La Heredera CAPÍTULO 49: Pobre niña, rica y huérfana

 






New York, mayo de 2015.


La mirada furiosa de Thomas se posó en el hombre que le sonreía con sus dientes teñidos de sangre, no era Black había seguido nuevamente una pista falsa y eso ya lo tenía cabreado.

-¿Crees que él mismo puso este cebo?-Aiden hablo haciéndole girar hacia él.

No lo había considerado, que quizá él mismo jugara con las piezas y lo hiciera ver un pendejo. Por un momento considero lo que Marie le había dicho sobre ser un católico acérrimo, luego que solo era un tema sensible en la vida de Black, ahora no sabía si él sólo usaba la confusión para camuflarse.

Finalmente el tema del imitador estaba aún abierto y no tenía mayores pistas y eso comenzaba a ser un verdadero dolor de cabeza.

-¿Qué piensas hacer con él? - Aiden volvió hablarle y Thomas lo miró sin responder.

Era una buena pregunta, ¿qué haría con ese sujeto? Jugueteó con su encendedor y sonrió de medio lado, hacía mucho no asesinaba a nadie y sería una forma de entretención, además de intentar extraer información.

-Vete y gracias por ayudarme. -Aiden alzó sus manos, pero no replicó nada -No le cuentes nada de esto a Marie, si notas algo extraño a su alrededor por favor no dudes en decírmelo, ella no lo hará.

-Ok -contestó de forma escueta Aiden y salió de la habitación.

-Te vas a condenar en el infierno-El hombre habló por fin, mientras reía como maníaco.

Thomas no le contestó y sonrió mirándolo fijamente, luego sacó sus herramientas y las comenzó a acomodar a un costado. Desde temprana edad le había llamado la atención todo lo que tenía que ver con el cuerpo humano y su función, había leído libros sobre anatomía y fisiología tenía información de cada parte de éste y podría experimentar.

Acomodó al hombre en una camilla metálica y lo amarró de sus tobillos y muñecas, no fue difícil dado su gran contextura, además de que el hombre llevaba un par de días sin alimentos y se veía realmente disminuido.

No podía explicar el placer que le proporcionaba tener el aliento de vida de alguien más en sus manos, ver el rostro contraído y como lentamente se esfumaba la humanidad. Pronto la risa sardónica de ese hombre se convirtió en gritos de horror mientras el devanaba parte de sus isquiotibiales, no le preocupaba que hiciera ruido, era un lugar insonorizado.

-Él lo encontrará -grito y eso captó la atención de Thomas.

Así que si tenía que ver con Black, sin embargo eso, abría más interrogantes. Se tomó el trabajo de crear un señuelo, un escenario dispuesto para él. Se sonrió, Black era un contrincante digno, con una inteligencia superior que él mismo reconocía, porque en ese instante incluso no sabía qué pensar del imitador que desaparecía personas con acciones turbias.

Estaba en ese instante quitándole la piel con sumo cuidado, era un arte llamado taxidermia y que se empleaba en la extracción de pieles de animales y que se usaban en algún tipo de tortura y que personalmente era uno de sus favoritos por el rigor con el que se debía emplear la técnica.

Fue realmente sublime escuchar los gritos tintados de pánico, mientras no paraba de decir cosas sobre condenación y Black, sin embargo para ese punto no deseaba detenerse se encontraba fascinado ante el espectáculo de sangre que en ese instante le generaba. Su móvil comenzó a vibrar y Thomas lo miró con recelo, debía terminar su diversión antes de lo que había creído. 

...

Marie acomodó uno de sus anillos nerviosa, investigar los trapos sucios de Jacques LeBlanc no era algo que le agradara, pero él había comenzado a molestarla con ese tema de las subcontrataciones y con esa amenaza de que la enviaría a prisión. Al menos ya tenía cosas suficientemente delicadas sobre Heinz Hammer que le podrían servir de respaldo, faltaba el padre de Thomas y en ese instante iba por algo que le ayudara a hundir a Jacques.

Nuevamente llevaba días sin dormir, pero al contrario de las veces anteriores sentía una adrenalina correr por su cuerpo, de una forma extraña y que no podía explicar todo eso la emocionaba. Por momentos se convencía que no se trataba de una venganza que era algo que solo usaba para defenderse, pero en el fondo esos sentimientos de rabia la tomaban desprevenida y se regocijaba de solo pensar en verlos destruidos en hacerles sentir dolor.

Alzó su vista al edificio, se encontraba en Madrid, en donde Crystal había logrado ubicar a la Señorita Bracho, se encaminó hacia la portería, en donde le dieron un pase de visitante y después de requisar y comprobar las identidades de sus guardas los dejaron entrar, le informaron que ella estaba en uno los últimos pisos, tomó el elevador mientras cerraba sus ojos tratando de tranquilizarse debía intentar no mostrar desespero o ansiedad.

Las puertas se abrieron y el sonido de teléfonos y personas tecleando fue evidente todo era caos, corrían de un lado a otro, se acercó a una de las secretarías, debía intentar verla sin que la anunciaran, no sabía si miss Bracho accedería.

-Señorita ¿que desea? -Dijo una mujer que pasaba por el lugar.

-Sí, buenos días -Le sonrió -Vengo a ver a Samuel, tengo un asunto que tratar con él -mintió en español con su fuerte acento, esperaba ser convincente, Crystal le había dado el nombre del jefe del lugar quizás, mencionar su nombre y su vestido Armani y joyas caras hicieran el resto, desafortunadamente el mundo estaba llevado por las apariencias, aunque en este caso eso sirviera un poco.

La mujer la vio de pies a cabeza, se detuvo un instante en sus zapatos de marca y en el gran anillo de zafiro color índigo que tenía, estaba muy bien vestida y parecía alguna clase de rica extranjera.

-Deme un momento le aviso.

Marie asintió, pero en cuanto ella se retiró comenzó a caminar por los pasillos, Crystal le había dicho que la oficina de miss Bracho estaba cerca de la sala de redacción, los niveles de hackeo de ella a veces la aterraba, incluso había conseguido un mapa del edificio, buscó por los pasillos de forma detenida, aún uno de los guardas estaba tras ella, desde el episodio de Gerard parecía como si fueran su sombra, recorrió uno a una de las oficinas hasta que pudo divisar un salón con el letrero Sala de Redacción.

Sonrió satisfecha por estar en la dirección correcta y siguió de forma lenta el pasillo, hasta que pudo ver el nombre de ella en una de las puertas, se paró en el umbral la puerta estaba abierta y vio a la señorita Bracho con un hombre a su lado, dejaron de hablar y ambos se miraron en silencio, Marie suspiró y saludó en español con su acento particular.

-Buenos Días - Todo fue silencio.

Marie apretó sus labios, Rebecca Bracho la miraba fijamente, no sabía exactamente que expresión tenia si era de indiferencia o rabia, la última vez que se vieron en ese baño había sido amable, pero en ese instante no parecía la misma mujer de esa época, no podía negar que una temporada sintió envidia de ella por causa de François, sin embargo no era alguien que guardara sentimientos innecesarios. Comenzó a sentirse tensa, no le hablaban y ella solo había saludado, era el primer record caerle mal a alguien sin pronuncias mas de tres palabras.

-Buenos días. -Le respondió el chico de cabello alborotado esbozando una gran sonrisa y por un momento Marie se sintió aliviada quizás no todo estaba perdido, las sonrisas en el lenguaje corporal trasmitía confianza, alegría o satisfacción, su esperanza renació, quizás miss Bracho podría ayudarla y por qué no, ella también hacerlo diciéndole lo que sabía.

En ese momento miss Bracho dejó de mirarla y Marie dió por hecho que como el hombre la había saludado tenía permiso de entrar, el guarda de seguridad comenzó a caminar tras ella y ella se giró, lo último que deseaba era que se viera como una amanezca entrando con un hombre musculado de 1,90 de altura.

-Por favor, espere afuera -Le dijo en Alemán.

-Sí, señorita -Le respondió el hombre saliendo del lugar. -Se giró y nuevamente todo fue silencio e incomodidad.

Maldición, ¿qué pasó con la sonrisa de ese hombre? Buscó algo que le diera una señal, pero miss Bracho no la miraba, se veía muy seria, la detalló era una mujer hermosa, tenía una cabello castaño con visos rubios que le acentuaban, su rostro con una piel muy blanca con labios rosados, entendía por qué los hombres enloquecían por esa mujer, era imponente y en ese momento se sentía algo intimidada.

-Siento ser inoportuna y entrar sin cita previa -Miró al chico de cabello desordenado y luego a miss Bracho.

-Es una costumbre.

Miss Bracho habló con desdén y sus alarmas se volvieron activar, la conoció en ese baño, le dio su pendiente y hablaron someramente, no la había vuelto a ver y esa referencia era como si tuviesen algún tipo de contacto así que no tomó el comentario de forma personal.

Finalmente Marie sonrió totalmente relajada sin darle importancia a la respuesta áspera de ella, realmente se estaba jugando una carta muy importante y bueno como dijo Crystal debía sacar su encanto perdido, vio a Miss Bracho relamer sus labios y mirarla fijamente así que tomó un impulso y expuso el motivo de su visita.

-Seré directa y no le daré evasivas acerca de mi presencia en este lugar, se lo importante que él es tiempo para personas ocupadas para ustedes -Vio como la mujer alzó una de sus perfiladas cejas y ella miró el reloj intentaría ocuparlos menos de cinco minutos, no quería ser inoportuna - Hace unos días usted hizo un artículo muy interesante sobre el conflicto sirio y su relación intrínseca con la petrolera LeBlanc, quisiera saber algunas cosas acerca del tema y creí que usted me podría ayudar al respecto.

Miss Bracho no dijo nada, tan solo la miró parca y se irguió en su asiento, ¿debió decirle que ella también tenía algo de información? Esa mujer comenzaba hacerla sentir impaciente, porque no le decía nada y solo seguía mirándola.

-Señorita Keller, todo lo que quiere saber del tema ya está dicho en ese artículo, ahora conozco a alguien que se especializa en todo lo relacionado con los LeBlanc- La vio moverse con soltura por su escritorio, pero parecía que ella no la entendía, no deseaba saber chismes sobre esa familia, era obvio que lo que ella publicó no lo tenía ningún otro periodista o ya lo hubiese leído.

-No he leído un artículo con semejantes argumentos de manos de otro periodista.

-Ni lo va a leer, Becca es muy cuidadosa- intervino el chico de cabello revuelto y le volvió a sonreír, tenía una expresión afable le confirmaba lo que había pensado, pero la expresión en su rostro cambio cuando miss Bracho lo miró como si lo mandoneara con sus ojos.

-Le aseguro que mi amiga es una experta en el tema de los LeBlanc.- Miss Bracho se dirigió a ella.

-No me interesa saber chismes rosas de aquella familia. - le asintió - Pero ya que se niega de forma tajante -Quiso advertirle, finalmente ella sabía qué esos hombres no se andaban con rodeos, pensó que al menos debía advertirle que Jacques LeBlanc no era alguien bueno y qué podría salir perjudicada, sabía de primera mano lo que eran capaces, a ella le habían arrebatado todo simplemente por temas de negocios-solo le puedo decir, no se meta en algo que no pueda advertir las consecuencias.-Ella sin embargo no había tenido que mover un solo dedo para que se desquitan con todo.- Usted no los conoce a ellos siempre terminan metiéndose con lo que más se quiere.

Miss Bracho la miró con odio o bueno eso decía su ceño fruncido y sus mejillas sonrosadas además de la contracción de sus pupilas, definitivamente estaba enojada.

-Qué sabe una pobre niña rica y huérfana acerca de la vida, usted no ha visto las cosas que yo he visto. No soy una principiante como para desconocer en qué me estoy involucrando cuando escribo algo. -Miss Bracho guardó silencio y le señaló la puerta-Retírese de mi vista y jamás vuelva a buscarme o le pondré una caución por acoso.

Marie sonrió levemente, estupefacta ¿ahora que le había hecho a ella? Aunque tenía un punto técnicamente la había tenido que acosar para poder hallar su oficina. Pero bueno allá ella si no le creía, pero sabía que el tiempo le daría la razón el infierno que se vive por cuenta de ellos era insostenible y realmente no pensaba darle pormenores, podía ser mala leyendo intenciones, pero era evidente que no estaba receptiva.

-No creí que hiriera susceptibilidades lamento tomar parte de su preciado tiempo, tenga un buen día - Asintió saliendo del lugar, pero sintió que el chico la acompañó hasta el pasillo, vaya era muy amable.

Sin mirar atrás se devolvió por los pasillos que antes había recorrido, su sonrisa se desvaneció, no había tenido éxito aquella mujer la había echado y no pensaba decirle nada, había querido advertirle que más allá de lo que ella había podido vivir en aquel conflicto, ellos harían cosas peores con tal de callarla  al igual que a ella misma, eran simples fichas descartables.

Salió del lugar sin mirar a nadie más, nuevamente el desespero comenzaba a invadir necesitaba saber cosas que le permitieran saber a qué jugaba. Una llamada en su móvil la sacó de sus pensamientos, era de la oficina, no dejaban de salir complicaciones con el nuevo Resort, debía viajar a París en donde la esperaban los miembros de la junta con una reunión extraordinaria, sin embargo sólo dio algunas órdenes por el móvil y prefirió ir a Londres donde él, lo extrañaba demasiado, quería verle antes de retomar funciones en la oficina, darse un respiro y darle algo que había conseguido para él, así que pidió un cambio de planes verlo unos minutos la haría pensar en otras cosas.

El vuelo relativamente corto le pareció algo largo, el tiempo era realmente valioso y en momentos así le era inevitable pensar en aquello, el auto se dirigía a su lugar de trabajo. Caminó por todos los controles que había en la planta baja, hasta que llegó a donde su impecable secretaria.

-Buenos días - Le sonrió levemente - ¿podría ver al señor Tilman?

-Desde luego señorita Keller, permítame le informo- descolgó el teléfono y le marcó a William, segundos después le informo a ella que siguiera. Marie le asintió y caminó hacia su oficina, toco levemente la puerta y luego entró.

-Hola tú- Le dijo con una leve sonrisa.

-Hola Fresa. -Le respondió él con su voz gruesa, detalló su rostro y se sintió tranquila de poder estar con él unos minutos.


Marie camino hacia el escritorio de William y puso su mano sobre los papeles que tenía ahí.


-Vengo a ser una molestia, - bromeó sonriendo - y alejarte unos minutos de estos papeles tan aburridos - le dio un beso en su mejilla.-William dejó de mirar el ordenador y se giró a ella.

-¿Por qué una molestia? -Preguntó desconcertado ante su declaración, ella sabía cuánto le gustaba trabajar y era minutos que le robaba de su tiempo, así que se acercó a su oído y le susurró juguetona.

-Sé que te gusta mucho, trabajar - Se rió aunque aún no dejaba de pensar en lo que había sucedido en Madrid.

-Me gusta mucho, sí, pero tú también me gustas mucho.

Marie se sonrió, él solía decirle eso, que le gustaban cosas, pero que ella le gustaba mucho, quiso sentirlo así que se hizo espacio y se sentó en sus piernas.


-Ok, entonces estamos a mano - Expuso por que a él también le gustaba muchísimo.

No pudo evitar suspirar pensativa, realmente, no entendía por qué todo había terminado de esa forma con miss Bracho, sólo había querido advertirle, finalmente ella había pasado por muchas cosas a costa de ellos. Hubiesen podido intercambiar datos quizás, no lo sabía muy bien, pero definitivamente nunca le había caído a alguien tan mal sin tener que abrir mucho su boca.

-Yo la fui a ver. - Dijo de repente- Pero no conseguí nada

-¿De qué hablas Fresa?-Lo sintió titubeante.

-Del artículo aquel -respondió escueta porque se había distraído y entendió que hablaba sin contexto.

-¿Sigues pensando en eso?

-Sí, Jacques aún me tiene en un lío jurídico y ahora sospecho que no fue por Alice.


William soltó el aire.


-Crees que el mocoso y su vieja tienen que ver. -Marie abrió sus ojos pensativa.

-Umm, no había pensado en eso, finalmente lo que ella publicó no le favorece a la petrolera.

-Entonces no entiendo tus asociaciones Fresa- le dijo algo irritado.

-Creo que lo que sucede en Siria tiene que ver con lo que me pasó a mí con él con esas subcontrataciones, sacaron a personas de sus tierras de forma injustificada además de que hay muchas irregularidades en las contrataciones.

William se enojó y la hizo parar de sus piernas al parecer ese día estaba haciendo enojar a todo el mundo y no sabía el por qué, lo vio pararse y caminar hacia el gran ventanal de su oficina y ella se acercó algo tímida sin saber que lo había puesto de esa manera, tocó su meñique y jugueteó con este.

-Yo estoy desesperada, lo siento, solo quiero que todo acabe y poder descargar todo el equipaje que llevo a cuestas.

-Deja eso, los asuntos de Jacques no deberían de concernirte Marie.

-Ok - dijo ella suspirando - No entiendo por qué ese hombre sigue con aquello. -volvió a insistir, él decía que no le concernía, pero el seguía con esa maldita demanda, además la firma de François estaban en muchos de esos papeles, quizás como decía William él sí tenía algo ver

-¿Con aquello?

-Sí, quiere que el grupo asuma todo lo que ocurrió en aquel incidente, aún estamos en litigio porque el asunto es más serio de lo que parecía en un inicio y muchas cabezas pueden salir rodando, incluso de forma irónica aunque no tengo nada que ver podría ir a prisión. Por eso necesitaba esa información. - suspiró frustrada.

-¿De qué información hablas Fresa?- Se giró hacia ella.

-La que tiene la señorita Bracho.

-Ya veo. -Dijo escueto y ella se sintió mal en contarle cosas que no los llevaban a ningún lado, finalmente él le había dejado claro en Bariloche que era un asunto que era mejor que no se metiera.

-Yo solo quería verte y terminé hablando tonterías.

-Pues son cosas que te importan.

-Gracias, - le sonrió se empinó y tocó levemente su cara, solo deseaba ser escuchada sin sermones y él a veces lo hacía, en otras si la sermoneaba, pero en general se sentía a gusto.- Son cosas que me importan pero que comienzan a incomodarme. También te traía algo - dijo de repente saliendo de su letargo -Se metió la mano a su abrigo y sacó una caja rectangular se la pasó, dentro tenía un puro que pidió especialmente para él. -Supe de alguien que los hace de forma artesanal en la isla donde se hace el resort son realmente únicos.

William recibió la caja y se sonrió.

-Gracias Marie.-Ella tomó su blazer y se empinó un poco y le dio un beso en su mejilla.

-Me voy, ya te vi. - Le sonrió y caminó al escritorio y tomó su bolso - Fue realmente lindo verte - dijo más animada, en la alegraba su vida de una forma misteriosa.


Se giró y William devolvió la sonrisa.


-Está bien, fue una linda visita y ya no te estreses más por esas cosas, ve y te das un baño y relájate.

-Lo haré, últimamente me gustan los baños de tina - ella se detuvo un instante pensativa, cada vez que tomaba uno aprovechaba para tocarse y eso le quitaba cualquier estrés. Miró a William y recordó lo que le había contado de escuchar a miss Bracho y a Matthew teniendo sexo, ¡claro él la conocía! - Tú eres conocido de la Señorita Bracho, podrías tener mejor aceptación que yo. -William la miró plano

-¿Qué es exactamente lo que quieres?

-Que obtengas de ella información, - Marie se quedó en silencio sonaba tan ridículo lo que le pedía que se arrepintió en el acto- tienes razón estoy algo estresada y ya comienzo a delirar.

William se rascó la cabeza y Marie comprendió que era un pedido absurdo, quería información deseaba saber qué estaba ocurriendo en Siria porque sentía una fuerte conexión con lo que le estaba ocurriendo en el grupo además de que no quería la tomara desprevenida, con ese asunto que comenzaba tallarla.

-No te vas a quedar tranquila con ese asunto ¿verdad? Marie ¿recuerdas el juego del gato? -William habló y ella alzó su mirada, no se oía enojado.

-Lo siento, no debo buscar lo que no se me ha perdido - sonrió abatida, quizás debía dejar las cosas tal como estaban. - No la buscaría si no estuviera realmente desesperada. Lamento ponerte en aprietos. - Bajó su mirada, debía salir de ahí nuevamente comenzaba a sentirse impotente.

-No me estás poniendo en aprietos- habló William relajado- si realmente quieres que vea a Rebecca lo haré, pero no deberías jugar a eso, eres muy curiosa y sigues siendo un ratón.

-Los ratones también son ágiles y logran sortear las trampas de los gatos - Se sonrió -Yo dejaría el asunto de lado si él lo hiciera conmigo.

-Está bien gatita, está bien, si eso te hace sentir mejor hazlo, pero yo que tú no miraba las alfombras de la gente.

Marie lo miró curiosa, ¿hablaba de alfombras? ¿Era equivalente a personas de bajo nivel? Eso hizo que su cerebro se pusiera en marcha ¿y si Jacques no fuese el verdadero malo? ¿Y si alguien más estuviera detrás de él? Desvió su mirada hacía el,

-Ya fui vampiresa ahora puedo ser una gatita - bromeó.

-Eeeh no, no soy amante de los juegos de roles, prefiero ser yo y prefiero que seas tú, lo de María Antonieta fue una excepción más que aceptable y lo de la vampiresa una sorpresa agradable, pero no más disfraces en la cama Fresa, que para disfraces tenemos suficientes con el día a día. -Marie evitó reír eso le pasaba por querer complacerlo en todo, finalmente aceptó ese disfraz de vampira porque William se había escuchado tan entusiasmado.

-Tan solo bromeaba sabes que no soy amante a los gatos, -solo intentaba bromear con lo que él le había dicho del juego del gato y el ratón, pero era realmente pésimas haciendo bromas-además lo de la vampiresa fue tu idea - le saco la lengua, William la sujetó por el cuello y se la mordió la lengua y Marie emitió un leve grito de placer.

-Para no ser amante de los gatos te encanta jugar el juego del gato.

Marie le sonrió coqueta, pero su esfuerzo fue nulo porque para William los felinos dimensionan toda la situación y ella no lo hacía según él.

A veces sentía que él sabía algo más, siempre le decía que no se metiera, que no sabía realmente qué sucedía, pero no pasaba de esas palabras. Lo que él no entendía era que ella no deseaba meterse en nada y que eso parecía ser un problema para Jacques LeBlanc que ella no se involucrara, sólo deseaba que ese hombre la dejara en paz.

-... Ya te hablé de mis planes de matar a Marie Keller - le guiñó un ojo y se acercó más a él y le dio un leve beso en sus labios, aunque le había dado uno en su mejilla añoraba sus besos, deseaba que la tocara, era una lástima que a él no le ocurriera lo mismo.

-¿Tus planes? Creí que eran de Elizabeth Davis y míos, me encanta tirarme a esa vieja.

-Oh es verdad hoy no me veo como Elizabeth, - se lamentó de forma juguetona -pero a ella también le encantas.

-Salúdamela y dile que quiero que follemos el fin de semana,-Marie abrió sus ojos emocionada y asintió, al menos ya pensaba cogérsela así tuviese que esperar al fin de semana- me desharé de mi fría novia.

-Sí, déjala de lado -Habló entusiasmada -y ten una noche excitante con ella. Por ahora tu fría novia pide un beso - Dijo tímida, le emocionaba el encuentro del fin de semana, pero deseaba besarlo y ya no se aguantaba.

-¡Oh! ¿Cómo negarse a esos ojos?

William la llevó hasta él y la besó con hambre, como sólo él solía tocarla, haciéndola sentir única, aunque era consciente que no lo era, Marie acarició el cabello de William y cerró sus ojos, él era alguien tan fantástico le encantaba todo lo que le hacía sentir, ahora no le daba miedo decir que le quería, no tendría miedo y tan solo disfrutaría a su lado cada instante, no deseaba desaprovecharlo, metió su lengua y exploró su boca de forma osada la mordió levemente y después se separaron.

-Creo que mi novia no es tan fría.

-Tu fría novia también puede ser una total zorra contigo.-Habló sin reparos, porque así se sentía, tan mojada, tan sucia y decadente.

-Uff- Él la alzó del suelo y la sujetó por sus muslos.

-Incluso hay momentos que se toca pensando en ti - le susurró al oído, esta vez ida por el deseo, imaginando lo que su lengua haría con sus pezones.

William la besó con ardor y la puso sobre el escritorio sin inmutarse por correr los papeles que tenía encima, subió su vestido hasta su cintura y su toque hizo que su cuerpo se arquera, sintiendo su sexo humedecerse, Marie contrajo su rostro de placer, le beso sin contenerse y acarició su lengua con la de ella la atrajo hacia su boca y la mordió levemente soltando un quejido, hijueputa se sentía tan bien, sentirlo sobre ella, tocando su cuerpo deseándola, quería gemir junto a él.

Marie retiró su mano un instante y recorrió su vientre llegando hasta sus pechos y los masajeo de forma rítmica luego lo miro coqueta y volvió a besarlo, totalmente perdida nunca se había sentido así con un hombre, aunque su limitada experiencia le decía que era tonto pensar de esa forma no tenía como comparar, sin embargo con él era todo tan intenso que aun si tenía a alguien después de él sabía no sería lo mismo.

William abrió su bragueta y saco su pene erecto, Marie se relamió sus labios se veía tan necesitada y realmente no le importaba que él se diera cuenta, no era como si sufriera de vergüenza, lo vio como se puso el condón sin perderse detalle, era grueso, grande y ella necesitaba sentirlo, pero él no la penetró y comenzó a juguetear con la punta de este en su clítoris mientras ella se retorcía, estaba tan lista para tenerlo dentro cuando de repente se enterró en ella hasta el fondo y sentirlo fue algo explosivo, los conocidos jadeos, el olor que emana de sus encuentros y la fuerza con que jalaba su cabello mientras salía de ella para para volverse a hundir en su interior.

Marie lo rodeó su cintura con sus piernas atrayéndolo, mientras hacía leves ruidos totalmente perdida la sensación del dolor que generaba cada vez que jalaba su cabello eso hacia las sensaciones más intensas, movió sus caderas acercándose a él apoyó sus manos en la mesa y él siguió embistiéndola cada vez más fuerte como perdido en frenesí de su cuerpo.

Ella sentía los espasmos en su cuerpo haciéndola moverse aún más contra él, mientras hacía movimientos con su boca, conteniendo sus gemidos, su vientre se contrajo al igual que su sexo, sintiendo la fricción de forma intensa, mientras William subió las manos a sus pechos y empezó a apretarlos por encima del vestido, maldición se sentía tan bien que no pudo evitar gemir sin pudor mientras sentía como él seguía entrando y saliendo de ella.

Como si fuese un arlequín William movió sus pierna y las subió en sus hombros, de esta forma se sentía más apretado si era posible, así que sus cuerpos siguieron chocando, Marie dejó escapar un sonido y después apretó sus labios, la sensación era más intensa, sabía que para él aquello era un acto primario, pero ella comenzaba a sentirse diferente, ya no se trataba simplemente de lo que él le hacía sentir a su cuerpo sino cómo se sentía a su lado, los sentimientos que habían despertado hacía a él, movió su cadera un poco hacia los lados y sintió un corrientazo en su interior haciendo que empuñara sus manos.

Por un momento sus miradas se cruzaron, mientras seguían en el movimiento de sus cuerpos, él tenía una expresión muy seria tenía su ceño fruncido, William llevó su dedos a su boca y ella los lamió con deseo, pero ese acto no duró mucho porque sus grandes manos vagaron a sus caderas y aumentó el ritmo, sus orgamos llegaron y ella se arqueó, contrajo su rostro luego le miró fijamente detallando el cambio en los músculos de su rostro, ver su cara en éxtasis la encendía aún más, lanzó otro quejido ahogado y contrajo su sexo sintiendo el roce de ambos cuerpos, sintió un espasmo en su vientre y luego otro, sintió que llegaba al clímax, hasta que todo fue una explosión de sensaciones a su alrededor.

William nuevamente le halo el cabello y con su otra mano repasó el contorno de sus labios, con su rostro duro, Marie le sonrió de forma picara y se lamió sus labios de forma provocativa y William salió de su interior y como era su costumbre le hizo un nudo al condón y lo botó en una de las papeleras, sin decirle una palabra ni brindarle una señal buena.

Ella puso sus pies en el piso y se bajó su vestido, arreglándose un poco, tomó sus bragas y se las acomodó, alisó su cabello, lo observo en silencio mientras su respiración se regulaba, ella se acercó al escritorio y acarició su rostro que lucía tenso se sentó en sus piernas y lo abrazó, a pesar de todo lo que le sucedía, quería ese espacio solo de ellos, pero él se veía tan serio y preocupado, odiaba todo eso estar envuelta en tantas cosas que no había pedido.

Le dio leve besos de forma juguetona en su cuello y él le empezó a acariciar la clavícula, intentó romper el silencio.

-Eres tan hot, que incluso derretiste el glacial de Marie Keller -Bromeó, dándole otro beso en su cuello, abrazándolo, quería que sintiera que ella confiaba y estaba ahí para él.

-La vieja necesitaba una ayudadita, estaba demasiado reprimida -Marie frunció el ceño como si estuviera enojada.

-Quizás es algo nerd - le susurró.

-¡Qué va! Por mucho soy más inteligente y no soy tan aburrido.

Ella lo miró sonriente a veces podías ser tan suficiente, él no la creía nerd y eso le pareció curioso, porque básicamente durante toda su vida ella había pasado entre libros, había sido muy apática a coquetear con chicos, solo había existido Thomas, luego le gustó mucho François y finalmente el.

-O simplemente no le había gustado alguien lo suficiente como para sacar su zorra latente. -Se sonrió, pensando que ese año había tenido una vida llevada de miedos y frustraciones

-Eso suena lindo, Fresa, me gusta la zorra latente que llevas dentro. - le dio un beso en su frente y el móvil de él sonó.

William se centró en su conversación era su hermana Pauline y después de colgar estuvo largo rato en su oficina hablando de comida, diamantes y negocios, era agradable estar a su lado leyendo documentos y viéndolo concentrado en sus asuntos, era feliz, muy feliz, definitivamente William Tilman la hacía muy feliz.

...

Movió sus dedos haciéndolos tronar, estaba bajo mucha tensión, pero al menos tenía el documento de traspaso listo, había hablado con Nial y este había aceptado los términos, por un momento pensó en entregarle el grupo en pedazos, sin embargo estaba harta no deseaba seguir en ese lugar y era mejor comenzar los preparativos para hacerlo en un par de meses.

Su pensamiento de venganza había disminuido, sentía que no valía la pena mover un dedo por esos ridículos hombres, tan solo terminaría de arreglar el tema de las subcontrataciones, ya se había encargado de dejarles claro que el grupo daría la pelea incluso el grupo de abogados se sentía optimista.

Si solo era arreglar un par de asuntos más y podría dejarlo todo, salir de esas cuatro paredes, William la había tranquilizado después de hablar con miss Bracho y bueno Jacques LeBlanc no había intentado acercarse a ella. Era lo mejor no atarse a algo que solo la había tenido molesta por meses, finalmente como solía decirle su madre la venganza sólo la destruiría a ella misma.

Así que debía hacer algo su vida comenzaba a ser tediosa, William hacía que ese peso se alivianara por momentos, pero no era suficiente quería irse no quería demostrar nada, no lo necesitaba estar encerrada la comenzaba asfixiar su idea de vida no consistía estar encerrada en cuatro paredes, complaciendo a otras personas.

La puerta de su oficina se abrió y la risa burlona de Nial la molestó un poco, sin embargo prefirió estar en silencio, ya pronto lo dejaría de verlo, ya pronto el apellido Keller sería un nombre en un papel sin relación a ella.

-Me complace que por fin cumpla su palabra, la subestimé señorita Keller -Marie apretó sus labios.

-Tan solo debemos firmar y el abogado se encargará de hacer el traspaso, usted obtendrá mis acciones -El hombre volvió a sonreír triunfal.

-Quisiera invitarla a una velada de celebración -Marie se cruzó de brazos.

-No tengo nada que festejar, así que entre más rápido salgamos de esto, será mucho mejor.

El hombre la miró de arriba abajo, pero la puerta se abrió y no le dio tiempo de decir algo más, porque un hombre alto y con el ceño fruncido llegó a ellos, se trataba de Jacques LeBlanc, Marie se contrajo en su puesto incomoda, ¿qué hacía ese hombre en su oficina?

-Como siempre tratando de sacar ventaja de la situación, Nial -La voz gruesa y ronca de ese hombre retumbó por el lugar, Marie miró al hombre que en ese instante cambió su postura, se veía en una pose más sumisa.

-Se... señor LeBlanc,

-Si cree que se deshará de todo esto de forma simple-Esta vez Jacques se dirigió a ella- está muy equivocada -estiró su dedo índice y le alzó la cara a Marie de forma amenazadora -No señorita Keller, no lo hará saldrá de todo eso tal como lo hizo su padre: ¡muerta! Así que deje de hacer jugarretas de niña pequeña a mis espaldas -rompió todos los papeles del traspaso y la miró con furia - Y usted Nial, deje sus ínfulas de poder no crea que no lo tengo vigilado.

Marie apretó sus labios frustrada y todo lo que se había dicho de dejar la venganza de lado se había esfumado, ese hombre no la dejará nunca en paz, William le decía que se alejara de Jacques, pero ese hombre seguía presionándola ¿que podía hacer? No entendía nada, sabía que él quería ayudarla, pero también tenía claro que él era uno de ellos su posición era complicada.

Cerró sus ojos sintiendo furia, ya no quería ser la pobre chica, ya no quería que ese hombre la mandoneara cada vez que se la daba su hijueputa gana, salió de la oficina -escuchando detrás los gritos de Jacques- sin prestarle atención a Nial al parecer era otro peón con ganas de poder y ella... Ella nuevamente había caído de forma estúpida, "no te concentres en las alfombras" William le había dicho, pero en ese instante no sabía quién era una.

Se dirigió hacia su suite, necesitaba privacidad y realmente en ese momento se sentía muy enfadada, por eso cuando el auto se detuvo no esperó que el valet le abriera la puerta sino que simplemente salió brusca y entró al hotel sin saludar a nadie en ese instante un hombre golpeó su hombro y ella alzó su cabeza, era muy grande y musculoso tenía una cicatriz en su cara, sentía que lo había visto de algún lado él le sonrió y le mostró su diente de oro que solo resaltaba sus facciones bruscas, Marie se giró sin decirle nada y continuó su camino.

Entró a la habitación y se deshizo de sus zapatos y fue directo a su su laptop y la encendió e inició una video llamada con Aiden y Crystal.

-Roux, como siempre te veo tan guapa -Dijo Crystal


Marie sonrió y miró a Aiden.


-Marie, encontré algo que te puede interesar -Marie lo miró en silencio quería comentarle algo pero en ese instante dejaría que él hablara primero -estuvieran revisando tu historia clínica, intervine algunos mensajes de Jacques LeBlanc con Alice y desean declararte inhabilitada de tus funciones en el grupo.

Marie soltó el aire, entendía la actitud de ese hombre, que ella cediera sus acciones a Nial dañaba sus planes con Alice, soltó el aire molesta y sus ganas de venganza nuevamente renacieron, no podía dejar que ese hombre la atropellara de esa forma, no podía dejarse arrastrar por la corriente.

-Aiden quiero crear caos

-¿A qué viene eso de repente?

-Quiero que me cacen, alguien me dijo que era muy predecible eso de tratar de atrapar a la presa, así que quiero que lo hagan conmigo.

Le explicó lo que deseaba, primero buscarlo con la excusa de darle los documentos que le pedía a cada momento que le había dejado su padre, recordó como Lulz Security y Anonymous causaron caos en el 2011, según ellos en su activismo informático habían pirateado sitios y redes corporativas, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Departamento de Defensa de Estados Unidos y las empresas Sony, Sega y Citigroup.

Incluso si recordaba el episodio con Matthew Shepard en donde pretendían intervenir a KNC, en esta ocasión quería que la medicina se convirtiera en caos, pretendía darla en la USB en donde supuestamente estaría la información de su padre un potente virus que ella conocía ampliamente por cuenta de Aiden y Crystal, era un tipo de gusano que se camuflaba en el servidor y quedaba listo para activarse en el momento justo, pondría una bomba en el corazón de la petrolera y ese hombre perdería algo preciado: dinero.

Aiden la miró incrédulo entregarle eso a ese hombre sería ponerse en la mira básicamente sería la carnada y eso no le haría sospechar de la USB, no le importaba, hiciera o no hiciera ese hombre no la dejaría en paz, así que... Apretó sus labios cuando pensó en William, negó con su cabeza, ¿él entendería todo aquello aunque fuese incomprensible? Tenía miedo de encontrar la respuesta, de si el al final confiaba en ella o no, ya le había dicho que se alejara, pero si no hacía algo seguiría en aquello, cerró sus ojos y una lágrima rodó por su mejilla, cuánto hubiese deseado haberlo conocido en otras circunstancias, se repetía que no se arrepentía de nada, de lo que había vivido con él.

-¿Elizabeth? -Le dijo Aiden preocupado - ¿Estás segura de esto? Sabes que podrías morir.

-¿Qué más tengo que perder? -Le dijo abriendo sus ojos -Nada Aiden, antes podría conseguir la libertad de Phillipe.-Porque una vez terminara con ella seguiría con su hermano.

-Y ¿si esto es más grande que tú y termina aplastándolos a ambos?

-Moriré peleando, pero no pienso seguir muriendo en vida.

-¿William sabe de esto?

-¿Por qué lo mencionas?

-Tan solo creí que... él te ayudaba.

-Aiden no puedo ser una damisela en apuros -Dijo sintiendo como el corazón se le comprimía, ahí venía nuevamente ese sentimiento extraño - Por favor no me preguntes más por él. Yo quiero que Crystal prepare un virus potente, pero indetectable.

-Si, por supuesto -Respondió ella contenta -Rose, si mueres serás mi ídolo -Dijo ella emocionada -Nada más gratificante que una muerte trágica.

-¡Crystal! -Dijo Aiden enojado -Deja de hablar estupideces.

-Déjala Aiden, déjala.

Marie intervino y le sonrió, agradecía que la amara, de alguna forma nunca lo hacía y la despreciaba, pero en ese instante lo apreciaba, miró a Aiden en un camisa holgada gris y su cabello revuelto, les daba las gracias por todo, a veces se dedicaba a querer en el lugar equivocado. No, William no era una equivocación en su vida, si su vida estaba catalogada por etapas él podría catalogarse como su etapa más intensa, porque muchas cosas con él las vivió de esta forma.

-Adiós -Dijo Marie después de un rato - Yo estaré en contacto y Aiden deja de poner esa expresión, no me pienso morir.

-Si eso fuese tan sencillo - Dijo frustrado.

-Yo, me cansé Aiden, tan solo confía en mí - Le sonrió y él solo la miró serio cortando la comunicación.

No era momento para ponerse como una nena pequeña, las probabilidades de morir eran altas, eso no lo descartaba, pero también esperaba tener un plan de respaldo, se cruzó de brazos, esperaba al menos causar algún daño, esperaba poner fin a esa pesadilla.

....

La información que había recibido era realmente valiosa Aiden había logrado encontrar la ubicación de Jacques LeBlanc, aunque su agenda decía que estaría en otro lado su GPS lo ubicaba en otro ese hombre quería ocultar algo y ella lo descubriría.

Ahora caminaba por las oficinas del banco de Heinz Hammer de forma decidida, su corazón estaba acelerado y sus manos más frías de lo habitual, logró escabullirse por los pasillos con agilidad al parecer eso se estaba convirtiendo en algo fácil.

Después de la advertencia de Aiden había recibido unos documentos de parte de Jacques, en donde le daba el ultimátum, incluso amenazaba con declararla inhabilitada mental si no accedía a su acuerdo, el desespero de aquel hombre comenzaba a ser evidente, el artículo que había publicado miss Bracho había desatado una tormenta mediática que habían logrado apaciguar de forma somera, pero ahora mismo su situación no era la mejor, llego donde una de las secretarías que la miró de arriba abajo.

-Vengo a la junta - dijo ella de forma imponente.

-Señorita usted no está autorizada para estar en este lugar.

-No me entendió, no estoy pidiendo su autorización, voy a entrar.

-Señorita tendré que llamar a seguridad.

Marie la miro con una media sonrisa perversa en ese instante no estaba para jugar a la comprensiva se comenzó a acercar de forma pausada mirándola fijamente con sus grandes ojos azules, a esto se refería cuando hablaba de supervivencia no le interesaba qué medios podría utilizar con tal de hacerlo, comer cosas vivas, pasar en lugares extremos o incluso matar en defensa propia todas esas ideas rondaban en su mente, supervivencia se lo había dicho a William era algo que de alguna manera estaba en ella y que ahora mismo buscaba.

-No podría salir bien librada si continúa negándome la entrada - Dijo fría

La mujer tembló ante su mirada sin poder articular palabra se veía intimidante, Marie se río y se alejó de ella caminando hacia la sala de juntas, abrió la puerta de forma abrupta.

-¿Interrumpo? - dijo pausada en una actitud totalmente diferente a lo que ella era, de forma imponente entró al salón su ajustado vestido rojo resaltaba aún más el color de sus ojos, su largo cabello tenía leves ondas y un leve toque de maquillaje- Pero si entiendo que últimamente soy el centro de sus conversaciones -ladeo su rostro levemente.

Jacques se levantó y la miró con furia.

-¿Qué está haciendo en este lugar? - la gritó muy fuerte parándose de su asiento.

-No me grite - dijo calma - no funciono de ese modo, creí haberlo dejado claro en otras ocasiones.

El hombre la miró en silencio y ella repasó el lugar, estaba Jacques a su lado Patrick quien reía, después estaba Sergio Rodríguez, se detuvo un instante en él y lo repasó, cabello negro algo canoso y ojos grises como los de Matthew, era el que faltaba en aquella reunión, ladeo su boca levemente y continuó y ahí estaba William con su rostro duro e inexpresivo un corrientazo pasó por su cuerpo sin embargo no se detuvo en él y continuó, sabía que si lo hacía toda su determinación se iría al carajo.

-Hoy en día no se tiene respeto por las buenas costumbres- dijo Sergio planteó a la nada, pero evidentemente se lo decía a ella.

-Es verdad -dijo ella girándose a él -Ustedes viven de las apariencias habló punzante - sin evitar reír por la ironía de aquel hombre

Sergio rió, pero su risa no era empática, era más bien una advertencia.

-Qué impertinencia y qué ignorancia, aún no está preparada- le dijo escueto a la junta.

William enterró su cabeza en sus manos y luego volvió a alzar la mirada la instaló en los ojos de Marie y la observó frío y ciertamente molesto, ella lo miró fijamente y luego desvió sus ojos, tomó impulso, debía seguir adelante, nunca pensó que lo encontraría en aquel lugar, eso le hizo tocar uno de sus anillos levemente.

-Ahora soy impertinente e ignorante - hizo una pausa - Que ironía, que estúpida ironía -Dijo mirándolo fijamente, sentía tanto desprecio por esos hombres.

-Marie quieres callarte- habló William dominante y muy enfadado.

Marie lo miró en silencio y llevó sus manos a su cuello y sacó una delicada cadena y la halo viendo el dije, debía salir de ese lugar, pero antes entregar esa USB y si William seguía mandoneando sabía que declinaría de todo.

-Vaya esto será un espectáculo - dijo Heinz acomodándose en su asiento -cariño estoy disponible más tarde, quisiera probar ese apretado culo.

Marie se giró y lo miró gélida, pero con una calma asombrosa.

-Hace un año le dije que no me dirigiera la palabra. Absténganse de hablar, mirarme o tan siquiera tocarme - dijo asqueada y luego puso la cadena en la mesa - ¿Esto era lo que quería de mí? - Se dirigió a Jacques.

-Aún falta algo - dijo él tomando la USB.

-Que mal por usted no tengo nada más - Vio la carpeta en su mano y se la tiró - Es realmente ridículo que haga intentos tan tontos y desesperados. Apelar a mi salud mental no creo que resulte.

-¿No? -Dijo el pausado - Según entiendo usted es alguien inestable y violenta, incluso golpeó a una señora respetable de nuestro medio.

-Y cualquiera en esta junta puede dar fe de ello- apoyó Sergio.

-Supongo que les servirá el expediente de una adolescente y veo que eso de los chismes de pasillo es algo tan típico de los LeBlanc. - Se sonrió negando con su cabeza-. Mientras que usted me ve como una desquiciada yo lo veo a usted como un hombre desesperado, una marioneta a la que se le derrumba su imperio de arena. - Porque de alguna forma pensó que alguien más lo mandonea.

-Señorita Keller. - Dijo furioso - Por si no se ha dado cuenta usted en este lugar se encuentra en desventaja, ocupe su lugar.

-¡Qué circo es éste! ¿Vinimos a una junta o a un salón de belleza a ventilar chismes y asuntos de jovencitas evidentemente malcriadas?- Planteó Sergio poniéndose de pie.

-El mismo circo del que ustedes han participado por años, de qué se queja. Ahora soy malcriada porque vine a saludarlos, después de que ustedes lo único que me han enviado son mensajeros.


Sergio la ignoró y caminó a la salida, desde allí se volvió a los hombres.


-Avisadme cuando se marche para que sigamos hablando asuntos de hombres.


Y sin decir nada más simplemente se fue, Marie miró al hombre salir y no pudo evitar sonreír, era un hombre ridículo, peor que Jacques. Jacques tomó el sobre y lo leyó, mientras William la miró y también se puso de pie saliendo de la habitación sin decir nada, haciendo que su pecho se comprimiera, la había mirado tan frío e indiferente que definitivamente él no entendería sus acciones.


-Señorita cuando tenga asuntos más interesantes será bienvenida aquí. -Jacques la despidió

En ese instante la puerta se abrió y Marie se giró y vio a Beltram que entraba al lugar y al percatarse de su presencia la quedó mirando.

-Vaya, esto sí que es una verdadera sorpresa -Dijo ella moviendo su cara negando con esta -¿Usted era él qué les contaba de primera mano todo lo que me pasaba? ¿Era tan gracioso hacer de cuenta que me ayudaba cuando era cómplice en todo lo que me hacían?

-Señorita Keller deje de ser tan dramática -Dijo Jacques.

-Por primera vez estoy de acuerdo con usted, estoy dándole relevancia a un asunto tan ridículo con este -Marie intervino y le sonrió de forma cínica, ¿qué era lo que le sorprendía? Ella tenía claro que no contaba con nadie en ese medio.

Ella movió su cabeza y sin decir más salió de ahí al parecer había cumplido su objetivo vio a la secretaria que la miraba con miedo ella se giró y camino al ascensor, espero a que las puertas se abrieran y bajo en silencio, tenía su estómago hecho un nudo, al parecer William estaba enojado con ella, aquello le hizo sentir mal, estaba tan segura de hacer aquello y ahora estaba preocupada por eso.

Movió su cabeza y negó, debía asumir sus actos, perderlo era algo que le aterraba y ahora ella se había encargado de hacerlo, las puertas se abrieron y camino a la salida, al parecer de eso se trataba su vida de pérdidas aferrarse a alguien era verdaderamente difícil.

Divisó la salida y le marcó, el teléfono aparecía desconectado, trago saliva ahí estaba su respuesta, estaba tan molesto que no le quería hablar. Suspiro debía ser responsable de sus actos, debía de ser fuerte, entró al auto y se dirigió a su oficina, el viaje fue silencioso ahora las dudas invadían su mente ¿y si se había equivocado en sus cálculos? Sin detenerse camino a su oficina y se sentó en su escritorio, sacó un móvil que tenía bajo llave y llamó a Aiden.

-¿Qué sucedió?

-Todo fue verdad, ahí estaban, dije tonterías y logré mi efecto acostumbrado están... - hizo una pausa pensando en William - enojados. Deben de estar alertas, entregue la USB, además de que ustedes sabrán el momento justo cuando deberán comenzar el espectáculo.

-Elizabeth... ¿Estás segura de lo que haces?

-No sé, no sé si todo salga según me lo he planteado, he pensado en varias posibilidades una de ellas es que después de eso me dejen en paz, otra en la que simplemente me busquen donde esté y me maten.

-Simplificas las cosas de una forma abrumadora.

-Una vez alguien me dijo que morir era ser libre, quizás eso necesite.

-Elizabeth una vez me dijiste que la vida te daba mil razones para morir, pero tú te empeñabas en aferrarte, tan solo vive.

-Willis... -Hizo una pausa al darse cuenta que le decía otro nombre -Aiden yo lo haré, esta vez.

-Piensas en él.

-No quiero hablar contigo de eso.

-Eres tan odiosa.


Marie empuñó su mano, no tenía por qué saber cómo se estaba sintiendo al respecto, finalmente ella era la culpable de aquella situación.

-Lo siento Aiden, pero no tiene que ver contigo.

Marie le colgó, era verdad se sentía mal al respecto, por lo general le decía todo lo que tenía que ver con el asunto, pero sabía que su posición era difícil y no quería generarle problemas, tomó nuevamente su móvil y volvió a marcarle, timbró varias veces, pero seguía sin contestarle, suspiró y lo dejó de lado.

Se levantó y caminó hacia la puerta al parecer no podría trabajar, sin decirle nada a su secretaria caminó al ascensor quería tomar un café, las puertas del ascensor se abrieron y ella lo tomó aunque estaba algo congestionado le hicieron espacio ella tan solo no los miró y las puertas se cerraron.

Los empleados murmuraban entre ellos y la miraban de vez en cuando, era verdad lo que había dicho aquel hombre ¿qué persona en este medio podía creer que ella no había golpeado a Anna Hammer una señora respetable y no había sido al contrario?

Aquella mujer era una dama, eso incluso se lo había dejado claro William, ella era una niña malcriada, que había fornicado con él el primer día de conocerlo, era verdad ella no era una dama, aunque realmente no le interesaba, ni lo quería ser, así que tenía todas las de perder, si querían hacerla pasar por desquiciada simplemente lo harían.

Las puertas se abrieron y ella salió sin mirar atrás, el auto la esperaba fuera y entró con premura, no se quería estar sujeta a la opinión de los demás y así había vivido por mucho tiempo, ahora eso podría jugar en su contra, eso sí, si antes salía todo como ella pensaba.

-Señorita -Repitió el chofer -¿A dónde la llevo?

Ella guardó silencio no sabía dónde ir, quería decirle que se quería ir muy lejos, lejos de esa ciudad del carajo, lejos de ella.

-Tan solo a un café cualquiera -El hombre asintió y encendió el auto.

Marie se perdió en sus pensamientos era realmente estresante todo eso, su posición evidentemente en desventaja creía que podría ser de utilidad, su móvil sonó y ella lo atendió.

-Marie al habla -Respondió.

-Señorita, tiene una reunión pendiente con el señor Bashar.

-En este momento no lo puedo atender, dígale que vaya mañana a primera hora.

-Como usted diga. -Colgando al instante.

Marie alzo su vista y divisó el café de Flore, abrió la puerta y se detuvo unos instantes ahí, luego se dirigió de forma pausada, se acomodó en una de las mesas e hizo su orden, disfrutaba de su café cuando sintió nuevamente su móvil sonar, vio que era Pauline, aunque últimamente hablaba con ella de forma esporádica cada vez que la llamaba le parecía extraño, ambas eran tan diferentes, ella tan delicada y hermosa contrastaba con ella que era diferente a todo el mundo con el que ella se relacionaba.

-Hola, Pauline ¿cómo estás? -Respondió con sus ojos apagados aunque su voz no sonaba de igual forma. Sonando animada.

-Hola Marie, muy bien gracias, ¿tu hermano se encuentra mejor?

-Sí, él está mucho mejor. Muchas gracias por preguntar -Respondió mientras tocaba levemente el borde de la taza.

-Me alegro mucho, espero no le queden marcas, son bastante desagradables a la vista.

-Sí, el médico le recetó un ungüento que no dejó su piel quedará marcada


Pauline rió y Marie sonrió levemente, era algo extraño escucharla reír.


-Un cardiólogo. -Marie quedó por un momento confundida y luego pensó en Sébastien.

-Oh ¿te refieres a Sébastien?

-Ah sí, qué pena la indiscreción estaba con François y conmigo cuando lo llamaste de forma tan insistente.

-Él no alcanzó a tratarlo, envió a un amigo suyo en Ginebra, aunque tuvo la amabilidad de visitar a Phillipe.

-Qué bueno, ya sabes es un cardiólogo, debe ocuparse de asuntos referentes a la válvula mitral no a varicelas.

-En aquel momento no tuve otra persona a quien llamar. -Hizo una pausa - Quizás fui un poco inoportuna -Se disculpó, aunque no sabía por qué.

-Oh sí querida, deberías tener un médico familiar, todos lo tenemos.

-Gracias por la sugerencia -Respondió genuina.

-Bueno, te llamaba por aquella salida que tenemos pendiente, William quiere que te ayude a elegir el vestido para mi matrimonio, siempre es tan considerado.

Marie movió sus dedos en la taza de forma nerviosa, ahora mismo William la odiaba y no sabía si aún él pensaba lo mismo, no debía pensar de forma racional, ella confiaba en él y no debía armar ese tipo de dramas en su cabeza.

-Gracias por tomarte parte de tu tiempo para acompañarme -hizo una pausa - tan solo dime el día que tengas disponible.

-Con esto de la boda jamás estoy disponible, pero precisamente la fecha se acerca y no hemos elegido tu vestido, al menos sigues en París eso nos facilita mucho las cosas, haré un par de citas para que nos atiendan y te confirmo, pero podría ser en dos días.

-No tengo problema, tan solo confírmame el lugar y el horario y estaré ahí.

-Muy bien, revisaré en qué momento nos pueden atender, ¿qué casa prefieres? ¿Versage? ¿Valentino? ¿Chanel?

-¡Oh! Yo realmente no sé.

Pauline rió nerviosa.

-Muy bien, muy bien, la elijo yo. Cuídate. -Respondió Pauline.

-Gracias de igual forma -Se colgó el teléfono, Marie lo miró unos instantes sin saber si había hecho bien accediendo a verla.





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