La Heredera CAPÍTULO 45: Ajustes de cuentas

 





Ginebra, abril de 2015

Marie caminaba de un lado a otro, estaba nerviosa, el día anterior habían asaltado a William en Londres, se encontraba con los esposos Hammer, sin embargo él la llamó y la tranquilizó le dijo que estaba bien y que Anna Hammer también, aun así no lograba estar calma, la última vez había escuchado esa llamada intimidante la había dejado algo alterada, un nudo en su estómago se acrecentaba con sus palabras "yo sabía en lo que me metía", suspiró calmándose un poco, William le dijo que estaba bien, no tenía que pensar de más, él no mentiría de su estado de salud.

Miró hacia la habitación donde estaba Phillipe, tenía varicela había surgido un brote en el internado y los tenían en cuarentena, así que no solo él estaba enfermo, Lou, Petruska, John y muchos de su amigos lo estaban y por eso estaba en Ginebra sin poder moverse de esa ciudad, además su trabajo lo había tenido que hacer desde el hotel así que volvió a sus papeles, una semana antes había estado en la isla en donde se construía el nuevo resort y debía leer algunos detalles del club privado que se adelantaba, era un proyecto importante y le estaba tomando más tiempo del que quería.

Por un momento dejó de leer y pensó en las comunidades que había visitado, las que Jacques LeBlanc había afectado con su plan de fracking, la situación era penosa, esas personas morían lentamente, con una calidad de vida deplorable, sin seguros médicos y llenos de deudas, no le gustaba eso, gente inocente no tenía que pagar las consecuencias de Jacques LeBlanc y personas corruptas del Grupo Keller, una notificación de Skype en su escritorio hizo que desviara su mirada a este.

-Señorita Keller.-Vio a Bashar del otro lado con una playa de fondo.

-Señor Bashar-Respondió Marie sin ganas de hablar con ese hombre.

-Tenemos algunos asuntos pendientes.

-Sí, siento no poder estar ahí, pero surgió algo de fuerza mayor.

-Entiendo, le envió copia de los inconvenientes que han surgido hasta el momento.

-Gracias una vez lo revise lo mandaré con mis apreciaciones.

-Espero verla pronto nuevamente por la isla, para que supervise los adelantos.-Dijo coqueto.

-Feliz día, señor Bashar -Cortó la comunicación.

No le gustaba cómo la miraba ese hombre, lo odiaba aun así tenía pronto que volver a la isla a pasar otra temporada trabajando con él, odiaba saber que nadie más deseaba trabajar con ellos y si pensaba de más era realmente sospechoso, pero no tenía tiempo para pensar en conspiraciones.

Se levantó y fue a mirar a Phillipe, estaba entretenido armando algo, así que sin hacer ruido  volvió a la sala y miró su reloj, aún la preocupación por William era grande él le había dicho que estaba bien aun así quería verlo y poder tranquilizarse, finalmente decidió que quería leer un poco, relajarse de tanto papeleo, así que fue por un pequeño libro de poemas coreanos que había encontrado en un librería en París, era de segunda mano y se veía raído, pero una vez inició la lectura no pudo dejarlo.

Un ruido en la puerta la alertó, dejó el libro de lado y caminó hacía allí, William estaba en la entrada, estaba vestido con un suéter azul oscuro y su mano con una felula, alzó su mirada y se encontró que su boca tenía un corte y su cara estaba llena de golpes, su mirada pasó de su rostro a su mano nuevamente, no podía evitar mostrarse sorprendida y asustada, apresuró su paso y de forma delicada tomó su mano, apretó sus labios sintiendo un nudo en su garganta, lo habían lastimado tanto, luego se empino y con la punta de sus dedos tocó su barbilla con sus ojos llorosos.

-¡Hey Fresa! ¿Tan mal me veo?- Dijo William jovial y le sonrió, Marie lo abrazó y hundió su cabeza en su torso y asintió, sí se veía realmente mal, muy mal.

-Estaba aterrada, tenía mucho miedo de que te hubiese sucedido algo, yo no quiero seguir perdiendo a mis personas favoritas - Le dijo con voz baja.

Él se quedó callado mirándola durante unos cuantos segundos, Marie sabía que quizás exageraba, pero no le gustaba verlo golpeado, no le gustaba en absoluto, William finalmente habló.

-No sabía que te afectara tanto, debí haber venido antes de haberlo sabido.-Marie negó con su cabeza.

-No importa, viniste -Dijo ella un poco más tranquila, debía intentar calmarse, no debía alterarse de esa manera, ella sabía que en parte debía aprender a manejar sus emociones y bueno él ya estaba ahí, no importaba si no había ido antes.

-Ay Fresa lo siento. - Ella se separó de él un instante y lo miró a los ojos.

-No tienes por qué disculparte. - Le dijo sincera, ella era algo consciente que estaba exagerando las cosas aunque le era inevitable no sentirse mal.

-Sí tengo por qué.-William expuso firme, ella lo miró y le tomó de su mano sana.

-Yo de verdad entiendo que tengas asuntos más importantes por resolver.- De verdad no deseaba que él se sintiera presionado por ningún motivo, él tenía una vida con más personas y ella... Ella debía superar sus estúpidos miedos a perder personas que quería.

-Eso va a dejar de ser así, te lo prometo.

Ella le sonrió de forma animada y lo llevó a una de las cómodas y se sentó a su lado, mientras él la rodeaba con una de sus manos abrazándola y dándole besos en su cabello.

-¿Dónde estabas Marie? -Dijo William después de unos minutos en un cómodo silencio.

-Leía en la otra habitación - Él le sonrió enroscando su pelo con su mano izquierda.

-No me refería a eso.

-¿Es una pregunta retórica? - se sonrió - A los 15 estaba en París, de los 16 a los 19 en Vancouver, luego regresé a Zúrich, después me fui dos años a Cambridge, un poco cerca de ti y luego estuve de un lugar a otro, sin rumbo tan solo viajaba.

-Siempre cerca y siempre lejos. Una vez te vi en la casa de Jacques.

-¿A mí? No recuerdo haberte visto, es más estuve en su casa por primera vez el año pasado y yo no te vi ahí.

-No, Marie. En esa ocasión llevabas un vestido de boleros e ibas agarrada de la mano de Lisa con sus manos totalmente sucias.

-¿Yo? - dijo aterrada - No lo recuerdo.

-Es posible, estabas bastante pequeña.

-Quizás por eso no lo recuerde.

Él no le dijo nada, sólo se quedó abrazándola suavemente, ella se acomodó a su lado sintiéndose más calmada, por saber que se encontraba bien, pensó por unos instantes en lo que él le había dicho, después del accidente con su madre muchas cosas de su infancia las había olvidado y en ese instante se sintió decepcionada de lograr recordar a un William más joven.

-Tú la conociste - dijo ella después de un rato.

-¿A quién? -Preguntó él moviéndose levemente del mueble.

-A mi madre.

-Sí, Lisa era una mujer muy hermosa, me gustaba mirarle. Nunca he tenido un tipo particular de mujer, pero sin duda las rubias despiertan en mí un algo extraño.

-Te entiendo, yo me quejaba porque en vez de tener su rubia cabellera y ojos verdes parecía salida de Transilvania de la mansión Drácula - ella rió.

-Por tu padre, tú tienes toda la estirpe Keller, incluso en su forma de ser, no te pareces a Lisa, te digo que solía pasar tiempo mirándola y te confieso que me hice un par de pajas pensándola.

Ella lo miró y movió su cabeza de forma juguetona.

-Hey era mi madre - se sonrió - ella fue lo mejor que me pudo pasar, era tan divertida.

-Era tu madre, pero eso no le quita lo buena que estaba.

-Es raro, a veces eres lo que más odias. Ella me decía que no debía dejar que nadie viviera mi vida por mí y unos meses después nos fuimos de Zúrich.

-Se dicen cosas que no se sienten sólo para animar a los demás. -Marie se giró por unos instantes y comprendió un poco lo que él le había prometido anteriormente, sobre ser su prioridad, quizás lo hizo sentir muy mal y había querido mejorar su humor.

-Yo ni eso soy capaz, debo confesar que cuando vivía con mi madre era muy diferente mi vida, tenía tanta alegría y nos amábamos tanto, luego todo para mí fue vacío, sentía como si me tuviese que proteger de todo el mundo y actuaba con rabia no quería que nadie se acercara tener vínculos significaba que podría perder a esa persona y no soportaba esa idea, así que puse barreras incapaz de decir cosas que no sentía, ahora si rio es porque de verdad lo siento, si lloro es lo mismo, quede tan rota que me es difícil dar palabras de aliento cuando no salen de mi con sinceridad.

-Nadie puede culparte por ello, el agotamiento que genera las emociones es peor que cualquier cansancio físico.

-Sí, te drenan hace un año pienso lo que dijiste hace un momento, desde que estoy en el grupo me parezco tanto a él que por momentos tenía asco de mí.

William frunció sus labios en una línea recta.

-Ya deja de pensar en eso, somos lo que necesitamos ser.

-Sólo que a veces añoro a la chica que trabajaba en una librería en Canadá. -Dijo sonriendo levemente - Soy algo envidiosa - alzó su mano y tocó su barbilla delicadamente.

-Sé esa chica entonces- se encogió de hombros.

-Elizabeth Davis tenía una jefe obesa que no la quería y la hacía trabajar hasta tarde, salía de viaje cada tanto y trabajaba para pagar sus colegiaturas, no tenía que lidiar con hombres de negocio que creen que al gritar intimidan o el peso de ser una heredera.

-Te he dicho que Davis me gusta mucho.

-A mí también, yo espero que Marie Keller muera en algún momento para siempre.

-Hay que planear su muerte.- Le sonrió.

-Sí, odio la sangre así que la puedo ahogar o envenenar - dijo divertida.

-Yo que quería degollarla- expresó bromeando.

Ella hizo una mueca.

-Mucha sangre para mi gusto-William rió. - Pero si no tengo de otra directo a la yugular y el asunto se resolvería en menos de tres minutos. Apoyando su cabeza en sus piernas. -Marie le siguió el juego macabro que él le proponía.

-Me hiciste dar ganas de una fantasía vampírica.

-¿Fantasía vampírica? ¿De qué se trata? -Notando la erección de William en su espalda.

-De exactamente eso, no decías que tienes una aire a Drácula ¿y si te vuelves una vampiresa para mí?

-¿Con un vestido como el de María Antonieta? - le dijo picara.

-Uff siiii, definitivamente siii.-Le dijo con voz cargada de lujuria.

-Ok, lo haré me gusto la sensación del corsé y los ligeros.

-¿Cuándo lo harás?

-Cuando te sientas en las condiciones para hacerlo - tocó su mano herida levemente.

-No sé cuánto tardé eso- Rió.

-Entonces el día que me lo pidas lo haré, ya te había dicho que soy algo perfeccionista y si voy a ser vampiresa tendré que drenarte la sangre - Se sonrió y se giró dándole un beso.

La puerta sonó y Phillipe entró, con un teléfono que sonaba en sus manos, Marie se retiró levemente y se relamió sus labios.

-Hola - saludo a William y le asintió -Hermana este celular viejo está sonando desde hace un rato. - Marie se levantó y tomó el móvil, pero dejó de sonar. Marie miró a William.

-Es el que te había dicho que me habían llamado la otra vez, no sonaba hasta ahora. - Él frunció el ceño con desconfianza. -Vuelve a la cama no quiero que después te estés quejando. -Marie regaño a Phillipe esta vez.

-Ya estoy aburrido - se quejó el niño, luego miró a William - Señor William ¿a usted también le dio varicela cuando estaba en el colegio?

-Phillipe deja de importunar a William con tus preguntas.

-No que recuerde Phillipe,-respondió él tranquilo - pero deja de molestar a tu hermana.

Marie abrió sus ojos muy grande.

-Phillipe vete a tu habitación lo puedes contagiar. - luego miró a William - Es peligroso que estés aquí te puedes enfermar.-intento que él se incorporara, pero no se movió.

-No te preocupes Fresa, si me voy a contagiar o no, no cambiara mucho que esté con Phillipe, hoy estuve con Lousiane.

-Oh ¿en serio? - Dijo preocupada - ¿Cómo está ella?

-No deja de llamarme para culparme - intervino Phillipe - Si medio internado estaba con el virus. - Se quejó.

-Igual fuiste uno de los primeros con síntomas - le señaló Marie y miró a William - Ahora mismo está en la fase en donde puede infectar a los demás- hizo una pausa - Aunque si lo pienso detenidamente si te enfermas puedo ir a cuidarte -Se sonrió.

William rió.

-No puedo imaginarme más inválido de lo que estoy ahora.

-Tienes razón, -lo acarició - pero podría cuidarte - le guiñó un ojo.

Phillipe alzó sus cejas y caminó hacia su habitación, su hermana era tan tonta al lado de él.

-Imagina las ventajas de eso - le dijo coqueta -Soy muy buena enfermera.

-No te ofendas nena, pero eso de estar lleno de ronchas con picazón no es mi idea de algo caliente, la verdad no pensé mucho en eso cuando fui a ver a Lou.

-Tienes razón - se rió -aunque más que caliente sería divertido. Lo imaginó desvalido y con picazón - ¿Cómo está Lousiane?

-Preocupada por su aspecto.

-Pero si es tan hermosa - dijo pensativa, luego lo miró, si lo pensaba detenidamente tenía la misma nariz de William.

-Sí, es una belleza rubia un poco cabeza hueca- Alzó sus cejas.

-Tan sólo tiene otros intereses, es muy buena en el inglés y una gran líder, las otras niñas le hacen caso, aunque sea para hacer travesuras.

-Fresa, ser buena en inglés es una vergüenza, cuando en la educación le enseñan al menos tres idiomas.

-Trataba de resaltar sus puntos positivos, de verdad es muy carismática.

-No hay muchos puntos positivos en Lousiane, aparte del que acabas de resaltar.

-Le gustan los deportes y es muy cuidadosa en los detalles, pero sobre todo es persistente cuando no sabe algo y quiere entender.

-¿Por qué estamos hablando de Lou?- Le dijo inquieto.

-¡Oh! Lo siento, la verdad cuando estaba aburrida iba donde ellos a escuchar sus dilemas de colegio. A veces pienso en mis hijos. -Marie habló bromista en referencia a los niños que apadrinaba en algunos lugares del mundo.

-¿Hijos?

-Sí, soy un total cliché - se levantó y tomó una cartera de la mesa y volvió donde él - soy la típica chica huérfana que siente debilidad por los niños sin padres - le mostró las fotos de niños, -así que cada vez que viajaba terminando apadrinando uno.

-No Fresa, ¿Es en serio?- le dijo burlesco.

-Ahora ya sabes mi oscuro secreto - dijo sonriente - No se lo digas a nadie, no le gustaría que sus acciones se supieran- le acarició su cabello.

-Ok, no lo haré.

-Cuando los conocí a ellos me replantee la idea de procrear - Se levantó y caminó a la cafetera y comenzó a hacerse un café, luego regresó donde él.

-Yo no puedo hacerlo ni aunque quisiera.

-¡Ah! Eres estéril - hizo una pausa - Yo aún sigo presa de mis ovarios sangrantes - Dejó la taza a un lado y se recostó en su pecho, aun le dolía verle su rostro golpeado

William rió con soltura.

-Estéril por elección, sí.

-Buena elección -Marie cerró sus ojos a su lado, con su típica sonrisa tonta.

..💣..

París, mayo de 2015

Marie se estiró de forma perezosa y abrió la puerta del locker, había sido un día realmente largo, hacia unas semanas se tomaba las pastillas para dormir, William la había acompañado al médico que la tía de él le recomendó y bueno como pensó no había sido fácil, intentó devolverse en varias oportunidades y él la contuvo en esas ocasiones, así finalmente obtuvieron lo que deseaban: una receta médica.

Movió su cuello, quería estirar un poco, había estado en una junta particularmente larga, casi 9 horas en donde no había tenido las cosas fáciles, maldición, aunque intentaba arreglar las cosas para dimitir de ese lugar, salían más problemas, era un fastidio, sin embargo en ese momento deseaba practicar un poco, desconectarse de fusiones y compras de hoteles de lujo, incluso de venganzas...

Tal como creyó el gimnasio cumplió el objetivo, después de un poco de esfuerzo físico se sintió más relajada, quizás la venganza no era una salida, debía quitarse esas ideas de su cabeza, seguir con su plan original saldar algunos asuntos, dimitir y retomar su antigua vida en algún rincón del mundo, apretó sus labios no lograba convencerse del todo ante esa idea, William... William estaba en su vida ahora y no quería dejarlo, por semanas se decía que era  temporal, que solo quería un poco más a su lado, sin embargo pasaban los días y ese sentimiento crecía.

Después de una hora, volvió a las duchas y se quedó bajo el agua caliente, se sentía tan relajante, quizás esa noche podría dormir un poco sin necesidad de pastillas, se envolvió en una toalla blanca y buscó en su locker ropa, era agradable poder estar sola con sus pensamientos, sus guardas la esperaban fuera, era lo mínimo que les pedía y el silencio que ahora mismo se sentía muy bien...

Escuchó un ruido, Marie se giró cauta quizás solo deliraba ella estaba sola y sus guardas habían quedado afuera no se atreverían a espiarla, volvió su vista a lo que hacía, volvió la vista a su ropa, buscaba sus bragas cuando escuchó una voz conocida.

-Hola, mi adorada prometida. -Un frío pasó por la espalda de Marie y se giró lentamente.

Gerhard sonreía y la miraba de arriba abajo, Marie se quedó inmóvil ante la sorpresa.

-¿Qué hace aquí? ¿Quién le dejó entrar? - Marie preguntó titubeante

-Es algo difícil lograr un tiempo a solas contigo, esos tres hombres tan cerca de ti y yo sin poder cobrarme uno a uno tus desplantes. - Marie cruzó sus brazos, aferrándose a su toalla.

-¡Váyase! O no respondo. - Gerard se rió de forma estridente.

-Que me harás, ¿me darás un golpe? Te vi y eres algo flacucha, no tienes lo que se necesita para golpearme.

-Váyase, no lo pienso repetir.

Gerard se acercó y Marie comenzó a retroceder lentamente, su corazón estaba latiendo muy fuerte, no se había dado cuenta temblaba no le gustaba la mirada que en ese momento él le brindaba, el hombre la tironeó del brazo y ella forcejeo con él, no dejaría que la golpeara, sintió el aliento de Gerard en su cuello, sintió asco y desespero no quería que la tocara.

-Eres tan dura de palabras, pero hueles a fresas, como una niña pequeña, que gran contraste.

Él tomó sus manos con fuerza por encima de la cabeza de ella y lamió su cara lentamente, ella lo miró con rabia y le escupió en su cara.

-Eres un cerdo asqueroso.

-Yo sé que te mueres de ganas de estar conmigo. - La sostuvo con una de sus dos manos y comenzó a deshacer el nudo de la toalla - Eres muy delgada para mi gusto, pero tienes un par de tetas que son una delicia apreciar.

-¡No me toque! - Gritó muy alto y le dio un puntapié, él se quejó, pero no la soltó, antes se acercó más a ella.

-Hoy te haré lo que yo quiera - Se acercó a sus labios y trató de besarla, pero ella se resistió, él saco una de sus manos y le dio una bofetada - deja de hacerte la difícil, no compliques tu situación

Marie intentó reunir algo de fuerza y lo empujó, comenzó a correr hacia la salida sus piernas se sentían pesadas, quería gritar, pero no le salía ningún sonido de su garganta, era como una de sus malditas pesadillas, por un momento vio a un hombre calvo reírse de ella, apretó sus labios desesperada cuando sintió un tirón que la devolvía al piso, se dio un fuerte golpe en su cabeza que hizo que su vista se nublara y le dieran nauseas, quedó tendida en el piso intentando mantener la toalla en su lugar.

-Así te quería ver - Gerard comenzó a inclinarse, mirándola con su cara burlesca, no estás nada mal -Se lamió los labios y soltó su toalla por completo, detallando su cuerpo desnudo.

Las manos de Gerard comenzaron a deslizarse por su cuerpo húmedo, mientras él hacía una mueca de satisfacción, Marie intentó forcejear, pero sentía que era inútil y que no tenía fuerza, era como un sueño algo irreal y distorsionado, como si lo hubiese vivido con anterioridad, la presión en su pecho era abrumadora.

Sintió la humedad de su lengua por sus pechos y quiso volver a gritar, pero no pudo, pronto sintió su boca en sus labios y quiso vomitar, sin pensarlo dos veces lo mordió no supo en dónde exactamente, pero eso hizo que se quejara y que bajara un poco la guardia, ella aprovechó y le arañó la cara, él la miró con odio y le dio una fuerte cachetada.

-¡Maldita perra que te estés quieta! - Estrellando su cara contra el suelo.

Por un momento perdió la consciencia, quizás era otra de sus pesadillas, la sensación de invalidez era la misma y lo odiaba, movió su cabeza con dificultad, Gerard la seguía tocando, con ese gesto burlesco, mientras Marie hacía un pobre intento por deshacerse de su agarre.

-No quieres estar quieta pues tendré que deformar un poco este lindo rostro - él acarició su labio levemente con sangre.

Esta vez la soltó y Marie creyó que ya se había cansado de jugar con ella, pero él tenía otros planes, vio cómo comenzó a quitarse los pantalones y acomodar sus piernas dispuesto a penétrarla, intentó alejarse, pero la jaló de una de sus piernas, esta vez comenzó a gritar con fuerza, mientras movía sus pies brusca, no quería que la tocara, se sentía desesperada, aunque lo golpeaba ese hombre no la soltaba.

Volvió a gritar y en un santiamén, Gerard fue sometido en el piso, mientras uno de los hombres que la cuidaba le puso encima su toalla cubriendo su desnudez, le preguntaba si estaba bien y Marie le asintió y cuando le dio su mano para que ella se levantara no la recibió no quería que nadie la tocara, sentía rabia, mucha rabia.

Se levantó por sus medios y le pidió al guarda de seguridad que se girara, no era particularmente quisquillosa con su desnudez, pero en ese instante no deseaba que nadie la mirara o la tocara, se sentía impotente, como una idiota. Buscó uno de los vestidos holgados que tenía en el locker y se lo puso por encima de la toalla, sin sostén, una vez tuvo el vestido, se puso sus bragas.

Se sentó en una de las bancas del lugar cuando sintió que se mareaba, se tocó su cabeza, quería ver a Gerard y darle una bofetada una patada o algo que calmara la rabia que sentía en ese momento, su cuerpo comenzó a temblar, se sentía colérica y aunque tenía un nudo en su garganta no lograba llorar, tan solo sentía esa opresión en su pecho que la tenía a punto de explotar.

Se levantó y el guarda le comenzó a hablar, pero ella no lograba entender, tan solo lo miraba pasiva sintiendo que su visión se nublaba, pensó en tomar el móvil y marcarle a William, pero fue inútil era como si no pudiera controlar sus movimientos, su cabeza estaba por estallar, poco a poco todo se volvió oscuro sin saber nada mas de ella.

No supo cuánto tiempo pasó, pero pronto escuchó una voz que la llamaba por su nombre, se revolvió en la cama, movió su cabeza, pero no se despertó, el hombre comenzó a moverla y en ese instante reaccionó y lanzó un manotazo al aire.

-¡No me toque!- dijo fuera de sí.

-¡Cálmate! - le hablaron deteniendo su mano. Marie abrió sus ojos y le miró en silencio - ¿Te sientes bien? -Preguntó Sébastien y esta vez Marie bajó la guardia.

Así que sólo movió su cabeza sintiendo un fuerte dolor de cabeza, sintió náuseas e intentó incorporarse, pero Sébastien la detuvo.

-Christie Vendrá en unos instantes y te hará algunos exámenes. ¿Estás bien? - Le preguntó Sébastien.

-¿Qué hora es? ¿Ya amaneció? - Marie obvio su pregunta.

-No, son las ocho y media de la noche, llegaste hace unos veinte minutos.

-¿Veinte minutos? Siento como si hubiese pasado más tiempo

-Es normal, al parecer sufriste una conmoción cerebral, así que tendrás dolor de cabeza, náuseas, tendrás episodios de confusión. Estarás en observación hasta que todo pase.

La puerta sonó y entró Christie, tenía un vestido impecable y su cabello estaba recogido en una coleta alta, la saludó jovial, aunque Marie no estaba para hablar, Christie le explicó a donde iban y el tipo de examen que le haría, por lo general era muy tolerante al dolor, pero en ese instante su cabeza estallaba.

Cerró sus ojos e ignoró lo que ella le decía, aun sentía las manos asquerosas de Gerard por su cuerpo y aquello le producía asco, una vez estuviera en condiciones no dudaría en buscarlo o intentar desquitarse, definitivamente no dejaría pasar aquello, odiaba que la tocaran sin que ella aprobara, era una sensación indescriptible de ira lo que la invadía, pasó en un inicio con Thomas pero una vez le tuvo confianza esa sensación se esfumó, con François le pasó por momentos, por el contrario con William no le pasó en absoluto, desde esa noche que lo conoció deseó que la tocara.

Afortunadamente no pasó mucho tiempo cuando Marie regresó a la habitación, se quitó la bata del hospital y se puso el vestido con el que llegó, recogió sus piernas cuando sintió que la puerta se abría, alzó su mirada para encontrarse con Sébastien que le sonreía.

-¿Cómo sigues?

-Mejor. -Dijo escueta - ¿Sabes si dentro de mis cosas tengo mi móvil?

-No, llegaste descalza y sin nada aparte de tu ropa.

-¿Me puedes prestar tu móvil? -Dijo con su voz apagada, sentía tantas ganas de llorar, pero era incapaz de hacerlo.

-No hay problema -Lo sacó y se lo facilitó.

Ella lo tomó y marcó su número, de alguna forma tenía la capacidad de saberse su directorio telefónico una vez repasaba la lista, el teléfono comenzó a timbrar, una y otra vez hasta que finalmente oyó su voz.

-Anna... -Dijo William con voz apagada y Marie se sintió realmente impropia como si estuviese escuchando una conversación ajena- creí que no querías hablar conmigo.

Marie se quedó muda sin poder contestarle, su mano tembló levemente y separó el teléfono, sintiendo su cara muy caliente, ¿porque él había contestado de aquella forma? Meditó unos instantes si hablarle o colgarle. La voz de William era agónica, triste, ¿William estaba en una relación con Anna Hammer? Era estúpido, se había dado un gran golpe en su cabeza y ahora deliraba.

-¿Anna? ¿Qué te pasa? ¿Por qué me llamas del teléfono de tu hermano?

Marie tragó saliva, de alguna forma él no decía nada comprometedor, pero ¿por qué los sentía tan íntimos? No le gustaba pensar que estaba en medio de algo, en ese momento se sintió incapaz de hablar, el dolor de cabeza escasamente le dejaba abrir sus ojos, colgó el teléfono, sabía que era una tonta por sentirse de aquella forma, quizás estaba algo susceptible por todo aquello, le devolvió el móvil a Sébastien y se recostó dándole la espalda a él.

-¿Sucedió algo?

-No, no pasó nada. -Dijo ella con voz apagada -Supongo que puedo salir de aquí.

-Sí, claro, puedes hacerlo, en cuanto salgan los resultados me encargare de tu papeleo.

Marie asintió, pero no le dijo nada más, Sébastien se retiró y ella se quedó un rato en la cama sintiéndose como una tonta, ¿por qué no le había hablado? ¿Por qué se había quedado callada? ¿Por qué sentía que se había metido en algo tan íntimo cuando él no había dicho nada extraño?

Movió su cabeza y la enterró en la almohada, quizás era mejor no decirle nada, él tenía sus asuntos y no era como si fuesen novios en serio, al menos era lo que creía por la forma como abordó el tema, él simplemente  le dijo que sí le importaba lo que su hermana había dicho y que si era una idea desagradable que fuesen novios, movió su cabeza estaba pensando de más y nuevamente el dolor de cabeza se incrementó.

Estuvo acostada en esa cama mirando al techo sin lograr dormir, media hora después se levantó y buscó unas pantuflas dispuestas para ella, le dolía su cuerpo y se había golpeado su codo y tenía un leves cortes en su cara, salió de la habitación buscando un poco de cafeína, camino muy lento por los pasillos cuando escuchó una voz conocida, se quedó estática al ver a la señora Anna quien hablaba por teléfono y dejó de atenderlo para saludarla.

-Marie - dijo ella sin ocultar su asombro de verle - ¿Qué te pasó? ¿Por qué te ves así?

-Señora Hammer, - la saludó formal - tuve un pequeño accidente - Marie le asintió y Anna torció su sonrisa y siguió de largo hablando por teléfono.

Marie continuó su camino hasta llegar a una máquina expendedora de café, no tenía dinero así que se lamentó, andaba tan idiota que no pensó en eso, se cruzó de brazos pensativa, quería cafeína.

-Pareces una niña pequeña en dulcería - dijo Sébastien y Marie se giró sorprendida de escucharlo.

-¿Tienes cambio?- Preguntó ella esperanzada.

Sébastien la tomó del brazo.

-Ahora estás bien por el calmante, pero tomar cafeína no te sentará nada bien regresa a tu habitación. - Él la regresó a rastras y ella vio a sus guardas en la puerta. -Intenta no dormir por ahora.

-¿Podrían traerme mi móvil? - Interrogó.

Ellos asintieron y uno de ellos se retiró, Marie entró a la habitación y se sentó en un sillón, comenzó a sentirse somnolienta quedando profundamente dormida.

Marie comenzó a moverse en el sillón con su cuerpo temblando venían a su mente imágenes borrosas de un hombre que la miraba burlesco, escuchaba la voz de Gerard en su cabeza comenzó a sentir esa opresión en su pecho cada vez más grande, su frente tenía unas pocas gotas de sudor, de repente lanzó un grito fuerte y dijo en Alemán.

-¡Vete! Vete de aquí, lárgate -Decía aun con sus ojos cerrados.

Su respiración se aceleró hasta que logró despertarse, recogió sus pies sin dejar de respirar fuerte, puso su mano hacia el frente y temblaba, quizás por eso odiaba dormir profundamente siempre terminaba así. Esta vez se pasó a la cama y hundió su cabeza entre sus piernas cuando escuchó que la puerta de la habitación se abría, sin embargo ella no se movió, quizás era una enfermera o Sébastien y no quería que la vieran en su estado más frágil, cómo odiaba sentirse así.

Sintió una mano en su pelo, pero ella no se movió, seguía temblando como una niña pequeña, entonces la mano bajo de su cabello hasta sus manos acariciándola, ella seguía temblando, pero no era capaz de moverse, mientras lloraba en silencio, pensó que se había ido en cambio se sentó a su lado, alzó levemente su cabeza y lo divisó a su lado no supo porque, pero sus lágrimas se incrementaron, dejó su posición y se sentó de frente a él hundiendo su cara en su cuello,

-Hey Fresa no te preocupes, todo va a estar bien- se acercó a su oído- es que estás muy rica y hay hombres que quieren tomar todo por la fuerza.-Las palabras de William la hicieron sentir un tanto estúpida, así que sus lágrimas pararon de inmediato.

-Igual le haré pagar por cada golpe y... Cada cosa que me hizo -Dijo con su voz de un momento a otra plana - Esta vez no seré piadosa con él.

-Conozco una silla en la que lo podemos sentar.

Ella dejó de abrazarlo y lo miró.

-¿Una silla? -Preguntó curiosa.

-Sí, hace poco vi un artefacto moderno que cautivo mi atención, pero investigando me di cuenta que hay mejores, la silla de la que te hablo era usada en el medievo para los suplicios, un artefacto sin duda muy interesante, tiene púas en todas las posaderas.

Esta vez se levantó de su regazo y acarició el rostro de William mirándolo fijamente, un brillo se instaló en los ojos de Marie, le gustaba la propuesta de él, así que los sentimientos que tuvo anteriormente fueron reemplazados con ganas de vengarse y hacerlo sufrir más de lo que él le hizo sentir a ella.

-Me gusta, pediré que me traigan algo de ropa y me iré a buscarlo. - habló extasiada, quizás una forma de deshacerse de todo eso era devolverle su gesto.

-No, déjalo que se tome confianza, vamos a degustarlo frío. Además necesito mandar a hacer la silla y otras cositas medievales que me antojen.

Era bueno dejar pasar el tiempo así no solo podrían hacerle lo de la silla sino destruirlo de todas las formas posibles, aunque para William la silla era suficiente, ella le sonrió y le dió un leve beso, claro que lo sería, pero deseaba más, quería verlo hundido, totalmente a su merced y que se retorciera al escuchar su nombre.

-Bien Fresa, se me olvida que eres autosuficiente y que no necesitas de un caballero andante- él se encogió de hombros restándole importancia

-Nunca dije que no haría lo de la silla -Dijo caminando hacia una jarra de agua - Creí que odiabas a las damiselas en apuros - habló de repente triste, meses tras se lo había dicho, pero ahora le reprochaba por querer hacer algo por su cuenta - Pero a veces siento que eso no es así. - Era estúpida él mismo se lo decía de frente: que no confiara en él, que en ocasiones se decían mentiras para confortar y se sintió estúpida al pensar que lo hacía de forma constante con ella.

Se sirvió un poco de agua y tomó un sorbo, luego se quedó mirando el vaso en silencio, sentía rabia por lo que le había ocurrido y sabía que William no tenía que pagar por su mal humor, pero era inevitable no sentirse desbordada, quizás para él había sido algo casual porque según William, Marie no tenía un cuerpo que desagradara a los hombres, pero la rabia que le generaba eso era grande, no sabía explicarlo, se sentía tan menoscabada.

-¿Por qué me llamaste si no me ibas a hablar? - Marie volvió a tomar el vaso y luego lo dejó a un costado y lo miró.

-Me sentí algo inoportuna, además en ese instante tenía un dolor de cabeza infernal.

-Sí, eso escuché, sin embargo le respirabas al teléfono. -Le reclamó él, pero en ese momento de la llamada no tuvo fuerzas para hablar.

-Ya te dije que me sentí inoportuna - Marie lo miró, la sensación de que estaba en medio de algo con la señora Hammer la hacía sentir extraña además que no era de su incumbencia.

-Sébastien Lefevre no es un amigo mío como para que me llame, su hermana lo fue, de manera que la única persona que podía hablarme de allí era ella. -William se explicó, aunque ella no le pedía ninguna.

-Entiendo, lamento haberte llamado desde su móvil, tan sólo quería escucharte.

-Pues me hubieras hablado, de inmediato me habría dado cuenta que no se trataba de Anna.

Planteó él tranquilo y ella se sintió un poco mal por pensar que ellos tenían algo con tintes románticos, Anna Hammer era una mujer casada, se sintió impropia por ser tan mal pensada.

-Fue mi error, estaba algo trastornada, Sébastien me explicó que era normal. -Le restó importancia al asunto.

-No fue eso y no quiero que tomes por costumbre guardarte lo que piensas. -Maldición él y su costumbre de leer su mente.

-¿Entonces quieres que te diga que pensé que ustedes están en algún tipo de relación secreta y que ella te había rechazado y no quería volver a verte? -Soltó sus pensamientos aunque decirlo en voz alta los hacía más ridículos.

-¿Relación secreta? ¿Qué te hace pensar en eso?

Le trató de explicar su punto, expuso que no importaban las circunstancias si dos personas deseaban estar juntas no le veía problema, sin importar relaciones tan caducas como el matrimonio, aun así él no entendía y ella era incapaz de explicarle, simplemente había pensado en muchas variables y una de ellas era que se veían en secreto.

-Piensas de una relación por un simple "Anna qué pasó"

-No fue por eso que pensé aquello.

Ella tragó saliva y lo miró no sabía cómo decirle aquello y más porque él le pedía sinceridad y a veces ésta no era mucho mejor, las personas en el mundo creían que para entenderse de forma clara, se debía ser directo, pero no, las personas directas eran como una astilla en trasero incomodaban y por lo general no garantizaba que un otro lo entendiera mejor, por el contrario los podía alejar más, así que a costa de eso intentaría decirle lo que pensó de él en ese instante:

-Fue por cómo te escuchaste, fue lamentable escucharte - le dijo sin anestesia su voz era patética tanto que la había hecho sentir algo triste, se recostó de espalda en la mesa -Yo he escuchado ese tono de voz antes y es realmente molesto, lo siento si quizás pensé demás, en aquel momento estaba muy alterada, con dolor y confusa, quizás solo exageré o quizás... -Ya ni sabía que era lo que le ocurría.

-Marie, Anna es una señora decente, no sé por quién la tomas. -La interrumpió.

William defendió a la señora Hammer, eso la hizo sentir nuevamente impropia porque si reconocía algo, era que esa mujer en lo que mostraba era un ama de casa consumada a su familia, William volvió hacerla sentir mal cuando le señalo que no se prestaría para ser su amante, había quedado tan descerebrada que ese instante se pensó en un romance prohibido, se sentó en la cama y recogió sus piernas.

-... Solo que no la conozco, la naturaleza humana es demasiado oscura como para no saber que se cambia de forma constante. - Fue lo último que le dijo aunque él señalaba una verdad, Marie no metería sus manos al fuego por ella, la naturaleza humana era voluble y más al ser habitada por acciones buenas o malas.

-Puedes pensar lo que quieras, ya te dije que no estoy fornicando con Anna, si me crees o no es tu problema.- Esta vez el tono de William fue seco y Marie lo miró, le pidió que le dijera que había pensado en ese momento y ahora estaba enojado e inevitablemente eso la enojó.

-La verdad no había pensado en eso -Se estiró -Ya te dije que no me interesa, no sé por qué te pones tan susceptible, me explicaste y entendí -Se levantó de su lado y sintió el tirón en su cabeza, suspiró frustrada y tomó su móvil y envió un mensaje para que le trajeran ropa.

-Mejor me voy. -William se levantó de la cama molesto.

-¿Quieres irte? - Marie se giró mirándolo fijamente

-Sí, no estás para mi sequedad y yo no estoy para tus celos.

-¿Celos? -Abrió sus ojos y respiró hondo, aquello sonaba tan tonto, si hacía mucho había terminado el asunto, incluso se había sentido levemente mal por acusar a Anna Hammer de infiel.

-Llama como quieras a tus fantasías de mi persona con Anna Hammer.

No pudo evitar mirarlo con su boca abierta desconcertada, había querido verlo, había querido estar con él, pero no le pediría que se quedara a su lado, en ese momento entendió que habían cosas con las que debía lidiar sola, finalmente sola se había hecho expectativas  y darse cuenta que no estaban acordes con la realidad sólo la habían decepcionado, debía dejar de aspirar cosas con él, era lo mejor.

-Adiós. -Le dijo frio y salió de la habitación.

Ella suspiró y se giró de verdad él estaba extraño, sintió algo en su pecho que no sabía describir, no entendía por qué se había puesto de esa forma, eso lo le hacía reiterar su pensamiento de tal como habían sentido ese día, ellos no estaban en una relación y que lo que le había dicho días atrás sobre que todo iba a cambiar sobre sus asuntos importantes, era sólo una forma para contentarla, pero él no sentía esas cosas.

Sin embargo al contrario para ella no ocurría de esa forma, le quería, no obstante lo peor era que no le importaba que él no lo hiciera, ya podía intuir las cosas que Aiden diría de ella si se daba cuenta, pero decir que no lo quería simplemente porque él no lo hacía era ridículo y mentiroso.

Movió su cabeza y se sentó en la cama, la puerta se abrió y Sébastien entró.

-Al parecer no tienes nada extraño en tu cabeza. -Le dijo animado.

-¿Me puedo ir? -Marie dijo esperanzada.

-Quisiera que te quedaras un poco más, para que estés en seguimiento.

-Puedo volver mañana, lo prometo, pero quiero irme.

-Marie... De verdad.

-Lo siento, quiero irme - Dijo con su voz apagada y Sébastien suspiró vencido.

-Mañana debes volver sin falta,- cedió ante ella - sé que este lugar no te hace bien, además intenta no dormirte por un par de horas más.

-Gracias.

Esperó unos instantes y luego de que su ropa llegara se cambió y salió de ahí, no soportaba los hospitales, tan solo quería irse lejos, William se había ido y aunque dijera lo contrario el asunto con la señora Hammer de alguna forma lo había puesto susceptible.

Caminó por los pasillos del hospital, miró su reloj, eran casi las doce de la noche y como para variar su insomnio había vuelto, aunque en ese caso era bueno, Sébastien le había dicho que intentara mantenerse despierta un poco más.

-Marie -Escuchó una voz conocida, ella se giró y ahí estaba la señora Hammer, con su cabello rubio recogido de forma impecable y su vestido ajustado que resaltaba su figura.

-Señora Hammer, es tarde y usted aún está en este lugar.

-Yo quería hablarte, hace un rato no pude hacerlo, ya que hablaba con alguien muy importante para mí. -Nuevamente estaba amable, esa señora era realmente extraña.

-Dígame, ¿de qué se trata? - Le dijo con ganas de irse pronto.

-Vamos a la cafetería, acabas de salir de aquí y no es bueno que estés mucho tiempo de pie.

Ambas caminaron hacia la cafetería y se sentaron.

-Yo, he pensado esto una y otra vez -Dijo Anna -Pero creo que a pesar de todo de cómo te veo, me sigues pareciendo patética, - Marie frunció el ceño - estar en medio de todo esto sin entender qué sucede. -Marie la miró confusa.

-¿Patética? Prosiga. -Le pidió ahora curiosa, de verdad no entendía a esa mujer.

-Yo amo a William y me enerva que con esa cara de ingenuidad te aferres a alguien que nunca te va amar. -Marie evitó abrir su boca por la sorpresa, nunca imaginó que esa mujer reconociera sus sentimientos de esa manera.

-Entiendo, ahora lo entiendo. - Dijo más para sí - ¿Qué quiere que yo haga al respecto?

-Nada, él finalmente te va a dejar y eso no lo podrás evitar, porque él me ama y nadie podrá interferir en lo nuestro.

Ahora ella aseguraba que William la amaba, entrecerró sus ojos y tocó su cabeza ¿de verdad estaba en medio de algo tan denso? Se sintió cansada y con mucho dolor de cabeza, William no le creía, pero de verdad esos dramas de amor prohibido la agotaban, si bien en su momento intentó aferrarse a François, una vez le había dicho todo decidió seguir y no importunar su relación cuando supo que tenía una, ese tipo de eventos no le llamaban la atención, las personas tal como se lo había dicho a William eran libres y esa libertad era lo que la unía en un acuerdo de querer estar juntos.

Escuchó el móvil de Anna Hammer sonar y una sonrisa iluminó su rostro

-¿William? - Respondió alegre y muy alto como para reafirmarse. -¿Dime? - respondió después de unos minutos mientras él le contestaba.

Marie la miró fijamente, su dolor de cabeza comenzaba a incrementarse y el dolor en su pecho era punzante, aun así su rostro seguía plano, era algo ilusa aunque sabía que él nunca le había prometido nada, finalmente se había hecho expectativas, quería confiar en él, quería estar a su lado, pero a él no le ocurría lo mismo y aquello le dolió.

-¿Sucede algo? - hizo una pausa y la miró fijamente, mientras escuchaba a su interlocutor. - Aun sigo en el hospital -Miró a Marie y le sonrió levemente de forma triunfal - Tuve un asunto que resolver antes de irme.

Marie se levantó de la mesa.

-Debo retirarme -Dijo en voz alta -No le interrumpo más su conversación, no me gusta escuchar, lo que no me incumbe.

-Querida ¿te vas tan pronto? Creí que estarías aquí el resto de la noche -Dijo ella sin ocultar su rostro divertido.

-Con permiso - Ignoró su pregunta y Marie le asintió y se dirigió hacia la salida.

Era oficial era un día extraño, en ese momento se encontraba más tranquila, de alguna forma extraña William la había calmado, ella lo sabía él tenía el don de quitarle drama a su vida. Alzó su vista y vio que sus guardas estaban distraídos, en vez de dirigirse a ellos tomó el ascensor y se dirigió al parqueadero y salió por ahí, escapar de ellos no había sido tan difícil.

Una vez fuera envolvió su bufanda alrededor de su cuello y hundió su nariz en ésta se sentía tan caliente, caminó por las calles, tan solo quería dejar de pensar, quería dejar su mente en blanco y dejar de sentir.

Según Anna Lefevre, ella y William habían estado en una relación, o por lo menos un sentimiento, movió su cabeza de forma negativa, William no tenía nada que ver en eso, nunca le había mentido y quizás en ese momento sus sentimientos hablaban por él, ese sentimiento desbordante, que ella llamaba irracional, pues no había podido evitar ir a buscar a la señora Hammer, se detuvo ante el semáforo y puso una mano en su frente, definitivamente comenzaban a divagar en exceso.

Pensó en cómo le gustaría sentir algo así, tan intenso, ella había querido, pero era realmente imposible Marie se lo había dicho ella estaba rota y no lograba sentir con normalidad o como las demás personas, para ella era claro, se quería o se odiaba, se estaban juntos o se dejaban, de esa forma entendía las relaciones, pero no alcanzaba a imaginar lo fuerte que sería un sentimiento como ese.

Intentó aferrarse a François por las ideas equivocadas, quería tan solo sentirse como en aquel tiempo, cuando comía sus tostadas y sentía que todo podía mejorar, le había agradecido por eso, por regalarle parte de sus momentos, al menos no había sido desagradecida, sintió una lagrima rodar por su mejilla, a Thomas también le había agradecido ese espacio que vivió con él, definitivamente cuando William la dejara debía agradecerle por todo lo que hizo por ella y por el tiempo que le regaló, no se lamentaba de nada, se había dicho que no lo haría más en su vida, tan solo tenía memorias agradables con él.

Sentía que iba en caída libre y él detuvo todo eso, en medio de la oscuridad que la recubría él le mostró otros mundos, eso nunca lo podría olvidar, cerró sus ojos y se notó llorando aún más, definitivamente él seguiría siendo de sus personas favoritas, junto a su abuelo y a su madre.

Abrió sus ojos y se vio en frente de Père-Lachaise, un buen lugar para caminar aquella noche, ella se lo había dicho a William, había escuchado ese tono de voz antes, esa voz agónica, esa voz que antes había escuchado en François y mucho antes en Thomas, se sonrió cada vez se vuelven más geniales para decirle cortésmente que no la necesitan en su vida, entró al lugar y una voz la alertó.

-Señorita, quiere adentrarse a la oscuridad, ¿no teme a la muerte? -Marie se giró y le sonrió relajada.

-¿Cree usted que debería temerle?

-Es usted muy joven y osada, es normal que no le tema a la parca.

-Podría decirle que me agrada hablar más de La petite mort -Se rio para sí ante eso.

-Lo dicho, es usted muy osada.

-Intento tomar lo que más pueda de la vida, finalmente para algunos tan sólo queda esto - Miró alrededor.

-Y muy sabia, me hace pensar que este viejo no tiene nada que decirle.

-Cada persona tiene algo que enseñar, de eso no me cabe la menor duda.

-Sí, eso me acaba de mostrar usted esta noche.

-Me gusta la tranquilidad del lugar, ¿sabe usted en dónde está Edith Piaf?

-¿Una fan?

-¿Me podría llamar algo así? Entonces digamos que lo soy, soy una fan.

-Sígame -Le dijo el anciano, ella lo siguió en silencio mirando alrededor, le parecían tumbas muy exageradas, al morir no quería algo así, le parecía mejor un entierro al natural en un bosque recóndito.

Llegaron a una de las tumbas, tenía muchas flores y una foto de ella, Marie se sonrió y se sentó en la lápida, el hombre le asintió y él anciano se devolvió por donde llegaron, Marie escaneó el lugar y de manera inevitable se le vino a su cabeza la canción que su madre solía cantarle, aunque su padre había sido un hijo de puta, Lisa su madre lo amaba se lo decía la forma en que hablaba de él y le decía de lo que para ella era el amor. Tarareó la canción y de forma inevitable sus pensamientos la llevaron a William Tilman, que ella no fuese nadie en la vida de él, no implica que él no lo fuese para ella, no podía ser una mentirosa consigo misma, aunque si era sincera la canción de la vida en rosa no era como si aplicara a cabalidad en ella, no era de ese tipo de meloserias.

Por un instante recordó la voz de su madre cantársela, todo eso era tan punzante, el sólo terminar pensando que todo sería mejor si su madre estuviera con ella, se sentía tan pequeña y tan sola, esa noche la extrañó y aunque su pecho estuvo a punto de explotar, no logró llorar más, era algo raro estar en aquel lugar y sentirse tan tranquila, pero qué más daba ella lo era, era la chica rara que terminaba pensando de más.

Finalmente se fue de ese lugar y abordó un taxi y se dirigió hacia la oficina, miró por la ventana a París como tantas veces, se tocó la cabeza y sintió el dolor que un le generaban la caída y los golpes de Gerard.

-Llegamos, -dijo el hombre - Ella pagó y se bajó del auto.

Se acercó a la puerta de cristal y llamó al guarda, este se acercó y le abrió la puerta.

-Señorita Keller

-¿Sucede algo?

-Tan solo algo de trabajo represado -Dijo sonriendo.

Marie entró y caminó por los pasillos desiertos hasta el ascensor y finalmente a la azotea, le gustaban los amaneceres y desde ahí se veían geniales. Caminó las pocas escaleras que la separaban de ahí y entró, ya eran casi las cinco de la mañana y esperaba tener un buen espectáculo,

No era una azotea común, cómo pasaba tanto tiempo ahí, le habían hecho reformas: un camino en madera una fuente algo de verde y la primavera hacía que el jardín tomara tonos vistosos, si bien París no le gustaba su clima era bueno para ella, los inviernos eran relativamente suaves a comparación de Londres o New York.

Llegó al borde del muro y saltó con habilidad, la adrenalina de sentirse al filo del precipicio le encantaba, así que ese lugar se había convertido en uno de sus favoritos, cruzó sus pies y cerró sus ojos y se enterró en su abrigo y meditó unos instantes como Oliver su instructor le había enseñado, dejó su mente en blanco dejo ir todo y se sintió calma por primera vez en las últimas 24 horas.

Abrió sus ojos sintiéndose mejor después de unos minutos, nada que amanecía, miroy su reloj aún eran no eran las seis y para esta fecha el sol salía poco después de la seis treinta, comenzaba a sentir frío, metió su manos en su abrigo y sintió las compresas calientes que solían darle en estos, su baja temperatura corporal hacia que su cuerpo se resintiera en climas fríos con mayor facilidad y aun en climas cálidos, apretaba las compresas calientes y sin embargo podía sentir sus manos frías.

Volvió a cerrar sus ojos meditando, perdiéndose de su alrededor, después de un rato se levantó, un poco más reanimada, amanecía y eso le decía que aún estaba viva, no era el fin del mundo o quizás sólo el fin de un tiempo realmente grato.

Se sentó, ya se había dicho que no se lamentaría nada pasara lo que pasara, quería estar a su lado y lo haría hasta que él mismo le dijera lo contrario o ella misma desistiera de todo.

Los sentimientos de la noche anterior desaparecieron, no sabía de donde se le había ocurrido decir que Anna Hammer tenía un romance con William ¿y si ella solo había querido jugarle una broma? Finalmente ella era una mujer casada y cada vez que la visitaba le recalcaba eso, realmente no entendía por qué de la nada hablaba como si fuese soltera.

Sintió como unas manos rodearon sus ojos y de forma automática se sonrió y llevó sus manos a las de él, sabía a la perfección de quién se trataba, sus manos grandes y suaves y su olor familiar.

-Adivinare quién es - hablo de buen humor, él siempre se lo generaba - es un poco más alto que yo, le gusta mucho el filete, si es de kobe es mejor, toma ese líquido que huele muy fuerte y que a mí me marea en un sorbo, es rubio y tiene ojos claros.

-Ohhh fresa, te he buscado como un loco. - se escuchó contento.

-¿A mí? - Marie preguntó confusa sin moverse de su sitio - No tenía sueño y fui a recorrer esta ciudad tan espantosa, aunque de noche no está nada mal.

-Fresa no me vuelvas a hacer eso, no debes dejar los guardas, por favor.

-Soy muy buena escapista - le dijo contenta y se giró mirándolo fijamente - Tan solo a veces solo quiero estar conmigo misma. - William le acarició sus labios como acostumbraba.

-No lo hagas, por favor.

Marie le sonrió y alzó su mirada viendo a Anna a un costado, su sonrisa se desvaneció y se separó un poco de él, ahí estaba ella y aunque por un momento pensó que todo era real y luego pensó que podría ser una broma, no entendía la actitud de ella.

Brindo un saludo escueto mientras se ponía sus zapatos, William llamó su atención decía que la señora Anna Hammer le quería decir algo, Marie lo miró y luego a ella, presintiendo que quizás ambos reconocerían todo su romance secreto.

-Yo, quería pedirte disculpas lo que te dije anoche, fue... Una broma, algo sin sentido.

Marie la miro confundida y luego a William quien le asintió confirmando lo que ella le decía, no pudo evitar soltar lo que pensaba al respecto, entre otras cosas si se trató de una broma perversa, en ese momento ya no sentía esa pesadez de la noche anterior, así que hablo calma y directo. Expuso cuán mal se había sentido al pensarse en medio de una relación, además en el caso en que fuese cierto el mal gusto que le generaban que Ana Hammer hablara de los sentimientos de William sin él estar presente, le parecía atrevido era algo que le correspondía a él decir no a otra persona.

No entendía qué era lo que ella había pretendido, no entendía porque quería dañarla en ese momento, pero le dejó claro que la relación que ellos tenían no era lo que imaginaba, no se inmutó en explicarle, finalmente para cualquiera era incomprensible, estaba con él sobre todo porque confiaba en ese hombre, no porque le hiciese promesas de amor.

Intentó no ser grosera, pero William le pidió poco después que no fuese dura con Anna Hammer, pero es que la enojaba que ella dijera mentiras solo por diversión y si William le decía que era una mentira era sí, no le daría más relevancia al tema.

Sintió los labios de William en su frente y poco después se despidió.

-Voy a llevar a Anna a su casa, no hemos dormido. Te veo un rato y no te muevas sin los guardias.

Ella le sonrió y le asintió.

-No te preocupes por mí, llevo un año escapando de los guardas y hasta el momento no me ha sucedido nada. Ve, descansa. - lo mandoneo.

-No te quiero sin los guardias Marie y no está discusión.-Él la sermoneo poco antes de salir con la señora Hammer.

Marie se quedó parada unos instantes viéndolos salir de la azotea, se cruzó de brazos y luego se giró.

-Adam, ¿no crees que escuchar las conversaciones ajenas, es de mala educación?

-Señorita, discúlpeme, no fue mi intención.

-¿Nuevamente estás aquí temprano tratando de ganar puntos?

-Hago todo mi esfuerzo.

-Bien, entonces dame un cambio de ropa, no me iré a la suite, me quedaré trabajando.

-Señorita, usted no ha dormido.

-Y no quiero hacerlo, no quiero dormir. -Camino al ascensor para ir al piso de su oficina.

-Pero escuché que tuvo un accidente, debería descansar.

-Solo terminaré algo urgente y me iré, no se preocupe -Le sonrió

Adam la miró atónito, realmente ya no era el monstruo de hace un año. Marie bajó a su oficina y tomó su teléfono, era temprano aun así aprovecharía que estaba ahí, la puerta sonó poco después y después de permitir la entrada vio a Bashar Hasbún, hizo una mueca confundida

-Señorita Keller-

-Señor Bashar ¿no es algo temprano para venir a mi oficina?

-Tan solo quería verla.

-No entiendo, porque sigue coqueteando, le dije que no me interesa tener algo con usted.

-No le quite la emoción del asunto, no sea tan radical.

-Ok, no lo haré. ¿Qué quiere tan temprano en mi oficina? - Fingió que hablaba amable.

-Tan solo quería verte.

-Pues yo no te quiero ver -Dijo sarcástica y un tono de coquetería falso.

-Mejora señorita Keller, a veces puede ser adorable. -Ella alzó sus cejas.

-De verdad si no es nada más me retiro, debo ir a un lugar. -Expuso ella seca.

-Tengo algo que comentarle del proyecto.

Ella se detuvo y le miró.

-Dígame. - habló interesada ésta vez.

-Hay una zona que aparentemente tiene fallas, creemos que tendremos que reformar los planos.

-Eso retrasaría todo, ¿no hicieron los estudios con anterioridad? -Dijo frustrada -Hagan los estudios pertinentes y lo presentan en la próxima junta. Me retiro.

-Señorita Keller -La llamó y se acercó a ella quedando muy cerca de su boca - He querido besarla, desde que la conocí.

-No sucede lo mismo conmigo -Ella le sonrió y se dio media vuelta.

-Es usted algo mala, -Le tomo la mano y la devolvió- O muy fiel a su novio.

-Creo que no es algo que le incumba, pero seré benévola y no tan radical, sí, estoy con alguien y hasta el momento no he querido entregarme a la promiscuidad. - aunque si era algo en lo que pensó un par de meses atrás.

-Es una lástima, desde que vi las marcas en sus manos no dejo de pensar en usted.

La aprisionó en una de las paredes y se sintió ahogada de repente, lo empujó y lo miró fría y molesta con ganas de partirlo en dos.

-No me toque - expuso antes de salir de la oficina.



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