La Heredera CAPÍTULO 40: Zombie con traje

 




París, invierno de 2015

Los recuerdos de la noche anterior venían de manera intermitente, no podía evitar pensar en todo lo que habían hecho, la prueba de eso eran las marcas en todo su cuerpo, las sogas habían creado morados intensos a tal punto que Adam no había podido disimular en escanearla.

Iban camino a la comisaría y aunque sabía que no debía distraerse con William ahí estaba enlelada pensando en la noche anterior, miraba en silencio al frente, totalmente absorta, llevaba horas sin verlo y aun no podía sacar de su mente lo que había vivido con él la noche anterior. Fue incluso mucho mejor que la primera noche que estuvieron.

Era realmente adictivo, todo él, era como si la envolviera de tal forma que toda su voluntad estuviera a merced de él, sabía que aquello era un juego peligroso, pero a la misma vez le era imposible detenerse, se cruzó de brazos y sintió el leve dolor en su piel por las cuerdas, le dolía su trasero e incluso su sexo, aun así, no era algo que le impidiera realizar sus actividades normales.

Adam le hablaba a un costado sin embargo ella seguía totalmente absorta, entendía un poco el mundo de lujuria en el que William estaba inmerso, era misterioso, caer tan bajo y sentir ese placer intenso que la decadencia ofrecía, sentirse sodomizada, atada a merced de él, fue algo que no creyó hacer y aún más haber disfrutado toda esa situación.

-Señorita llegamos - Le repitió Adam.

Ella lo miró, al parecer hacía mucho el auto estaba estacionado frente a la comisaría, asintió de forma leve y se incorporó, desde que había conocido a William se perdía fácilmente en sus pensamientos, aquello no le gustaba, pensar en él a veces la desviaba de su objetivo, aunque eso mismo le gustaba porque la hacía sentir normal, diferente a lo que era su vida. Caminó por la comisaría llegando a una sala de interrogatorios, un detective le abrió la puerta y ahí estaba el detective Woods con su hijo, ambos la miraron y se incorporaron.

-Señorita Keller -Le estiró la mano el hombre mayor.

Marie se la recibió y le asintió haciendo lo mismo con el detective más joven, le explicaron la situación, desafortunadamente el joven denominó el hecho como una broma y al no tener mayor tipo de pruebas dentro de poco lo dejarían en libertad.

Recordó los acontecimientos de los últimos días, Gerhard la estaba siguiendo desde hacía meses según Crystal y sentía que ese robo no era un hecho aislado, sentía que ese hombre estaba detrás del acoso que había sido víctima, no le parecía extraño que adultos usaran menores de edad para cometer ilícitos, así lograban salir librados en caso de que fuesen descubiertos y pasara eso: que pensaran que era una broma y no investiguen más.

Así que sentía que debía hablar con el chico, quizá podría encontrar una pista de la verdadera persona tras el robo de su laptop. Se le ocurrió encontrarse con él una vez salieran de la comisaría, pero no como una Keller, tan solo como alguien común, pretender que daba algo, miraría si eso que William le decía se daría.

El problema radicaba en que ella no era buena mintiendo, pero lo intentaría no tenía nada que perder, así que después de usar ropas diferentes a las que solía vestir, esperó a que el joven saliera de la comisaría, Adam le confirmó que por la red ya circulaba la noticia, al parecer alguien le había instado para realizar el reto, el problema estaba en que habían eliminado la cuenta y al usuario que había hecho tal petición, si tan solo supiera el nombre quizás lograrían encontrar alguna pista.

No fue tan difícil, su padre solía decirle que los halagos lograban lo que la verdad no, así que infló el ego del chico hasta tal punto que por sí mismo soltó datos interesantes: un usuario de la internet le había hablado del reto, según él para extraer fotos íntimas de ella y crear un escándalo en el grupo Keller. Aunque el chico le hablaba era de la heredera Keller como si no se tratase de ella. Finalmente, terminó dándole un nombre: SniperBlack, por su experiencia con Aiden sabía que ubicar un usuario por su Nick no era difícil, la huella que dejaba en la red era rastreable, tal como pasó con los hackers con los que se habían topado meses atrás.

Después de rogarle un poco a Aiden por ayuda, lo encontraron en Aubervillier, un barrio marginal, sus calles eran angostas y las casas eran de estructuras antiguas, Adam estuvo renuente a entrar al lugar y más porque tuvieron que caminar un trecho, miraba a todos lados con sigilo mientras ella buscaba el número de la casa, deseaba encontrar algo que le diera luces.

Aiden le había dicho alterado que era mejor que no fuese a ese lugar y Adam la miraba temeroso, no entendía el aspaviento, aunque debía aclarar que su curiosidad era más grande que ponerse a dimensionar el peligro del lugar.

-Señorita este sector es muy peligroso. -Ella lo miró seria y él asintió quedando en silencio. Marie comenzó a tocar la puerta de donde se suponía vivía el usuario, una persona salió y la miró con rabia.

-¿Qué quiere?

-Busco el 413 -Le dijo ella seria.

-Siga y búsquelo usted misma, no espere que lo haga por usted, niña mimada.

Ella frunció el ceño, primero le decía que quería y luego le decía aquello, las imprecisiones de algunas personas a veces eran exasperantes, entró sin decirle nada más, con Adam detrás, los pasillos eran sucios y llenos de grafitis por momentos sentía olores nauseabundos, hasta que llegaron al número, 413 y encontraron la puerta entreabierta.

Marie abrió la puerta y se quedó petrificada, era un lugar pequeño, lleno de computadoras que estaban salpicadas con sangre, lo peor era que había un hombre degollado en la mitad del salón, el cuerpo seguía en la silla y la cabeza en el piso. 

Adam entró tras ella y miró la escena en silencio, mientras Marie se retorció y se vomitó sin tener tiempo de ir a otro lugar, la aversión a los lugares repletos de sangre era algo que con el tiempo se había acrecentado, no entendía que sucedía, antes de su madre no se había sentido de esa manera.

Estuvo unos instantes ahí, después de limpiarse la boca, escaneó el lugar evitando tocar las cosas, era una lástima, no podría obtener nada de ese sujeto, suspiró frustrada y vio su vómito a un costado debía encarar la situación para evitarse malos entendidos así que llamó al detective Woods y después de veinte minutos él llegó con algunas patrullas y equipo forense.

-¿Qué hacía en ese lugar? -Le preguntó severo.

-Fue una coincidencia.

-Señorita Keller creo que subestima mi inteligencia, no creo que su presencia en aquel lugar sea una coincidencia.

-Tan solo escuché que podría ayudarme a entender un poco lo de mi laptop robado.

-Lo que hizo fue realmente una estupidez, la podrían acusar de obstrucción a la autoridad. Por ahora intentaré explicar su presencia y alteración en la evidencia. Por ahora puede retirarse, la estaré llamando para cualquier novedad.

Ella asintió y se retiró, Adam la esperaba en la salida, miró su reloj ya eran casi las doce de la noche, la habían demorado mucho tiempo en aquel lugar, el peso del cansancio cayó sobre ella, la noche anterior no había dormido nada y durante el día había estado de un lugar a otro.

...►...


Era lunes en la mañana y caminaba hacia su oficina, tenía tantas cosas pendientes y la presión de la junta sobre ella, había logrado sortear el tema de las patentes, por el momento, el contrato con KNC tambaleaba y necesitaba ponerse al frente, definitivamente debía dejar de distraerse con William, era sólo escuchar su voz para ella seguirlo como si estuviera hipnotizada.

Así que era consciente que en su ausencia había surgido un problema tras otro, suspiró era como si todo le saliera mal a último momento, sabía que ellos pretendían presionar, hundirla lo más que pudieran y realmente pelearía hasta el último momento.

-Señorita Keller, el señor Bashar pidió reunirse con usted. -Marie suspiró, no esperaba encontrarse con ese hombre quien había perdido la licitación.

-Dele un espacio, escucharé lo que tenga que decir ya que ha sido tan insistente. -Porque llevaba días pidiendo verla, pero no lo había visto relevante.

-Como usted diga.

Ella le asintió y entro a su oficina, las últimas semanas en su vida habían sido confusas, tantas cosas en tan poco tiempo, había decidido dejar de ver a François, y eso de alguna forma le dolía, partiendo del principio de que fueron amigos largo tiempo, no entendía por qué se había tenido que meter con sentimientos que desconocía, por otro lado había tenido el impulso de ir a ver a William, incluso la había llamado masoquista por eso, era extraño lo que sentía hacia él, sabía que no había nada, aun así quería estar a su lado era como si no pudiera alejarse, él se lo decía no era un buen hombre, pero ¿acaso ella era una buena mujer?

Había tantos sentimientos encontrados, era como si estuviese explorando la naturaleza humana por primera vez, aquella noche en esa habitación del Mandarín se había replanteado muchas cosas sobre ella, ¿que la había impulsado a entrar con él ahí y no salir al ver aquella mujer? ¿Por qué había disfrutado tanto el ser atada y golpeada? Eso la había llevado al éxtasis, sabía que algo no estaba bien en ella, aun así, no dejaba de pensar en aquello sin sentir su sexo humedecerse, la puerta sonó sacándola de sus pensamientos.

-Adelante -Dijo plana.

Entró un hombre muy bien vestido y alto, tenía un turbante rojo, pero estaba vestido de manera formal con saco y corbata, sus ojos eran grises con cejas gruesas y negras, barba muy bien cuidada, la miró directo a los ojos y ella frunció el ceño, no le gustó por algún motivo la intensidad de su mirada.

-As- salam aleikom -Hizo una pausa -Señorita Keller

-Wa aleikom as- salam -Respondió ella ceremonial. -El hombre sonrió levemente.

-Se dice tanto de usted, que realmente buscaba una excusa para conocerla.

Ella lo miró y lo estudió, ella también había escuchado muchas cosas de él, era de ascendencia árabe, hijo de uno de los jeques con mayor influencia, tenía un consorcio de arquitectos que hasta el momento tenían un record en hoteles de lujo por todo el mundo, no entendía por qué se interesaba en el proyecto de resort, realmente no tenía las características que él solía diseñar, un consorcio Coreano había ganado la licitación así que para ella era inútil que él estuviera en ese lugar, sin embargo escucharía que tenía que decirle para que dejara de pedir citas innecesarias.

-Qué raro, no creí que un hombre como usted se inventara excusas para conocer a alguien.

-Bueno, más que conocerla quería trabajar con usted, sé de muy buena fuente que se toma muy a pecho su trabajo.

Marie se levantó y lo condujo a la pequeña sala que tenía en su oficina y lo invitó a sentarse.

-Creí que ya había quedado claro que el tema de la licitación se le había concedido a la firma coreana.

-Sí, pero también supe de muy buena fuente que aparte del complejo turístico usted tenía ideas un poco más interesantes para el lugar.

Ella frunció el ceño el tema sobre convertirlo en hotel con contenido sexual era algo que había planteado en la reunión de la mañana, no entendía como aquel hombre ya lo sabía si los socios apenas y habían digerido la noticia.

-Vaya, no creí que los asuntos de la junta estuvieran como un vulgar chisme de pasillo.

-Tengo mis contactos y la capacidad de hacer sus sueños realidad. -Ella se movió en su asiento sin disimular una gran carcajada.

-Bueno, exponga mis sueños para decirle si los puede cumplir.

El hombre la miró, se acercó y tomó su mano, sin darle tiempo a reaccionar comenzó alzar la manga de su vestido, deslizó sus dedos por las marcas que ahora estaban más pronunciadas y luego la miró a los ojos.

-Por ejemplo, un sueño oscuro rodeado de mucha lujuria y dolor -Pasó su dedo por su muñeca, Marie miró su mano y la retiró bajando la manga de su vestido, sintiendo un atisbo de rabia por el atrevimiento del hombre.

-Señor Bashar no sé qué ideas tiene sobre mí, pero no haré nada de lo que piensa con usted.

-Tengo muchas ideas, pero si lo expone de esa forma es porque si lo haría con otra persona, ¿está usted en alguna relación?

Ella lo miró, no tenía ningún tipo de relación, pero de alguna forma no quería que aquel hombre la molestara con insinuaciones tediosas así que no le contestó.

-Si es así, -habló Bashar al ver que ella no contestó- no creo que represente un problema, la persona en cuestión será comprensiva si se da cuenta que yo no busco su infortunio. -Marie se cruzó de brazos y él la miró. -Si no es claro, -continuó Bashar- así es señorita Keller muero por tener sexo con usted, no sabe lo hermosas que se ven sus muñecas.

-Vaya, usted no es de los que coquetean con frases de amor, que romántico -Dijo sarcástica -Si mi rostro no demuestra la emoción de sus palabras es porque no me apetece compartir fluidos con usted.

-¿Fluidos? Yo no utilizaría un término tan aburrido.

-Hay conexiones durante el sexo que no se logran establecer con cualquier persona, pero en principio es eso, algo físico y muy primario. -Marie puntualizó.

-Me encantaría poder tener el tipo de conexión de la que usted habla.

-Si ya terminó su charla sobre sus deseos sexuales que tenga un muy buen día. -Se levantó estirando su mano.

-Pronto la veré, mi constructora está ansiosa por tener relaciones -hizo una pausa -comerciales con usted.

Marie se levantó y suspiró, mientras él se retiraba de la oficina, aquel hombre la intimidó un poco, cómo se atrevía a pedir una cita a primera hora de la mañana para pedirle una sesión de sexo, de alguna manera se había arriesgado al irse a la cama con William y aun recordar aquello la hacía acelerar su corazón, pero no, no se acostaría con ese hombre, no se le daba la puta gana.

Se concentró en los papeles que tenía por delante, tenía una junta y al mediodía un almuerzo con los de la constructora, odiaba ese tipo de eventos porque terminaba en restaurantes orientales presa del miedo por tener contacto con mariscos.

-Señorita, la necesita el señor Jacques LeBlanc -Marie suspiró sin saber qué hacer, había dejado el asunto de los permisos ambientales relegado a otro departamento después de revisar de forma minuciosa la situación, pero de verdad no quería tener que ver con ellos.

-Dígale que siga -Dijo finalmente.

Minutos después, la puerta se abrió de forma brusca y Jacques entró en su oficina, era un hombre fornido y alto, un poco más que François, tenía los ojos cafés y las facciones eran muy parecidas a Jean Pierre con cabello oscuro, mientras que François e Isabelle eran de cabello más claro y ojos avellana como su madre. La verdad nunca se había fijado en aquello, para ella la familia LeBlanc le había sido indiferente, exceptuando François, además de que tenía muy claro que ella era una persona no grata para la señora LeBlanc.

-Señor LeBlanc, creí que la semana pasada todo había quedado claro.

-Vengo a tratar de hacer uso de su buen sentido por los negocios para que acepte mis términos, es bueno que una joven mujer de este medio se deje guiar por personas mucho más versadas, un rostro de niña inocente y palabras duras, no le dan lo necesario para codearse con los mejores ejecutivos de Europa. Tome -Le extendió una carpeta, ella la recibió y sin mirarla le habló.

-No entiendo con qué derecho viene a mi oficina a poner en tela de juicio mis capacidades, no necesito poner cara de inocente para conseguir lo que quiero, lo tomo es todo.

-Creo que no me entiende, más que un rostro inocente, creo que usted misma lo es, es muy ingenua al no tener claro cómo se maneja todo dentro del mundo de los negocios, debería buscar ocuparse en otras áreas más femeninas.

-Nunca creí, que usted fuese esa clase de hombre misógino, de esos que detesto porque sienten que las mujeres están tendidas a sus pies para satisfacer sus deseos sexuales. ¿Según usted cómo se manejan las cosas en el mundo de los negocios?

-Por supuesto existen peces rémoras, que se benefician de los temidos tiburones, ellos sobreviven gracias a su unión, alimentándose de sus despojos, así se aseguran de sobrevivir.

Marie alzó sus cejas, sintiendo ira de repente, su cara se puso muy roja, aquel hombre la trataba como una tonta que debía complacerlo para asegurar su estancia en aquel lugar.

-Usted se siente muy bien ofendiendo mi capacidad e inteligencia, yo por otro lado siento realmente lastima, pordebajear a alguien porque se ve más frágil es tonto, señor LeBlanc usted nunca sabe cuándo la debilidad se puede utilizar como fortaleza. Por lo tanto, tengo la convicción de que usted es un pendejo.

Jacques la miró con rabia y dio un manotazo en la mesa.

-Señorita Keller, he sido muy paciente con usted, por su vínculo con Jean Claude, le prometí que cuidaría a su pequeña hija, realmente antes era un gusto escucharla, poseía un carisma único y una forma de expresarse tan excelente que a personas como yo asombraba, pero no permitiré que me trate como trata a sus empleados.

-Esa niña de la que usted habla no existe, hombres pendejos como usted empezando por Jean Claude se encargaron de extinguirla, le fui clara no voy a ceder, ni siquiera con el número que hizo François con todo el asunto, ya supe que lo delegó a otra persona, aunque prometió que mediaría. ¿Considera que puedo confiar en personas como ustedes? ¿Qué me garantiza que no quieren hacerme una mala jugada?

-Lea el contrato y podremos llegar a un acuerdo.

Marie tomó la carpeta y comenzó a leer realmente rápido, mientras Jacques la miraba con incredulidad, le parecía algo excesivo. Minutos después dejó la carpeta sobre la mesa.

-Aquí sólo se beneficia la Petrolera LeBlanc, ¿aún me cree una estúpida para firmar algo como eso?

-Ni siquiera lo leyó, no me intenten engañar.

-Articulo 15 La petrolera LeBlanc estará exenta, de cualquier repercusión colateral que se genere durante el proceso de litigio por el proceso de subcontratación de mano...

-No es necesario que me recite el contrato. -Le dijo plano, ya entendía, esta chiquilla era muy prepotente -Espero no se arrepienta de su decisión, yo podría ayudarle, pero usted es algo difícil.

-Señor Jacques, no se moleste por mí. Si me permite tengo cosas que hacer.

Él la miró con ira y salió, ella se sentó y quedó en silencio, era realmente humillante lo que ese hombre le había hecho. Su móvil sonó quince minutos después era el ex asistente de su padre.

-Beltram ¿qué sucede?

-Señorita, creo que debemos vernos, el señor Jacques está contrariado y es mejor que usted le ofrezca una disculpa.

Marie empuñó sus manos sintiendo nuevamente rabia.

-¿Disculparme? ¡Es increíble que usted precisamente usted me diga eso cuando él me insulto a mí primero! ¡No lo haré!

-Por favor señorita no sea terca y no se comporte como una niña pequeña.

-Se supone que usted debería estar de mi lado y no defendiendo aquel hombre, yo en este instante no deseo hablar así que es mejor que se mantenga alejado de mí.

Marie colgó el teléfono sintiendo su estómago extraño, era increíble que él la tratara como una niña y que ahora fuese ella la culpable de esa ridícula situación. Su móvil volvió a sonar y se preparó para una nueva discusión, pero se trataba de su hermanito, se sonrió cándida desapareciendo al instante su molestia, amaba a ese niño, aunque por momentos no se lo reconociera, él lograba doblegarla un poco.

-¿Phillipe?

-¡Hermana! - dijo emocionado - Mi padre vino a visitarme.

Un frío recorrió su cuerpo y trató de recuperar el aire, no estaba para bromas pesadas, pensar a Jean Claude vivo no era una opción, ella lo había visto en esa camilla en la morgue, él no podría estar vivo, la resurrección era algo no viable.

-Phillipe no digas tonterías y cálmate. -Dijo ahora después de unos minutos.

-Hermana, pero si es verdad

-Por favor Phillipe no me tomes el pelo no es gracioso.

-¿Puedes venir?

-No, no puedo ir ahora, pero iré el miércoles o jueves, si me prometes que dejaras de decir tonterías.

-Bueno hermana, entonces te espero, quiero verte.

-Ok, pórtate bien - Colgó al instante.

....

-¿Puede una persona volver a la vida?

Por enésima vez Phillipe repetía sandeces esta vez delante de Sébastien, hijueputa la tenía cansada, realmente enfadada, odiaba que, aunque le explicara que Jean Claude había muerto él insistiera con el tema.

-¡Phillipe! Ya basta estoy harta del tema. -No pudo evitar gritar.

-¡Hermana!

-¡No más! Lo siento Sébastien - ella le asintió y entró al lugar sin mirar a su hermano.

Aquello la tenía contrariada, desde el lunes había tenido un muy mal día por cuenta de Jacques LeBlanc, después esa cena que la había tenido en el hospital y ahora su hermano con ideas extrañas que la tenían al borde de la locura.

Marie entró al auditorio, había ido al recital que William la había invitado, los vio sentados en primera fila, estiró su boca era realmente un infortunio, sin embargo caminó hasta ahí tomó su cabello a un costado para evitar sentarse en él, esperaba tener un momento de irse no era buena escuchando música clásica.

Sintió una mano en su muslo y se giró encontrándose con los ojos de William que le preguntaba por su viaje, realmente estaba desde antes en la ciudad, había ido por su hermano, pero ya la tenía cansada con el tema de Jean Claude, por un momento tontearon y él besó su oreja y cuando la miró con morbo se dio cuenta que quizás después de eso podrían hacer guarradas, ese acto le prometía algo candente. Pero su momento íntimo no duró mucho, ahí estaba su hermano con ojos de cachorro esperando que ella le creyera sus tonterías.

-Sólo quería darte lo que él te dejo - le entregó un papel y se retiró.

Quedó muda, así que tomó el papel y sus manos temblaron levemente al notar que la letra era muy parecida, lo leyó y de repente sintió un nudo en su estómago, miró hacia todos los lados tragó saliva y trató de deshacerse de ideas estúpidas, estaba muerto y los muertos no vuelven a la vida. Guardó el papel y nuevamente tocó sus anillos aquello la estaba volviendo loca.

-¿Qué pasa Fresa?

William la sacó de sus pensamientos e intentó explicarle las tonterías de Phillipe, pero en vez de tranquilizarla dejó la puerta abierta a la posibilidad del muerto viviente y no le gustó pensar a su padre por ahí como si nada, tendría que explicarle muchas cosas y no sería agradable para él, porque a diferencia de Phillipe ella no lo recibiría con los brazos abiertos.

Marie bajó su mirada pensativa aquel papel sólo podía haberlo escrito él, pero eso no podía ser, él no podía estar vivo, la curiosidad mató al gato, ¿le pasaría lo mismo a ella?

-Ya deja de pensar en Jean Claude, no dejes que te arruine la noche, creo que hizo un buen trabajo arruinándote la vida. -William le dijo al notarla pensativa.

Enfatizó en eso de que no se dejara joder, pero le era inevitable no sentir rabia con Jean Claude, pensar que se fingía muerto, para anclarla a ese lugar con el pretexto de que era importante que lo hiciera, la jodía y mucho no podía explicar el tipo de sentimiento cuando se trataba de él.

-¿Cómo están tus muñecas? -William cambió de tema- ¿Sigue habiendo marcas? -tomó sus manos y las acarició.

-Mejor - Respondió ella escueta.

-No, no lo están. Tu piel deja muchas marcas, tendré que tenerlo presente.

- No duele - dijo moviendo las muñecas, realmente ni siquiera los latigazos que le había propinado la incomodaban.

-¿Qué le hiciste William? - Escuchó la voz molesta de Matthew al percatarse de sus heridas.

Marie lo miro en silencio no sabía que decir al respecto, mientras William conciliador le decía a su amigo que no se trataba de nada en especial, le llamó la atención eso, la forma como se dirigió William a Matthew, era con un respeto que no le había visto mostrar hacia nadie.

Matthew no solo lo sermoneó a él, también lo hizo con ella, Marie le asintió, pero no fue capaz de decirle nada, por lo general era grosera, con Matthew no le apetecía ser descortés diciéndole que se metiera en sus asuntos que ella se encargaba de los de ella, de alguna manera desde que lo conoció lo respetó.

Por el contrario, se sintió como una pequeña regañada haciéndole sentir un atisbo de remordimiento, afortunadamente la tediosa maestra de Phillipe, la señora Bauman llegó y desvió el tema, ella se abstrajo no le interesaba escucharla, ni siquiera cuando la mencionó se inmutó. En ese instante el papel que tenía en su bolsillo latía, le decía que quería verla, maldición ¿que debía hacer? ¿Encarar a ese hombre y dejarle claro que no molestara a su hermano?

-De verdad cuando te conocí te creí mejor que esto, eso de ser una muñeca de Will no va contigo. - Escuchó la voz de Matthew, que se dirigía a ella mientras William seguía hablando con la profesora de piano.

Lo miró sin poder abrir su boca, por algún motivo sus palabras la habían dejado con un nudo, nuevamente se sentía regañada, ¿pero que podía hacer? No podía alejarse, aunque le insinuara que era un hombre que no mereciera perder su tiempo, para ella William significaba otra cosa.

-En fin, es cosa tuya, -continuó él- creo que, aunque somos advertidos tendemos a dejarnos llevar por nuestras bajas pasiones-Posteriormente dejó de mirarla y se concentró en su móvil.

Marie se giró quiso decirle algo, pero no podía, Matthew tenía razón ella era eso para él y por un momento la hizo sentir como la mierda, pero en ese instante lo que la preocupaba más era ese sujeto que se estaba haciendo pasar por su padre difunto, William no era un problema no por el momento, esperaba no sentir mayor cosa con él y mientras todo continuara así estaría bien.

Sus problemas eran la mierda de vida en la que la había dejado su padre sin dejarle explicaciones, movió sus anillos cuando sintió un mensaje entrante, lo miró unos instantes y guardó su móvil.

Las luces se apagaron, el sonido del piano inundó la sala, Marie miraba al frente intentando prestar atención, pero al igual que cuando escuchaba a su madre sus ojos comenzaron a sentirse pesados, su falta de sueño y la música comenzaban a hacer efecto en ella, llevaba tantas noches sin dormir.

Cabeceó, pero se recompuso era ridículo que con la primera presentación estuviera en ese estado, sintió una mano en su muslo y acto seguido William la despertó, la sermoneó diciéndole que era descortés dormirse.

Ella movió su cabeza perezosa y le asintió, movió sus ojos, abriéndolos, se sentó recta y miro al frente, vio al joven tocar, movía sus manos y su cuerpo de forma exagerada, aquello le resultaba cómico, juntó sus rodillas y llevó sus pies hacia atrás levemente " una señorita no se cruza de piernas" le habían recalcado desde pequeña y de forma automática terminaba haciendo lo que le habían inculcado. 

El joven salió y los aplausos llenaron el recinto uno menos pensó para sí, se giró hacia William y Matthew, mientras uno se veía entretenido la expresión del otro era totalmente lejana, como si estuviera en un velorio.

Esta vez salió una jovencita, con un vestido vaporoso se sentó y comenzó a tocar una pieza de Stravinski, mientras ella mantenía una lucha realmente fuerte, no había previsto eso cuando dijo que, si lo acompañaba, hijueputa, era tan difícil mantener sus ojos abiertos, sintió que alguien tocaba su hombro, esta vez se trataba de Matthew, se irguió algo asustada.

-¿Cuál te gusta más?

Marie lo miro sorprendida no la iba a sermonear por estar cabeceando, luego miro el móvil se trataba de cubiertos, que, aunque eran muy parecidos uno de ellos tenía detalles delicados de flores al extremo, estaba tan desocupada que pudo notar cada diferencia, señaló con su dedo índice la primera opción así que después de agradecer volvió su vista al móvil.

Marie volvió su vista al frente había otro adolescente que tenía de igual forma movimientos extraños ella se sonrió levemente no podía imaginar a William tocando de forma similar, vio que él se levantó de repente, al parecer no era la única aburrida, aunque él lo disimulara un poco más. Phillipe se sentó en el puesto de William rápidamente y la miró.

-¿Ahora qué quieres?

-Él está aquí - susurró con gran emoción, Marie sintió que su corazón se aceleraba el continuaba con aquello y parecía muy serio al respecto - quiere verte, está en la sala de los trofeos.

-Déjate de tonterías, no me hagas perder más tiempo - habló igualmente bajo mirando alrededor, no quería que los escucharan.

-¡Vamos! -La jaló de una de sus manos, Marie lo miraba en silencio y ¿si iba y comprobaba que todo se trataba de una treta? Si, eso era lo mejor.

Marie se levantó y salió por una de las puertas laterales, guiada por Phillipe, la música desde afuera se escuchaba diferente, caminaron hasta la salida del auditorio, atravesaron los pasillos con luz tenue, de noche se veía aún más tétricos, Marie miraba a Phillipe quien sonreía ¿cómo podía estar tan convencido de aquello? Era algo que no entendía. Dieron algunas vueltas guiada por su hermano y luego él se detuvo.

-Hermana él quiere verte a solas, solo debes seguir por este pasillo. Yo me iré, pero estaré cerca. Por favor dile que no se vaya antes de verme. -

Ella le asintió con su rostro parco y el niño la agacho y le dio un beso, luego se fue en sentido contrario, Marie miro al frente el lugar era mucho más lúgubre y solitario, no creía en fantasmas, aunque le aterraban las ideas de monstruos cómo su padre.

Caminó lentamente, sus zapatos aguja hacían un leve sonido en el piso, sentía que su pecho iba a explotar y ¿si en verdad estaba vivo? Aquella idea le dio rabia, tú eres diferente, tú podrás con esto, le había dicho y mientras ella soportaba las golpizas su padre simplemente estaba de licencia en alguna isla del caribe.

Apretó sus puños y sintió rabia, quería estar junto a William y olvidar un poco todo, pero supuestamente a Jean Claude le había dado por aparecer y hacer de buen padre, se detuvo en seco cuando vio un hombre de perfil con un traje caro, miraba la pared las fotos que colgaban de ahí de forma detenida, por la poca luz se podía ver su cabello negro, tenía sus brazos cruzados ella de forma instintiva dio un paso atrás haciendo un leve ruido, el hombre bajó sus manos y se giró lentamente, Marie quedó petrificada al ver sus ojos helados y su boca dura, ella hizo una mueca sintiendo un leve temblor.

Él se acercó, pero ella volvió a retirarse levemente sin dejar de mirarlo con horror parecía salido de los muertos, de repente su miedo se convirtió en ira, ahí estaba él mirando como acostumbraba hacerlo, como si de verdad la odiase.

-¿Quién es usted? -Dijo fría - Que yo sepa los muertos se descomponen y no andan en traje. -Él hombre la miró y le sonrió. - ¿Ahora se ríe de mí? ¿Soy un maldito chiste?

Soltó el aire y dio una vuelta en su lugar mirando alrededor.

-Yo solo quiero que me escuches, cálmate.

-¿Calmarme? ¡Fock! No sé quién es usted, pero ya no quiero que se siga burlando de mi hermano -Empuño sus manos.

Estaba casi temblando de rabia, era el colmo ese hombre se atrevía a burlarse de ella al parecer le pedía calma, como podría estar calma cuando era evidente que, si efectivamente él era Jean Claude, todo sería más complicado y confuso. Trago saliva y se acercó quería verle de cerca y si era posible darle un golpe, era lo único que le inspiraba.

-Tú dijiste que era diferente. ¡Demonios! ¡Diferente a que! ¡Te odio! -Comenzó a pelear internamente con el desgraciado de su padre, sintiendo que por dentro se deshacía, ¿de verdad lo odiaba? Eso era lo más cómico, a pesar de ser una persona tan ruin no lograba odiarlo del todo.

Un ruido los alertó y él comenzó a retroceder, Marie aceleró el paso, pero sus zapatos altos se lo impidieron haciéndola caer, ella se lo sacó y lo lanzó hacia él, pero aquello fue inútil ya se había esfumado. Marie se levantó y tomó su zapato y comenzó a devolverse por los mismos pasillos por donde la había conducido Phillipe, esta vez totalmente confusa, aquello había sido extraño, ¿podría ser él? No, debía ser racional, no lo era, él había muerto, nuevamente se vio cerca al auditorio, camino distraída.

-¿Y bien? -Le dijo Phillipe. -Ella alzó su cara y él la miró con preocupación

-¿Papá te hizo enojar? -Ella movió su cabeza de forma negativa mintiendo.

-No eres buena mintiendo, no cuando te enojas -Respondió el niño sacando un pañuelo -Te sangra la nariz. -Ella le sonrió, cansada.

-Sólo un poco -Tomando el pañuelo y deteniendo la hemorragia.

No podía regresar dentro en aquellas condiciones, vio una banca cercana y se sentó, hacía mucho frío, tenía que calmarse e indagar sobre ese hombre lo más que pudiera.

-¿Cuándo vino por primera vez?

-Esta semana.

-No lo vuelvas a ver, él no es Jean Claude, es alguien parecido -Dijo reafirmándose lo mismo, el parecido era excepcional, pero ella sabía que no podía ser él, había leído su acta de defunción, le había visto en aquella camilla de la morgue.

-Tú no lo quieres -Dijo el niño de repente triste -No por eso quiere decir que él no sea.

Phillipe comenzó un berrinche, pero fue la voz dura de William que lo interrumpió regañándolo, aunque su hermano no se dio por vencido y siguió arremetiendo en contra de ella y su supuesto odio hacia Jean Claude.

Ella por su lado pensaba en como el año pasado la habían amenazado con él, incluso días antes de ese incidente en el restaurante, eso no parecía una coincidencia. William masajeó sus hombros y finalmente Phillipe se alejó dejándolos solos.

- ¿Qué diablos te pasa? Ya habíamos hablado de ese asunto de Jean Claude y te dije que dejaras de pensar en eso, mira cómo te pones.

La regañó él, mientras ella seguía pensando en lo que había sucedido, se recompuso y le explico lo que había visto y eso lo enojó aún más porque no le había dicho que fuese con ella, realmente no lo había visto y no esperaba encontrarse con alguien, pero ahí estaba con su nariz sangrando porque se había enojado con un desconocido.

Y en ese momento que él le decía que su hermano pudo estar en peligro, una lágrima rodó por su mejilla con miedo, debía pensar en algo rápidamente, pero no pasó mucho tiempo hasta que William comenzó a impartir órdenes, -sobre irse de inmediato- ella lo miró en silencio, parecía como si le preocupase ella, aquello era tan extraño y por un momento tuvo sentimientos encontrados al respecto.

En todo lo que podía pensar era y ¿si aquel hombre le hacía daño a su hermano? Al parecer había rondado el lugar durante toda la semana, no le interesaba que le sucediera a ella, no le importa salir lastimada, su hermano era lo único que le importaba y temía que se lo arrebataran.

Quedaron de verse con William en dos minutos, afortunadamente su hermano de manera rápida sacó lo más importante, tuvo miedo cuando le dijo que ese hombre se había encargado del hombre que la había golpeado un año atrás, no tuvo tiempo de reaccionar a esa confesión porque William regresó y su mirada echaba fuego, estaba realmente enfadado.

La comenzó a jalar por el camino, mientras ella intentaba incorporarse, pero él le ganaba en fuerza y le era imposible zafarse, su pie se torció y después de que William le pidiera que se los quitara la cargó como si fuese una pluma, no entendía ese cambio de humor, no era para tanto, es decir, por algún motivo la ayudaba, pero no era un asunto de vida o muerte para él.

Durante el viaje estuvo gruñón, soltaba alguno que otro comentario ácido, incluso cuando lo escuchó hablar del jet quiso decirle que estaba el del grupo en Ginebra, pero por alguna razón a William se lo llevaban los demonios y era mejor no decir nada, su hermano jugueteaba con su yeso, pues días atrás se había caído, dañando una de sus manos- ella lo tomó, en silencio repasando cada nombre que le habían puesto sus amigos, en un costado pudo divisar la firma de su padre, negó con su cabeza, no era él, él había muerto.

Tan solo fue hasta llegar al aeropuerto para que se calmara un poco, pero le llamó la atención ese cambió de humor tan drástico, ni cuando lo sentía enojado con ella se veía de esa manera, eso la hizo sentir apenada, él tomaba la responsabilidad de algo que no le competía y ella sólo era un problema para él, además se sentía tan impotente, además no entendía qué era lo que estaba sucediendo, para que alguien se hiciese pasar por Jean Claude ¿qué beneficio esperaba obtener?

Cuando Phillipe se enteró que viajaban a Londres saltó de alegría, mientras a ella la noticia no le llamó la atención creía que la dejarían en París, le preocupaba el tema de ese hombre y cómo solucionarlo, irse de improvisto a otro lugar era una situación que le complicaba cosas, como el tema de su trabajo, o la llamada que había recibido de Beltram en donde le insistía que debía disculparse con Jacques LeBlanc, ni una mierda no haría eso, intentaría no pensar en eso ni en nada ahora mismo, lo más importante era cuidar a su hermano.

Estaba abstraída en sus pensamientos cuando William le habló.

-¿Estás mejor?

-Me duele la cabeza levemente - le restó importancia al asunto, su tema con el dolor no era relevante.

-Cuando lleguemos a Londres le hablaré al médico- le dijo William.

-Es algo... Normal - Intentó que él no le prestara atención al asunto, ahora no solo se la llevaba a Londres a quien sabe dónde, sino que le pondría médico, se sintió incomoda y apenada que él se tomara molestias por ella.

-Eso es todo menos normal- Respondió serio como si de verdad ella le importara y Marie lo miró sin entender qué le sucedía.

Dejó de mirarlo y se concentró al frente cuando escuchó como ahora William le discutía a Matthew, le dijo algo sobre alguien que lo había mandado al demonio y sus pensamientos vagaron con Rebecca Bracho y él, creía que estaban juntos, pero al parecer se había equivocado. William le preguntó al respecto y finalmente le confirmó que la boda con Pauline seguía en pie y que Matt no era bígamo.

Sintió un dejo de rabia cuando él le dijo que Francos era su amor, no le gustaba ese tipo de frases posesivas, era verdad, le quería y le gustaba, pero no se adueñaría de él de manera irracional, sentía que era tonto... Finalmente supo que Miss Bracho andaba con él.

Vaya eso sí que era una sorpresa, días antes le había dicho que se alejaría tanto de él que llegaría el momento en que no la afectaría, aun dolía levemente, pero había decidido no quedarse en esa situación, no quería quedarse anclada a recuerdos, suficiente con los que la inundaban en las noches, llevaba más de nueve años huyendo y ni sabía de qué se trataba para añadirle más sentimiento a las cosas.

Finalmente lograron abordar después de buscar uno de los sillones no demoró en dormirse, en ese momento no tuvo pesadillas, tan solo durmió plácida por algún motivo necesitaba ese pequeño respiro, abrió los ojos cuando escuchó un timbre lejano, era Crystal que le decía que tenía una dirección, la sermoneó con eso de no buscar más cosas, pero sentía que tenía derecho a investigar más, pues se estaban metiendo con ella y su hermano. El chico era ruso ya tenía una nacionalidad y solo faltaba saber su nombre verdadero, lo cual con la investigación de la policía sería fácil de obtener.

Marie colgó y se cruzó de piernas y le pidió el móvil a su hermano, debía verificar si estaba intervenido, así que después de un par de ajustes logró desviar los textos y llamadas para su propio móvil, estaba tan entretenida que cuando alzó su vista y se encontró con Matthew quedó de una sola pieza, giró su cabeza y recordó que estaba en el jet privado de William rumbo a Londres, maldición, bajó sus piernas acomodando su falda.

Le pasó el móvil a Phillipe y se sentó y observó a Matthew, se veía taciturno, ella bajó su mirada, en ese momento deseó que William no se hubiese dado cuenta de nada, no solo había interrumpido su salida con Matthew si no que ahora ella estaba ahí de alguna forma incomodándolos, se recostó sin decir nada.

Nuevamente se sintió avergonzada, había arruinado la salida de ellos y ella seguía con ese pensamiento infantil de que quería estar lejos de todo eso, no, no lo haría seguiría buscando, intentaría que su hermano tuviese una vida normal, no una llena de terrores nocturnos y miedo, había intentado huir durante mucho tiempo, pero todo el mierdero en el que la había dejado su padre seguía intacto.

Sintió la necesidad de disculparse con Matthew, William lo había forzado a irse por su culpa, si tan solo hubiese sido más rápida en tomar una decisión él no tendría que haberse inmiscuido.

-Siento haber arruinado su noche - Le dijo a modo de disculpa a Matthew.

-No te preocupes, no has arruinado nada. -Respondió calmo.

Eso la tranquilizó y de forma egoísta se alegró, así que se sentó ahora un poco más aliviada, no pretendía alterar la vida de William, ni de las personas a su alrededor, era verdad le gustaba estar a su lado, pero no pretendía nada más, para ella era claro que en algún momento todo acabaría, sabía en los términos que estaban no habían sentimientos, algo fácil hasta el momento él le gustaba, pero no lo amaba y mientras todo estuviera de esa manera era seguro quedarse a su lado un poco más.

-Will simplemente está de malhumor ya se le pasará.

-Solo que... Simplemente sé que hay cargas que no se deben delegar a otros y aquí estoy de alguna forma generando cosas. No me gusta pensar que soy una carga, pero de alguna forma agradezco la amabilidad de él y por supuesto de usted.

-Marie un día te dije que William es leal, él es así- él hizo una pausa- Si él hace algo por ti es porque lo quiere hacer, para él no existen cargas todo lo que hace en su vida es porque le da la gana, como él mismo diría. Así que no te preocupes por eso, no sé qué te ocurrió, pero si él quiere ayudarte déjalo.

Ella sonrió, era verdad todo lo que le había dicho de él y aunque no dejaba de sentir que no era justo que ambos cargaran con ella, se sentía más liviana porque eso quería decir que en el momento que William sintiera incomodidad se lo diría.

-La vida no se trata de justicias, es como es y debemos vivirla. -Matt le respondió- Ahora una cosa es que le diga que es leal y otra que apruebe esa relación que deben de tener y créame que lo digo más por usted que por él.

Ya decía ella que se estaba tardando en hablarle de eso, entendía su preocupación, ellos eran muy diferentes, sus edades y entornos, pero no entendía por qué sentía que él comprendía una parte de ella que había repudiado por meses, le gustaba entenderse con él y no solo hablaba de cuando se acostaban y le daba justo lo que quería, se trataba de otras cosas que no lograba poner en palabras.

Matthew insistía que le haría daño, que no saldría bien librada y en ese punto de su vida realmente no lo creía, él la hacía feliz como hacía mucho tiempo no lo era y ese sentimiento de felicidad era algo que había sentido cuando abrazaba a su hermano, así que no, no creía que él fuese alguien que la lastimaría y en eso confiaba ciegamente.

Su hermano se durmió y Matthew se ofreció en llevarlo a la zona de descanso, era realmente amable, ella por su parte sacó un paquete de gomas y las miró de forma entretenida, ahora que lo pensaba no había comido desde hace mucho y su boca comenzaba hacérsele café, deseaba un sorbo en ese instante.

-Me pregunto qué hace una chiquilla como usted con Will.

Marie recogió sus piernas meditando su pregunta, si era literal le diría que tenían sexo, que era esporádico, pero muy estimulante, pero prefirió omitir esa parte y simplemente le dijo que él le restaba drama a su vida de alguna manera, le hacía sentir liviana y optimista no sabía por qué, él no le decía mayor cosa, pero con lo poco que hacia lo conseguía, ella lo sabía tenía una parte racional que le decía que debía alejarse, pero terminaba ahí, sin lograr sacarlo de su vida.

Sabía lo finita que era la vida para ponerse a pendejear sin darse la oportunidad de disfrutar, así que, en vez de llenar a William de juicios y peros, lo disfrutaba tal como era, no deseaba quedarse con remordimientos solo por prejuiciosa. Se levantó un poco sacando su cabello de su trasero, lo tenía muy largo y solía sentarse en él, había estado absorta en tontas cosas que había olvidado recortarlo un poco, miró su móvil, le había llegado un mensaje a Phillipe era de uno de sus amigos, sonrió ante la tontería que le habían escrito.

Se levantó de forma nerviosa.

- ¿En dónde podría conseguir café? -Preguntó inquieta, en su jet tenía su propia cafetera, pero no sabía si ahí tendrían una.

-La verdad no lo sé, entre todos los vicios de William ese no se incluye. Tendrías que preguntarle a él.

-¡Oh! no lo he visto desde hace rato se lamentó -Moviendo sus anillos, de verdad quería una taza de café -¿Sabes en dónde está?

-¿William? Sí, en su gimnasio liberando su malhumor.

-¿Gimnasio? -Se decía que era excéntrica por tener cafetera y café molido en su jet, pero eso si era una excentricidad

Según Matthew William llevaba a todos lados su gimnasio, uno de sus vicios, hasta el momento sabía del whiskey y los puros, al parecer tenía una larga lista. Le agradeció y lo fue a buscar, caminó por el lugar, hasta que vio una señal que decía hacia dónde quedaba, abrió lentamente la puerta, él le daba golpes a su saco de forma frenética, el sudor corría por su cuerpo estaba sin camisa y su rostro tenía una expresión que no se podía descifrar, entró al lugar mirándolo curiosa, se paró frente a él y lo miró, pero él no se daba cuenta de ella.

-¿Te animas a darme una pelea? -Le dijo de repente sonriendo, pero él no lo hizo la miró serio.

-Ahora no Fresa, podría lastimarte.

Ella se acercó al saco y lanzó un golpe con técnica, pero no golpeó del todo el saco, luego lo miró y sonrió, él también le decía lo mismo, aunque con un significado diferente.

-Al parecer me veo un poco frágil -Se rió por su broma interna, se veía tan frágil que ambos le habían hecho el mismo comentario con diferente connotación.

-No es eso, de verdad estoy cabreado. No me mido cuando estoy así.

Ella lanzó otro golpe al saco, se sentía sudoroso.

-Ok, entonces ¿puedo verte?

Pero en cambio él le pidió un beso y acto seguido invadió su boca, sabía a licor y algo más que no pudo saber de qué se trataba, tocó su pecho sudoroso y se sintió excitada deseaba tener sexo en ese lugar, pero a cambio de lo que ella pensaba él se separó y lanzó un comentario de que sabía a dulcería, aunque lo dijo en palabras realmente estiradas "tienda de niños" a veces su lado inglés fluía a pesar de lo mal hablado que era.

-Hacen parte de mis debilidades -Estiró su boca.

-Sí, a veces somos presa de esas debilidades- Dijo y nuevamente el humor de él se fue al traste, se hizo a un costado, mientras veía como él volvía a golpear el saco de arena.

-Tener debilidades no es malo -expuso algo distraída -Lo malo es dejar que esas debilidades lo manejen a uno -Sonrió nostálgica, recordó las suyas: el recuerdo de su madre, su hermano.

Miro el lugar en silencio, se agachó y jugueteo con una de las pesas pensativa, había tenido la expectativa de verlo, pero la realidad era otra él estaba enfadado golpeando un saco y ella huyendo de un zombi con traje.

Se giró y él seguía golpeando el saco con fuerza, ¿que lo tendría tan enojado? Se preguntó, mientras se recostaba en la pared y jugueteo con sus pies descalzos mientras lo veía en silencio, había ido para pedir café, pero estaba entretenida viéndolo. Finalmente interrumpió el silencio y le dijo algo sobre su gimnasio él le respondió lo que le había dicho Matthew en otras palabras. Ella entrenaba, le gustaba hacerlo en el gimnasio de Oliver, lo malo era que quedaba demasiado lejos de su hotel.

-Podrías tener uno en tu casa, si decidieras dejar de vivir en tus hoteles.

William le señaló y arrugó su cara como si eso fuese extraño y quizás lo era, pero ya no para ella, extraño sería si decidiera volver a vivir en una casa particular

-Pero si no estoy mal en el Ritz hay gimnasio. -siguió William.

Marie se atrevió a decirle una de sus debilidades, para ella, las casas era un sinónimo inevitable de familia, recuerdos y apegos, definitivamente no, no quería una casa, el solo pensarla le generaba ansiedad, lo había intentado, pero no funcionó así que definitivamente no se haría a una.

William por otro lado, tenía otro tipo de pensamiento así que quiso sincerarse y le contó el miedo que le generaban no tenía buenos recuerdos y aquello muy contrario a lo que decía la hizo reír, decir que le tenía miedo a una casa en voz alta sonaba más patético de lo que sentía.

-Ves porqué te digo que toda tú es extraña, eso me gusta. Al menos no eres tan pretenciosa como muchas mujeres que conozco.

Resaltó eso último y eso la dejó intrigada, él no tenía que decirle cuán extraña era, era consciente de eso, no en vano su padre peleó con ella para que recibiera ayuda clínica después de la muerte de su madre.

En cuanto a ser pretenciosa para ella era sencillo, había límites en donde uno mismo se encontraba en la ignorancia, saberlo implicaba que se podía reconsiderar, sin embargo con la estupidez no sucedía tan solo se persistía en el error porque precisamente no se conocía el límite de la ignorancia

William comenzó a acercarse a donde ella estaba sentaba y acarició su mejilla, sus ojos se veían extraños como si guardara para sí un gran dolor.

-A mí me gustan las mujeres que hacen lo que quieren y dicen lo que piensan.

Así que sin filtro le contó lo que significaba para ella ser directa, aunque la metiera en problemas:

-No habló para complacer a los demás, me parece descortés dejarlos en la ignorancia.

En esta ocasión William rió sin contención y como si minutos antes no hubiese estado que se lo llevara el demonio su rostro se relajó y eso también le pareció curioso, pero no le dijo nada al respecto, quizá de alguna manera se había acostumbrado a sus abruptos cambios de humor y cuando creía conocerlo se alejaba como si no deseara que lo hiciera y si era honesta consigo misma no pretende forzar las cosas, prefería todo así tal como estaban.


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