La Heredera CAPÍTULO 43: Fraudes y verdades

 



Apagó un cigarrillo y encendió otro, estaba perdido en las luces que titilaban a lo lejos, había sido un mes sin avances, cuando ya por fin sabía la ubicación de Marie había desistido en buscarla, era evidente que Black no se había acercado a ella, mientras tanto había salido otra complicación. Las complicaciones para Thomas representaban un gran dolor de cabeza, porque lo desviaban de su objetivo principal y le hacían perder tiempo.

Botó el cigarrillo y caminó al centro de la habitación, ahí estaba ese sujeto atado a la silla ensangrentado, no había querido decirle nada, solo sabía que se llamaba Vincent y que era hermano de Jean Claude Keller, no entendía ¿por qué no se sabía de él? ¿Que lo tuvo lejos de la familia? y sobre todo ¿a qué venía ahora?

Primero pensó que tenía que ver con Black por eso cuando lo vio merodeando a Marie decidió, raptarlo para hacerle unas cuantas preguntas, pero habían pasado más de 48 horas y el malnacido no soltaba prenda y se hallaba ahí, en una fábrica abandonada perdiendo su tiempo.

Alzó la cabeza del hombre, después de unas cuantas descargas había quedado noqueado, miró su reloj, se hacía tarde y no podía estar por mucho tiempo en ese lugar, su móvil vibró y al sacarlo se dio cuenta que se trataba de Victoria, evitó soltar el aire, maldición esa mujer era muy intensa.

-Diga-contestó finalmente.

-Tommy, recuerda que esta noche tenemos el evento en el Corinthians, -Soltó una maldición, no se acordaba de eso e ir a ese lugar le representaba un objetivo específico.

Se despidió de ella y vió que el hombre que aún se encontraba inconsciente, debía salir de ese lugar, pero no tenía nada de información, absolutamente nada y eso lo tenía molesto. Salió de esa fábrica y atravesó la ciudad, había ido bajo la fachada de entrevistarse con una nueva editorial y como de costumbre Victoria su esposa se había adherido a él, lo cual, aunque en un inicio lo molestó, cuando se dio cuenta de un cóctel de caridad en donde iría alguien con quien le interesaba interactuar, se dio cuenta que a veces sin pedirlo todo salía a pedir de bocas.

Antes de llegar al hotel, tuvo que detenerse en un motel de poca monta para quitarse de encima los restos de sangre, sin bien en ese lugar pasaba desapercibido, sabía que no sucedería lo mismo en el lobby del Hilton, sin mucho preámbulo logró adecentarse y pronto continuó su camino con su esposa.

Al llegar se percató que Victoria  estaba rodeada de estilistas, la mujer le sonrió y le dijo que su traje estaba listo, no contestó y fue directo a cambiarse, veinte minutos después él ya se encontraba presentable, mientras Victoria seguía con las estilistas, intentó no desesperarse, finalmente sino hubiese sido por su impertinente llamada no se acordaría del evento.

Ese tipo de cócteles no era algo que lo motivara, no era un hombre de etiqueta, sin embargo su parte investigadora lo hacía conocedor de los asuntos importantes que se cerraban detrás de las amplias sonrisas y comentarios vacíos. Victoria caminada con su espalda erguida y se aferraba a su brazos, los saludos no se hacían esperar.

-Tommy, deja esa expresión de asesino serial, vas a espantar a las personas-Victoria susurró a su oído.

Él solo la miró parco y se zafó de su agarre y comenzó alejarse de ella, Victoria sonrió tímida ante el desplante de Thomas  y tocó su peinado con ligereza, una de sus conocidas se acercó a ella, la saludó de dos besos y hablaron de forma agradable, al menos nadie notó el impasse con su marido, a veces tenía que ser tan grosero con ella.

-Victoria -la voz parca de la mujer que más odiaba en el planeta se escuchó -Hace mucho que no te veía.-Victoria se giró y su rostro se endureció, la odiaba, era una maldita mustia.

-No creí que fuese tan desvergonzada para atreverse a saludarme.-Victoria le lanzó un comentario ácido a Marie Keller.

-Poco a poco lo soy, -Le sonrió - Poco a poco me convierto en una dama de sociedad y ¿eso no hacen las damas? ¿Ser cortés y obediente? -Dijo divertida.

-¿Te estás burlando de mí?

-Ese no es mi objetivo, -dijo sarcástica-tan solo quería brindarle mis saludos -Le asintió- Que tenga una excelente velada.- Se retiró de donde ella

Victoria la miró con rabia, pero no le dijo nada más, Marie se giró y se devolvió por el salón, sonriendo era realmente reconfortante ver como esa mujer pululaba odio hacia ella y no pudiera gritárselo a la cara solo por guardar las apariencias.

Había ido al cóctel con William y aunque se había dicho al iniciar que se portaría bien, no había evitado ir a molestar a Victoria, luego de que ella esparciera las noticias a periódicos amarillistas que la habían afectado, no había podido descargarse y bueno dañar un poco su humor, le pareció atinado.

Su sonrisa se desvaneció cuando vio que William, Matthew y Pauline estaban justo donde se habían quedado cuando ella se fue a molestar a Victoria, pensó que se habían ido a saludar a las amistades de Pauline tal como ella les había dicho antes de irse. 

Sin embargo fue cuanto llegó que se dispusieron a ir, Marie miró a William en silencio y él sólo alzó sus cejas de forma juguetona, ella se sonrió le gustaba mucho la forma como se juntaban y su frente se arrugaba levemente, lo observó contenta, le gustaba verle esa expresión, su corazón latía un poco más a prisa, si era sincera hacía mucho alguien no le hacía sentir en el propio sentido de la palabra, alegría intensa, tristeza, expectativa, era consciente que era un cariño unilateral.

No sabía que motivaba a William a tenerla a su lado, era claro: no era amor y por tonto que pareciera a ella no le importaba, por el contraria le hacía sentir segura porque entendía y tenía clara las cosas. La pesadez que había experimentado días antes no estaba, una vez había podido decirle la verdad, todo era más ligero, para Marie el amor era algo que se brindaba sin peros, su madre solía decirle que no había egoísmo cuando se quería, aunque en su momento no lo entendió.

Al llegar donde las amigas de Pauline, Marie evitó bostezar, ese tipo de cosas le generaban apatía, nunca había sido una persona social, con pocas personas hablaba realmente, evitó suspirar al verlas besarse de forma excesiva, con la única que sus ojos se cruzaron y tuvo un leve asentimiento fue con Anna Hammer la hermana mayor de Sébastien, la mayoría de mujeres eran más jóvenes, sin embargo la belleza de esa mujer sobresalía desentonando un poco en el grupo de mujeres que a su lado se veían poco elegantes.

No pudo evitar notar las miradas de las mujeres, no era nuevo ser vista con odio, abrir su boca y ser señalada, durante la época que la obligaron a estar en el internado no había tenido mujeres cercanas y en un inicio se vio envuelta en riñas, la persona más cercana era Thomas y con el tiempo comenzó a sentirse cómoda con Aiden.

A Marie le tomaba tiempo para crear lazos, cosa que no había sucedido con William, con él bastaron unas cuantas noches para ella sentirse bien con él, tenía que ver con la forma directa en la que hablaba, en la que no hacía promesas, como la miraba y tocaba, sencillamente había caído ante él.

-... es la actual novia de mi hermano. -Dijo de repente Pauline y Marie frunció el ceño confundida, saliendo de su ensimismamiento.

Luego miró a William ¿porque la había presentado de aquella forma? Las mujeres la miraron con muecas extrañas y cuando creyó que William replicaría algo lo vio relajado, tan tranquilo que por un momento pensó que no había oído a su hermana, sus ojos se cruzaron con la señora Hammer, sonreía, pero sus ojos eran fríos, nunca antes le había lanzado una mirada de ese tipo, aunque no duró mucho tiempo porque después sonrió cálida.

La saludó y besó sus mejillas, con Anna Hammer le sucedía algo particular: no podía evitar pensar en su madre, su cabello rubio y sedoso, con leves ondas, su tez un poco tostada y la forma delicada en que caminaban, quitó esos pensamiento de su cabeza, no era bueno quedar sumida en recuerdos y desde que leyó ese informe no hacía más que tener pesadillas.

A partir de ese día comenzó a recordar fragmentos de esa noche de diciembre, episodios sin relación alguna que la ahogaban cada noche, por momentos era como el primer año que su madre había muerto, no podía cerrar los ojos porque ahí estaba la imagen de una habitación llena de sangre, de la rubia cabellera de su madre moviéndose de forma brusca. Así que desde ese día su insomnio crecía lentamente, las noches que podía dormir algo era cuando se veía con William y pasaban la noche juntos, pero de resto  prefería hacer actividades nocturnas que la alejaran de todo eso.

En el día se concentraba en el trabajo, en cómo hacer que Jacques LeBlanc pagara, aunque por momentos se sentía dual, no sabía si la venganza era el mejor camino, pero ver a hombres como Patrick en sitios como esos, actuando tan normal siendo conscientes que su madre había muerto de forma brutal, encendía sus sentidos, para su madre la venganza era inútil según ella se dañaba así mismo, pero... La rabia que sentía era indescriptible, se la habían llevado, sin importarles nada.

Las mujeres seguían hablando mientras ella se comenzó a revolver en su sitio, las imágenes de su madre en esa carpeta  había dejado su estómago sensible y deseo una taza de café, quería algo fuerte, así que cuando llegó la solterona casamentera de Henrrieta sus ganas de salir de ahí incrementaron, terminaría soltando cosas si ella llegaba a dirigirse a ella y volvió a recordar su voto de portarse bien en ese cóctel, así que se giró a William y le dijo que deseaba ir a tomarse algo, coincidieron William también deseaba irse a tomar licor y sonrió, por la casualidad.

Ya libres se fueron directo hacia el bar, ambos hablaban de forma despreocupada, William era un hombre de corte netamente inglés en su acento, su caminar, su forma de vestir, sin embargo aunque su parte inglesa sobresalía, por momentos era bastante informal, como en ese momento que no le importó dejar a su amigo y a su hermana por una copa de whisky.

William tocó  su labio inferior y le dijo lo cortés que era Matt quien según él, se quedaba por no hacer un desplante a su hermana, el roce de su dedo la hizo sonreír, le gustaba que la tocara, su cuerpo reaccionaba de una forma diferente y la hacía sentir tan viva y a la expectativa.

-Qué bueno que eres una desvergonzada.-William le susurró y ella sonrió.

Para muchas otras personas eso no era particularmente una cualidad, lo sabía por las múltiples reprimendas que había recibido, así que cuando él le acolitaba su desidia era fantástico. Tal como pensó en el bar no había nada de café, maldición, deseaba una taza de expreso, quiso reemplazarlo con vino, pero en ese momento William si la detuvo, bueno no podía reprocharselo, ella borracha no era una buena idea.

Así que finalmente  se fue a buscar café en otro lado del hotel y se alejó, tenía su boca hecha café, buscó una de las salidas cuando un hombre alto y rubio que conocía a la perfección la interceptó, Patrick Ucker era alguien que había conocido cuando era la novia de Thomas, nunca supo de su apellido hasta unos meses atrás, antes de eso la había tratado como una interesada que estaba con su hijo por el dinero familiar.

-Señorita Keller, es grato verla

Ella sonrió algo incrédula por las palabras de aquel hombre era increíble el cinismo de este, ahora era grato, lo que hacía un apellido era realmente chistoso y por un momento se acordó de Matt y la frase que usó la primer vez que lo conoció sobre el apellido, al parecer pesaba en ese medio más de lo que ella quisiera.

Marie se sonrió de manera amable, aunque por encima se notaba su incomodidad, aunque ya había decidido entrar en aquel juego de sonrisas amables, era difícil simular que estaba complacida por su saludo.

-Señor Ucker.

-No he podido presentarme como es debido, me excuso por eso.

-Nunca es tarde para presentarse -Dijo algo cínica y con una gran sonrisa intentando reprimir las ganas que tenía de escupirle algo ácido

El hombre sonrió.

-Señorita Keller la noto de muy buen humor.-Habló él algo sarcástico.

-Por supuesto que lo tengo, señor Ucker. Gracias por su preocupación.

-Espero pueda recibirme en su oficina hasta ahora ha sido imposible entrevistarme con usted.

-Pida una cita con mi asistente si desea hablar de negocios. -hizo una pausa - Si me disculpa me retiro.

Sin mirarlo continuó su camino, esta vez llegó al restaurante del hotel, un camarero se le acercó y después de pedir lo que deseaba se acomodó en una de las mesas, habían pocas personas así que pronto estuvo frente a una humeante taza de café, el olor llenó su nariz relajándose al instante, lentamente esa leve ansiedad y los recuerdos que habían tratado de emerger se evaporaron, hizo un ruido de satisfacción cuando sintió el amargo en su lengua.

Para Marie era una sensación inexplicable, eso la llevó a recuerdos mucho más interesantes, como la noche en que había sido atada y como después de esa noche le era inevitable no pedir un poco más de brusquedad y como ante un nalgada o un pellizco su morbo incrementaba. Sintió que alguien pasó por su lado y sin pedir permiso se sentó enfrente de ella.

Marie alzó su mirada y se encontró con la señora Hammer, tenía un vestido verde esmeralda y olía a una mezcla de coco y vainilla, la miró con sus ojos helados y nuevamente Marie sintió curiosidad, los pocos encuentros que había tenido con ella no se había mostrado de esa manera, quizás solo fingía amabilidad con ella por el incidente con Antuan.

-¿Querida cómo has estado? -La saludó, pero esta vez su expresión cambió, ahora era más cálida.

-Señora Hammer -Le asintió, recomponiéndose un poco ante el abrupto cambio de ella - Bien gracias.

La señora Hammer hizo un ademán con su mano y el camarero llegó hasta ahí, para su sorpresa pidió una copa de whisky y luego la miró con su sonrisa, no había esa sensación que le generó anteriormente, se veía como la había visto en el pasado.

-Nunca creí que fueses tan cercana a William- Anna le lanzó de la nada y Marie no logró entender a qué venía el comentario - y a Matthew.-agregó después de unos minutos en silencio.

-A Matthew le conocía desde hace mucho, a William le conocí hace poco.-Marie le respondió escueta.

-Oh ¿y ya son novios? -dijo Anna con desdén, sin embargo luego se recompuso - Me refiero a que no imaginé que fueran tan cercanos - Sonriendo formal.

Marie la miró en silencio, sentía que de alguna forma le hacía un reclamo, pero no confiaba en su intuición era mala para leer intenciones e interactuando, se trataba de la señora Hammer, la mujer que hablaba del matrimonio como algo sagrado, que defendía el prototipo de familia nuclear y que incluso tenía la familia modelo, conformada por dos niños rubios y hermosos.

-Nos entendemos bien - Marie le sonrió sin confirmar lo del noviazgo un tema que le preguntaría a William al regresar ya lo había olvidado nuevamente, no era suficientemente cercana a la señora Hammer para comentarle lo que sucedía.

En un movimiento brusco, la señora Hammer se levantó y chocó con el camarero, se veía fuera de lugar, nerviosa y Marie se levantó de la mesa.

-Querida recordé que Heinz me pidió que no demorara.-Se sonrió nerviosa- Hablamos en otra oportunidad.

Marie la observó alejarse a prisa, no entendió a que había ido, su taza  de café estaba a la mitad, pero ya no le apetecía ese momento de calma había sido interrumpido y realmente no sentía ganas de beber más café. Luego pensó en Anna que habría querido decirle, parecía nerviosa, ¿sería algo respecto a sus hijos? De un momento a otro se puso muy nerviosa.

Volvió al salón  pensativa, aquello de que era la novia de William la había tomado desprevenida, ¿por qué Pauline había dicho aquello? Y más aún ¿por qué William no lo había desmentido? Era un mal entendido que no le alegraba, pero tampoco le molestaba.

Habían pasado tantas cosas los últimos meses, aún todo le parecía nuevo, sentía cosas por William y ese sentimiento la hacía feliz como en muchos meses no se había sentido, vivir con la muerte cerca le hacía comprender que no había segundas oportunidades, que había que dar lo que se tenía sin egoísmo.

Recordó los días previos a la muerte de su madre se había enfadado con ella, había sido una tontería, pero en ese momento lo maximizo, aunque su madre intentaba contentarla, perdió días en donde pudo abrazarla, momentos que se habían perdido para siempre.

Estaba dispuesta a preguntarle a William sobre el asunto del noviazgo cuando lo vio en la mitad del salón pensativo, llevaba en esa actitud por semanas, se sonrió y tonteó un poco.

-Que hace un hombre tan apuesto sin acompañante -le dijo con picardía al ver que estaba sumido en sus pensamientos.

-Mi Fresa quería un café y me abandonó en un bar.-Le dijo juguetón, sin embargo por un momento Marie se sintió levemente mal por irse.

Dejó de pensar  en ese comentario de forma literal e intentó bromear, aunque  no era buena con ese tipo de comentarios, a veces terminaba siendo cruel, sin embargo  vio un asomo de sonrisa en los labios de William, ante lo que decía, quizás después de todo sus boberías lo entretenían.

-A mí me gusta que seas cruel, ya te dije que odio a las pretenciosas .-Dijo William a propósito de lo que ella creía sobre sus bromas.

-Me sale sin mayor esfuerzo-respondió sincera mirándolo fijamente,  porque era mucho después que terminaba dándose cuenta que había lastimado a la otra persona.-cuando uno se basa en los hechos es fácil ser cruel

-Es lindo porque tu cara diría todo lo contrario, entonces tienes un buen disfraz-William dijo divertido y por un momento Marie se sintió como en otras ocasiones en donde él podía ver más allá de ella y leía sus pensamientos.

-Sería un buen giro dramático que resultará siendo totalmente perversa.

-Eres totalmente perversa, me anda seduciendo para llevarme a un rincón, a pesar de que nos encontramos en una fiesta muy concurrida.

Marie no pudo evitar sonreír y hacer el pobre intento por seducirlo mostrándole parte del extenso escote de su espalda, no podía explicar lo que William generaba en ella, la miraba de una manera que era como si irradiara fuego en ocasiones, un fuego que a ella le gustaba reavivar constantemente.

-Eres increíble. - William expresó y esta vez una sonrisa diferente a la que le brindó al inicio se formó en sus labios, Marie quedó tonta mirándolo y ese solo gesto le erizó su piel.

La sonrisa de William se desvaneció cuando Pauline llegó, le hablaba de alguien, su rostro se volvió serio y el brillo de sus ojos se desvaneció, después que Pauline se fue intentó llevar una conversación con William, pero él miraba a otro lado, nuevamente estaba distante, realmente extraño, ella intentaba exponer algunas ideas para un encuentro sexual, quería esposas, objetos con los que pudieran jugar, pero no pasó mucho tiempo hasta que un hombre llegó y los interrumpió.

Lo peor del asunto es que una vez supo de su apellido comenzó hablar de su padre, no supo en que momento William se fue, pero lo entendía, ella estaba aburrida, ese hombre halagaba a su padre alguien que evidentemente no conocía, su mente ya estaba en otro lugar, bostezo sin reparos y aquel hombre hizo un comentario acerca de eso, suspiró de verdad era realmente mala tratando de ser buena en un lugar que le parecía tonto.

Miró levemente a William, hablaba con la señora Hammer, desvió su mirada nuevamente hacia aquel hombre con título de Lord, alzó su mano, ya no aguantaba más así que le pidió qué se callara, no soportaba más veneraciones a Jean Claude, se giró en sus zapatos y caminó por el salón hasta llegar a una de las ventanas mientras miraba el exterior.

Intentó ser parte de eso, estar desapercibida, pero era difícil que no imperara esa parte que le pedía estar al margen, que odiaba recibir halagos tontos y sonreír ante éstos, movió su cabeza, cerró sus ojos, era tonto, pero no sentía eso al lado de William, no era difícil interactuar, reír, se sentía genial a su lado. Su cuerpo se estremeció levemente cuando sintió que alguien la tomó por el codo

-Lamento haberte dejado tanto tiempo sola con Hamilton, una vieja conocida del colegio que no paraba de parlotear. -Escuchó la voz de William

Ella lo miró sonriente.

-Te entiendo. Tuve que decirle aquel hombre que se callara. No soportaba tanto cotilleo, intente mi risa de cóctel, pero definitivamente no soy capaz.

Se había hecho una promesa así misma, pero definitivamente no le interesaba encajar en ese lugar, así que eso que le decía a William era sincero, prefería la informalidad, sus pies descalzos su cabello revuelto, sin largas sesiones con estilistas.

-¿Lo hiciste?- Le preguntó él, le sonrió y sus ojos se achicaron un poco.

-Si, además desde que mencionó a Jean Claude deje de prestarle atención. - movió su cabeza - ¿Una persona no se cansa de repartir halagos? Me fastidian los fanfarrones.

-Pocos conocían a tu padre en realidad- se encogió de hombros- no culpes al pobre imbécil- William dijo en referencia al hombre con quien había hablado.

-Aun así no deja de serlo, como hacen para aguantar todo esto - dijo con fastidio.

-Porque son monedas falsas Fresa, tú no- y sintió una de sus manos en su mejilla, lo que la hizo estremecer, sólo debía tocarla levemente para sentir cómo su cuerpo reaccionaba por más-por eso eres mi favorita.

-¿Tu favorita? - sin ocultar una sonrisa genuina, era el mismo pensamiento que había tenido esa noche con Caterina - me gusta como suena.

-A mí me gustas tú- le dijo y a continuación le dio un beso de esos que solía demostrar urgencia y en donde ella le respondía que podía tomar cuanto quisiera, se separó y acto seguido la haló.-Vámonos de aquí.

...

Escuchar a Bashar hablar la comenzaba a incomodar y más porque no dejaba de mirarla con suficiencia, los hombres de la junta se sentían halagados porque él se encargara del complejo, mientras ella no veía la hora de contactar con otra firma.

-Sólo si la señorita Keller me acompaña-Escuchó que dijo y ella hizo una mueca de desagrado.

-Mire señor Bashar si no se detiene buscaré otra firma, tenemos cientos de ellas que quieren trabajar con nosotros-Adam hizo un ruido con su garganta y se acercó a su oído.

-Señorita Keller, nadie quiere trabajar con el grupo.

-Como que nadie...-Dijo en alto y los hombres la miraron acusadores, apretó sus labios y se levantó de la mesa ante la sonrisa cínica de Bashar y el descontento de los demás hombres.

Regresó a su oficina molesta, odiaba que ese hombre se saliera con la suya, tenía que aguantar sus acosos y los demás lo permitían porque perder esa licitación era postergar más el resort y las pérdidas serían monumentales, dio vueltas en su oficina hasta que finalmente se calmó, no debía desesperarse.

Recordó las palabras de William, debía ser paciente y atacarlo con argumentos, la puerta se abrió y ella abrió sus ojos sorprendida cuando lo vio ahí de pie, sus ojos se veían extraños, él se veía raro, aunque su voz sonaba como de costumbre:

-Hola Fresa. -Habló primero, quizás porque ella estaba tan sorprendida por su visita que no pudo articular palabra.

-William - se sonrió y se acercó a él. - No creí que estuvieras en París cuando llamaste.-Habían hablado antes brevemente y le había preguntado si estaba trabajando, pero no imaginó que pensaba ir.

-Estaba en el avión,-le restó importancia al asunto- venía a hablar de algo contigo.

-Claro, de qué se trata.

-El domingo me preguntaste por qué mi hermana había dicho que éramos novios y yo no te contesté nada, ahora te pregunto ¿es tan mala la idea?

Ella alzó su mano y tocó su cara por algún motivo se veía diferente, como si estuviera pensando en muchas cosas y tan solo en apariencia se viera calmo, quizás solo estaba pensando de más, él solo le preguntaba si le parecía mala idea dejar que los otros creyeran que ellos tenían algo.

-No, no me parece mala idea - Ella lo miró tan solo que ella sabía que él no era un hombre de novias quizás quería justificar ante todos el tiempo que pasaban juntos, podía hacer una serie de teorías, pero finalmente, no entendía el por qué había dicho aquello.

-Está bien.- Fue lo único que respondió para después desaparecer y dejarla en la mitad de la oficina con más dudas.

...

Eran las seis de la tarde y se encontraba en Londres, se había arriesgado a ir sin llamarle antes, pero quería de verdad darle una sorpresa, le había conseguido con un antiguo conocido de viajes, puros cubanos tal como le había escuchado hablar, habían demorado casi dos semanas y por eso no había podido llamarlo antes, tenía una habitación reservada con todo listo, quería regalarle esa nueva parte de ella que ahora disfrutaba muchísimo.

Miró la habitación y de pronto tuvo miedo de que no fuera, se levantó y negó con su cabeza, eso tan solo le diría que debía llamarlo antes de ir. Tomó su móvil y le marcó.

-Hola Fresa.-Respondió a los pocos timbres.

-Hola, William estoy en Londres.

-Ya veo Fresa.-Su voz por un momento fue dudosa.

-Quiero darte un presente, algo que te levantara el ánimo por trabajar sin descanso - le dijo realmente animada.

-Entonces envuélvete en una caja, ese sería un buen presente.

-Se trata de mi por supuesto. - dijo fingiendo suficiencia - Es algo que no verás en otro lado, serás el primero que lo verá y nadie más después de ti lo hará ese será mi regalo

-Me gusta cómo suena eso Miss Davis.

-Si te gusta y aun no lo ves creo que me puedo sentir halagada.

-Pues me estás hablando de exclusividad, es lo menos que me merezco ¿no crees?- Le dijo bromeando mientras emitía una sonora carcajada.

-Por supuesto, lo soy, soy exclusivamente tuya - le siguió la broma, riendo también - así que lo que tengo para ti hoy es exclusivo.

-Bueno, ¿dónde estás?

-Estoy en la suite del hotel Mandarín Oriental Hyde.

Él carraspeó.

-Me trae lindos recuerdos tuyos de ese lugar.

-Eso es lo que quiero que revivas esos momentos lindos - le dijo con picardía.

-Me estoy tocando ahora mismo Fresa, me tienes empalmado.

Ella miró alrededor todo lo que había pedido esa noche, el tubo estaba en la mitad de la sala, además habían juguetes sexuales,  lo que él quisiera utilizar con ella, finalmente los puros cubanos, esperaba que él pudiera recuperar su ánimo, vio su atuendo, tan pequeño e insinuante.

-Yo, te estoy esperando ansiosa, últimamente he comido mucho helado - le dijo coqueta.

-Eres una diabla. Ya voy para allá.

-Te espero - le tiró un beso.

Ella colgó y miró todo por última vez había una silla en la mitad de la sala para que él pudiera mirar el espectáculo, tomó la caja de habanos sacó unos y lo olió, esperaba que le gustaran, ese día había hablado de ellos con entusiasmo, luego miró el tubo y dio una vuelta estaba estable.

Se fue al baño y se hizo una coleta alta, aunque había cortado su cabello aún estaba largo y no quería enredarse en él, se fue  a la sala y se sentó en el piso aquello era aburrido esa sensación en su estómago esperando a que llegara. Comenzó a hacer estiramientos, movió su cabeza y sus manos, hizo un split y siguió estirando, esperaba no equivocarse en su rutina.

Finalmente, se recostó en el piso y vio por un momento el techo, era bonito incluso con su lámpara de araña, elegante.

-Miss Davis,-La voz de William hizo que ella se girara hacia donde él.- me gusta la alfombra nueva del hotel- expresó mirándola desde arriba, con su imponente altura.

Ella le sonrió desde abajo.

-Es una nueva decoración, inspirada en William Tilman - le dijo incorporándose.

-Wow Fresa esto es cachondo- la sujetó por su trasero masajeando sus glúteos.

-¿Te parece? ¿Crees que podemos superar los lindos recuerdos de la última vez?

-Oh sí- le susurró en su oído, -juro que me esforzaré- él miró a su alrededor- tú te has esmerado en hacer un recuerdo memorable- dijo sin quitarle  la vista a la barra en medio de la habitación.

-Te dije que hoy verías un show exclusivo - le guiño un ojo y lo llevó de la mano a una cómoda en el hall dispuesta para él, haciéndolo sentar.

William parecía alucinado, no sabía si en algún momento había recibido una atención como esa, quizás si, era un hombre apuesto que le gustaba intimar con muchas mujeres sin distinción como él se lo había dicho en múltiples ocasiones, en ese momento la miraba con lujuria y eso hizo que se formara un vacío en su estómago, así que sin preámbulos le ofreció un habano, nuevamente su rostro evidenció sorpresa, lo vio olerlo y luego la volvió a mirar, con ese par de ojos azul verdoso cargados de lujuria y morbo.

-Esto está cada vez mejor Fresa, ¿dónde estabas todo este tiempo?- Dijo él realmente  entusiasta y ella sonrió complacida que sus regalos le hubiesen gustado, él la hacía feliz y sentía que debía hacérselo saber dándole un poco de esa felicidad.

-Ya te había dicho que soy nómada, he estado en muchos lugares -Le dio un beso en su mejilla y jugueteo con su cabello.

-Pues te estabas tardando en llegar a éste. -Le dijo y señaló sus piernas un lugar que desde hace semanas se estaba convirtiendo en un lugar que le encantaba, lo rodeó con sus manos y acarició su cabello, el cual era corto y picoso.

-Lo mejor siempre va al final, pero esta noche tus deseos son órdenes puedes escoger, que quieres hacer primero. -Marie miró la barra y luego la habitación, él podía hacer lo que quisiera, sin embargo solo soltó su coleta y metió sus dedos en medio de su espeso cabello.

-Me gusta el cabello suelto en las mujeres, así que es lo primero que prefiero.

-Bueno, primer deseo cumplido, ¿cuál es tu segundo deseo?

-Lo que sea que quieras hacer por mí está más que bien, en el teléfono me dijiste que superarías mis recuerdos, quiero eso.

Ella le guiñó un ojo y se paró de sus piernas, caminó hacia el control sonó de inmediato una pista, lo miró de forma provocativa y comenzó a moverse con la pista, él la miraba fijamente sin parpadear siguiendo cada uno de los movimientos que hacía. Agito sus manos de forma delicada  y su cabello se bateó con su cuerpo, se inclinó y giró su cabeza de un lado a otro, se estiró y llevo sus manos atrás de su cuerpo arqueando, volvió a recoger sus piernas, dando una voltereta hacia atrás, de forma habil se levantó sin dejar de bailar de forma provocativa.

Él yacía extasiado mirándola detenidamente, mientras Marie con una de sus manos tomó el tubo, con su otra mano la puso un poco más arriba se impulsó y un giró con habilidad con sus dos piernas extendidas, luego estiró sus manos a la misma altura y comenzó a girar nuevamente dejando sus pies en el aire, simulando que caminaba, sin dejar de verlo a los ojos cada vez que lo tenía de frente, él pasaba su lengua por sus labios parecía tener la boca seca y con su mano se acariciaba su miembro que tenía ya por fuera de sus pantalones totalmente erecto.

Aumentó el ritmo del giro enredó sus piernas en el tubo al igual que sus manos y siguió dando vueltas, luego estiró sus pies sosteniendo se por sus tobillos y una sola mano, trepó un poco más en el tubo  y se impulsó con sus manos subiendo sus piernas por encima de su cabeza hizo un split y enredó sus piernas en el tubo quedando con su cabeza hacia abajo, dobló su pantorrilla apretando el tubo con esta y su otro pie estirado, se soltó y dio nuevamente otro giro en esta posición.

Notó que él se ponía de pie y la tomaba por su cintura.

-Joder de verdad eres tremenda diabla, pero ya no aguanto más necesito follarte.-Ella enredó sus manos en su cuello

-Tus deseos son órdenes -Le dijo a su oído, al parecer sus arduas lección habían dado resultado.

Él puso sus labios sobre los suyos y se abrió pasó con su lengua hasta el interior de su boca chocando su lengua con la suya, la besaba de forma apremiante y audaz presionando sus labios contra los suyos dejando que sus bocas se exploraran, mientras ella seguía teniendo sus manos en su cuello, en sus brazos no se sentía pequeña, a pesar que él tenía que agacharse considerablemente para poderla besar.

Él se sentía tan duro, rozaba su erección en su vientre y eso la hacía palpitar ante la anticipación de un nuevo contacto, llevaba dos semanas sin sentirlo y empezaba a odiar la demora de los puros, sus manos se deslizaron por su estrecha cintura y fueron directo hacia su trasero, William apretó un poco y eso casi la hizo gemir, deseaba a ese hombre y necesitaba escucharlo gemir y ver otro tipo de expresión en su rostro, en serio le preocupaba la sombra que parecía tener los últimos días.

William recorrió el contorno de su delicada ropa interior negra,  bajó la mano hasta llegar al liguero y lo jaló dejando caer el elástico sobre la piel luego la acarició en el lugar en el que segundos antes la había lastimado para finalmente subir sus manos hasta sus pechos, donde los ahueco y jugueteo con su pezón a través de la tela transparente de su sujetador.

Las manos de Marie recorrieron el pecho de él y se detuvo en las marcas de sus abdominales le sonrió llevada por el deseo, no solo le gustaba lo que él era con ella, sino todo él, recorrió su pecho con sus dedos de forma ligera, realmente deseaba superar sus recuerdos, complacerlo y ser su favorita como se lo había dicho en ese cóctel semanas atrás, aquello le gustaba como sonaba, sentir que a pesar de tener tantas mujeres en su vida terminara escogiéndola por encima de ellas.

Que ella fuese testigo de su sonrisa e incluso de su tristeza, verlo realmente y no el William que exponía ante el resto del mundo, sabía que aquello era tonto e infantil, pero eso la reconfortaba y ahora mismo se esforzaba por no seguir viendo su mirada perdida, como aquel día en su oficina, le miró a los ojos, había deseo y lujuria se veía totalmente diferente  y eso la hizo suspirar.

Puso sus manos sobre sus hombros y una de sus piernas abrazó sus caderas, su erección la golpeó y la hizo humedecerse aún más, no era sólo deseo, empezaba a preocuparse por él, ser su favorita se había vuelto un pensamiento constante, le había gustado como eso había sonado en sus labios aquel día. Él la giró quedando tras ella y puso sus manos sobre sus pechos apretándolos con fuerza.

-Me encantan tus tetas. -Expresó con voz ronca.

Ella movió sus caderas, frotando su cuerpo con el suyo, lanzando un gemido llevó su mano a su miembro y comenzó a masajearlo de forma rítmica

-Oh Fresa eres una diabla.

-Hoy soy lo que quieras  -Dijo con voz temblorosa.

Él mordisqueó su oreja y con su lengua jugueteó con su pómulo, Marie sintió el leve ardor que le traían sus nuevas aretas, no había evitado ir a horadarse más sus orejas.

-¿Sólo hoy?- Interrogó con coquetería.

Ella negó con su cabeza.

-Soy algo perfeccionista, así que querré volver a superar otra noche fantástica.

-Uff- continuó besando su oreja- a menudo me jode la gente perfeccionista, pero si es para superarte en este terreno querré que lo seas una y otra vez.

-No lo dudes, eso haré una y otra vez.

Él volvió a tomar sus pechos y los masajeó mientras sus pezones se endurecían y ella no podía evitar emitir un pequeño jadeo, con otra de sus manos William bajó sus bragas y ella terminó ayudándolo al tiempo que sentía toda su longitud en medio de la grieta de sus nalgas, cerró sus ojos a la expectativa, la primer vez que habían tenido sexo anal, le había encantado, esa nueva sensación de dolor y placer, se aferró a su pantalón esperando su próximo movimiento

Él siguió jugueteando en la abertura de sus nalgas, parecía disfrutar ante su expectación, metió una de sus manos en los bolsillos y sacó un paquete plateado lo abrió con sus dientes y extrajo un condón poniéndoselo en el acto, aun cuando él no terminaba de desvestirse, sus manos dejaron de acariciar sus pechos y bajaron por su vientre hasta situarse en su húmedo sexo, tomó su clítoris con sus dedos y lo jaló suavemente aquello la hizo sentir que su corazón se aceleraba, haciéndole mover su cuerpo de forma instintiva, chocando su cabello contra su pecho.

Sin dejar de juguetear con su clítoris sintió la presión de su miembro abriéndose paso en su trasero, sin embargo cuando ella pensaba que nuevamente la iba a tomar por su ano, su pene se deslizó y se introdujo suavemente por los labios de su vagina, ella gimió al sentirlo dentro, moviendo sus caderas, se aferró aún más a su pantalón y comenzó a moverse, sintiendo la fricción en su sexo lanzó otro gemido ahogado, sin dejar de moverse.

William la sujeto de sus caderas y aceleró con esto los movimientos haciendo de ambos una perfecta sincronía, empezando a aumentar el ritmo, parecía ido tal y como ella se encontraba el placer era un estado supremo que había aprendido a explorar al lado de él, era algo misterioso y excitante y cada vez quería más, más de ese placer, más de él, más de lo que ella era a su lado.

Sus dedos jugueteaban nuevamente en su clítoris y ella volvió a retorcerse sin control sintiendo como ligeras contracciones se formaban en su interior apretándolo a él aún más, eso tuvo un efecto en William pues se empujó más fuerte y dejando caer su cabeza empezó a besar su hombro y su cuello. Ella cerró sus ojos sintiéndose en éxtasis una y otra vez, aquello era adictivo, sintió una explosión y luego otra, pronto sintió como su cuerpo no dejaba de moverse, no pudo callar un gemido, al sentir como él también se contraía y llegaba con ella al éxtasis.

William recogió su pelo y lo haló empujando su cabeza cerca de su boca.

-No te imaginas cuánto necesitaba un puñetero orgasmo.

Ella tomó su cara y le sonrió con sus mejillas rojas por la actividad, le quería decir que ella no solo quería un orgasmo sino su rostro relajado y sonriente.

-Espero poder seguir a sus órdenes -Dijo en tono sumiso y juguetón.

Él la besó ardientemente al tiempo que se deslizaba fuera de ella y se quitaba el condón haciéndole un nudo, luego se alejó de ella y tiró el condón en una cesta de basura y se tiró en la cama con sus pantalones a medio poner - no supo en qué momento llegaron a la habitación- y su erección perdiendo el tamaño. Ella se sentó a un costado y le miró, acariciando su cara se veía despreocupado, ella sonrió de forma amplia y se levantó de su lado, caminando hacia los puros, volvió a ponerlos delante de él.

-¿Quieres que los pruebe?- Los tomó.-Pero no necesito tabaco ahora mismo

-Tan solo déjalos para otra ocasión.

-Quizás más tarde, antes de follarte de nuevo, necesito otro orgasmo.-Ella se acercó y besó su mejilla, de verdad que el apetito sexual de William era monumental.

-Está bien -Se levantó buscando sus bragas.

William quedó recostado totalmente vestido solo con su bragueta abajo y su miembro flácido al aire, Marie tomó un bowl que había cerca y se sentó a un costado, metiéndose una fresa en su boca, estando en un silencio cómodo, saboreó cada una, al menos él ya no tenía esa expresión tan agobiante. Se preguntó qué podía haberle pasado, pero era algo que prefería no saber, prefería crear memorias que cambiaran esa expresión, era lo menos que podía hacer por el que había cambiado tantas cosas en su vida sin saberlo.

Él estiró una de sus manos y le robó una de sus fresas las mordisqueó con placer.

-Definitivamente me gustan las fresas.

Ella se giró sonriente, metiendo una fresa de manera provocativa.

-No hay nada mejor que ellas -Se encogió de hombros y le guiñó un ojo, dejó el bowl a un costado y se recostó estirando sus pies jugueteando con estos de forma descuidada.

-Se tiene mucha confianza Miss Davis- le dijo juguetón, estaba de muy buen humor.

Ella alzó su cabeza y lo miró divertida.

-Bastante, la señorita Davis se la tiene, ella es genial.

-Lo es. -La beso en la frente y la atrajo hacia sí por su cintura. Ella tocó su cara.

-Ella le prometió algo único y eso ofreció, eres el primer afortunado en ver sus dotes en el tubo -Bromeó.

Él arqueó las cejas.

-Y espero que el último.

-Ya te había dicho que te regalaría algo especial, así que no lo volveré hacer para nadie más, si lo hago ya no sería regalo, ni sería especial.

Él metió los dedos en su pelo y comenzó a peinarla, cerró los ojos, seguía pareciendo tranquilo, ella acomodó su cabeza en su pecho, con su pie de forma hábil acercó el bowl y volvió a meterse otra fresa, se sentía realmente bien, ahora se veía tan calmo, era raro porque a veces sentía como si de repente estuviera envuelto en una oscuridad extraña.

Al menos había podido regalarle ese espacio de baile que había aprendido a disfrutar, era extraño, para muchos aquella práctica podría parecer exclusivamente para mujeres de un burdel, pero era tan liberadora y después de hacerlo frente a él era como si toda esa sensualidad que creía no tener emanara por sí sola, sin mucho esfuerzo.

Era verdad lo que le había dicho, así más adelante no estuviera con él ese baile había sido su regalo, su agradecimiento por todo lo que había hecho por ella y el cariño que tenía por él, alzó su mano y tocó su saco, aún estaba vestido, mientras ella estaba semidesnuda, por lo general terminaban así.

De repente lo miró, se veía plácido, ¿de verdad necesitaba tanto un orgasmo como él se lo había dicho? A veces sentía que exageraba, aún así estuvo en esa posición un largo rato, terminando sus fresas en silencio, hasta que un pitido proveniente del bolsillo de William rompió con éste, Él se desacomodó y extrajo el móvil.

Los escuchó hablar, suponía que con Matthew por como contestó "cabrón" y aquel mote se lo había escuchado con anterioridad, además porque después de estar un momento en silencio lo vio incorporarse preocupado, al parecer hablaban de miss Bracho, aunque poco después William contestaba relajado, tratando de confortar a su amigo, no pasó mucho tiempo cuando lo vio colgar.

Ella lo miró.

-¿Le sucedió algo a Miss Bracho?-Le preguntó curiosa

-Nada, se fue con un tal Miguel, pero a Matt le cuesta aceptar la realidad, hay mujeres que sencillamente son putas.-Marie apretó sus labios.

-¿Está ella en Madrid y se preocupa por eso? -Dijo confundida, no veía por qué hacerlo.

-No Fresa, Rebecca no está en Madrid, ella es periodista de guerra así que está cubriendo en Siria.

-Oh -Dijo muy sorprendida - Eso ahora mismo es un suicidio -Dijo levantándose de la cama.

William le explicó la situación y si era sincera por un momento le dio la razón a Matthew, ella estaba en un lugar peligroso y sus probabilidades de estar en riesgo eran altas y aunque William le decía que se podía putear incluso en un lugar de guerra, había que darle el beneficio de la duda. Así que bueno sintió pena por Matthew y su preocupación, no era fácil querer a alguien en la distancia y pensarse que sucedía con esa persona. Le sucedió mientras buscaba a Thomas, esos años en donde añoraba encontrarlo.

-Problema suyo, -habló en referencia a Matthew- ya le he dicho que un hombre debe de saber cuándo una mujer no es para uno, si se preocupa por ella sólo tendrá un desgaste emocional y hará pendejadas porque es lo único que se hace cuando no controlas tus emociones.

-Pues sí, pero que él sepa que no es para él no significa que no le preocupe - Marie se levantó de la cama y puso en bowl en una de las mesas - Es esa parte irracional que impera en el ser humano.

-El amor es una pendejada Fresa, es su asunto si se preocupa, ya aparecerá y tendrá que afrontar que anda con el tal Miguel.

-Ya te había dicho que no entiendo ese tipo de temas, si alguien te desecha es inútil desgastarse, pero como ese sentimiento no es racional, no escucha razones.

Era lo único que sabía por experiencia propia, con Thomas le pasó lo buscó aunque en el fondo sabía que él podía encontrarla a la perfección, incluso le pasó con esa espina LeBlanc que ahora era más soportable.

-Así que por eso entiendo que él se sienta preocupado -continuó Marie al ver que él seguía callado.

-¿Alguna vez te ha pasado eso?-William, le preguntó distante, no estaba segura de si de verdad se lo estaba preguntando a ella.

Ella lo miró.

-¿A mí? - se preguntó sin saber si esperaba su respuesta - Una vez, me pasó, mi madre decía que el amor era como el café, puede ser suave, fuerte, con azúcar o amargo, pero nunca debía dejarse enfriar, cuando eso ocurría era mejor claudicar. Una vez busque el amor frío para darme cuenta que ya no hacía parte de su vida, aunque le quería la lealtad que me profesaba se había terminado así que me di cuenta que era inútil insistir en aquello.

-¿Amor frío?

Preguntó él y ella le asintió, ese sentimiento en donde aún suceden cosas en el interior, pero... Simplemente no es igual, ella lo supo cuando besó a Thomas en ese callejón de la librería, como la tomó y se dio cuenta que no se sentía igual, pero con todo eso siguió adelante, creyendo que solo eran tenerías de su parte.

-Amor frío en donde persiste el sentimiento, pero ya no queda nada, solo recuerdos, yo viví de ellos por cuatro años.- William se rió ante su comentario y se sintió algo estúpida, quizás solo le ocurría a ella-¿Suena tan tonto ? -Se rasco la cabeza, mirándolo reía pero era extraña su sonrisa.

-No, puedo entenderte. No te preocupes, a veces el amor no basta supongo que era tu caso.-Ella asintió.

-Sí, aplicaba para mí, él terminó en una capilla y yo de vuelta a Zúrich.-Nuevamente una risa siniestra se escuchó en William y ella lo miró confundida, no era nada gracioso lo que decía o bueno quizás sí, lo vio y ahora sus ojos estaban apagados, peor que los días anteriores y Marie no entendía que lo había puesto así, a ella ya no le dolía esa experiencia.

Marie se acercó y acarició su cara y luego le abrazó, aunque era ella quien contaba su triste pasado sentía que él estaba más triste que ella por algún motivo, quizás si le preocupaba Matthew después de todo, comenzó a darle leve besos en su cuello.

-Veo que te afecta, ya no sufras Fresa, te darás cuenta que no le irá bien en su matrimonio, se terminará separando y volverá a buscarte, sólo que quizás entonces tú ya no quieras que eso pase.

-El día del cóctel fui a saludar a su esposa - se retiró un poco y le miró - Me odia y él me buscó en dos oportunidades, incluso en una lo viste, le dije que estaba cansada de vivir en el pasado, agradecía cada memoria buena pero ya no quería más de eso, estuve por cuatro años alimentando mi sentimiento de recuerdos, te dije que sentir cansa y más cuando se da todo y no se recibe nada.

Thomas la había dejado exhausta, anheló tanto tiempo encontrarlo, fantaseo con lo que le diría una y otra vez y finalmente... Todo se fue por el desagüe, después habían llegado esos sentimientos por François aunque no había anhelado tanto como lo hizo con Thomas, se había sentido muy triste. No, ya no quería anhelar, no deseaba desgastarse pensando en lo que podría ser, sólo quería vivir el instante tal como lo hacía con William.

Esperó una respuesta, pero William estuvo en silencio, tan solo minutos después lo vio inhalar un polvo blanco, Marie lo miraba en silencio, estaba nuevamente con esa expresión se sintió mal de repente por hacerlo volver a su estado inicial, no creyó que su historia lo pondría así. 

Sonrió obviando todo y se acercó a él jugueteando con su cabello esperando su reacción, pero no obtuvo ninguna él seguía apagado,  se hizo a un lado y observo en silencio como volvía a drogarse, no era la primera vez que veía a alguien en esas, antes había visto a Crystal e incluso a Aiden, pero no solía entrar a juicios, cada quien tenía debilidades, tal como se lo dijo a William, cosas ataban y que nadie comprendía, se recostó a un lado, lo que había querido hacer en darle una buena noche lo había arruinado por algún motivo.

William volvió aspirar el polvo y Marie no se movió, esta vez quedó en silencio a un costado, se recostó y dio una voltereta incorporándose recordó la barra eso de alguna forma le levantaba el ánimo así que lo dejo de mirar y caminó afuera de la habitación hasta ésta y comenzó a moverse en ella, debía replantearse si irse a vivir a una casa y hacer instalar una para poder bailar cada vez que le apeteciera, daba vueltas con su cabeza hacia abajo esta vez obviando que él estaba en la otra habitación ensimismado, finalmente rechazó su propia idea, no quería casas, como estaba le funcionaba.

Trepo en la barra e hizo un split dando vueltas con sus tobillos, sus noches de insomnio había sido reemplazado por esto y ahora podía moverse con  facilidad. Se bajó de forma hábil y caminó hacia la habitación él seguía en la misma posición caminó hacia su sostén y se lo puso, acomodando sus pechos, quería mejorar sus memorias en aquel lugar y al parecer no lo había conseguido, camino hacia su ropa, supuso que él quería estar solo y eso quería regalarle.

Se giró, Willliam seguía absorto, con esa misma mirada agónica se devolvió y caminó hacia él y le abrazó le acarició su cuello en silencio, ella no era muy buena en las relaciones personales pero sabía cuándo alguien reclamaba su espacio.

Él le sonrió.

-A veces soy una pésima compañía. -Ella movió su cabeza en forma negativa.

-Tan solo reclamas tu espacio no te puedo juzgar por quererlo.

No podía juzgarlo, habían espacios en donde no entraba un otro, en donde se quería así fuese tan solo para mandar todo al carajo y bueno si eso deseaba eso le daría, sin embargo antes de pensar irse él comenzó hablarle, según le decía había conocido a Thomas en el cóctel que habían estado la última semana, no lo había visto, realmente no lo consideró, aunque vio a Victoria ahí, así que el dictamen de William era que le gustaba los imbéciles.

Y Thom lo había sido por momentos, pero debía reconocer que se había ganado su cariño, respeto y lealtad, tanto que estuvo cuatro años siéndole fiel, no le provocaba estar con nadie aunque sabía que no habían posibilidades.

Sin embargo después de lo que le hizo en Londres pudo desquitarse a su manera y eso a William le pareció gracioso, tal como él le decía, sus formas de desquitarse no aplicaban para las mujeres, pero para Marie un golpe y echar primero no era un castigo suficiente para una mujer, había algo que dolía más y era el olvido

-Recuerda que no soy un hombre de relaciones y planeo que cuando terminemos te deje yo, eso de ser dejado está algo caduco.

-A mi también, así que no sería justo, podríamos hacer una tregua.-Así ninguno sería el dejado.

-Yo no hago treguas señorita Keller.

-Bueno, entonces me puedes dejar, -se rió.

-Sin duda lo haré, después de todo yo comencé con esto- Ella le asintió hasta que vio que por fin se le había apetecido uno de los puros.

Ella se levantó de la cama y lo miró desde arriba.

-En cuanto a lo que le duele más a una mujer que un golpe, es la indiferencia, el sentirse olvidada.-Finalmente le dijo sobre lo que pensaba sobre ese tema.

-Te daré un golpe entonces cuando te dejé y te olvide- William le sonrió.

-Bueno, al menos sabré que te pude enseñar algo estaría orgullosa de aquello.

Él soltó una carcajada.

-No me lo enseñaste Marie, soy un experto en eso desde tiempos inmemoriales. -dijo suficiente y le dio una calada a su puro,

-Qué engreído, ¿que quieres que haga cuando me mandes al carajo? Podría ponerle drama al asunto.

Bromeó al respecto, pero en realidad creía todo lo contrario, su ruptura con Thomas había sido diferente, no le insistió sabía que estaba roto, aunque le dolió era mejor que rogar por algo que no se tenía, William le dijo algo similar y como se alejaba del drama, lo cual era bueno y que esperaba cumplir con él.

-Parece que leíste mi pensamiento-Marie le dijo.

-Bueno Laurent solía decir que yo tengo ese súper poder.

-Sí, un súper poder, ya me había planteado que no lamentaría las decisiones que tomara

-¿Qué tal está mi aspecto?- William cambió de tema.

Ella se acercó y lo acicaló.

-No muy bien.-Estaba ojeroso, realmente mal.

Lo vio hacer una mueca triste, quería una foto para dársela a alguien y ella le señaló que quizás esa persona solo quería verlo y tomarla ella misma

-No Fresa, ¿cómo se te ocurre? Fue el único regalo que me pidió, mínimamente debe ir en un buen portarretrato.

Ella miró meditando, se levantó y caminó al bar y sacó un par de hielos y volvió a su lado y de forma delicada se los puso en sus ojeras, para ayudarlas a disminuir.

-Primero debemos hacer que tu rostro cansado desaparezca - Le dijo sonriente, por ahora era algo que lo tenía algo animado y no quería volver a ver esa mirada perdida, ella no sabía para quién era  la foto, pero así como él la había apoyado cuando todo era mierda intentaría ser eso para él.

-Sí, me la tomaré después, quizás pida que un fotógrafo profesional lo haga, debe ser una buena foto.-Ella le sonrió y tomó uno de los hielos y se lo metió en su boca al parecer ya no deseaba tomársela.

-Sí, mejor, así quedarías más guapo, aunque hablas con una profesional, fue una de las clases que tomé en Vancouver, mis preferidas eran las réflex

-No Fresa, no te ofendas, pero una clase no te hace profesional, hay que dejarle eso en manos de los expertos, no es cualquier mujer de la que te hablo se trata nada más ni nada menos que mi prometida.- William se sonrió esta vez jovial, mientras ella lo miró asustada.

-¿Prometida? -Dijo sorprendida, se sintió impropia y si bien no le importaba la promiscuidad, no le gustaba verse envuelta en relaciones formales - Yo no lo sabía -Se levantó y buscó algo para terminar de vestirse - Realmente no me gusta estar en medio de una relación -Dijo confundida, él le había dicho que si no le importaba que fueran novios y ella había aceptado, pero no sabía que él ya estaba comprometido.

Comenzó a buscar su ropa en el armario y se comenzó a vestir, cuando lo escuchó reír ella se giró y él le mostró su móvil con una galería de fotos con la hija de la señora Hammer, era su prometida y por un momento ató cabos, ella le hablaba de un hombre todo el tiempo, mientras él decía que era un juego a ella le pareció que la niña en su momento trataba el asunto con seriedad.

-Ahora entiendo por qué me decía aquello -Dijo Marie en referencia a Lou, le dio un beso en su mejilla.

-¿Qué entiendes?

-Pues, estaba muy segura de que su prometido era el hombre más genial del planeta, según sus propias palabras.

-¿Y tú lo crees?

-Por supuesto. - dijo sincera - Ya entiendo porque dijiste que me echarías - le guiñó el ojo tratando de bromear.

-Lo haré, pero no por Lou, la conozco desde que nació, si amo su cara regordete, pero no de esa manera.

-Tan solo bromeaba.

Que le dijera que iba a dejar la hacía sentir triste, pero a la vez sentía tranquilidad, como él había dicho quería disfrutar todo esto mientras durara sin lamentarse por nada finalmente ella por voluntad se había tirado al precipicio sabiendo perfectamente quién era él.

Se sonrió y lo miró en silencio, ella también sentía que debía hacer algo al respecto, se jactaba de nómada y el último año solo había estado anclada al mismo lugar, eso la entristeció, perder lo que la hacía feliz, envejecer en un lugar que no quería en cuatro paredes preocupándose por hacer dinero.

-Hey que pasó, vamos a darnos un baño de espuma.-Le dijo él con más ánimo y ella le sonrió, quizás todas sus preocupaciones se soliviarian con agua caliente.


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