La Heredera CAPÍTULO 41: Labios rotos

 




París, invierno de 2015

El olor almendroso se colaba en el ambiente, la habitación era pequeña y hacía tanto que no se ventilaba que el vapor emergió haciendo que Thomas se llevara un pañuelo a su nariz, esta escena del crimen era diferente a las otras, no entendía el objetivo de usar cianuro, unos de los detectives lo miró afable y se acercó de buen humor.

-¿Es usted la persona que enviaron de New York?-Dijo y él solo lo ignoró y continuó su exploración.

El malnacido de Black volvía a burlarse de él, esta vez en París, lejos de donde acostumbraba operar, se encaminó hacía el cadáver, estaba atado en una pose sumisa, detalló los nudos, eran perfectos, la calidad de las cuerdas de la misma que él solía comprar, esta vez imitaba el asesinato de Roxanne de su primer libro, sus ojos vagaron por su cuerpo encorvado y descubrió nuevamente que tenía inscrito Roux, maldición, en esta ocasión las letras estaban escritas con un material plateado que no reconocía.

No supo por qué, pero parecía como si se pavoneara de algo, le estaba viendo la cara de imbécil y eso lo descolocó, apretó su puño y exploró el lugar, había algo diferente a las otras escenas, fijó su vista en el hombre y en esta ocasión había sido torturado, se fijó en las heridas y según la coagulación de la sangre y color de la piel, le decían que varios días antes de finalmente asesinarlo.

Sacó su encendedor de plata y jugueteó con él mientras intentaba recolectar algún indicio, escaneó cada rincón, basura, sangre, como de costumbre había sido cuidadoso y no dejó ningún tipo de herramienta, tan limpio como de costumbre.

-¿Encontraron huellas? -Preguntó al hombre que lo recibió y que lo miraba como un perro faldero.

-Si-dijo sacando una pequeña libreta y Thomas lo miró expectante.

-Empleados, la víctima, y una desconocida aunque de forma parcial-él hizo una mueca, maldito imbécil, por algún motivo sintió que quería crear confusión.

No respondió nada y se acercó al cadáver, notó algo extraño en la cara del hombre, pidió unos guantes y abrió la boca del sujeto encontró unas piedras que detalló, no parecían tener valor, parecían ser la imitación de unos zafiros.

-No había notado que tenía algo en su boca. -Una voz lo sacó de su letargo y sin ceremonia le pasó las piedras al hombre y acto seguido las metieron en una bolsa de evidencias.

Comenzó a dirigirse a la salida mientras escuchaba los flashes de las cámaras que documentan las pruebas, lo bueno de tener contactos con algunos detectives era acceder a escenas exclusivas. El asesino caníbal, recreaba escenas de su primer libro, desde que habían intercambiado la primera carta, se había dedicado a jugar con él de las formas más oscuras que no había imaginado.

No sabía por qué pero sentía que ese hombre deseaba acercarse a Marie Elizabeth, lo peor del asunto es que estaba desaparecida desde hacía semanas y el imbécil de Aiden no deseaba darle noticias de ella. Su móvil sonó y lo atendió sin ceremonias era Crystal.

-Tommy quiero que nos juntemos para hacer algo-Él hizo un ruido con su garganta exasperado-No seas aguafiestas que encontré lo que querías, ven a verme a St James Tavern y tendré lo que quieres ahí.-No le dio tiempo de replicar y le colgó.

Sacó un cigarro de su gabán negro y lo encendió perdiéndose en la sensación que le traía la nicotina, al menos si había logrado localizar a Marie Elizabeth, no le haría pagar lo que acababa de hacer.


...

Aiden alzó su mirada a la imponente mansión, no entendía qué hacía Marie Elizabeth en ese lugar, pero al menos la mantenía lejos de Thomas que no había dejado de buscarla de manera insistente, tanto que se le hacía extraño.

Anunciarse en ese lugar había sido realmente problemático, tenía más seguridad que la casa blanca, lo llevaron a un salón de espera y después de unos minutos Marie entró acompañada de una mujer, ella le sonrió, pero era una sonrisa triste, se veía ida, totalmente distraída, él le dio un beso en su frente y tomo su mentón con su mano derecha haciendo que lo mirara.

-¿Te ocurre algo? -Aiden le preguntó y los ojos azules de ella lo miraron unos instantes, pensativa.

-Me encontré con la hermana de William, estoy realmente apenada, me siento una intrusa -Dijo sonriendo, pero no dejaba esa expresión circunspecta, como si algo más la molestase.

-¿Te trato mal? -Ella negó.

-No, al contrario fue muy amable, pero ya sabes que estar en su casa es algo que me parece abusivo.

Él rió relajando su expresión, a Marie le preocupaba estar en ese lugar, él sabía el trasfondo de todo eso, desde que la conoció sabía de su aversión a vivir en casas de primera mano sabía que la que tuvo en Vancouver parecía más una bodega abandonada que un hogar y luego de eso se dedicó a ir de un lado a otro sin establecerse.

-Eso es porque prefieres vivir en confinamiento, acepta la amabilidad que te ofrecen.-Ella bajó su cabeza.

-Es raro, se siente raro.-Bajó nuevamente su cabeza y volvió a alzarla.

-¿Te es tan difícil creer que alguien es amable contigo? -Le preguntó y Marie apretó sus labios.

-Son tonterías mías. -Se sonrió - Creí que vendría Crystal, al menos amenazó con hacerlo. -Cambió de tema.

-Le dije que era más importante en Nueva York.-Además no podía decirle en donde se encontraba Marie, iría a contárselo a Thomas, ya habían intentado sonsacarle algo la noche anterior.

-Salgamos estar encerrada es algo que me tiene al borde del colapso.-Marie le dijo finalmente y él le tomó la mano.

Comenzaron a caminar por los pasillos del impresionante lugar, la vio dudar un par de veces como si se sintiera perdida, pero una vez logró encontrar una puerta al jardín Marie se sonrió de manera victoriosa, el frío del exterior golpeó su rostro y vio como ella se estremeció un poco, ambos sabían lo friolenta que era aun así Marie no dijo nada y simplemente miró todo en silencio.

-¿Estás saliendo con él? -Aiden miró alrededor, sabía perfectamente quién era el dueño de la mansión: William Tilman.

Investigarlo había sido tan relativamente fácil, lo que le generó sospecha que su vida fuese tan accesible al público: tenía 33 años, dueño de una de las joyerías más imponente no solo de Europa sino de América, era un mujeriego empedernido, soltero y sin hijos, solo una hermana. Miró a Marie, no podía negar que era una chica hermosa, además cuando se llegaba a conocerla era incluso agradable por momentos, pero no entendía qué quería ese sujeto al ayudarla.

-No -dijo después de unos minutos de meditarlo- o bueno si, -cambió su respuesta dudosa-tenemos sexo, pero no es nada serio. -Aiden la miró un tanto sorprendido ante su declaración- Tan solo quiso ayudarme una vez supo lo de Jean Claude.

-¿Así, de la nada? -Preguntó intentando no sonar desconfiado. -¿Elizabeth confías en él?

-Sí. -Respondió categórica.

-¿Tanto así para dejarlo inmiscuirse en esto?-Lo miró a los ojos y volvió asentir..

-Hasta ahora solo sabe lo de Jean Claude, pero si me lo pones en esos términos no me importaría decirle lo demás.

-Es peligroso, todo esto lo es.-Ella bajó su cabeza, lo era sin embargo como se lo decía a William confiaba demasiado en él.

-Te agradezco que vinieras, sé que tienes asuntos importantes en la compañía. -Evadió el tema cambiándolo.

-Te recuerdo que también es la tuya.-No quiso ahondar en el tema, al parecer ese hombre era alguien importante para ella y presionarla para que no lo inmiscuyera solo la haría cerrarse.

Marie rió y continuaron el trayecto por el camino en piedra, Aiden cambió de mano el pesado maletín que llevaba y Marie lo miró curiosa.

-¿Te pesa el maletín?

-No, pero quiero mostrarte algo -Ambos caminaron hacia una de las mesas y él extrajo el laptop y lo encendió -Como nos dijiste intervenimos el circuito cerrado del internado en Suiza, según lo que nos dijo Phillipe buscamos en los sitios en donde él se vio con aquel hombre y las horas que nos indicó, al parecer sabía en qué sentido se encontraban las cámaras, así que no se tiene una captura de su rostro -Sacó una fotografía y se la facilitó - cómo ves tan solo se ve su perfil.

Marie la tomó y la observó por unos minutos.

-¿Pudieron ver el auto en que llegaba ahí?

-No hemos revisado los videos de las cámaras de las salidas.

-¿Los tienes ahí?

-Si

Marie tomó el laptop y busco en donde él le había indicado, comenzó a revisar el video de aquella noche del recital, pero no vio nada, al parecer no había recibido su auto por el valet parking, divisó otros videos cercanos, pero tampoco logró ver al hombre, Aiden la veía concentrada mientras hacía su búsqueda.

-¿Lograste saber quién fue el mesero que te atendió en aquel restaurante Coreano?-Aiden le preguntó de repente, semanas atrás en medio de una reunión había recibido un vaso con agua al parecer con restos de marisco que la habían llevado al hospital.

-Ilam dijo que al parecer no trabajaba ahí, se infiltró y nos atendió como si lo hiciera -Dijo distraída.

-¿Sabes que no pudo ser coincidencia tú intoxicación con mariscos?

-Sí, Aiden, ¿desde cuándo piensas que todo es coincidencia lo que me pasa?

-Por lo menos ya no eres tan ingenua. -Marie le torció los ojos y volvió su vista al computador.

-¡Aiden! -Gritó Philippe, haciéndolo girar hacia él.

-Hola Philippe, ¿estas con tu hermana cuidandola?

-Sí, además la ayudo. -Aiden asintió sorprendido.

-¿Es eso cierto? -Miro a Marie, quien asintió - ¿En que la ayudas?-Le preguntó al niño.

-Me dijo que revisara unos documentos en mandarín, aunque me tocó interrumpirla mucho.

-Es bueno que la ayudes y así aprendes. -El niño asintió.

-¿Hermana que revisas?

-De casualidad viste en que auto iba... ¿el hombre que dice ser Jean Claude?

-Por supuesto, iba en su mustang rojo. -Marie lo miró en silencio con su boca entreabierta y sus ojos buscaron los de Aiden y luego otra vez donde su hermano.

-¿Cómo sabes que es el carro de él?

-Dentro de la guantera estaba una pelota de béisbol, con tu letra. -Ella sonrió nerviosa, se levantó y miró a Aiden,

-Hace frío, vamos dentro, ya casi llega Ilam.-Dijo nerviosa.

¡Maldición! Marie maldijo para sí, la última vez que había estado en ese maldito auto él le había dado una pelota de béisbol que ella había garabateado, podía ser una coincidencia, alguien que lo conociera demasiado y supiera en donde lo tenía guardado, volvieron al interior al mismo lugar en donde lo había recibido, era mejor estar ahí en vez de andar merodeando por el lugar.

Aiden se puso a jugar con Phillipe mientras ella los miraba desde un costado todo era realmente confuso aquel hombre tenía no sólo acceso a información personal de ellos, sino de las cosas que habían sido de su padre, ella sabía en dónde estaba aquel Mustang, debía verificar si aún seguía ahí.

Se cruzó de brazos y bostezo al menos Philippe había accedido a dormir con ella algunas noches así que al menos su insomnio estaba controlado. Se escuchó la puerta, ella se giró y vio a William que entraba a la habitación, todos se pusieron en pie y Marie le sonrió.

-Hola fresa.

-Hola William -le respondió sonriendo y Aiden la observó, sus ojos tenían un brillo especial y aunque ella no lo dijera se veia enamorada de ese sujeto, se debía ser un idiota para no darse cuenta - él es Aiden Collins - le dijo mirándolo - Aiden él es William.

Aiden estiró su mano e hicieron las presentaciones pertinentes aunque algo en ese sujeto no le gustaba, parecía como si escondiera algo, pero para ella al parecer la tenía sin cuidado. La vio girarse y pedirle a su hermano que los dejara un momento, el niño de forma obediente se fue y él entró en materia de inmediato, aunque no deseaba involucrar a ese hombre para Marie era importante, así que Aiden tomó el maletín y extrajo la fotografía pasándosela a William.

-Esta es la única toma que tenemos del hombre. - dirigiéndose a él.

William tomó la fotografía y la observó por unos instantes y preguntó por el móvil que le dio a Phillipe, tampoco habían tenido suerte con eso, sólo un nombre falso: Rick Lerman y unos documentos en ruso que extrajeron del móvil.

-¿Tu padre hablaba ruso?-Aiden le pregunto finalmente y ella lo miró pensativa, no recordaba haberle escuchado hablar en ruso.

-No lo sé, nunca hable en ruso con él.

-Lo hacía-la voz segura de William hizo que ambos lo miraran.

Marie lo miró extrañada y Aiden continuó, exponiendo que habían varios documentos en ruso que quería que revisara, ella los tomó, pero seguía pensativa, no sabía que su padre hablara ruso, no obstante él tenía secretos y muchos de ellos sabía que no lograría entender, su padre fue hermético con su vida en general.

Llegó el detective Woods y eso la hizo tensionarse, buscar a la persona que se suponía se hacía pasar por su padre se estaba convirtiendo en algo turbio, no solo porque el nombre que Aiden había dicho que usaba ahora tenía dueño, sino porque esa persona era la misma que la había golpeado en Zúrich en el pasado, no era muy difícil atar cabos. Ese hombre había tomado el nombre de Rick Lerman mientras lo torturaba y asesinaba en una habitación de un motel de mala calaña.

No había evitado hacer una mueca al ver el verdadero rostro de ese hombre y recibir una pregunta por parte de William, muy en el fondo no quería decirle todo, no deseaba recibir esa mirada lastimera que en ocasiones sentía con Aiden, pero para una persona como ella que no se guardaba cosas era realmente difícil además porque ella confiaba ciegamente en William.

El asunto comenzó a tomar tintes realmente extraños, el hombre había sido torturado y atado como si estuviera en una sesión BDSM y tenía en su cuerpo escrito la palabra Roux, así le decía su padre, incluso... No, ella movió su cabeza de forma instintiva, era ridículo, lo que él decía era como si relatara una escena del libro de Thomas.

-¿Víctimas? ¿Hay más? -Dijo Marie.

-Sí, dos más.

-¿Con las mismas condiciones? -Preguntó William.

-En una el hombre estaba con sus dos manos atadas a sus pies por la espalda y en el caso de la mujer, estaba colgada por sus dos manos por una cadena.

Marie lo miró dudosa, nuevamente otra escena del libro de Thomas aparecía y ella se sentía inquieta, nada tenía sentido ni siquiera cuando preguntó si había un dedo cercenado en algunas de las escenas como recordaba que pasaba en el libro y le dijeron que sí.

-¿En qué piensas fresa?-Preguntó William curioso.

-El detective Woods relata las escenas del crimen de un libro que leí hace mucho. Además... Jean Claude me decía Roux -Dijo pensativa.

-El primer libro de Thomas se llamaba así... -Dijo Aiden - Roux

-¿Thomas?-Preguntó él.

-Él fue mi novio cuando estuve en Vancouver.

-¿El libro es tan explícito? -Preguntó Ilam.

-No pude leerlo todo, pero las pocas escenas que leí son realmente parecidas.

Ilam asintió, pero no agregó nada más, quizás sólo era una loca teoría de ella, una tonta y sin bases, pero todo era tan similar que no pudo negar que por un momento se sintió atemorizada. Se abstrajo de lo que ellos decían, mientras intentaba pensar más detalles, ese hombre se contactó primero con alguien que pudiera engañar fácilmente, su hermano, después creó esa sensación de que los conoce tal y como lo hacía Jean Claude, ¿que mierda estaba sucediendo?

Aiden le dijo algo de su laptop, pero ella siguió sin prestarle atención, debía comprobar si el auto de su padre seguía en el mismo lugar, debía salir de dudas, comenzaba a sentirse ansiosa.

-Debo ir a un lugar a verificar algo.-le dijo a William en cuanto se fueron los dos hombres

-No irás a ninguna parte Roux.-Dijo William molesto.

-¿Roux? Odiaba cuando Jean Claude me decía de esa forma. -Dijo suspirando - Odio todos los recuerdos que me trae cuando relaciono ese apodo con él, nunca supe porque me decía de esa forma.

-¿Dime desde cuándo te están haciendo esto? -Cambió de tema.

Marie lo observó en silencio, de alguna forma ella había hablado de más, no quería que él supiera, no quería que su miserable vida se descubriera y lo único que pudiese generar en él fuese lastima.

-¿Ya te llevaron un gato muerto en una caja de regalo?-Preguntó molesto.

Esa pregunta sonó como si al le hubiese pasado lo mismo, a ella no le habían llevado gatos, presionarla con su hermano la había asustado suficiente, le contó todo, lo que había vivido hasta el momento y él sólo acaricio su mejilla de manera comprensiva, algo que había temido de alguna manera.

-No hables más de eso.- Le dijo hosco, de muy mal humor.

-Por eso debo de ir a un lugar, debo comprobar algo.

-No. No irás a ninguna parte, deja que Matt lo haga, nadie lo va a asociar con esto.

-Igual si no regreso a trabajar, podrían sospechar.-Replicó, no quería seguir ahí sin hacer nada.

Él insistió una vez más y ella no fue capaz de llevarle la contraria, recordó lo que Matthew había dicho de él, que no había las cosas por obligación y ese pensamiento la calmó un poco: no lo obligaban, las circunstancias era algo que él mismo había decidido, no quería que le sucediera nada de forma genuina y debía aceptar su amabilidad.

-Trabaja aquí, ¿qué necesitas?-Le preguntó cálido y ella sonrió- No quiero que te pase nada Marie, esta gente no es... -Se quedó en silencio y movió su boca a un costado- No son las hermanitas de la caridad.

-Lo sé, ya me llegó mi segunda advertencia, pero ya te lo había dicho, no tendrán mi cabeza en una peana como trofeo.

-No quieren tu cabeza.-Dijo enfático.

-¿No? - Dijo confusa - ¿Qué quieren de mí?

William quedó en silencio, le sonrió y ella no pudo evitar mirarlo fijamente, por un momento su corazón latió a prisa y tuvo dificultad para tragar, apretó sus labios y se sintió estúpida por la leve opresión en su pecho, cuando los dedos de él fueron a sus mejillas y la acariciaron, sintió algo muy caliente en su piel, maldición ¿qué era lo que le estaba pasando? Apretó sus labios y él seguía sin apartar su vista de la de ella.

-Eres una ficha más en un gran tablero de ajedrez.-ella lo miró desconcertada, ¿no se trataba de ella solamente? ¿Su padre estaba también en eso que él llamaba gran tablero de ajedrez?

-Por eso mataron a Jean Claude, ya no les era de utilidad -Dijo pensativa y vio como el rostro de él hizo un gesto de desprecio.

-No sólo por eso, Jean Claude era tan miserable como ellos, como yo...-Marie tragó saliva, él hablaba de un ellos y de él... Pero ella no se atrevía a preguntar si eran los mismos que le estaban poniendo las cosas difíciles, tan solo miraba sus ojos azul verdoso con esa expresión indescifrable que le comprimía el pecho.

Cualquier persona con algo de sentido común ante una declaración de ese tamaño tan solo huiría, pero ella... Marie no era capaz de dejar de verlo y no sentir que no podía dejarlo solo, así que solo estiró su mano y acarició su rostro jugueteando con los suaves vellos de su cara.

-No sé qué tipo de cosas has hecho, pero nunca te consideraría miserable o te podría comparar con él. -Le sonrió, pero había algo en su pecho que se comenzaba a oprimir cada vez más, los sentimientos que emergian por él no eran buenos, ya no estaba en un lugar seguro - Yo misma me he convertido en alguien que odio.

-Y te vas a volver peor Fresa, llega un momento en que se pierde todo contacto con lo que eras.

-¿Peor? -Hizo una pausa - Una vez consideré que no me importaría pasar por encima de los demás, con tal de salir de viva, de todo esto.

Le confesó y ese sentimiento seguía en ella, ese estar dispuesta a todo en el momento en que fuese necesario, aunque ahora no la agobiaba tanto eso -su vida como la heredera Keller- en ese instante mirar a William comenzaba a ser doloroso, Marie aun no era consciente, pero el sentimiento que lentamente emergía y que era indescifrable en ese instante.

Ambos quedaron en silencio y él sólo la acicaló, hasta que William levantó la cabeza y ella sin poderlo evitar se giró hacia donde él miraba, se trataba de su hermana, quien le preguntaba si podían hablar, Marie alzó levemente su rostro para verlo a él concentrado conversando con su hermana, mientras continuaba jugueteando con algunos mechones rebeldes de su frente.

Él no se movió, se quedó ahí con ella y solo hizo que se sintiera algo mal por acapararlo en ese instante, Marie, se sintió algo incómoda nuevamente, de alguna forma espera que encontraran aquel hombre y poder retomar todo, no podía esconderse en la casa de William para siempre, tomó el laptop nuevamente, William de forma delicada beso sus nudillos y otra vez  esa opresión en su pecho volvió.

-No te preocupes, ladra más de lo que muerde.-Expuso él y ella entendió que se refería a Pauline.

-Pauline me parece una señorita muy gentil, al menos eso es lo que he visto -Sin terminar de entenderlo.

Abrió sus ojos levemente cuando el rio con ganas, según le dijo su hermana era malcriada, pero no le importaba en absoluto, en sus palabras Pauline era algo valioso para él tal como era, inevitablemente sus pensamientos vagaron hacia esa habitación a oscuras en la que vivió por meses, sin ganas de hablar, ni de moverse, odiando a todos a su alrededor hasta que un bebé entró y cambió todo, la llenó de amor y la sacó de la oscuridad. Lo vio a los ojos por unos instantes y fue inevitable no escupirle lo cansada que la tenía todo eso y sus ganas de enviarlo todo al carajo, pero terminaba envuelta en más y más problemas.

Como era costumbre en él se agachó un poco y tomó sus labios sin previo aviso, ella entrecerró sus ojos y disfruto de su lengua apoderándose de su boca, con esa urgencia que ya conocía tan bien, si poderlo evitar acarició su rostro y lentamente se separó.

Le agradeció, por ese beso, por llevarla a su casa, por estar a su lado, aunque desde hacía rato lo único que sentía era vergüenza de irrumpir en su vida, era momento de deshacerse de sus complejos y esa vergüenza que no la estaba ayudando en nada, su madre se lo había dicho mejor agradecer que avergonzarse y eso haría sería una desvergonzada con él, no era difícil, su pudor se había ido lejos en muchos momentos y así se lo hizo saber.

La conversación comenzó a tomar un tinte muy sexual, saboreo sus labios por la anticipación de lo que podría suceder, estiró su mano y acarició su rostro como lo había hecho tantas veces, no podía dejar de verlo, él le gustaba demasiado la hacía una tonta y ella era consciente que él lo sabía a la perfección.

-Te quiero en mi cama -le dijo con voz ronca-otra vez.-añadió y ella asintió con ese nudo extraño en su estómago, como si se tratara de la primera vez.

-Yo quiero estar en tu cama, otra vez.

-Eso se arregla relativamente fácil

Sin darle tiempo a replicar la jalo como si fuese una muñeca, Marie sabía a donde la estaba llevando y de forma tonta se sonrió hasta que... Hasta que la voz de Pauline los irrumpió, quería hablar con él de forma insistente y aunque él bromeaba con ella, en ese instante sus asuntos con William no eran más importantes de los que su hermana podía tener con él.

-Con permiso - le asintió a ambos y salió en medio de ellos.

Ella caminó hacia donde estaba Philip, lo último que quería era ser una molestia para Pauline de forma amable le había solicitado a su hermano hablar con él y ella no quería estar en medio de ellos.

...

Su mirada estaba puesta en el cuerpo inerte, cabello oscuro y piel clara, no era igual a Jean Claude pero con los ángulos indicados pudo crear ese efecto. Marie bajó su cabeza triste, se suponía que ese hombre representaba una parte de sus problemas y que estuviera ahí minimizaba el peligro, sin embargo había una sensación que no la abandonaba durante todas esas semanas, una sensación que no la dejaba por momentos concentrarse.

Apretó la camilla metálica sin lograr moverse, habían pasado tantas cosas, después de salir con Phillipe a recorrer lugares en Londres que estaban relacionados con Harry Potter, no había pasado mucho tiempo cuando William la había llamado colérico por su descuido, eso solo generó que terminaran viviendo en la casa de Matthew las últimas semanas.

Pensar en esos días no había sido alentador, en ocasiones no podía evitar mirar de más a William mientras él hablaba con Matthew, lentamente algo extraño se había instalado en su pecho y reconocer que le sucedía sólo reactivaba la promesa que le había hecho ese día en el mar.

Él se lo había advertido, en muchas ocasiones, no podía sentir cosas por él y ahí estaba ella con esa opresión en su pecho, no podía negar que esa pequeña espina de apellido LeBlanc aún estaba ahí, no dolía como antes pero era una sombra extraña ¿se podía albergar sentimientos por dos personas? Negó con su cabeza confundida, ella no sentía nada por William, solo se trataba de intimidad, solo era sexo.

Se giró y salió, saber que le habían quitado a Gerard su compañía la había agrado por un momento, pero si bien había ganado una, las cosas con KNC iban de mal en peor, no solo los habían multado por incumplimiento sino que habían perdido la oportunidad de que ellos estuviesen a cargo de la publicidad de sus móviles.

-Señorita-Alguien le habló y ella alzó su mirada, había estado tan ensimismada que no había notado a la persona.

El hombre le dio un breve informe, no se trataba de Jean Claude, tenían sospechas que tenía sangre Keller, algo que en definitiva la sorprendió, sin embargo tendrían que esperar a que salieran los resultados, asintió desganada y salió de inmediato.

Caminó con su cabeza gacha, no podía evitar seguir con esa sensación aunque todo comenzara a tomar forma de forma somera, no ayudó en nada que al salir William con su dedo índice alzara su barbilla haciéndolo mirar.

-Mucho mejor-le dijo él suave.

Era muy alto así que sus rostros quedaron muy separados, detalló como de costumbre sus ojos azul verdoso, le sonrió un poco más calma, quizás si omitía lo que estaba comenzando a sentir, todo seguiría como hasta el momento, viéndose de forma esporádica, teniendo sexo, aprendiendo de él.

-No es él.-Dijo sintiendo un poco timida.

-Eso ya lo sabíamos ¿no?-Pero en esta ocasión nuevamente esa punzada regresó a ella cuando él le acarició su labio.

Le contó lo que el hombre encargado le había dicho, pero como de costumbre William no dijo mayor cosa, él solía ser cauto, no lanzaba teorías tan solo ponía esa expresión como si lo considerara, apretó sus labios y volvió a bajar sus ojos.

Descubrió que Crystal -se la había encontrado en el lugar- la miraba curiosa y cuando William le preguntó si se iría con ella o él no dudó un instante en irse con él, intentaba enfocarse concentrarse, pero sentir los dedos de él en sus labio inferior no ayudaba, su cuerpo se cimbró haciendo un ademán torpe con sus dedos que no dejaba de juguetear con sus anillos

Hablaron unos instantes de Crystal, al parecer a William no le había caído bien y lo entendía era intrusiva y molesta, pensó un instante en lo que él le decía: que ella no le imponía límites y por eso se creía con derecho sobre su vida, realmente Crystal no le importaba, lo hacía el hombre que caminaba a su lado.

Entraron a la oficina del detective a cargo y ahí la interrogó por familiares vivos, después de comunicarles que habían llevado un par de sospechoso los dejaron salir, aquel hombre no era Jean Claude y ahora estaba muerto, pero ahora había un Keller vivo, era realmente extraño pensar que tenía un familiar, andado alrededor, los dos caminaron al exterior esperando en auto, mientras ella seguía pensativa.

-Rose -Escuchó una voz detrás de ellos.

Marie se giró y pudo ver un hombre alto con los ojos azules y cabello negro, parecía una versión más joven de su padre, estaba vestido de manera informal y los miraba fijamente.

-Estuviste mucho tiempo perdida, creí que no te podría encontrar - La miró detenidamente, luego miró a William que de forma instintiva la cubrió con su cuerpo.

Le dijo algo que no alcanzó a oír y entraron rápidamente al auto, para William era mejor esperar e identificar a ese sujeto, ella le asintió y su móvil sonó pronto se dio cuenta que el inepto de su asistente le había dicho en donde la podía encontrar, lo único que le faltaba era el dijera cada paso que daba.

-Te dije que no confíes en nadie, de esto se trata el juego, tú decides si eres el gato o el ratón.- Habló divertido, Marie se giró y alzó su mano tocando su mejilla.

Un dejo de decepción la invadió, quizás él mismo tenía razón, que ni en él debía confiar, suspiró, sería mentirle si le decía que no confiaba en nadie lo hacía en él, así que se enfocó en aquello del ratón, consciente de sus debilidades, sabía que era un ratón desde el mismo día que ella y su madre habían huido de la mansión Keller y así se había pasado toda su vida: huyendo, en esta ocasión era diferente no quería escapar y está vez se defendería.

-No hace falta gatica, hay que cazarlos, pero la mejor virtud es ser paciente.

Quizás él tenía razón, llevaba un año recibiendo diatribas de ellos y lentamente su paciencia se agotaba, para William era sencillo sólo debía hacerles creer que podrían conseguir lo que querían de ella, él hablaba mientras ella se perdía en los gestos que hacía su rostro, le gustaba cuando reía, sin embargo los últimos días esa sonrisa genuina no estaba, se veía tan extraño.

William para ella era un hombre enigmático, a pesar de que le había dicho que podía preguntarle lo que quisiera de su vida como si fuese abierta al público, a veces sentía que no lo era. Pidió que los llevarán a un lugar y luego se giró a ella

-No confíes en nadie Marie ¿me lo prometes?-La miró intensamente y ella se revolvió un poco en su asiento.

Lo miró, sabía que se refería incluso a él, aunque lo hiciera no podía negarse a su pedido, ya lidiaría con las implicaciones.

-Te lo prometo, no lo haré.

-Ahora vamos a jugar un juego que disfruto mucho.

Ella le sonrió y lo indagó, esta vez se sintió entusiasmada, al menos eso desviaba pensamientos tontos, esos que la habían sentir una idiota. Supo que se trataba de apuestas de caballo la llevaría a un hipódromo y su rostro mostró desconcierto total.

-Aja, las carreras de caballo no son una cuestión de azar, te darás cuenta que nada en la vida lo es, tú lo controlas, sólo que primero tienes que saber cómo hacerlo.

Marie sonrió levemente y le hablaron de cosas relacionadas con ese mundo, para ella se trataba de habilidades de jinetes y fortalezas del caballo, para ella la suerte no era algo en lo que creyera, bromearon un poco y esa pesadez bajo unos instantes. Quizás podría lidiar con eso sin tener que cumplir la promesa de Phuket.

- Alguna vez me dijiste que tu habilidad radicaba en los negocios, ¿desde siempre quisiste ser un ejecutivo? -Marie preguntó curiosa.

-No es que tenga habilidad en los negocios, simplemente me resulta demasiado sencillo hacer dinero, es cuestión de enfoque, pero también me resulta sencillo conseguir mujeres- dijo sin humildad y eso le hizo gracia esa prepotencia en ocasiones le gustaba- en realidad la habilidad no son los negocios mi habilidad consiste en que absolutamente todo lo veo en números y probabilidades, los cálculos aparecen en mi mente antes de ser consciente que lo hago.

-¿Entonces te ves haciendo esto toda tu vida? Hablo de los negocios, no creo que te canses de conquistar mujeres -Le dijo sonriente, a veces no lo veía como un hombre tan aburrido como para verlo hacer dinero toda su vida.

-No has entendido, te acabo de decir que mi habilidad no son los negocios, sino conseguir todo cuánto deseo, simplemente sé lo que quieren los demás-Hizo una pausa- Y no me hagas repetirlo, sabes que lo detesto.

-Eso lo entendí, me lo dijiste hace mucho. - Se acercó a él y tomó su mano - Tan solo pensaba que no me veía toda mi vida como CEO y por eso te lo preguntaba.

-Eso es porque tú no lo disfrutas, yo sí.

No, no lo disfrutaba no podía negar que había sido educada para eso, pero lo odiaba, su abuelo a quien había amado y respetado fue víctima de su padre quien lo dejó en bancarrota, le contó eso a William,que odiaba el dinero quizás por la rabia que le generaba sospechar que la muerte de su abuelo fue suicidio, había sido más importante en maldito dinero que su madre y ella y tan solo las había dejado.

-No disfruto hacer dinero porque siento que me quita cosas que quiero -puntualizó y él le sonrió, pero su expresión era taciturna.

-Quizás porque yo no quiero a nadie. -Le dijo escueto.

-Eres afortunado, querer implica lazos, la persona a la que se quiere ejerce cierto poder en uno y aquello es frustrante, me pasó con Thomas hasta que me di cuenta que no valía la pena.

Evito mencionar que con él también le ocurría y que en ese instante tenía un cúmulo de sensaciones que amenazaban con sobrepasarla.

-Bueno no es como si no quisiera a nadie, quiero a mi hermana y a mi hermano, pero ninguno de los dos ejerce ningún tipo de dominio sobre mí.-Ella lo miró pensativa y estiró su boca levemente meditando lo que le dijo.

-No imagino que alguien pueda dominarte-lo decía en serio, no podía imaginarlo doblegado ante alguien como una persona indefensa-. -Él le sonrió.

-Tengo debilidades, el problema no es tenerlas, es dejar que se enteren que las tienes.

Ella lo miró y pensó de repente en un William más joven y como antes había pensado si en algún momento su habilidad con el piano la hubiese utilizado para conquistar a alguien.

-O dejarse manejar por estas -Marie repitió lo que le había dicho semanas antes - Si te dejas manejar por tus debilidades pierdes.

-El problema no es que te manejen- le volvió a sonreír- es que lo sepan. -Le dijo en una voz más baja y como si se lo recriminara a sí mismo.

Le pareció algo tonto ¿de qué servía fingir que no estaban y que no te manejaban, si finalmente te volverían trizas? Pensó en François y esos meses después de que él la rechazó, no pudo evitar demostrar lo triste que se sentía al respecto, aunque él no se diera cuenta o simplemente ignorara lo que a ella le ocurría. Por algún motivo pudo vaciar algo de eso, tener que fingir para que otro no se dé cuenta sería más demandante, eso solo la volvería loca.

-¿Te gusta que te manejen tus debilidades? -Le preguntó finalmente, porque no encontraba otra respuesta a lo que él le decía a él debía gustarle si no oponía resistencia.

-No se trata de que te guste Marie, hay cosas inevitables, pero no por eso tienes por qué demostrar algo al respecto.

-Inevitable, -repitió ella - para mí lo único inevitable es la muerte, lo otro es remediable.

-Maneras de ver la vida, pero no estoy de acuerdo contigo.

Para él era inevitable dejarse manejar por sus debilidades para ella no, aunque si era honesta había aprendido que el amor era algo irracional que solo se sentía, que no se podía controlar, esa era la única manera que las debilidades te manejan: ser un objeto de amor.

Él simplemente creía que no se podía remediar y bueno si se iban a ese punto había hechos que no se podían arreglar, decisiones pasadas, personas, pero para ella el solo estar vivo le garantizaba que podía cambiar eso que le molestaba sin tener que quedarse anclada a eso que pasó. El volvió a llamarla gatica y le insistía que debía volverse una si deseaba salir del juego.

-Ya te lo había dicho, no dejaré que lo hagan, soy algo terca y aun me faltan muchos lugar por conocer no voy a permitir que mi vida quede a merced de ellos. Yo sé que es lo que buscan de mí.

-¿Ah sí? ¿Lo sabes?- William le dijo burlesco, creyendo que no lo sabía.

-Todos los documentos que los implican y que Jean Claude me dejó -Le dijo sería.-Él hizo una mueca.

-No se trata solo de eso. -Marie lo vio.

-Soy una molestia, las molestias se eliminan o se añaden al anclaje.

-Vas bien Marie, vas entendiendo.

-No pienso dejar que me hagan ninguna de las dos cosas, el asesinato en defensa propia es legal -Dijo seria, luego lo miró y relajó su rostro riendo - ¿Tu que me aconsejas? El ser humano por más grande y fuerte que sea, tiene puntos débiles que alguien pequeño y sin músculos como yo puede utilizar, el único problema es que no soporto ver mucha sangre -Se lamentó moviendo su cabeza.

-¿Quién habla de asesinar?

-Oh -dijo de forma juguetona -Creí que sería una buena opción -Se rió jugueteando con la mano de él tratando de meterle uno de sus anillos.

-Estás muy desesperada.- La acarició los hombros.

Dejó la mano de él y se puso el anillo, la estaban llevando al límite ¿a él también lo habían llevado al límite? ¿Qué cosas horribles le habían hecho? Él le había dicho que era como ellos, con anterioridad ¿eso quería decir que simplemente lo habían añadido al anclaje?

Alzó su mirada, habían llegado al hipódromo, miró al exterior curiosa, "estás desesperada" recordó sus palabras y eso hizo que un corrientazo pasará por su espalda, lo estaba tanto como para llevarse a Phillipe lejos, así que después de contarle sus planes prefirió cambiar de tema, prefirió perderse en el bullicio preguntarle tonterías sobre sus apuestas pasadas y el dinero que había perdido.

Él le explicó a detalle, mientras ella lo miraba con ese ligero salto en su pecho, se trataba de observar no solo estadísticas o récord del jinete y el caballo, también se debía hacer con ellos, pero había que tener paciencia, esa era la clave.

Se enojó cuando ella puso en tela de juicio que la conocía tan bien como para afirmar cosas de ella, como decirle impaciente, Marie había llegado un punto en donde ella misma se desdibujaba y no sabía quién era.

-Me aterra encontrar un horrible ser vestido con moralismos.-esta vez lo miro a los ojos como si quisiera hacer una declaración, una extraña, pero en donde le dijera lo mucho que quería estar a su lado a pesar de...- De alguna forma ese horrible ser se siente cómodo a tu lado - Él no era alguien que juzgara o moralizara, Marie aunque tenía muchas cosas claras sabía que lo que había dentro no agradaría a la mayoría de las personas.

Él le sonrió y le dio un beso.

-No te preocupes que a mí me gusta la gente horrible.-Ella sonrió, pero su rostro se volvió apagar

-Eres el primero que me dice eso.

-No soy un tipo ordinario- le dijo guiñándole el ojo.

Apretó sus labios, eso no estaba funcionando darse cuenta que lo que sentía por él se estaba transformando en algo diferente y hacer de cuenta que no existía, sólo la tallaba, así que ella se giró y miró la pista, cada vez que pensaba sobre sí misma le aterraba, su vida era extraña en muchas formas y él le hacía sentir que no era así, aquello la molestaba sentirse tan cómoda al lado de William.

Sabía que cuando eso le pasaba era difícil alejarse, en el caso de François el distanciamiento previo le había ayudado aunque lo había extrañado prefirió dejarlo ir si ella era dañina para él, sin embargo con William era diferente, pensar dejarlo era algo que le comprimía el pecho, era tan egoísta que sabía que su desgracia podría alcanzarlo y aún así no quería separarse de él.

-¿Alguna vez has pensado que tu presencia es algo dañino para otra persona? -Habló sin pensar de más, él la miró y movió sus labios pensativo.

-Todo el tiempo- luego se acercó a su oreja- sólo que no me importa.

-Creo que a veces es mejor ser egoísta y no terminar pidiendo disculpas por lo que se es. Entrar y salir de la vida de alguien sin tener que disculparse por todo el daño que se le hizo.

Sí, quizás a él no le importaría tenerla un poco más a su lado a pesar de...

-Deja de tomarte todo tan enserio, las personas son pasajeras.-Respondió después de unos minutos y ella tragó saliva, era verdad eso era algo que tenía claro, pero no entendía porque sentía tanta amargura en ese instante.

Su ánimo decayó, estar a su lado comenzaba a quemar quizás a él no le importaría tenerla a su lado, sin embargo para ella era cada vez más difícil guardar silencio sobre sus sentimientos.

William le preguntó algo sobre la pista y ella desvió sus pensamientos en la conversación que tenían sobre las apuestas de hipódromo, lo vió contestar el teléfono por unos minutos, sin embargo no demoró y continuó hablando con ella, el pensamiento constante de que debía irse regresaba a ella, le había prometido que si empezaba a sentir cosas lo haría y él mismo se lo reafirmaba, las personas eran pasajeras y ella misma lo sabía.

De repente recibió una llamada y de forma apresurada sintió ganas de ir y ver qué era lo que quería su supuesto tio, pero William la reprendió, se sintió idiota dejarse llevar por un impulso y su humor bajó un poco más, guardarse cosas no era algo que estuviese funcionando para ella, tenía eso atravesado en su garganta, lentamente era incapaz de guardarse lo que llevaba semanas sintiendo y esa necesidad de decirlo.

Se recostó en la silla él también se veía serio, ido, intentó concentrarse en la carrera se fijaba en la ropa, luego en el caballo luego en los ademanes del jinete. Tal y como él decía eran muchas variables, era realmente complicado en un inicio, mirarlo todo y no saber a qué prestarle atención.

De repente sintió los dedos de él en su cabello y lo comenzó acariciar, ella cerro sus ojos sintiendo el contacto de sus manos, como sus dedos se movían en su cuero cabelludo y como aquello le encantaba, nuevamente un sentimiento abrumador aprisionó su pecho, William le dio un casto beso y se giró.

Ella lo miró de soslayo y se sonrió a veces podía ser tan diferente, bajó su mirada aquello le daba miedo, él era amable con ella no podía confundirse estiró sus mano y tomó uno de sus dedos sin dejar de mirar al frente y comenzó a juguetear con este, a pesar de tener las manos más grandes que las de ella eran realmente suaves, solo un poco más se dijo a sí misma tranquilizandose, no le estaba mintiendo.

Las personas alrededor comenzaron a celebrar o maldecían según terminaban las carreras, la alegría en sus rostros quizás se debía a que durante mucho tiempo habrían podido esperar ganar. De repente se detuvo, eso era algo que nunca había hecho, preguntarse por otras personas y que podrían estar pensando, protegía tanto su espacio personal que terminaba excluyendo la posibilidad de pensarse a un otro.

El ocaso se comenzó a divisar y ella sonrió, era un espectáculo que le gustaba observar, comenzó a ver como caían copos de nieve, Marie sonrió le gustaba más la lluvia que la nieve, aun así era una escena que no le molestaba.

En ese instante recibió una llamada de Cathie, quería que fuese a África, le decía que se había roto una pierna, bueno al menos le quedaban tres extremidades y así se lo hizo saber, en ese instante no podía salir del país, sabía que intentaba pasar tiempo con ella, pero no, por el momento era mejor tenerla lejos de su vida y sus problemas.

William se puso en pie y comenzó alejarse, fue tras él, aunque no se lo pidió, en esta ocasión pudo ver que él se encontraba ido, realmente extraño, quería decirle que si no estaba de ánimo ella podía irse a su suite, pero se veía tan perdido en sus pensamientos que quería ser al menos una compañía para él, a veces ese tipo de cosas servían así no se dijera nada más.

Simplemente se quedó en silencio, mirando a París, cada una de sus calles, tenía tanta historia, recordó a una mujer le había dicho con anterioridad, que era una asesina, su familia lo había sido, para la época de la guerra en Europa según ella.

Le parecía tonto pensar que una generación cargara con el pecado de sus predecesores, era lo que ella hacía en ese instante y definitivamente no quería que a Phillipe le ocurriera lo mismo, quería que estuviera lejos de todo aquello, haciendo con su vida otro tipo de cosas.

El auto se detuvo en una zona exclusiva de la ciudad, abrió la puerta la nieve era evidente en sus calles, tomó su bolso y vio el exterior, era en piedra blanca, con ventanas uniformes, William avanzó, sin decir nada y ella lo siguió, subieron las escaleras y poco después estaban frente a la puerta, él digitó la clave de la puerta y después de un pitido ésta se abrió.

Él entró por delante con familiaridad, ella le siguió y miró todo detenidamente, vio una foto que le llamó la atención, era una mujer de cabello castaño, William le había dicho que Matthew, estaba en la fase de las castañas, el parecido con la señorita Bracho era excepcional a diferencia de sus ojos, además de que era mucho más delgada y algunos detalles, inevitablemente tomó el retrato y William la regañó, al parecer se trataba de una ex novia de Matthew.

-Lo tomé sin pensar.

-Claire causa ese efecto.

-Sí, es muy bonita -Ella se agachó y desamarró sus botas dejándolas a un costado se quedó en medias -Este lugar es un poco diferente a la casa de Matthew en Madrid.

Caminó por la sala mirando todo curiosa.

-Es el gusto de Claire, Matt le daba gusto en todo. -Ella asintió

-Es algo parecida a miss Bracho.

Él la miró unos instantes y poco después comenzó hacerle comparación entre ambas, vio que al menos hablaba un poco más y se dio cuenta que no eran tan parecidas ni física ni personalmente.

-Sí, te caería bien Claire, es un sol, quizás la llame y te la presente, aunque no le gusta venir aquí.

-Muchos recuerdos -Dijo mirando alrededor, podía entenderla un poco.

-Ah Fresa y si la conoces no menciones a Rebecca, ni mucho menos digas que se parecen, eso haría que conozcas el lado cucú de Claire.

-No tendría por qué mencionarla, no me gusta hablar de personas que no conozco - Se quitó el abrigo y se sentó en una cómoda revisándola, luego se pasó a otra haciendo lo mismo - Además no quiero conocer su lado cucú.

William rió por primera vez en el día y ella no pudo evitar mirarlo, le gustaba como su delgados labios se curvaban, y como sus ojos se iluminaban levemente, hijueputa, se maldijo cuando sintió su boca abierta y su mirada clavada en él, puso su mano en su pecho mientras él hablaba con alguien y se giró, ¿qué era lo que estaba sintiendo? Darse cuenta que tenía sentimientos por François había en medio de unas vacaciones y era una opresión extraña y ¿si solo era agradecimiento por William?

Lo miró de soslayo hablaba con alguien, porque entonces le dolía su pecho y ¿sentía que era diferente a esa sensación de querer experimentar? ¿incluso diferente a lo que sentía por Fran?

-Está hecho, nos llama al rato, sé que te gustará o tú le gustarás a ella- él la sacó de sus pensamientos- a todos nos gusta Claire, menos a mi hermana, tampoco se la menciones, a ninguna de las dos, se detestan.

-Yo apuesto que me gustará -Ella se miró en un espejo, a veces creía que la imagen lúgubre que veía en ella se debía a que se parecía a su padre, se giró y le miró - Dijiste que era un sol.-Y si hacía la analogía a ella le gustaba mucho el verano.

Le contó muchas cosas de Claire, era artista y ella sonrió al pensar en su madre, pensó en lo dramáticas que podrían ser, así que William fue específico habían temas que no debían tocar, Matthew, Miss Bracho y Pauline, según William porque tendía a ponerse psicópata cuando se trataba de celos, aquello le hizo pensar que Pauline sentía cosas por Matthew, se iban a casar y según entendía por lo que Matthew le había mostrado en el recital ella hacía los preparativos incluso de unos cubiertos.

No se comportaba como si se fuese a casar con un hombre que considerara su hermano, sin embargo eran temas que prefería no ahondar, lo máximo que le dijo fue lo que pensaba de los celos, solo eran la expresión de un miedo real o irracional de perder algo, el miedo nos hacía ser muchas cosas, celoso, envidiosos, malos...

Para William era sencillo, Pauline los celaba a él y a Matthew y que solo se debía a sentimientos fraternales y que el matrimonio era un arreglo de mutuo beneficio, algo que no tenía que ver con sentimientos sino practicidad.

-Un arreglo -Marie repitió caminado a otro cuadro - No puedo debatirte si es lo mejor o no, porque de entrada me parece una tontería atarse a una persona por un arreglo o incluso amándola.

Para ella el amor era algo que se brindaba, atarse por acuerdos era algo que sentía innecesario, William la miró unos instantes y salió de la habitación sin decirle nada, estuvo ahí mirando todo en silencio, camino a su bolso y sacó un par de gomas y se las metió a la boca, sintió su móvil vibrar ahora que no estaba trabajando era normal recibir llamados a cualquier hora.

-Señorita Keller - Escuchó a un hombre hablando en árabe.-Me dicen que se ha tomado unas largas vacaciones.

-Señor Bashar - respondió en árabe- creí que le había dejado claro los acuerdos hace tres semanas, pero veo que terminó saboteando la constructora Coreana y se hizo a la licitación.

-Le dije que haría cualquier cosa para trabajar con usted.

-Para mí, no se le olvide que trabaja para mí.

-El complejo que usted tiene en mente es algo ambicioso y yo le cumpliré todos sus deseos.

-¿Mis deseos?

-Sí, sus más oscuros deseos.

Marie guardó silencio desde que vio sus marcas no dejaba de insinuarle cosas y ahora se estaba haciendo ideas equivocadas.

-No me interesa.

-No hable tan decididamente cuando no sabe de qué se trata.

-Le veré pronto, la junta quiere conocer su propuesta. -Le colgó.

Guardó su móvil y buscó sus zapatos, se los puso y camino a una de las ventanas a esperar a William, él había dicho que Claire no iría ahí así que saldrían a algún lugar. Nuevamente su móvil sonó era su prima esta vez más conciliadora, le prometió salir con ella en algún momento, pero que en ese instante no, le era imposible, Cathie se calmó un poco y finalmente le colgó.

Aunque por momentos su humor se había distraído con otras cosas, al quedarse sola con sus pensamientos, la llevaban al mismo lugar: William, escuchó su risa y lo vio con teléfono en la mano.

-¿Te apetece ver mujeres bailando cancán mientras se desvisten?

-No está mal la idea - Tomó su abrigo y pensó que el sexo sería una buena forma de distraerse y quitarse ese malestar de encima - Quizás pueda aprender algo de ellas - dijo sincera, era verdad no tenía que decirle esas tonterías a William, tan solo disfrutar de la lujuria y la oscuridad, ir más allá de sus límites sin tontos sentimentalismos.

Sin embargo sus pensamientos oscuros con otros hombres quedaron en el desván cuando William tocó sus labios y pudo sentir ese leve temblor en su cuerpo, le dijo que si aprendía a bailar música de cabaret se lo mostrara, ella asintió hipnotizada y tan solo le contó lo que había pensado últimamente, sus ganas de ser promiscua, sus ganas de intimar con otras personas y de experimentar, aunque había sido fugaz ese pensamiento se esfumaba cuando la idea de interactuar llegaba a ella.

William la miró de forma extraña y la mirada oscura que había tenido durante el día se esfumó un momento para instalarse un gesto de morbo que la descolocaba, ella tragó saliva, intentaba pensar en otros, intenta desarraigar esos sentimientos que estaban creciendo en su pecho por William, pero él no hacía esa tarea sencilla.

No cuando la tomó por su piernas y la alzó con facilidad y comenzó a besarla y tocarla, intentó reprimir un quejido, pero no pudo, no era capaz de disimular lo que él le generaba y de mover su cuerpo de forma cadenciosa mientras él besaba su barbilla y se instalaba en su cuello succionándolo con fuerza, como si quisiera hacerla añicos en sus manos.

Finalmente la llevó a una de las mesas sin dejar de besarla y ella aprisionó su cintura con su piernas, si, eso tenían sexo, no tenía por qué sentirse confundida, no sentía cosas innecesaria por él, eran tonterías que se había dicho durante las últimas semanas y ese día solo había estado susceptible. William haló su boca con fuerza y ella solo pudo mover sus caderas y mirarlo fijamente, sintiendo como nuevamente emergía ese sentimiento en su pecho se estaba enamo.... No, no podía aceptar algo como eso.

Al parecer a él le gustó lo que ella le había dicho sobre ser promiscua y ahora le reconocía que aunque le gustaba serlo con él e imaginaba que podía serlo con otros, en la realidad pasaba algo muy diferente: no le apatecía acceder a las invitaciones Bashar Hasbún, no la ponían caliente y solo se deshacía ante el toque de William, era un fracaso total, definitivamente lo que sentía por él la estaba comenzado a sobrepasar y ya no podía negarlo.

Las manos de él llegaron a su sexo y ella se estremeció, sintiendo como volvía lubricar, él le susurraba cosas a su oído, "me gusta tu desvergüenza" "que no seas pretenciosa y no seas una dama" aquello la tenía encendida y más por sus manos expertas comenzaba a deshacerse de su ropa "desvergonzada pecaminosa"

-Deliciosa.- le susurró mientras la dejaba en sostén.- Y mía. - declaró mientras la miraba fijamente y eso la hizo sentir extraña, sonrió porque le gustó pensar que así era en verdad y no una declaración llevada por la lujuria, estiró su mano y le tocó su mejilla.

No quería quedarse en los prejuicios que dictaba la sociedad, le gustaba que emergiera el verdadero monstruo que era latente en cada ser humano, William siguió besando sus pechos, halaba sus pezones brusco, mientras movía su lengua produciéndose un frío en su espina dorsal.

Marie no podía despegar sus ojos de lo que él le hacía, esto era mejor que pensar en sentimientos y boberías, él los dejó, y esta vez invadió su boca y lo hizo realmente hambriento no sabía qué sucedía, pero le gustaba la forma como la tocaba.

-¿Por qué piensas que esto es monstruoso?

Preguntó en medio de jadeos a lo que ella le había dicho sobre la monstruosidad de la lujuria, lo era, era monstruosa porque no había regreso, una vez se creía estar encima de cualquier moralismo lo único que se deseaba era descender más y más, así que aunque él insistía que sí había regreso, ella lo tenía claro: no se quería regresar porque aquello se sentía muy bien y uno mismo se terminaba convirtiendo en su propio carcelero.

Lo que pasó a continuación la dejó desconcertada él acomodó su vestido y se alejó, apretó sus labios y se sintió mal muy mal, ella lo miró y se bajó de la mesa recogió su sostén pensó en ponérselo, pero mejor lo guardo en su bolso subiendo el cierre del vestido.

No entendía qué le estaba pasaba y lo peor era que sentirse dejada la hizo sentir miserable, intentaría no autocompadecerse como una idiota, pero ahí estaba sintiendo esa pesadez en su pecho nuevamente, lo vio sacar algo de whisky y ella se sentó a su lado y sirvió una copa.

Él ya se lo había dejado claro no buscaba nada serio no quería sentimientos y aun así no lograba controlar la amargura que crecía en su garganta al sentirse desechada, tomó el licor sintiendo el ardor en su garganta, sabía horrible, sintió los dedos de William en su cabello y se sintió miserable ante su contacto.

-Hoy no soy buena compañía.-dijo él con voz apagada.

¿Qué podía decir? Ella no lo era la mayoría de veces, era tan aburrida y además sabía que ese día solo se había dedicado a pensar idioteces, dolía y aún así seguía a su lado bebiendo licor con la esperanza de que dejara de doler.

Tomo un poco más de whisky, sus piernas sintieron de entrada ese calor ya conocido por ella, tomó la copa dispuesta a servirse más.

-Ven vamos con Claire.- William se levantó finalmente-No bebas más Marie, ya sabes cómo te pones cuando bebes.

La reprendió y Marie apretó sus labios, los sentía pesados, rotos... Dejó la copa ahí, tratado de no tambalear, evito mirarlo fijamente, él en ocasiones leía su mente y no quería que viera lo patética que se sentía en ese instante, aunque si era honesta el hombre que había tenido a su lado durante todo el día solo había estado en materia, estaba segura que si fuese sido el mismo de siempre no hubiese demorado en darse cuenta de las palabras que ella tenía atoradas en su garganta.


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