DULCE TENTACIÓN CAPÍTULO 11: "Ven, vamos arder en el infierno, parte 1"




Zúrich, septiembre de 2014

Su voz suave se escuchaba en un vídeo que se reproducía en su celular, era embriagante, casi una obsesión repetir una y otra vez la grabación y no perderse en el movimiento de sus labios, de sus delicadas manos y el sútil movimiento de piernas, desde que la había visto en la mañana en la casa de Pauline no lo había abandonado la idea de volverla a ver. Se sentía herido, mucho, ella lo había ignorado, quizás lo tenía merecido, no podía decir que él fuese la mejor persona del mundo y quizás ella no lo merecía, pero por más que los pro y los contra acechaban su mente, no dejaba de pensar en su olor y fantasear con su sabor.

Sus dedos repiqueteaba en el escritorio con nerviosismo, eran esas imágenes que no lo abandonaban y que lo hacían sentir inquieto con la paso de la mañana, no era un hombre que soliera procrastinar, sabía distinguir los ambientes de ocio y de trabajo, sin embargo esa mañana su pensamiento no estaba enfocado en el contrato que tendrían con estaciones del norte de de Europa, sino en esas largas y torneadas piernas.

Incluso no había podido evitar buscar en su Instagram, mala idea, a pesar de la cantidad de fotos de viajes y comida sana que tenía, una había quedado en su mente: ella y un diminuto bikini negro, esa mujer era bella, sería ciego si dijera lo contrario, su pequeña cintura contrastaba con unas caderas de infarto, su trasero era hermoso, pero a parte sus piernas eran largas y torneadas un espectaculo en su esplendor, no había defecto en ella, nisiquiera sus pies era feos.

Sus manos no pudieron evitar ir a miembro y acariciarlo al sentirlo tan erecto y aprisionado, odiaba masturbarse, menos en su oficina, pero era tan tentador desfogarse de ese calor que comenzaba a crecer dentro de él, la puerta se abrió de manera intempestiva y su mano dejo de acariciarse, miro con cara de poker a su secretaria mientras entraba avisándole que tenía una llamada,  podia avisarle por el interno, pero la chica pelirroja aprovechaba cada momento para irrumpir en su lugar de trabajo.

-Señor tiene una llamada del Señor Shepard. –La chica le repitió pues al parecer él no la había escuchado la primer vez.

Recordó a Pauline, le había dicho cosas suficientes como para desistir con Rebecca, pero no podía, no podía detenerse, ni siquiera la culpa por su mejor amiga lo hacían, menos por Matthew Shepard, no era su amigo no le debía lealtad, no tenía por qué pensar en él, François soltó el aire, ya se estaba justificando. Pero Rebecca y él eran adultos, él no la obligaría a nada, sólo se dejaría llevar por ese halo invisible que lo empujaba a ella, nunca había sentido eso, ninguna mujer había robado tanto de él y eso lo hacía sentir nervioso, no le gustaba lo desconocido y con Rebecca era todo un mundo desconocido.

Movió sus anillos nervioso, Pauline le había dicho que tenía que cargar con el conocimiento de Shepard, negó con su cabeza, eso no había sentido ese día en Madrid, para Rebecca no eran nada y en la gala Shepard, habia actuado indiferente, suspiró, se volvería loco, deseaba a esa mujer y ni entendía por qué, cerró sus ojos, su olor llegó a su memoria, comenzó a contar los lunares que su vestido le había dejado ver incluso el imperceptible que tenía en su rostro, pero la mujer volvió a llamarle la atención, preguntándole que le decía al señor Shepard, François frunció el ceño, nunca había recibido una llamada de él, pero acorde a su hilo de pensamientos sabía por dónde podría ir el asunto.

-Pásamela –dijo sin ceremonia.

No sabía a que atenerse cualdo alzó el auricular, sin embargo no pudo decir nada  Shepard comenzó hablarle en un tono que intentaba descicfrar.

-Mira LeBlanc lo que hagas con tu vida es tu asunto sólo te pido que no lastimes a Pauline en el proceso ella está muy apegada a ti y he visto como tus acciones recientes la han descolocado.-François alzó sus cejas.

¿Pauline? ¿En serio lo llamaba por Pauline? Contuvo su risa, era increíble que la persona  hacía sufrir más a Pauline, le hiciera un reclamo de tal dimensión, pero entendía que Pauline le había dicho que era su novia, tendría que aclararle todo.

-Shepard, es grato saber que te preocupa Pauline,- en tono cordial - sin embargo creo que te debes replantear "quién" es el que la lástima realmente y quien realmente la descoloca, –acentuando un poco más sus palabras - esas sólo son pataletas de una amiga -recalcó la palabra - mimada, las cuales puedo solucionar con un helado de macadamia en Berthillon, pero agradezco tu preocupación.

-En realidad como te dije tus conquistas no son algo que a mí me concierne, aunque a mi manera de ver también deberías replantear mejor tus apuestas, uno tiene que ver que hay mujeres que se pueden tener y otras que no están a nuestro alcance- dijo riendo- sin embargo aunque quisieras insistir, si te pido que consideres a Pauline, tus indiscreciones públicas la han puesto muy inquieta.

-Eso fue un desacierto de mi parte, cuando pude hacerlo de forma privada y uno no sabe qué puede tener si no lo comprueba antes, ¿no cree? Le recomiendo nuevamente que se abstenga de tener atenciones con Pauline que ella pueda malinterpretar –dijo en su tono casual.

Matthew carraspeo

-LeBlanc conozco a las dos mujeres en cuestión mejor de lo que las puede conocer usted, le reitero que esta llamada no es un reclamo ni nada que se le parezca sólo quiero que entre en razón y dimensione como su accionar puede afectarlas a las dos, a una en su imagen pública y a la otra en torno a lo emocional.

François rio de forma genuina, sin ningún tipo de burla en su acción, según Sherpard las conocia a las dos, algo que el en su intuicion realmente dudada, no se daba por enterado que Pauline lo amaba,  además que si rebecca escuchara lo que Shepard acababa de decirle, lo pondria en su sitio como hizo con el, asi que definitivamente en ese momento el desubicado era otro.

-¿Está usted seguro de sus palabras? –Dijo inquisitivo, en cuanto a que las conocía– Pese a eso le aseguro no volverá a suceder, le reitero que no pretendo poner a Rebecca en una situación incómoda y ya le di mis disculpas y en cuanto a Pauline, no hace mucho estuve en su casa, no pretendo ser un mal amigo que hace rabiar a su amiga por estar interesado en alguien más.

-Vaya LeBlanc muy honesto frente a sus intenciones con la señorita Bracho -haciendo hincapié en las últimas dos palabras-me sorprende que en una cena con ella ya le haya permitido tutearla, la señorita en cuestión detesta que se tomen tales atribuciones, pero desde luego cómo puede usted saberlo, sólo la vio dos horas y eso teniendo en cuenta que pago por su tiempo, de lo contrario ¿se le habría podido acercar? Lo dudo. Y en cuanto a Pauline, le ruego, no, le exijo que la respete y le dé el lugar que se merece.

-Sé apañármelas para conquistar a la mujer en que esté interesado, sólo se dio de esa forma, respecto a Pauline, le aseguro que la respeto y le doy el lugar que se merece, aunque usted evidentemente le envíe mensajes ambiguos y es el que no entiende la situación. Y si aún no lo ha entendido se lo reitero: no existe entre nosotros ningún tórrido romance como usted piensa, es alguien muy importante en mi vida, eso no se lo puedo negar, si fuésemos algo más le aseguro que nunca le haría daño coqueteándole a otra mujer o lo que es peor presentándosela.

Lanzó la indirecta aunque sabia que era imposible que Shepard la captara, sin embargo Matthew guardo silencio seguramente tratando de digerir lo que le acababa de decir, Francois soltó el aire, Pauline le jabia dicho que era su novio, pero no permiitieria que una mentira como esa lo hiciera quedar mal, jamas cambiaria el estatus de amigos con Pauline.

-Discúlpeme LeBlanc ha sido todo un malentendido de mi parte, por años pensé que había algo más que amistad entre ustedes, por la manera en como Pauline se comporta a su alrededor-hizo una breve pausa y continuo-Con respecto a la señorita Bracho, sólo puedo decir que su carácter le dirá más de lo que yo le pueda decir, ella sabe cuidarse sola. Hasta luego LeBlanc y de nuevo reafirmo mis disculpas frente a este bochornoso incidente.

-No hay problema Shepard, me alegro que todo haya quedado claro entre nosotros. Hasta una próxima.

Colgó su teléfono, con la sensación de haber tenido la conversación más rara de su vida, él no era la mejor persona del planeta, pero sentía que lentamente se despojaba del poco moralismo que aún conservaba, literal le había valido y pudo hacerse a un lado, pero  Rebecca era demasiado importante como para hacerle caso a ellos, no podía alejarse, ya no podía hacerlo y así se lo dejó claro a Shepard.

Miró su reloj, eran las once de la mañana y nuevamente se sentía como ahogado en su oficina, no deseaba seguir ahí, así que pensó en pasarse por su restaurant, quería una copa de vino, un momento de paz, así que condujo en silencio, pensando que era como si hubiese dado un paso que no podía deshacer, sobre todo ahora que había sido tan directo con Shepard, realmente no podía mentir, le gustaba esa mujer, mucho, tanto como para no importarle que el novio llamara a reclamarle por sus coqueteos y el decirle que estaba dispuesto a conquistarla.

Ahora era todo claro, eso era lo que quería al menos parte de sus dudas comenzaban a despejarse, tal como se lo había dicho a Shepard, él sabía cuánto deseaba ir por una mujer, también cuando debía respetarla, en el caso de Pauline lo hacía, pero tampoco iría hacia atrás por eso, era un adulto y su amiga tendría que comprenderlo.

El maitre lo recibió caluroso y le dio la misma mesa de siempre, el pidio de su reserva una copa de vino, específicamente uno español que hacía poco le habían regalado  un vino tinto L'ERMITA 2005, era de tipo Cabernet Sauvignon, Garnacha, un tipo de uva ampliamente conocida en españa pero también en Cerdeña, además tenía una graduación alcohólica relativamente alta, una joya enológica en todos los sentidos, con un color cereza picota  con ribetes violáceos, además su aroma era de frutas negra madura con notas minerales de fina madera dejándole claro por qué era un gran cosecha, finalmente en su boca era concentrado, carnoso, amplio, graso con un fino tanino y un final fresco que apreciaba en los vinos.

Simplemente agradable en todo sentido, la persona que le había dado el obsequio había considerado que todos esos aspectos a un paladar como el suyo lo complacería a cabalidad, aunque no había considerado que no lograría hacerlo cambiar de opinión respecto a un par de cláusulas legales, compadecia al pobre hombre, porque ni con semejante regalo había cedido un ápice en el contrato y terminaron cancelandolo, él no era sobornable, odiaba que creyeran que lo pudieran manipular de una forma tan vil, sin embargo ahí estaba degustandolo, brindado por su lado implacable, lo cual aumentaba su gusto por ese vino.

Recordó como en la mañana Pauline le había hecho el alboroto por Rebecca, no la toleraba verla en la repetición del programa en el que salía Rebecca, ella había corrido a cambiarlo, sin embargo él la había detenido, Rebecca hablaba con tal propiedad, aunque él no había entendido una sola palabra de lo que decía, sólo se pudo fijar en que le sentaba de maravilla el vestuario, abrió sus ojos desechando la imagen de sus piernas, y encontró a camarero ofreciéndole  su copa de vino que recibió deleitándose en su olor.

A pesar de como habían terminado las cosas con Rebecca Bracho, tomó su móvil y se atrevió a escribirle.

05/09/2014 12: 20 pm

Degusto una copa de vino y brindo por usted. ¡Salud!

Sabía que las probabilidades de que le contestara eran pocas, sonrió a unas personas que entraban y se concentró nuevamente en su copa, sólo quería relajarse, despues del dia de infierno del dia anterior quería un momento a solas con su copa, aunque de manera  inevitable, Rebecca lo acompañaba en sus pensamientos quería que lo hiciera de otra manera, escuchó su móvil nuevamente.

Rebecca Bracho

05/09/2014 12: 27 pm

Sólo puede brindar por mí si tiene una copa de chateau le pin.

François sólo pudo fruncir el ceño, ese era el vino favorito de Shepard si mal no recordada, Pauline se encargaba de recordárselo cada que podía, además porque tanto Shepard y William el hermano de Pauline eran más asiduos al whisky, así que era una novedad el tema del vino.

Él mismo no lo podía negar, era un vino exótico y extrovertido, salían pocos al año, conseguir una botella era difícil, incluso había tenido que ir un par de veces a una de las subastas que hacían por ellos, así  que aunque debía reconocerle que tenía muy buen gusto, no brindaría con ese vino pensado en ella, tomó su móvil y comenzó a textiarle.

05/09/2014 12: 29 pm

Excelente vino, sin embargo no me trae gratos recuerdos. Degusto una copa de vino L'ERMITA. Su patria hace vinos excelentes.

Un camarero lo interrumpió, preguntándole si deseaba algo más, claro que quería algo: Rebecca Bracho, pero ese hombre no podría cumplir sus deseos, así que negó por el momento y preguntó por su amigo Sébastien, había estado el día anterior, pero ya se había regresado a París, no hizo mas preguntas sobre todo porque una nueva notificación llegó y solamente deseaba leer lo que ella le había enviado.

Rebecca Bracho

05/09/2014 12: 41 pm

Yo en cambio prefiero los vinos de su natal Francia, la temperatura para los viñedos es mejor allá.

François sonrió, era verdad, no era por ser presuntuoso, pero Burdeos era un paraíso del vino para él, tenía temperaturas moderadas que ayudaba a los productores a evitar la sobremaduración paradójicamente a la vez estas temperaturas eran suficientes para permitir una lenta maduración de variedades de uvas en la región, esas condiciones permitían equilibrio y fineza en los vinos, con un color adecuado, nivel de alcohol contenido y una acidez que garantizaba el frescor.

Sin contar que  la variedad de vinos en cuanto a calidad y estilo en diferentes años, se debía al clima bordelés, lo que se llamaba efecto añada, en conclusión cuanto más seco era el año mayor era la calidad del vino, así que efectivamente la señorita Bracho tenía toda la razón y le sorprendió saber que sabía algo de vinos, sin perder tiempo en sus divagaciones se apresuró a contestarle.

05/09/2014 12: 42 pm

Fue un obsequio, no suelo tomar vinos extranjeros.

Pensó en el pobre hombre que lo llevó pensando que "él podría hacer algo al respecto" con el contrato, lo bueno de mostrar su mejor cara era que siempre terminaban obsequiándole, vinos de todo el mundo, lo cual lo complacía en gran manera, solía tener reservas personales en sus restaurantes, en su casa y oficina.

No tomaba cualquier vino, ni cualquier cosecha, tal como lo había pensado antes habían unas que habían resultado un fiasco producto del clima, incluso investigaciones sobre el efecto invernadero decían que éste ya venía arruinando el estilo de los vinos en Burdeos y el primer damnificado era la el Merlot, afortunadamente con su colección, podría seguir deleitandose de buen vino gran cosecha por un largo tiempo.

Escuchó la notificación y dejó de pensar en tragedias, ávido la leyó, esperar por cada respuesta era realmente adictivo, deseaba mas y mas de ella

Rebecca Bracho

05/09/2014 12: 44 pm

Veo, supongo que en la clase alta se acostumbra dar por regalos vinos.

Tomó su móvil y se rió de buena gana, ella hablaba como si fuera de clase baja, algo que no se lo parecía, luego siendo consciente de su comportamiento impropio, miró a su alrededor, realmente parecía un loco, se acomodó un poco en su asiento y le contestó.

05/09/2014 12: 48 pm

Cuando quieren hacerte firmar un contrato por millones de euros, si, aunque puedo decir que no es ningún problema para mí, mi bodega siempre agradece la llegada de una nueva botella.

Esperó su respuesta tocando rítmicamente la mesa, cuando una voz lo hizo girar, se trataba de Pietro el chef principal en ese momento en Ginebra, le preguntó cosas cotidianas de cómo estaba y le recordó que habían quedado de reunirse para hablar sobre el nuevo menú, a propósito de el nuevo status, se excusó, la petrolera lo había absorbido, pero quedó en que la próxima semana sin falta lo haría.

Odiaba quedar mal, sobre todo en algo que para él era tan importante, esperaba sacar tiempo para su restaurant, por el momento le pidió lo mismo de siempre, pero que se lo llevaran en 5 minutos, estaba demasiado entretenido como para pensar en el almuerzo.

Rebecca Bracho

05/09/2014 12: 55 pm

Eso se llama soborno Monsieur, no pensé que Ud. permitiera faltas a la moral.

¿Soborno? Se preguntó para sí, lo cual le hizo reír aún más, mientras le contestaba ¿faltas a la moral? Volvió a reír con más ganas, definitivamente Rebecca Bracho había quedado con una imagen realmente angelical de él que no tenía, él sabía la clase de persona podía ser bajo el carisma que irradiaba, no solía tratar mal a nadie, era respetuoso y de modales finos, pero habían perversidades que iban más allá de eso y era consciente que su persona estaba en ese límite.

05/09/2014 12: 55 pm

Jajaja, yo lo llamo relaciones comerciales, De eso se tratan los negocios. Aunque déjeme decirle que esto no afecta en absoluto mi decisión final.

Terminó de escribir, sin embargo se quedó con el móvil, sintió como le tocaron levemente en su hombro, se giró levemente y vio a Elizabeth, eso lo sorprendió, se levantó automáticamente  saludándola, vio su rostro relajado e incluso sonriente, caminó para retirarle el asiento, sin embargo ella se adelantó y se sentó por su cuenta, al ver eso sólo pudo ubicarse frente a ella.

-¿Qué haces aquí? –Preguntó sorprendido.

-Negocios. -Respondió parca.

-Me hubieses dicho te mando a preparar algo especial.

-No fui yo quien acordó el sitio. –Recorrió el lugar con sus expresivos  ojos azules - Este lugar es famoso ¿sabes? Ya me han citado aquí más de cinco veces, aunque debo reconocer que no me molesta la comida de tu restaurant, es exquisita –Sonrió.

-No lo sabía –Dijo guardando el móvil en su bolsillo –Nunca me lo habías dicho.

-No soy capaz de hablar de mí tan fácilmente, no como un snob que conozco –Bromeó, sonriendo nuevamente, esta vez de forma cálida.

François, sonrió bajando su mirada ese comentario le recordó las palabras de Rebecca, lo cual lo hizo cambiar su semblante poniendo una leve sonrisa tonta en sus labios.

-¿Te interesa alguien? -Preguntó ella cambiando totalmente de tema.

Él la observó detalladamente, parecía como si aquella noche en Toronto no hubiese existido, no se sentía resentida, ni siquiera estaba tensa, algo que él lograba oler, definitivamente Marie era muy extraña, la miró esta vez directamente a los ojos, sabía que no podía mentirle.

-Sí, me interesa alguien, ella me interesa demasiado. –habló finalmente – ¿De dónde lo supiste?

-Estás diferente, hasta tu fragancia personal la cambiaste –habló Marie sonriendo-eso pasaba cuando estabas muy contento.

François alzó sus puños y comenzó a olerse, ella tenia razón solía usar fragancias por decirlo de alguna manera más alegres y ligeras.

-Eres una exagerada –Bromeó nervioso, riendo como acostumbraba.

Marie guardó silencio, lo miró fijamente como si no le creyera, Francois no añadió nada más, si ella no estaba incómoda, él si lo estaba, no podía dejar de pensar que ella le había dicho que le gustaba, después de ser amigo de alguien por tanto tiempo esas palabras pesaban, observó su rostro plano y como ya era costumbre en los últimos meses no había ningún signo que le evidenciara algún sentimiento algo que antes no sucedía, desde esos meses se preguntaba ¿qué había pasado? ¿Qué la había hecho cambiar? Finalmente, Marie sonrió  y se acercó a la mesa estirando su mano en busca de la de él, François encontró su mano y le dio un leve apretón, con una cálida sonrisa, ahora mismo era difícil, decir algo más.

-Señorita llegó el señor Gerard –Interrumpió su asistente.

-Gracias. - Dijo Marie sin mirarlo, aun mirando a él.

-¿Aun te encuentras con Gerard? –Preguntó algo sorprendido, porque había escuchado que las relaciones entre ambas empresas estaban bastante mal.

-Sí, aún tenemos unos asuntos que discutir.

François esta vez se adelantó y corrió su asiento y Marie lo miró en silencio.

-Nos vemos más tarde –Dijo él dándole un leve beso en la mano y ella sonrió.

-Nos vemos más tarde –emuló su despedida, aunque ambos sabían que no sería así – Adiós François – Se alejó caminando sin mirarlo de nuevo.

Suspiró levemente choqueado, la miraba alejarse, jamas pensó llegar a eso con ella, era una mezcla rara de sentimientos, se sentó nuevamente cuando el camarero llegó con su almuerzo le agradeció y volvió su vista a su móvil cuando lo sintió sonar y se concentró en leer el mensaje.

Rebecca Bracho

05/09/2014 13: 10 pm

Por supuesto Monsieur, es Ud. de esas personas que le dan al otro la falsa idea de libre albedrío, cuando finalmente es Ud. el que maneja las fichas.

Él sonrió nostálgico, quizás era solo un vil manipulador como decía Rebecca, de verdad ¿le había hecho tanto daño a Elizabeth y no se había dado cuenta? E incluso consideró si lo había hecho con la misma Rebecca, finalmente le había coqueteado toda la velada y luego la había rechazado, además había sido sumamente hostil con ella dándole a entender que no le interesaba. Pensar en eso, le hizo considerar cuán increíble le resultaba saber, como esa mujer parecía conocerlo tanto al aseverar que jugaba con las personas como si fueran viles piezas, no obstante cambió de tema, no quería ahondar se su naturaleza pecaminosa.

05/09/2014 13: 13 pm

¿Acaso los negocios no se asemejan a una mesa de ajedrez?

Una vez le contestó, llamó a uno de los meseros, pidiéndole recoger la mesa, la verdad no tenía apetito, así que salió del lugar hacia su Rolls Royce y una vez se acomodó dentro escuchó su móvil, nuevamente.

Rebecca Bracho

05/09/2014 13: 21 pm

No sé nada de negocios sr LeBlanc, feliz tarde.

Sonrió, bajó su móvil y se quedó un instante pensativo, nuevamente lo estaba echando, sin embargo  ¿por qué le era imposible seguir de largo e ignorarla? Pauline le había advertido, incluso Shepard a su manera le dijo que no se acercara a Rebecca, no obstante él no pudo evitar contestarle.

05/09/2014 13: 26 pm

Y mi intención no es aburrirla con semejantes temas. Feliz tarde. Posdata hoy la vi en el magazine que presenta y déjeme decirle que los pantalones cortos le quedan muy bien.

Dejó su móvil a un lado y comenzó a conducir, una vez llegó a uno de los semáforos escuchó nuevamente su móvil, dudó un instante, realmente utilizar el teléfono mientras conducía le parecía imprudente, pero no pudo evitarlo y lo tomó, la atracción que sentía era mucho más fuerte que su prudencia.

Rebecca Bracho

05/09/2014 13: 28 pm

Monsieur hace que me sonroje, ¿Ud. observando mis piernas?

-Rebecca, no solo tus piernas –sonrió para sí, ella en conjunto tenía un algo que lo halaba, le iba a contestar cuando comenzó a escuchar los pitos de los carros tras él, frunció el ceño, sin embargo no se movió y comenzó a contestar, mientras los autos lo adelantaban por los lados y lo miraban insultantes.

05/09/2014 13: 32 pm

¿Te sonrojas Rebecca? No veo por qué, sabes que eres una mujer hermosa, que puede provocar todo tipo de "deseo".

Una vez contestó notó que nuevamente se encontraba en rojo el semáforo, eso lo hizo recostarse de nuevo en su asiento de forma pesada, cuando cambió de nuevo comenzó a conducir, su teléfono lo alertó de una notificación, buscó un lugar donde aparcar y miró su teléfono.

Rebecca Bracho

05/09/2014 13: 35 pm

Ud. es inmune a mis encantos :(

Eso lo hizo sonreír, -Claro que no Señorita Bracho, me hizo huir pero ahora me tientas a morder la manzana – Así que con una de sus respuestas inocentes le contestó:

05/09/2014 13: 36 pm

¿Qué te hace pensar tal cosa?

Condujo nuevamente, viendo cómo se acercaba a sus oficinas, al aparcar bajo de su auto y comenzó a caminar de forma lenta hacia el edificio, de verdad ese día no tenía ánimo de estar entre las cuatro paredes de su oficina escuchó la notificación y se detuvo, sacando su móvil.

Rebecca Bracho

05/09/2014 13: 43 pm

La pregunta aquí sería ¿qué me haría pensar diferente? :/

Francois alzó sus cejas y ladeó un poco su rostro, no había sido directo, hasta el momento había actuado como un adolescente, texteando con ella, sin avanzar mucho más, quizás ella no alcanzaba a dimensionar lo mucho que deseaba conocerla, sin saludar a nadie caminó por el edificio, tenía prisa, quería hacer algo importante, así que sólo se detuvo frente a su secretaria

-Por favor, necesito nuevamente el dato de una floristería en Madrid, lo más pronto.

La mujer lo miró confundida, no obstante no replicó y sólo asintió con un solemne: "sí señor".

François se fue hacia su oficina, con sus manos en los bolsillos, ¿qué era lo que creía Rebecca? Era una pregunta que retumbaba en su mente, si era honesto podía sentirse un tanto ansioso, lleno de dudas, sin embargo a pesar de éstas había una sola cosa que lo movía: verla.

Así que en vez de responderle con palabras comenzaría a actuar, no sabía si una mujer con ella aceptaría flores, aún así él era un romántico clásico, al menos cuando quería, finalmente sólo le había llegado a dar flores a Annie.

Buscó en su biblioteca "El paraíso perdido" de J. Milton, Rebecca le había recitado una parte de ese libro, lo estuvo leyendo hasta que su teléfono sonó, era su secretaria

-Señor, tengo lo solicitado, ¿le comunico?

-Si por favor. –Esperó en línea cuando le volvieron hablar – Quiero enviar el mejor ramo de orquídeas, -no esperó a que le hablaran - sería para la señorita Rebecca Bracho, mi asistente se encargará de enviarle la dirección de envío.

-Sí claro, ¿desea enviar alguna nota?

-Sí, ponga lo siguiente "con la impaciencia de satisfacer el ansia que en mí se despertó,-empezó a leerle el fragmento que había seleccionado para ella- resolví probar aquel bello fruto; me estimulaban el hambre y la sed, poderosos incentivos, a comer una de aquellas manzanas cuyo aroma me incitaba tanto." F.

Era directo, no podía negarse que tenía dudas y miedos, esa mujer se los generaba, lo hacía sentir realmente extraño, ninguna mujer había logrado eso en él, sin embargo había podido decir en voz alta que definitivamente le gustaba y quería algo con ella, había resuelto probar el fruto ante todo mal pronóstico, esa mujer le generaba cosas que no entendía y quería satisfacer su ansia de conocerla, de saber quién era Rebecca Bracho, de volver a sentir su aroma, poder sentir el olor de su cabello caramelo y tocar sus labios carnosos.

Como era costumbre Phillipe se encargó del pago y la dirección, además le encargó encarecidamente que lo entregaran a la brevedad, no quería que pensara en su silencio como apatía por parte de él, intentó centrarse en su trabajo, no en vano había tenido una mañana dedicada a ella y no quería descuidar su trabajo, no se consideraba irresponsable, además que tenía asuntos pendientes a por montón.

Preguntó a su secretaria por los informes sobre la investigación de biocombustibles, mientras terminaba de leer unos contratos y convenios, tenia varias juntas por fuera y aunque sabía la cantidad de trabajo que reposaba en sus hombros, no podía evitar pensar en Rebecca, esa mujer había robado cada rincón de sus pensamientos, a pesar que funcionaba con los asuntos de la oficina, sabía que más de la mitad de él se encontraban en otro lado.

Phillipe, tocó a su puerta  una hora después de llamarlo, así que dejó lo que hacía, quería preguntarle por el tema de las flores, además que tenía algo en mente, Phillipe lo tranquilizó, el mismo se había encargado de que llegaran al lugar de destino y se mostró solícito para lo que él quería hacer.

Desde pequeño le habían gustado los misterios y las pistas, no sabía porque pero sentia que Rebecca era una mujer con avidez de conocimiento, en su faceta como periodista eso se podía intuir, asi que le explicó a Phillipe lo que deseaba, no negaba que deseaba sorprenderla, lo malo no conocia Madrid, así que debía buscar a otra persona que si lo hiciera.

Quería globos con helio, un ballet, el lago de los cisnes le parecía una obra espectacular además con todos los arreglos correspondientes, François entusiasmado le expuso detalladamente lo que tenía en mente, mientras Phillipe asentía, era realmente extraño quería darle un sin número de sorpresas a Rebecca, no sabía qué lo impulsaba hacer tal locura, sonrió para sí, esto era algo raro en él, generalmente no se tomaba tantas molestias por una mujer, sin embargo Phillipe como de costumbre no lo cuestionó y se limitó a ayudarle.

Phillipe se fue y él siguió con su rutina, no supo nada más de Rebecca y él decidió que era momento de trabajar en serio, así que el resto de la tarde estuvo en una junta, luego se reunió con un grupo que deseaba invertir, después de que había hecho el desplante con los Ucker, se estaba empeñando en buscar alternativas que le evitara el dolor de cabeza  de tener que tratar a esa gente.

Cuando tuvo un respiro y pudo volver a su casa, nuevamente llegó la misma persona a instalarse en su mente: Rebecca Bracho, por el camino no dejaba de pensar si toda aquella locura que fraguaba agradaría a Rebecca, quería que lo hiciera quería verla sonreír, tocarla sentirla, era mujer lo tenía algo enloquecido.

Al llegar a su casa se duchó y caminó hacía su cocina, sacó las ostras, las quería de cena y comenzó la preparación, las lavó con cuidado, ralló la cebolla, picó de forma fina los ajos, empezó a realizar la salsa, sacó el vino blanco seco, champagne brut, y un poco de crema de leche, revolvió de forma consistente, se detuvo a oler lo que hacía, cocinar le parecía un arte, era la combinación perfecta de los sentidos, poco después añadió las ostras de tal forma que se pudieran gratinar, posteriormente las juntó con la salsa y luego espolvoreó ralladura de queso parmesano grueso, dejándolo gratinar por otros 10 minutos.

Cuando estuvo listo puso la mesa se sirvió un plato con un delicado detalle, caminó con el plato hacia la mesa y una copa de Assyrtiko, un vino griego, de los mejores para acompañar ostras, degustó su obra de forma lenta, suspiró levemente tomando su copa.

No sabía hacia dónde se dirigía con ella, sin embargo ahora en lo único en lo que podía pensar era en Rebecca, había salido rápidamente de aquel museo, la había pensado en su auto una vez estaba de regreso, no obstante había querido estar lejos del caos de lo que ella le provocaba, pasó una mano por su cabello y dejó su copa a un lado y continuó comiendo en el cómodo silencio que le brindaba su apartamento.

Muy temprano en la mañana se levantó dándose una ducha ligera, salió a trotar, hizo estiramientos y algunos ejercicios de fuerza, corrió un poco más por su vecindario se detuvo un instante mientras veía el amanecer y cómo comenzaba a darle color a las calle grises, regresó trotando a su lugar, una vez en el ascensor comenzó a bajar el cierre de su sudadera dejando que saliera un poco el calor de su cuerpo, las puertas se abrieron y entró una pareja tomados de la mano, la mujer lo miró de arriba hacia debajo de forma disimulada, él les asintió levemente haciéndose a un costado.

Al llegar a su piso lo dejaron nuevamente sólo lo cual lo hizo suspirar, realmente odiaba compartir el elevador con desconocidos, había considerado comprar el edificio muchas veces, sin embargo él era consciente que no sería una buena inversión y a pesar que era un excéntrico por naturaleza, también era un hombre de negocios.

Al llegar a su Penthouse, continuó con su rutina después de trotar, se puso un Tom Ford azul oscuro con una camisa de un azul más claro, se paró delante del espejo que tenía en su habitación tomando dos corbatas poniéndoselas encima a modo de prueba, escogió la del tono azul celeste con rayas diagonales blancas, se hizo el nudo de forma rápida y al comprobar que estaba derecha, tomó dos de sus anillos, uno de ellos el de plata con zafiros negros que Marie le había obsequiado, lo movió un par de veces mirándolo, luego desvió la vista y tomó su reloj Cartier favorito, su billetera y móvil, después se dirigió hacia su auto y tomando su teléfono le marcó a su asistente.

Ese día era especial, debía verse mejor que nunca, si todo terminaba bien, la vería así que le aviso a Phillipe que iría directo al aeropuerto y a su secretaria que cancelaría las reuniones del día, pasó una mano por su cabello y relamió sus labios, cuando al colgar se dio cuenta que tenía un nuevo mensaje de ella

Rebecca Bracho

05/09/2014 21: 43 pm

Monsieur, no sé cómo supo que me gustan las flores, pero fue grato ver mi camerino lleno de vida.

Era de la noche anterior, sonrió como tonto al ver la pantalla, esperaba que ella decidiera aceptar su loca idea, encendió el auto y condujo en silencio emocionado ante lo que haría, no quiso contestarle por el momento, sólo quería llegar con su juego de pistas y estar en Madrid.

Cuando llegó al hangar, uno de los empleados llegó prestó a guardar su auto, estaba acostumbrado a ese tipo de atenciones, el dinero, sumado al poder lograba que tuviera básicamente el mundo a sus pies, le agradeció de forma escueta, creía que a pesar que eran personas con las que no le interesaba tener una relación, debía ser amable.

Antes de ingresar a su jet Phillipe lo alcanzó y comenzó a darle los pormenores, todo estaba en su sitio, las personas habían sido pagas, además el vino que le había pedido para finalizar la velada estaba en su reserva del jet.

Le agradaba ver la diligencia del hombre y esperaba que todo saliera según lo acordado, tenía pensado en llevarla a París, allá que era la ciudad que conocía a la perfección darle un paseo en góndola y una cena romántica en una de las azoteas de la arquitectura romántica que poseía su ciudad natal.

La asistente de carga le sonrió ampliamente y lo acomodó en su lugar habitual, su jet lo había mandado a diseñar a la medida de sus necesidades,  las sillas eran amplias, en cuero color blanco con detalles en de su nombre en la parte superior. Además una zona de trabajo, ocio y otra de descanso, obviamente un minibar con sus mejores vinos.

Vio unos diarios y un sobre de manila café, optó por comenzar a ojear los periódicos, no encontró nada relevante que le llamará la atención, así que siguió con el sobre en papel, por lo general cuando Phillipe le daba ese tipo de sobres con periódicos, tenía que ver con noticias de él en especial, algunas filtradas otras que de manera inevitable la prensa amarillista lograba sacar.

Se encontró con un par de revista de cotilleos, efectivamente estaba en la gala de beneficencia en Madrid, cenaba con Rebecca y posteriormente caminaban tomados de la mano, habían varias fotos algunas de amateurs, con muy mal ángulo.

Se habían demorado en sacar la noticia, pero cuando vio una foto con algunas capturas de pantalla de sus mensajes entendió que el tema lo había avivado desde ese día, especulaban mucho sobre coqueteos inocentes, incluso un romance, decían que lo habían visto varias veces en Madrid y que era posible que se estuvieran viendo en secreto.

Quiso reír, porque su ida en ese momento había sido por Pauline, como siempre inventaban demás y torcian toda la situación, los dejó de lado, le daba pereza leer habladurías, así que simplemente miró el reloj algo impaciente ya casi eran las ocho de la mañana, aunque no sabía si Rebecca aceptaría jugar se dirigía a Madrid, apostando a su suerte.

El vuelo aunque no era largo, había sido tensionante, de sólo pensar en verla nuevamente, no podía evitar sentir emoción, incluso nervios, se tranquilizaba diciéndose que era François LeBlanc, no había nada de que temer, él siempre salía bien librado de los que se proponía.

El avión aterrizó y una vez le dieron la orden de descender, sacó su móvil y le envió un mensaje a Rebecca.

06/09/2014 8: 07 am

Hoy he pensado algo realmente divertido, ¿te gustan los juegos de intriga?

Le escribió mientras se mojaba sus labios, era el momento de iniciar, alzó su vista y a lo lejos divisó un Rolls Royce, al cual se dirigió, Phillipe le comunicó que estaría acompañado de un chófer, ese hombre pensaba en todo, así que solo le asintió y pensó que después debía darle una bonificación, estaba entrando al auto cuando escuchó una nueva notificación.

Rebecca Bracho

06/09/2014 8: 07 am

¿Juegos de intriga? ¿Qué tiene en mente Monsieur?

Por supuesto era de ella y no  pudo evitar sonreír a saberla interesada, Phillipe le pasó la hoja que había hecho con los destinos y él de esa forma le daría las pistas, sin perder tiempo le  digitó su respuesta.

06/09/2014 8: 08 am

Ve a la plaza España.

No quería dejar lugar a que dudara, sonrió ante la orden que le había dado, esperando si replicaba algo. El chofer emprendió su marcha hacia el museo, con Phillipe en el asiento de adelante.

Rebecca Bracho

06/09/2014 8: 09 am

¿A la plaza España? No veo cómo puede ser divertida la plaza España Monsieur.

Le replicó y él sonrió, mirando su teléfono un instante, se sentía algo nervioso, no la veía desde la gala y no habían tenido una despedida muy buena, aun así al acercarse el momento de verla nuevamente lo inquietaba, tecleo pensando que con él, ella ese día, no tendría lugar para aburrirse.

06/09/2014 8: 09 am

Tú sólo déjamelo, lo será.

No pasó mucho tiempo y vio cómo su móvil comenzó a sonar era su hermano  Jean Pierre, lo ignoró y miró al frente, en ese momento estaba en algo importante y lo que fuese que él quisiera lo tenía sin cuidado, sintió deseos de  tomar una copa de vino, sin embargo era algo temprano para comenzar a beber, tomó una botella de agua de las que estaban dispuestas en el auto, se sentía inquieto, se tocó uno de sus anillos, girándose hacia la ventanilla.

-¿Señor necesita algo? –Le dijo Phillipe desde adelante, era evidente que él se veía ansioso.

-No gracias. –Respondió suspirando pesadamente y poco después sonó su móvil.

Rebecca Bracho

06/09/2014 8: 20 am

Ok, me veo a mí misma conduciendo por la M- 30 hacia la dichosa plaza España :)

Miró el mensaje en silencio y sin hacer ningún gesto lo guardó, se sentía un estúpido adolescente ansioso, volvió a tomar uno de los diarios, que estaban dispuestos a un costado y se concentró en una noticia de la petrolera, hablaba del reciente acuerdo que habían logrado la petrolera LeBlanc con una de las plataformas en huelga, por lo menos su padre había convencido a los bonistas, también leyó el encabezado de  una noticia sobre el grupo Keller, "Tensión en el Grupo Keller", decía en letras grandes, sin embargo omitió el artículo y dejó de lado nuevamente el periódico.

-Señor ya casi llegamos –le avisó Phillipe.

-Gracias –Respondió acomodando la tira del cinturón de seguridad.

Rebecca Bracho

06/09/2014 9: 10 am

François, sabes cuántos ángeles puede haber en Madrid, voy a ir de ángel en ángel si la recompensa son más globos.

Él sonrió, al pensar la sopresa que le había  dado en la plaza, un hombre llegaría con muchos globos de helio y le daría una nota para el siguiente destino, quiso algo sencillo e ir subiendo el tono de las sorpresas para finalmente verlo a él. Miró el mensaje, ella le hacía una pregunta que él tampoco sabía.

-No lo sé Rebecca- dijo en voz alta riendo, Phillipe lo miró por el retrovisor al escucharlo reír solo, él solamente negó, no lo hacía con él, al parecer comenzaba a enloquecer literalmente por esa mujer.

Volvió su vista a su móvil tecleando una respuesta, realmente si ella que era del lugar no lo sabía menos el que tuvo que pedir ayuda a un local.

06/09/2014 9: 19 am

Todo juego tiene una recompensa mejor cada vez. Eso sólo fue el inicio.

Relamió su labios -yo espero que tú seas mi recompensa,-sonrió ante tal pensamiento, se recostó en el asiento trasero, viendo las calles de Madrid, esa mujer le gustaba mucho, sin embargo no sabía

-Señor llegamos al Museo del Prado –le comunicó Phillipe.

François alzó su mirada reconociendo el mismo lugar del cual había salido prácticamente huyendo hacia unas semanas, abrió la puerta del auto y caminó lentamente cuando escuchó el teléfono.

Rebecca Bracho

06/09/2014 9: 45 am

Esperaba un poco de clemencia y poder persuadirte de ayudarme a hallar el ángel, pero veo que ni siquiera me dirás una pista, así que iré a tanquear mi carro.

Miró su teléfono un instante y sonrió, esperaba que no tardara mucho, tenía muchas ganas de verla, luego alzó su mirada observó la plaza atestada de personas tomándose fotos, recorriendo los caminos que rodeaban el museo, recordó cómo caminaron tomados de la mano, como si lo hubiesen hecho infinidad de veces, miró su mano y se acomodó sus anillos, nervioso.

Una vez logró entrar, caminó por los amplios pasillos que había recorrido con ella, admirando las diferentes obras, fue hasta las majas de Goya, cerró sus ojos un instante, recordó su conversación sobre deseo, pecado y redención, vio como no estaba solo y más personas comenzaron a llegar a admirar la obra, él solo asintió retirándose de la multitud.

Después caminó hacia el Jardín de las delicias, miró el Tríptico concentrándose en el último panel, la condena o el infierno musical, el castigo al que está expuesta la humanidad, esta parte era la más sombría, con un mundo onírico, demoníaco y opresivo con innumerables tormentos, ¿hacía allá se dirigía? ¿Ahí era donde Rebecca se creía perdida? Volvió su mirada al cuadro en general, a eso se resumía la especia humana, ¿no había algo más allá de eso? Ella le había dado a entender que era un hombre caduco por creer que el amor era una tragedia, era lo único que había vivido hasta el momento, no lograba descifrar algo más. Un pitido lo sacó de sus pensamientos

Rebecca Bracho

06/09/2014 10: 30 am

Ok, soy la peor madrileña, me tomó demasiado hallar al mimo y no sin ayuda jajaja ahora tengo una porcelana en miniatura de la puerta de Alcalá, supongo que es mi próximo destino?

Sonrió al ver su mensaje, al parecer faltaba poco para que llegara y todo estaba saliendo como pensaba, tenía que reconocer que su asistente era realmente competente.

06/09/2014 10: 33 am

Así es Rebecca.

Bajó su móvil y lo metió en su bolsillo quedándose con ambas manos ahí, tenía una mezcla extraña de ansiedad y tranquilidad, había hablado con ella los últimos dos días y a parte de esos días solo la había visto una sola vez, pero por extraño que le parecía todo le era tan familiar y natural que eso lo hacía sentir inquieto, recorrió nuevamente el museo en silencio, se rió un instante de sí mismo, nunca antes lo había estado tanto tiempo, volvió nuevamente hacia el cuadro y bajó su cabeza.

-¿Señor se encuentra bien? –escuchó la voz de Phillipe.

-No te preocupes, ¿pudiste hacer algo con la afluencia de personas por esta ala?

-Sí señor, logré que no dejaran entrar personas por espacio de dos horas.

-Gracias Phillipe, puedes retirarte. -Él solo asintió caminando hacia la salida, su teléfono sonó.

Rebecca Bracho

06/09/2014 11: 15 am

¿El juego termino? No hay más pistas.

Recordó que la última pista debía llevarla hasta él, le había montado un ballet del lago de los cisnes, en la puerta de Alcalá, allí le habían dado otro fragmento del Paraíso perdido.

06/09/2014 11: 16 am

Lee entre líneas.

Ese fragmento tendría que llevarla al museo, miró nuevamente el cuadro quería entender que lo había llevado ahí donde todo de alguna forma había comenzado, estaba absorto, cuando sintió que alguien lo abrazaba, lo había tomado totalmente desprevenido, haciéndolo sentir de repente tímido, algo que no era algo común en él, le recibió su abrazo sintiendo su aroma embriagándolo totalmente, acarició su espalda y la miró fijamente esbozaba una sonrisa divina que lo tenía totalmente ido, también notó que tenía los globos en su mano lo cual lo hizo sonreír no creía que los conservaría, lentamente ella dejó de asirlo y lo miró preguntándole.

-¿Qué ha sido todo esto? –Habló ella pausada, él solo podía mirar el movimiento de sus labios y el sexy lunar que tenía a un costado de su boca, volvió a sentir esa tensión que lo había hecho abandonarla aquel día, sin embargo le contestó de manera casual.

Le explicó que deseaba hacerle una invitación, pero mientras no podía dejar de olerla, tantos días añorandola y por fin era una realidad. Le preguntó de forma inevitable si le había gustado la sorpresa y ella sólo asintió sin dejar de sonreír, François estiró su mano invitándola, tenían el tiempo justo para llegar a París.

-No, espera ¿a dónde? –le replicó ella.

-Conozco un restaurant exquisito.- Dijo sonriendo.

Rebecca tomó su mano y él pudo sentir la suavidad de ésta, la miró de soslayo y notó que seguía con los globos, algo que le pareció tierno,  aspiró nuevamente su aroma, esperaba que no lo notará, su madre solía decirle que su hábito era desagradable, pero le era inevitable, sobre todo con ella que tenía ese olor tan embriagante, era irreal ella estaba ahí a su lado.

Recorrieron juntos los pasillos del museo, no decían nada, no lo necesitaban al menos él se sentía realmente cómodo, suspiró y miró el lugar con nostalgia, creyó de verdad que su historia con Rebecca Bracho había terminado en ese lugar, sin embargo el sostener  nuevamente su mano le hacía pensar que no la quería soltar.

Al llegar a la entrada llamó a su asistente, todo eso sin soltarla, no quería hacerlo, era placentero sentirla, incluso seguirla oliendo sin que ella lo notara, tenía una mezcla entre su olor natural y jazmín, aunque era leve él lograba detectar a la perfección y si era honesto le encantaba, cada persona tenía un código personal de olor, se debía a muchos factores físicos y de alimentación, incluso podía reconocer que había rechazado mujeres por cómo olían, cómo su madre se quejaba de él era realmente quisquilloso.

Poco antes de salir del lugar,  sintió un leve tirón, notó que ella se veía preocupada, la razón: había dejado su auto a pocas cuadras de ese lugar, si permanecía mucho tiempo en ese lugar podrían remolcarlo, no quería separarse de ella así que le brindó una opción que me beneficiaria a ambos, mandar a Phillipe a recogerlo.

Rebecca accedió y él se sintió realmente aliviado, no quería que una nimiedad como esa arruinara el ambiente ambiente, ella le dio recomendaciones específicas al dejarlo en  su residencia, se preocupó mucho saber que Paulo el portero debía tener instrucciones precisas: primero que estaba bien, que si eso no lo satisfacía que la llamara y finalmente que lo dejara guardar el auto. Por un momento se sintió secuestrandola y ella muy seria le dijo que debido a su trabajo el portero podría pensar eso.

No quiso pensar demás y le dijo que le diría así a Phillipe que hiciera, deseaba seguir disfrutandola, esa mujer era adictiva, era imposible no perderse en sus ojos cafés, en el movimiento de sus pestañas que le hacían una invitación, según el lasciva.

Se dirigieron al Rolls-Royce  que los llevaría al aeropuerto, Phillipe los esperaba y él aprovechó para contarle lo que ella le había dicho, confiaba en ese hombre, así que sabía que el auto de ella llegaría sano y salvo

La invitó a entrar y ella lo hizo en silencio, eso sí sondear de meter los globos justo a la mitad, como pudo se metió y la miró en medio de los globos, lucía tan distraída que de repente sintió algo de miedo y ella tuviese ideas equivocadas, quería que supiera que no se trataba de una compra ni nada por el estilo, era él y su deseo de estar con ella

Así se lo dijo, directo, claro y si podía confesarse a sí mismo un poco nervioso, quería verla y quería que ella lo supiera, quería que ella le ayudará a entender que era lo que le ocurría.

Mientras le confesaba su secreto no podía evitar dejar de mirarla, esa mujer era preciosa, su rostro simétrico y labios provocativos, no importaba estuviera vestida con un costoso vestido de cóctel o en vaqueros como lo estaba en ese momento, sin nada de maquillaje y su cabello seco al natural, podría atreverse a decir que se veía más bella aún en su estado natural.

-¿Y qué lo motivó a hacerlo? -Su voz suave lo interrogó.

Notó en su pregunta alguna duda, él las tenía, pero algo lo impulsaba a conocerla y saber qué era lo que lo atraía tanto a ella.

-Si me permite ser sincero, eso es lo que intento indagar.

Ella solo asintió, quedó en silencio y se giró hacia la ventana, por primera vez en la tarde notó una creciente incomodidad ¿y si lo que había hecho estaba mal? Porque su rostro taciturno lo hacía sentir raro y fuera de lugar,  por un momento se lamentó su impertinencia, el ambiente se sentía diferente a la primera vez que se habían visto, a pesar que había estado cargado de emociones en su mayoría negativas.

Miró lo globos en medio de ellos y sintió muchos deseos de reventarlos uno a uno, por hacerlo estar tan lejos de ella, sin embargo no lo hizo y con cautela comenzó a correrlos, no entendía porque la tristeza se apoderó de él, necesitaba decirle algo más que esa cruda verdad, para su infortunio, cuando le iba hablar al tratar de alejar un globo, éste se explotó y todo el confeti que llevaba dentro cayó en su Tom Ford.

Quedó desubicado, totalmente desconcertado, intentó quitárselo, pero los pequeños papeles de colores era como si tuvieran pegamento y salían de un lado para aferrarse a otro, su intento por acercarse no había salido bien, estaba abochornado cuando escuchó una melodiosa risa, era ella que se reía a carcajadas, mientras movía un poco los globos.

-Oye no destruyas mis globos- le habló divertida- me costó mucho conseguirlos, un tipo loco me mandó con un mapa del tesoro a hallarlos y he de confesar que fue algo asombroso.

Él dejó de sacarse el confeti y la miró algo sorprendido, quizás sólo se hacía ideas en su cabeza y ella no estaba tan abatida después de todo, así que su expresión cambió y la alegría inundó su ser, no importaba que se riera de su desgracia, era feliz de sólo saber que la había sorprendido, su sonrisa era la mejor recompensa para él, era tan hermosa.

Rebecca movió los globos hasta hacerse a él, comenzó a quitarle  el confeti que aún tenía en su hombro, lo miró fijamente mientras lo hacía y él quedó totalmente hipnotizado por su mirada, François por su parte  acercó su mano y acarició su rostro levemente sin poder dejar de mirarla, era de eso que había huido aquella vez, de eso que le impedía dejar de mirarla y lo hacía sentir totalmente a su merced, un globo volvió a ponerse en su camino impidiéndole ver su rostro, él retiró el globo de forma lenta y la volvió a mirar con intensidad, quería besarla, quería tocar su sedoso cabello, sin embargo el chofer habló de repente.

El chófer les decía que habían llegado, relamió sus labios y mientras él se sentía frustrado por lo que deseaba hacer Rebecca preguntaba confundida si se habían equivocado de lugar, su rostro se tensiono, sintió muchas dudas de confesarle el verdadero destino

-Cuando me refería a un restaurant exquisito hablaba del mío, en París – Luego le estiró su mano y le brindó una sonrisa encantadora- ¿vendría conmigo a París?-

Vio como el rostro de Rebecca se descolocó perdiendo su candidez.

-François en serio has perdido la cabeza, ¿cómo es posible que no me advirtieras de tus intenciones? ¿Qué no ves cómo estoy vestida? No traigo nada en esta bolsa, ni siquiera sé si mi pasaporte está en la billetera- Él vio como ella guardó silencio un instante, como considerando la situación mirándolo con su rostro aun descompuesto, sin embargo él seguía brindándole una sonrisa, luego volvió hablar- ¡François! ¿No consideraste que debía preparar una bolsa de viaje?

Vio que esa sorpresa no le había agradado tanto, así que la miró compungido, haciendo leve puchero, era su arma mortal y quería realmente que se atreviera a ir con él, notó que suspiró como vencida, lo cual lo llenó de emoción, ella asintió si abrir sus ojos hablándole en lo que creía era castellano.

-Supongo que es un sí – Ahora sin contenerse su rostro se iluminó con un leve brillo en su mirada, salió rápidamente de auto y caminó hacia su puerta abriéndosela -Mademoiselle –tendiéndole su mano para que saliera.

Ella lo miró un instante y luego habló nuevamente, esta vez quería un cambio de ropa, algo más acorde a un restaurante como el suyo, se veía tan hermosos, pero ella tenía razón no era el atuendo indicado, le propuso hacerlo en París, en la avenida Champs-Élysées, en dónde habían tiendas de alta costura y quedaban cerca al restaurante, ella aceptó, al parecer le era indiferente el lugar donde compraran la ropa.

El teléfono de Rebecca sonó él la observó hablando en Castellano, por cómo lo miró supuso que se trataba de Paulo, sonrió para sus adentros, en ese momento llegó el capitán de vuelo lo que lo obligó a perderla de vista por unos instantes.

-Señor todo listo, despegamos en pocos minutos es mejor que se acomoden.

-Gracias. –se dirigió al capitán, seguidamente se giró a ella.- ¿Estás lista?

Contestó algo en castellano con su cabeza baja, él solo atinó a sonreír confundido,  se acercó a ella y viendo que aún tenía los globos en sus manos, François los cogió y con su otra mano tomó levemente su rostro y alzó su cara lentamente.

-Dime, ¿aun quieres ir conmigo?- Ella tocó su mano y lo acarició asintiendo levemente.

Tragó saliva al mirarla y su olor inundó nuevamente sus sentidos,  su corazón se contrajo, no pudo contenerse más y se acercó lentamente hacia sus labios con la seguridad natural que lo caracterizaba, de repente los globos se sintieron como un gran obstáculo para acercarse, así que los soltó  y vio como ella los siguió con la mirada, aunque no hizo ningún ademán por alcanzarlos, ahora más ligero tomó su rostro con ambas manos y muy cerca de ella la miró fijamente.

-Anteriormente le dije que no quería hacer nada sin su consentimiento –Dijo sin evitar mirar sus labios.

Pensó sobre el deseo, sus dedos en su labio inferior sintiendo que se quemaba ante su toque, esta vez no quería acariciarlos, deseaba besarlos y obtener su sabor.

Rebecca no le respondió, se limitó a mirarlo fijamente y de forma sugestiva entre abrió su boca, mojándose lo levemente con su lengua, mirándolo de nuevo, François entendió el gesto como un sí y, lentamente acercó sus labios hacia los de ella, Rebecca cerró sus ojos con su boca entreabierta, eso lo hizo enloquecer un instante, sintió una electricidad al tocarlos, y tocó lo más alto cuando por fin pudo probarla, percibió como ella se estremecía y eso lo tensó un poco no quería que en ese primer beso a su miembro le diera por ponerse erecto.

Rebecca atrapó su labio inferior y lo degustó, ese leve gesto tan provocador le hizo mover levemente sus cejas, además de intentar controlar su libido, algo que esa mujer despertaba con facilidad.

Los labios de Rebecca eran suaves y tersos, su dulce sabor inundó sus sentidos, sentía que era lo mejor que había probado en su vida y vaya que su gusto era caprichoso,  buscó con delicadeza su lengua, guardando en su paladar lo que ahora degustaba, ella lo asió en su espalda acariciándolo sutilmente, perdiéndose aún más en sus labios.

Sabía que de eso era lo que quería huir, de todo lo que provocaba en él con gestos tan simples, eso le hizo sentir miedo, era como morder finalmente esa fruta prohibida, pero al mismo tiempo sentía como si algunos de sus miedos se esfumaran al besarla, sabía que todo aquello era contradictorio y no comprendía muy bien por qué le ocurría eso.

Después de unos minutos que parecieron una eternidad sus bocas se detuvieron y ella sonrió de forma leve con sus labios aun en su boca, él se separó lentamente sintiendo el sabor de ella aun en su boca, acarició sus labios y le miró fijamente ¿por qué lo tenía así? Era la primera vez que le pasaba algo similar, la siguió mirando tratando de responder cada una de esas preguntas, pero ella bajó su rostro, entonces la tomó de la mano y caminaron hacia el jet.

Una vez en el interior, él pudo advertir cómo los ojos de Rebecca lucían  apagados y no lo miraban.

-¿Sucede algo? – Le indagó preocupado – No quiero hacer algo que te pueda lastimar Rebecca. -La tomó de la mano y la llevó a un sofá blanco que había a un costado, vio cómo sus palabras le hicieron sentir aún más incómoda y su expresión se tornó triste.

-No es nada, a veces me da miedo volar- le dijo si mayor expresión.

Notó que algo le ocultaba, su postura y su olor cambió levemente, pensó que eso no era propio en ella, se sintió mal, aun sin estar seguro de que se trataba, ella le gustaba muchísimo, era una mujer distinta y especial, sin embargo aún no sabía qué sentía.

No la presionó, no le parecía apropiado, sobre todo en ese momento que ya no lo miraba y estaba totalmente abstraída, la azafata les pidió acomodarse para el despegue y Rebecca se adelantó en   en una de las sillas dispuestas, él la siguió acomodándose a su lado en silencio.

François notó que la mirada de ella seguía suspendida por la ventanilla del avión, cuando pudo soltarse nuevamente el cinturón de seguridad, prendió su móvil, vio que tenía diversas llamadas perdidas, una era de su hermano Jean Pierre, no era común que le llamará tanto, hizo una mueca y guardó su móvil.

-¿Desean tomar algo? –indagó la azafata.

François miró a Rebecca, seguía distraída ni siquiera los notó.

-Por ahora nada, gracias – despidió a la mujer.

Volteó a verla observando sus suaves facciones, era extraño lo que esta mujer provocaba en él, sentía una verdadera atracción por ella, se sentía demasiado raro, sin embargo ahora solo podía ver en ella miedo y desespero, pensó en Pauline y todo lo que decía de ella, pero en ese mismo momento se sentía más arpía él.

De pronto pensó que Rebecca no merecía que él la pusiese en una situación difícil, quería saber si el beso, la invitación o el la estaba molestando,  pero entre más intentaba indagar, ella más se cerraba, la emoción del beso anterior, se había convertido en una barrera invisible

Se arriesgo y  la tomó de la mano, aun sin saber qué haría ella, para su sorpresa Rebecca se giró y enterró la cabeza en su pecho,retiró lentamente el gorro en lana y alisó su cabello, quedándose un rato en este estado, comenzó a acariciar  su cabello aspirando el aroma que desprendía, era difícil leerla parecía una niña pequeña y otras veces una mujer imponente dispuesta arrasar con todo. Poco después le dio un leve beso, en la cabeza y aspiró el aroma de su cabello.

-¿Quieres tomar algo? -Preguntó con ella aun en sus brazos, Rebecca negó con su cabeza y alzó la mirada, le acarició su barbilla delicadamente, luego lo miró con su rostro algo iluminado.

-¿Por qué eres tan perfecto?

Él sonrió ampliamente, la miró detenidamente, lo último que le habían dicho era perfecto, pero oírselo era grato.

-Creo que esa palabra se queda corta –dijo fingiendo suficiencia, en tono juguetón.

Rebecca frunció el ceño.

-François no seas maleducado, a uno no le dan un cumplido y contesta que es corto, los cumplidos se aceptan silenciosamente, no podrías ser mujer con ese Ego tuyo.

Él con su dedo, alisó su frente, disfrutaba de alguna forma verla pelear, así que continuó y le dijo en tono jovial.

-Afortunadamente soy hombre – guiñando un ojo.

Ella alzó una de sus cejas y él solo la podía ver con una sonrisa.

-Uno que no recibirá más cumplidos de mi parte.

François sintió una leve decepción y entornó sus ojos de forma consentida.

-Bueno, está bien. Creo que exageras. No soy tan perfecto.

Ella levantó su cabeza y le miró en silencio, para finalmente hablarle:

-Podrías serlo, pero entonces decides hablar y todo se esfuma- sonrió burlona.

François solo podía mirarla en silencio, tocó sus labios levemente, sin dejar de mirarla.

-Sólo era una broma, sin embargo no puedo negar que me encanta cuando la señorita Bracho me desafía de esta forma.

Hablaba sin dejarla de ver de forma intensa, ella le sostuvo su mirada y acercó sus labios a los suyos, lo besó con atrevimiento y él simplemente se perdió en su sabor, le gustaba degustarla, era embriagante, tan adictiva, sus labios no sólo eran sensuales se movían muy bien, tanto que tuvo que comenzar a pensar en pollos, perros, aves, cualquier cosa que no lo dejara mostrar su erección que se encontraba en su esplendor, al final del beso ella lo mordió.

-¡Auch! - se quejó él, viendo una sonrisa pícara en el rostro de Rebecca, lo cual lo encendió un poco, así que le gustaba lo rudo.

-Vaya, pensé que disfrutabas que te desafiara. – Le dijo burlona.

François se acercó nuevamente tomo su rostro con sus dos manos con ahínco y la besó con pasión saboreó su lengua, no quería contenerse, alzó sus cejas levemente mientras sus sentidos se impregnaban de ella, le encantaba y así se lo dijo una vez se dieron una tregua que no duró mucho, porque acto seguido ella volvió a besarlo.

Está vez ella volvió a tener  el mando y fue lentamente aumentando la intensidad del beso, era atrevido sensual, su cuerpo comenzó a reaccionar, sintiendo como se formaba su erección, quería tocarla y sentirla cerca él comenzó a respirar con dificultad, ella de forma inocente se alejó y se encogió de hombros.

Él alzó una de sus cejas y le sonrió debía calmarse un poco así que besó una de sus manos y le dijo que volvía pronto, había tenido besos, unos torpes, otros sensuales, por lo general era él quien marcaba el ritmo, no obstante esa mujer era otra cosa, sus besos, eran imponentes y candentes, maldición, las gallinas y los perros no funcionaban.

Caminó hacia el bar del jet se quitó su saco y respiró hondamente esa mujer definitivamente lo tenía loco, miró su entrepierna y suspiró al ver su erección, era grande potente, no se podía ocultar y él no quería que ella se asustara, ya había pasado la prueba del stalker que busca su número y ahora debía superar el que por un beso queda caliente y con una dura erección.

Después de respirar por minutos, llegó con dos copas de vino le tendió la copa de Chateau le pin y tomó un sorbo de la suya.

-Veo que te tomaste muy en serio eso que te dije sobre este vino. En realidad esta es la tercera vez que lo bebo, no es algo que haga usualmente, ese día sólo quería molestarte, estaba algo enfadada.

-¿Enfadada? – La miró sorprendido- no recuerdo haber dicho nada que pudiera molestar – Meditó sobre aquél día tratando de recordar algún tipo de situación que la hubiese molestado, sin embargo nada de ese día le decía algo.

Ella le asintió.

-Muy enfadada y algo decepcionada.

-¿Por un vino? Si mal no recuerdo de eso hablábamos. -Respondió aun pensando que había dicho aquél día.

-Desde luego que no era por el vino François, se trataba de que eliminaste mis mensajes. –le hizo un puchero, que la hacía ver adorable, François dejó su copa a un lado preocupado.

-¿Los mensajes? ¿De verdad no te importa lo que puedan escribir de ti? ¿O incluso alguna repercusión en la cadena donde trabajas? – Después se acercó lentamente y le dio un leve beso quitándole el puchero de su boca.

Ella se encogió de hombros y le habló con naturalidad.

-En realidad no. Lo único que llegó a preocuparme fue como mis impulsos perjudicarían mi trabajo: firme un contrato con el diablo y sólo hasta ese día me di cuenta que no puedo utilizar mi alma.

Él meditó sus palabras, ese día se había preocupado por la imagen de ella, pero aquello no parecía preocuparle a ella, recordó que ella trabajaba en KNC, así que curioso le preguntó:

-¿Y hablamos de un diablo llamado Shepard? ¿Estaba muy enfadado?

Vio como Rebeca se tensionó un poco, lo cual le llamó la atención, ¿a caso le interesaría más Shepard de lo que ella había dicho?

-Ha decir verdad no, hablo de mi contrato- habló secamente- él no tiene nada que ver con algo que yo firmé.-Hizo una pausa- Al contrario se portó muy comprensivo con el asunto

-¿Hablamos del mismo Shepard? Wow. -Pensó que en cuanto respecta a los negocios no tenía piedad y según lo que había escuchado si tenía que ver y mucho con el dichoso magazine, bueno al menos eso le había escuchado a Pauline. Además por como lo llamó, aunque le reclamaba por Pauline sintió que también lo hacía por Rebecca.- Que bien que todo haya salido bien, después de todo no es un demonio.

Rebecca tomó un sorbo de su copa y lo miró por encima de ésta, de forma sensual y nuevamente su miembro inició una carretera tratando de salir de sus pantalones.

-¿Y tú? ¿Eres tú un demonio? –lo miró detenidamente.

François sonrió, sin dejar de mirarla.

-¿Demonio? Nunca lo había pensado, pero depende. ¿Quieres que lo sea? - dijo coqueto.

Rebecca lo miró pensativa y a la vez coqueta, cruzó su pierna y él no pudo evitar seguir cada movimiento, hipnotizado.

-Si en el infierno encuentro a un sólo demonio como tú con gusto pasó una eternidad quemándome en él.

Él alzó una ceja y esbozó una leve sonrisa, totalmente llevado por sus palabras sintió un impulso de volver a besarla, estaría él también dispuesto a quemarse, se iba acercar a ella cuando llegó en ese momento la misma azafata de momentos antes.

-El capitán informa que ya casi descendemos, pide por favor se acomoden los cinturones de seguridad - con una sonrisa formal.

- Gracias- asintiendo.

Él volvió la vista a Rebecca y la miró de forma cálida una vez se retiró la azafata.

-¿No te da miedo quemarte? - esta vez con su mano retirando un cabello rebelde de su frente, sin dejar de mirarla.

-Hace un rato tenía miedo, mucho, te dije un día que soy muy perceptiva y quizás de los dos soy yo la que más tiene que perder, sin embargo hay cosas inevitables y eso también te lo conté un día, ¿de qué sirve una lucha incesante con lo que deseo y las consecuencias? Quizás me queme ... Tal vez seas tú el que lo haga... ¿No es de eso de lo que se trata la vida? De riesgos.

Él meditó en sus palabras, recordó su búsqueda sobre el deseo, en ese instante no sabía si se quemaría, pero no le importaba simplemente había alzado su mano y alcanzado el fruto, había cedido a su dulce tentación y no pensaba en nada más.

-Sí, de eso se trata y también soy consciente que el que juega con fuego tiene dos posibilidades: aprende a jugar con él o inevitablemente quemarse. –Respondió él, no sabía cuál de las dos opciones le sucedería, no era algo que le importara.

-Es bueno saber que consideras que también te puedes quemar.- Habló muy segura de sí.

Él le respondió que no era un hombre de rodeos o mentiras, sentía que compartía eso último con ella, Rebecca lo miró, su expresión era indescifrable para él, lo observó con un halo de picardía y finalmente le respondió:

-Entonces juguemos.


Comentarios

Entradas populares