas conmigo a París, lo más pronto posible.

Francois suspiró, no tenía cómo explicarle a su padre que sólo era una escena de Annie para crearle celos, no debía ser muy inteligente para intuirlo, pero si necesitaba hablar con Sébastien y alertarlo, si esa mujer lo estaba utilizando él debía ser consciente de su treta.

-Ok, iré, pero primero debo resolver unos asuntos-Le dijo finalmente.

François suspiró algo inquieto, no entendía a esa mujer, ahora quería meter a su amigo en medio de ellos. Su padre se despidió y François aunque volvió su vista a sus papeles no pudo concentrarse, decidió dejar el trabajo por el momento en iría a su casa, quería relajarse, darse un baño una buena cena y quizás salir con sus amigos.

Condujo su preferido un Rolls-Royce por la adoquinadas calles de Zúrich, no dejaba de pensar en Annie y todo el show que estaba montando, se sentía fastidiado, tanto que ni llamar a Sébastien tenía ganas, lo mejor era esperar para hablar con él personalmente ya tendría una razón válida, su amigo no era un insensato, por el contrario era demasiado centrado.

Aunque deseaba paz cuando abrió la puerta de su departamento no había nada parecido a la paz y calma, había humo por todo lado y hacía un calor infernal, de repente sintió miedo de que le hubiese pasado algo malo a Marie en su ausencia, finalmente sabía que aunque ella no lo dijera se encontraba aún triste por su ex.

-¡Marie! ¡Marie! Háblame -dijo desesperado- dándose cuenta en ese momento que el calor se debía a que el calentador bordeaba lo 38°- ¡¿que está pasando aquí?! -dijo fastidiado mientras acomodaba de nuevo la temperatura.

Un olor intenso a carne asada y otras cosas que no lograba identificar, se mezclaban en el interior, sintió náuseas y la preocupación comenzó a evaporarse, siendo reemplazada por asco.

-Oh François. -dijo Marie de forma despreocupada, al tiempo que le daba un abrazo y le besaba-Ya estás aquí, justo a tiempo.

François se aterrorizó por la escena, Marie estaba con unos diminutos shorts, una camisa esqueleto que cubría escasamente sus senos y si no fuera por el top negro que llevaba puesto se le vería todo, la cocina estaba revuelta con todo tipo de vísceras, carne y lo que parecía ser chorizos, al parecer estaba asando todo eso y era lo que provocaba el humo dentro de la casa, François suspiro de alivio al menos no estaba muerta en un rincón de la casa y con su mano derecha aflojó un poco su corbata.

-Me diste un terrible susto. - Dijo recostándose en la isla flotante- ¿Sabías que existe un extractor de humo arriba de la parrilla de asar?

-Oh si, no soy de las cavernas- ironizó Marie- sólo quería que olor se mezclara con el aire.

-Y lo lograste. -Soltó molesto.

Decía que no lo era pero lo parecía, su apartamento estaba totalmente arruinado, olía asqueroso, incluso había una bandera argentina en el comedor, negó con su cabeza y se fue a su habitación sin decirle nada más y comenzó a desvestirse para darse una ducha, lo que creía que seria una noche tranquila Marie la estaba convirtiendo en una odisea.

Volvió al comedor unas vez estuvo fresco y limpio, sin embargo ese nauseabundo olor seguía rondando su casa, la vio moverse feliz sirviendo lo que ella creía era comida, le decía que era rôti argentino y él definitivamente no comería eso, no lo haría y así se lo dijo. Cualquier persona que lo conociera sabía que la comida era algo importante para él,

Ella insistía pero él sólo miraba todo con fastidio y calor, al parecer había vuelto a subir el termostato, esta vez le suplicó que no deseaba más calor y afortunadamente ella accedió y puso una temperatura normal, luego la vio caminar a la cocina intentando bajar unas bandejas, no podía decir que ella no estaba nada mal la vista, estaba un poco más rellena de lo que recordaba incluso su abdomen estaba marcado.

Finalmente, fue ayudarle con lo que ella intentaba sacar y la vio servir la comida, mientras le explicaba cada una de las cosas que tenía enfrente, pero realmente todo se veía muy desagradable para él.

Miró sus labios y por un instante tuvo el fugaz deseo de besarla, movió su cabeza como saliendo del letargo cuando ella le preguntó algo de la ensalada.

Volvió a la realidad, esta vez pensando que no le interesaba la gastronomía sudamericana, sin embargo la cara ansiosa de Marie lo movió a tomar un una tira de asado y olerla, intentó meterse un pedazo pero no pudo, aunque no olía tan mal, definitivamente después le dolería el estómago con esa forma de ella cocinar.

-¿Te vas? -Le preguntó intrigado mientras dejaba el plato atrás, no comería o enfermo al otro día.

-Realmente quería pedir tu compañía-Respondió ella muy natural.

-Me surgió un viaje urgente a París

Marie lo miró y le sonrió con nostalgia

-¿Es por trabajo?

-Algo así, pero el viaje es con mi padre-Se trató de justificar, realmente no podía decirle de una vez no.

-Ten.-dijo Marie poniendo unos boletos encima del comedor- Son vuelos abiertos a cualquier lugar en Suramérica, en primera clase.

François miró lo boletos con pesadumbre, la idea de viajar hasta allá no lo entusiasmaba, sin embargo el sólo hecho de estar a su lado era fantástico.

-¿Cuánto durará el viaje esta vez?- Dijo inquieto

-Cerca de tres meses, daré un recorrido por la región, además tengo que cerrar algunos negocios- Murmuró mientras comía

-¿Negocios?- Preguntó con incredulidad, - ¿Que podrías tener allá?

-François, las cosas son más diferentes de lo que crees, allá no viven en medio de grandes tarántulas y selva espesa, tengo negocios, -dijo efusivamente, moviendo sus manos sosteniendo un trozo de carne- pero... No tienen que ver con los Keller, tienen que ver con los Davis

-¿Davis? No conozco ninguna familia con ese apellido

Marie le comenzó a explicar que en ese lado del mundo usaba su apellido materno y tenía unos asuntos pendientes en ese lugar, le dijo que si iba aclararia todo el asunto, pero él seguía escéptico al respecto, algunos amigos se habían atrevido a participar en el Rally París Dakar, que anteriormente había sido en Europa y que él mismo había participado, para ese momento lo realizaban en suramérica y, a pesar que la adrenalina que traía la carrera, no se había atrevido a ir hasta allá por ella.

La vio levantarse para arreglar el desorden y él, simplemente le dijo que se fuera a duchar, haría el resto, al menos había tenido un detalle de ofrecerle comida, aunque a él no le hubiese gustado, además quería el mismo poner todo en orden.

Mientras lavaba los trastes, preguntaba si debía ir con ella, finalmente Marie, jamás le había pedido algo así, suspiró al mirar a su alrededor, era un verdadero desastre, Marie tenía la facultad de revolverlo todo, el olor a grasa y de los extraños chorizos negros y que ella llamaba morcilla, que no había podido comer se encontraba en todo, incluso sentía que él mismo hedía, tendría que llamar un servicio de limpieza, o cambiar todo el mobiliario, esa mujer era caos.

La vio llegar con su cabello húmedo y no pudo evitar preguntar más sobre su viaje, desde que vivían juntos sabía que era algo que ella realizaba con frecuencia, a pesar que era al menos tres años menor que él sentía que Marie conocía más lugares, realmente Francois no consideraba que él no saliera, simplemente empleaba su tiempo libre en lugares que menos exóticos.

Marie le contó, que se iría al otro día temprano y sintió un dejo de decepción, hacía no mucho se había ido a un curso de verano a Reino Unido, pero ella era así y realmente no se consideraba controlador, para pedirle que se quedara. Esa noche organizó lo que pudo y llamó a su asistente para que le consiguiera un servicio de limpieza, además de que consiguiera alguien para que remodelara por completo el mobiliario.

Temprano en la mañana le dijo que la llevaría al aeropuerto, él también viajaria, pero destino a París, se detuvieron frente a su Lamborghini Gallardo, era color rojo y era el único auto de esa marca, que tenia una version con traccion trasera y un motor V10 de 5,2 litros que complacía sus sentidos. Cada uno de sus autos tenía atributos únicos, le gustaban sobre todo los clásicos, algunos incluso comprados en ruinas y restaurados por él.

Durante el trayecto, Marie le habló un poco sobre su viaje, estaría en Brasil, luego estaría en Colombia y finalmente en Argentina en un lugar llamado Bariloche.

Él la escuchó en silencio y le dijo que se cuidara, sabía que ella tenía experiencia pero él seguía sin estar convencido de que esos lugares fueran seguros y algo en su forma de hablar lo tenía realmente desconcertado. No pasó mucho tiempo en el que ella le confesó que ese sería su último viaje largo, que después de ese llegaría a trabajar en el grupo Keller, eso lo tomó por sorpresa, ella se había tomado tres largos años por fuera y que reiniciara todo de repente no cuadraba en lo que ella era.

Finalmente, se despidieron y él tomó el jep hacia París, durante su viaje, no pudo dejar de pensar en ella, no entendía por qué se obligaba volver a una empresa que ella misma había decidido dejar, en su caso era diferente, se le daban bien los negocios, además lo disfrutaba algo que no podría decir de la medicina, que le parecía un trabajo esclavizante y definitivamente él no era esclavo de su trabajo.

Al llegar, aunque debía ir a ver a su padre primero, decidió ir donde Sébastien, lo mejor era aclarar el asunto, todavía no se creía esa patraña de que se casaría con Annie, era demasiado absurdo, su amigo no era un imbécil.

Caminó por el hospital de la familia Lefevre, era una clínica exclusiva, que con los años se había convertido en la mejor, no sólo de París sino en Ginebra, incluso en memoria de la madre de Sébastien dedicaban una de las sedes exclusivamente al área oncológica.

Recordó cómo acompañó a su amigo en ese proceso, Sébastien no era muy hablador pero sabía que ver a su madre, una mujer tan llena de vida morirse en vida lo afectó mucho.

Habían sido tiempos dolorosos, poco después su hermana mayor Anna, se había accidentado, lo único que llenó de vida a Sébastien fue el nacimiento de Lousiane Hammer, su sobrina, que era un huracán lleno de vitalidad que por momentos le recordaba a Brigitte, la madre de Sébastien.

Así que en ese momento caminaba por los pasillos de la clínica, mientras que una que otra sexy enfermera lo miraba con picardía, él les respondía el coqueteo pero no le apetecía, una vez se había metido con una enfermera, la mujer se había obsesionado con él, así que ir a ver a su amigo se había convertido en una pesadilla, era por eso que las enfermeras estaban fuera de su área.

Se detuvo en frente del consultorio y después de tocar dos veces abrió la puerta, se encontró a su amigo concentrados en la costura de un viejo paño, por sus estudios anteriores sabía que era la manera en la que él practicaba la sutura.

Sébastien alzó su mirada y dejó su trabajo de lado, lo invitó a sentarse con una mirada y François lo hizo, estuvieron un par de minutos en silencio hasta que François lo rompió.

-Dime que no es verdad -Le dijo sin dejar de mirarlo.

-François, tan solo escúchala. -Le respondió Sébastien entendiendo a que se refería François, solían hablar sin contexto y saber perfectamente a qué se referían, así que François no tuvo que escuchar más para entender que Annie y Sébastien no se iban a casar.

-Ya lo hice, no tiene que inventarse una treta para ponerme celoso. Ya deja de prestarte para esas payasadas.

-Fran, ella ha sufrido, dale el beneficio de la duda.

-Ya te sedujo, me extraña que tú, tan centrado que eres dejes que Annie Sophie te enrede con tus mentiras.

Sébastien lo miro en silencio y lo vio suspirar lentamente.

-Ok, haré algo al respecto, sólo dame un tiempo la situación con ella es delicada. -François torció sus ojos pero no le dijo nada más, quizás había un motivo de fondo para que él se atreviera a seguirle la corriente.

-No te dejes seducir por sus mentiras, es lo único que sabe hacer bien esa mujer.

Sébastien aguardó silencio, su amigo solía ser cauto, así que no lo presionó y simplemente se despidió, ahora debía ir donde su padre y tranquilizarlo.

Salió del consultorio echando un vistazo a su alrededor, habían más enfermeras sexys que con su pequeño uniforme lo llamaban, sin embargo no lo enloquecían lo suficiente y prefería que su amigo no lo increpara por alterar su lugar de trabajo.

Esta vez se dirigió a donde su padre, hacía la sede principal, tenía que pensar cómo explicarle que Annie Sophie no sería ningún problema, no arruinaría ningún contrato, sólo era una pataleta.

Cómo lo previno, no fue fácil decirle a su padre que él podría controlar la situación, siempre dudaba de él y era algo que le molestaba, sobre todo cuando por su cuenta habían cerrado negocios millonarios.

-Tiendes a ser tan confiado, François en los negocios no se puede tener ese nivel de despreocupación. -Jacques le decía mientras se servía un poco de whisky.

-Padre, creo que estás dramatizando la situación, Annie es una mujer controlable, así que si sientes que tú inversión tambalea, sólo habla con Viktor.

-Ya te dije que no es tan sencillo como lo haces ver, pero yo me encargo del asunto, tu por ahora preocúpate por hacer algo con la chica Keller, si quieres te ayudo a conseguirle un lugar pero no quiero que sigan bajo el mismo techo.

-Creí que ya habíamos hablado al respecto.

-Si, cuando creí que era un capricho de unos cuantos meses, tan sólo escúchame...

-Pues no se va a poder, -lo interrumpió- tengo un viaje con ella y no lo puedo aplazar - Mintió, de alguna forma disfrutaba contradiciendo a Jacques, odiaba sentir que quisiera controlar su vida.

-François, no, aléjate de ella y menos armes viajes tontos. -François se levantó y le sonrió.

-Padre no son viajes tontos, adquirí un compromiso, así que será difícil no irme con Marie. -Jacques lo miró furioso dejó el vaso con fuerza en el escritorio.

No le dijo nada más y él aprovechó para despedirse, no tenía precio ver la expresión de su padre entre la rabia y el disimular que no le diría nada más. Siempre le parecía curioso la reacción de él frente a esa familia, en ocasiones era comprensivo y decía que la chica merecía apoyo, en otras simplemente radical.

...

Al salir del cómodo aire acondicionado de su habitación y sintió nuevamente ese calor infernal se arrepintió de querer llevarle la contraria a su padre, si bien se había sorprendido con el lugar, no era una selva espesa, el clima era uno de los peores para él, no sólo el calor, sino que además la humedad hacía que sintiera su piel pegajosa constantemente. Según el itinerario de Marie estaria en un festival local, ella no podía ser una persona normal que pudieran llamarse y acordar un encuentro, no, tenía que ponerlo a voltear por toda una ciudad, que él no conocía.

Después de rentar un auto, se guió por el mapa que ella le había dejado, pronto se dio cuenta que las estrechas calles de ese lugar dificultaban ir más allá, así que simplemente aparcó a un costado mirando hacía donde podría ir, hacía tanto calor que no quería salir del cómodo aire acondicionado.

-Mister. -Alguien le tocó en su ventana con un marcado acento nativo- Parking here

François bajó lentamente la ventanilla sacándose al tiempo sus gafas de sol, respondiéndole en ingles.

-¿En dónde?

El jovenzuelo le señaló una calle contigua con un gran cartel rojo, François lo siguió, allí le dieron una ficha redonda con un número y un recibo con el monto a pagar, le dio al encargado un billete de 5 dólares, mientras el joven seguía al lado suyo con ojos expectantes, François entendiendo la situación sacó otro billete de 5 dólares y se lo dio caminando de manera descuidada en busca de Marie.

Recogió las manga de su camisa de algodón blanco y se puso sus ray ban, esperaba no terminar deshidratado antes de encontrar a esa mujer, si no lo hacía mejor regresaría a Zurich o se iría a las vegas, había quedado con sus amigos recibir año nuevo en ese lugar y bueno era un plan mucho mejor que ese, de repente el joven al cual le había dado la propina anteriormente le tiró de la camisa.

-Mister- lo miraba devolviéndole el dinero- esto es suyo- busca a la señorita María, ¿no es así? -François lo miró expectante al escuchar el nombre de Marie

-¿Marie? -Dijo en un marcado acento Francés- ¿Dónde la encuentro?- Dijo ignorando el billete de 5 dólares; respondiendo en inglés y el chico en lo poco que entendía le respondió.

-Lo llevo donde ella.

Fue lo unico que respondio mientras que guardaba el billete en su jean cortado por las rodillas, parecía un chico de la calle, François estaba atónito, no sabía si confiar en el primer extraño que encontraba, sin embargo no sería raro en ella hacer algo así.

El joven lo guió en medio de la multitud hasta un lugar en donde se concentraba la música, el joven se perdió de vista, sin embargo, él la pudo ver al final de la calle, tenía un vestido ligero de cuello halter color amarillo, su cabello recogido en un bollo gigante, su piel estaba de un tono rosado, aunque estaba rodeada de más gente ella sobresalía en medio de todos, por tono amarillo de su vestido que resaltaba en medio de camisas y vestidos blancos, de repente ella se percató de su presencia, le miró sonrió con satisfacción y siguió bailando al son de la melodía.

Jamás la había visto bailar de esa manera, debía reconocer que lo hacía muy bien, comenzó acercarse lentamente, abriéndose paso entre la multitud, hasta llegar cerca de ella, la tomó de una de sus manos que bailaban en el aire al son de la música. Marie lo miró divertida al tiempo que le tomaba la otra mano y bailaba coquetamente con él, François asombrado, reaccionando se acercó aún más a ella y le siguió en su baile, ella con sus dos manos tomó sus gafas se las puso y salió en medio de la multitud dejándolo a la mitad.

-Marie, -dijo François sorprendido-espera.

Caminó con la misma dificultad tras ella en medio de nativos y extranjeros, que bailaban sin una pareja determinada, al llegar al final de la calle, Marie lo sorprendió por la espalda.

-Sabía que vendrías. -Dijo en Francés, ya que sabía que aunque él hablaba Inglés, no le gustaba hablar con ella en ese idioma. -Hoy es mi último día aquí, según mi itinerario, ya que estas aquí, si quieres podemos quedarnos un día más, hay festival ¿qué te parece?

-Sabes que este tipo de festividades no me agradan, sin embargo, prometí acompañarte y eso significa que estaré contigo si te apetece quedarte. -Dijo resignado.

En ese momento llegó el niño que había guiado a François anteriormente, lo vio hablar en español con Marie, al parecer se conocían, lo vio despedirse y se fué corriendo por el callejón hacia abajo.

-Vamos -le dijo Marie en español a él.

-Marie-se quejó François a su lado-Sigo aquí, ¿te has dado cuenta? Sabes que odio que hables en español -Se quejó cuando ella se dirigió a él en ese idioma.

-Que tienes en contra del idioma, es muy bonito y flexible.

-Bueno como sea, como hiciste para encontrarme, ese joven se dirigió directamente hacia a mí, casi como si supiera que te buscaba.

-Es que le dije que buscara un hombre bien apuesto de un precioso color avellana en sus ojos.- Respondió Marie con una risa sarcástica.

François la miró fijamente sintiéndose algo incómodo, de manera escueta le dijo que mejor caminaban, conducir por esas calles tan pequeñas no le apetecía, escuchó a Marie reír y tomarle de la mano como si fuesen viejos amantes, él la miró de reojo y le vio una gran sonrisa, una que poco se veía, realmente le sentaba muy bien, incluso la escuchó tararear una canción, jamás la había escuchado y por eso la miró con detenimiento.

Le comenzó hablar, sin embargo él la detuvo, no quería saber de sorpresas o misterios, tenía hambre y así se lo dijo, ella lo miró pensativa como si su vida dependiera de la decisión que tomaría a continuación.

-Jum, no sé a dónde llevar a tu refinado paladar, sin que me decapites. -Dijo pensativa- ¿Comida de mar?

-No-Dijo nauseabundo-No quiero experimentar con la comida de mar de este lado del mundo y no me digas que comida francesa, sabes que el sabor no puede ser igual, por favor y de verdad no me arruines el apetito.

-François, eres todo un caballero, pero cuando se trata de comida cambias por completo, no sé qué pensarían tus novias si te vieran así.

Fue lo único que le dijo antes de volver a reanudar el paso, no hablaron más por el camino y la vio detenerse en un pequeño restaurante ubicado en una casa antigua, en la entrada había un hombre vestido de blanco totalmente, suspiró hasta que escuchó que el Maitre los saludó en francés, bueno Marie había tenido la decencia de no llevarlo a un lugar local.

Al parecer era un hombre de unos 24 años de barba espesa y procedente de Saint Malo, eso le llamó la atención, la comida de mar de ese lugar era increíble.

Cómo era de esperarse el hombre lo reconoció de inmediato, por su apellido, pero a Marie no, incluso la llamaba de otra manera, algo que le llamó la atención.

Se dio cuenta, que un tiempo atrás ese restaurante había sido en sociedad entre Marie y el hombre barbudo que se llamaba Dimitri, además que sus padres se habían conocido y llevaban una amistad desde esa época. Esa mujer en ocasiones era demasiado misteriosa, sobre todo por la actitud que tomó cuando François le preguntó al Dimitri si no conocía a los Keller, sabía que a Marie le era difícil mentir así que la vio cambiar el tema sin más.

Ese día disfruto de unas deliciosas ostras de cancale, tartar de salmón y Erizo de mar al cava, reconocía que el tipo era muy bueno en la materia, a ella la vio comer, Älplermagronen con adición extra de guarniciones, algo que le revolvió el estómago, definitivamente combinar platos dulces con salados no era lo suyo.

Al terminar, se dirigieron hacia hacía lo que parecía ser su casa, ella pretendía que se quedara en el hotel, realmente si iba a estar solo simplemente no hubiese ido, Marie accedió, y François por un momento desconconfió pensando que ella vivía en un muladar, pero cuando vio la casa con una fachada amplia y llena de vegetación se calmó, además el barrio no se veía mal, por el contrario todas las casas eran amplias de colores vivos y bien conservadas, parecía como si estuvieran en un pueblo de otra época.

La vio abrir con su llave y de inmediato se sintió un aire fresco del interior, ella le tomó de la mano y lo comenzó a guiar por un pasillo, se detuvieron cuando una mujer grande y obesa se puso frente a ellos, le habló algo en español mientras él no dejaba de mirar el mobiliario que también parecía de otra época.

Sus ojos se cruzaron con un par de piernas torneadas y bronceadas, al alzar la vista una rubia de ojos azules, lo miraba coqueta, la conocía, era Cathie Dumont una deportista de alto rendimiento en escalada, no entendía qué hacía en la casa de Marie, las vio hablar con mucha familiaridad y cuando Marie se la presentó como su prima entendió el asunto.

El por su parte, les dijo que la conocía cosa que a Marie le pareció curioso, la chica le sonrió y le dio la mano a modo de presentación con una caricia muy sutil, le coqueteaba y él no evito hacerlo de vuelta, Marie parecía ajena a toda la situacion, que mas podia esperar de ella cuando era un poco lenta para esas situaciones.

Marie lo tomó de la mano y le dijo que le mostraría su habitación, además de que debían llamar por sus cosas al hotel, después de despedirse brevemente de la mujer obesa y Cathie, caminó con Marie, por otros pasillos hasta que ella abrió una de las habitaciones y lo invitó a entrar, era grande, con una cama doble en madera, con grandes columnas en los cuatro extremos y un velo blanco alrededor, dos mesas de noche con lámparas un vestidor en madera y una puerta en la que quedaba el baño.

-Esta es la mejor habitación que tenemos. -Dijo un tanto orgullosa y él evitó soltar el aire, no le parecía que fuese lo mejor o simplemente él estaba acostumbrado a estar en mejores lugares- Por lo general la reservan amigos que he conocido en viajes cuando quieren pasar desapercibidos en un lugar exótico, mi casa sirve de hostal, pero realmente eso es algo esporádico, así que lo hago más a modo de favor y ellos le dan a Tomasa una tarifa por limpieza de la habitación o lo que le pidan.

El asintió y le sonrió, quizás era un poco duro con ella, tendría que ver los beneficios, el lugar era fresco al menos eso sentía en ese momento y no olía extraño, entró al lugar y detalló todo, había un cuadro de dos personas obesas bailando y lo quedó mirando.

-¿Te gusta el cuadro?-Marie le preguntó al notar que lo observaba- Es de...-Ella se acercó a él, intentando explicarle.
-Fernando Botero, -François la interrumpió, pues no necesitaba que ella le diera lecciones de arte- es un óleo del año 1987 y obviamente no es original, a leguas se ve falso- la miró suficiente -Marie, no deberías apoyar la piratería -movió su dedo y ella le sonrió asintiendo. -Ah y según la falta de percepción del hombre asegura no pinta gordos. -Dijo con sarcasmo. -Y no, no me gusta el cuadro -Puntualizo frente a la pregunta.

Dejó de mirar el cuadro y revisó el cuarto de baño, necesitaba que al menos fuese decenta, afortunadamente, éste mucho más moderno que el resto.

-Por mi está más que bien-dijo sonriendo, sin ánimo de hacerla sentir mal- ahora sólo queda llamar al hotel por mis cosas, afortunadamente no desembale nada.

-Pues en la mesa de noche hay un teléfono-François le sonrió con ternura ante su respuesta como si él mismo no tuviera un móvil con minutos disponibles.

Cuando la vio dirigirse a la salida la llamó, le preguntó por su habitación y ella le dijo que estaba justo al lado pero que se la mostraría después, estaba a punto de salir nuevamente cuando la rubia apareció en la puerta con una sonrisa, aduciendo que se había cansado de esperarlos, le lanzó una sonrisa furtiva y después se concentró en Marie, François observó a Cathie, tenía su cuerpo marcado como cualquier deportista de alto rendimiento, su cabello era brillante y muy liso y ahí supo por ella que estaba ahí para entrenar.

-Te puedes quedar todo el tiempo que desees, -Marie le dijo a su prima -no estaremos mucho tiempo a François no le agrada mucho el calor

-Pero, de seguro podríamos ir contigo a escalar-intervino François - me encantan los deportes extremos.

Ciertamente su tono era coqueto, la chica no estaba nada mal y a él no le vendría mal un poco de actividad física, la vio casi que saltar de alegría, Marie no evitó preguntarle el por qué la conocía y él le confesó que en parte por su hermana pequeña y también porque él era conocedor del tema, no sólo le gustaban las motos, esquiar, escalar, paracaidismo y cuanto deporte extremo existiera, era como una parte vital en su vida, le gustaba la adrenalina.

Algo que lo sorprendió, fue que Marie había practicado escalada con su prima, desde pequeña, pero simplemente con el tiempo sus gustos habían cambiado y se enfocó más en los idiomas, además que su prima viajaba hasta allá para pasar un tiempo con ella así fuese con la excusa de practicar.

Marie finalmente se fue y él quedó en silencio y desde su móvil llamó para que solicitar sus maletas, pero supo que debía ir hasta allá por ellas, que mal servicio de hotel tenían.

No quiso discutir, no quería llamar la atención, así que quiso relajarse conociendo la casa por su cuenta, podía escuchar el sonido de los pajaros, jamás había escuchado tantos.

Al llegar a la cocina, encontró a la mujer obesa que Marie había llamado Tomasa, hizo una mueca al sentir el olor fuerte a pescado, la mujer lo miró y le mostró su blanca dentadura y con una mueca le ofreció algo de tomar.

François lo meditó un poco, era de modales delicados pero también no solía beber cualquier cosa, le asintió intentando articular agua en español, pero fracasando, la mujer se lavó las manos y la vio sacar de la nevera un liquido amarillo, le iba a decir que no deseaba jugo de naranja pero fue demasiado tarde.

Recibió el el vaso y no pudo evitar olerlo con curiosidad, era ácido, pero no se comparaba con la naranja, lo bebió y sintió que aquello era lo mejor que había probado en mucho tiempo.

-¡Awesome!- Le dijo de inmediato

Le entregó el vaso vacío y se fue directo hacia donde Marie que hablaba por teléfono, le sonrió sin dejar de hablar y cuando finalmente lo hizo le estiró la mano.

-¿Que hacias? -Preguntó Marie.

-Tu empleada me daba un liquido amarillo muy rico.

-Quizás debió ser su jugo de maracuyá especial -François la miró algo sorprendido y le asintió sin saber qué era eso

Francois le dijo a Marie que debían ir hasta el hotel para recoger sus cosas y durante el recorrido le preguntó lo que más pudo sobre esa fruta, pensó en diversos platos que podrían hacerse y eso lo emocionó un poco, aunque estaba lejos de sus restaurantes era algo que no podía evitar, solía escribir las recetas e incluso dibujar los platos así cuando se reunía con los chefs le era más fácil exponer su idea, quizas esa exploración al tercer mucho le traería nuevos sabores.

No tuvo tiempo de preguntar por otras frutas pues llegaron al hotel, afortunadamente no había deshecho las maletas así que no demoraron nada, de ahí fueron hasta un centro comercial para prepararse para la escalada, ahí pudo hablar un poco más con Cathie la prima de Marie, la chica era diferente, más espontánea, si se pudiera decir un poco más bocazas que su prima. Le contó sobre ellas de pequeñas y como le había tomado amor al deporte por Marie, eso sí era una sorpresa, cuando salir a correr era realmente difícil.

Cathie le contó un poco sobre como Marie afrontó la muerte de su madre desde su perspectiva y como se cerró desde ese momento, François inevitablemente miró a Marie que estaba en el área de cuerdas, si era honesto ella jamás hablaba de Lisa Keller, era como si fuese una zona oscura en su vida, él por su lado jamás le había preguntado, pero entendía un poco el por qué.

Cuando tuvieron todos los accesorios regresaron a la vieja casa, Marie se fue a su habitación después de cenar mientras él aprovechó para quedarse en la terraza recibiendo un poco de viento, poco después Cathie se unió a él con una cerveza, algo que él no solía tomar, la dejo a un lado y la vio acomodarse a su lado.

-Es tan acogedor este sitio, - dijo recostándose en la hamaca al lado de François- la primer vez que Marie me invitó no quise venir, estaba en áfrica escalando con mi entrenador y el equipo, aunque tuve tiempo de venir, -comenzó Cathie hablar -le mentí y dije que no podía, en ese tiempo mi tía aún vivía, cuando la volví a llamar no me pude comunicar de nuevo con ella.

-Poco tiempo después -Cathie continuó- mi madre me llamó llorando, diciéndome que mi tía había muerto, nos volvimos a ver en su funeral. Marie era alegre y muy cariñosa, paro ese día vi rabia y tristeza en sus ojos estaban realmente vacíos, no la vi llorar, además de que estaba estaba convaleciente pues también iba en el auto.

-La tomé de la mano simplemente y ella me apretó fuerte cuando quise sacarla de allí estuvo firme y no se movió hasta que se fue la última persona del campo, su padre la tomó de su mano fuerte casi como si le quisiera arrancar la mano- eres una Keller, compórtate- le dijo y ella solo lo ignoró finalmente la venció el cansancio, se enfermó durante días y cuando intenté volverme a comunicar ya estaba en Canadá, me sentí fatal no pensé que mi mentira me costaría tanto, cuando nos vimos de nuevo la Marie cálida había desaparecido y su amor por la escalada y el deporte pasó a un segundo plano, hablaba más idiomas que antes, pero su mirada era vacía, por eso ahora me porto caprichosa y consentida, quiero pasar tiempo a su lado de alguna forma quiero mostrarle que no está sola, es la única forma en la que accede escalar. Me alegra que estés a su lado solo vine por unos días tengo una gran competencia y pasaré año nuevo con mi familia en California, a ella no le gusta ir y veo que por fin este año lo pasará acompañada.

François miró a la chica y pensó en la cantidad de veces que Marie lo había rechazado para las fechas de diciembre, tan sólo se iba a prisas sin decirle nada, según ella no deseaba incomodar, siempre había sido evasiva al respecto y sintió una punzada, ya que comprendió su actitud.

Suspiró, sintió que un trago le haría bien, sin embargo su paladar le recordó por qué no bebía cerveza, finalmente se despidió pensativo en todas esas revelaciones que Cathi de forma descuidada le había dicho. Aunque llevaba mucho tiempo con Marie ella ocultaba más cosas de las que él creía, no podía imaginar por todo lo que ella había pasado, no le sorprendía, él solía ser también muy reservado, aunque ella sabía de Annie habían muchos detalles que había omitido al respecto.

Se fue a su habitación y se dio una ducha, era tan refrescante sentir el agua después de un día lleno de calor, poco después se puso unos pantalones de lino sin camisa, mientras secaba su cabello, miró hacia la puerta contigua en donde ella dijo que estaría y que dejaría abierta para que pudiera seguir cuando quisiera, la miró unos instantes preguntándose si deseaba ir.

Después de meditarlo, suspiró y caminó hacía allá, abrió lentamente la puerta en madera que separaba las habitaciones y encontró a Marie dormida, sentada en una especie de silla reclinable, al lado en una mesa redonda había una taza con café, al tocarla se dio cuenta de que aún estaba tibia.

Marie estaba recién bañada, tenía una delgada blusa de tiras sin sostén y un short a juego, su cabeza estaba a un costado sostenida por una almohada blanca, parecía que no hacía mucho se había quedado dormida, le quito un mechón de pelo que tenía en la cara y le dio un beso en la comisura de sus labios, la vio revolverse pero no se despertó, muy despacio la tomó en sus brazos y la puso en la cama doble.

La vio moverse un poco y entre abrir sus ojos cuando la depósito en la cama, él se recostó a un lado y le acarició con ternura el brazo, que a pesar del sol de día seguía pálido, ella tenía sus ojos azules en él, de repente se movió un poco y habló entre dientes.

-¿Ya llegaste? ¿Por qué no duermes?- Preguntó Marie estirando su mano y acariciando la cara de François, acercándose más a él, abrazándolo y dándole un leve beso en su boca, François entendió que soñaba con su ex novio y simplemente le dijo en susurro:

-Duerme, yo cuidaré de ti- Apartándose de ella, hacia su habitación.

Temprano en la mañana todo se había convertido en un caos, Cathie la prima de Marie había estado discutiendo con ella desde temprano para que se despertara y se bañara, luego se dio cuenta que irían con el mismo tipo del restaurante, François esperaba no arrepentirse de su impulso, simplemente la actividad física era algo que no podía rechazar.

Comenzó a guardar las cosas en el auto cuando Marie salió con su cabello revuelto y bostezando, la miró detenidamente y parecía que Cathie había tenido éxito haciendola bañar, detrás de Marie la rubia venía con mejor aspecto, de inmediato se pegó a él con una risa coqueta.

-Hueles delicioso -le dijo con ojos picarones y François le sonrió coqueto.

La chica sabía lanzar sus ataques sin que fuese evidente, aunque al mirar a Marie se dio cuenta que ella no se daría cuenta de nada así Cathie fuese más directa, Marie estaba recogida en el asiento de atrás totalmente dormida.

Dimitri el chico de Saint Malo lo saludó haciendo que desviara su vista de Marie, lo invitó a la parte de adelante y lo escuchó hablar durante el trayecto de comida, un tema que a él no le disgustaba, amaba el buen comer y bueno oír recetas de otro chef era una buena forma de nutrir sus conocimientos.

Después de tres horas de camino, se detuvieron en una zona en donde les tocaba hacer otro trecho de senderismo, con una Marie un poco mas despierta y una Cathie que rebosaba de vitalidad emprendieron la caminata.

-Eres muy perezosa -Francois le dijo a Marie una vez pasaron unas vallas de seguridad.

Ella movió su cabeza y le sonrió.

-Me gusta aprovechar el poco sueño que llega -La vio suspirar y acomodar la mochila en su espalda.

Si era honesto él pensaba que ella era perezosa para el deporte, pero era algo que sacaba de su poca fascinación a madrugar y correr en las mañana, aunque si observaba su cuerpo se veía en forma, era extraño había cosas que realmente no sabía de ella, así que aunque la consideraba perezosa no la vio flaquear durante el trayecto o incluso sudar, aunque eso último si le parecía extraño, cuando todos estaban en una situación opuesta.

El paisaje estaba lleno de verdes, no podía negar que era hermoso, no pudo evitar sacar su gopro y filmar parte del día, incluso cuando llegaron a una especie de acantilado por el que se tiraron, a pesar de su resistencias en la mañana debía decir que la salía tenía los componente extremos que a él le gustaban.

El lago donde llegaron era cristalino y estaba casi vacío, le llamó la atención eso, también que habían dispuesto de forma artesanal con piedras zonas de descanso, comenzó a organizar sus cosas en la mochila cuando sintió que alguien se paró a su lado.

-¿Que tal te parece el lugar? -Cathie se agachó a su lado mirándolo con curiosidad.

-Es realmente encantador-dijo François con una sonrisa que derritió a Cathie-creo que fue bueno venir.

La chica lo miró fijamente y de repente se acercó y lo besó, Francois la miró aterrado y no pudo evitar mirar a Marie de reojo sin saber que decirle a Cathie, la chica era bella y carismática pero era la prima de Marie y bueno merecía un cierto respeto antes de ir a jugar con ella, Cathie se alejó y sonrió picara.

-¿Sabes? Me gustas-le dijo mirándolo fijamente- pero solo quería comprobar algo: te gusta Marie.

François no pudo hablar, no podía negarlo pero no podía decirlo en voz alta, de alguna manera no sabía de qué forma le gustaba.

-Como te darás cuenta, no es algo que sea de dominio público-dijo incómodo

-Disculpa mi indiscreción, fue un impulso y quisiera decirte que la olvides su corazón está en otro lado, pero es Marie y la conozco, no le eres del todo indiferente, de eso me he dado cuenta.

François quedó aturdido, hasta el momento, se había dedicado a ser solamente un amigo para Marie, así se sentía bien, la miró ella no le era indiferente ¿podría pensar en algún momento tener algo con ella? Era una pregunta que aún no lograba responder.

Cuando llegó la hora de partir, estaba realmente distraído, Cathie le había dicho varias cosas que le hacían pensar que jamás se había planteado confesarse o simplemente no estaba seguro de sus sentimientos hacía marie.

Cuando la conoció recién había pasado ese fiasco con Annie Sophie, Marie era diferente y eso poco a poco le gustó aunque también le molestó, había una larga lista en ella que lo incordiaba, no podía mentirse en ese aspecto.

Observó a Marie concentrada mientras se preparaba para comenzar a escalar la cascada, era una mujer callada, con ese aura triste que la caracterizaba, muy pocas veces la había visto sonreír, sin embargo cuando lo hacía su rostro infantil se veía realmente bonito y ahí llegaba el pensamiento que siempre lo invadía, que ella era una pequeña niña perdida.

Dejó de mirarla y se concentró en su ruta de ascenso, podía escuchar los jadeos de los demás, mientras él se movía con facilidad, tenía un físico excepcional, se consideraba bueno en muchos deportes, el que menos le llamaba la atención era el squash, el deporte favorito de Sébastien y con todo había podido competir sin problemas con su amigo.

Escuchó un ruido a su lado cuando vio que Marie se enredó con una de las cuerdas, la vio golpearse fuerte contra la roca y luego caer al pequeño lago, sin pensarlo François se zafó de su propio anclaje y se tiró tras ella, intentó auxiliarla pero ella se movía sin control, sintió que en medio del forcejeo apretó con fuerza su miembro lo que lo hizo hacer una mueca y tomarla de unos de sus brazos, llevándola hasta la orilla.

Acomodó su pantaloneta y sintió un leve ardor en sus pelotas, sin embargo miró a Marie que en ese momento tosia, lo miró a los ojos y cuando creyó que daria por olvidado el episodio tan sólo soltó.

-Disculpame, no quise magullar tu pene -Francois blanqueó sus ojos, ella no entendía que a veces tanta franqueza no era agradable, pero era como si no se diera cuenta porque acto seguido la vio intentar pararse como si nada.

-No te levantes, estas lastimada.

-No me duele nada -Fue lo único que dijo mientras su prima llegaba asustada llevandole la maleta que había recuperado del agua.

Salir de ese lugar no fue fácil, sobre todo porque efectivamente Marie se había lastimado un hombro y no fue porque ella precisamente se quejara, simplemente se veía caído y lo tenia totalmente inutil. Les tocó ir a un pequeño centro médico que olía asqueroso, pero cuando intentó preguntar por un lugar más decente, éste quedaba muy lejos y era prioritario la atención médica.

Aunque ella no se quejó le aplicaron calmantes que la dejaron noqueada, estaba mirándola en silencio, le gustaba esa mujer sentía que la quería, sin embargo no sabía porque no era capaz de decirle todas esas cosas, detalló sus labio rojos que contrastaban con la palidez de su piel, pero con sus ojos cerrados su rostro se veía menos iluminado y más lúgubre. Marie se había hecho una abertura a un costado de sus cejas y su brazo izquierdo, tenía un inmovilizador, su hombre al pasar las horas se veia mas hinchado y rojo.

-¿Cómo sigue? -Cathie le preguntó al entrar a la habitación.

-Mejor, la sedaron, pero pedí llevarla a un sitio más decente, esto es un asco- dijo mirando alrededor- aunque me dijeron que era la mejor habitación de urgencias que tenían.

-Sí, debes entender que hacen lo mejor que pueden, era el centro de salud más cercano y necesitaba primeros auxilios, así que solo nos toca esperar un poco para poder llevarla a una clínica en la ciudad. Aun no comes, ¿por qué no bajas y ves que puedes comer?

-Gracias, pero no tengo apetito. -Dijo mirándola fijamente, realmente se le había quitado con la cochinada que había a su alrededor.

-Oye -dijo Cathie, mirándolo del otro lado de la cama- siento lo de la tarde, no fue mi intención incomodarte, soy muy abierta cuando se trata de mis sentimientos.

-No hay problema, sólo que prefiero no hablar de eso ahora mismo. -Respondió François parándose a mirar por la ventana.

Él sólo deseaba una ducha, ropa limpia y una cena decente, pero su realidad era que su cabello estaba totalmente revuelto, su piel tostada por el sol y su ropa hecha un asco. Sintió que Marie se movió y abrió lentamente sus ojos.

-¿Estás mejor?- Preguntó François tocándole la frente.

Marie sonrió al verlo y levantando su mano sana le tocó la frente tratando de acicalarlo un

poco.

-No me había dado cuenta de lo mal que estabas- Contestó riendo sin llegar a contestar la pregunta- nunca te había visto en este estado, pero te ves adorable- dijo con su labios de un color rojo intenso.

François notó lo resecos que Marie tenía sus labios y estiró su brazo hacía un costado donde tenía una botella con agua y se la ofreció, ella la recibió y bebió. Cathy quien hasta el momento estaba a un lado en silencio se acercó y la tomó de las manos.

-¡Re! Discúlpame, si no hubiese sido tan terca no estarías en este estado. -Marie sonrió con cariño.

-No te preocupes, estoy bien, no hay de qué preocuparse -En ese momento entró un hombre con bata blanca.

-Pues, déjeme decirle que sí tiene por qué preocuparse, señorita...- Mirando los documentos de la planilla- Davis, según los exámenes tiene una Fractura del macizo del troquíter, la cual se da generalmente por un golpe violento directo de la cabeza humeral, en una caída de lado contra el suelo, entiendo que fue contra una roca-dijo mirándola levemente y ella asintió.

François escuchó atento al médico, le explicaba que en su caso la fractura ni se había fragmentado ni se había desplazado, además debido a su edad podría tener una buena consolidación, pero con cuidados por al menos dos semanas inmóvil y con fisioterapia recuperarlo totalmente en un mes, la vio escuchar todo atenta y calma, sobre todo cuando la escuchó decir a Marie que no era algo de cuidado.

Lo cierto era que Marie se había quejado poco, sólo cuando había hecho un movimiento mal, pero de resto parecía que le dolía más a los que estaban alrededor que a ella, la vio incorporarse dispuesta a irse, la ayudó, mientras Cathie había ido a cerrar la cuenta del lugar que se hacía llamar clínica. Después de acomodar su largo cabello en una coleta, comenzaron a dirigirse al auto, en un viaje francamente lento y aburrido.

Al llegar a la casa el reloj marcaba casi las 12 de la noche, mientras él se fue a duchar, Marie quedó con su prima, se sentía cansado pero sentía que era mas el calor lo que lo tenía de esa manera, debía recordarse jamás volver a salir con Marie en un viaje ni por contradecir a su viejo. Sin poderlo evitar fue y le tocó una vez estuvo listo y la encontró con una pequeña blusa y un short, Cathie aún le ayudaba a secar el largo cabello de marie

-Los dejo, chicos -dijo Cathie cuando terminó de recoger el desorden- estoy cansada.

-Gracias Cathie, no sé cómo hubiese hecho sin ti. -Marie le dijo y ella sólo le guiñó un ojo y salió de la habitación.

-¿Cómo sigues?- François le dijo sentándose en la cama.

-Mejor. ¿Te puedes quedar? ¿Por favor?- le dijo mirándolo fijamente- Cathie no quiso.

-Bueno, ya que estas enferma, me quedaré- le dijo François, mientras se acomodaba en el lado de su brazo sano, no entendía como lo había convencido, pero al menos lo haría hasta que ella se durmiera.

Marie sonrió y la vio tomar una taza de café, mientras hablaban del día y él le preguntaba que le había ocurrido para tener semejante error, aún no comprendía cómo se enredó en las cuerdas y ella no supo contestarle con certezas.

Después la ayudó llegar al baño para cepillarse para finalmente volver a la cama, la vio moverse un poco, pero los medicamentos que tomaba para la inflamación al parecer hicieron efecto y pronto la vio dormida.

Él a su vez volvió a su habitación dando se dii cuenta que tenia llamadas y mensajes de su oficina, suspiró y comenzó a leerlos, al parecer alguien lo necesitaba con urgencia pero no se identificaba, estar lejos lo había hecho olvidar todo lo que ocurría en Europa, Annie Sophie había regresado y él aún no terminaba de entender sus motivos.

No podía negar que esa mujer ya no le generaba absolutamente nada, después de que la había querido tanto, era extraño, en algún momento creyó que no podría superarla, pero sólo fue cuestión de tiempo y enfocarse en cosas que valían la pena, para terminar pasando página.

Temprano en la mañana se despertó como de costumbre, se dio una ducha y decidió ir a trotar, antes fue a mirar a Marie que ya no estaba en la cama y se había ido al sofá, esa mujer era imposible, sin despertarla salió del cuarto y buscó a la mujer obesa que ya estaba en la cocina, esta le abrió la puerta que estaba con llave y al no poderse entender tan sólo se despidió con la mano.

Correr siempre era un desfogue para él, no importaba lo cansado que hubiese llegado el día anterior, necesitaba esa actividad al día siguiente, el clima que sentía en ese momento no se comparaba con el calor que se sentía al pasar las horas, asi que era mejor aprovechar despejarse a esa hora.

Con indicaciones con algunos lugareños que medio hablaban el inglés llegó a una playa, realmente nada del otro mundo, se veía pocas personas algunos trabajadores y unas chicas que desde temprano ya tomaban el sol en diminutos bikinis, no les prestó atención e incrementó su ritmo, hasta que hizo unos calentamientos y simplemente comenzó a caminar por los alrededores distraído.

-Disculpe -le dijo alguien en inglés.

Francois se giró y se encontró con una mujer con curvas pronunciadas, tenía un bikini pequeño como muchas en la playa y una cabellera negra hasta sus hombros, sus labios eran delineados y esbozaba una sonrisa coqueta, en otra situación hubiese sido genial ligar con ella, pero debía volver, darse un baño y tomar algún batido, realmente coquetear a las 7 de la mañana no era algo que acostumbrara hacer.

-¿Estas solo? -La mujer le preguntó al notar que él no respondía, entonces ella volvió a hablarle- ¿Te apetece un café? O... ¿Algo más?-dijo coqueta, mientras tocaba su brazo.

Él sonrió y sus ojos avellana se iluminaron, a pesar de la que la mujer era realmente atractiva, el intimidarse no estaba en su libreto.

-Eres realmente bella pero no me interesas- le dijo en el mismo idioma, mostrando su lado más dandi. La mujer que minutos antes no parecía intimidada, quedó hecha un manojos quedando a merced de él.

-Pero no necesitamos... -Comenzó a decir, él simplemente negó, no la dejó terminar y sin más comenzó a caminar

De regreso a casa de Marie recibió una llamada de ella, creía que él se había perdido, él la tranquilizó y tal como le dijo en pocos minutos estuvo en la casa, consideraba que tenía un buen manejo del espacio, solía ir de joven a excusión solo con una brújula y jamás se había perdido, cualquiera le diría petulante, pero no podía decir lo contrario cuando terminaba llegando a un lugar determinado sin problemas como era en ese caso.

Cuando llegó Cathie le dijo que lo esperaban en la mesa para desayunar, él simplemente le asintió y se fue adecentar, el calor comenzaba a emerger y era un incordio, al llegar a la mesa vio a marie sentada concentrada en un libro en mandarín.

-Hola, ¿ya desayunaste?- le dijo François mientras se acercaba a revisar su hombro, que estaba de un morado intenso.

-No, te estaba esperando-Ella le respondió con una sonrisa infantil.

En ese momento llegó Cathie y no perdió la oportunidad para decirle que también lo esperaba para desayunar, con disimulo le tomó la mano y François la miró y relamió sus labios, era un hombre sumamente hedonista que no le gustaba perder oportunidades para satisfacer sus deseos carnales, miró a Marie que nuevamente se sumergió en el libro, mientras la mujer grande comenzó a servirles frutas, huevos, tostadas y una cantidad de cosas que él no comería.

La mujer terminó de servir los platos Cathie comenzó hablar de forma animada, mientras François sentía por debajo de la mesa, los pies de ella rozar con sus piernas, lo miraba de reojo incluso cuando dijo que al otro día debía irse y que estaba muy preocupada por dejar a Marie sola.

-No te preocupes- Marie le dijo sincera a Cathie- además tengo a François-

-Pero él no te podrá ayudarte a vestir- replicó Cathie-

-Claro que sí ¿cierto?- Preguntó Marie dirigiéndose a él- Sorprendido por la declaración, sintió de repente el jugo pesado y luego tosió.

-¿Ves?-le dijo Cathi frustrada- Él no podrá ni ponerte el sujetador

-No me pongo y listo ¿contenta? -Marie zanjó el asunto con facilidad. Francois la miró con el ceño fruncido, definitivamente o andaría con Marie y sus senos al aire, eran voluminosos algo que no pasaría desapercibido.

-Oye -le dijo François en tono de broma, pero muy sincero-no voy andar contigo sin sostén por ahí, es de muy mal gusto. - Marie lo miró con los ojos entrecerrados.

-Tan sólo no miras y ya - Respondió con frescura.

-En serio Marie, me voy muy preocupada -Cathie continuo hablando aunque seguia tocandole el pie de manera sugestiva.

-Tranquila hoy comenzaré terapias, me harán un reconocimiento en breve estaré bien- la tranquilizó.

Marie solía poner las cosas de una manera sencilla, para ella no había problemas grandes y era algo que le agradaba, lo descomplicada que era, al parecer eso convenció a su prima que dejó de molestar y esta vez se concentró en su tarea bajo la mesa, tampoco perdía oportunidad para rozarle la mano y incluso tocarle los brazos.

Era curioso que Marie parecía completamente ajena a la situación aunque debía reconocer que ella no era la mejor en relaciones personales, era tan poco empática que poco se daba cuenta cuando alguien la insultaba, así que la vio terminar y con una mano llevar sus platos mientras la mujer obesa la devolvía para lavarlos ella.

Él negó con su cabeza y se fue a su habitación a cepillar sus dientes cuando sintió que le tomaron una mano.

-¿Hoy estarás ocupado? -La rubia lo miró con un gesto sugestivo.

-Si, Marie me dijo que iríamos a un lugar -Ella asintió decepcionada.

-Despues podriamos hacer algo, no sé tomar una cerveza.

-No me gusta la cerveza,-la chica se vio desilusionada- prefiero el vino -terminó él con coquetería y ella asintió.

-Veré que puedo hacer.

La vio alejarse moviendo sus caderas en exceso, sabía que lo estaba tentando y no sabía si meterse con la prima de Marie seria bueno, es decir sexualmente no estaba mal, pero no era una chica con la que pensara absolutamente nada más y realmente ella decía lo contrario con su postura.

A pesar de la incapacidad de Marie, ese dia no se quedaron en casa, Marie lo arrastró fuera y lo llevó a una serie de lugares que a él francamente lo tenían mareado con sus olores, se trataba de unos centros en donde atendían niño con dificultades del desarrollo o que simplemente no tenían sus padres dinero para darles.

No entendía a qué se debía tanta presentación, hasta que Marie le confesó que quería pedirle el favor de que le ayudara con dichos centros, ya que una vez a la dirección del grupo al ser secretos no podría hacer nada por ellos.

François, suspiró, le dijo que le diría a Phillipe que se encargara de todo, si era honesto eso de la caridad no era su fuerte, realmente no le importaba mucho la desgracia ajena y sobre todo darle todo a una persona, sentía que solo se aprovechaban de su situación, no le dijo muchas de esas cosas, se las guardó pero jamas habia imaginado esa parte en ella, por lo general era parca y distante, no se veía una persona que le gustaría involucrarse con los demás.

Ese día estuvieron en una programación dirigida por los niños, hacían algo que ellos llamaban novena que como su nombre lo indicaba duraba nueve días y finalizaba el día que niño Jesús nacia y les traía presentes, intentó no voltear sus ojos al escuchar algo tan patético, pero sólo le sonrió y escuchó atento cada una de las cosas que ella le decía.

Al salir del lugar su cabeza retumbaba por tantos gritos y afortunadamente lentamente su fastidio se comenzó a ir al estar lejos de esos olores, esperaba poder comer algo al almuerzo, pero sentía que con el paso de los años, su olfato se vuelve más sensible y también su estomago, esperaba que dentro de diez años no dejara de comer sólo por asco a lo que olia.

Cuando entraron al auto y la vio acomodarse a su lado la miró esperando que le dijera a donde ir, ella le sonrió..

-Tan solo enciende el auto te guio. ¿Qué quieres comer?

-Creo que deseo cocinar. -Le respondió sincero y Marie se rió.

-Bueno, pero estamos lejos de la casa, es mejor ir a un restaurante que conozco cerca al mirador. ¿Te parece? -Él asintió, respetuoso y la miró con curiosidad.

-No entiendo porque no haces estos centros parte del grupo, los podrias manejar más fácilmente.

-François todo es un secreto, no puedes dejar que se sepa o si no mis planes se arruinarían-dijo esta última parte más para sí- si me vas ayudar quiero serte sincera, aunque ahora voy a dirigir el grupo Keller, quiero decirte que literalmente estoy en la calle, mi madrastra me quitó todos mis derechos, propiedades, autos estoy en sus manos por ahora y no quiero que me quite esto, por lo que hasta ahora he trabajado.

Ante esta nueva revelación François quedó atónito, se imaginó algo por el estilo cuando escuchó que la madrastra estaba haciendo con tanta libertad todo tipo de negocios, ese debió ser el plan para dejarla ir de nuevo a buscarlo, ¿tanto lo amó? O ¿aún lo hace? Aunque su apariencia relajada le mostrase que todo estaba bien, realmente todo estaba muy mal. Marie se quedó pensativa, ahora mismo no podía decirle la verdad a François, debía dejarlo a medias y eso la entristecía, no quería mentirle, sin embargo era inevitable.

-Además-dijo casi con miedo- no quiero que le haga daño a nadie.

Esto último lo preocupó, ¿Qué quería decir con eso? Sin embargo, no podía preguntarle, no quería seguir viéndola en ese estado, así no le pidió explicaciones ya despues se las daría, sólo le brindó una sonrisa mientras volvía su vista al frente y le reafirmaba que le ayudaría con el asunto, al menos Phillipe se encargaría de ella.

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