DULCE TENTACIÓN CAPÍTULO 10: IRRESISTIBLE

 




Cartagena, diciembre de 2013

La brisa llegaba a la terraza y podía sentir un leve olor a sal típica de las costas, Marie lo había llevado a un restaurante con unas bonitas vistas al mar, sin embargo era lo único llamativo que tenía, las mesas y sillas se veían de un burdo plástico, sin nada de elegancia ni detalles, lo que a él le parecía importante, además la presentación de los camareros era desorganizada y sin conocimiento del menú, no entendía cómo le habían hecho una pequeña mención en la guía roja.

Durante la velada se dio cuenta que Marie no podía comer alimentos de mar, algo que lo sorprendió teniendo en cuenta que esa mujer tenía una forma de comer increíble de ingerir alimentos, ella le explicó que era más bien porque era alérgica o si no se hubiese aventurado a comer todo tipo de cosas marítimas.

La compadeció un poco, simplemente porque era un amante a la comida fresca del mar, desde pequeño no había evitado probar todo tipo de delicias: ostras, caviar y mariscos en general, todo de la mano del primer chef de la familia que era de Saint Malo, había aprendido tanto de ese hombre.

Ese día también por primera vez Marie le dijo algo escueto sobre Lisa y lo feliz que se sentía de ir de lugar en lugar con ella, algo que personalmente le parecía desastroso, pero ella se veía con una expresión tan serena y feliz, algo que lograba el mencionar el nombre de Lisa, él sentía que no era la vida para una señorita: perseguir a su madre mientras pintaba, como un par de nómadas, persiguiendo lluvias de estrellas y cuanto fenómeno natural quisieran.

Definitivamente, aunque ella lo viera bueno él simplemente no, quizás porque juzgaba desde su posición, él no cambiaba por nada la vida que había tenido: estudiar en los mejores lugares, una familia que, aunque tortuosa le había brindado afecto, además tenía amigos que lo valoraban, algo que en Marie no era evidente, quizás después de tanto viajar no había logrado forjar ninguna amistad.

Cuando salieron del restaurante él le tomó la mano y ella lo miró con una sonrisa, los ojos de ella eran bonitos y centelleantes cuando se le sentía feliz, se sintió un poco mal al coquetear tan abiertamente con Cathie teniendo sentimientos por Marie, sin embargo, tenía una parte hedonista y carnal que no se resistía ante lo mundano.

Al llegar a la casa después del almuerzo la acompañó a la habitación, Marie le agradeció y ambos se miraron por unos instantes, ella era una chica que lograba cosas de él, pero a la vez lo hacía sentir extraño, llevaba un tiempo pensado si era amor, quería pensar que lo era, ella parecía ese tipo de mujer dulce en el fondo aunque fuese tan parca y directa, quizás si sólo la pudiera pulir un poco. Negó con su cabeza y sin poder estar más tiempo ahí le dio una terrible excusa que ella se tragó a la perfección y salió.

Marie no solía poner malicia a las cosas, para ella eran blanco o negro, no le gustaba algo pedía explicación y daba por terminado el tema, era demasiado básica y quizás por eso para él era fácil engañarla, aunque no se consideraba un experto mentiroso, tampoco era lo que buscaba, no le gustaba dar largas y vivir mintiendo, pero quizás estaba en un nivel menos extremo que ella y habían cosas que se guardaba para sí.

Caminó hasta una pequeña terraza rodeada de plantas, todo era bien cuidado, aunque demasiado sencillo, Marie había crecido en esos lugares, entendía un poco porque la sentía tan fuera de lugar en el ambiente que para él era natural, se relamió los labios resecos por el clima cuando escuchó unos pasos detrás de él.

-Hola-lo sacó Cathie de sus pensamientos- ¿Te asusté?

-Hola, -François la saludó de vuelta -no sabía que estabas aquí.

-Acabo de llegar, Dimitri sabe cómo entretener - sonrió - realmente cree que entre los dos hay algo, lo cual lo tranquilizaba.

-Por... ¿Marie? - preguntó curioso

-Si, por ella, hace mucho que quiere declarársele, creía que este sería su año, pero viniste con ella - soltó una risita - ¿quieres salir a dar una vuelta? Ella no saldrá en toda la tarde.

-No, lo siento. No quiero dejarla sola.

-Pensé que me dirías algo así y traje esto -Cathie sacó de su espalda una botella de Merlot.

François torció su sonrisa, era un buen vino que se caracterizaba por su finura y suavidad, además era muy aromático y carnoso, que solía envejecer rápidamente sin perder un ápice de su calidad.

El Merlot era originario de Burdeos un lugar al que solía ir con Pauline a vacacionar, era como un pequeño paraíso en la tierra en donde encontraba los mejores vinos para su paladar.

Cathie le extendió dos copas y él sin dejar de mirarla abrió la botella y comenzó a servir, le brindó una a ella y se quedó con la otra.

-Una copa no haría daño -François le guiñó el ojo y Cathie lo miró con aire inocente, mientras él bebía.

-Bien te entiendo, después de esta iré a mi habitación debo empacar, salgo mañana temprano.

-Creí que te irías el fin de semana-dijo intrigado al notar el cambio de su postura que mujer tan extraña.

-Mi entrenador, me quiere pasado mañana-dijo desanimada-la verdad no me voy cómoda

- ¿Por mí? -Dijo sorprendido- He estado con ella mucho tiempo, vivimos juntos desde entonces, no veo tu preocupación.

-Pero no la has visto desnuda, o le has puesto el sostén, ¿no es así? -Cathie lo miró y él hubiese podido creer en su preocupación genuina si no hubiese visto sus labios una mueca erótica, era una chiquilla, quizás de la misma edad de Marie o un año menos, pero se notaba que tenía experiencia en el asunto.

La chica tomó uno de sus mechones y lo acomodó detrás de su oreja de forma sugestiva, nuevamente todo lo que había pensado con anterioridad comenzaba a irse al trasto, su sentimiento de culpa con Marie, sus deseos de declarársele, era sólo un hombre que no necesitaba ese tipo de pruebas tan comprometedoras.

-Seré clara, -Cathie continuó- me gustas y aunque no tengo ninguna oportunidad sé que podría... Podría ocurrir algo entre los dos y sé que ella es mi prima, pero... Me gustas, más que otro chico con el que haya estado. - Dijo esto último acercándose más- Me gustas y en ocasiones desearía que tú también te olvides de lo que sea que sientes por ella.

François se relamió los labios, ella era una deportista de alto rendimiento, jamas había probado con una escaladora, de alguna manera sentía que eso era lo que lo llamaba: el sexo, algo que no podría jamás negar que le fascinaba, darse a sus sentidos era algo de lo que no se arrepentía, tenía excepciones en la cama, algunas filias, por ejemplo la necrofilia, el fetichismo, el frotismo entre otras, otras si las había experimentado como el exhibicionismo o el voyerismo, el sadomasoquismo lo había visto y aunque no negaba que le gustaba el sexo duro no había llegado a tales extremos.

Cathie comenzó acercarse a él y sus manos recorrieron su torso, François alzó sus cejas sintiendo como ese coqueteo lo comenzaba a excitar, era tan predecible en ese aspecto, un tanto débil si era honesto, aunque también debía reconocer que solía perder el interés después de que la novedad se iba.

Los labios de Cathie se acercaron a los de él y pudo sentir un sabor a menta de crema dentífrica mezclado con el vino que él acababa de beber, ella no le dio treguas y avanzó con un beso mucho más lanzado mientras aprovechaba a tocarlo, sabía por cuenta de otras mujeres lo que les gustaba su torso trabajado y Cathie no era la excepción.

-Creo que, que esto será lo único que obtenga, después de todo -dijo ella alejándose de repente y él la miró confundido.

Cathie sin tomar de la copa y con el ánimo totalmente cambiado, se comenzó a dirigir a la salida, François soltó el aire, pero no la detuvo, estaba con una leve erección y con unas ganas de saciar su apetito sexual.

Llevaba al menos una semana sin sexo y eso lo sentía una eternidad, caminó hacia la habitación de Marie, con un sin sabor en su boca, sabía que su relación con ella era sólo de amistad, sin embargo, no podía quitarse de encima nuevamente el pensamiento de que la había engañado.

Era algo ridículo lo sabía, era como una lucha entre su pene y los sentimientos y él sabía que su miembro terminaba ganando en muchas ocasiones, sin pensarlo mucho terminó entrando en la habitación de Marie, estaba dormida en el sofá, tenía un vestido blanco de algodón.

Se sonrió levemente al ver cómo su pecho subía y bajaba de forma irregular, le quitó la taza de café de sus manos y acomodó su cabeza, podía ver un trozo de piel, su pecho eran algo bonito de observar, se relamió los labios, definitivamente era un hedonista.

Observó el rostro de ella, así como estaba parecía tan menor, ¿qué era lo que esa niña inspiraba en él? Le gustaba saber que contaba con él, además que era un buen amigo, pero en otros momentos sentía que ella podría ser la chica con la que podría acabar esa vida de placer sin límites.

Optó por volver a su habitación y comenzó a desvestirse, definitivamente no sabía qué hacer con Marie, era incapaz de avanzar, pero también de dejarla y concentrarse en otra mujer.

La prima de Marie sólo había ido a calentarlo y dejarlo mal, odiaba ese tipo de mujeres, tiró la camisa sobre la cama sintiéndose algo burlado.

Para sacarse un poco la frustración, saco su laptop y comenzó a leer noticias, al menos eso llevaría su mente a terrenos más neutrales, no pasó mucho tiempo antes que su puerta sonará y se abriera lentamente, Cathie estaba en el umbral con unos shorts diminutos y un pequeño top deportivo, su cuerpo era totalmente diferente al de Marie que tenía una cintura más pequeña y pechos pronunciados, Cathie estaba marcada en todo su cuerpo con unos pechos inexistentes, aun así era un espectáculo de mujer con unas potentes piernas trabajadas, eso sí versión pequeña, calculaba que medía 1.65 cm.

Caminó hasta él y puso sus dedos en sus labios montándose a horcajadas, tocó su pecho desnudo, lo miró con malicia.

-Lo siento por mi prima, pero no creo que me resista.

François alzó sus cejas, llevaba días sin sexo y realmente no le importa si se trataba de ella, o la que fuera, ambos intentaron no hacer mucho ruido y comenzaron a quitarse la poca ropa que les quedaba, la cara de ella cuando vio su pene semi erecto fue imperdible, como si jamás en su vida hubiese visto uno, se recompuso rápidamente y se sentó a horcajadas con su vagina expuesta, afortunadamente totalmente depilada.

Puso una mano en el vientre de ella cuando recordó el preservativo, la vio estirarse y sacar de sus shorts un paquete plateado y mostrárselo con una sonrisa, la chica había pensado en todo.

Ambos sabían que no tenían tiempo, así que una vez se lo puso y la penetró con ahínco, comenzaron a moverse de manera desenfrenada, reprimiendo los gemidos e incluso sin un beso más, con sus manos comenzó a mover las caderas de Cathie de arriba hacia abajo, le gustaba marcar el ritmo, desfogarse de esos tres días en abstinencia que sin querer lo estaban volviendo loco, teniendo en cuenta que masturbarse no era algo que le gustara.

Cathie por su lado, tenía sus manos en sus hombros y se impulsaba con los mismos, todo fue rápido casi sin digerir como si supieran que lo que hacían no era bueno del todo y quizás por eso el orgasmo que tuvo fue placentero, eso o sólo eran sus ganas reprimidas.

Ella no lo miró, sólo recogió sus pertenencias y salió casi que corriendo una vez tuvo su orgasmo, mientras él aún sentía que su apetito apenas se había abierto.

Pasó una mano por su cabello y relamió sus labios mientras miraba la puerta de Marie, caminó a la ducha para quitarse el sudor y olor a sexo y finalmente volvió a la habitación, no eran ni las seis de la tarde y él estaba en medio de la culpa y unas ganas de saciarse: eso no había sido suficiente.

Su teléfono sonó, se trataba de su secretaria, le había dicho, que intentó comunicarse con él y le comenzó a dar los pormenores de las actividades pendientes y que le enviaría otras para que él revisara, le dejó claro que estaba en vacaciones, no las haría, sólo hizo una sola observación y eso porque era referente al evento de motos que lo movilizaba mucho.

-Así que ya comenzó la promoción, aunque no será hasta dentro de dos meses, creo el equipo de marketing debe hacer énfasis en las redes sociales.

- ¿Dos meses para qué? - Pregunto Marie desde el umbral, con el rostro algo descompuesto y François se timbro, se despidió de su secretaria y la miró.

-Para la exhibición, de motos, cada año que se lanza un producto, se hace una, ¿recuerdas que fuiste a una recién nos conocimos? -Respondió casual, aunque mirándola en su pequeño vestido blanco sintió un poco de remordimiento.

-Ni me lo recuerdes, fue una tortura, para las otras fechas no pude estar, pero no podía evitar buscar la transmisión en la red no sabía que era peor.

-No sabía que lo hicieras-dijo sonriente- ¡te preocupabas por mí! - Dijo acercándose lentamente a ella.

- ¡Claro! -Respondió ella sonrojándose - Temía que tuvieses daño craneoencefálico.

Ya para ese momento estaba tan cerca que sus ojos se encontraban separados por centímetros, mirándola desde arriba y separándole los mechones que tenía en su frente.

- ¿Por qué sonríes? - Dijo Marie de repente apenada

- Sólo soy feliz, por el hecho de tenerte a mi lado, te enviaré pases VIP, quiero que este año estés en primera fila.

Sí, era el imbécil que, aunque se acaba de acostar con la prima de ella, se sentía levemente contento con cualquier acercamiento con Marie, de alguna manera ella era tan diferente a lo que había conocido, parecía una cría con sus ojos expresivos y sus mejillas rosadas.

La vio sonreír tímida y luego se volteó.

-El cierre, ¿lo puedes bajar? Cathie no está, ya la llamé, pero no me responde y la verdad ya me tiene desesperada.

Él solo asintió aunque sabía que ella no lo podía ver, bajó el cierre lentamente, tenía un sostén blanco sin tiras, su espalda estaba marcada y podía ver la caída a su derrier, sin pensarlo estiró su mano y con la punta de sus dedos acarició su espalda casi imperceptiblemente, sólo sintió un leve movimiento en su cuerpo, notando como sus orejas se ponían muy rojas, eso lo hizo reír, lo apenada que la pudo sentir ante el leve toque, parecía un conejillo asustado.

-Debo de... -Dijo Marie intempestivamente- Cambiarme.

La vio casi que huir de él, cerrando tras de sí la puerta que unía la habitación de los dos, reprimió una sonrisa ante su reacción, se pasó una mano por su cabeza y tragó saliva, maldición sentía que ella lo atraía, pero él no era capaz de refrenarse, tampoco se sentía listo para decirle lo que sentía por ella, nuevamente sintió un poco de culpa.

Quiso un poco de aire y se fue a la azotea, después de unos minutos, los sentimientos eran confusos, el hedonista con el hombre enamorado de Marie, terminaba ganando el primero, dejando llevarse por su placer y en ese momento se sintió mal nuevamente. Se detuvo en la entrada cuando encontró a Cathie y a Marie hablando, no supo porque se quedó a hurtadillas, quizás porque ocultaba algo y temía quedar al descubierto.

- ¿Lo besaste? -dijo Marie confundida a Cathie.

-Sólo quería que lo supieras, sé que solamente son amigos, pero me sentí con la obligación.

-Lo entiendo, no son un par de niños que se esconden de su madre -dijo de forma tranquila.

El escucharla reaccionar de esa forma, lo hacía rabiar quería muy dentro de sí que peleara con ella y le reclamara lo que había hecho, sin embargo estaba como si le hubiesen dicho que una motocicleta GSXR y una GSR son la misma cosa, sin terminar de escucharlas caminó hacia su habitación, no quería verla, se sentía un estúpido, aunque sentía mucho más de lo que creía, no se creía ser capaz de seguir con el show, de yo quiero a mi amiga, era desesperante, recordaba a Jean Pierre y su sermón sobre su cambio de actitud.

También sabía que era hipócrita, pues finalmente había caído en la cama con Cathie, pero esa actitud de Marie la odiaba, la odiaba demasiado, un pitido en su móvil lo sacó de sus pensamientos.

Marie Keller

20/12/2013 18: 15 pm

Lo siento hoy no me siento muy bien, ya me acosté, no podré salir a cenar, en la mesa de noche hay un llavero extra, por si piensas salir.

Soltó el aire y le tecleó:

20/12/2013 18: 18 pm

Ok, lo tendré en mente. Que tengas dulces sueños.

Le respondió de vuelta y realmente lo agradecía, era extraño verla en esas circunstancias, decidió salir por su cuenta, quizás al final él no dejaría de ser el hedonista, el hombre que le gustaba la fiesta, el sexo y el vino, era mejor de esa manera.

Decidió salir, no quería quedarse encerrado pensando en idioteces, así que en pocos minutos estuvo rodeado de una plaza en donde se hallaban diferentes restaurantes, discotecas, sin embargo, no sabía a cuál ir, vio un lugar agradable al aire libre, lo cual le llamó la atención.

El camarero le ofreció la carta y aunque había vinos regulares pidió una copa de cabernet Sauvignon, miraba a las personas reír y disfrutar del ambiente y música que él en su vida había escuchado, no sabía que haría con ese dilema llamado Marie Keller, recordar su rostro le llegaba como punzada, pero escucharla indiferente lo molestaba como si él estuviera perdiendo tiempo en dicho sentimiento.

-Oye, tu gringo, ¿necesitas compañía? -Escuchó en español y no entendió nada de lo que el hombre le decía -Tengo unas nenas, girls -decía chicas con un pésimo acento- por money- decía moviendo los dedos, François que no soportaba una impertinencia lo miró serio.

-No, -a lo que fuera que le estuviera diciendo dijo en un acento atropellado- no interesar.

-Pero, gringo, womens, ricuritas -dijo en una insistencia que le incordiaba cada vez más.

Esta vez se iba a levantar y decírselo en un tono no muy amigable cuando escuchó la voz de una mujer que hablaba en español.

-A él no le interesa, lárguese antes de que le avise a la administración de su propuesta. - dijo la mujer en tono amenazador en español y que él no entendió, luego lo miró a él con una sonrisa tonta- Lo siento -dijo mirándolo- sólo un tipo buscando clientes. -Esta vez se lo dijo en inglés.

- ¿Clientes? -Dijo confundido.

-Sí, prostitutas -dijo la mujer sonriendo - oye, ¿nos hemos visto antes?

François la miró detenidamente, no la sacaba de ningún lado, pero suponía que era algún tipo de filtreo, la chica tenía el cabello castaño claro, su piel era bronceada y sus ojos cafés de un tono miel claros. Estaba bien vestida, un Saint Laurent negro strapless ajustado a su curvilíneo cuerpo con una chaqueta en cuero, piernas atléticas se veían provocativas con los zapatos de tacón negros, sonrió al recordar lo que había pensado horas antes y pensó que podría redimirse, dejar de pensar idioteces y terminar una faena que Cathie había iniciado.

-Sí, qué coincidencia -dijo sonriendo levemente, respondiendo a su coqueteo, aunque no tenía ni idea de lo que hablaba.

-Eres muy apuesto, creo que eso te lo han dicho mucho. -Ella se aclaró la garganta -Mucho Gusto, mi nombre es Gabriela Santodomingo.

-François LeBlanc- dijo con su irresistible acento parisino- ¿eres de aquí?

-Nací en aquí en Cartagena, pero vivo en California, sólo paso vacaciones, ando con un grupo de amigas -dijo señalando una mesa al fondo, de un grupo de jóvenes que los miraban emocionadas- pero tu nombre suena ¿de París, quizá?

-Sí, soy de Francia, también estoy de... Vacaciones- dijo sonriendo, para ocultar la duda que tuvo por un instante.

- ¿Vamos a ir a un lugar más movido, quieres ir? -Dijo un tanto dudosa,

-Está bien, necesito conocer más de este lugar-Llamó al camarero y le pidió la cuenta.

-Su cuenta ya fue pagada -Dijo el camarero de forma respetuosa- Gabriela, lo miró pícara.

-Hoy invito, vamos, o si no, no podremos entrar.

Lo comenzó arrastrar, mientras las amigas no dejaban de cuchichear en español, mientras lo miraban, se sentía como un espécimen que estaba siendo estudiado en un laboratorio, una de ellas le tomó el trasero y él la miró algo sorprendido, eran apabullantes ese grupo de mujeres.

Llegaron a un lugar que por su fachada parecía de otra época, la entrada estaba bordeada con ladrillo rustico, sin embargo, una vez adentro el lugar se veía con toques modernos, las luce violetas no dejaban ver los rostros, caminaron entre la gente hasta una mesa reservada, al parecer lo habían hecho con anterioridad.

Una vez allí Gabriela se quitó su chaqueta, otra de sus amigas se fue a la barra por el pedido, François que ya había sido invitado se fue con ella, para invitarlas esta vez, odiaba ser maleducado en ese aspecto, ellas escogieron una extraña mezcla de whisky Old Parr y Buchanans, él solo pidió una botella con agua que al probar le supo asquerosa, además de que era un botella plástico, definitivamente tercer mundistas.

Prefirió no tomar nada y concentrarse en la chica que tenía frente a él, lo llevó a la pista y comenzó a contonearse con cadencia, mientras él dejaba ir los pensamientos mojigatos, esa sensación era indescriptible, todo el previo, el baile sensual los coqueteos al oído, la forma como la chica se refregaba sobre él con movimientos rápidos.

De repente sonó Play Hard de Guetta y la multitud emitió un ruido eufórico, lentamente se acercó y la besó, la chica correspondió el beso torpemente, sin embargo, él comenzó a marcar el ritmo, así que la lengua torpe y desubicada de Gabriela, comenzó acoplarse a la suya.

Para él un beso era importante eso lograba conexión y aunque la chica al inicio había sido un fiasco se le abonaba que había logrado adaptarse fácilmente, con una mano François le sostuvo el rostro y con la otra la espalda acercándola más, ese movimiento hizo que la chica se sintiera cada vez más en confianza, incluso tomó su rostro con las dos manos, para luego bajar por su torso y quedarse en sus caderas, la chica era realmente lanzada y quizás era lo que él necesitaba.

Por un momento se alejaron y Gabriela bailaba para él, recorría su cuerpo con las dos manos y con una mano lo atrajo de nuevo hacia ella y comenzó a darle breves besos por su rostro, hasta que él la tomó con fuerza y la besó nuevamente, ahora era él, quién no quería seguir conteniéndose, Gabriela con la respiración agitada se separó abruptamente.

-Vamos a un lugar más privado, vamos a mi hotel.

François la jaló fuera, sin embargo, ella se devolvió y tomó su chaqueta y su pequeño bolso Versace de cuero y taches plateados, le dijo algo a una de las mujeres de la mesa y salió despedida tras él, una vez fuera ella le indicó el camino no muy lejos de allí, llegaron a un hotel cercano.

Gabriela no dejaba de mirarlo, era coqueta, quizás en un mismo grado que Cathie, lo miraba con descaro y él le devolvía la mirada, ese vestido resaltaba sus piernas, no tenía un cuerpo nada mal, senos grandes, cintura pequeña y un pequeño trasero aceptable.

Una vez entraron al ascensor la mujer se abalanzó sobre él, dándole un beso apasionado, él se retiró la tomó de su cabello y le dio leves besos por su cuello, aunque no pudo seguir, no sabía tan bien, así que se concentró nuevamente en sus labios que al menos sabían a whisky.

Una vez se abrieron las puertas del ascensor ella lo jaló, sacándolo de ahí, él sonrió excitado, aunque besaba de forma torpe, la podía considerar como una muy buena entrada, ella lo guio hasta su habitación, moviendo sus caderas de forma sugestiva, él caminaba pausado, demostrar el hambre no era su estilo.

Una vez entraron a la habitación, ella de forma frenética tiró la cartera y la chaqueta quitándose al tiempo los zapatos, François lentamente se acercó a ella y la tomó por su cabello, mientras la besaba, poco a poco, ella le comenzó a quitar la camisa y su torso marcado quedó al descubierto, ella sólo pudo emitir un sonido ahogado, algo que realmente no le sorprendió, también había visto esa expresión en otras.

-No sabes todo lo que pensé en esto, durante la noche, realmente eres perverso- dijo mientras le sacaba la camisa de un tirón.

François sonrió, al escuchar lo que él le generaba, no le podía decir nada de vuelta, esa mujer no lo enloquecía, pero acabaría con el ambiente si le decía eso y sin mencionar nada le comenzó a bajar el cierre del vestido, creía que allí podría dejar todo lo que sentía hasta ese momento por ella, o al menos eso se quería demostrar.

Aún sin terminar quitarle el vestido, François recorrió su cuerpo, arrinconándola contra una de las paredes, metió sus manos por debajo de la falda, sintiendo sus muslos, tenía una piel suave que olía a melocotón.

Ella por su lado, con sus manos acariciaba su espalda, recorrió su torso hasta que llegó a sus pantalones deteniéndose en su bragueta, eso hizo que su erección aumentara, así que la besó en sus delineados labios, llevado totalmente por la lujuria, le parecía tonto reservarse cuando su naturaleza le pedía más.

Después giró a la chica de espaldas su cintura se veía pequeña, la tocó y subió su mano a uno de sus senos, manoseándolo lentamente y ella gimió más fuerte, sus pechos eran suaves lo que le decía que los tenía naturales, si era honesto no le gustaba las mujeres desproporcionadas, llenas de cirugías, eran de tan mal gusto, incluso no había evitado increpar a la hermana de su mejor amigo cuando le dio por usar bótox siendo tan joven.

La chica frente a él, no parecía tener cirugías, al menos evidentes, su piel, su figura y cabello lo denotaba, se notaba que era una chica adinerada, aunque no tenía mucha clase, con su dedo recorrió los huesos de su columna vertebral, repartió besos en su espalda y la mujer arqueó su cuerpo reprimiendo unos cuantos gemidos.

François la tomó de su cabello, olía a chocolate, algo que intentó fastidiarlo, pero no sé detuvo en eso, ella se quedó estática y él le miró divertido, era algo embriagador ver el efecto que conseguía en las mujeres, ella giró su rostro, lo miró pícara y pasó su mano por su rostro, mientras él bajó lentamente el cierre del vestido, dejando al descubierto el cuerpo tonificado de la mujer, la lencería Victoria Secret, era de un tono rosa pálido y tenía unas diminutas tangas de hilo, que hacían ver su trasero provocativo.

Recorrió con sus manos el contorno de su cuerpo y sin mayor ceremonia, la arrancó el vestido y lo tiró a un lado, ágilmente pasó sus dedos por el contorno de su cuerpo, mientras la sentía contraerse, con agilidad se deshizo del sostén, dejando al descubierto sus senos redondos, ella intentó moverse, pero él la sostenía de su cabello impidiéndoselo, en la cama le gustaba tener la situación bajo control, marcar el ritmo.

Se quedó muy quieto, sin tocarla observó su cuerpo que lo llamaba a desfogarse en él, la mujer se movió haciéndolo volver a la realidad, quería que la tocara, una sonrisa socarrona iluminó el rostro de François, sabía que pedía más, sin embargo sólo le dio una larga espera, así que sin premura se terminó de quitar su camisa y luego sacó de sus pantalones un paquete negro, una vez se deshizo de sus pantalones y sus bóxer, la llevó a la cama de espaldas, abrió el pequeño paquete negro y se lo puso en su miembro.

Comenzó a introducirse lentamente y la sintió contraerse, sin embargo, ella no se quejó, la embistió con movimientos rítmicos, al tiempo que ella comenzaba a gemir, lo cual le hacía intensificar sus movimientos, ella quiso soltarse de su agarre, sin embargo, él se lo impidió, no le permitiría participar activamente.

Tan sólo la dejó levemente, cambiando de posición, sintiendo mayor placer, alternaba movimientos suaves a intensos, sintiendo como la mujer se descolocaba cada vez más, gritaba una y otra vez, hasta que llegó al clímax, era una lástima, llevaban al menos cuarenta minutos entre poses y caricias, pero la mujer parecía en su límite, así que el intensificó más sus movimientos hasta sentir su propia descarga.

Ella se fue de bruces a la cama y quedó como sin aliento, él por su lado se fue al baño con sus pertenencias, allí se quitó el condón usado y se vistió, una ducha hubiese sido mejor, pero si era honesto le daba asco no saber la procedencia de las toallas de ese lugar, así que solo se mojó el rostro.

Cuando salió del baño, la chica aun dormía, lo que le hizo todo más fácil, revisó sus objetos personales, no quería ningún vínculo y por lo general comenzaba cuando algo se quedaba donde no debía.

Regresó a la casa de Marie, una vez estuvo en su habitación se percató que la luz de al lado estaba encendida y sintió deseos de saber cómo estaba, era tan hipócrita con ella, dormía con mujeres y después estaba ansioso preocupado por ella, así que lo mejor era no buscarla al menos por ese día.

Temprano en la mañana se dirigió a la cocina, estaba por salir a trotar, necesitaba un batido proteínico para iniciar el día, la mujer obesa que cuidaba la casa lo saludo y le entregó uno como si ya lo supiera.

-Grracias- Dijo en un torpe español.

Poco después vio que la nevera se cerró y vio a Marie salir con un hielo en sus manos, él quedó con el batido a medio camino y ella también quedó muy quieta, al tiempo se dijeron hola y sintió una tensión en el aire.

-Veo que madrugaste, ¿mala noche? -Preguntó François

-No pude dormir mucho, -respondió Marie escueta- lamento haberte dejado solo anoche, no me sentía bien.

-Tranquila, me las apañé solo-dijo François tomando su jugo- saldré a correr un rato, vuelvo en una hora.

Tal como le dijo salió en la misma ruta que las veces pasadas, necesitaba sacarse de su organismo los encuentros de la noche anterior, la quería, pero le era inevitable no sentir miedo de reconocerlo en voz alta, no entendía qué era lo que generaba esa mujer en él, Marie tenía la facultad de hacerlo sentir mal por momentos, en ocasiones se veía tan cándida y tierna, en otras un total incordio.

Cuando llegó de trotar se fue directo a su habitación a darse una ducha y finalmente a desayunar, al parecer Marie ya lo había hecho, cepillo sus dientes y la esperó, pero ella no daba señales de vida, decidió entrar a su habitación así que sólo toco dos veces y abrió la puerta.

-Me preocupé al no escuchar nada -dijo pausadamente mientras analizaba su habitación, se dio cuenta que Marie estaba en brasier dejando sus pechos grandes al descubierto, unos shorts blancos de jean que no tenía abotonados y su cabello largo y negro era un desastre - Me temo que no estas lista, a menos que quieras salir en ropa íntima - dijo divertido.

- Como crees que pueda salir en ropa interior. Hay lugares en donde no sería un problema pero aquí, el nudismo es penalizado -Habló muy seria Él se rió de buena gana, mientras ella estiraba su boca como si fuera un pato -¿Vas a ayudarme o seguirás en la puerta riéndote?

-Bueno, bueno -Respondió François levantando sus manos - ¿Cuál es el problema? -Dijo burletero pues la situación era obvia.

-No puedo ponerme la camisa -Respondió a su pregunta muy seria como si él de verdad no lo entendiera y quiso reírse aún más, a veces ella podía ser tierna -aunque no duele mucho, el médico me dijo que si hacía un mal movimiento podría volver a salirse.

Él se quedó mirándola detenidamente como analizando su situación, al menos el short no estaba nada mal, tendrían que buscar al que le combinara, lo primero que hizo fue abotonarle el pantalón, la sintió rígida mirándolo de vez en cuando, el acaricio su espeso cabello negro y pudo notar que ahora sus mejillas estaban algo sonrosadas.

Buscó una blusa blanca holgada y se la mostró, ella se dio la vuelta y él lentamente comenzó a ponérsela, empezando por su mano lesionada y comenzó a rodear su cuerpo hasta llegar a su otra mano, una vez acomodó el cuello comenzó a abotonarla lentamente disfrutando de su vista, Marie era delgada, pero sus pechos eran un espectáculo, redondos, tersos y según había visto un trozo de su aureola rosáceos.

La escuchó respirar con dificultad, estaba nerviosa lo podía oler, aunque ella no sudaba ni tenía olores en particular, sólo ese odioso perfume de fresas que él odiaba, Marie lo miró y pudo notar angustia en sus ojos como si no soportará tenerlo cerca.

Se alejó y rebuscó unos zapatos y aunque sabía que ella le gustaban los converse, le sacó unas sandalias planas y se las ayudo a poner, como todo en ella, sus pies eran pequeños y pálidos, tenía un burdo color rojo oscuro en sus uñas, Marie no se movió y siguió mirándolo con angustia, se veía tan inocente que nuevamente sintió remordimiento de sus andanzas.

Por momentos se ablandaba, aunque él sabía que llegado el momento volvería a entregarse al placer sin miramientos.

Se retiró y comenzó con su cabello, era demasiado largo, negro y espeso, por lo que intentar hacerle una coleta era una misión apoteósica, no lograba que las ligas dieran una segunda vuelta, hasta que se venció y como hacía con su hermana cuando era pequeña, le hizo una trenza sencilla.

Era bueno haberla cuidado y que ella le enseñara sus peinados favoritos, su hermana era su pequeño tesoro, la amaba muchísimo, tanto como para haber tenido sesiones de té y ser jurado de moda en sus juegos.

Salió de su ensoñación y miró a Marie era extraño lo que esa mujer le generaba, le gustaba estar cerca de ella, incluso en ese momento que terminaba de trenzarla y la sentía muy tiesa.

-Y ahora, ¿Dónde vamos? -François le dijo mientras adecentaba la camisa- Hoy no quiero estar sin ti, no permitiré que me dejes solo. -Sabía que hablaba la culpa.

-Hablas como si anoche te hubiese hecho la peor cosa del mundo.

-No, no lo hiciste solo que... -Guardó silencio, no podía decirle que sentía algo de culpa, que quería compensarla, que intentaría portarse mejor con ella y declararse pronto- Quiero estar contigo, además, hoy desayuné solo, realmente eres mala -dijo fingiendo estar disgustado- No te lo perdonaré.

Marie no le respondió nada, sus ojos azules lo escanearon un poco antes de ponerse sus gafas oscuras diorsoreal, para tener mal gusto al combinar su ropa, al menos esas gafas tenían estilo, lo que, si no pudo evitar alzar sus ojos cuando ella se puso un sombrero vintage Pharrell Vanwho, era cruel, pero sentía que salía con Morticia Adams.

Caminó por delante con sus manos en los bolsillos y no dijo nada más durante el camino, al llegar al auto la vio acomodándose el inmovilizador, le abrió la puerta y se acomodó dentro esperando que ella le diera instrucciones.

Nuevamente visitaron otro centro, ese era diferente no había niños, sino mujeres que hacían manualidades, ella le explicó que para ella la verdadera ayuda no era regalarles, era permitirles que generarán ingresos y fuesen independientes así que no era caridad del todo.

Las mujeres traían artesanías de diferentes lugares que aprendían y comercializaban, no eran feas y según Marie cada una tenía un significado diferente, le dijo sincero que de esa manera veía más viable el proyecto, al menos esos pobres seres tendrían la posibilidad de mejorar su condición laboral a futuro.

-Gracias por acompáñame, aunque han sido salidas tediosas y para compensarte iremos y un lugar increíble, así que en el próximo desvío síguelo.

François la miró divertido, ella tenía una especie de obsesión por compensarlo todo.

- ¿Por qué siempre tiendes a compensarlo todo? -Preguntó mirándola un momento.

-Fran, es sencillo una relación es de dos y va en doble sentido, no me puedes dar tu tiempo y yo no darte nada a cambio, mi madre solía decirme que era la base de la amistad, dar una parte de sí.

François la miró unos instantes y miró el camino pedregoso por el que lo había hecho entrar, era un ser egoísta Pauline se lo había dicho hacía mucho, incluso ella lo era, pero habían funcionado tan bien porque ambos solían ceder y complacer al otro, cómo ir a un tedioso desfile en la semana de la moda o ella ir con él a Burdeos para que se embriagara todo lo que quisiera.

Tenía sentido lo que decía Marie, aunque en su caso no sabía cómo podría compensarlo ir por una carretera tan fea, después de 40 minutos de viaje llegaron a un hotel que no se veía nada mal lo miró emocionada.

-Según Tomasa, el Chef de este lugar hace la mejor comida de mar de la región. -ella lo arrastró fuera del auto y lo llevó dentro.

No le creía, realmente estaba apático hasta que vio al chef, era curioso que el mejor chef en comida del área fuese Pietro Dieguilene un icono en Italia propiamente en Cerdeña. Fue emocionante hablar de sabores e intercambiar recetas, miró de soslayo a Marie que comía un postre en una de las mesas sola y su boca llena de crema batida.

La había visto devorar platos de más de cinco tiempos sin pestañar además tenía un gusto por la carne que a él lo aterraba no había visto ninguna señorita comer esa cantidad de proteína.

Cuando terminó la sesión y probó platillos nativos, resaltando algo que él llamaba Sancocho de pescado, pero con ciertas modificaciones a su gusto, además una entrada ceviche de corvina, un plato fuerte Filete de pescado a Meniere y Papas en Puré, todo exquisito y en su punto.

Al terminar la sesión se dirigieron a la playa y hablaron un poco más, se dio cuenta también cuan poco conocía a Marie, la miró con una sonrisa mientras le decía que el atardecer era bello y él pensaba que le importaba poco eso y simplemente quería estar con ella.

Sentía que volvía a estar preso de ese sentimiento, que lo embargaba cuando estaba al lado de Marie, esperaba tomar fuerzas y poder declarársele pronto.

-Siempre te tienes que salir con la tuya -François le dijo de repente a pesar de llevarlo con un chef de renombre ahí estaban en un plan soso caminando en la playa.

-Tú también, si hablamos de quien pone por encima sus intereses personales, creo que serias el ganador de forma indudable. -Marie le refutó.

François la miró lo que decía de alguna forma era verdad, pero no le importaba si lograba obtener lo que quería.

-Puede ser, pero acaso no dicen que ¿el fin justifica los medios?

-Cuando son tan egoístas no -riendo - ¿Sabes qué? Eres un caso perdido, creo que me rindo en la tarea. Espero alguien algún día te haga ver lo horrible que eres.

- ¡Pero si soy muy apuesto! - Dijo fingiendo que no entendía lo que ella le decía.

-Lo eres Fran, eres muy bello, pero hablaba de tu personalidad -Respondió ella explicándole y él no pudo evitar soltar una carcajada.

Definitivamente ella era muy básica y él no podía evitar reírse a su costa, la miró de soslayo y le tomó la mano, pronto, pronto podría declararse y aventurarse tener algo con ella, simplemente esperaría un poco más y disfrutaría de su compañía.

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