La Heredera CPÍTULO 23: Mi hermano

 



Madrid, agosto 2014 

Verano era su estación favorita, cerró sus ojos y dejó que la brisa llegara a ella, las vistas de Madrid le traían recuerdos, su madre a la cabeza de éstos, sentía mucha nostalgia, la extrañaba tanto. Se giró del balcón topándose con la lujosa suite de uno de los hoteles del Grupo Keller, esa era su realidad, atrapada en una jaula de cristal, pero no importaba el material, una cárcel terminaba siendo una cárcel.

El ojo del huracán lentamente se alejaba de ella y los primeros problemas comenzaron a llegar, pero no podía culpar a nadie más, simplemente eran las consecuencias de sus actos, si un cuerpo actúa sobre otro con una fuerza similar, este simplemente reaccionara contra este con otra fuerza de igual valor, era simple acción y reacción, la física le daba un buen panorama de lo que se le avecinaba.

Le había dado a Gerhard y su compañía un gran golpe, había pasado por encima de personas inocentes, y ahora comenzaba a recibir su efecto, parte de estos, la junta la había penalizado y la habían alejado momentáneamente de la parte administrativa, la hacían ir a cocteles, incluso posar para revistas de economía y actos como el que estaba en ese instante, posó su vista en el buró, ahí estaba con un ajustado vestido rojo "El 24 de la suerte" decía la portada a un costado haciendo alusión a su edad.

Apretó sus manos, debía ser cuidadosa o se convertiría en la mascota del grupo, un ruido proveniente de su laptop la alertó, en la pantalla había una llamada entrante era Aiden, pronto divisó su rostro, su cabello oscuro estaba más largo que la última vez y algo ondulado, tenía una franela gris, así que se podían ver perfectamente los tatuajes de sus brazos.

-Lizzy-Dijo a modo de broma, sabía que no le gustaba mucho ese mote.

-Aiden-Respondió ella con su voz plana y su mirada fija en él.

Aiden la detalló, se veía más delgada y sus ojos azules se veían apagados, por lo general eran hermosos y hacían que su rostro tuviera una vitalidad única, pero en ese momento parecía como si tuviese un gran equipaje a cuestas. Le dolía que pasara por todo eso sola y se negara abrir sus emociones a los demás, aunque sabía perfectamente que era simplemente una coraza que la protegía a ella misma y a los demás.

-Madrid ¡¿he?!-Dijo Aiden casual y ella movió sus labios rojos en una mueca parecida a una sonrisa.

-Sabes dónde estoy-Imaginando que sólo era cuestión de localizar su IP, Aiden asintió, pero en ese momento llegó Cristal y se tiró encima de él.

-Roux, me place ver a la niña delito. -Dijo ella con su voz áspera y su típica postura sarcástica.

Marie la conocía desde hace mucho, pero sentía que ella era como un camaleón, no lograba entender su verdadera naturaleza y que ocultaba muchas cosas que en ocasiones le hacían desconfiar de ella.

-Estoy en éxtasis-Continuó ella sin prestarles atención-Salió la lista negra, quiero ver el mundo arder y pronto me daré el gusto.

-¿De qué hablas?-Marie la interrumpió, viendo cómo se sentaba al lado de Aiden y le acariciaba su cabello, ellos eran amigos eso era algo seguro, pero a veces Cristal lo trataba como si fuesen más íntimos.

-¿Estas en Madrid?-Ignoró su pregunta-Veamos, los elegidos en Madrid son-Hizo una pausa-¡Oh! KNC y su vicepresidente-Marie entornó sus ojos al escuchar aquella empresa, aunque no entendía a que se refería Cristal-Ahora haces parte de lo más pupi de la sociedad ¿lo conoces?

-No entiendo a qué te refieres-Marie la miró mientras llevaba su largo cabello a su espalda, era muy pesado, debía hacer algo para eso.

-¿Recuerdas el escándalo en Scotioak Bank?-Marie la miró pensativa, si mal no recordaba sus acciones habían ido en picada, al parecer un problema con sus DNS había ocasionado que el dinero se esfumara en diversas cuentas en paraísos fiscales, incluso varios de sus cajeros habían  enloquecido y tirado billetes, en ese instante muchos de sus ahorradores estaban en caos al no saber qué pasaría con sus ahorros.-Un solo click y todo el dinero se esfumó-Ella continuó hablando burlesca-Uff, me da un orgasmo de sólo pensarlo, pero lo mejor de todo esto es que primero sacan los trapos sucios al sol, exponen toda la información que puedan, ya sabes Roux-dijo en modo profesora-ésta –Refiriéndose a los secretos corporativos- generara la tercer guerra mundial, lo más interesante es que todo hoy en día se encuentra de forma digital y es más fácil robar.

-Así que es el turno de KNC-Planteó Marie pensativa.

-Si, al parecer ha cabreado algún fundamentalista y algunos huelguistas, por según ellos ocultar verdades sobre Siria, los american Eagle se unieron a la causa y lanzaron el plan Robín Hood.

-¿No tendrás tu algo que ver?-Aiden la reprendió, con una mirada de suspicacia, mientras Marie observaba la escena.

Cristal rió de forma descarada.

-Bombón, si fuese yo, no sé los contaría, las mejores cosas me las guardo para mí-Se acercó y beso en los labios a Aiden y este se retiró molesto de su acto.

Marie los miró, pero estaba sumida en sus pensamientos, estaba castigada por el grupo un paso en falso y todo el tiempo que había invertido en ese lugar se iría al trasto, ahora la junta le había dado un ultimátum, debía cerrar un gran acuerdo con KNC, recuperar la confianza y dejar de ser la cara bonita que representaba al grupo, al parecer su historia familiar jugaba a su favor ante los medios y ellos se aprovechaban de eso, la estabilidad de sus acciones en ese momento eran la prueba.

No sabía qué hacer, parte de ir a esa gala de beneficencia, era para conocer al vicepresidente y justamente se enteraba de una situación tan delicada, intentaría mantenerse al margen, los problemas la perseguían, aunque era consciente que ella misma también se los buscaba, era la única relación estable que mantenía: ella y los problemas, como si la ley de Murphy la persiguiera a quema ropa.

Ellos se desconectaron poco después y Marie caminó a la cama, ahí estaba el vestido que utilizaría ese día, la parte de arriba tenía diamantes, no sabía si eran originales ella no sabía nada de ese tema, pero igual le parecía una exageración teniendo en cuenta que iría a un evento de caridad, ella era de colores más bien básicos, nada que llamara la atención, suéter, faldas jeans, tshirt, le gustaba ante todo la comodidad.

La puerta se escuchó y ella fue abrirla ahí habían dos guardas que al parecer habían aprobado la entrada de la estilista, odiaba la vigilancia que tenía desde hace meses, la mujer le sonrió y entró con jovialidad, era la misma que la ayudaba hacía meses.

La maquillo y peinó, una hora después estaba lista, se miró al espejo, ella misma no se reconocía, extrañaba la chica que viajaba en metro hacia su trabajo de medio tiempo con un cálido suéter, en ese momento no lo sabía, pero era feliz de alguna manera.

Miró el gran anillo de zafiro azul índigo, había sido de su madre, su anillo de bodas y ahora ella lo usaba aferrándose al recuerdo de ella, en esta ocasión tenía una ostentosa gargantilla a juego y unos aretes plegables con sofisticados zafiros, era una ella que no le gustaba un ente que utilizaba para sobrevivir en ese medio, aunque se resistiera terminaba pareciendo una mujer del montón.

Cuando le dijeron que era hora bajó al salón principal, caminó por el lugar escaneando los presentes, allí estaba François, estaba al lado de la heredera Tilman hablaban animadamente, hacían una bella pareja, ella era una rubia de cabello vaporoso, lo cual le hizo pensar en Annie y su gusto por este tipo de chicas.

Tragó saliva, habían pasado tantas cosas con él y aunque hablaban de forma ocasional por video llamada o teléfono las cosas no eran igual que antes, algo se había roto entre ellos y le era imposible evitarlo.

Sabía de la rica heredera por lo que le había dicho François de ella, además se habían cruzado un par de ocasiones, era simpática, sin embargo algo estirada como su amigo, pensó en acercarse, sin embargo el solo hecho de soportarlo a ellos dos en un evento como ese la incomodaba, así que desistió de ello.

-Señorita Keller –le habló un empresario español, interrumpiendo sus pensamientos- es un placer tenerla en Madrid, la mayoría de nosotros pensamos que no vendría.

-Actualmente soy la presidenta, debo mostrar mi apoyo –dijo algo fastidiada por sus palabras, ya que finalmente estas galas se hacían por satisfacción propia –

-He escuchado que su nueva sede es un éxito, sus productos están generando expectación en el público

-Esperamos cumplir las expectativas –dijo sin más – si me disculpa.

Caminó por el salón saludando de forma diplomática, le alivió que Gerhard no hubiese podido ir, sin embargo el hecho de estar sola -ya que François había ido por su cuenta con la heredera Tilman- la dejaba a merced de empresarios ricos que trataban de hacerla ir a citas a ciegas con hijos, sobrinos y lo que ellos denominaban los mejores partidos, su apellido generaba eso en los demás.

Fue al tocado, necesitaba un poco de aire, parecía como si cada conversación no perdiese la oportunidad para cerrar un negocio, estaba aburrida, quería ir a leer un rato o hacer algún sudoku o escalar, incluso las clases de defensa personal con Oliver, su cuerpo había tomado mejor estado fisco, incluso estaba mucho más tonificada.

A pocos centímetros de llegar al váter pudo ver a un hombre salir de toiled de mujeres, su cabello era oscuro y de una considerable altura, dudó un momento, sin embargo se decidió entrar, en el interior había una mujer con un vestido dorado de ojos oscuros y labios carnosos se retocaba su maquillaje y le notó que le faltaba uno de sus pendientes de esmeraldas el cual vio a un costado del lugar.

- Buena noche–dijo en un fluido español dejándose llevar por la ciudad y sin saber si la mujer seria española, mientras se inclinaba a recoger el pendiente –-

-Buenas noches - Expresó algo consternada, eran cosas leves, pero podía notar, un leve rubor en sus mejillas y sus cabellos ligeramente fuera de lugar, había tenido actividad física y si no fuese por el aire acondicionado no dudaría en pesar que el ambiente se sentiría más caliente de lo que estaba.

Marie la pudo ver un tanto incómoda y se lamentó de su intromisión

–Creo que esto le pertenece –su voz sonó plana, aunque su rostro y su mirada estaban suavizados, de alguna forma se sentía en confianza.

Cualquiera diría que en algunos momentos podía ser grosera o excesivamente formal, pero desde la muerte de su madre, sus modos de relación se habían dificultado sobre todo en el ambiente de alta sociedad de alguna manera los culpaba de la muerte de su madre, el primer año había tenido muchas crisis nerviosas al intentar salir al exterior y todo empeoró cuando a mitad de año la enviaron a un internado, ahora lo lamentaba poco, porque finalmente por esas circunstancias había conocido a Tom y aunque tiempo después el mismo le dijera adiós durante esos años él la había ayudado demasiado, le habían hecho encontrarse un poco con la persona que era antes de ese accidente.

La mujer dejó de mirarse al espejo y la miró, Marie le sonrió levemente y detallo su rostro, era una mujer hermosa le recordaba mucho a una actriz de viejas épocas, su piel al igual que la suya era muy clara, sin embargo sus ojos cafés al igual que su castaño cabello no creaban el efecto ultratumba que a veces Cristal decía que ella generaba, aunque Aiden le dijera que no se lo parecía, percepciones.

-Muchas gracias señorita Keller, sin duda un descuido de mi parte. -Sabia su nombre, aunque bueno últimamente su cara se estaba haciendo conocida, esto último la hizo sentir un amargo en su garganta.

-Pierda cuidado, son descuidos comunes –dijo sonriendo definitivamente esta mujer era agradable– pero siento que estoy en desventaja pues conoce mi nombre sin embargo yo no sé el suyo.

La mujer miró unos instantes en silencio, su rostro era una mezcla sensaciones pues pudo ver como levemente su ceja se alzó en un gesto odioso, pero al mismo tiempo era afable, no sabía explicar lo que en ese momento esa mujer pensaba.

–Es difícil no saber quién es usted- le tendió la mano- Rebecca Bracho.

-¿Madmuaselle Bracho?



Marie dijo pensativa, por una época su padre la había obligado a ver noticieros, según él le ayudaba a estar al día, era el único lugar en donde creía haber escuchado un apellido similar- creo que me es conocido su apellido, sin embargo no logro saber de dónde, ¿de casualidad es periodista? Suelo ver noticiarios de varios países, es un hobbie que me inculcó mi padre y el cual todavía suelo hacer-Bueno últimamente no lo hacía, pero si lo hizo por mucho tiempo.

El rostro de la mujer la miró estupefacta,

-Lo soy, y empiezo a convencerme de que soy medianamente buena, sin embargo ahora que lo escucho en voz alta suena realmente pretencioso, la modestia es una virtud que la mayoría de las personas carecen, aunque cuando es falsa suena ridícula.

Marie sonrió, aunque no había sonado engreído o suficiente le recordó a François, por algún motivo, imaginó que ellos se llevarían bien. Su madre también le había dicho que se debía reconocer sus propias fortalezas, le había enseñado que lo mejor era aceptarse tal como se era y eso era algo que permanecía en su memoria.

-Realmente cuando se es bueno en algo, no se debe serlo, mi madre me decía que no hay mayor orgullo que el reconocer las fortalezas propias y a aún más las debilidades -sonrió cálida, al pensar en su madre.

-A decir verdad, desconozco mis debilidades. No creo que tenga alguna-Sentenció ella segura, quizás parte de sus debilidades era el no reconocer ninguna.

-A veces las debilidades tienen una fachada muy diferente a lo que pensamos y vienen envueltas en lindos moños de satén e incluso vienen con un nombre propio –dijo Marie pensando en el hombre que vio salir momentos antes.

Ella conocía sus debilidades perfectamente el punto de quiebre que había sufrido la llevaba a ser muy débil frente al tema de las madres y era peor si se trataba de una niña añorando afecto, ya que se sintió así muchas veces una vez su madre murió.

La señorita Bracho no dijo nada más y ella sintió su móvil vibrar, vio que Beltram intentó comunicarse con ella y eso la inquietó, no solía hacerlo mientras estaba fuera, marcó el número de su asistente hablándole en Alemán.

-Necesito que se comunique con Beltram y me informe de cualquier novedad.

Después colgando sacó la polvera que la mujer que la maquillaba le había dado y retocó un poco sus ojeras no podía permitirse ver demacrada, su insomnio se volvía insoportable, su mirada se cruzó con la mujer en el espejo y le sonrió nuevamente y ella hizo lo mismo, poco después salió del lugar

Ella quedó un momento mirándose al espejo, no sabía en que se había convertido, ¿quizás en su padre? La idea la aterrorizó, había alejado a François, lo más que podía y aunque siempre se repetía que era por su bien, el amargo y la tristeza no la abandonaban, le dolía mirarlo, pero le dolía aún más saber que le pudiese hacer daño. Salió del baño, caminó al evento, quiso acercarse a François esta vez, sin embargo un empleado la abordó.

-Señorita Keller le tenemos reservada una mesa –guiándola –

Miró hacia ellos y lo vio hablar alegremente, verlo reír despreocupado valía la pena el mantenerlo al margen de toda su inmundicia, por algún motivo sintió una punzada en su pecho al ver que él no hacia el mínimo esfuerzo por ir a saludarla tampoco, lo sabía era egoísta pensar de esta forma porque ella hacia lo mismo.

Comenzó un evento de subasta, se suponía que millonarios donaban cosas valiosas y el dinero iría a caridad, lo cual la tenía sin cuidado, así que desvió su mirada de ahí.

-He escuchado que su empresa logró un gran contrato con el mercado chino –Le irrumpió sus pensamientos una persona a su lado –

-Sí, creemos que este acuerdo no abrirá campo en el mercado asiático, lo más difícil será posicionarse –respondió formal –

-Lleva muy poco en la compañía Keller y ha hecho grandes avances. -Marie solo asintió y los dos miraron al subastador

-¿Alguien da más? –preguntaba el hombre frenéticamente

Miró a François, conocía esa cara perfectamente, estaba muy aburrido sonrió para sí, no sabía cómo aun así venía a estos eventos. Su móvil vibró nuevamente, vio que era Beltram, delicadamente se retiró y caminó hacia un tocado.

-¿Beltram? ¿Sucede algo? –

-Señorita, creo que es hora que se mude de Zúrich

-¿Por qué piensa eso?

-Volvieron a irrumpir en su nueva casa, ya sabe que buscan.

-No te preocupes, los papeles están a salvo. No volveré allá por ahora. ¿Phillipe está bien?

-No se preocupe, el internado es seguro-Marie suspiró y apretó el móvil en su pecho y luego lo devolvió a su oreja.

-Mantenme informada –colgando al instante. Cuando regresó al salón escuchó nombrar su nombre.

-Por la señorita Keller, un Carlsson C-25, de edición limitada, cuando sacaron este auto solo salieron 25 modelos al público, así que su valor es único

Miró a François su rostro cambió, sabía lo que ese auto significaba para él.

-Es lo mejor que puedo hacer, se repetía una y otra vez –para sí misma al pensar en lo que había hecho.


A veces se justificaba de maneras idiotas y en ese instante lo hacía, observó como Francois peleaba por el auto, sabía que era un coleccionista asiduo y cuando quería uno luchaba por él y tal como pensó lo ganó, aunque a un muy alto precio, no dudó en enviarle un mensaje ácido y lo vio a lo lejos hacer una mueca.

Su lado perverso disfrutaba, ver las caras que hacía en ese instante, apretó sus labios al darse cuenta de lo que acababa de pensar; un monstruo, en eso sentía que se convertía de a pocos, y a veces no le disgustaba.

Bajó su mirada y la subasta continuó cuando vio algo que le llamó la atención, el cuadro de François, el mismo que había visto en la mansión de Paris estaba ahí para ser subastado, creía que era un cuadro significativo para él, según le había contado ¿por qué lo estaría regalando? Sin lograr evitarlo entró en la puja por él, sentía que debía guardarlo, miró a François que se veía tan abstraído ni siquiera estaba pendiente era como si le importara poco ese cuadro.

François LeBlanc era un hombre cálido, en ocasiones lo había pensado un tonto, sin embargo no era del todo cierto y eso últimamente se lo estaba demostrando, detrás de ese rostro despreocupado había un hombre con determinación, hizo una mueca y una sensación extraña envolvió su cuerpo, una opresión en su pecho que no sabía interpretar, pero que desde ese año la invadía.

Suspiró, aun no terminaba la velada, seguían subastando cosas sin sentido y ella miraba alrededor buscando al vicepresidente de KNC, debía hablar con él antes de que todo terminara. Le pareció curioso cuando la última puja tenía que ver con mujeres, al aparecer el ganador podría obtener una cita con ellas, no pudo evitar pensar en las antiguas subastas de esclavos.

Lo que más le causó curiosidad fue la presencia de la señorita Bracho, no creía que fuese ese tipo de mujer, bueno no podía negar que era hermosa y el efecto que ella lograría en la puja sería interesante.

Una a una comenzó a ser subastada, hasta que llegó el turno de la señorita Bracho, entornó sus ojos cuando la voz pausada de François entró en la subasta, eso era realmente extraño porque su mirada lucia con un brillo que jamás había visto, apretó sus labios y observó la escena.

Se giró cuando otro hombre entró en la disputa, era alto y de cabellos negros, quizá... quizás el hombre que había visto salir del cuarto de baño anteriormente, sus ojos eran grises y su rostro era plano no se podía dilucidar emociones.

Finalmente la puja terminó y François fue el indiscutible ganador de Rebecca Bracho… Su cara era de satisfacción, estaba tan contento que no la miró en ningún momento, ¿qué era lo que estaba sucediendo? ¿Le gustó esa mujer? No se quedó mucho en eso, realmente su objetivo en ese lugar era otro

Decidió acercarse al menos saludar a Pauline, no quería estar más en esa reunión.

-Buenas tardes - habló Marie en francés saludando a los dos- Pauline es un placer saludarla, lamento no haber venido antes hacerlo, espero no interrumpir –dirigiéndose a Matthew.

Matthew se puso de pie al verla y le hizo una breve reverencia, Pauline se acercó a ella y le dio un beso en su mejilla.

-Hola Marie, qué gusto verte- le expresó en inglés, si había algo que Pauline odiase era hablar en idiomas distintos al suyo, luego se volvió a Matthew- No sé si recuerdes a Marie Keller. -Él negó con la cabeza- Los presentó entonces, Marie, él es Matthew Shepard, Matt, ella es Marie.

Marie sonrió al escuchar el nombre, Mathew Shepard, el hombre que había buscado durante la velada, había lamentado tanto no pedir una fotografía suya, sabia muchas cosas de ese hombre, pero nunca imagino verlo salir de un tocado de damas, mordió internamente el costado de su cachete, imaginando que quizás habían tenido sexo él y la Señorita Bracho, hacia tanto no retozaba, Tom se había largado con la mayor parte de sus ganas y el beso paupérrimo con Fran había arruinado sus ganas de él.

Matthew le extendió su mano y ella hizo lo mismo

–Es un placer conocerle –respondió en ingles al escuchar a Pauline hablarlo –Señor Shepard

-Fräulein Keller- Le contestó él en alemán.

Aunque Matthew no la conocía, si había tratado pocas veces con su padre y sabía que su idioma materno no era el francés, ni el inglés, siempre le había resultado una descortesía obligar a alguien a hablar un idioma que no fuera su lengua materna. Marie sonrió, de algún modo supo que ella hablaba alemán.

-Es un honor conocerlo –respondió en alemán - he escuchado mucho sobre usted –dirigiéndose a Matthew, él rió divertido.

-Viene con el apellido .-Dijo con desenfado encogiéndose de hombros. Marie rió, realmente era un hombre agradable, sin embargo le recordó que sí, al final el apellido es una gran carga, sin embargo para otros no lo es en absoluto como a Fran...

-¿Puedo cenar con ustedes? –esta vez en ingles mirando a Pauline.

-La pregunta ofende- Le contestó Pauline.- ¿Verdad Matt?

-Yo ya lo daba por hecho- Él corrió la silla para que ella se instalara.

Marie se sentó agradeciendo el gesto, miró el menú por unos instantes, nada que le apeteciera, sin embargo seria descortés no hacerlo, así que eligió algo al azar, luego miró a Pauline.

-¿Y qué te ha parecido vivir en Madrid? –Preguntó a Pauline.

-¡Lo odio! Pero aquí este caballero insiste en vivir aquí y yo insisto en no dejarlo del todo solo.

-Ya te he dicho que no tienes que hacerlo.-Matthew Shepard habló desenfadado.

-Me lo has dicho, pero creo que no es adecuado dejarte solo en el mundo. -Él torció los ojos y miró a Marie.

-Ella exagera, tengo a mis padres aquí, justo en el barrio continuo.

Marie sonrió, parecían eran muy chistosos, contrastaban uno al lado del otro, Matthew Shepard era un hombre de unos entrado en sus treintas, sus facciones eran simétricas y sus ojos grises contrastaban con su cabello azabache, por otro lado Pauline Tilma, era rubia de ojos azules y expresión despectiva.

-Madrid es una excelente ciudad, aunque no puedo decir mucho, sólo he estado de paso – sonrió al recordar cuando estuvo con su madre ahí.

Habían sido pocos días, pero le había bastado para querer hablar español, le gustaba la entonación, la melodía de los hispanohablantes, era un idioma bello, se sintió nostálgica. Matt la miró detenidamente, aunque parecía tranquila algo la había ensombrecido.

-Madrid puede ser un hogar, yo me la he pasado viajando toda mi vida, de Londres a Madrid y luego estuvo Zúrich y Paris, de manera que busco establecerme un poco. -Expresó él observándola detenidamente, tenía un rostro de cría, sin embargo se veía muy adulta para su edad, incluso mayor que él, pensó entonces que quizás era debido al peso de tener que llevar el grupo Keller sin ayuda, él tenía responsabilidades grandes, sin embargo tanto su padre como su abuelo lo acompañaban en cada una de ellas, no podía imaginar lo que era todo aquello para una chica tan joven.

-Yo, en cambio no he encontrado un lugar donde quiera establecerme, - recordando que ahora debía salir de Zúrich - Aunque ahora mismo no puedo viajar tanto como lo hacía antes.

-Es el apellido señorita Keller, es el apellido- le dijo Matthew con desenfado, sin embargo sabía que aún le costaba acostumbrarse a las responsabilidades que él no había elegido y que se le habían impuesto, de pronto miro a Rebecca comiendo con LeBlanc y pensó que hasta por ella tuvo que luchar arduamente, su padre insistía en elegirle hasta su esposa, pero desde luego él no tenía esos planes, ahora que había encontrado a Rebecca sólo podía verse con ella disfrutando de los limitados beneficios que le traían ser quien era.

-Si - dijo de repente con amargura - Tiene usted razón, en este medio se trata del apellido.

Extrañaba vagar de un lugar a otro, caminar descalza en alguna playa o tener algún trabajo cutre, no quería el peso del apellido Keller, podía sonar egoísta, pero sentía que era una maldición, cuando era Marie Keller siempre estaba tan contenida, aunque no era consciente debía estar bien puesta, controlarse, porque habían ojos que la miraban incluso comenzaba a dudar que las personas que querían hacerle daño hicieran parte de un simple complot corporativo, sentía que tenía que ver con algo más grande que ella no entendía a cabalidad.

-Todo se trata del apellido. -Le dijo él restándole importancia, aunque en el fondo aún le generaba amargura.

-Hablan de sus apellidos como si fuera lo peor que les pudo haber pasado, imaginen todos los privilegios de los que gozamos- les espetó Pauline a ambos. Matthew la miró y le brindo una de sus sonrisas ladeadas.

-Es demasiado sencillo para ti, Will se dedica a hacer todo el trabajo sucio que viene con el apellido y tú te quedas sólo con los múltiples caprichos que él te permite. Bien le he dicho que te tiene absurdamente mal criada, pero insiste en que nada te falte, a veces la bondad lo sobre pasa, si fueras mi hermana te pondría a trabajar duro. Sólo de esa manera podrías entendernos a Marie y a mí.- Dijo de pronto tuteando a la señorita Keller.

Marie sonrió y miró a Pauline era afortunada que alguien la quisiera proteger de líos corporativos.

- Sólo déjate consentir - con su habitual tono. - No tiene caso que entres a un mundo en donde pueden poner tu mano en venta al mejor postor. -Pauline la miró atónita y Matthew apretó su mano.

-No te preocupes ni Will ni yo permitiríamos que te hagan algo así, el día que te cases va a ser por amor. -Entonces Pauline lo observó con adoración.

-Gracias.

-No tienes de qué, una cosa es que no crea prudente que Will te consienta tanto y otra muy distinta que seas un intercambio de negocios. -Marie sonrió, al ver lo protector que él era con ella.

- No era mi intención asustarte, -Marie intervino, al notar que su comentario había alterado a Pauline- para mi es algo natural, que eso suceda, aunque aclaro que no estoy de acuerdo con eso, la última vez que lo intentaron no salió muy bien - poniendo su mirada fría al recordar a Gerard.

-¿Hablas de Gerhard? -Le dijo Pauline compasiva y Marie la miró asombrada.

- Sí - respondió recomponiéndose.

-Lo conocí hace un tiempo es un patán.

-Sí, lo es pero creo que no le quedaron ganas de escuchar mi nombre – Eso esperaba, en una próxima ocasión no sería compasiva con él. Mirándola con atención, Matthew carraspeo.

-Aprende Pauline las chicas inteligentes saben cuidarse solas

-Gracias señor Shepard - mirándolo detenidamente, él le sonrió con ternura, pero de pronto se percató que Pauline se había tensionado y que ni siquiera estaba atenta a lo que hablaban, tenía su mirada perdida, siguió la dirección de éste y vio que miraba a LeBlanc tomando de la mano a Rebecca, él ladeo su cabeza observando esa escena, era tan típico de LeBlanc hacer ese tipo de maniobras, pero Rebecca era un hueso duro de roer, eso lo sabía él mejor que nadie, así que le causó risa sus pobres intentos por conseguir algo de ella.

Marie siguió sus miradas y vio a François salir con la señorita Bracho, vio como el señor Shepard los veía sin ningún tipo de expresión, sonrió para sí y la ironía de lo que había presuntamente visto, creía que era novio de ella, aunque era caduco pensar eso solo porque tenían sexo.

Se giró casual y le habló al Señor Shepard

-Dijo usted que vivió en Suiza, ¿qué motivo lo llevó allá? ¿Trabajo quizás? - Tratando de atraer nuevamente la atención hacia la mesa.

Él desvió la mirada hasta Marie y apretó la mano de Pauline, sabía que estaba sufriendo por LeBlanc, era evidente el dolor que sentía.

-No, estudie en Suiza, así fue como conocí al hermano de esta señorita ¿verdad Pauline?- Ella asintió, pero su mirada aún estaba atormentada- Ya basta Pauline, deja de sufrir de forma innecesaria.- Le dijo mirándola, luego se giró de nuevo a Marie. –Nos gustaba mucho ir mucho al café Noir a Will y a mí cuando pasábamos por Zúrich, en realidad me trae gratos recuerdos mi temporada en ese lugar.

De pronto Pauline se paró de la mesa de forma apresurada sin darles una explicación.

-Muy buen café, sirven ahí. ¿Le sucede algo a Pauline? - Expresó preocupada, él soltó un suspiro.

-Me temo que está metida en una de esas relaciones tóxicas, ya se le pasará, siempre termina perdonándole todos sus desaires.

-¿Relación tóxica? - habló extrañada, mirando a quien se podría referir. Él negó con su cabeza.

-Sí, lleva años en esas penosas circunstancias, la persona en cuestión no la respeta y constantemente pasa sus conquistas por delante de ella. Por eso le dije hace unos minutos que debería aprender de usted, Pauline es una chiquilla muy sensible.

-Espero que esta persona se dé cuenta de sus sentimientos.

-Me temo Marie que esta persona ya los conoce y los desdeña.

-Es realmente una lástima, Pauline es una gran mujer.

-Concuerdo con usted, sin embargo debe darse cuenta sola, no sirve mucho que se le espeté que el hombre al que le brinda sus afectos no es merecedor de ellos. Lo único que me tranquiliza es que conozco a la señorita con la que oso salir y sus esfuerzos serán en vano, de manera que por el momento no me preocupa mucho Pauline. Me preguntaba usted qué me había llevado a Suiza, estuve toda mi adolescencia allí desde los 11 a los 17 años, debido a que mi padre me inscribió en una escuela allí.

-¿De casualidad habla usted del internado Brillantmont? -Él la miró algo sorprendido, aunque después recordó que ese detalle de su vida era público.

-Sí, efectivamente, como mencioné hace un rato allí conocí al hermano de Pauline quien es mi hermano, aunque no llevemos la misma sangre y bueno Pauline vino en el paquete, es como la hermanita que nunca tuve.

Marie sonrió, desde hacía rato él hablaba del hermano de Pauline de una forma particular y ahora decía que era su hermano, aunque no fuesen parientes, creía que se encontraría con un hombre déspota y orgulloso, pero Matthew Shepard era todo lo contrario, le gustaba el aire que emanaba de él y no precisamente era de tipo sexual, le gustaba la calma y la falta de pretensiones, se sentía cómoda.

-Sí, es la mejor en Suiza, mi padre estudió ahí, ahora mi hermano pequeño lo hace, no estudié ahí porque en ese momento salí de Zúrich – rió al pensar que ella hubiese odiado ese lugar - mi educación fue más eclética.

-Bueno, es una pena lo hubiese disfrutado mucho, es un lugar agradable, o quizás lo mío tuvo más que ver con el hecho de que encontré un compañero de aventuras leal y honesto.

- No lo creo, - dijo triste- estuve en un internado en Canadá, no fue algo agradable, confieso que me gustaba cuando aprendía de libros.- Matthew hizo un gesto de dolor, pensó esos años sin Will, entendió que para él también habría sido difícil.

-Lo comprendo, creo que sólo fue fácil para mí porque encontré a mi hermano.

Marie alzó su cabeza al escuchar esto último, él le decía que quizás un internado no era tan mala idea si se tenía alguien honesto y leal como lo era su hermano, por un momento sintió envidia y quiso saber más de ese hombre al cual el señor Shepard veneraba.

-Puedo ver que le aprecia mucho, supongo que tener alguien a tu lado aliviana mucho la carga de un heredero. Mi compañera de aventuras era madre, viajamos por el mundo, me decía que debía conocer para aprender así que cada vez que llegaba a un lugar me fascinaba explorar el idioma, sus costumbres así fue como llegue a aprender tantos como pude - dijo de repente relajada - Cuando ya entré al internado lo hice con un examen, nunca había estado en un colegio quizá por eso fue tan difícil adaptarme. –Él le sonrió con ternura, en realidad era una chiquilla encantadora.

-Marie, una madre es un tesoro, sé que perdió a la suya, aunque no por eso dejará de estar con usted en sus recuerdos. Yo aún cuento con la mía y siempre ha sido un verdadero ángel, sin embargo el lazo que me une a William es diferente, espero algún día sienta algo semejante, es saber que otro es una extensión suya, aunque sean diferentes y las circunstancias los pongan en aprietos saber lidiar con eso, si aprecio a mi hermano, como le digo sabe ser leal.

Ella lo miró pensado en sus palabras, era verdad su madre era su madre, por más que existiera complicidad entre ellas, se amaran y contaran todo finalmente la relación era de otro tipo, sintió tristeza al pensar que no tenía alguien con las características del señor William, como el señor Shepard lo llamaba.

-De verdad siento envidia de usted y su amigo, debe ser una persona genial - sonriendo por primera vez genuinamente.

Sentía tanta calidez, por las palabras de él, William, ¿qué tipo de persona seria? ¿Era leal y honesto como decía el señor Shepard? Lentamente se veía impulsada a saber más de ese hombre, quería conocerlo, era como si le hablara de alguien mítico, ella mejor que nadie sabía que la lealtad era algo pasado de moda, las personas podían dejarte atrás, Tom lo hizo y eso aún le molestaba.

-Lo es, lamentablemente el apellido lo retuvo en Londres y no pudo venir, sino estaría riéndose de su hermana ahora mismo, tampoco le agrada mucho la elección amorosa de su hermana.

-Veo que hacen un buen equipo- Él alzó las cejas y rió al recordar a Will.

-No siempre, a veces diferimos bastante, pero eso hace parte de la amistad, saber que, aunque no estés de acuerdo con las decisiones del otro igual lo apoyas.

-Entonces puedo decir que no soy muy buena amiga - mirándole fijamente- suelo tomar decisiones sin consultar apoyo o no - algo triste al recordar su empeño por alejar a François de sus problemas. Él ladeo su cabeza analizando lo que ella acaba de decir.

-Son cosas que nacen, a algunas personas nos cuesta abrirnos ante los otros, pero cuando es algo genuino el asunto se da natural, sin forzarlo demasiado, de repente ya confiamos en alguien y sabemos que estará ahí, aunque el resto del mundo se nos venga encima.

Marie sonrió era verdad lo que él decía, había cosas que se daban de forma natural, no se forzaban y aunque el resto del mundo te tildara de loco se estaba seguro en quien se confiaba. Su madre le había dicho algo similar, ella creía en un tipo de lealtad que iba más allá, quizá por eso había idealizado ese pensamiento, se había metido con Thomas a pesar que sentía que estaba con Victoria, quería pensar que su lealtad estaba con ella y que, aunque para los demás fuese absurdo para ellos dos no, él simplemente la dejó en ridículo pues al parecer ella era la que solamente sentía eso.

- No dudo de él - dijo de repente - Pero hay cosas que simplemente no puedo decirle, espero algún día poder sentir aquello de lo que usted habla- Él le sonrió.

-Yo nunca dije que dudara de su amigo, lo que le plantee fue algo diferente y es que la comprendo a mí me cuesta también abrirme a otras personas, sin embargo cuando menos lo imaginamos somos capaz de ser totalmente honestos, aunque sea con una sola persona, en mi caso esa persona es Will, es un gran tipo.

Ella sonrió, era verdad el problema era de ella, no de él, ella guardaba muchos secretos y no le interesaba abrirse, recordó la época cuando era más abierta, el viajar tanto le permitía acercarse a las personas que por lo general eran mayores, ella era... Diferente, su madre murió y era como si se hubiese llevado una parte de ella, se convirtió en alguien desconfiado, frio y solitario. Miró a Matthew, su curiosidad estaba al límite quería conocer a William, quería comprobar si era verdad o simplemente un unicornio.

-Habla usted de él de una forma, que algún día quisiera tener el gusto de conocerlo – sonrió.

-Yo preferiría que se mantuviera lejos de él, dudo que pudiera resistirse a su belleza y usted siendo una jovencita inteligente sabría que él no es un hombre a quien se le deba entregar el corazón. -Ella rió con nostalgia.

Hacia tanto que su corazón se había convertido en concreto, lentamente muchas cosas de su vida habían comenzado a mezclar los ingredientes necesarios, en ese instante sentía que François le gustaba, pero se preguntaba si era amor, además en la condición en la que estaba no sabía si era prudente amar a alguien, solo quería salir de ese mundo a como diera lugar.

-Le puedo asegurar que en este momento no tengo un corazón para dar - algo nostálgica - como usted dice viene con el apellido - sin ninguna expresión en su rostro

-Siendo así puedo prometerle que en algún momento le presentaré a mi hermano. -Ella asintió, en ese momento llegó un camarero a dejar los platos.

No sabía que la motivaba a querer conocer al señor William, simplemente las palabras de Matthew "él es honesto y leal" eran un aliciente, quería pensar que en algún lugar existía una persona así, que sus resistencias a creer en los demás eran tonterías que utilizaba para alejarse de las personas.

Matthew Shepard le había hecho cambiar de opinión sobre las personas de ese medio, habían excepciones agradables, personas que valían la pena. Recordó las palabras de Cristal, sabía que se estaba metiendo en un gran lío, nuevamente su lado temerario imperaba, podía no salir bien librada, pero si era real todo lo que ella le había dicho no quería que Matthew se viera envuelto en un caos como ese, así que, en contra de su miserable situación actual, intentaría ayudarlo.

-Gracias - le dijo en español - Me gustaría poder tener relaciones comerciales con usted en el futuro, ha sido muy agradable hablar con usted.

-Veo que la señorita Marie abandono la mesa y ha vuelto la heredera del grupo Keller, sin embargo debo decirle que prefiero que esta noche no hablemos de eso- Metió su mano en la chaqueta de su esmoquin- Esta es mi tarjeta, si el lunes aún sigue interesada en eso, puede contactarse conmigo.

Marie sonrió y la recibió estaba metiéndose nuevamente en aprietos, pero esperaba que no se dieran cuenta, finalmente debía cerrar un contrato con la cadena para la parte de publicidad de la línea de móviles, era como matar dos pájaros de un solo tiro. Pauline la sacó de sus pensamientos, venía con cara de angustia y tenía su móvil en una de sus manos Matthew arqueó las cejas.

-¿No lo encuentras?- Expresó divertido.

-No te hagas el gracioso Matt.

-Sino me hago el gracioso, pero la situación es cómica.

-¡¿Por qué estás tan tranquilo?! No te diste cuenta que salió con ella. -Él asintió.

-Le deseo la suerte que sé que no tendrá. -Escuchó un tono suficiente en su voz.

Marie se dio cuenta que se referían a François así que él creía que Pauline y él tenían un amorío, aquello le pareció absurdo lo poco que los había tratado no habían dado esa impresión, por otro lado ella sabía que él era un dandy por excelencia y la señorita Bracho bien podría caer en sus encantos.

-No te preocupes - le dijo sin pensar cuando se dio cuenta que lo dijo en voz alta vio que los dos la miraban, no había querido decirlo en voz alta.

Pauline palideció, lo único que necesitaba era que Marie se enterara, miró a Matthew con pánico y volvió a marcarle a François, pero él no le contestaba, ahora mismo podía imaginarlo teniendo intimida con esa mujer, ella le había advertido que no lo hiciera, pero había sido imposible, era tarde, Medusa lo había hechizado como hacía con todos los hombres que la miraban, ahora tenía a Marie en frente dándose cuenta de la situación, con base a eso quiso cambiar la situación.

-Lo lamento Marie, mi novio siempre tiende a ser un descortés, no tendrías que estar presenciando esta escena, si me disculpan voy a buscarlo.

Pauline sabía lo que podría significarle aquello con Matthew, quizás eso lo alejaría aún más de ella, sin embargo, prefería eso a que François perdiera a Marie por una aventura con Medusa. Matthew le arqueó las cejas a Marie viendo como Pauline se alejaba.

-Se lo dije, ha perdido la cabeza por ese hombre. -Marie quedó confundida.

-Eso veo –Realmente no entendía, pensaba que no eran novios, quizás ella había sido demasiado ingenua, respecto a Pauline y Fran-sólo pienso que lo que tiene que pasar simplemente será, ir en contra de lo inevitable solamente dejará agotamiento. -Matthew rió y un par de hoyuelos se le hicieron en su rostro parco.

-Nada pasará, o si, pasará que si él intenta propasarse le proferirán una sonora bofetada y en cuanto a Pauline, lo perdonará y lo justificará ante los demás como ha hecho siempre. Es demasiado drama para una tarde.

- Tiene usted razón, es mucho drama para una tarde - riendo levemente.

-¿Qué le puedo decir? Es el estilo de Pauline.

-Eso de ser niña consentida no está nada mal - recordando cuando lo era para su madre y su abuelo- y me parece que usted le encanta que así sea. -Él se encogió de hombros.

-Ya me he acostumbrado la conozco desde que tiene 6 años.

-Un Keller no puede vacilar, me repetía mi padre, no puedo negar que la envidio un poco. - dijo más para sí, recordar lo frio y distante que era para con ella le dolía en cierta manera, sentía que él no la quería y lo único que hizo fue manipularla.

-Un Tilman tampoco, el asunto es que William asumió la responsabilidad sólo para que Pauline pudiese disfrutar la vida, le digo que diferimos en algunas cosas, esa es una, no siento que le haga ningún bien al carácter de Pauline que él haga eso.

-Puede ser, señor Shepard, aun así, vivir sin que el peso del apellido te siga es extraordinario.

Matthew pensó lo que le acaba de decir Marie, lo consideró brevemente y le asintió.

-Liberarse cuesta, pero hay cosas por las que vale la pena hacerlo. -Dijo pensando en el acuerdo que tenía con su padre en torno a Rebecca.

-Déjeme esta vez diferir a mí, en el mundo de los negocios nada vale la pena, debes ser cruel si quieres tener poder, y cuanto más lo tienes menos importante se vuelve todo, a mí me quisieron hacer un trato comercial, tuve que atacar para poder defenderme y no me jacto de que el grupo Keller se apropió de más del 51% de las acciones de la familia de Gerard, pero de eso es que le hablo, finalmente cuando menos lo esperas se pierde lo más querido alrededor. Como bien sabe mi familia ha sido víctima de la desgracia, eso no se compensa con miles de euros en el banco - dijo esta última parte triste y con un dejo de rabia en su voz, odiaba el dinero se había llevado a una de sus personas favoritas. Él nuevamente le sonrió tiernamente, aunque era una mujer, siempre pensaba que veía a una niña en ella.

-Si se fija fue justo lo que dije, aunque desde luego menos especifico de lo que usted lo acaba de hacer. En definitiva, aunque me muevo muy bien en este mundo hay cosas que no son negociables, una de esas es mi vida amorosa, que la vivo con la mujer que quiero y no con la que se me impuso.

-Afortunado usted, que puede darse ese privilegio, el amor siendo dirigente de un gran grupo no siempre termina bien. - recordando la trágica historia de sus padres, el dinero siempre de por medio.

-Afortunados todos, siempre se puede poner límites y la palabra "no" es un límite infranqueable. Nada podría alejarme de ella, la amo más que a nada el mundo, bien podría quedarme sin mi herencia, pero con el perfume de su pelo. -Marie vio los ojos de un hombre enamorado, era completamente diferente al hombre sereno con el que hablaba, incluso sus ojos grises y distantes habían brillado.

-Es muy afortunado, vuelvo y le digo, yo por mi parte no quiero convertir mis sentimientos en mi tendón de Aquiles- de repente triste por no poder reconocer sus sentimientos con François, ¿de verdad lo estaba comenzando a querer de forma romántica?

-Está usted muy joven para pensar así, cuando uno se enamora de verdad, lo siente hasta en los huesos, un día uno se levanta y sabe que no puede estar sin esa persona. Pero a su edad yo nunca sentí eso, sólo hasta que la vi a ella.

-¿Puede creer que tuve un tiempo así? -Pensó en Thomas- Sólo podía ver su rostro, me despertaba pensado en que, momento lo volvería a ver, hubiese caminado por el gran cañón a tientas si solo hubiese sido guiada de su mano, –Había confiado tanto en él-pero un día mi realidad me despertó y me hizo dar cuenta que hay cosas que uno no se puede uno permitir, y aunque lo tenía claro en ese momento recordé las palabras de mi madre: Entenderás que no se puede conseguir siempre todo, eso no depende solamente quererlo tú no siempre puede tener lo que quieres aunque lo desees con desespero - le dijo como si fuese una confesión.

Él le sonrió.

-Puedo creerlo, es usted una joven hermosa, cualquier hombre podría sentirse pleno a su lado y además cuenta con inteligencia, eso no es muy común, al menos no a su edad. Espero no me tome por machista, no la subestimo, todo lo contrario.

Marie lo miró contemplando sus palabras, ¿de verdad existiría alguien que se sintiera pleno a su lado? Sabía que tenía un fuerte trauma por lo de su madre, sufría de insomnios, temía dormir sola en una cama, era fría y distante con la mayor parte de las personas, le costaba abrirse, tenía una larga lista de rarezas además se le comenzaba a sumar la podredumbre que emergía de ella y que no podía negar en ocasiones disfrutaba, ¿podría alguien en algún momento sentirse pleno al estar al lado de un monstruo?


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