LA HEREDERA 2 CAPÍTULO 1: DULCE Y AMARGA FRESA

 





Barth, Reino Unido, Junio de 2015


Una leve punzada recorrió su cuerpo, se movió incómoda, no entendía en donde estaba, lo último que recordaba era a ese hombre apuntándole con un arma, pero más allá de eso, no recordaba que sucedió después, solo tenía imágenes borrosas.

Marie abrió lentamente sus ojos sintiendo que ardían debido al efecto de la luz, arrugó su frente y llevó una mano a su cara, no entendía en donde estaba, no era en las instalaciones del Grupo Keller, no olía a humo, de hecho, no olía a nada y se veía en exceso blanco. No sabía si estaba en algún trance paranormal, recordó que tuvo una cantidad de sueños largos y sin sentido, había un lugar al que siempre iba a mirar a William, pero cada vez que caminaba hacía él, resultaba siendo otra persona. 

Estaba ahí en una cama de hospital sintiéndose desorientada, aunque no tenía miedo, había una paz extraña, quizás los medicamentos, Marie no lo sabía, era como si ser perseguida por ese hombre, solo hubiese sido un espejismo, no había venganza o rencor, algo que quizá eventualmente llegaría, ella no lo sabía.

Bajó su mano y abrió lentamente sus ojos y vio un espacio blanco, fue consciente de el ruido de su corazón en una máquina, se sacó la mascarilla de oxígeno que tenía y la tiró a un costado, luego miró su mano con recelo, estaba canalizada, se quitó la aguja lentamente y la tiró a un costado. Miró hacia los lados, estaba rodeada de cortinas y se escuchaban murmullos, apoyó sus manos en la cama y se dio cuenta que su otra mano estaba enyesada, lo poco que alcanzaba a ver de sí misma era que tenía una bata de hospital y se sentía delgada, a pesar de que la mayor parte de su vida lo había sido.

No quería seguir en esa posición así que comenzó a incorporarse, como era costumbre no sentía dolor, sólo una leve punzada cuando se movía y para ella era agradable, estaba en una situación desfavorable y aun así no podía evitar hacer una mueca de placer cada vez que sentía el dolor, creyó que había muerto en ese lugar, en cambio estaba en una habitación de un hospital.

Tenía que salir de ahí, así que comenzó a mover sus piernas con dificultad, pero éstas no le respondían, al mover su pie izquierdo una leve punzada recorrió su espalda y apretó sus labios reprimiendo un gemido, no se acostumbraba a esos corrientazos, se fijó en este y notó que también lo tenía lastimado.

Con sus manos se ayudó y dejó sus piernas colgando del borde, respiró profundo y se impulsó sin miedo, con la punta de sus pies tocó el piso frío, se sintió en confianza y se incorporó lentamente, estuvo unos segundos de pie, pero perdió el equilibrio y se fue al piso, de forma instintiva estiró su mano hacia una cortina que separaba su cubículo, pero esta se vino abajo golpeándole la cabeza.

Quedó tendida en el piso, mirando sus piernas de forma impotente, no entendía por qué no tenía equilibrio, no era como si no caminara en días, suspiró frustrada, sintiendo que aprendía nuevamente debería aprender y eso quiso intentar de nuevo. 

Volvió a empezar su tarea y el dolor comenzó a emerger lentamente en otras zonas, había un efecto retardado que francamente le encantaba, esa punción que la hacía sentir tan viva, por un momento pensó en William, el único que entendía un poco esa sensación masoquista, a Marie le gustaba tanto que él la sometiera, la mordiera, azotara sumado a esa sensación que emergía junto a él para llevarla a la locura un placer que no lograba describir.

Bajó su cabeza y pensó en William, ¿sería él quien la llevó a ese hospital? Suspiró pensativa, no estaba segura de muchas cosas y lo odiaba, estaba desorientada y esa habitación no le daba muchas pistas.

Una de las enfermeras entró y al ver el desorden se llevó una de sus manos a la boca, se devolvió en sus pasos y gritó a uno de los enfermeros, que llegaron presurosos y la levantaron acostándola nuevamente, Marie suspiró frustrada se sentía como una muñeca de trapo. La enfermera lanzó un pequeño gritó y Marie la miró tratando de descifrar qué sucedía.

-Llama al médico -Habló en inglés  a otra mujer que se encontraba con ella y se acercó a Marie quien se percató que estaba llena de sangre, la enfermera comenzó a cortar la bata ensangrentada y a revisar su herida- ¿Sabe cómo se llama? -Marie asintió.

-Marie.

-Señorita Marie, ¿Sabe en qué mes estamos?

-Mayo -La enfermera la miró con preocupación, pero siguió su interrogatorio. - ¿Recuerda cuantos años tiene?

Marie se quedó en silencio tratando de recordar.

-24 -Dijo después de un rato.

- ¿Tiene familiares con quienes se pueda comunicar? -Cuando le hizo esa pregunta sus esperanzas de que William la hubiese llevado ahí se esfumaron, estaba sola, las preguntas no solo eran para saber si estaba orientada, ella era una desconocida

-William -Dijo esta vez algo triste, porque finalmente era el único nombre que se venía a su memoria.

- ¿William tiene apellido? -Marie movió su cabeza tratando de recordarlo y esta vez se sentía  angustiada.

-No se preocupe, es normal que esté confusa, descanse el médico vendrá a valorar sus heridas y se le hará un examen de chequeo -Ella asintió y se acomodó en la cama, triste porque él no iría.

Escuchó la voz de una anciana y se giró a mirarla:

-Oh, pero si la pequeña Blancanieves despertó -Marie la miró -Pequeña ¿por qué te levantaste? No estás bien según escuché a los doctores.

- ¿En dónde estoy? -Preguntó sin contestar la pregunta de la anciana.

-En Barth.

-¿Barth? -Dijo confundida.

-Inglaterra querida -Respondió con una leve risa característica y Marie sintió una leve esperanza de que se tratara de William.

-¿Tiene un móvil que me preste? -La anciana se movió, lo tomó de la mesa de noche y se lo entregó.

-Gracias -Lo tomó y comenzó a marcar el número que recordaba de William, timbró varias veces cuando lo contestaron.

-¿William? -Dijo con su voz temblorosa.

-Lo siento, está equivocada -Escuchó que colgaron el teléfono. -No lograba recordar los números con claridad y eso comenzó a desesperarla.

Por un tiempo estuvo marcando más combinaciones, pero vez tras vez eran números equivocados, intentó con el número de su hermano, pero sucedió lo mismo, dejó el móvil a un costado impotente y su garganta ardiente.

¿Por qué estaba ahí sola? ¿Por qué no había nadie conocido? Lentamente su tranquilidad inicial comenzó a irse y sus manos temblaron, era verdad la última vez que había visto a William estaba totalmente colérico con ella y ni siquiera le había querido contestar sus llamados, ya no la quería volver a ver. Estiró su boca y sintió su garganta seca, por eso estaba ahí sola, por eso él no estaba ahí. Negó con su cabeza no quería que la dejara y ese pensamiento e hizo que apretara más sus labios sintiendo humedad en sus ojos.

-Pero niña, ¿qué ocurre? ¿Porque tienes esa expresión? -Marie negó con su cabeza y no le contestó nada

Marie apretó las sabanas escuchando como la anciana le preguntaba más cosas, sin embargo, no era algo que le preocupara ¿por qué estaba sola? ¿Qué había ocurrido? Sintió un líquido caliente por su abdomen y el ruido de la puerta hizo que se girara y vio a un doctor mayor entrar, le sonrió por encima de sus anteojos redondos y la examinó.

-Sufrió lesiones profundas -Dijo después de un largo rato - Han pasado quince días y aún se encuentra delicada, es extraño que sus heridas todavía sangran, así qué le haremos unos análisis -Ella simplemente lo miró, pero no le dijo nada, se comenzó a sentir mareada -Le daremos unos calmantes -Siguió hablando, pero ella ya no lo escuchaba solo giró su rostro.

La enfermera volvió a canalizar y le aplicó medicamentos, el cansancio la venció quedó profunda, sin ser consciente de nada más, imágenes borrosas comenzaron a inundar su mente, su propia voz llamando a su madre, la agonía de no tenerla, abrió sus ojos con la respiración acelerada.

No supo cuánto tiempo pasó, pero ahora la habitación no se veía tan iluminada, movió su cabeza escaneandola, se sentía cansada y su boca estaba seca, tenía mucha sed, sus ojos se detuvieron en una esquina del lugar, William estaba ahí parado, con sus manos cruzadas, lo vio caminar hacia ella y vio como sus delgados labios se curvaron en una sonrisa, ella lo miró confundida, sus ojos se veían calmos, la última vez que lo había visto su mirada eran fuego, esta vez tenían otra expresión, quizás se veía ¿contento? No lo entendía, no entendía qué hacía en ese lugar.

-Creí que ya no querías verme -Dijo con su voz más apagada de lo que había querido, ciertamente algo herida por su desprecio, aunque sabía que eso la hacía ser un poco pretenciosa.

-Fresa, siempre has lo que yo te diga -Respondió él jovial y Marie le sonrió y asintió levemente con desgana.

Lo miró detenidamente en silencio, antes del atentado había querido decirle tantas cosas, pero en ese instante no salía una sola palabra, ahí acostada como estaba estiró su mano intentando tocar su cara, William se agachó un poco y dejó que sus dedos acariciaran su suave rastro de barba, lo hizo en silencio, quería tocarlo y saber si era real o un sueño, ahí estaba esa sensación del tacto de su cara, el olor que emanaba de él que nunca pudo descifrar.

Apretó sus labios y cerró sus ojos, sintió algo cálido en sus mejillas eran lágrimas, no las pudo evitar, se sentía avergonzada, estar sola no era algo que la agobiara, pero en el instante que despertó y qué no lo había visto y fue consciente que él no la quería ver había tenido tanto miedo.

Verlo ahí a un costado, le traía muchos sentimientos y temía que estuviera más ligada a él de lo que creía, si antes había querido irse una vez todo terminara ahora no quería dejarlo, la sola idea le aterraba y la ponía muy triste. Se incorporó y lo abrazó, puso la cabeza en el hombro de él.

-Gracias por venir a verme -Lo abrazó aún más susurró en su oído.

-No tenía otra opción -Respondió William con una broma y ella asintió.

-Es verdad te dije que te hicieras responsable de este monstruo.

-Lo hago.- Él le besó la frente.

Mágicamente la tristeza que había sentido antes se había desvanecido, se sentía más segura ya no había confusión, busco sus labios y le dio un leve beso en la boca de William, no obstante se detuvo debía tener un aliento horrible no sabía el tiempo exacto, pero sabía qué hacía bastante no se cepillaba los dientes.

-Este monstruo apesta -Bromeo y se separó un poco, él asintió y acaricio su cabeza

-Te sacaré de aquí, necesitas un mejor hospital.

- ¿En dónde estoy?

-En Barth, Reino unido -Respondió él y recordó a la anciana que le había dicho lo mismo.

-No entiendo como terminé acá -Dijo confundida. - ¿Cómo me encontraste?

-Por Thomson.

William le explicó con detalle como él había rastreado a un hombre vestido de bombero que la había llevado en una ambulancia con placas falsas, había sido un arduo trabajo debido a que había tenido que indagar en las cámaras de seguridad de los alrededores. Finalmente volvieron a rastrear la ambulancia con otras placas falsas en el aeropuerto y poco después habían logrado ubicar el destino.

Ella sonrió y asintió ante su relato, aunque aún se sentía muy confundida no quería preguntarle más, él estaba ahí y eso la hacía feliz. En ese momento quería un baño aunque los odiaba, olía a sangre, además tenía restos secos en su cuerpo y otras cosas que no lograba descifrar no era como si estuviera entusiasmada, pero incluso ella sabía cuándo era momento de darse uno.

-Iré a ducharme -Le dijo a William.

Marie recordó que había intentado incorporarse y no había podido, sin embargo lo haría nuevamente quería bañarse, comenzó a bajarse con cuidado el dolor en su pie era punzante, pero no le molestaba, comenzó a renguear y se fue de bruces, William le tendió la mano y la ayudó a incorporar, caminaron juntos al lavado y se sentó en el váter con la tapa cerrada.

Era un baño grande, con baldosas blancas, no se veía en muy buenas condiciones de limpieza, pero ella estaba acostumbrada a estar en lugares peores, así que no le importó, solo quería asearse e irse de ese lugar, una enfermera entró tras ellos y comenzó a organizar las cosas para su baño.

Le explicó que la ayudaría y mandoneo a William para que saliera, no le preocupaba que él se quedara, finalmente la había visto desnuda en muchas ocasiones, aunque en ese instante su cuerpo estaba diferente y lo pudo comprobar cuando se quitó esa bata de hospital. No solo se veía esquelética, sino que tenía una gran herida en su abdomen y otra en su espalda, una mano con un yeso y un pie inmovilizado, además de hematomas.

Aunque ella le dijo que no importaba porque no tenía algo que esconder de William se salió sin más y la dejó con la mujer, que la miraba con una expresión extraña, quizás lastima.

-Traje algo de ropa de la beneficencia para que te cambies

-Ok, gracias -No le importaba salir con lo que fuera, pero solo quería irse de ese lugar.

La mujer envolvió con bolsas plásticas sus heridas de la mano y el tobillo, después hizo lo mismo con la herida del vientre y la espalda. Apoyada en un solo pie abrió el grifo y sintió el agua en su cabeza, era realmente refrescante, la mujer le ayudó a enjabonarse y a lavar su cabello de forma profesional no dijo nada más que lo necesario.

Al salir de la ducha, también la ayudó a secarse y le mostró la ropa que le había llevado, unos jeans azules con una sudadera gris y zapatillas, todo le quedaba grande y su cabello aun seguía rebelde, al salir William estaba ahí esperándola, evitó decirle algo, aunque movió su mandíbula en un gesto extraño.

Salieron de ese lugar, después se enteró que era un hospital de beneficencia, alguien la había llevado, pero no había vuelto a visitarla, mientras todos en París la daban por muerta e incluso había hecho un entierro simbólico, ella había estado inconsciente en ese lugar, por casi 15 días.

Había estado de buen ánimo hasta que comenzó a enterarse de los detalles del día del incidente, sobre todo cuando supo que Pauline había salido herida, esa noticia hizo que se sintiera culpable, había arrastrado a otros en su egoísmo. 

Lo peor del asunto era que lo que le había ocurrido había sido la cortina de humo perfecta para la petrolera LeBlanc, los medios se habían centrado en el incidente y más con las especulaciones de que se había tratado de un ataque terrorista de Al-Qaeda de la Península arábiga, meses antes en Charlie Hebdo, un semanario satírico había sido víctima de un tiroteo en donde mataron hasta doce personas y este grupo se había declarado responsable, así que sin más habían relacionado los acontecimientos.

Según ellos tenían las pruebas necesarias, Francia había elevado a Vigipirate, es decir una alerta de terrorismo en la ciudad y como por arte de magia encontraron los responsables,  éstos fueron acorralados y finalmente  ellos terminaron suicidándose antes de caer presos. Marie no creía mucho en esa versión, pero realmente no le importaba inmiscuirse, por su culpa decenas de personas murieron ese día y Pauline... Pauline había terminado herida de gravedad.

Recorrió la nueva habitación de hospital con sus ojos, esta vez estaba sola y era amplia, ya no estaba tan delgada y su recuperación era buena, lo único que los médicos le recomendaban constantemente era no hacer movimientos bruscos, pues debido a su alta tolerancia al dolor solía lastimarse sin darse cuenta y eso dificultaba que las heridas de bala sanaran, así que por el momento solo estaba se trataba de eso y una anemia con la que estaban luchando los médicos y que esperaban se fuera con los meses.

La puerta se abrió era William, quien al verla curvó sus labios levemente, nuevamente la culpa la invadió, él no le había dicho nada sobre su hermana ni siquiera le había insinuado que todo eso había sido por ella y su forma de actuar. Pero él no tenía que decirle nada para ella sentir que todo se debía a su decisión de ir a esa junta, sabía quiénes estaban detrás de todo, no debía buscar culpables de al Qaeda.

-Hola-Lo saludó mientras tragaba saliva William se le acercó con una leve sonrisa.

-Hola, fresa -Respondió él y se paró a un costado de la cama.

-William -Hizo una pausa -Yo... quería pedirte perdón. Por mi culpa... -Suspiró -Por mi culpa tu hermana resultó herida - él la miró sin mostrar molestia, quizás era algo que buscaba en su rostro desde que supo lo de Pauline.

-Bah deja de andar pendejadas, no es culpa tuya. -Habló él y ella sintió más culpa, no sabía si lo decía en verdad o sólo por no hacerla sentir mal.

-Lo fue, si tan solo no hubiese ido a esa reunión... -Tragó saliva -Siento haberte hecho pasar un mal rato por ella

-Ah, bueno si esa fue una completa estupidez, pero espero que esto te enseñe que si te digo algo lo haces. 

Marie guardó silencio por unos instantes, no le dijo nada más, no podía prometerle algo de ese tipo.

-Necesitaba dejarle algo a él. Fueron tan descarados que después me buscaron.

No sabía que si lo harían una vez regresará a París, tampoco sabía qué hacer con el virus con el que había querido atacar los sistemas de la petrolera. La puerta se abrió y Marie alzó su cabeza, era Crystal que entró con un vestido negro, tenía un sombrero y una malla negra cubría parte de su rostro, realmente extravagante.

-Hola segundo bombón inglés -Saludó a William, ignorándola a ella.

Notó que William miró a Crystal y arqueo ambas cejas.

-¿Segundo? ¿Quién es el primero? -William le preguntó a Crystal.

-Pues quién más podría ser -Respondió de forma obvia Crystal-Matthew. -respondió y tiró una maleta en la cama.

Will soltó una carcajada.

-Muchas chicas te refutarían eso- le guiño el ojo y ella negó con su cabeza.

-No lo creo, a ver tu Roux qué dices al respecto -Marie blanqueo los ojos y se recostó en la cama.

-Creo que es obvio para mí -Se encogió de hombros, le gustaba William, Matthew era un hombre atractivo, sin embargo, sus preferencias saltaban a la vista.

-Qué mal gusto tienes -Cristal dijo ponzoñosa y Marie alzó sus hombros.

-Es mi mal gusto -Lo miro a él y le tiró un beso - ¿No es así? -Le dijo picara a William.

-El tuyo y el de medio Europa Fresa. -Marie soltó una carcajada, era tan engreído.

-Oh es verdad se me olvidaba que eres de dominio público. -Marie dijo en broma- Tiene un buen servicio de gigolo -añadió y él se estiró.

-No me consta -Respondió Crystal.

-Lo tuyo es con Matt, así que él se encargará. -William habló. - Después de todo le gustan las locas. Sin embargo, no eres castaña y en este momento anda en la honda de las castañas, preferiblemente con labios besables y un buen culo.

-¡Bah! ese hombre solo se desperdicia. -Respondió y miró a Marie, - Fue una lástima, me estaba preparando para tu funeral, como sea ahí te traje algo de ropa.

-Gracias -Respondió.

-Me voy estos lugares me dan nauseas -Se acercó a William y le guiño un ojo -Si para la próxima ésta se muere me podrías demostrar qué tan buenos servicios ofreces.

Él se encogió de hombros y sonrió malicioso, como si lo considerara. Marie por su parte se recostó agradeciendo que ella ya se iba.

-Viste ¿Roux? Lo está considerando.

-Claro que puede considerarlo -Respondió ella tranquila- Allá él si se encarta contigo.

Crystal hizo una mueca y salió, Marie miro a William, que permanecía en silencio, su fantasía con otra mujer no se había dado, suspiró sintiendo un cosquilleo en su zona baja, cuanto deseaba verlo tener sexo con otra, relamió sus labios y recogió sus piernas.

La puerta se abrió después de un breve toquilo y entró un hombre mayor con bata.

-Señor Tilman -Lo saludó y William asintió -Señorita Keller ¿Como se encuentra?

-Bien -Respondió ella y él asintió, le pidió que le levantara la bata y ella se la quitó quedando con sus pechos al aire.

El médico le quitó el esparadrapo y comenzó a revisar su espalda, él ardor comenzó a emerger y ella cerró sus ojos en una mueca de placer, esa sensación punzante le gustaba, comenzó a ejercer presión en estas palpando, pero ella no se inmuto.

-¿No le duele? -Preguntó aterrado.

-Un poco -Respondió mirándolo.

-Tendrá que quedarse un poco más-Dijo y Marie lo miró con decepción. -Vendré después, con permiso.

Ella lo vio salir decepcionada y suspiro, vio a William entretenido en su móvil sentado en uno de los sillones de la habitación, ella se bajó y se sentó a un costado acariciando su cara, quería incitarlo un poco, quería que la toqueteara.

-Oye, ¿has estado con alguien en un hospital? Yo no -Lo miro con picardía

-Fresa, tú de verdad no conoces de límites. -Se sonrió.

-Eso es un ¿sí? o un ¿no? -le lamió uno de sus labios.

Él tomó sus glúteos y la acercó aún más restregándole su erección, luego le susurro en su oído.

-¿Tú qué crees? -Ella sonrió complacida.

-Qué quieres jugar -Movió su trasero y comenzó a besar su cuello.

Luego encontró sus labios y los besó como loca, después de todo lo que había pasado se había olvidado lo que él le provocaba a su cuerpo. Bajó sus manos encontrando la hebilla de su pantalón, quería sentirlo en ese instante y ni su estado ni el lugar se lo impedirían.

Las caricias aumentaron y el calor comenzó a emerger de su parte baja, estaba ida por el deseo, pronto sintió un leve mareo y su cabeza muy fría, las náuseas comenzaron a invadir su cuerpo, se separó de forma abrupta y caminó hacia el baño con dificultad llegó al váter y comenzó a vomitar agua, qué era lo único que había tomado, William sostenía su cabello a su lado, lo movimientos eran bruscos y pronto sintió un ardor su garganta pues ya no lograba vomitar nada más.

Estuvo varios minutos en ese estado con su cara en el váter, después se sentó en el piso con los ojos cerrados, se sentía impotente, había generado una situación que no había podido concluir, maldijo en voz alta y se quedó unos instantes así, ya todo eso pasaría todo mejoraría y dejaría de sentir como si fuese una mierda aplastada.

-Lo siento -Estiró su mano y le acaricio su mano -No quise ser ningún tipo de calienta huevos-Dijo esto último en español.

Él la miró confundido sin poder entenderla.

-No quería iniciar algo para dejarnos a medias -Sonrió con desgana, sintiendo que no se quería mover de ese lugar.

Ya pasaría, se repetía una vez más, William no dijo nada más y ella se incorporó lavo sus dientes el ácido de su estómago le hacía sentir extraña su boca. Lavó los restos de vómito y caminó con él hacia la cama y se recostó. Miró a William y le pidió que se acercará.

-Quiero que terminemos lo que iniciamos -Lo haló y esta vez lo acostó en la cama buscando la bragueta de su pantalón.

Él la miró con esa sonrisa lobuna que acostumbraba poner cuando andaba encendido y que a ella la enloquecía. Esta vez sin prisas lo besó y dejó que tocara cada parte de su cuerpo, lo necesitaba y quería estar con él, muy en el fondo sabía que lo qué sentía había crecido y no había vuelta atrás, con William Tilman estaba hasta el fondo y no le importaba demostrárselo.



Se miró al espejo una vez más, aquel día presentaría su dimisión de manera personal, al igual que ofrecería disculpas públicas a las personas que se habían visto afectadas en el incidente.

Volver a la vida había sido más difícil de lo que creía, el detective Ilam Woods la había recibido con una serie de preguntas extrañas, además el juicio contra la petrolera había iniciado, sí años atrás había evitado ser una figura pública en ese instante su rostro estaba en la mayoría de los medios.

Ese día era el final sería el último día de Marie Keller como CEO en el grupo Keller, después de eso había decidido apartarse de los asuntos del grupo y de esos hombres, ya había llegado a su límite no quería desperdiciar su vida nadando en contra de la corriente y sabiendo que ella nunca podría ganarles, esos hombres siempre terminan saliéndose con la suya.

Así que aunque Aiden le había preguntado sobre la ejecución del virus ella finalmente había desistido, le había prometido a William que ya no se metería en eso y así lo cumpliría.

Le avisaron que ya era hora de salir y pronto se vio en el auto directo a la rueda de prensa en donde haría oficial su dimisión, había creído que podría intentar ser más lista, intentar luchar por su vida, pero lo único que había logrado había sido era crear un caos, Pauline incluso había salido lastimada y eso la hacía sentir muy mal.

Después de ese día en el hospital ninguno de los dos volvió a tocar el tema, pero no podía evitar pensar en lo que le había sucedido muchas veces y cómo en el pasado, quedarse en el balcón de la suite despierta, sintiendo la culpa de sus actos.

Al llegar a la sala de conferencias, notó que Aiden le sonreía, se acercó a él con una leve cogerá, días después de estar en el hospital había ido a visitarla todos los días y una vez llegó a París, la iba a ver casi todos los días, no podía decir que le molestara, sin embargo, sentía que era innecesario tanta intensidad.

-Aiden te agradezco todo, pero no es necesario que me sigas a todos lados.

-Déjame hacerlo y no rebuznes -Le dijo jovial.

Marie no le dijo nada más y continuó, realmente no quería ponerse a discutir sobre el asunto, últimamente no le provocaba relacionarse, William la visitaba cuando podía y si era sincera era la única persona con la que se sentía cómoda.

Suspiró realmente inquieta y en silencio, no le apetecía hablar, el único que sabía el motivo de esa reunión era William. Las puertas dobles se abrieron y un grupo de hombres trajeados la acompañaron hasta el salón, mientras Aiden se quedó a un costado y ella le sonrió levemente. Los flashes comenzaron a dispararse, no le gustaba eso y sabía que nunca se podría acostumbrar a tanta atención.

Se sentó en la mesa y comenzó a leer el discurso que había redactado anteriormente, cuando llegó al tema de su renuncia del grupo Keller escuchó murmullos y cómo los periodistas comenzaron a teclear en sus laptops.

-Finalmente -Continuó Marie -Pido perdón por cada una de las personas que se vieron afectadas en este hecho tan lamentable. -Aunque realmente su culpa residía por una sola persona en concreto.

Terminó su discurso con dificultad, se sentía mareada y fatigada quería volver a su habitación y descansar, le hicieron tres preguntas y salió del lugar no pensaba contestar más de lo necesario, los periodistas no quedaron satisfechos, pero a partir de ese momento esperaba volver a su vida de anonimato.

-¿Y ahora qué? -Le dijo Aiden sonriendo.

-No lo sé Aiden, no quería seguir en el grupo y fue lo que hice -Él le asintió comenzó a caminar a la salida quería irse, pero había más periodistas a las afueras y eso la molestó.

Comenzó abrirse paso, pero poco antes escuchó un grito.

-¡Asesinos! -Dijo una mujer con furia lanzándoles un tomate en su cabeza- Tan solo debería morirse -Intentó lanzarle otro tomate, pero los hombres la detuvieron.

Sintió otro golpe en su espalda, había un grupo de manifestantes, los guardas reaccionaron de inmediato y la entraron en el auto rápidamente y cerraron la puerta, miró como personas furiosas rodearon el auto, gritaban y llevaban carteles. Aiden logró entrar al asiento delantero poco después.

Tal vez debería olvidarse del anonimato, inevitablemente las consecuencias de su estancia en el grupo apenas comenzaban a ser evidentes, apretó sus manos mientras movía uno de sus anillos en silencio, mientras observaba como afuera intentaban contener a la multitud. Recogió sus pies y se recostó de forma pesada, en ocasiones no podía evitar sentirse fatigada o con náuseas.

- ¿Te sientes bien? -Aiden hizo que alzara su cabeza.

-Ujum.

Respondió Marie sin quitar su vista del cristal, miraba fijamente una mujer que luchaba por hacerse paso en medio de la multitud, tenía una pancarta que decía abajo el grupo Keller, pasaron varios minutos antes de poder esparcir la multitud y el carro reanudar su camino. Al llegar al hotel, había más personas esperándola, los guardas se hicieron a los costados ayudándola a ingresar, cuando pudo entrar al lobby sintió que Aiden le tomaba la mano y la miraba.

-Aún era muy pronto debiste quedarte más tiempo en el hospital -ella negó con su cabeza.

Le parecía más importante arreglar los asuntos que tenía pendiente y estar en un hospital acostada, solo le haría perder tiempo y no le gustaba esa sensación, además de que una vez el mundo supo que estaba viva, no habían tardado en pedirle que rindiera cuentas de lo que había ocurrido en el grupo.

-Hermana -escuchó la voz de Phillipe su hermano, se giró con una sonrisa y él se acercó y la abrazó.

Poco antes de que las cosas se complicaran lo había enviado lejos, con la esperanza de mantenerlo al margen de todo y ahí estaba de nuevo con su cabello rubio y su sonrisa. Lo abrazó y ambos subieron a la suite junto con Aiden. Su hermano estaba emocionado contando cada una de sus aventuras, estaba emocionado por que había podido practicar la fotografía, una de las cosas que lo apasionaban y expresaba que deseaba en un futuro hacerlo de manera profesional.

Marie después de escucharlo por unos minutos, se despidió y los dejó en la sala mientras ella se fue a dar un baño a quitarse la peste, después que se cambió, se acomodó en el muro de su balcón, después del sucedido prefería estar sola y hablar solo mínimo, el solo pensar que Pauline había resultado lastimada, además de otras personas que habían resultado muertas no le agradaba, sentía un algo extraño que no la dejaba estar tranquila.


....


Habían pasado varios días desde que había vuelto a ver su hermano y éste había decidido quedarse, esporádicamente se veía con William y Aiden finalmente se había ido. Lo último que le faltaba era buscar todos los documentos que había obtenido hasta el momento, no podía dejar cabos sueltos y que a largo plazo fuesen un problema.


Tenía la mayoría de ellos, los que dejó en su caja fuerte en el grupo, incluso parte de los que había dejado en su suite, solo le faltaban... Le faltaba parte de los documentos que tenía en la casa de François en Zúrich de cuando se quedaba con él y que al parecer él no sabía que los tenía en ese lugar.


Suspiró algo molesta, llevaba días pidiéndole a su asistente que le concertara una cita, pero él se negaba a verla, ni siquiera podía pasar al teléfono, así que estaba en un bar del centro de París, para verlo porque había accedido hacerlo por unos minutos.


Cuando entró notó el bullicio habitual, en la barra se encontraba François con Sébastien, el reloj marcaba escasamente las doce en punto del día y él estaba con una copa de vino rojo, hablando animado.


Sin ser invitada se sentó a un costado y cuando el barman la miró ella con su cabeza negó, no estaba ahí de visita social.


-Phillipe le comentó...

-Si -François la interrumpió se sacó un papel de su blazer- aquí está el código del antiguo apartamento en Zúrich.

-No hay problema - Marie tomó el papel - en cuanto saque mis cosas se lo comunicó a Phillipe.

-Ok.- dijo mirando su copa.

Marie le asintió y lo observó unos minutos, como de costumbre estaba muy bien arreglado, aunque lo notaba extraño a como solía recordarlo, era mejor no sumergirse y pensar de más cuando se trataba de él, por lo general sus cavilaciones no llegaban a nada.


-Elizabeth - dijo antes de que ella se incorporara y ella lo miró con sus grandes ojos azules esperando lo que él tenía por decir -Yo no sé si esto pueda me haga ver como un entrometido. Tu aun sigues saliendo con… -Marie entorno sus ojos y lo miró, el hombre que tenía en frente lo había visto muchas veces, frente a Annie o mujeres que insistían en buscarlo, no sabía explicar claramente si era su sonrisa suficiente o su pose déspota.

-¿Nuevamente el mismo tema? -Respondió Marie Elizabeth algo cansada de eso al parecer ella era muy poca cosa para un sujeto como William a los ojos de los demás.

François rió y Marie siguió sus movimientos, no era su habitual sonrisa, se escuchaba extraña.

-Sí y más cuando se trata de algo que te podría interesar. -Eso despertó su curiosidad.

-No creo que usted sepa algo sobre él que me pueda interesar.

-Para mí malestar lo vi hace unas semanas en Madrid - Marie lo miro fijamente hacía unas semanas le había pedido el favor de que hablara con Miss Bracho -hablaba con mi novia - prosiguió él - cuando intentó besarla a la fuerza afortunadamente ella se pudo defender. ¿Confías en un hombre como ese? ¿Uno que te engaña y jamás te dice lo que hace con cuanta mujer se le cruza por delante? 

Su pregunta era directa y punzante, él sabía mejor que nadie lo que la molestaba ser excluida de acontecimientos tan relevantes, si bien no le interesa que el tenga sexo con otras, le molestaba que se lo ocultara, eso lo consideraba infidelidad, habían hablado de sexo con otras y no había dicho nada. Además tomarlo a la fuerza lo hacía ver tan necesitado.

No, él mismo le había dicho que no tomaba nada por la fuerza, que era un acuerdo. Marie lo miró con su rostro plano y apretó sus labios, comenzaba a sentirse molesta.


-Si no es más me retiro -le asintió a ambos mientras salía del lugar.

Se sentó en el auto molesta, con las palabras de François en su memoria, “¿Confías en un hombre como ese?” Apretó sus bocas con tanta fuerza que sintió el sabor metálico de su sangre y sin poder evitarlo soltó un hondo quejido, hijueputa, comenzó a decir palabras de alto calibre en diferentes idiomas.

Sin pensarlo mucho decidió salir hacia Londres, el detective Ilam le había dicho que no podía salir de la ciudad, pero le importaba poco las advertencias de ese hombre, en ese instante deseaba preguntarle a William si era verdad, quería escucharlo de él y no de las palabras incitadoras de François.

Por un lado, se decía que era tonto ponerse en ese estado, ella confiaba ciegamente en él, pero por el otro, la rabia la consumía, no lograba explicar la decepción que comenzaba a gestarse en su interior. Él había sido honesto, incluso cuando la señora Hammer le había dicho sobre el supuesto romance, él le diría si andaba cogiendo con alguien más.

Afortunadamente, no opusieron resistencia al pedir el vuelo  y en poco tiempo se encontraba caminando por las oficinas de Tilman, había salido tan a prisa que no se había cambiado para el clima frío de la ciudad.

-Buenas tarde. ¿Puedo hablar con el señor Tilman? - Dijo en un tono pausado cuando estuvo en frente de Samantha la secretaría de William.

-Desde luego señorita Keller, pase. -Le sonrió la rubia, quien en algún momento la había echado de ese lugar.

-Gracias.

Marie asintió quería que se lo confirmara, era extraño, a pesar de que sospechó con que él salía con otras como jamás se lo confirmó y asumió que solo se veía con ella, incluso cuando le dijo que necesitaba un orgasmo, pensó que era porque hacía mucho no se veía con mujeres, era raro, esa ambigüedad.

Además aunque no era algo que le gustara reconocer odiaba que a él le gustara esa mujer, hablaron mucho de ella y no le había dicho nada. Abrió la puerta y lo vio sentado en su escritorio, como de costumbre tenía un traje a medida, aunque solo los usaba para trabajar, por fuera de este sus atuendos eran más informales, no le dijo nada solo lo miraba y fue William quien se puso de pie al verla y le sonrió.

-Fresa esta oficina se ve mejor contigo en ella.

Esa sonrisa hizo que por un momento su rabia se esfumara y sintiera una gran alegría al verlo, lo sabía, le quería y confiaba en él era algo que no lograba evitar.

Caminó hacia él mirándolo en silencio de repente no tenía palabras, William se acercó y le dio un beso en sus labios y la sensación cálida de su lengua la hizo estremecer, lentamente sus bocas se separaron y Marie lo seguía mirando en silencio no sabía si decirle todo o simplemente dejarlo pasar.

-¿Qué ocurre Fresa? ¿Por qué te ves tan pálida? ¿Tuviste esos sueños de nuevo? Te prometo que arreglare todo para que te quedes conmigo.

Esa última frase hizo que le pasara un corrientazo por su espalda, solo pudo mover su cabeza en forma negativa, porque hacía dos días que no tenía ninguna.

-¿Si no es eso qué es? ¿Sigues preocupada por el asunto del atentado? Ya te dije que lo arreglaremos. -Si, ese era un tema que la preocupaba y William siempre la tranquilizaba, pero en ese instante no pensaba en eso.

-No se trata de eso - bajó su cabeza - se trata de ti.

Dijo esta vez algo bajo, con su rabia, tristeza y decepción todas juntas mezcladas, porque el hombre que le dedicaba palabras bonitas, no la había tomado en serio, le había mentido y sobre todo se había rebajado ante esa mujer.


-¿De mí? Bueno no veo cómo pueda hacer yo que tengas esa expresión tan fea, ya te dije que estoy arreglando todo para poder estar a tu lado, si es por eso debes estar más calmada, ya sé que te enloquece estar conmigo, pero debes ser paciente.

-No se trata de eso - respondió más seca de lo que quiso.

-Bueno Fresa entonces dime de qué se trata y déjate de niñerías, sabes que detesto cuando te pones así.

Ella se retiró un poco y lo miró fijamente.

-¿Besaste a la fuerza a Miss Bracho? 

Finalmente preguntó, quería darle el beneficio de la duda, era un tema importante para ella y esperaba que él lo tomara con seriedad, pero lo que recibió fue algo totalmente opuesto, William comenzó a reír muy alto y minimizó el asunto, como si fuese una tontería.

-Al parecer para usted yo solo he sido un mal chiste - Soltó esta vez con rabia al ver que reía sin parar.

Ahora si sentía que temblaba casi de la ira, él se acercó y le acaricio su mejilla y en ese instante se calmó sólo un poco, pero fue no más que William volviera abrir la boca para se sintiera nuevamente estúpida, le aceptaba que la había besado de repeso a la fuerza y ella no pudo evitar sacárselo en cara, a parte de las mentiras a Marie no le gustaba que él se rebajara, mientras para él era un beso sin sentido, para ella había sido con esa tediosa mujer que se había atrevido a juzgarla como si la conociera.

Además ¿con cuantas más había estado él? Miles de pensamientos se represaron en su mente y fue consciente de que temblaba. Incluso odió que le dijera Fresa y así se lo dijo, para él era un drama por un beso, para ella eran mentiras y además de que había obligado a esa mujer hinchándole el ego. Esta vez la postura de William cambió, se cruzó de brazos.

-Deja el berrinche y cálmate si te digo que no fue nada es porque no fue nada, nunca me he visto en la necesidad de decirte algo que no sienta.

Ella suspiró frustrada era una tonta y más porque en ese instante eso último que le decía era algo que le creía, él no era un hombre que no decía las cosas sin sentirlo, no solo lo sabía de primera mano, sino que incluso Matthew se lo había dicho, así que decir mucho al respecto no serviría, William tuvo sus motivos para obligar a Miss Bracho, sin embargo eso no implicaba que no se sintiera decepcionada de todo de saber que ella como idiota había creído que se contaban todo y que él no se rebajaba, con un escueto ok, se alisó su falda de pliegues y se levantó.

-Nos vemos después - se giró hacia la puerta, definitivamente era una tonta que le creía cada palabra mientras el estúpido de François disfrutaba lastimándola solo quería irse lejos de ahí ya lo había decidido era lo único que podía hacer huir como una cobarde.

Caminó a la puerta, no tenía nada más que decir, no quería hablar por el momento, deseaba estar en la comodidad de su habitación, dejar de pensar, necesitaba saber qué haría, no le gustaba creer que él le mentía cada que se le daba la gana, odió saber que mientras ella estaba cagada del susto el solo hubiese usado esa reunión cómo excusa para besarla, sintió un tirón en su brazo y alzó su mirada, se trataba de William que sujetaba una de sus manos.

-¡Hey ya!

William habló alterado y la miró a los ojos.

-Somos tú y yo contra el mundo -continuó William- si prefieres que te diga Marie lo hago, eso no importa, porque siempre serás mi dulce y amarga fresa, -Marie apretó sus labios, no era que no le gustara, simplemente sentía mucha rabia- ¿cuántos besos sin sentido? Eso me preguntaste- William se detuvo y lo vio alzar su rostro, parecía como si estuviera mal- centenares Fresa, no podría darte un número, más bien te diría que los únicos con sentido son los que te he dado a ti y a Lauren, no sé si esa respuesta sea suficiente, si no lo es dime qué más quieres saber.

Ella lo miró y entendió que esos besos sin sentido no habían sido forzados, no como había malinterpretado, sintiéndose tonta, William no era así. De forma curiosa le preguntó, con cuántas mujeres había estado después de buscarla en Argentina, realmente si era honesta se había sentido ambivalente al respecto, Marie de alguna manera sabía que él era promiscuo, sin embargo, había dado por sentado que no era un tema tabú entre ambos.

William la miró con intensidad y lo vio pasarse una mano por su pelo, se veía desubicado.

-No sé, pocas. Eso es difícil de cambiar, sobre todo cuando vas a un lugar y las mujeres se te lanzan encima. Pero de verdad fueron pocas Fresa, la mayor parte del tiempo te lo he dedicado a ti- lo vio alzar la mano derecha - y juro solemnemente que luego de lo que te pasó y buscarte como un loco no quiero besos de nadie más que los de mi Fresa.

Ella bajó su mirada sintiendo arder nuevamente su garganta, lo que decía en sí era contradictorio, no tenía lógica, él mismo declaraba que era difícil cambiar y en la misma oración de que lo haría, que sería fiel y eso era algo no le importaba, para Marie su promiscuidad no era el problema principal.

Y además le confirmaba algo que temía, desde que lo conoció evitó hablar directamente del tema del Grupo y los abusos, aunque no se lo estaba diciendo directamente, pero en cambio le prometía fidelidad y ambos sabían que eso no era posible en él, William insistía que sí, que la quería y que no era poco, pero, aun así, odiaba que no pudiera ser claro y no prometer cosas que no podría cumplir.

-...Si te digo que no importan es porque es así, -William continuó- no sabes lo frustrante que es sólo poder sentir orgasmos con una mujer. Lo de Rebecca fue más un desafío que otra cosa, odio sus ínfulas de grandeza, es sólo una puta barata que en nada se te compara.

Marie se alejó de él y volvió a los sillones que tenía en su oficina y se sentó, aun no lograba estar mucho tiempo de pie, recogió sus piernas, pero no quería oír más de lo que le decía, a cada argumento le encontraba una conjetura, no le hallaba lógica, al menos una que le hiciera entender, por qué se había convertido en un maldito roba besos de esa mujer Bracho y sobre todo por qué no le había contado. Si, él le decía que fue un desafío y quiso... Humillarla, ¿forzándola a besarlo? Le molestaba que a William también le gustara esa mujer, además Miss Bracho no era una persona que le interesara realmente, pero no podía obviar lo que le molestaba el tema, odiaba pensar que ellos dijeran cosas de él.

Así que, aunque lo entendía, sentía que había burlado su confianza al no contarle y cuando expuso eso último, William le explicó lo obvio: no mentía, solo era una omisión. Maldición, de alguna manera terminaba exponiendo algo que la dejaba sin argumentos, pues para ella era obvio. Esta vez acomodó su vestido, sentía que estaba sobre analizando la situación y su estado de ánimo no funcionaba, pues aún seguía furiosa.

-Debo irme - habló escueta y lo miró unos instantes luego caminó a la salida, era inútil, no llegaría a ningún lado.

-¡No Marie no te vas! - Escuchó su voz desesperada y sintió que tomó su brazo con fuerza nuevamente.

-Solo quiero dejar de pensar - explicó - aquí no dejó de hacerlo - se detuvo un instante, no sabía cómo continuar sin lanzar un comentario que lo lastimara.

Pronto sintió los dedos de William en su cara, él sabía perfectamente que al hacer eso era una blandengue con él, no podía resistir a que le tocara su cabello o sus labios, así que se quedó muy quieta, dejando que siguiera y se sentía estúpida porque no quería que se detuviera.

-Pues tendrás que pensar aquí, porque no te vas a ir, no me vas a dejar, no puedo con eso. -William habló y esta vez su mirada estaba puesta en otro lado- Mi vida era una mierda, ya eso lo sabes y tú haces que la mierda huela mejor, porque huele a campos de zarzamora y fresas silvestres y si tengo que...- esta vez sus ojos bajaron a ella, incluso se inclinó un poco para que se pudieran encontrar fijamente , sin darle tiempo a nada lo vio arrodillarse y Marie abrió sus ojos muy grandes, no, no quería que lo hiciera, no quería verlo arrodillado ante ella, él, no tenía que hacer algo como eso, en cambio a lo que ella pensaba él se aferró a su cintura y de forma automática ella llevó sus dedos a su corto y rubio cabello.

¿Eran ellos dos contra el mundo? No le importaba fidelidad, no le importaba, que prometiera cosas que quizás él no podría cumplir, solo quería confianza de hablar de esos temas y no ser la última en saberlo y que sobre todo no se metiera con Rebecca Bracho.

-Sabes que te quiero aun sabiendo como eras lo hice - alzó su cabeza y dejó de mirarlo, le reafirmaba que no debía cambiar y que eso se convirtiera en una carga, no pretendía cambiarlo, ¿para que si así le había gustado? - Pensar que era tu predilecta por momentos me llenó de una tonta alegría. -se sonrió en un suspiro, ya esa idea se había erradicado un poco, no pensaba en sí era relevante o no en la vida de él- Hacías que odiara el sofá en la que duermo y mucha cosa de mi rara existencia en las que antes me sentía cómoda.


Sus ojos se encontraron con los de William y lo vio mover su cabeza de forma negativa.


-Eres mi predilecta, no hay vida sin Marie, tú y tus rarezas- Movió sus cejas como solía hacerlo y ese gesto le agradó, era malditamente débil con él- ni siquiera las veo, quizás no seas tan rara Fresa. -Expuso como si fuese una revelación y si ella no se conociera tanto, quizás podría darle la razón- Y si lo eres no me interesa, estoy enamorado, desde hace mucho, creo que desde que te vi atada por primera vez, pero me resistí a aceptarlo.

Marie relajó su rostro al rememorar esa noche, era una de sus favoritas con él y le habló sobre la incongruencia del predicado, no era tan rara, pero se dejaba atar, a lo que William le restó importancia.


-No sé, no importa, eres tú y es eso lo que me gusta, de hecho- se separó de ella y lo vio caminar a su escritorio y lo vio con una bolsa de gomas de sus favoritas- te las compré.


Marie no pudo evitar curvar sus labios, hacía mucho que no las comía, sin embargo, volvió a ponerse seria, se había olvidado que estaba enojada, camino hacia él y se las arrebató lo miro y las abrió, William había aprendido que era fácilmente chantajeable con comida, las abrió y comenzó a comerlas.


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