La Heredera CAPÍTULO 39: Cuida al monstruo parte 2

 





Cuando William le habló de comida todos los pensamientos absurdos que tenía se fueron, quería más carne y si era honesta más sexo, le fascinaba esa sensación cuando el miembro de él la invadía, la fricción que se daba por los movimientos y la lujuria que sentía con él, era como si estuviera envuelta en un hechizo, ese hombre la tenía encantada.

-Pareces un Gumiho. -Fue lo que William dijo cuando ella se mostró entusiasmada por un nuevo filete de carne, se miró el trasero juguetona.

-Me faltan mis nueve colas -Bromeó.

-Quizás las tengas y planees comer mi hígado y mi corazón y por eso las escondes.

Ella puso su mano en su pecho al lado del corazón de él, eso no le había gustado mucho, no quería hacerle daño a William, era alguien importante, así que le restó importancia al asunto y volvió a jugar:

-Suena tentador -Le guiño un ojo.

-No sabía que eras carnívora Fresa.

Ella rió.

-No lo soy, pero a veces se me sale lo bruja -Caminando al lado de él hacia el auto.

-¿Bruja tú mi fresa? Si eres una cosita demasiado dulce y tierna. - Expresó William.

Marie alzó su vista y lo miró en silencio.

-No siempre lo soy -Parándose al lado del auto de él.

-Marie Elizabeth Keller Davis aprende a leer mi sarcasmo, es bastante tonto explicar algo que se explica solo.

-Me refería a que no siempre soy bruja, me considero más bien apática, decidí que hay personas que no merecen ni siquiera un sentimiento de odio por parte mía.


Realmente sentir desgastaba, tanto amar como odiar y en su caso no era como si odiara por siempre, en el caso del amor no lo sabía, porque, aunque ya no amara a Thomas, había una cuota de agradecimiento, -que él mismo disminuía- pero que no implicaba odio.


-Cuando alguien se jacta de no sentir es porque siente demasiado- dijo pensando en él mismo.


Ella alzó su cabeza al techo del auto.


-Puede ser William, pero hay ocasiones en que eso ha martillado tanto tu mente que finalmente dejas de sentir -Luego lo miró - Como dijiste no soy alguien precisamente carismático que todo el mundo quiera, pero como así la mayor parte del mundo me odie, creo que eso para mí no depende de la cantidad, sino de quien se trate.



William no le contestó nada, fijó la vista en la calle y aceleró, el odio era un sentimiento que alimentaba el mundo, en su caso no había odiado tanto, ni siquiera a su padre, porque finalmente lo quería, era un sentimiento ambivalente.


Ella al ver que no hablaba le dijo casi a la nada completando lo que decía.


-Porque es más fácil odiar que amar, supongo que en la mayoría de los casos prefiero quedarme al margen -Suspiró y se giró a la ventanilla y vio las calles de Londres, con la tenue luz del día, no se veía nada mal.

-¿Al margen?

-Si, una vez no lo hice y… -suspiró - hay cosas vergonzosas que simplemente son difíciles de admitir.

-¿Cómo cuáles?


Esa pregunta no fue difícil responder y era extraño, porque hablar de ese pasado doloroso con William comenzaba a ser más fácil, por el contrario era liberador, no se enorgullecía de la adolescente que fue, llena de odio y golpes cada vez que se reían de su madre, pero se dio cuenta que discutir con las otras personas no la hacía más feliz, su situación seguía siendo la misma, prefirió mantenerse al margen, lejos de personas que no le aportaban nada. 


Se giró y lo vio conducir, lo hacía de forma natural, miraba hacia el frente, totalmente concentrado, era un hombre muy bello y masculino, le dolía saber que lo único que le pedía era que se alejara de él, lo entendía quizás no era un bueno hombre para tener relaciones, pero ella solo pedía dejar que se quedara a su lado, ya llegaría el momento de irse.


-Ignorarlas tampoco te hace cambiar la situación, ¿sabes que si te hace cambiar tu situación? Entender que eso que dicen de ti sólo es para ti si tú lo crees. -Le respondió él después de un rato sin dejar de mirar al frente.

-Si, es cierto


Will sonrió.


-Ves que si eres sensible Fresa.

-Desde que regresé a Europa hace un año, si lo he estado más.

-¿Lo dices por algo en particular?

-Retomar funciones en el grupo no ha sido fácil, no estaba ahí desde hacía dos años, así que sentir la presión de que tienes que hacer todo perfecto es complicado, poco a poco manejo mejor todo eso -Dijo acomodándose en el asiento, no quería contarle todo, lo de ellos podría cambiar y no quería eso. - Incluso mi insomnio se agudizó -Susurró más para ella.

-No tienes que hacerlo todo perfecto, sólo jugar a que tienes las mejores cartas, aunque no las tengas, ya te enseñé sobre eso Fresa.


Ella lo miró sonriente.


-Sí, sé que este año no será igual -se quedó callada unos instantes - ¿Te puedo hacer una pregunta que no tiene nada que ver con lo que hablamos?

-Sí- la miró un instante y se concentró de nuevo en la calle.

-Alguna vez has estado en… -hizo una pausa sin saber cómo continuar y lo miró expectante - ¿Una playa nudista? 


Preguntó sin dejar de mirarlo totalmente curioso, lo había visto desnudo y era hermoso, se notaba que pasaba muchas horas en el gimnasio, era tan alto como Thom, pero se veía mucho más grande por sus músculos. Igualmente, su miembro era tan grande y varonil, muy limpio y estaba circuncidado.


William rió.


-Alguna vez en España con Matthew y unas amigas.


Ella alzó su pie en medias dejándolo recto calzaba perfecto hasta el techo del auto luego lo bajo acomodándose


-Yo también - dijo mirándolo conducir, una vez había terminado perdida en uno de esos lugares.

-¿Cómo que tú también? - La voz de William se escuchó alterada y frenó de golpe, lo que hizo que su cuerpo se estrujara con fuerza, crearon un pequeño trancón y todos comenzaron a tocar las bocinas de los autos con rabia y William les respondió de mala forma.


Ella lo miró confundida, no entendía qué sucedía y se rió al darse cuenta del malentendido que había generado. Le contó su pequeña aventura en una playa de México en donde había llegado perdida y la habían sacado, pensó que era una menor de edad. Por un tiempo había estado obsesionada con las playas de México, quizás porque su vida sexual había comenzado en una de ellas.


Notó que William cambió su semblante cuando aclaró el asunto, le pidió ser más clara al respecto y hasta insinuó que lo había hecho a propósito, eso la confundió, ¿para qué haría algo así? Esta vez continuó el recorrido y aumentó la velocidad.


Realmente cuando le preguntó algo como eso, lo hizo por su más reciente proyecto, quería implementar una zona nudista, aunque estaba ambivalente, finalmente dos de los proyectos era opuestos: uno quería reforzar el tema de familia en vacaciones y el otro direccionado para aventureros, por el momento investigaría un poco.


-Bueno si quieres incursionar en el mercado sexual no hay nada que mole más ahora mismo que los clubes sexuales en donde puedes ir seguro de tu anonimato y hacer intercambios de parejas, orgías o tener cuartos especiales donde puedas cumplir cualquier tipo de fantasía sexual. Te harás más rica con eso que con cualquier otro proyecto. 


Ella rió, la idea que le daba no era mala, un lugar de placer sería ideal, pensaría en algo así en el futuro, invertir un poco no estaría de más ya tenía suficientes, pero aunque no era una mujer ambiciosa, si era precavida y no pensaba vivir de la fortuna Keller en el futuro, ese se lo dejaría a su hermanito.


-Parece que eres un experto en el tema, aunque el concepto inicial es un resort con ambientes naturales y práctica de deportes extremos, quería destinar un ala nudista, gracias por la idea. -hizo una pausa y lo miró curiosa quería preguntarle qué tipo de cosas había hecho en sitios como esos -¿Qué tipo de fantasía no has cumplido?

-Cada vez que tengo una la cumplo, como ya has podido darte cuenta.

-Oh, sí es verdad -dijo sintiendo su móvil vibrar, lo sacó y vio un mensaje de Crystal, después de leerlo le respondió brevemente y lo guardó - Me he dado cuenta.


Ella se incorporó y su móvil volvió a sonar, suspiró frustrada, Crystal tendía a meterse en sus asuntos y eso la molestaba.


-Hola -contestó en ruso -No me molestes más.

 -Espera… Dime ¿dónde estás?


Marie miró el teléfono y lo colgó, pronto pudo ver el lugar en donde había comido el día anterior. Se abrió el cinturón y abrió la puerta del auto, se acomodó su falda y amarró sus zapatos vio que él se le acercaba ella lo tomó de la mano y caminaron al interior, se sentaron en el mismo lugar que el día anterior y el camarero llegó por sus órdenes


-Dame un filete grande para la señorita y una copa de bourbon para mí. -El hombre asintió solicitó y se fue a traer el pedido.  

-¿Entonces vas a hacer el club sexual? -Preguntó William divertido una vez quedaron a solas- Te tengo unos cuantos clientes.

Aunque para él fuese irrisorio la idea le atraía cada vez más, sería la primera vez en la historia del grupo Keller que alguien les planteara algo similar y podía oírlos poner el grito en el cielo a esa jauría de moralistas y eso ya la divertía, cuando William le había dicho que le gustaba llevar la contraria no estaba lejos de la verdad, le fascinaba ver el desconcierto en la cara de esos idiotas.

-Puede ser - sonriendo al escuchar la canción que comenzaba a sonar - un campo de golf nudista, una playa y un club con todo tipo de perversiones a la mano. -Cerró los ojos y cantó la canción, luego lo miró como si una gran idea se le acabara de ocurrir.

 -Tu podrías asesorarme con el club - se río iluminando sus ojos.

-Bueno podrías empezar por ponerle todo lo que tú misma desearás tener


Puso una mano sobre la otra pensativa, no tenía mucha experiencia y eso sería un problema, en caso de hacer su club del sexo, debía investigar al respecto.


-No creo que en un sitio de esos encuentre lo que yo deseo - hizo una pausa - aunque hablo sin conocimiento de causa, tendría que visitar uno y hacer una investigación de campo -dijo pensativa.

-Es verdad no puedes decir que no te gusta algo sin probarlo, es una experiencia… Estimulante.

-Ya lo decidí iré un día de estos -Expresó acomodándose en la silla, debía obtener experiencia, aunque eso sería para más adelante, por el momento estaba demasiado ocupada y aun no le llamaban esos sitios.

-¿Ah sí? -William le contestó con una expresión que no pudo descifrar.

-Podemos ir juntos - Le propuso, de alguna forma sentía que si él estaba ahí ella definitivamente disfrutaría.

-No, ve sola.


Fue lo único que le dijo y no pudo replicar porque el camarero llegó con el pedido, William de un sorbo tomó su trago y ella lo miró sorprendida, al ver que pedía otro, no quería juzgarlo, pero sí le preocupaba un poco la salud de él. Mejor se concentró en su filete jugoso y partió un trozo en silencio.


Su curiosidad había sido grande su decepción fue cuando le pidió que la acompañara a un lugar de esos se rehusó, era tan aburrido en ocasiones, finalmente optó por hacer un estudio de campo y el día que fuese seria por placer, no le gustaban hacer las cosas a medias y sabía que llegaría el día en que desearía estar en un lugar de esos cumpliendo todo tipo de fantasías, aunque claro él le decía que era una cerrada en cuanto al sexo.

No podía discutirlo, él le había abierto las puertas de la lujuria y el placer algo que antes no se había preocupado, si era honesta consigo misma, la primera vez que estuvo con Thomas se sintió tan avergonzada y sucia y después estuvieron unas cuantas veces más, pero aun podía sentir la tensión cada vez que la tocaba, aunque fuese leve.

Hablando de todo eso sintió que su libido comenzaba a incrementar sabía que no dudaría en entrar con todo, no a medias, mientras tanto William sólo tomaba licor y fumaba puros, pero no le dijo nada ante esto, miró en silencio parecía molesto.

Suspiró, a veces creía si era buena idea buscarlo, se sentía tan bien con él, le gustaba hablar con él, pero había ocasiones en que su semblante se oscurecía haciéndole sentir que por el contrario él no se sentía cómodo con ella, él ya se lo había dicho, no era mujer una mujer que lo podría llevar al borde de la locura ella de alguna forma lo sabía y sonrió ante esto.

No entendía por qué era tan difícil dejar de buscarlo, a veces le aterraba reconocer ¿para qué ir a un club con personas que no le interesaban? Era él quien le interesaba y por eso se comportaba de esa forma, vio su plato y no llevaba ni la mitad y él ya llevaba su segunda copa.

 -Ok. - dijo finalmente, estaba decepcionada, aunque le restó importancia no tenía por qué incluirlo en cada aspecto de su vida - Aunque si es para el resort prefiero hacer un estudio al respecto - Se metió un trozo pequeño y lo saboreo tenía un sabor dulce que le gustó.


William contestó indiferente:


-Creo que es algo que debes decidir tú.

-Si -dijo mirando su comida luego le miró - Me parece más cómodo leer un informe a tener que ir de club en club, cuando sea un proyecto personal supongo que será algo que haré.

-¿A qué te refieres con eso de un proyecto personal? Pensé que se trataba del nuevo proyecto del grupo Keller.

-Oh, lo es, es algo para el Resort, por eso mi apatía en ir. Simplemente pensé que si algún día era algo que me llamara la atención iría, aunque… -hizo una pausa - No es algo que haya considerado por más estimulante que pienses que sea.

-Lo imagino, eres muy cerrada en torno al sexo. - Se encogió de hombros y bebió un sorbo de la copa que le acaban de traer, ella se sonrojó, pero no le importó.


Ella lo meditó un instante y lo miró en silencio.


-Puede ser -recordando la bailarina de Pole Dance - por eso no deseché la oportunidad de ir a un sitio de esos, creo que si me decido a ir es porque estaré dispuesta a participar de forma activa, no me gusta hacer las cosas a medias.


William volvió a quedarse callado y simplemente pidió su tercera copa y un puro, no entendía de verdad a ese hombre. Lo vio fumar entretenido, -como si lo anterior no hubiese pasado- se notaba que lo disfrutaba, y ella estaba entretenida viendo.


-¿Cómo haces eso? -Preguntó metiendo los dedos dentro de los círculos.

-Con la lengua y los labios, te enseñaría, pero odio que una mujer fume. Aunque algunas se les ve sexy. -Lo vio sonreír y eso le llamó la atención.


Eso lo había dicho realmente serio y pensó en lo rarito que era en ocasiones, liberal para unas cosas y tan cerrado para otras, pero realmente fumar no era algo que le interesara, de pequeña lo había hecho por imitar a su abuelo, pero después del regaño de su madre, no lo había vuelto hacer, tenía adicciones de hecho era una sola: el café que amaba de todas las formas.

Aquella noche hablaron de muchos temas, trofeos en peanas capaces de hacer felaciones, relaciones con animales y cuanta conversación se les cruzaba, ese hombre ejercía un poder en ella que no entendía y a veces lo odiaba, porque era como si no fuese dueña de sus respuestas, como acceder a que él buscará su equipo de seguridad porque eran muy guapos.

Pero como todo en su vida tenía complicaciones, éstas llegaron y pronto comenzaron a llamarla primero porque el inepto de su asistente no encontraba unos papeles y luego por un incidente de su suite, -otro- William también recibió una llamada y eso la hizo creer que la cita había llegado a su fin.

Pero al contrario de su pensamiento él terminó preguntando qué sucedía y cuando le contó que habían entrado a su suite y robado su laptop, él se ofreció a darle una USB discreta para que llevara consigo lo más importante, era tan amable y atento que en ese instante no pudo evitar abrazarlo y besarlo, había sido un impulso por algo que parecía tan tonto, pero en ese momento su corazón latía a prisa y sintió que él era un hombre más sensible de lo que parecía y esa imagen de niño indefenso que notaba cuando lo veía dormir era más veraz de lo que parecía.

Él le gustaba mucho, podría decir que demasiado, a pesar de sus sentimientos por Thomas o François esa atracción jamás la había sentido y a veces eso la mareaba, sentir la mareaba, pero había decidido no tener miedo y seguir adelante tomando lo que quería, sin remordimientos no quería que William lo fuese por el contrario disfrutaría cada momento a su lado hasta que él le dijera no más porque si de algo era consciente era que no podía renunciar a verlo por decisión personal.

William le repetía que no confiara en él y sin embargo lo hacía quizás era una tonta por eso, pero no le importaba, así que tan sólo estaba ahí en sus piernas, mientras él se deshacía de su trenza y su pesado cabello caía más abajo de su cintura, ella sabía que él y ella tenía una extraña relación a la que prefería llamar No relación, era lo más cercano a lo que tenían y le gustaba.

Sintió sus labios en su frente y lo vio como una despedida de su parte, una muy cortés así que se levantó de sus piernas y estiró su mano, al parecer la noche había terminado para ambos, pero para William no:

-¿Quieres irte ya? -Preguntó él.

Al parecer no la estaba despidiendo así que dijo que no y volvió a sus piernas y él comenzó a masajear sus muslos, le gustaba el tacto de sus manos en su piel.

-¿Sabes que me gustas mucho? ¿Verdad?

Ella lo miró a los ojos y tenía un brillo diferente, ¿quizás sería la llamada de hacía un momento? Acomodo una de sus manos en el hombro de él.

-Sí, me lo has dicho.

-Dime Fresa ¿yo, te gustó a ti?

William comenzó con una serie de preguntas extrañas, como cuanto le gustaba y claro que le gustaba cómo la miraba, sus labios, el fino rastro de barba, en fin, todo le gustaba de él, finalmente entendió que le hablaba sobre sexo y complacerlo, aceptó, aunque no sabía que era lo que tenía en mente, aceptó por que le gustaba esa expectativa que se gestaba en su interior. Así que después de aceptar en complacerlo como lo expuso él, tan solo le dijo:

-Esa es mi Fresa- La besó con pasión, mientras ella nuevamente estaba en los oscuros terrenos de él sin ser consciente de sí misma.

Lo besó con pasión, le gustaba muchísimo ese sujeto, él olía a tabaco y whisky y dejó que el dulce de su boca se mezclara con el licor, no sabía a qué acababa de decir sí y de repente sintió una mezcla de expectativa con algo de miedo lo mismo que sentía cada vez que él le proponía algo era algo que no podía evitar como era como si por primera vez en sus 25 años no supiera que va a pasar y eso definitivamente le gustaba.

Salieron de ese lugar y él no dijo nada más, ella tampoco quiso añadir, en el fondo se sentía nerviosa, quería experimentar sin contenerse, para Marie vivir implicaba eso, así que sus límites estaban difuminados en una línea delgada y por lo general tenían que ver con las personas que amaba en este caso su hermano la única persona que aún vivía.

Llegaron a un hotel, lo conocía perfectamente era el Mandarín Oriental Hyde Park, ser la heredera de un imperio hotelero implicaba tener conocimiento directo del mercado, realmente nunca se había quedado a dormir, pero sí reuniones en otras partes del mundo.

William no había dejado de sonreír durante el trayecto e incluso de camino a la suite, en el ascensor el ambiente era extraño y ella no podía evitar sentir curiosidad, de todo lo que él estaba pensando. Al entrar a la habitación estaba en penumbra, una tenue luz se colaba por las delicadas lámparas de araña, era sofisticado y le gustó.

 -Hey Fresa, ¿alguna vez usarías algo que decidiera comprarte? -Dijo de la nada y ella lo miró sonriendo, mientras miraba la habitación detenidamente.

-Si, ¿por qué no? -Respondió relajada.

-Quiero vestirte- William sonrió ladino y ella lo miró atontada.

-¿Vestirme? Creí que te gustaba más sin ropa ¿Qué me quieres poner? -Preguntó con mucha curiosidad.

-Un vestido rojo que le vi a mi hermana en su ropero, resaltaría tus labios y se te vería mejor a ti que a ella. -William llevó uno de sus dedos a su boca y ella se estremeció, así hipnotizada le sonrió y asintió ante su pedido. 

-Por mí no hay problema. - Ese pedido le sonó extraño, pero entrados en gastos cumplir una fantasía de él no era problema para ella.


No le dijo nada más y lo vio acercarse al bar que estaba a un costado de la habitación, sirvió algo de vino y se lo ofreció, ella lo tomó de golpe, posteriormente le ofreció otra copa y ella sonrió al pensar que él quería a María Antonieta, la mujer ebria que conoció.

El alcohol hizo su efecto relajante de inmediato y poco después lo vio alejarse de ella después de lanzar un halago o al menos eso creyó escuchar, se acercó a una mujer con un vestido negro y la besó con pasión, Marie relamió sus labios no sabía si se trataba del alcohol, pero se excito demasiado ante aquella visión.

Luego ambos se acercaron y él la presentó al escucharla hablar un dejo de rabia sintió estaba muy susceptible, estaba un poco enfadada por la forma condescendiente que la mujer le hablaba, aunque sabía que el licor hacía efecto en ella y su percepción estaba distorsionada.

Se dio cuenta que era italiana al menos después de que pudo ajustar el idioma correcto pues al parecer no hablaba alemán y poco ruso y eran los idiomas que le habían salido en primera instancia, esos tragos habían estado muy fuertes.

William la tomó de su mano y ella tambaleó un poco, no debió tomar esa copa de golpe, el acaricio sus labios y la miró fijamente como solía hacerlo:

-¿Querrías quitarte tu blusa? -Le preguntó con suavidad mientras volvía a mirar a esa mujer que se llamaba Caterina y le decía algo más que no alcanzó a oír o simplemente no le interesó.

Estaba más interesada en seguir su orden, porque si era honesta estaba ávida de sexo, ese pequeño entremés en el cine la había dejado añorando por más y la promesa de no levantarse seguía latente en su memoria.

Así que sin preámbulo se comenzó a quitar una a una sus prendas, creía que tendrían una sesión de sexo, pero al detenerse y mirar alrededor ellos seguían vestidos, William extendió su mano y acaricio su sujetador, era de encaje y ella se estremeció alejándola de los pensamientos de ellos con ropa.

-Eres tan jodidamente hermosa Fresa. -Él susurró mientras ella anhelaba por más.

Así que William terminó de quitarle la blusa y de forma delicada acarició sus hombros por debajo de las tiras del sostén, mientras ella se revolvía con ganas de más, le gustaba cómo la tocaba y su expresión debía ser evidente sin embargo él preguntó

-¿Te gusta esto?

Un leve si, con un asentimiento fue lo único que pudo decirle mientras él enterraba su boca en su cuello y la dejaba desnuda en la parte superior, succionó sus pechos con fuerza y ella sentía que su sexo palpitaba totalmente mojado, pronto sintió otras manos por detrás y quiso detenerla, pero el placer que ambos comenzaban a brindarle ganó la batalla y tan sólo se dejó llevar con ganas de más, sus quejidos eran muestra de ello.

La mujer le hizo girar su cabeza y la beso sin permiso, ya estaba sumergida en la lujuria así que se dejó invadir por su lengua y por extraño que eso fuese le gustó, el morbo de besar a una mujer era algo que nunca había experimentado, quizás porque Crystal la única que le había propuesto acostarse con ella, no la ponía en absoluto, mientras aquella mujer de tez trigueña la tenía excitada.

Así que las manos de ella bajaron por su espalda y sin pensarlo alzó su mano le bajó una tira del delicado vestido de Caterina no entendía por qué lo hacía, quizás porque le había dicho que lo quería complacer y ahora mismo él las miraba totalmente excitado o porque simplemente la situación la estaba llevando a límites insospechados.

Quedó expuesto uno de los senos de Caterina, ella estiró su mano y lo tocó, era extraño tocar el pecho de otra mujer, pero la sensación de lujuria crecía y más cuando fue la mano de Caterina la que masajeaba su propio pezón, nuevamente se fundieron en un beso y esta vez fue ella la que introdujo su lengua de forma sugerente, le gustaba ser tocada por esa mujer, estaba segura que era nada más por  sentir la mirada de William clavada en ellas.

Pero no duró mucho Caterina comenzó con un interrogatorio, que hizo que su libido disminuyera un poco, que, si era la primera vez y lo hacía por William, no pudo evitar soltar un comentario ácido totalmente irritada, mientras ella misma continuaba toqueteando a la mujer, aquello era tan guarro, pero tan lujurioso, que no podía detenerse.

Todo iba hasta cuando insinuó que ella le gustaría más que William por la forma en la que se comportaba, no estaba más equivocada y ahí sin contención volvió a soltar otro comentario áspero, no lo sabía en ese momento, pero lo que desencadenó con esa actitud era algo que recordaría por siempre, aquella mujer cambió su tono gentil por uno más rudo y pronto se vio amarrada con la corbata de William mientras discutían algo de un castigo.

La llevó a la cama y sintió un latigazo en sus nalgas con fuerza, su cuerpo se estremeció ante el sonido generando una sensación única en ella que la excitó con gran facilidad, aunque el dolor era mínimo, él volvió a nalguearla con fuerza, lo sabía por el ruido que había generado, pero esto solo le provocó risa y al parecer a ellos no les gustó porque secretearon algo y la mujer se retiró.

El corazón de Marie latía a mil, le gustaba como él tocaba su cabello en ese momento y la sensación del nudo apretando sus brazos, estaba cayendo en una oscuridad y le gustaba, deseaba más de eso y aquella noche mientras las sogas apretaban sus muñecas descubrió un placer que sabía que no se podría repetir en su vida.

-¿Cuán mal crees que se portó Bellísima?

-Muy mal, es demasiado engreída.

-Concuerdo, fresa tiene problemas de rebeldía.


Hablaron entre ellos, mientras la mujer acariciaba el trasero de Marie, era extraña esa sensación, no le desagradaba esa puesta en escena, al contrario, la excitaba mucho y cuando sintió un latigazo en su trasero que la hizo saltar… Las cosas se sintieron más irreales, porque el placer aumentó, no había dolor su problema de sensibilidad o su alto umbral de dolor había sido una ayuda

  

Entre ambos comenzaron en un círculo en donde la mujer acariciaba su trasero y William le daba latigazos, el sonido que hacía la correa le decía que no se estaba conteniendo, pero el trago, más el poco dolor que sentía hizo que Marie se riera soltado muy leves quejidos, moviendo su cuerpo excitada


-Te estás volviendo muy blando amor- La mujer habló y Marie se giró y los vio besarse, él acariciaba los muslos de la mujer y ella no pudo evitar reír como idiota movió sus brazos con fuerza aflojando un poco la corbata.


Los vio susurrar entre ambos, no los alcanzaba a escuchar, pero la mujer salió de la habitación y William se acercó a ella y le susurró:


-Fresa, Fresa, Fresa ¿qué voy a hacer contigo? - Le dijo en un tono bajo, mientras una de sus manos acariciaba su cabello, se sentía muy bien y Marie no evitó mover su cabeza como un gato

-Ya estás haciendo lo que quieres. -Le confesó, porque no era un secreto que ella hacía todo lo que él le pedía.

-No aun no, me debes lo de Phuket, no creas que he olvidado tu castigo, ni mucho menos lo inadecuado de tus comportamientos. Ahora mismo insistes en desatarte cuando es claro que no se te está permitido hacer tal cosa.


Marie suspiró y lo vio de reojo embobada, mientras el acariciaba su trasero, no se detuvo ahí, sino que además sus dedos se colaron entre su culo hasta llegar a su vagina, la viscosidad de sus fluidos permitió que los dedos de William se movieran con facilidad y ella gimiera de placer, quería que lo hiciera más fuerte, pero en cambio le habló:

  

-¿Recuerdas tu castigo Marie? -Preguntó con voz aterciopelada.

-Si, quieres estrenar mi ano. -Respondió con dificultad.

-¿De qué manera? - Continuó William y sin sacar los dedos de la vagina de Marie y ella comenzó a sentir esas cosquillas deliciosas que antecedían un orgasmo.

-Rudo. -Respondió siendo menos consciente de sus palabras, quería moverse y sentir la fricción. 

-¿Cómo consideras que te has comportado? -Se giró un poco más, si le decía que mal, quizás él… Quizás le daría un poco más de placer.

-Muy mal. 

-Al menos lo estás reconociendo.

-Ya lo había dicho, no soy muy buena acatando órdenes.

-¿Y has sido engreída como dice Catarina?

-Bastante, -rió burlesca - es inevitable no reírse de esa mujer.

-Pues vas a tener que aprender que detesto que te comportes mal.


Fue lo último que William dijo y comenzó a descargarse con latigazos más fuertes que los otros, su cuerpo se retorció en un grito ahogado, esta vez sí los había sentido, su corazón se aceleró, luego lo miró con su boca entreabierta con su respiración entrecortada, sintió dos golpes más que hicieron que su cuerpo se estrujara y soltó un grito maldiciendo en ruso.


-¿Te he dado placer? -Preguntó William y ella asintió.

-Placer y dolor, amargo y dulce -sonrió algo mareada por el trago y sintió otro fuerte golpe

-Entonces ¿por qué no te comportas adecuadamente en retribución al placer que dices que te doy?


No entendió esa pregunta e intentó moverse de forma sugestiva, pero eso le trajo un nuevo latigazo que la hizo gritar de placer, se desconocía un poco, pero no había espacio para la vergüenza, quería sentir otro tipo de cosas y su cuerpo le respondía perfectamente.


La mujer trigueña volvió diciendo que traía el pedido de William, Marie intentó ver qué era, pero no logró incorporarse, andaba Marie más borracha de lo que creía, las sensaciones inundaban su cuerpo y le gustaba, jamás había estado en una situación remotamente similar, ver el rostro de ese hombre tan cerca susurrando que más que castigos con dolor, era placer, Marie tenía claro que William no le haría daño.


Lo único que hizo fue decirle sobre su alta tolerancia al dolor, era consciente que ella no sería capaz de decirle alto, tal como él le había pedido, pero eso lo hizo enojar por alguna razón y le dijo:


-Fresa eres tan soberbia- y le volvió a dar un correazo en su trasero. -Sólo tenías que decirme “si William confío en ti y lo entiendo”, pero decides hacerte todo más complicado y sabes que mi paciencia tiene un límite bastante reducido.

 -Si William confío en ti y lo entiendo- Habló bajo, le había dolido.

-Se oye mucho mejor, sin duda.


William se levantó y le quitó el nudo de la corbata que la tenía atada, mientras sentía el escozor en su trasero, pero no tuvo tiempo de recomponerse pues la mujer llegó donde ella por orden de William y la amarró ya con una cuerda que habían preparado, esta vez era diferente, sus manos quedaron estáticas, el tirón era algo incomodo, aun así, intentó sentarse sobre sus piernas, pero eso empeoró la situación porque William se enojó: 


-¡Acuéstate Marie que nadie te dijo que te levantaras! -Expresó William autoritario, mientras la mujer haló el cabello de Marie y la acostó a la fuerza.


Nuevamente sintió un par de azotes, seguido de una reprimenda mientras besaba la oreja de esa mujer, no tuvo más remedio que hacer caso y su estómago se estremeció, no dijo nada más, esperó el próximo movimiento de ellos.


 -Bellísima haz lo mismo con los pies, la quiero totalmente quieta, pero déjala asequible.


Marie no entendió eso en un inicio, pero cuando la mujer le abrió sus piernas y las ató a sus muslos supo que estaría totalmente inmovilizada, pero su sexo quedaría al descubierto, si tener las manos atadas, había sido incomodo, de esa manera se sentía totalmente expuesta, sim embargo confiaba en William y en lo que haría con ella.


Por eso cuando los dedos de William frotaron su vagina, las sogas pasaron a segundo plano, ese hombre la llenaba de lujuria, quería que la penetrara, pero se guardó sus pensamientos lujuriosos.

  

-Te ves muy bien Fresa, ¿quieres verte? -William le preguntó con voz ronca.

-Si


Él se alejó y luego escuchó el pitido de una cámara, no pasó mucho cuando le mostró la instantánea, se veía muy bien desde ese ángulo, las cuerdas aprisionaban sus extremidades y acentuaban sus curvas, aunque no era voluptuosa. 


-Me gusta como se ve.

-A mí también


William se incorporó y escuchó que se William bajaba el cierre del pantalón, Marie no pudo ver, pero imaginó que había sacado su miembro y deseó verlo, tocarlo, incluso… Besarlo, en cambio, escuchaba las lamidas que la mujer llamada Catarina le hacía, quería mirar, no había celos o rabia, solamente lujuria.


Los vio de reojo, esa mujer lamia de forma experta el miembro de William, era un espectáculo, jamás había visto algo parecido, los ojos de ambos se cruzaron y ella relamió sus labios y como si le leyera la mente -algo habitual- se arrodilló en la cama frente a ella y la invitó hacerle una felación, se removió excitada y ella comenzó a succionar haciendo leves ruidos, mientras lo hacía él se hundía más y más en su boca.


Él le había enseñado muchas cosas, un nuevo mundo que entre más experimentaba más le gustaba, no había estado con él más de 8 veces, pero sentía que fuese toda una vida, no se comparaba a sus primeras experiencias sexuales pasadas, le gustaba estar atada y estar dándole placer a él, como había recibido antes, estaba muy mojada y quería sentirlo, pero no dijo nada, tan solo de forma obediente saboreó lo que le ofrecía William.


-Catarina deja de tocarte y estimula a Fresa quiero que esté lista. -            Escuchó que William le ordenaba a esa mujer.


No supo la respuesta y si era honesta deseaba a William en su sexo, no a esa mujer, pero cuando un zumbido inundó la habitación su curiosidad comenzó a crecer, pero en la posición que estaba no veía que hacía esa mujer, no temió, pues fue William quien le pidió hacerlo, al poco tiempo sintió que le introducían algo, pero no era en su vagina, sino en su ano estaba pegajoso y vibraba, no pudo evitar mover su trasero ante la invasión.

  

-Es una zorra. - La mujer canturreo y la nalgueó. -¿De dónde te la sacaste Will?

-Del siglo XVIII ¿verdad Fresa?


William preguntó, pero la sensación era tan agradable que solo asintió sin dejar de sentirse invadida por el miembro de él, no entendía cómo se podía sentir tan bien en una zona, que no era para el placer, sino para necesidades básicas.

  

-¿Te gusta Fresa? -William preguntó y ella volvió asentir, le gustaba la sensación, diferente a los dedos de él, sentía que eso era tan diferente a los orgasmos que había sentido.

 -¿Quieres que sea yo quien lo haga? -Marie volvió a mover su cabeza, aunque el miembro de él era más grande deseaba experimentar eso.


La mujer comenzó acariciar la vagina de Marie y eso junto a lo que hacía en su trasero fue intenso y delicioso, se sentía tan bien que por un momento olvidó que era una mujer la que la estaba tocando, se retorció de placer y eso la incentivó a succionar con más fuerza el falo que tenía en su boca, pero no duró mucho pues William interrumpió la labor de Marie y le alzó la cabeza obligando a que lo mirara: 


-Dime ¿cuánto lo quieres? -Expresó autoritario


Y la mirada de Marie estuvo cargada de lujuria y deseo por él, se sintió María Antonieta, libre y sin miramientos también algo borracha, así que respondió:


-Mucho, lo deseo mucho.

-¿Y crees que lo mereces?


Creía que sí y eso le respondió, intentó entrar en el juego e incluso decirle señor como una muestra de respeto, deseaba sentirlo y quizás mostrar ganas él no le daría lo que quería, pero en vez de embestirla, se detuvo a preguntarle a la mujer de tez trigueña 


-¿Tú qué dices Catarina? - Ella alzó la cabeza y lo miró luego a Marie.

-Que te la quieres follar y que siempre haces lo que quieres, sin embargo ella es muy mal portada.


Ante eso Marie vio como William se acercó a la otra mujer y la besó con pasión, no entendía qué pasaba, si era un sí o un no, pero no pasó mucho cuando él la volvió a mirar y le habló:


-Haremos algo Fresa, si te disculpas con Catarina como dios manda te daré todo el placer que quieres. - Marie asintió sin saber qué era lo que tenía que hacer.

-Lo haré.

-Ve Bellísima, que se disculpe contigo- 


La mujer besó a William y Marie los observó fijamente, no tardó mucho en llegar hasta donde ella y mirarla desde arriba, no sabía qué hacer para disculparse con esa mujer y que William estuviera jugando con el juguete en su ano y con su miembro en quieres. - su vagina no ayudaba, no había estado en una situación remotamente similar.


-Y bien Fresa estamos esperando- dejó de sentir el contacto de él- ¿O prefieres que yo me encargue de Catarina mientras tú observas? Tú eliges Fresa, te portas bien hay premio, te portas mal hay castigo, las reglas son sencillas.


-Me disculpó por ser una engreída no lo volveré hacer. -Fue lo que se le ocurrió decir y la mujer se rió muy fuerte, quedando Marie confundida.

 -Will ¿no es una ternura? - Espetó la mujer burlesca.

-Déjate de mamadas Fresa, ese no es el tipo de disculpa que quiero que le des a Catarina, compénsala, por toda tu altanería.


La mujer dejó expuesto su sexo sobre su cara y Marie la observó en silencio, quizás William quería que ella… No estaba segura, pero al menos no se veía tan mal, así que cerró los ojos y esperó a que ella se acercara, pero la mujer no se movió y fue ella quien tuvo que alzar su cabeza un poco, como estaba boca abajo, era algo difícil, aun así, cuando sintió los labios vaginales de la mujer intentó mover su boca como si fuese un beso. 


Lo bueno de ser mujer era que sabía algo de la anatomía de la vagina y hacía unos días atrás con William se había estado tocando, así que no le importó el sabor salado y la incomodidad y se centró en el clítoris de la mujer, eso quizá le daría su recompensa y era lo que importaba.


Dio resultado sus esfuerzos, porque William sacó el objeto de zumbaba y no tardó en poner el miembro de él en la entrada de su ano, se estremeció y apretó sus puños ante la expectativa, soltó un suspiro mientras él intentaba abrirse paso, era una sensación diferente a cuando pasó en su vagina, pero le gustaba mucho, sentirlo. No dejó su trabajo con la mujer, no por obligación, simplemente todo era tan caliente que siguió en su tarea.


A pesar de estar inmóvil intentó mover sus caderas recibiéndolo, sintiendo ese dolor exquisito, con ganas de más y así pasó, porque William se terminó de hundir en ella y con sus manos comenzó a pellizcar sus pezones con brusquedad y las sensaciones fueron más intensas, Marie no escuchaba los gemidos de él o la mujer, estaba en un pozo oscuro lleno de placer.


De repente sintió que el halaba su cabello y la alejó de la mujer y acercó la boca de él, le dio un beso sabor a licor y puro, estaba siendo rudo, porque acto seguido comenzó a moverse más rápido y eso la hizo gritar, dolía, pero también se sentía muy bien era una mezcla entre dolor y placer que la tenían en frenesí lanzando gritos ahogados.


-¡Me encantas Fresa!


Gritó él y ella comenzó a gemir al sentir su dureza en entrar y salir de su trasero, le gustaba las cosas que le decía, porque al igual que a él, le encantaba lo que hacía con ella, le gustaba William y eso fue lo que comenzó a gritar:


-¡William! ¡William! -Lo hizo una y otra vez, cada vez más fuerte, mientras él se movía fuerte y la nalgueaba, era embriagador, quería más hasta que la destrozara.

-¿Te gusta Fresa? - Expresó él entre jadeos.

-Sí - respondió sin aliento - me fascina - pudo terminar sin dejar de mover su cuerpo, ida, como si estuviera drogada.


Así que él tocaba, nalgueaba, pellizcaba y hacía cuanto quería con su cuerpo, mientras ella disfrutaba de cada una de esas cosas, a pesar de la brusquedad no le importaba, eran sensaciones que jamás había experimentado, quería sentirlo más cerca e intentó tocar su camisa, pero era imposible, las sogas la tenían firme, pero entonces él bajó el ritmo y su cuerpo le habló:


-¿Recuerdas la promesa que te hice ayer? - Marie giró su cabeza levemente y le miró.

-Si, la recuerdo.

-Pues planeo cumplirte-


Los ojos de Marie se abrieron feliz, quería sentirlo hasta que su cuerpo no diera más, William le jaló el cabello y la hizo sentar en sus rodillas, sintió una de sus manos en su pecho y comenzó a tocarla y pellizcar sus pezones que ya estaban hinchados con violencia, no pudo evitar gritar, quería verlo, saber qué expresión tenía, pero era imposible.


A pesar de haberse habituado a la soga, se sentía cansada y pensó que un split le ayudaría a cambiar de posición, pero las cuerdas la aprisionaban y William molesto le gritó: 


-Quédate quieta- Marie cayó con violencia en la cama y el miembro de William salió de ella- sólo quieres hacerte daño, si es así yo puedo hacerlo por ti- William le propinó nuevamente un correazo en sus nalgas y ella gritó

-Voy a quedarme quieta - Dijo sumisa.


No le dio tiempo, pues William le embutió su miembro hasta el fondo, haciendo que se ahora y tuviera ganas de vomitar, entraba y salía de su boca halando su cabello, así que las cuerdas la aprisionaban intentó respirar por la nariz y aunque eso era tan sádico, ella estaba mojada, sedienta por más, como si hubiese estado hecha para eso.


Cuando se cansó de su boca, William se fue hasta su vagina en donde comenzó a darle golpes, Marie no dejaba de gritar y mover su cuerpo ante el dolor, estaba cansada sobre todo por estar estática tanto tiempo, pero no importaba estaba concentrada en los dedos de él en su interior que, aunque también eran bruscos, los orgasmos comenzaban a golpearla nuevamente.


Fue cuando puso algo que vibraba en su clítoris que todo se difuminó y los orgasmos fueron una realidad, uno tras otro, más intensos que los otros, no había gritos, su boca formó una o y quedó pasmada en esa cama de hotel, sintiendo que una nueva puerta se abría ante ella, todo se agudizó, el placer y el dolor, además su cuerpo más y más débil se movía ante los espasmos. 

-Eso Fresa, ¿estoy cumpliendo mi promesa? -Ella respiró entrecortada.

-Sí - dijo en un grito.

De repente William dejó de estimularla y la penetró con fuerza en su vagina, posteriormente le quitó las cuerdas y el flujo de sangre se reanudó, pero eso pasó a segundo plano, porque él seguía penetrándola y ella moviendo su trasero incrementando su placer, ese hombre la dejaba sin aliento.

Intentó darle un mejor acceso a su vagina, aunque sentía que no daba más, abrió sus ojos y se dio cuenta que estaban solos, aquella mujer italiana se había ido parecía tonto, pero se sentía tan bien que él la hubiese escogido por encima de aquella mujer, mucho más voluptuosa y sensual, ser su preferida así fuera por una noche se sentía tan bien. Bajó sus manos y comenzó a tocar la camisa lentamente mientras la penetraba sin parar, quería que la noche no se acabara.


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