La Heredera CAPÍTULO 44: No me quites lo mío

 



París, abril, 1994

La niña vagaba por los pasillos de la mansión sin rumbo, de repente llegó a una habitación, la mayor parte del mobiliario era blanco y estaba rodeada de una despensa que estaba repleta de pequeños autos de colección, a la niña se le iluminó el rostro y entró sorprendida de la cantidad de autos tomó uno de los que tenía a su alcance

-Wii -jugueteaba con el auto y lo corría por el piso y sonreía divertida.

-¿Quién eres tú? - Se escuchó la voz de alguien en el umbral.

Era un niño de unos nueve años muy bien vestido para su edad de ojos avellana, la niña volteó y abrió sus grandes ojos azules y le sonrió el niño al verla aunque estaba enojado sonrió de forma automática por costumbre

-Soy Marie ¡Woo! ¿todos son tuyos? - mirando la habitación -

-Si y no se tocan -dijo el niño con fastidio, omando el que ella tenía en su mano -

La niña hizo un puchero y se lo quitó nuevamente de forma atrevida.

-Pero tienes tantos y ¿no juegas con ellos?

-No -dijo enfático -

-Toma - le estiró una paquete con gomitas de fresa - te doy esto si me lo prestas

El niño miró el paquete e hizo un gesto de asco

-Sólo tómalo -dijo indiferente -

-Elizabeth -se escuchó una voz en el pasillo

-Es mi mami -Alegre salió corriendo, sin embargo antes de llegar donde ella se cayó -

-Te cuidado -Lisa le dijo con ternura la levantó y comenzó a limpiarla -oh te dañaste las medias -rio tocándole el puente de su nariz -La niña rió ante eso

- Vamos tu padre nos espera -

-Mami tengo un amigo, mira -mostrando el carro -

-Devuélvelo ya nos vamos

La niña corrió a la habitación y el niño se encontraba mirando por la ventana de su habitación, lo toco llamándolo y se giró , hizo una mueca cuando descubrió que le estiró la mano con el carro.

-Te dije que lo tomaras

Ella sacó nuevamente el paquete de gomas de fresa, sin embargo él no lo recibió, ella sonrió y antes de salir le dejó un paquete en los estantes y salió corriendo, su madre le sonrió.

-Aun lo tienes.

-El niño me lo dió -Dijo sonriente zafandose de la mano de ella salió corriendo.

-No corras que te puedes caer -Le dijo Lisa sonriendo.

Marie rió sin hacerle caso, sin embargo se tropezó con alguien que la hizo rebotar y caer al piso, alzó su vista y vio a un joven rubio de ojos claros, Marie hizo un puchero sin embargo, cuando vio una leve sonrisa en el joven ella devolvió su sonrisa, se levantó y sacó un caramelo de vestido y se lo entregó a modo de disculpa.

-Lo siento -Dijo en alemán, mientras Lisa llegaba tras ella

-¿Te metiste nuevamente en problemas? -Marie asintió con una sonrisa mientras su madre la cargaba.

-Mon causa y efecto -Lisa le asintió y Marie llevó una de sus manos a la oreja de ella y la masajeó.

-Lo siento chicos -Los miró eran un par de adolescentes uno rubio de ojos azules y otro de cabello oscuro y de ojos grises, ellos asintieron, mientras Lisa continuó caminando con Marie

Finalmente bajaron las escaleras encontrando a Jean Claude con el ceño fruncido y su expresión dura, Lisa acarició el cabello de Marie con dulzura, luego se giró mirándolo fijamente y pasó a su lado sin decirle una sola palabra. Jean Claude suspiró y la tomó de uno de sus brazos y la detuvo con delicadeza.

-Lo siento cariño -Dijo suavemente.

...

Suiza, marzo 2015

Miró la fachada de la cabaña, sentía que quizás su padre había dejado algo en ese lugar que le podría dar una pista, finalmente fue el último sitio en donde estuvieron juntos, movió sus anillos inquieta y miró al guarda de soslayo, suspiró vencida y entró en el lugar después de encontrar las llaves detrás de una matera, todo estaba cubierto de polvo, aquel lugar guardaba muchas memorias de su niñez, se sonrió levemente no todas eran malas.

Miró cada una de las fotos que estaban en el lugar y sonrió había pasado momentos realmentes agradables ahí, se llevó una mano a su nariz olía a humedad al parecer no se le había vuelto hacer mantenimiento a la casa, se fue directo al ático, tenía un objetivo: encontrar parte de las cosas que su padre le había dado.

Saltó y halo la escalera del ático, el polvo se esparció por el lugar y no pudo evitar toser mientras con una de sus manos tapaba su boca, posteriormente se introdujo por la pequeña abertura en el interior de la habitación en madera, todo estaba oscuro, buscó a tientas el interruptor, sin embargo la maldita bombilla no encendió, sacó su móvil y encendió el flash y comenzó a hurgar unas cajas, pero no encontró nada.

Se sintió levemente frustrada, en el pasado no le prestó mucha atención a Jean Claude, si tan solo él hubiese sido más honesto, quizás.... Negó con su cabeza, tal vez sólo hubiese empeorado las cosas, al igual que ahora en ese tiempo era impulsiva y vomitaba todo sin filtros, su padre sabía que ella no estaba preparada para saber la verdad.

Recordó que tenía un viejo escondrijo entre las tablas y buscó en el piso de madera zafó un tablón suelto y metió su mano hurgando dentro, sacó un paquete negro, sopló un poco y lo miró unos instantes, se sonrió contenta, su padre le había dado varias cosas, una parte la tenía en un lugar seguro y el otro lo había guardado ahí, volvió a poner la tabla en su sitio y se dirigió a la salida.

Su pie tropezó con una caja, ella se giró y vio su nombre en esta, se sonrió y se agachó destapandola, tenía todo tipo de objetos de su niñez, sonrió al sacar unos viejos diarios, algunos cubos rubik, peluches y hurgó por unos instantes, de repente vio un pequeño auto azul lo miró curiosa no recordaba que tuviese la costumbre de jugar con carros, lo giró a un costado y pudo un par de iniciales, se sonrió nostálgica y lo metió en su bolsillo.

Esperaba que lo que los objetos que había encontrado en esa hendija, le diera pistas, sentía que entender lo que le sucedió en el pasado le ayudaría a salir de esas pesadillas sin fin, pensó por muchos días en sus opciones, por un lado sentía debía hacerle saber a Jacques LeBlanc que no entraría en su juego, sin embargo en otras oportunidades simplemente quería soltar todo, olvidarlo e irse lejos y tal como su madre le había dicho en su niñez no dejar que la venganza manejara su vida.

La imagen de William llegó a su memoria y una sonrisa tonta se formó en sus labios, sabía que una vez terminara todo debía alejarse, él ya se lo había dicho no sólo con sus palabras sino con su forma de actuar en esos últimos días, ella entendía cuando no hacía parte de la vida de alguien y ahora mismo entendía eso, por algún motivo era su novia ante los demás, pero no se sentía de esa forma, muy en el fondo sabía que no lo era, así que sólo quería pensar que era la persona en quien confiaba, eso la reconfortaba más que ese rótulo.

Llevaba días sin hablar con William, quien estaba con Matthew, finalmente las sospechas de este último eran ciertas y a miss Bracho le había ocurrido algo, estaba secuestrada y ahora era noticia, en ese momento entendió lo que William le había dicho de su amigo, no era un hombre de dramas y cuando tenía un presentimiento tenía motivos de peso.

Durante el trayecto, decidió que iría a Lausana deseaba ver a su hermano, había estado tan ocupada que hacía mucho no lo veía y él tenía la facultad de animarla, escuchar sus dramas colegiales le gustaba, era reconfortante oírlo quejarse, refunfuñar, a diferencia de ella que no solía comentar que le pasaba.

Llevaba semanas durmiendo mal y con terribles pesadillas, pero en vez de preocuparse por ella, no podía sacarse el rostro triste de William de su cabeza, pensaba qué había sucedido con él, ¿que lo tenía así? Aunque había hecho su mayor esfuerzo, regalandole un baile y con puros de los que les gustaban, esa mirada agónica seguía y aquello le molestaba no le gustaba verlo mal, negó con su cabeza, quizás sólo era el trabajo que lo tenia estresado,

Cuando finalmente llegó al internado miró alrededor, no sabía en donde se encontraba Phillipe y buscarlo sería una tarea ardua, sacó su móvil y le marcó, pero el condenado lo tenía apagado, vio que unos de sus compañero pasó por un lado y lo saludó.

-Hola, ¿John sabes donde esta Phillippe?

-Es la hermana de Philippe -Le sonrió el joven de cabello rojizo- Él está en el salón de ballet, dice que ayuda a Petrushka.

-¿Ayuda a Petrushka? -Dijo con extrañeza

-Si, realmente no sé que tanto hace ahí, por que es el único niño que no practica ballet que permanece en aquel lugar.

-Gracias John -Le sonrió y revolcó su cabello, el niño le asintió y ella salió del lugar directo al salón de ballet.

Pasó por varios salones hasta que comenzó a escuchar el sonido del piano, se sonrió levemente y después de tocar para anunciarse abrió la puerta, al fondo vio a Petrushka haciendo sus estiramientos, tenía una de sus manos en los hombros de Philippe, ambos reían Marie se detuvo y los observó sin llamar la atención, había estado enojada porque semanas atrás Philippe había empujado a Petrushka de forma grosera, ahora veía como él se esforzaba por redimirse al menos se daba cuenta que había cometido un error.

-Hola -Escucho la delgada voz de Lousiane, así que dejó de mirarlo y se concentró en la niña rubia de ojos azul verdoso -¿Estás aquí por Phillipe?-Marie le sonrió revolcando su rubia cabellera.

-Hola, Lou, si, vengo a ver a Philippe.

-No se separa de Petruska -Dijo ella mirando hacia ellos pensativa.

-Eso me lo comentaba John -Hizo una pausa -¿Tú cómo estás? Te vez preciosa en tutú.

-Decidí seguir practicando ballet.

-¿En algún momento pensaste dejarlo? -Le dijo Marie sorprendida.

-Oh es verdad que no te lo había dicho, cuando dijiste que hiciera lo que me apasionara no te pude decir que era.

-¿Entonces el ballet no te apasiona?

-No, pero mi prometido me dijo que seguir practicándolo me ayudaría en lo que quería hacer en el futuro.

-Me alegra por ti, tú prometido debe amarte mucho.-Le guiño un ojo sabiendo de quién se trataba-

-Lo hace, tú deberías conseguirte un novio que te quiera mucho.

Marie rió y volvió a tocar su cabeza con sus ojos apagados, no era capaz de decirle el tipo de encuentros que tenía con William, además el tema de verlo triste la preocupaba, aunque sabía que no era de su incumbencia.

-¿Te sucede algo malo? -Interrogó la niña.

-A mi no, pero a una persona que aprecio le sucede algo y no soy capaz de ayudarle.

-¿Qué le sucede?

-No lo sé y soy algo cobarde y no me atrevo a preguntarle.

-Deberías preguntarle.

-Hay cosas que simplemente son sólo de uno, lo único que puedo hacer es ofrecerle mi compañía.

-Eso es algo tonto -Rió Lousiane.

-Si lo es - se giró y miró hacia donde estaba Phillipe con Petrushka - Yo creí que de verdad te gustaba el ballet - le cambió de tema- ¿Por qué querías dejarlo?

-Mi madre tiene los pies horribles, no quiero tenerlos así, además lo odio, nunca me ha gustado.

Marie se sonrió y se agachó un poco frente a ella.

-Los pies de las bailarinas son su fortaleza.

-¿Fortaleza? De verdad dices cosas raras, son lo más feo que tienen ¿como puede ser su fortaleza?

-Mi abuela solía decirme que ellos son el reflejo de la entrega y dedicación de una bailarina, horas de práctica de expectativas, su disciplina y eso es admirable.

-¿Es verdad que fuiste bailarina?

-Hace mucho lo fui, pero mi sueño era otro - le dijo emocionada.

-¿Cuál era? -La miro la niña con expectativa

-Quería recorrer el mundo y aprender muchos idiomas - Respondió entusiasmada.

-¡Oh! Que bien...

-Sestra - Escuchó a Petrushka que interrumpia a Lousiane.

-¡Hermana! - dijo Philippe emocionado.

-¿Vas a bailar hoy? - dijo Petrushka

-¿Ella ha bailado contigo? -Preguntó Lousiane a Petrushka.

-Si, incluso me ha enseñado movimientos de defensa personal.- respondió Petrushka

-¡Oh! Es en serio?-Lou la miró emocionada- Yo quiero saber también.

-Es muy sencillo - dijo Marie - Yo puedo mostrarte un movimiento que podría ayudarte si alguien te quiere hacer daño.

-Eso estaría genial, podría mostrárselo a mi prometido cuando venga a verme.-Marie le asintió.

-Si en algún momento quieren hacerte daño y te toman de tu cabello puedes hacer esto -Le comenzó a mostrar el movimiento.

-¡Lousiane! -Escuchó la voz de la señora Hammer que gritaba furiosa.

La niña miró a Marie con recelo.

-Debo irme -Sin embargo su madre ya estaba a un costado.

-¿Puedes dejarnos solas? -Anna Hammer le ordenó a Lousiane y esta de forma obediente le hizo caso y se alejó.

-Miss Keller - dijo ceremonial y Marie la miró extrañada, nuevamente veía esa mirada fría, no entendía que le había hecho a esa señora para que fuese tan voluble.

-Señora Hammer- la saludó ella sin embargo Anna se notaba incómoda, y por un momento recordó el día que se encontró con ella el día del recital.

-Sólo quería decirle que quiero que guarde las distancias con mis hijos. No quiero que le enseñe las cosas tan vulgares que usted sabe, por favor ¡ya no más!

-Señora Hammer no fue mi intención incomodarla, solo quería mostrarle algo que podría servirle para....-La mano de Anna Hammer golpeó con fuerza la mejilla de Marie haciendo que de golpe se callara, Anna la miró con desprecio y vio como su anillo le hizo un corte en su horrible cara.

-No tiene por qué enseñarle nada a mis hijos. ¡Por qué insiste en arrebatarme todo lo que es mío!-Gritó histérica.

Marie la miro en silencio y llevó su mano a su mejilla, se encontraba estupefacta, no entendía a qué se refería, hablaba con Lou, pero sabía a la perfección que no era su hija, era una compañera de Phillipe, aunque a decir verdad no le caía mal no pretendía alejarla de su familia, era una idea estúpida, Phillipe llegó y la abrazó se veía angustiado, mientras Lou y Petruska miraban la escena impávidas

-¿Estas bien hermana?-Preguntó Phillipe y Marie le asintió, pero no le dijo nada, Anna la miraba con rabia.

-Madre, vámonos - le dijo Lousiane con desespero y Anna le asintió, sin mirar a Marie se dio media vuelta, luego Lousiane miro a Marie a lo lejos y le dijo lo siento con sus labios, Marie le asintió y vio cómo ambas se retiraron.

Marie quedó desconcertada a veces era impropia, unas adrede otras sin darse cuenta, pero no pensó que hablar con Lousiane traería tantas complicaciones, su hermano le hablaba, pero ella solo asentía estaba bien, no necesitaba doctores, no por ese leve corte que ni siquiera le dolió

-Sestra, vamos a la enfermería.-Petrushka le dijo cariñosa.

-De verdad no es nada grave.-Respondió Marie nuevamente.

-Tienes un ligero corte es mejor poner algo ahí - expuso Phillipe- La madre de Lousiane estaba enojada, creo que exagera sólo querías mostrarle un movimiento, no fue para tanto - se quejó Phillipe.

-Cada madre quiere lo mejor para sus hijos - acarició el rostro de ambos - mejor vamos a la enfermería.-les dijo para que ellos dejaran el tema.

Estaba confundida, pero era lo único que se le ocurría, finalmente ella no era un dechado de virtudes y sus modales no eran un ejemplo a seguir, dejó el asunto de lado, se sentía cansada y no quería añadir una madre enojada a la lista de sus preocupaciones.

Deseaba pasar un momento con su hermano, dormir al menos media hora, apagar un poco esos pensamientos de venganza que no la abandonaban, cuando creía que quizás podría dar vuelta a la página ese sentimiento de impotencia la hacía temblar, apretó sus labios y su hermano la miró por unos instantes.

-¿De verdad estás bien?-Ella le asintió, no podía decirle que le ocurría de hecho no podía hacerlo con nadie, después que hablaron de esas carpetas con William no lo habían vuelto hacer, no era capaz de exponer lo que le ocurría, suficiente tenía él con sus problemas para ella llenarlo con sus tonterías.

Su mejilla fue curada y los niños le pidieron hacer algo más como si desearan contentarla, le estaban dando más trascendencia a ese asunto que ella misma, les sonrió y se sintió feliz de sentirse amada, por años había caído en el pensamiento tonto que su madre era la única que lo había hecho, le dio un beso a su hermano y éste se quejó, no le gustaba que lo tocara como cualquier pre adolescente, finalmente quedaron en que para una próxima irían por un helado y se despidió.

Marie comenzó a caminar hacia el auto, tocó su rostro sintiendo la cura que le habían puesto, no entendía por qué se sentía tan mal al respecto, era extraño la señora Hammer la miraba con rabia nunca había visto eso en ella, era una mujer tan centrada y respetuosa, divisó el auto y sin decir mayor palabra abrió la puerta, los hombres la miraron con recelo, notando que miraban su herida mas de la cuenta.

Regresó a París, esta vez no quiso ir al gimnasio se fue directamente al hotel, se dio una ducha y se puso un suéter y unos leggins y caminó a la azotea del lugar, se sentó al borde contemplando la ciudad. Se quedó largo rato así, cerró sus ojos disfrutando el silencio que le ofrecía el lugar, no quería pensar tan solo estar un momento lejos de las palabras. Hacía frío aún así la sensación de estar al vacío le gustaba, un ruido la alertó sacándola de sus pensamientos.

-Todavía te siguen gustando los lugares altos - escucho la voz de Aiden.

-Es como si tuviera el mundo a mis pies.

-Aun dices cosas extrañas.

-Depende de ti si te tomas enserio todo lo que digo.-Ella se giró y le sonrió él noto su herida.

-¿Volviste a pelear con una mujer?-Le dijo tocando su rostro.

-¿Por qué crees que fue con una mujer? Pudo ser con una puerta.

-Seamos sinceros, por alguna extraña razón las únicas mujeres que te quieren son Cathie y Crystal, el resto son respetuosas o simplemente no te soportan.

-Eso suena tan malo - dijo Marie jovial, aunque sabía que era real, no caía bien y realmente le a valía un pepino.

-Lo es, pero sé que no piensas mucho en eso.

-No, no lo hago -Se río - he aprendido a ser tolerante eso y saber que soy algo difícil y extraña para los demás.

-¿No tendrá que ver con él?-El tono que usó Aiden no le gustó

Ella movió su cabeza de forma negativa.

-No, no tiene que ver con él. No tiene ex locas - se sonrió de hecho la única que tenía estaba muerta y el resto se trataba de amantes eventuales que no harían algo así y bueno Anna Hammer era una mujer casada y realmente quisquillosa con el tema del compromiso- al parecer soy una muy mala influencia para una niña, esto fue de una madre preocupada.

Aiden la miró y no pudo evitar reír

-¿Tu? ¿Mala influencia? ¿Qué le dijiste? ¿Que hay teorías de Einstein que hay que replantear? - Se burló y luego la miró serio. -Yo no entiendo aun ¿que haces con un hombre como él?-Marie se giró y lo miró detenidamente.

-Quizás me cansé de contenerme y decidí irme por el lado salvaje de mi vida.-Él la miró.

-¿Por qué no quisiste hacerlo conmigo? - Aiden le dijo sacando un cigarrillo de su chaqueta, lo encendió y le dio una calada honda.

-Por que tu eres mi amigo, dame quiero probar.

-No gastaría un cigarrillo en ti, además se que tienes la negra intención de tirarlo - le dijo poniéndolo nuevamente en su boca.

-Me atrapaste, quería fastidiarte un poco.

-Tu logras fastidiar sin esfuerzo.

-¿Lo hago? - dijo pensativa.

-No pienses demasiado en eso, hay una parte de ti que ciertamente me enloquece, puedes ser tan adorable y en otras como si fueses una maldita que sólo quiere ofender.

Marie río con soltura, Aiden tenía razón, cuando se lo proponía era toda una perra solo que pocas personas le generaban eso.

-De verdad no entiendo ¿por que estas con él? -dijo Aiden nuevamente serio -¿Le quieres?-Marie miraba hacía la ciudad, con sus pies al vacío.

-Umm, si puedo abrirme un poco podría decir que si, le he aprendido a querer aunque eso me aterre, por lo general cuando quiero a alguien de esa manera las cosas no terminan muy bien para mí. Aunque con él tengo claridades y eso me gusta, me dijo que iba poner fin a todo en algún momento cercano - puso su pies dentro del muro y lo miró - le creo y saber eso es tranquilizador porque no se anda con rodeos, en algún momento cuando todo esto termine retomaré todo y podré empezar de nuevo en algún rincón del mundo.

-¿Quieres irte?

-Aunque a veces sienta la necesidad de irme, no quiero alejarme de él, no hasta que nuestro tiempo juntos acabe.

-Asi eres - se sonrió mientras botaba el humo por su nariz - te buscaba por esto - le mostró un paquete.

-Lo revisaré adentro junto con este otro - miró el paquete que tenía al lado - Aún no quiero pensar en nada de eso, ni en qué haré para retomar el control de mi vida.-Aún no se le olvidaba la advertencia de Jacques LeBlanc.

-Elizabeth y ¿si no lo consigues? ¿Si te quedas atorada en todo esto?

-No quiero pensar en eso yo... Quiero pensar que aun tengo una oportunidad. Cueste lo que cueste se que encontraré una salida.

-Me preocupa - expuso Aiden volviendo aspirar el cigarrillo - me preocupa lo que te sucede, lo que tienes con él.

-No tengo nada que no quiera, sé perfectamente que es lo que quiere de mí y que quiero de él. En cuanto a lo otro, no pienso morir, pero... Como sé que no tengo el poder de la inmortalidad - le miró fijamente - se que tengo que pensar cómo proteger a Phillipe en caso de no poder estar a su lado.

No podía ser egoísta, sabía que cuando ella faltara, su hermano podría ser un nuevo blanco, finalmente tenía la sangre Keller, suspiró realmente angustiada, Marie se levantó y tomó los dos paquetes. Cambió de tema, no deseaba seguir pensando en lo mismo, asi que simplemente bromeó con Aiden mientras él la acercó y le dió un leve beso en su cabeza, posteriormente la dejó en su habitación y se marchó.

Estuvo mucho tiempo meditando que ver primero, tomó lo que había encontrado en la cabaña, se trataba de un diario con llave y dos móviles viejos, no eran las pistas que hubiese querido encontrar, armó uno de los celulares y vio que no tenía batería, era un modelo viejo de hace unos cinco años, lo puso a cargar y para su sorpresa aún funcionaba despues de media hora de carga, lo encendió, pero no tenía números inscritos ni mensajes, no había nada que le diera respuestas.

Se fue a preparar un café, era inevitable no sentir esa ansiedad por una taza, se lamentó, quizás solo se había hecho falsas expectativas pensado que podría encontrar algo de utilidad, cerró sus ojos levemente frustrada, nada de lo que le había dejado su padre le explicaba sus acciones, por el contrario todo era mas y mas misterio, escuchó un timbre, pero no era de su celular, comenzó a buscar de donde provenía hasta que se percató que se trata del celular viejo que había encontrado.

-Ciao - escucho la voz de una mujer italiana del otro lado - Veo que al fin necesitas de mi.

-¿Quién es usted?

-Pero si es la pequeña Keller -Hizo una pausa - Pronto sabras de mi, si Jean Claude te dejó esto es porque sabia que me necesitarías en un futuro, no pierdas el móvil -Y sin dejar que hablara le colgó.

Marie miró el teléfono en silencio y lo puso sobre la mesa, aquello había sido extraño ¿quien era esa mujer? Evidentemente cuando contestó creyó que se trataba de otra persona, Jean Claude no dejaba de sorprenderla y cada vez era peor, ahora ¿con quienes se había metido que le decían que la iban a proteger? Y la pregunta más grande: ¿protegerla de quien?

Negó con su cabeza y miró el reloj eran las dos de la madrugada y aun no tenia nada de sueño, miró la biblioteca, pero sabía que leer no era una opcion, asi que se fue a su armario y sacó un gabán negro y un par de zapatillas deportivas, tomó su móvil y salió de la habitación.

No quería dar vueltas en esa habitacion, asi que iria a ejercitarse era lo único que despues de hacerlo le daba al menos una hora de sueño, cuando las puertas del ascensor se abrieron se encontró con los guardas, no entendía cómo sabían que saldría a veces sentía pena por ellos no tenía una actividad normal, en general salía mucho a la madrugada, sobre todo al gimnasio, o si no a ese salón de baile.

Así que era habitual llegar y ver todo a oscuras y en total silencio, le gustaba más sus idas nocturnas que ir cuando habían personas, intentó practicar, desconectarse de todo, pero nuevamente pensamientos sobre como hacerle daño a Jacques LeBlanc llegaban a su mente, sentía que eso la estaba envenenando, que no daba un paso si pensar en una estrategia para quitarle esa sonrisa de su boca, dio un puño y luego otro al saco de arena, pero nuevamente se sentía derrotada e impotente.

No estaba funcionando, no tenía sueño y solo comenzaba a sentirse irritada, no sabía qué hacer y pensó en ir a donde Sébastien era un cardiólogo, pero el médico más cercano que conocía, nunca había recurrido a calmantes, pero necesitaba dormir y quizás él podría darle algunos sin tener que ir con un psiquiatra.

Se levantó de forma intempestiva hacia las duchas, se quitó el elástico de su muñeca y giró su cabeza tomando su cabello y haciendo un moño alto, se dió una ducha rápida y salió envuelta en la toalla, miro el móvil eran casi las cuatro de la madrugada.

Su móvil sonó y ella lo atendió

-Rose, ¿no puedes dormir? -Marie quedó en silencio - por tu silencio asumo que no.

-¿Para qué me llamas?

-¿Crees que William aun quiera estar con ambas?

-Por favor, si me llamas a esta hora para eso, llámalo tú misma. De verdad no estoy de humor, llevo dos dias sin dormir.

-Oh, ¿crees que puedas batir tu propio record? -Marie suspiró y colgó el teléfono, de verdad no necesitaba escuchar estupideces.

Dejó el móvil a un lado y comenzó a secarse y a ponerse su crema, buscó algo decente en el locker, que por lo general tenía ropa deportiva dentro, finalmente sacó su móvil y le marcó a Sébastien con suerte estaría de turno.

-¿Marie Elizabeth? -Contestó después de un par de timbres -¿Ocurrió algo?

-Sólo quería saber si podría tener una cita médica contigo.

-¿A esta hora?

-¿Te desperté?

-No, claro que no, estoy de turno, puedes venir.

-Gracias -Colgó al instante.

No tenía a nadie más a quien llamar y exponerle lo que le ocurría, enloquecería si pasaba más tiempo despierta, creyó que era algo que lentamente había superado, pero no, seguía ahí latente, lo peor de todo es que se sentía cansada, se sentía descoordinada y en ocasiones se perdía de la realidad, Sébastien era un hombre que solía escuchar sin hacer juicios, ella no era particularmente quejumbrosa le costaba abrirse a los demás, no le gustaba compartir con muchas personas lo que le ocurría.

Pronto lo pudo localizar y se sentía a la expectativa que él podría darle algo, así fuese solo una pastilla lo agradeceria, la recibió con un pijama de medico color verde, se veía cansado, su peinado estaba intacto, pero tenía un leve rastro de barba de días, se acercó a ella y le dio dos besos en sus mejillas, mirando el cachete en donde tenía la banda.

-¿Te lastimaste? ¿Por eso venias?-Ella tocó su cachete.

-No, esto es una tontería -Él se acercó y le quitó el vendaje de un tirón y ella lo miró algo molesta, no tenía porque quitarlo.

-Tan solo pondré un poco de de ungüento y una nueva venda -Hizo una pausa mientras la curaba -Lousiane me llamó, me dijo que te buscara, realmente estaba apenada.

-Yo...-iba a decirle que no importaba, que eso no era un problema para ella en realidad.

-Dijo que su madre últimamente ha estado muy extraña y con el tema de que quiso dejar el ballet, pues no estaba muy bien.-Por un momento entendió la desazón de la señora Hammer, no quería que su hija dejara el ballet.

-Si, al parecer hablé de más, y complique las cosas entre ellas.

-Te pido disculpas en nombre de Anna -Le dijo mientras botaba el vendaje viejo y le ponía uno nuevo.

-No te preocupes, entiendo su preocupación, yo realmente venía por otra cosa.

Él la miró sentándose frente a ella, esperando a que continuara.

-Dime qué sucede.

-Yo sufro de insomnio desde hace años, pero últimamente no logro dormir bien, quisiera saber si hay algo que puedas darme.- sonó como si se lo pidiera a un expendedor de drogas, pero estaba desesperada quería algo así fuese por debajo de la mesa.

-Yo, aunque quisiera ayudarte no puedo, deberías ver un especialista, yo soy cardiólogo -Dijo mirando su oficina y Marie se sintió decepcionada él era muy correcto y no le daría nada de contrabando.

-Si, es algo evidente -Se sonrió -Pensé que me podrias ayudar sin tener que ver un especialista.-le dijo de forma descarada lo que quería.

-¿Has intentado hacer algún tipo de rutina? Ya sabes acostarte a ciertas horas, en una cama cómoda, con las cortinas cerradas si la luz es un impedimento.

Marie suspiró.

-Hace mucho lo intenté, pero no funcionó -ella lo miró sin saber que decirle - Sufro de terrores nocturnos no logro dormir en una cama.

-¿Intentaste leer un libro aburrido?

-No, leo pero eso me despierta aún más.

-Puedes intentar con un libro que no sea de tu interés, además tomas mucho café, puedes suprimir el café de la noche. Piensa en algo que te haga dormir de forma inevitable.

-¿Ver una película en un cine?

-No, debes lograr dormir en tu habitación, no en un cine, ¿alguna otra cosa?

-La música clásica -Dijo de repente - casi al instante me hace dormir.

-Intenta dormir en una cama, ese es el primer paso, en una pijama cómoda y con un libro aburrido -Se levantó y buscó en su biblioteca y le pasó un libro sobre cardiología y terminos medicos -Trata de dormir a una misma hora, no tomes café en la noche y pon algún soneto aburrido. Si nada de eso funciona te puedo remitir a un psiquiatra.

Ella recibió el libro y lo miró y negó con su cabeza cualquier cosa era mejor que ir a un psiquiatra.

-¿Hace cuanto no duermes?

-Por lo general duermo cuatro horas, pero hace dos noches no logro conciliar el sueño.

-Tomate el día libre hoy, luces cansada, haz algún tipo de actividad al aire libre y en la noche a una hora especifica has lo que te dije. Supongo que eres más activa en la noche.

-Si, lo soy.

-Bien, debes intentar cambiar de hábitos, no te garantizo que recuperes en una semana las horas normales de sueño, pero al menos de forma gradual podrás regularlo.

-Gracias, Sébastien -Ella le asintió.

-Marie, nuevamente te pido disculpas.

-No te preocupes, yo no soy nadie para entrometerme entre ellas -Marie le asintió.

Salió de la oficina, miró su móvil ya eran las cinco de la mañana, había pasado despierta otra noche, caminó por los pasillos del lugar viendo como las enfermeras pasaban a su lado de vez en cuando, los sonido típicos del lugar no le traían buenos recuerdos, sintió su móvil vibrar, si era nuevamente Crystal no le iría muy bien, el nombre William apareció en su pantalla atendió el móvil intrigada, era realmente temprano para que la llamara.

-Hola, William -Dijo sonriendo aunque sabía que él no podía verla.

-Fresa ¿qué tal estás?

-Estoy bien, con mi sueño algo esquivo.

-¿Problemas?

-No, tan solo sucede de vez en cuando,-le restó importancia, era algo habitual que en ese momento se había maximizado y realmente no pensaba iniciar un listado de quejas con él, no era justo.- vine a ver a Sébastien y me dio algunas recomendaciones, espero que me llegue sueño pronto.

-Marie ¿eres inteligente?

No entendía su pregunta, sin embargo poco después o escuchó burlarse de ella por ir donde un cardiólogo a preguntar por sus problemas de sueño, si, estaba así de idiota, pero era el único médico que le inspiraba confianza para pedirle pastillas de contrabando era él y así se lo dijo a William.

-¿O fuiste a verlo por algo más que no me quieres decir?-William la interrogó y ella se detuvo unos instantes, curiosa.

-¿Algo más? -Dijo pensativa - Ayer sucedió algo incomodo, pero no lo suficientemente grave como para ir a la clínica.

-¿De qué se trata?-Preguntó interesado.

-A veces no me mido en lo que digo, al parecer soy una mala influencia -Hizo una pausa, - Yo entiendo que una madre se preocupe por sus hijos y quieran lo mejor para ellos. Es incómodo -rió de forma nerviosa - porque nunca quise crear un malentendido entre ellas.

-¿Tú, una mala influencia?

Otra persona que le decía lo mismo, lo aceptaba era una mujer aburrida, pero tampoco tenían que decirlo con esa sorpresa.

-Si, me da vergüenza decirlo, ayer fui a ver a Phillipe, y me enteré que casi arruino la carrera de bailarina de Lousiane -Suspiró - Sin medirme en lo que hacía intenté enseñarle algo de defensa, pero a su madre no le gustó. - Escuchó que William soltó el aire.

-Es verdad que hablaste de forma muy descuidada, sobre todo entendiendo lo influenciable que es Lou, sin embargo no tienes que preocuparte por eso, no tiene nada que ver contigo y lo que dijiste, yo sé de qué se trata.- Hizo un ruido con su nariz y Marie se detuvo unos instantes, sonaba algo furioso, no entendía por qué el incidente del ballet lo ponía así.

-Yo creía que a ella le apasionaba el baile -Suspiró - ¿Por qué crees que no se trata de mi? Al parecer ella... -Hizo una pausa mientras divisaba la salida

-Porque no se trata de ti, sólo de su ridícula madre. - La interrumpió.

-Algo me comentó Sébastien, al parecer la señora Hammer no se encuentra muy bien últimamente -Hizo nuevamente una pausa.

-Tú no te preocupes por eso, sólo intenta dormir y no sé, pensar en lo que te dije hace algunos días, aunque sé que no quieres ir.- Esta vez su voz era más calmada y parecía preocupado.

-Yo, lo pensaré es difícil de verdad tuve un momento... Difícil con ellos.

-Hazlo sólo para dormir, no tienes que contarle nada de lo que te ocurre, sólo dile cualquier estupidez sobre negocios que no se dan y tu falta excesiva de sueño, ve por la receta y ya.

-Eso haré -dijo finalmente - No quiero volver a lo de antes.

-Buena chica, descansa, no deberías ir a la oficina, en cuanto resuelva un asunto que me molesta voy contigo y no sé hacemos lo que tú quieras.-Marie se sonrió, él le decía que posiblemente iría y eso la contentó en demasía.

-Gracias eso haré, pondré alguna sonata aburrida y trataré de dormir, nos vemos después.

Marie guardó el móvil en su gabán y divisó el auto parqueado a las afueras, se dirigió a su suite, se puso un pijama, vio su cafetera, pero no se preparó nada, cerró todas las cortinas y puso música clásica realizando los pasos que Sebastien le había dicho. Subió el termostato un poco y se sentó en un sillón, finalmente cuando sintió sus ojos pesados, se levantó de ahí y se fue a la gran cama, se recostó en esta, sin embargo media hora después entre dormida volvió al sillón.

Dos horas después su móvil comenzó a sonar, ella se levantó a tientas y lo alcanzó entre dormida.

-Hermana

-¿Qué sucede Phillipe?-Dijo entre dormida.

-¿Estás bien?

-Si, lo estoy ¿para eso me llamabas?

-Si, no me gusta que te peguen.

-¿Te estás portando bien con Lousiane?

-No le pienso volver a ayudar con sus tareas.

-¡Phillippe! Te dije que todo está bien no te comportes como un tonto. ¿Lousiane te hizo algo?

-No

-Entonces no agrandes la situación sé bueno con ella.

-Esta bien.

-Adiós portate bien.

Vio el reloj, ya casi eran las diez de la mañana y en medio de todo solo había podido dormir tres horas seguidas, se recostó en el gran sillón, ya no tenía sueño y ahora su mente comenzaba a divagar en otras cosas, tenía un contrato pendiente, dos reuniones una con la junta y otra con ese tonto hombre árabe, pedir la cita para sus pastillas de dormir, además no podía sacarse de su cabeza lo que podría estar ocurriendo con William, aunque en la mañana se había escuchado diferente.

Finalmente se levantó y pidió algo para comer y volvió a tomar el móvil tenía llamadas perdidas de su asistente, le devolvió la llamada y lo puso en altavoz.

-Señorita ¿se encuentra bien?

-Si, siento no llamar avisar que no iría, tuve un problema de fuerza mayor.

-Sus citas por el día de hoy fueron canceladas.

-Gracias , mañana me pondré al día. - Colgó al instante.

La puerta sonó y ella la abrió, era su comida, un bowl gigante de fresas, con jugo fresco, Marie le asintió al camarero el hombre entró y acomodó todo en el comedor, retirándose poco después.

Marie lo siguió con su cabello revolcado y un bostezo, todo estaba hecho un desorden corrió como pudo todo a un costado y se sentó a comer, sus ojos comenzaron a sentirse pesados así que dejó todo y volvió al sillón a ver si lograba dormir una hora más, desafortunadamente su móvil volvió a sonar volviéndola a sacar de su sueño.

-¡Marie! -Escuchó la voz enérgica de Lousiane.

-Hola, Lousiane -Se levantó del sillón definitivamente no podría seguir durmiendo.

-¿Mi tío te curó?

-Si, muchas gracias. -Se sonrió -Yo estoy bien, tú debes cuidar a tu madre.

-Mi madre sólo sabe avergonzarme -Se quejó.

-Las madres siempre quieren lo mejor para sus hijos, deberías tan solo decirle cómo te sientes, ella lo comprenderá. Por tu vida pueden pasar miles de personas, aun así cuando tienes una madre que te quiere y te cuida por más de que pase el tiempo no se va a comparar con el resto de personas que entren o salgan de tu vida. Quierela, amala el instante que la tienes a tu lado -le dijo con su voz apagada sentía tanto remordimiento por pelear con su madre los días previos a su muerte.

-¿Tú extrañas a la tuya?

-Mucho, la extraño mucho ¿y sabes? Antes peleaba mucho con ella, por tonterías, pero siempre antes de acostarnos hicimos las pases, mi madre decía que la vida no da segundas oportunidades en ocasiones, así que lo mejor era perdonar y disfrutar a la otra persona.

-Marie, yo soy el hazmerreir en el colegio por ella.

-Toma eso como una ventaja, las cosas malas te pueden hacer más fuerte.

-Yo solo quería pedirte disculpas.

-Y yo te las acepto, cuídate -Le colgó el teléfono.

Dejó el móvil a un lado, fue al armario y sacó un vestido holgado, medias negras y un par de botas, debía salir o si no tendría otra noche en blanco, miró su reloj William no llegaba y comenzaba a extrañarlo, él por lo general no prometía cosas sin sentido. Se terminó de cambiar y tomó el móvil, para llamarlo quizás pensaba que estaba dormida y por eso no había ido, en ese instante el móvil sonó, era él.

-Hola, William -Le dijo alegre

-Hola Fresa, ¿cómo sigues?

-Bien, dormí un poco ahora pienso salir a caminar.

-Qué bueno hermosa, me encanta que hayas podido hacerlo- Marie sonrió como tonta, sin embargo trató de recomponerse, el andaba misteriosamente más amable de lo común.

-Tres horas son un gran avance -Aun con su sonrisa tonta.

-Vamos a ir por pasos en eso, quiero acompañarte con quien hablamos, pide una cita.

-Pienso pedirla hoy

-¿Ir hoy mismo?-Preguntó sorprendido.

-No, solo pedirla hoy.

-Vale me envías un mensaje con la hora y le diré a Samantha que acomode mi agenda en función de eso.

-Si, iré a la clínica para que me recomienden algún loquero -Se rió con gana al decir eso.

-Mi tía tiene uno, voy a pedirle sus datos y te envió un mensaje.

Aún no se sentía cómoda con el tema, aún odiaba tener que ir con un psiquiatra, pero William tenía razón sólo necesitaba pastillas y mejorar su sueño, después de tres noches y solo tres horas de sueño enloquecería y si no lo hacía eso, lo haría Phillipe y sus tontas peleas con Lou, ahora se le daba por ser un tonto con ella y bueno con su humor irritable sabía que no pasaría mucho hasta que terminara explotando. Además estaba ese tema de François que Phillipe no le quería decir, pero sentía que algo había ocurrido, William dijo que lo vería en unos días y se ofreció a preguntarle si eso la dejaba más tranquila.

-Ok. Te estaba llamando porque me surgió algo de último minuto -continuo William -y no podré hacer lo que te prometí,-un dejo de decepción se coló en Marie- aunque en cuanto termine iré, sólo que no tan pronto como suponía.

Marie guardó silencio, aquello había sido inesperado, pero entendía que no siempre podía ir a su lado por cualquier tontería.

-No te preocupes,- le dijo tranquila que más daba él tenía trabajo y ya sería para después - yo iré a escalar un rato, necesito cansarme algo.

-Veo que no te importa no verme.- William dijo muy serio y no sabía si se escuchaba algo resentido.

-Me importa y mucho quería verte. -Hizo una pausa, bajando su cabeza- Pero entiendo que tienes algo más importante en este momento, así que para no pensar que estaré un largo rato sin verte es mejor hacer algo que no me deje pensar.

-No es que sea más importante, pero esto te involucra de alguna manera. -Marie hizo una mueca ¿había causado tantos problemas que él estaba arreglandolos?

-Te causé muchos problemas -Dijo abatida.

-No preciosa, no eres tú quien me causa mis problemas.

No entendía fue por alentar a Lou a que hiciera lo que de verdad le apasionaba, que ahora todo comenzaba a tornarse extraño. Sin poder evitarlo le confesó lo que pensaba por semanas y la impotencia que ella sentía de no poderlo ayudar, como era de esperarse William le pidió que no pensara en eso que eran asuntos de él, pero mientras él la ayudaba ella... ella no podía hacer nada por él.

-...ahora mismo resuelvo el más grande de ellos, - refiriéndose a los problemas- nos vemos, no sé en cuánto tiempo, pero igual le hablaré a mi tía y te enviaré los datos del loquero.

-Gracias, espero verte pronto.

-Te quiero, descansa. -Marie quedó con su boca abierta, realmente era algo que nunca esperó escuchar de sus labios. ¿la quería?

No pudo evitar quedarse estática ante eso, definitivamente la falta de sueño le estaba pasando factura, ahora deliraba, le devolvió una frase suelta, pero aún estaba estupefacta.

Dejó el móvil a un costado, sintiendo su corazón acelerado, él le dijo sobre ese juego de ser novios, pero... ¿Quererla? Estaba realmente confundida, demasiado, incluso su tono había sido cariñoso y su reclamo porque creyó que no deseaba verlo. ¿Quién era ese William? Movió su cabeza incrédula, definitivamente andaba tonta ahora pensaba de más.

Intentó sacarse eso de su cabeza, pero cada vez que recordaba esas dos palabras su estómago se estrujaba de forma extraña.

Sé fue a escalar, pero no la dejaron, le dijeron que en su estado podía tener un accidente y maldijo, así que el largo viaje había sido en vano, volvió por los lados de gimnasio y se compró un helado y se fue a la azotea del edificio y se sentó al borde, aun era temprano y el tiempo parecía pasar muy lento, de verdad quería verlo así fuese unos minutos, ya se había hecho a la idea que lo haría, sintió que unas manos cubrían sus ojos y el aroma típico de él y se sonrió, bajó el helado.

-Hola hermosa- escuchó la voz de William y sintió que le dio un beso en su cuello.

Su corazón se aceleró y se sonrió como idiota se giró quedando enfrente de él, lo untó de helado y luego lo limpio con sus labios, William no se quejó por el contrario la miró con una leve sonrisa.

-Te ves particularmente bella con ese par de ojeras

Se limitó a decirle y ella quiso decirle mentiroso nadie se veria bien después de dos días sin pegar los ojos, pero ella no era nadie para contrariar sus apreciaciones y simplemente se perdió por unos instantes en la mirada que le daba, no podía explicar lo que le hacía sentir, notó que acarició la banda que tenía en su cachete y que por momentos olvidaba que tenía, le dio un beso ahí, como si se sintiera culpable, Marie hizo un movimiento torpe con su helado y lo vio caer al vacío.

-Parezco un oso de anteojos-Bromeó

-Hermosa, bellisima- le besó de forma juguetona sus párpados y ella rió -¡me encantas!-Le dijo con una sonrisa, aunque en el fondo se encontraba desconcertada de sentirlo tan mimoso, dejaría de pensar de más, así que sólo acarició su barba y se colgó de su cuello.

Bromeó un poco, se sentía feliz de verlo, ya había perdido sus esperanzas finalmente sabía que era un hombre realmente ocupado y ella que estaba en ese medio sabía lo abarcante que era el puesto que él ostentaba.

-Creí por un momento que no vendrías -Se aferró más a él.

-Yo te dije que lo haría, no pensaba fallarte.

-Aunque fue poco el tiempo de espera se me hizo muy largo -Se separó un instante - No me dejaron escalar por mi aspecto, luego termino aquí, pero las dos últimas noches ya había estado aquí practicando y ahora me resulta cansado hacerlo, es frustrante esperar.

William la cargó y le preguntó qué deseaba hacer, se sintió feliz de poder escoger la actividad, moría de hambre, quería cenar con él, así que no dudó en decir que deseaba un gran trozo de carne, sus ojos se abrieron cuando él se incluyó en el menú. Quizás su insomnio mejoraría después de una sesión de sexo, ¿cómo no lo había pensado antes?

Caminaron por los pasillos del lugar, estaba animada, quiso decir algo de sus descubrimientos.

-Oh, se me había olvidado decirte lo que encontré cuando fui a Zurich. Fue realmente extraño, había dos teléfonos viejos, armé uno de ellos y recibí una llamada.

-No hablemos de eso hoy ¿quieres? Por un día sólo seremos los dos comiendo, como una pareja normal.- Ella se sonrió y le asintió.- Mañana apenas nos despertemos me cuentas, a partir de ahora vamos a fingir que nada de eso existe y que sólo somos nosotros.

-Me gusta como suena.

Lo miró unos instantes, él no era particularmente romántico, pero en ocasiones solía decir cosas que aceleraban su pecho, que le hacían sentir diferente, en ese momento reían de tonterías y sentía que era suficiente, no le pediria mas, si era sincera no había sentido eso con Thomas en su momento, en cuanto a François él en todo momento deseaba cambiarla, odiaba cada cosa que hacía y muy pocas veces coincidían en algo.

William le quitaba drama a su existencia, le daba una libertad que le encantaba y le había ayudado a explorar esa parte lujuriosa y morbosa que no sabia que tenia, ayudándole a conocer su cuerpo y hacerlo con él del mismo modo, así que no era de extrañar que en ese momento ella lo mirara como tonta mientras esperaban la comida en el restaurante.

Hablaban de héroes de la pantalla, pero lo que en ese momento lo que más le llamaba la atención era su risa, cada cosa que salía de su boca lo hacía reír, se veía diferente cuando lo hacía su rostro se veía más joven. Por tonto que pareciera pensar en llegar a la suite y ver una película con él aunque había una posibilidad de quedarse dormida le gustaba, hacía mucho no pensaba en cosas tan básicas, en querer pasar el tiempo con un otro sin preocuparse por más cosas.

Cuando el mesero les llevó la carta no dudo mucho tiempo en lo que quería comer:

-Un filete con guisantes y una taza de café.

-Omita el café de la orden de la señorita y a mí tráigame un filete de wagyu.

Marie lo miró y le hizo un puchero, pero no le dijo nada, Sébastien le había dicho lo mismo, debía de dejar tomar café en las noches, pero su gusto por éste terminaba imperando.

Pensó en el tema de las películas y cuantos títulos había visto en la casa de Matthew y si lo pensaba detenidamente muchas veces los había visto en una sala especial viendo cintas cinematográficas, mientras ella estuvo ahí en Madrid.

Le llevaron la orden y ella se relamió los labios, tenía hambre, mucha, además comenzaba a sentirse somnolienta, quizas no podria comer su filete de William, se sacó los zapatos y puso un pie en la pierna de él, mientras comía con emoción, miró por un momento el plato de él.

-¿Qué es esto? - Señaló con el tenedor en su plato.

-Es un bovino originario de Kobe en Japón, la carne es deliciosa, la de mejor calidad.- lo vio partir un pedazo y se lo metió en su boca, un sabor agradable inundó sus sentidos, estaba realmente delicioso.

-Sabe muy bien, algún día deberíamos hacer un tour gastronómico - Dijo emocionada.

-De mucha carne para mi Gumiho de ojos azules.

-Sí, mucha carne. - Se saboreó - He comido gusanos, escorpiones, hace mucho hice un tour de insectos.

-¿Hormigas? ¿Saltamontes?

-También, el tour los incluyó.

Lo vio sonreír y quizás sus actividades extrañas a él no le incomodaran, si era honesta junto a él no se sentía rara, lo miró por unos instantes lo extrañaría mucho, en poco tiempo había logrado muchas cosas de ella y eso aunque la había llegado a asustar ya no lo hacía, quererlo no la asustaba. Notó que William sacó su móvil y su rostro se volvió serio.

Marie lo observó no entendía de qué hablaba, pero cuando le dijo a su interlocutor:

-¿Cómo diablos quieres que permita eso? Se trata de mi novia.-Eso llamó su atención, se suponía que ella era su novia o ¿hablaría de alguien más?-No, no, no esto es serio y es el código.-Dijo después de unos instantes era una conversación extraña-Eh no - volvió a decir William - definitivamente no puedo permitir eso, así que... Puedes cobrarte de otras maneras, tú escoges, pero ella no.

Marie lo miró estupefacta, no entendía nada, el rostro de él cambió se veía preocupado.

-Lo sé, por eso mismo digo que te cobres como quieras.-volvió a verlo después de escuchar a su interlocutor-Lo lamento, pero a ella sólo me la follo yo.

Marie que revolvió su comida sin ánimo, finalmente se decidió a mirarlo fijamente, no entendía por qué alguien le decía que deseaba tener sexo con ella, no entendía porque hablaba de un código ¿qué había pasado?

-¿Sucedió algo conmigo? - Preguntó pausada intentando no juzgarlo antes de escuchar una respuesta, intentando procesar lo que acababa de escuchar.

-Que te metiste con un imbécil, eso pasa contigo.

Ella dejó el tenedor a un costado y sin dejar de mirarlo.

-Un imbécil en el que confío demasiado - le dijo tranquila, no entendía que había sido esa conversación, pero era una idiota, que seguía confiando en el.

-Sí, no te preocupes. Esa estupidez que hice no te va a afectar a ti, primero muerto a dejar que te pongan un dedo encima.

Esta vez su estómago se revolcó, no, no lo quería muerto, el sólo pensar en eso la entristecía.

-Yo no te quiero muerto. -Sus palabras eran lentas y sabía que tenían algo de dolor.

-No me van a matar, al menos no por eso, no te preocupes.

Apretó sus labios y se fue al lado de él y lo abrazó, él dejaba la puerta abierta y ¿si se trataba de esas personas? ¿Si le querían hacer daño a él?

-Pero... Si te pueden hacer algo - le dijo preocupada.

-Bueno, me lo merezco, sabía con quién estaba tratando.

Ella le dio un beso en su mejilla, sintiendo como su pecho se comprimía, las palabras de él eran claras y directas, estaba dentro de algo que no tenía retorno y que en algún momento podrían hacerle daño y eso definitivamente la asustaba.


 CAPÍTULO ANTERIOR                                                                       CAPÍTULO SIGUIENTE                                                                           

Comentarios

Entradas populares