LA HEREDERA 2 CAPÍTULO 2: LA PREDILECTA
Londres, primavera de 2015
Eres mi predilecta, no hay vida sin Marie, tú y tus rarezas- William arqueó su ceja y ella sonrió le gustaba que le dijera que era su favorita- ni siquiera las veo, quizás no seas tan rara Fresa. -Él se encogió de hombros- Y si lo eres no me interesa, estoy enamorado, desde hace mucho, creo que desde que te vi atada por primera vez, pero me resistí a aceptarlo.
-Eso sonó raro -
Marie se río un poco más relajada - soy tan poco rara que me dejo atar
-No sé, no importa,
eres tú y es eso lo que me gusta, de hecho- Marie vio a William levantarse y
sacar algo de su escritorio - te las compré.
Le mostró un paquete
con gomas y ella sonrió más amplio, le encantaban y hacía tanto no comía,
incluso su enojo pasó a segundo plano y de forma juguetona se las arrebató lo
miro y las abrió había aprendido que era fácilmente chantajeable con comida las
abrió y comenzó a comerlas
-El otro paquete es
para mí hermanita, así que no te las comas todas.
Marie metió otra goma
a su boca.
-¿Insinúas que soy
alguna clase de glotona? - Dijo bromeando fingiendo que estaba herida, mientras
seguía comiendo.
-No mi hermosa, sólo
te aclaro que no te puedes llenar de gomas, guarda algunas para después y deja
las de Pauline quietas, es adicta a esas cosas tanto como tú, por eso son las
únicas dos mujeres que amo, hasta parecidas me resultaron.
Ella metió el paquete
en su bolsillo y agachó su cabeza, la culpa seguía en ella y no le
gustaba
-Y por mi le hicieron
daño a ella.
La culpa era grande
desde que supo por medio de Matthew, que Pauline era importante en la vida de
él, William siempre minimizan el asunto, tal como lo hacía en ese momento, él
puso sus dedos en los labios de ella y le dijo:
-Shiff, Pauline
estará bien y no fue por ti, fue ese maldito demente.
Marie suspiró, el
demente ¿quién era? No pudo evitar pensar en la persona que la había metido en
todo eso: su padre, él había hecho cosas que habían tenido un efecto en su
madre y en ella, le hubiese gustado que hubiese sido verdad que estaba vivo,
así no solo le hubiese dado respuestas, sino que se hubiese descargado con él.
Marie le contó sus
oscuros pensamientos a William, le gustaba que no la juzgaba, y simplemente le
dijo:
-Nunca fue un buen
padre, en realidad nunca fue un buen ser humano y te lo dice alguien que es
experto en ser un mal humano. Pero al menos quiero a tres personas, gente como
tu padre no se quiere ni a sí misma.
-Él se avergonzaba de
tener una hija débil y enferma. -le aclaró- Solo quiso a mi madre y eso de
alguna forma me bastaba.
-Ya no pienses en eso
Fresa. Ven aquí.
Ella vio cómo se
sentó en su gran silla de escritorio y señaló sus piernas, ese era su lugar
favorito en la tierra, sin tardar caminó hacía él y se sentó aspirando el aroma
que desprendía el cuerpo de William, no entendía por qué ese hombre la
trastornaba de esa forma, sentía como si lo conociera desde antes, aunque
obviamente era tonto, quizás solo habían sido las palabras de Matthew en esa
gala en Madrid.
-Tengo hambre, aliméntame.
-Cambió de tema, al menos si iba a estar un rato con él quería disfrutarlo.
-¿Quieres carne? De
verdad a veces pareces un gumiho.
-No sé, quiero un
pastel grande con mucha crema batida.
-Muy bien- él
acarició sus muslos- iremos a the hummingbird bakery y te comes tu
pastel.
-Y después de eso si
debo irme, - Marie se levantó, se obligó a moverse no debía olvidar que tenía
asuntos pendientes en París el trance que él creaba en ella, tenía cosas que
hacer, aparte de no querer pensar debía terminar de esconder todo lo que había
investigado esos meses, además de que se suponía que no debía salir de París...
- y si llego a tener besos sin sentido aplicaría igual para mi ¿no? -Marie
añadió.
Soltó frustrada al
recordar ese beso a escondidas, pero William estaba conciliador y le respondió
jovial mientras le daba una palmada en su muslo diciéndole que no podía y que
solo sus besos eran para él, tal como habían bromeado en diciembre cuando él le
pidió que le diera sus labios como regalo.
Él era una tentación
así que se acercó a él por sus labios, pero luego estiró su boca y se retiró,
aún estaba enfadada, no podía creer que él no le contara nada.
-No te lo mereces. -
Habló en un susurro y dejó de mirarlo.
-Castígame todo lo
que quieras, pero eso de irte después del pastel lo cancelas, nada de irte, hoy
irás a mi casa y andarás con una de mis camisas castigándome mucho.
Eso último la hizo
reír, definitivamente estaba en una ambivalencia cambiando de humor, su lado
racional le decía que era un sinsentido todo ese asunto, pero era rabia
irracional que la hacía pensar que él debió confiar en ella, contarle eso e
incluso sus otros encuentros, no se trataba de posesión, era confianza.
Sin embargo, en ese
momento su ánimo fluctuó y volvió a reír y le pareció que andar con solo sus
medias hasta sus muslos y con una de las gigantes camisas de William no sería
un castigo y más porque él siempre encontraba las formas de quitársela. La
primera vez había sido básicamente porque su ropa se había arruinado, después
por que le gustaba el calor y el olor que desprendía, aunque él la riñera
porque básicamente tal como le había dicho la primera vez que estuvo en su
habitación, no le gustaba que tapara su desnudez.
-Eso no sería un
castigo.
-Lo sería, si no me dejas
quitártela.
Ella se cruzó de
brazos, no era algo que hiciera de verdad, no era el tipo de mujer que evitara
el sexo por rabia le gustaba mucho intimar con él como para hacerlo, pero
bromeó con eso y él muy seguro de sí, le decía que encontraría formas de que le
levantara el castigo, no tenía por qué esforzarse y él lo sabía muy bien, no
duraría mucho tiempo vestida y quizás hablarían como solían hacerlo en la cama
de él, desnudos y toqueteándose por muchas horas.
Terminó cediendo, se
quedaría y no le importaría lo que ese detective le dijera, así que mientras
intentaba seguir su broma diciéndole que no se dejaría tocar, finalmente había
durado cuatro años sin sexo, pero él le señalaba lo obvio: no lo conocía en ese
tiempo. Si era sincera si se hubiesen conocido años atrás, quizás no hubiese
funcionado tan bien, sentía que quizás ambos no se hubiesen interesado en un
acercamiento, por eso todo para ella era perfecto en ese instante.
William besó su
cuello y su cuerpo se estremeció, él lo sabía, por más que intentara bromear
era impensable para ella negarle sexo. Su última opción sería escapar, era la
única forma que estaría lejos de la influencia de ese hombre, de lo contrario
estaría a su merced por siempre y él lo sabía porque afirmaba sus pensamientos.
-No creo que quieras
resistirte.
Habló William con
firmeza mientras sus manos recorrían sus muslos, sobrepasaban sus medias
bucaneras y se adentraban en su sexo, estaba totalmente mojada, excitada con
ganas de que se la cogiera y toda esa rabia que sentía se esfumara en medio de
mordiscos y besos.
-Tu cuerpo reacciona
a mí.
Si, lo hacía, no
podía evitarlo y por eso le confirmó lo que pensaba, debía escapar si no quería
ser víctima de sus caricias, eso o lo que terminaba haciendo con él, caer, sin
importarle nada ni nadie más, sin pudores ni vergüenzas, no le importaba,
incluso cuando su mano de forma instintiva llevó la de él a sus pechos para que
la toqueteara, ante su confesión William comenzó a besarla con una pasión que
ya era conocida por ella y que la dejaba sin palabras.
-No me gustan las
mujeres con vergüenza, suele ser falsa y ciertamente pretenciosa. -Le expresión
como en otras ocasiones, a veces a Marie le parecía que William hablaba de
alguien en especial otras que simplemente tenía una larga lista en haberes en
mujeres y que después de tanto tiempo era el tipo de mujer que más le
fastidiaba y eso era decir mucho, porque el mismo William solía decir que le
gustaban de todo tipo sin discriminación.
Marie se rió al
recordar la primera vez que tuvo intimidad con Thomas, no tuvo vergüenza,
después que tomó la decisión, no había sido difícil, además se había informado
al respecto, así que pudo evitar decirle a Thomas qué quería y para no dejar el
asunto a medias incluso se llevó una gran cantidad de condones, no sabía cuál
serviría así que compro de varios tipos, eso se lo contó a William, pero su
respuesta fue:
-Ay Fresa- William le
dio otra palmada en su muslo, cuando terminó de contarle ese recuerdo- no me
hables de ti fornicando con otros, aunque lo cierto es que el cretino no había
podido descubrir todas tus habilidades, era un pésimo polvo.
No entendía por qué
lo molestaba, no se conocían y había pasado hace mucho, incluso le confesó que
ese día había terminado orinada, así que no tenía nada de especial, la volvió a
reñir y esta vez le explicó que cuando se estaba con alguien la primera vez se
debía tener tacto y transmitir confianza, por un momento tuvo curiosidad si
había estado con alguna mujer sin experiencia, debido a que hablaba con mucha
propiedad.
-...y si te orinaste
es porque ninguno de esos elementos debía estar presente y a juzgar por el
producto que recibí podría apostar toda mi fortuna en eso. -William puntualizó.
William no podía
evitar echarle en cara que no tenía experiencia en ese ámbito, debía reconocer
que no tuvo mucha intimidad con Thomas cuando eran novios, -y eso se lo contó a
William- de hecho, ella era menor de edad y él no, así que el que estuvieran
juntos, lo convertía en un criminal.
-Marie Elizabeth
Keller Davis, te has ganado una tunda,-le dijo cuando le compartió todo eso,
que en realidad para ella no era cosa del otro mundo- así que prepárate porque
la próxima vez que fornique contigo será día de azotes, -Sonrió instintivamente
ante esa declaración, el sexo con mordiscos y azotes era su favorito, no
entendía por qué él insistía en ponerlo como un castigo-es la tercera vez que
te digo que dejes de hablar de ti follando con otros, al parecer he estado muy
condescendiente como para que creas que puedes pasar por encima de mi
autoridad.
Marie sonrió casual
quizás él estaba bromeando al respecto, así que solo le aclaró un tecnicismo,
ella no había sexo con otros, solo era Thomas Ucker, el único con quien había
tenido intimidad antes de él. Caminó a la puerta de la oficina y llamó a
William para que se fueran, él ya se lo había prometido, pero no se movió, sólo
frunció su ceño y comenzó a revisar papeles. ¿Se había enojado? No, no había
dicho nada como para que lo hiciera, puso las manos en su cintura y lo miro desde
la puerta.
- ¿Y mi pastel?
-Preguntó decepcionada.
-Ya no te lo mereces,
me has desobedecido mucho. -Marie estiró su boca
-¡No es justo! -Dijo
sin comprender, se suponía que era el pastel de la tregua.
- ¿Cierto? Eso mismo
pienso yo, no es justo que insistas en desobedecer, necesitas aprender a
comportarte- William la señaló acusador- de no ser así toca castigos.
-No he dicho nada
malo -se defendió
-¿Cuántas veces te he
dicho que no me interesa que hables de tus tiradas con otros?
-Eso fue hace mucho,
además de que no hay otros solo uno. Me hicieron propuestas de compartir
fluidos - ella movió su cabeza de forma negativa arrugando su cara - pero nunca
quise hacerlo.
Esta vez dejó de
mirarla y la ignoró por completo, ¿ahora que había hecho? William se concentró
en su trabajo y Marie suspiró contrariada sin saber qué hacer, ¿él se enojó
porque le había hablado de Thomas? Cuando en ese presente con el único que
deseaba estar era con él.
-Con el único que quise
y quiero seguir haciéndolo es contigo, desde la primera vez que de forma
descarada tú te me insinuaste. -le dijo sincera, no lo engañaba no se trataba
de una simple adulación, porque era verdad, cuando lo conoció como un piloto
sexy quiso acostarse con él y era el primer hombre con el que le ocurría eso.
-Claro, esa María
Antonieta era muy sexy. -cedió un poco, aunque no le gustó mucho lo que le
dijo, porque su tono era algo burlón.
Marie cruzó sus
brazos.
-¿Sólo ella?
-No, me gusta más mi
Fresa, pero no le digas se vuelve engreída.
Marie se sonrió y se
sentó en sus piernas y lo besó, sintió sus dientes rozar sus labios y cómo sus
lenguas se encontraban, de verdad era la mejor forma de vencer la tentación se
separó.
-No lo haré, no se lo
diré. -Le respondió ella en el juego que había aprendido hacer con él sobre su
otro yo.
-Pero ahora mismo las
engañaría contigo. -él dijo hablando de una tercera ella.
-Bueno, pero después
de mi pastel - lo tiró levemente de su corbata a modo de incitación.
William le sonrió
torciendo su boca levemente y ese gesto lo hacía ver muy sensual, sin decirle
nada más se levantó y la hizo pararse, y al pasar al lado de su secretaria, le
dijo que no volverían, ambos se irían y le gustaba la idea de lo que podría
aproximarse entre ellos.
Ambos salieron
tomados de la mano, él le habló a Samantha la secretaria y le dijo que
cancelara sus reuniones, le gustaban esos detalles, la hacían sentir especial,
quizás enojarse porque no le decía que se veía con otras era tonto cuando lo
que ellos tenían era algo totalmente diferente.
No pudo evitar
bromear al respecto llamando a William vago, cosa que no pensaba de él, pero
estaba juguetona, y la respuesta de él le encantó:
-Planeo darle pastel
al gumiho y luego tirarme a mi Fresa muchas veces. -Le gustaba eso de tener
mucho sexo, a pesar de que su cuerpo aun no funcionaba con normalidad, sentía
que le hacía falta estar con él.
-Es un plan
interesante tiene comida de por medio - Marie le sonrió mastigando una de sus
gomas y siguiendo con su tono juguetón.
-No sabe cuánto
halaga mi ego Miss Keller. - Lo vio hablar emocionado- me alegra que al gumiho
le complazca comer.
-Yo hablo de mis
pasteles - lo miró intentando contener la risa - ¿estamos hablando de lo mismo?
- dijo picara porque si hablaba de él.
-No, definitivamente
no. Siento que me usas para conseguir pasteles, prefiero que me uses para
conseguir orgasmos.
A él lo quería para
muchas cosas, William se había convertido en alguien especial en su vida y
bueno si lo usaba para conseguir pasteles, no era porque ella misma no pudiera
comprarse uno, simplemente le gustaba pensar que la consentía, al igual que
cuando le gustaba conseguir orgasmos con él, la hacía sentir deseada, pero
quiso bromear un poco y al recordar lo que él le había dicho en su primera cita
le dijo:
-William. -Marie habló
conteniendo la risa - No todo en esta vida es sexo, además mis pasteles no se
dan besos sin sentido con otras - apretando su mano un poco más fuerte, aunque
la de él era mucho más grande.
-No esos se dejan
comer enteros por otras y otros, no son muy selectivos que digamos tus
pasteles.
-¿Y tú si te
consideras selectivo? - Lo miró estirando su boca, porque según lo que le había
dicho no discriminaba con las mujeres.
-Fresa, mira que,
aunque me incitaste con aquel burro te elegí a ti- dijo riendo con soltura,
pero ella abrió su boca y frunció el ceño.
-Que me elijas por
sobre un animal no es ningún halago, ahora bien, si aún deseas intentarlo puedo
pedirle a Tomasa que me consiga una y le pongo un par de ligeros quien sabe y
te guste y ya no me necesites - Estiró aún más su boca mientras el ascensor se
abría.
William rió.
-¡Qué sexy debe verse
con ligueros la burra! -Dijo en un español pésimamente pronunciado.
Marie no pudo evitar
tomarlo de la corbata y entró al ascensor.
-Está bien lo decidí.
Te conseguiré una. -Él se puso una mano en la barbilla.
-¿De verdad me ves tirándome
una burra?
-Dijiste que se vería
sexy - Se encogió de hombros sintiendo aún un poco de rabia por lo de los besos
sin sentido, de verdad hubiese entendido que tenía necesidades, pero prefirió
ocultarle todo.
William se giró y la
tomó de la barbilla.
-Sí definitivamente
la burra se ve más sexy en ligueros, ¿estás celosa por eso? -William preguntó
mirando a Marie fijamente.
-Mi cerebro me dice
que no debería, pero ya sabes que contigo me vuelvo loca. -Suspiró y se cruzó
de brazos, porque en cierta medida también hablaba de otra cosa.
-Puedo conseguirte un
pastor alemán, eso sí me dejas ver - William hizo una mueca y Marie sintió un
poco de rabia sin saber por qué.
-Supongo que mi vida
de promiscuidad podría comenzar con un animal - el ascensor se abrió y ella
salió por delante.
Él se sonrió
cándidamente.
-No me digas animal
Fresa. -Le dijo, aunque ella hablaba del pastor alemán que él había mencionado.
-Oh, verdad por qué
comparar seres tan hermosos contigo - expresó sintiendo de repente el frío del
exterior había salido tan a prisa que se había olvidado cambiarse.
-Sabes, pensándolo
bien te acepto la burra creo que a ella si le parecería un buen tipo y
no hablaría tanto.
Marie comenzó a
reírse al imaginarlo salir con una burra.
-No son tan
silenciosas -lo miró conteniendo la risa - pero eso no creo que sea problema
para ti. Son flatulentas eso sí podría ser un problema. No te sermonearían eso
es bueno - hizo que pensara la situación.
-Me dejarían fornicar
con otras, eso sería lo mejor. -Expresó él y ella lo miró ella tampoco le
negaba eso, pero no quiso hablar del tema, no quería arruinar su humor
explicándole que le molestaba que le ocultara cosas y la hiciera sentir un
chiste y tan solo continuó con el juego:
-Si lo harían - lo
miró y luego desvió su mirada - además podrías hacerlo con todas su manada te
buscaría incluso. - se detuvo en la acera - definitivamente serían más las
ventajas. - Expresó con un dejo de rabia en su boca, simplemente el nunca
confiar en ella en ese aspecto.
-Pero cómprales
lentes de contacto, me gustan las hembras con ojos azules- William añadió, al
parecer si quería estar con una burra, aunque su pedido era difícil de
conseguir.
-Las buscaré con ojos
azules - arrugó su nariz viendo como Adam se acercaba a ellos con su abrigo.
Marie lo recibió y se lo puso viendo cómo se alejaba. - Creí que no tenías
preferencia en ese tipo de cosas - Dijo ajustando el abrigo, él se lo había
dicho y lo único que le había dicho que le llamaba era el cabello rubio.
-Recientemente he
creado ese gusto- Respondió William tranquilo.
Ella lo tomó de la
mano.
-Será difícil, pero
te la conseguiré - acercándose a él más, necesitaba un poco de calor.
-Pelinegra de
preferencia y algo albina, si no es mucho pedir. -Añadió él y ella sonrió al
parecer hablaba era de ella.
-Umm - lo miró y se
sonrió - No tienes que ser tímido y decirme que a la que quieres es a mí.
-Pero callada-
William acortó la distancia y puso un dedo en los labios rojos de Marie- y
gimiendo.
-Mi libido está
comenzando a estimularse, pero mi ritmo cardiaco y mis niveles de adrenalina y
noradrenalina aún siguen en aumento. Después de mi pastel creo que podré
recomponer mi
postura. Y reclamar lo que quiero.
De verdad, aunque
deseaba estar con él, sentía que aún tenía rabia, era extraño, porque no
lograba identificar su malestar, no se trataba del beso en sí, no era como si
tuviese que ser totalmente casto, finalmente la naturaleza humana era más promiscua
y ella misma tuvo un beso con ese sujeto Bashar, -aunque técnicamente ese
hombre fue quien la besó- se trataba más del engaño de no saber y todo el mundo
siendo consciente de eso.
Ese comentario
contrarió a William, porque finalmente le soltó:
-Empiezo a creer que
te importa más el pastel que quien va a pagar por él.
No pudo responder de
inmediato, porque le entregaron las llaves del auto y se montó de inmediato,
mientras ella lo siguió y ya en el puesto del copiloto le replicó:
-Resulta que la
persona que va a pagar el pastel, beso a la fuerza a una mujer de la que meses
antes había hablado con mucha propiedad, así que si, mi castigo el día de hoy
es comer primero mi pastel y después a ti.
Sentenció y sintió
que la velocidad del auto aumentó y no entendió si él se había enojado:
-¿Sigues con eso?
-Hago uso del poder
que me concediste, querías un castigo te lo doy, por este momento mi pastel es
lo más importante...- Le dijo honesta, no entendía para que le había dicho que
lo castigara.
-Marie ¿por qué es
tan relevante ese asunto? Ni que te hubieses enterado que fornique con ella,
sólo fue un beso, ya te pareces a Matthew agrandando esto más de lo que es.
-Cuando te pedí el favor
de verla fue porque estaba realmente desesperada me hubiese deshecho de mi
moral y le hubiera hackeado su laptop, pero tú me dices no sé qué tanto hablas
con ella y de repente te da por besarla. ¿Qué querías demostrar? ¿Qué te
gustabas? ¿O que a ti te gustaba?
Y ahí había una de
las razones relevantes: ella con miedo y él jugando como si nada, incluso
cuando hablaban del tema no entendía porque él solía ser diferente, le pidió
preguntar algo y en cambio había ido a robar un beso, eso también le molestaba,
finalmente a él no le había parecido bien el tema de su venganza. El carro se
detuvo abruptamente e hizo un sonido fuerte, luego el hombre giró su rostro y
miró a Marie plano.
-Sé cuán desesperada
estabas- apretó el volante con furia- yo mismo lo estaba, aunque aparentaba
calma. ¿Qué es exactamente lo que te afecta de todo esto? Ya te dije que no fue
nada, si lo hubiese hecho Claudia ¿qué pasaría? ¿Esto no tendrá que ver más con
LeBlanc que conmigo?
-¿Ahora todo esto
tiene que ver con ese imbécil? - Suspiró contrariada y se cruzó de brazos, ni
siquiera había pensado en él.
-Pues así parece,
Rebecca Bracho es una mujer más, una de las tantas que se han cruzado por mi
vida. Así que dudo que tenga que ver conmigo, deberías ser más honesta y pensar
si no tiene que ver más con él que conmigo, después de todo ¿no te morías por
entrar en su cama?
Ella alzó sus cejas
con desgana, realmente no había llegado a pensar eso, no era sexo lo que
deseaba con François, al menos con el que creía conocer, con el que era en
verdad si no deseó nada.
-Llegué a confundirme
con sus atenciones no lo niego, el año que comenzaron a acosarme no lograba
pensar con claridad y él era lo más cercano que tenía en ese momento, ya sé que
soy tonta porque me sentía como una rata en un laberinto. Pero una vez él me
aclaró que lo que sentía por mí no correspondía al gusto que comenzaba a tener
por el no soy tan tonta como para persistir en eso. Si te hago el reclamo a ti
y sólo a ti es porque eres tú el que me interesa y más porque no creí que mi
pedido se convertiría en eso. ¿Te acostaste con Claudia también por ese tiempo?
- Suspiró, aunque no sabía quién era Claudia - Todo eso me enerva, me irrita
mucho mientras yo contaba con que en cualquier momento mi cabeza rodara por ahí
tú te divertías y eso me irrita. Pero también sé que estuviste conmigo cuando más
lo necesite, aun así, sé que es irracional que me sienta así de enojada, pero
no lo puedo evitar.
No sabía por qué la
enojaba tanto quizás por ese tema de ser un chiste, odiaba pensar en el fondo
que todo eso lo fuese para William y ella fuese la única con ese sentimiento en
su pecho, finalmente él siempre le había recalcado que no era de relaciones y
fue ella quien comenzó a sentir cosas primero, no quería ilusionarse más para
que él terminara dejándola.
-No me acosté con
Claudia en mayo, en marzo si lo hice una vez y ya te dije que es molesto que
eso de los orgasmos no funcionara. Y no siento que me reclames por mí, pero de
todas maneras, aunque no lo creas, eso de que te fueran a matar me tenía
bastante estresado, no es muy agradable pensar que vas a tener otra novia
muerta.- Apretó sus labios- De manera que sí, ver a Rebecca en su postura de
superioridad me regaló bastante diversión, una diversión que dadas las
circunstancias me faltaba, me conoces bastante, tú misma lo dijiste en tus
preguntas hace un momento, quería probarle un punto, siempre ha querido follar
conmigo, desde que la conocí, pero es tan insulsa e hipócrita que prefiere
decir que no y se porta como la reina fría que no es. De bonus obtuve una
ridícula reacción por parte de ella y LeBlanc y le di una lección porque
entre otras cosas dijo algo de ti que me enfureció.
Ahí había otro nombre
y al menos la calmó que pudiera hablar de eso, él no entendía lo estúpida que
se sentía al no saberlo, era el secreto entre ellos y mientras tanto ella era
la cornuda.
-¿Algo de mí? -Dijo
subiendo sus pies al asiento. -Ella no tiene nada que hablar sobre mí. -La
había juzgado diciéndole cosas que ella conocía, pero no había querido sacarla
de su error.
-Es irrelevante, no
te conoce y no tiene por qué referirse a ti de ninguna manera.
-Ok creo que mi enojo
desaparece -acomodando su largo cabellos a un costado, él decía que había sido
por defenderla y aunque fuese retorcido le gustaba eso- ya se dónde dirigir mi
furia. Vamos a tu casa, creo que mi pastel puede esperar, quiero sexo.
Dijo contenta, pero
William se notaba molesto y Marie no entendió el por qué hasta que él habló:
-No Marie, no soy un
consolador de 90 kilos, ya te había dicho por un demonio que no había
significado nada, pero tú insistes, ahora te comerás ese pastel, porque no
planeo tener sexo contigo, aunque se me hinchen las pelotas.
-Ok. Estás algo susceptible.
- se giró y miró al exterior - igual solo quiero estar contigo.
-Quieres estar
conmigo, sin embargo me consideras un mentiroso, no sé cuándo te he mentido
para que te cueste tanto trabajo creerme en el primer momento. -Marie lo miró
de reojo, pero no le contestó de inmediato.
Finalmente habló
realmente entendía que era algo irracional, creía que él la quería, pero es que
pudo contarle sus encuentros, sentía que la promiscuidad no era el problema,
solo que algo no funcionaba entre ellos y era la confianza, eso le dolía
demasiado y no era capaz de explicar a profundidad, además porque él le había
dado un argumento que le había gustado, aunque sonara feo.
-No folle con esa
mujer, fue un beso y uno bastante malo. -Volvió a reiterar
-A la fuerza nada es
bueno así que nunca lo sabrás. -Esta vez habló pensativa - Además ya dije que
te creo. -Repitió.
-Claro después de
pelearme la última hora por lo mismo, sabiendo que desde el primer instante que
me confrontaste te acepté que lo había hecho y que no había significado mayor
cosa que una buena carcajada, tuviste que haber visto sus caras.
Esta vez William rió,
se veía relajado, pero él no lograba entender la forma en la que ella se había
sentido excluida, Marie entendía que tenía serios problemas con eso el tema del
abandono y como se enloquecía al respecto. Algo de lo que no era consciente era
que ese sujeto tenía un poder diferente en ella.
-Una cosa es lo que
creó y otra lo que siento, entiendo lo que me dices, pero era inevitable no
sentir rabia - bajó su cabeza sintiendo algo mojado correr por su cara, puso su
mano en su nariz
-¿Por qué te da
rabia?
Había muchas cosas
que le hacían dar rabia, pero ella no se detuvo en las minucias, sino que le
dijo su sentimiento principal: celos, sentirse excluida era algo que no le
gustaba para nada, incluso le había dicho que lo quería ver con otra mujer, la
sola visión la había excitado mucho, a Marie le gustaba imaginar el cuerpo
esculpido de William contraerse por el movimiento, buscando su placer.
Así que la idea de
sexo con otras no le desagradaba, pero sentí que cuando él no le contaba si era
una traición que le dolía. Lo peor del asunto fue que la nariz de Marie sangró,
debería reconsiderar soltar todo eso, qué más daba William se acostaría con más
mujeres y no le diría, eso se lo había demostrado y ella había aceptado eso desde
el inicio, de hecho, no era como si ellos fueran en serio o al menos la forma
en la que había iniciado todo en su oficina se lo decía, como si ambos hubiesen
cerrado un acuerdo.
-Mira lo que haces
Fresa con tus celos, ya estás de nuevo sangrando.
William regañó a
Marie, mientras ella intentaba contener la hemorragia.
-Tengo hambre -
Cambió ella de tema, no quería pensar más al respecto, sentía que no valía la
pena desgastarse, se había dicho que disfrutaría su tiempo con William mientras
se iba...
-Ahí está la
pastelería, baja y cómprate el pastel.
William le habló
mientras extendía la billetera, Marie la tomó sin quitarse el pañuelo de su
nariz. Ahora mismo François había hecho lo que William había querido hacer con
ellos y se sentía estúpida y con ganas de irse, pero por el momento estaría con
él, finalmente se lo habían pedido varias veces ese día.
Su móvil sonó y ella contestó
mientras caminaba hacia el lugar.
-¡Marie! -La voz de
su prima se escuchó del otro lado.
Ella sonrió
-Cathie, ¿cómo has
estado?
-Eso debo preguntar
yo, estoy en París y quiero verte.
-No estoy en la
ciudad.
-¡Ah! Te quería ver.
-¿Cuánto tiempo
estarás ahí?
-Un par de semanas.
-Yo regreso mañana y
nos vemos. Si quieres te puedes quedar en mi suite, le digo a Adam que te
facilite el lugar.
-Ok. Nos vemos
mañana.
-Nos vemos mañana.
Entró al lugar y miró
con agrado la vitrina, se veía todo delicioso, sonrió y comenzó buscar su
pastel preferido lo pagó y a los pocos minutos estaba nuevamente en el auto
comiendo, dejó la billetera de William a un costado y subió sus pies descalzos
al asiento.
-Está realmente
delicioso.
Expresó entusiasta,
la comida le cambiaba el humor a Marie además de que se había decidido a no
amargar más su existencia, tenía cosas en las que debía pensar.
-Qué bueno a ver si
hace que te calmes.
Marie rió, su buen
humor estaba de vuelta y lo necesitaba, había estado estresada con tantas
cosas, que le gustaba pensar que su peor problema era que William estuviera con
muchas mujeres.
-Ahora que lo pienso
es mi segundo episodio de celos contigo. Comer ayuda -Expresó contenta,
mientras tomaba otro bocado.
-¿El segundo? Yo he
contado más, seguro nuestras matemáticas son diferentes
-¡Oh! ¿Han sido más?
Realmente no recuerdo - se rió.
Era verdad que ella
no recordaba más celos y eso que el episodio con el teléfono en Phuket, había
sido porque estaba harta que la ignorara, en cuanto al incidente con Anna
Lefevre había sido más esa sensación incómoda de estar en medio de algo, deseó
que él le dijera que sentía cosas profundas por esa mujer y así poder
irse…
Lo miró y se sintió
culpable por ese pensamiento, pero realmente no le gustaba ese tipo de cosas,
por algo había soltado a Thomas cuando supo que se casaría, porque era un tipo
que solo haría algo así si estaba muy enamorado.
-Lo disimulas. Aunque
nunca te habías puesto tan loca como hoy.
Marie lo miró y
volvió a intentar pensar en otro episodio, habían hablado de él con otra, de
una mujer que a él le gustaba, pero realmente no lograba sentirse celosa, por
el contrario, sintió curiosidad, porque su fantasía había sido fuerte, no le
había mentido entre más le gustara la mujer era más gratificante.
-Que malo - fue lo
único que le dijo, no recordaba y era mejor no entrar en ese terreno.
Miraba hacia adelante
abstraída, realmente tratar de recordar sus celos era algo que le agradara,
pensó más en algo que no había dejado de rondar en su cabeza, así que de
repente le miró:
-Creo que dejaré de
vivir en el hotel. -Marie continuó hablando.
-¿Por? Nunca he
soportado estas tonterías, y hasta te compre pastel.
-Yo tampoco, pero
supongo que uno en algún momento se pasa por ese tipo de estupideces, por lo
menos es mejor que preocuparse por… Lo que me pasé preocupando antes. Supongo
que así viven las personas normales - Se metió otra cucharada y sonrió para sí
- Es realmente refrescante saber que es una tontería y que después de un rato
eso será algo que quedará en el olvido.
Porque finalmente
ella tenía claro que era algo sin importancia y aun la decisión de dejar el
hotel le pesaba, quizás porque simplemente le daba mucho miedo tomar una
decisión que después se lamentara. Todo lo que representaba una casa propia era
agobiante, no deseaba establecerse, incluso por más que amara a William...
Ella dejó el postre a
un lado y se acercó a él sentándose de frente y lo abrazó, por muchos motivos,
uno de ellos era al menos sentir que él estaba ahí a pesar de sus malas
decisiones y lo feliz que la hacía.
-Quiero que hagamos
algo, pero aún lo estoy preparando. -William rompió el silencio.
Ella alzó su cabeza
del cuello de él, no le estaba entendiendo, así que preguntó:
-¿De qué se trata?
-Se abrazó a él, sintiendo su calor, su olor que enloquecía a Marie.
-Quiero que vamos a
darle la vuelta al mundo.
La cara de Marie
quedó en pausa y lentamente se sonrió y volvió a abrazarlo, irse un tiempo le
ayudaría con todas esas ideas de establecerse, él siempre era de los que sin
proponérselo sabía que quería, era extraña esa conexión, porque a veces sentía
que no estaba, ellos no encajaban para nada, pero él llegaba con esas cosas y
le hacía pensar que eran sus miedos los que hablaban.
-Yo caminaría a
tientas el gran cañón guiada solo de tu mano - le dio un beso en su cuello, esa
era su respuesta, un sí rotundo, no tenía dudas de ir con él a donde fuera.
-Bueno no planeo que
lo caminemos, quizás un poco rapel
Ella rió, al parecer
no había entendido su respuesta, aun así, ella continuó:
-Me parece
interesante. Podemos ir a la Patagonia siempre quise ir ahí.
-Vamos a ir a todas
partes, a cada rincón, pero lo haremos a mi modo. -Eso último le llamó la
atención a Marie.
-¿Y cuál es tu modo?
- Dijo curiosa.
-Dejaremos atrás a
Marie Keller y a William Tilman.
-¿Y qué nombre
quieres ahora tener? -Expresó Marie jugueteando con los vellos suaves de su
rostro, quizás no era por un tiempo cómo imaginó, quizás sería para siempre...
-Esto es serio Marie,
tu padre te dejó en un mierdero, del que odio ser parte.
-Lo sé, mi pregunta
es seria. Una vez te lo dije, tenía tantas cosas por hacer y tan poco tiempo.
Yo por momentos pensaba que injusto era todo eso.
-No se pónmelo tú, me
indiferente, quizás Matt siempre me gustó su nombre.
-Entonces serás Matt,
-tocó su cabeza levemente - te queda. Yo me podría llamar Lisa - se rió -
¿tengo cara de una Lisa?
Preguntó dudosa,
realmente no sabía si el nombre de su madre le quedaría, Él negó con la cabeza.
-Tienes cara de
fresa. -Ella se sonrió, le gustaba cuando le decía así.
-Tú me dices así no
quiero que nadie más lo haga.
-Está bien Lisa.
Ella sonrió y lo
abrazó, pensando que quizás su nueva vida si sería como una Lisa, pero lejos de
hombres como su padre ya quería salir de esa pesadilla, quizás esos hombres se olvidarían
de Marie al pensarla bruta e incapaz, al menos era lo que ella deseaba.
-Y lo mejor es no
tener apellidos. -pensó por un momento, no le gustaban, pero era consciente de
lo necesarios que eran -Pero si es obligatorio te pondría Matt Condon -Se rió
divertida ante su ocurrencia, por aquello de su promiscuidad.
-Oh qué apellido tan
feo. -William se quejó- Y si es obligatorio pasaremos por muchas fronteras.
-Umm, no sé cuál
podría tener, quizás el de mi madre siempre me gustó. Lisa Davis, podría
ser...-Él sonrió.
-¿Ya te acabaste tu
pastel? -Fue todo lo que le dijo.
Marie estaba
extasiada, pensar en ir a recorrer el mundo con William era algo fantástico, no
lograba dejar de sonreír, le afirmó que sí y él simplemente le dijo que se
fueran, era como si la rabieta no hubiese existido, ella se bajó de encima de
él y se acomodó en su asiento.
William condujo hasta
su casa, ocasionalmente la miraba ella tamborileaba sus dedos con la mano que
tenía la férula mientras tarareaba una canción en español. Cuando se ponía de
buen humor le gustaba cantar, era una característica innata en Marie, que
algunos pocos reconocían, concretamente Phillipe y Aiden.
Se giró y lo miró de
repente:
-Esta vez quiero aprender
sánscrito. -Habló entusiasta.
-¿Y eso?
-El año pasado
aprendí coreano por obligación y este año no pude aprender ninguno, así que si
puedo elegir elegiría Sánscrito.
-¿Por qué ese?
-Es una de las
lenguas antiguas que se encuentra documentada, dicen que es sagrada, y que
significa que está perfectamente hecha, son dos cosas que quiero descubrir.
Además de que es algo difícil me gustan las cosas difíciles.
William guardó
silencio mientras entraban a la mansión Tilman, tan imponente como de
costumbre, así que cuando se acercaron a la entrada él finalmente contestó:
-Sé que te gustan las
cosas difíciles sino no serías mi novia, andas domesticándome, eso según Matt
era misión imposible.
Ella le sonrió, sin
saber cómo tomar eso, no sabía si era así y aún más importante si quería que
fuese así, no quería cargar con culpas de ese tipo, no quería dañar la vida de
él y menos pensar que en algún momento él se lo reprochara.
-Si, eso me lo dijo,
en ese momento creí que eras una persona genial por la forma en la que él se
refería a ti, pero también me dijo que si era inteligente no me debía meter
contigo. Supongo que soy idiota - lo miro fijo al ver su expresión cambiar.
La expresión triste
le llamó la atención, no entendía que sucedía ella se llamaba idiota, ninguna
novedad, porque así se sentía al lado de él.
-Sí, el maldito
cabrón me conoce- William le tomó la mano y ella la apretó estaba tan
enamorada.
-Si lo que me dijo lo
pude comprobar - se encogió de hombros - Intenté de veras seguir su consejo,
pero no pude.
Caer en las manos de
William había sido muy fácil, Marie se apegó a él con unas fuerzas increíbles,
pensando que sería pasajero y ya llevaban más de cinco meses juntos y él seguía
diciéndole que quería más.
-Típico espantándome
las viejas, a veces le da por jugar al caballero de blanca armadura.
Marie lo observó, eso
era ella una vieja más y a veces se sentía insegura, pero sentía que era
tontadas, si no quisiera estar con ella se lo diría, así que ella se acordó de
ese primer encuentro, en el compromiso de Pauline y Matt, no entendía porque
había sido tan insistente con ella o al menos era lo que ella sintió como un
presentimiento latente,
-Esa noche - lo miró
- ¿por qué me hablaste? Recuerdo que hacía unos días había recibido como de
costumbre un gran susto, - se sonrió - después de esa noche contigo me diste
muchas cosas que pensar que eran mucho mejores que la mierda - dijo en español
- que vivía.
Él se sonrió.
-Cosas sucias y
calientes, espero.
-Si, fue un gran
inicio para romper mi celibato después de un año - se rió recordando que
también le había sucedido lo mismo con él respeto a comer carne.
-¿Por qué te hablé
ese día? Porque estabas jodidamente caliente en ese vestido, las tetas se te
veían fenomenales y ya me había tirado a casi todas las asistentes, no me
apetecía repetir esa noche.
Ella alzó su cabeza y
lo vio sonriendo, pero no era la respuesta que deseaba, ella le había
preguntado otra cosa y él la había malentendido
-Lo imagino, no puedo
negar que me gustó el corsé y los ligeros que tenía ese día, parecía de otra
época.
Marie lo vio reír muy
alto, mientras aún estaba pensativa, una de las empleadas bajó hablar con
William, mientras Marie recibió una llamada de Adam, avisándole que Cathie ya
estaba en su suite, le agradeció y colgó, eso le hizo pensar debía darle una
compensación a Adam y ayudarlo a ubicarse, había sido alguien leal con ella.
No hablaron más,
Marie estaba tan distraída que cuando notó estaba en la habitación de Pauline,
estaba en su gran cama de princesa, con su cuerpo destrozado, una pierna rota y
no se veía muy bien, aunque Marie no es que se viera mejor, ella simplemente no
era consciente de sí misma, una mano enyesada, costillas rotas, un tobillo desguinzado.
Aun así, ver a
Pauline le comprimía su pecho, sobre todo al saber lo mucho que William amaba a
su hermana, ella era una intrusa y no le gustaba eso, ver como alguien preciado
había salido lastimado, aunque William había minimizado el asunto.
Ver a William tan
íntimo con su hermana le hacía sentir mucha más culpa que la que ella había
vivido días atrás, debió decirle que no fuera, que ella no era novia de
William… Pero… Había sido tan tonta que no pudo decirle nada.
La saludó sin decirle
mucho más, incluso a Sébastien quien la regañó al verla fuera de la cama, pero
tenía que hacer cosas y no le dolía nada, Marie también se enteró que el
matrimonio entre Pauline y Matt se había cancelado y parecía como si todo
estuviera fuera de control. El semblante de William cambió y ambos se fueron de
la habitación de Pauline.
Marie apretó su mano
de alguna forma sabía que las cosas no andaban bien por el comentario que le
había hecho temprano, ¿todo sería por ese beso sin sentido que ella llegó a
reclamarle? ¿Matthew también lo había hecho? Se sintió mal de repente porque no
había considerado si el asunto lo preocupaba más por otras razones. Pero ella
era novia de François ¿eso significaba que Matthew aún la amaba?
William estaba raro,
no sabía si triste, pero cuando ellos llegaron a la habitación arrastró a Marie
a la cama, acariciando su cabello, pegándose a ella y a cantarle.... Marie
quedó fría, su voz inundaba sus oídos, mientras su corazón comenzó a latir muy
fuerte:
-Let me take you
down, cause Im going to strawberry fields nothing is real and nothing to get hungabout…
Strawberry fields forever.
Marie se quitó sus
zapatos y se acurrucó al lado de él, comenzó a darle leves besos en su mejilla,
mientras que con una de sus manos acariciaba su oreja, le dolía verlo triste y
parecía que algo había pasado con Matthew, lo presentía y era algo raro en
ella, porque solía ser quedada en las relaciones sociales, así que le preguntó:
-¿Por cuánto tiempo
quieres dejar todo esto? ¿Por siempre?
No sabía si lo de
irse tenía que ver con otras cosas, no obstante William no contestó nada y
continuó cantando:
-Living is easy with
eyes closed, misunderstanding all you see. It’s getting hard to be someone but
it all works out, it doesn’t matter much to me.
Marie le acarició el
rostro de él, le gustaba la sensación de sus vellos en sus dedos, se sintió
mal, así que esta vez bajó su mirada triste sintiendo que le debía una disculpa
por ser una carga con sus tontadas:
-Siento haberme
comportado como una tonta. No creí que este asunto fuese tan difícil para ti.
-Expresó dándole un beso en su nariz.
-¿De qué asunto
hablas Fresa?
-Por un momento…
Pensé que te habías peleado con él - hizo una pausa - la golpiza que me
dieron me dejó algo defectuosa - Bromeó, al darse cuenta que era estúpidos
pensar así.
-No, yo no me he
peleado con Matthew, aunque él si está enojado conmigo- William reconoció y al
parecer no estaba tan mal.
-Ya veo - Marie bajó
sus manos y se quitó el abrigo y nuevamente se volvió a acostar a su lado.
Que más daba se
quedaría con él, quería hacerlo y consentirlo, compensar un poco lo que había
hecho, él atrajo a Marie y las manos en sus muslos le generaron leves
cosquilleos, mientras sus labios la besaban con ardor, ella puso sus manos en
el nudo de su corbata y comenzó a desajustarlo hasta quitarla por completo la
tiró a un costado mientras rodeaba su cuello con sus manos al igual que sus
piernas.
Quería sentirlo a
pesar que su cuerpo seguía frágil, así que no se contuvo y aumentó la velocidad
del beso, disfrutando cada instante con él, deseando sentirlo dentro de ella,
sin saber todas las cosas que se le avecinaba, Marie tomó la iniciativa y llegó
sus manos al pantalón, tenía prisa, pero al mismo tiempo quería dar una espera
para poder degustar a su novio.
Lentamente aceptaba esa palabra, sin miedos, tan solo con esa expectativa y la confianza que ese hombre le generaba. La ropa voló por la habitación y pronto sintió sus labios en los pezones, cosa que hizo que la zona baja de Marie se humedeciera, anhelando sentir su dureza cosa que no tardó, porque él al parecer quería tanto como ella perderse en la lujuria y la penetró con fiereza y Marie imaginó que la ataba, a la cabecera de su cama propinándole algunos latigazos, era una imagen recurrente en ella.
Ayudaba la forma en la que él la trataba, ese hombre la satisfacía en todos los aspectos, incluso cuando ambos llegaron al clímax tuvo que ir al lavado y darse cuenta que tenía más morados y una de las heridas se había abierto, pero para ellas eran nimiedades, había disfrutado tanto, era tan feliz con William que tenía miedo del día que ya no fuera así.
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