La Heredera CAPÍTULO 36: La sirenita





 Zúrich, enero de 2015

¿Podría una simple sirenita conquistar a un príncipe y no ser simplemente burbujas que se pierden en el océano? Ella había dado su lengua a cambio de piernas, sin embargo éstas al caminar le generaban dolor, el príncipe la había acogido por qué le recordaba a alguien especial, pero nunca pudo darse cuenta quien era ella realmente. Sufrió todo esto por voluntad y en silencio, finalmente decidió convertirse en burbujas a matarlo, el triste destino de la sirena estaba marcado por la fatalidad y todo por amor…

Los últimos eventos la tenían pensativa: esa última charla con William sobre la nada, un encuentro con Isabelle y finalmente la visita a la mansión LeBlanc, cosas que en apariencia no tenían relación, pero que definitivamente a ella no le sentaron muy bien.

La conversación con William en Phuket había abierto puertas internas innecesarias, cómo el vacío que sentía desde que su madre murió, casi no le gustaba pensar en eso, incluso había baches en su memoria, muchas cosas las había olvidado después del accidente, aun así, recordaba las cosas que sucedieron después como que su padre fue a buscarla y los meses que estuvo escondida justamente en el lugar en donde se encontraba en Zúrich.

Así que no había dejado de pensar en su madre y las pesadillas se habían vuelto recurrentes, eso sumado a su insomnio la tenía realmente agotada de forma física y mental, las ojeras eran visibles, incluso el mal humor que la acompañaba debido al cansancio.

En ese contexto había tenido un corto encuentro con Isabelle en París ella le había hablado de François, eso no le había sentado bien, ella le había preguntado si había amado a François lo suficiente como para aferrarse, no lo había visto de esa manera, le parecía tonto rogar no cambiaría la situación con François, no la amaba…

Después de hablar con Isabelle había quedado muy pensativa y cuando le llegó una invitación para una fiesta en la mansión LeBlanc las cosas se complicaron aún más, en un inicio no quiso ir, pero Phillipe le había insistido y finalmente accedió, incluso pensó que si le ponía esfuerzo a su aspecto físico François la reconocería. Así que antes de ir a la velada tuvo tratamientos de belleza con especialistas.

Finalmente le habían puesto un vestido muy escotado, un maquillaje algo subido y peinado de la época de los 50s y sus labios color carmín, no había chistado esa vez, se había dejado hacer, porque las palabras de Isabelle se habían quedado en lo profundo de ella, ¿podría ese aspecto llamar la atención de François LeBlanc? 

Muy en el fondo sabía que no se trataba de un vestido, pero en ese instante no quería pensar en eso, tan solo verlo y tener la oportunidad de hablar con él, sin embargo esa fiesta no salió nada bien, más había tardado arreglándose que lo que estuvo en ese lugar, porque al llegar se encontró con un François muy borracho y como era costumbre sabía por quién.

Sus ganas por verlo e intentar algo se habían esfumado era tonto, ellos no eran pareja y realmente no sabía si quería eso de él, su añoranza tenía que ver con más cosas, de alguna manera se sentía muy sola y aunque con William conectaba por momentos muy bien, él mismo le dejaba clara la relación impersonal que tenían y apoyarse en él del todo lo evitaba, no podía soltarle la carga que llevaba.

Por otro lado con François sentía que era demasiado tarde para que él la apoyara, ya no existía esa relación del pasado y aunque fingían que era igual, ella no era tonta y sabía que quería él no la quería en su vida de la misma manera, había pasado a ser más desconocido que el mismo William, aunque era William el hombre que acababa de conocer.

Su madre le había dicho de pequeña, que con el tiempo no se amaba a la persona si no los recuerdos que acompañaban a ésta, sabía que lo decía en referencia a su padre, quizás en algún momento había sido un hombre especial con ella. En su caso no sabía de qué se trataba, había estado mucho tiempo con François y la calidez de ese hombre la había confortado mucho.

Pero no se había percatado que le quería, suponía que pasó después de ese viaje a Colombia, antes ella había usado un caparazón que no dejaba seguir a nadie, -incluso lo seguía usando- se había quedado esperando a Thomas y luego qué se habían dejado no había querido pensar en romance.

Luego lentamente lo había comenzado a ver diferente, pero tenía miedo y no deseaba dejarlo seguir, no quería a nadie importante en su vida más que a su hermano, quizás en su caso podría ser de esa manera, como su madre le hablaba de amar el recuerdo de lo que se vivió, extrañaba llegar a casa de él y ver su sonrisa, sentirse libre viajando de un lado a otro y comer sus tostadas.

Algo similar le pasaba con William, se sentía muy bien a su lado, la diferencia era que ese hombre ejercía una atracción sexual que no podía describir, con él quedaba indefensa como una tonta y sabía que él se daba cuenta, así que no sabía realmente qué le sucedía con Fran, porque no podía decir eso con él, pero había un algo que le dolía y punzaba en su interior.

Así que durante todos esos días había estado algo baja de ánimo incluso cuando estaba con su hermano le sonreía, pero la melancolía emergía por cada uno de sus poros, se sentía derrotada, a veces se le juntaban sucesos, cómo una irrupción en la mansión días anteriores, sumado a su vacío, sentía que caminaba en círculos y  qué podía confiar menos en Beltrán, así que añoraba en ese instante ese tiempo en donde todo era más sencillo y sólo era una huésped de François LeBlanc.

Ni los halagos de su hermano durante el trayecto a la mansión LeBlanc e incluso su compañía la había distraído lo suficiente del peso que llevaba encima, se había sentido disfrazada e incómoda, por un momento fugaz tuvo la tonta idea de ponerse bonita para qué él y la viera al menos una sola vez en su vida, pero previamente no sabía sí aferrarse a Fran sería buena idea, él ya le había dicho sus sentimientos por Miss Bracho y no era idiota como para no entender su desprecio. 

Se odiaba por tener tantas emociones pululando en su interior, incluso cada vez que veía a su hermano mandando mensajes en su móvil se molestaba, la primera visión era la de William texteando en el restaurante y lo insignificante que eso la había hecho sentir,  luego vino una llamada que hizo en sus narices en Phuket, no sabía por qué él había actuado de esa manera si minutos antes la había estado toqueteando, para dejarla iniciada y él lanzarse al mar, por un momento le había parecido infantil, aun así durante esa llamada decidió no dejarse intimidar como la noche anterior y simplemente se lo había apagado, -el teléfono- no pensaba quedarse mirando mientras la ignoraba.

Se odió a sí misma por pensar que podría decirle todo a François y luego el miedo la había invadido, para luego efectivamente no poderlo hacer, la seguridad y feminidad de la señorita Bracho no se comparaba con la farsante que intentaba aferrarse, no había argumentos que lo hicieran cambiar su posición, tal como lo veía aferrarse nunca fue una buena idea.

Así que en ese momento estaba trabajando desde la oficina con su aspecto más descuidado que nunca y con una gran opresión en su pecho sin saber que hacer, confundida entre el amor, la lujuria y la amistad, mientras revisaba papeles sobre las patentes del proyecto anterior y otros permisos del que estaba en ese momento los sentimientos se calmaban camuflándose entre problemas que no eran de ella.

En ese momento pensaba en patentes, en producción, en terrenos y permisos ambientales, nada que incluyera el peso que cargaba y que no solo era François, eran esas malditas amenazas que habían vuelto a ser físicas, incluso… William Tilman y su renuencia a volver a llamarlo, aunque al tiempo lo quería.

En ese momento la puerta sonó, pensó que era su hermano o su asistente, pero en cambio un acento francés inundó el lugar escuchó esa voz familiar que ahora le parecía lejana, alzó su mirada era François, estaba parado casi en el umbral, como si no quisiera entrar, aun así, un leve atisbo de alegría la invadió, llevada días añorando viejos tiempos y quizás... Quizás en ese momento todo podría... No era capaz de decírselo, darse falsas esperanzas no era lo de ella, pero verlo en ese instante solo la hacía añorar.

Lo saludó y lo observó fijamente era raro, ahora era extraño verle, de alguna forma le dolía, no podía decirle más tarde nos vemos o saber que tal había ido su día, simplemente se volvería célibe y viviría su vida como hasta ahora, bueno como hasta antes de su declaración y de William y de todo eso que confundía su mente y su cuerpo.

Como era costumbre entablaron una conversación cotidiana, le decía que se había ido muy rápido de la fiesta, ella por su lado le sacó en cara su borrachera y nuevamente miss Bracho salió a relucir en la conversación, una mujer que aparentemente estaba enamorada de Matthew Shepard, mientras él se hundía en la desesperación y fue ahí cuando se le ocurrió que podría “aferrarse” y le habló de ellos, de pensar en aferrarse un poco, pero no sabía si lo estaba haciendo bien y definitivamente no se sentía para nada cómoda haciéndolo, por el contrario su pecho se contrajo.

Tenía miedo porque no sabía cómo aferrarse a algo, le daba miedo hacerlo y volver a sentir el vacío de la ausencia. Él lentamente se acercó y la abrazó y en ese instante fue consciente que había lágrimas en sus ojos, lo extrañaba mucho, deseaba resetear todo y volver a viajar de manera despreocupada, sin pensar en nada, lo sabía era una maldita egoísta para quererlo para esos efectos.

Y tal como lo esperó él la rechazó nuevamente, su abrazo era tan cálido, pero sólo era eso un abrazo de consolación ¿que debía hacer? Lentamente alzó sus manos y lo rodeó también, se aferraría a él por ese instante dejaría de pensar que no la amaba, en ese instante disfrutaba su olor, siempre olía tan bien, apretó sus labios, era tan idiota por sentirse de esa manera.

François se sentía mal por ella, pero no lo creía justo, era difícil mandar en lo que se sentía hasta ella era consciente de eso, tal como había pensado con William el amor era irracional, en ese momento quiso como él decidir no querer a nadie, poder controlar ese sentimiento, pero era complicado, aunque aún no sabía de qué manera Fran era especial y le dolería perderlo como amigo.

También le dolía verlo sufrir por una mujer que no lo quería, había muchos sentimientos en ella así que simplemente contrajo su rostro y más lágrimas brotaron de sus ojos, esta vez ella lo abrazó fuerte, sabía que él estaba en un callejón sin salida, Rebecca amaba a Mathew y Matthew moría por ella, François era sólo el tercero en una relación que estaba consolidada, aun así, la amaba y eso en ese instante le dolía.

Aunque no era capaz de decirle todo directamente intentó hacerlo entrar en razón, pero él le dio una de las verdades más dolorosas de la vida: había personas que se adherían a la vida de forma indeleble, aunque dolieran e hicieran daño, esas personas te hacen pensar que se podía vivir de otra forma y la curiosidad por saberlo era más grande, no lo podía refutar su punto era sólido y ella ya no quería aferrarse a nada.

Marie se retiró lentamente limpiando sus lágrimas con un borde de su mano, luego acarició el rostro de François, y sus frentes  se acercaron lo suficiente, pero en ese momento no quiso besarlo sólo vio sus ojos casi amarillos, se dio cuenta cuanto lo extrañaba, quizás era egoísta, quizás solo se trataba de no querer estar en esa situación de mierda, además en ese instante un par de ojos azul verdoso llegaron a su memoria y su promesa de darle sus labios, mal momento para qué eso sucediera, no deseaba atarse ni siquiera a él...

Un golpe en la puerta los separó, rápidamente caminó hacia en gran escritorio limpiando su rostro sin tocar nuevamente la puerta se abrió, mientras ella intentaba recomponerse, su pecho le dolía, creyó qué él ya no la afectaba, qué todo había quedado en el olvido, pero ahí estaba llorando como una nena porque él no la quería, qué idiota, era tan tonta.

Una voz gruesa irrumpió y su cuerpo se timbró, se trataba de Jacques LeBlanc, el padre de François, se excusaba con que había un asunto importante, mientras Marie continuaba con su rostro abajo, había aceptado su decisión y se había dicho que no haría nada por rogar y ahí estaba pidiendo que la mirara, ni siquiera aspiraba a que lo hiciera de forma romántica, tan sólo quería la relación que tenían un año atrás. 

Respiró profundamente y después de limpiar sus lágrimas, miró al Señor LeBlanc, el hombre se veía apurado y su mirada era dura, tal como la que recordaba de su padre, le exigía que fuese a la sede LeBlanc, Marie lo miró pensativa, ahora mismo debía lidiar con toda la mierda que tenía en su pecho, François LeBlanc dolía y deseaba que dejara de hacerlo, no quería más de eso, quería dejar de sentir.

-Estaré ahí en una hora –dijo con voz apagada, pero ese hombre la miraba como si fuese una porquería qué debían eliminar–

Jacques la miró con furia, mientras ella lo miraba plana, los sentimientos que había despertado François, ese hombre se los había cambiado de golpe, Marie podía cambiar de estado de ánimo con facilidad, pasar de dolor a la rabia y en ese instante eso comenzó alojarse en ella. Ese hombre continuó diciendo cosas sobre la urgencia de la situación estaba molesto y según ella un tanto desesperado sólo les dijo que estaría ahí en una hora y se fue del estudio, no deseaba estar más tiempo en ese lugar.

Caminó hacia su habitación ahora en lo que creía era la nada, aferrarse, eso era una sosería entre más lo hacía más la alejaba y al parecer él había estado ahí solo para negocios… Nada más, subió las escaleras, ahora su realidad volvía lentamente, le decía que debía continuar y que venían más problemas que nunca.

Entró a su antigua habitación y miró a un costado el collar que William le había dado lo tomó con rabia y lo tiró en la cama, desde el momento en que se lo dio, imágenes de su madre la habían asaltado, esa desazón que la invadía en su interior había vuelto haciéndola sentir extraña, como no se había sentido en años, tan desubicada tan fuera de control…

Hijueputa....

Expresó en voz alta, odiaba esa sensación y por un momento odió a William, ¿porque tenía que decirle esas palabras sobre su cumpleaños? ¿Acaso lo había hecho a adrede? Negó con su cabeza, no, él no sabía él efecto de esas palabras, él no sabía lo idiota qué ella se ponía cuando el recuerdo de su madre emergía y todo lo que conllevaba a esa noche.

Había sido un suceso pasado, no debía afectarla ese pensamiento llegaba una y otra vez, pero su cuerpo tembloroso le decía otra cosa y se maldecía por sentir tanto por algo que no recordaba.

Tomó el pequeño portarretrato de la cómoda, su madre le sonreía, pero ahora su risa estaba suspendida en el espacio, era ridícula su situación y esta vez no se trataba de Fran, simplemente era William y su tonta promesa se había abstenido a besar a François porque sus labios eran de William o al menos jugando se lo había prometido.

¿Porque cada promesa con él era irrompible? ¿Quién era él para ella? Era como si hubiese jurado lealtad y ahora estuviera en un extraño pacto donde no quería defraudarlo, cuando evidentemente ella no significaba nada para él y eso qué tenían era algo pasajero.

Sentía que defraudaba a su madre con cada acto, se aislaba de los que le brindaban una verdadera amistad como Aiden, huía del amor y cuando decidía ser directa ya no había vuelta atrás, además una no relación con un extraño al que en ocasiones extrañaba más de la cuenta cuando sabía que no debía ser así, si eso se llamaba vivir dolía mucho y no dejaba de lamentarse por sentirse abandonada por su madre. ¿Por qué ella no se había quedado? 

Era real cada quien elige cómo vivir ante los hechos inevitables, pero ¿por qué se sentía tan débil en ese momento? Veía esa foto en un tiempo tan lejano y pensó que solo era producto del cansancio y la tristeza, no solía apegarse al pasado, pero su madre era su talón de Aquiles.

No tuvo tiempo para quedarse lamentando de su miseria, una gran hemorragia nasal se le vino, recordando que no sólo se sentía débil emocionalmente, su cuerpo lo estaba al parecer nuevamente comenzaba a enfermarse y lo odiaba, debía hacer algo con eso.

Caminó hasta el lavado allí limpio el cuadro y vio su reflejo quitando su mirada al instante se limpió, se dio una ducha caliente, no era momento para llorar no era momento para sentirse débil, era una Keller y así se debía sentir, secó su cabello, luego buscó en su armario, sacó una falda ancha corta, una camisa manga larga negra y un par de zapatos altos, esta vez solo se puso un delgado anillo de oro, tomó su bolso y se dirigió a la salida.

Como había dicho una hora después estaba en la entrada de la sede LeBlanc al lado de su asistente caminó por los pasillos, la dirigieron a la sala de juntas, entró sin mirar a las personas en la mesa, una secretaria le mostró su lugar, ella asintió y se sentó en silencio alzó su mirada, ahí estaba el señor Jacques, François y alguien que reconoció inmediatamente el Padre de Thomas, el señor Ucker, ella lo miró un instante y luego dirigió su mirada a Jacques.

Le agradecía estar ahí y sin rodeos le habló de un negocio que la petrolera había hecho con el Grupo Keller hacía más de dos años y que ahora les estaba dando problemas, según por complicaciones con los términos del acuerdo, cosa que no creía, aun sin saber de qué se trataba. De todas formas, no quería involucrarse en eso, Alicce había sido la que encabezó ese contrato -aun sin tener experiencia- y ella misma debía resolverlo.

Sentía que el idiota era Jacques LeBlanc por asociarse con una mujer como su madrastra, aunque en el fondo creía que ese hombre ocultaba cosas y no porque tuviese un lector de mentes, simplemente por el afán que la convocó a esa reunión, su padre y ese hombre tenían similitudes, acciones que ella recordaba del pasado.

Él insistía en que no era Alicce, sino el grupo Keller, ahora en representación de ella, pero le valía una mierda y no pensaba hacer nada que beneficiara a la petrolera LeBlanc, así que sus acciones podrían estar en lo profundo del mar que a ella le valía lo que ese hombre le decía.

-No entiendo para que me busca, - le habló Marie borde ante tanta pendejada- no entiendo que es lo que quiere de mí –con voz plana, pero severa –

-Nos encontramos nuevamente –interrumpió el padre de Thomas – nunca pensé que fuera la heredera Keller, por mucho tiempo escuché de usted sin saber que estaba tan cerca -Marie lo ignoró y se dirigió nuevamente a Jacques.

-Sólo quiero que el grupo asuma su responsabilidad, que se hagan cargo de su error, la petrolera no se tiene que ver envuelta en su ineptitud.

-Tendrá una respuesta señor LeBlanc, pero no me prestaré a este tipo de situación, no soy tan idiota para acceder a sus demandas. –Expresó dirigiéndose a la salida –

-No se atreva a irse sin antes escuchar todo, -hizo una pausa – Marie, espero esto no se vaya a mayores le prometí a su padre que la cuidaría, él fue un hombre que siempre se preocupó por ustedes, pero si se va creo que me es difícil cumplir esa promesa

Ella se detuvo y le miró con desprecio, ahora intentaba chantajearla con sentimentalismos baratos, ella tenía experiencia, su padre había sido igual de cerdo, la manipulaba haciéndola sentir mal, así que no caería en eso, al contrario, ese sujeto tendría un encontrón con ella si seguía actuando así.

-Me alegra por usted, pero el hombre del que usted habla, no tuve el gusto de conocerlo.

Terminó de abrir la puerta y se dirigió por el pasillo al ascensor, su asistente comenzó a caminar a su lado cuando sintió que alguien le tocaba su hombro.

-Elizabeth –escuchó la voz de François – acompáñame de verdad es importante

Ella lo miró, luego le siguió a lo que parecía ser su antigua oficina, se sentó frente a él, pero le advirtió de entrada qué su sonrisa no la haría regresar a esa sala de juntas, era extraño hacía unos momentos estaba desbordada, pero en ese instante no sentía nada, todo eso de alguna manera la blindaba, en parte sabía qué se trataba de esa parte Keller qué la halaba y la despojaba de emociones, que le decía que no se dejaría pisotear por ellos, incluso sí François estaba incluido. Miró su expresión jovial y soltó el aire, definitivamente no lograba estar enojada con él mucho tiempo de hecho, con cualquiera, albergar ese tipo de emociones también debilitaba.

Ella suspiró.

-Sabes que soy una persona que no puedo estar por mucho tiempo enojada con alguien –ahora ya vencida –

Era verdad había estado muy enojada, no solo con él sino con la señoría Bracho, no lo había querido reconocer sino hasta ahora por qué no pensar en eso le hacía más fácil todo, cerró sus ojos y recordó su conversación con William, esa noche había sido todo confuso, él le había asegurado que Matthew y ella aún se amaban, sin embargo también le había dicho que le había puesto una trampa, quizás, ¿ella había ido aquel lugar porque sentía cosas por François? Meneó su cabeza había decidido mantenerse al margen, era algo en lo que estaba su palabra.

Después de un largo silencio, él comenzó hablar y por primera vez sintió que lo hicieron de forma honesta, sin esa máscara de que eran amigos, fue muy sincera, porque deseaba dejar las cosas hasta ahí, vivir en el pasado no era lo suyo y por eso se aventuró a decirle muchas de sus verdades, aunque en ese instante estaban como ejecutivos de sus respectivas empresas.

Aun cuando no estaba muy orgullosa de lo sucedido horas antes en la mansión, no lo lamentaba, no lamentaba mostrarse tal como era, no tenía por qué avergonzarse de eso, vivía de manera directa, no le gustaba guardar las apariencias, eso le parecía soso, prefería la franqueza del momento, como cuando de manera descarada le decía a William que era de su tipo, o le reconocía a François qué le quería.

Así que se alegraba de hacerlo, de poner un punto final, en el fondo sabía que aferrarse no era bueno, pero no deseaba remordimientos, simplemente dejarlo ir sabiendo que él conocía su posición y aunque tenía envía de Rebecca Bracho, también quería que Fran fuese feliz, porque había sido una persona importante, así que, aunque le dolió le volvió a decir que se aferrara a miss Bracho si veía la oportunidad.

Sentía que después que acababa una relación más que el desamor, el remordimiento de no darlo todo era lo que más pesaba e intentaba darle punto final a eso y por eso intentó explicarle lo que él significaba para ella, lo triste que era no ser importante e incluso como le hubiese gustado ser esa mujer en ese cuadro de él del fin del mundo, en ese sólo instante se dio cuenta que había juzgado esa situación de forma errónea.

Era verdad pensó, no se trataba de un escote para impresionarlo, era algo que iba más allá que miss Bracho sí tenía y ella no y por eso ella no tenía derecho a juzgar a alguien a quien había visto por una sola vez y que de forma irónica en ese momento le había caído muy bien. Sonrió ante eso, había tenido mucha rabia con ella el día anterior, pero no deseaba eso en su vida, realmente sentir, cansaba y no quería seguir evitando eso con él.

Marie le acaba de decir que le quería no se sentía muy diferente por el momento, igual esperaba cerrar este dramático capítulo, pero en cuando mencionó el encuentro con miss Bracho su interés se centró en ella, no sabía si eso dolía, llegaba un momento en que la decepción y el dolor se acumulaban tanto que llegaban a ser una nada, de manera escueta le contestó, no deseaba dar detalles, no quería seguir con esa absurda conversación.

-Fran, gracias fue realmente un placer haberte conocido. -Le dijo sincera, él había cambiado su vida de alguna manera-Ahora sólo te pido que no me hagas confrontar contigo. Siempre me he preguntado por qué trabajas en la petrolera es algo que no entenderé –al igual que ella sabía que el mundo de las intrigas y la codicia no hacía parte de lo que él era, sin embargo ahora estaba envuelta en algo que creía no tenía regreso o ¿si lo tenía? ¿Podía dar por terminado todo e irse lejos con Phillipe de todo eso? 

-Por ahora no puedo hacer nada Elizabeth –Volvió a decir, y ella no deseaba confrontarse con él, de alguna forma él dolor emergió nuevamente, había hecho cosas horribles por mantenerse a flote y no deseaba hacérselas a él, sabía qué se convertía en alguien despiadado y sí él representaba una amenaza para ella, no dudaría en eso.

¿Por qué no se detenía? ¿Por qué no dejaba que su padre siguiera con eso y se hacía a un lado? Evitó suspirar hondo, al verlo reír despreocupado, él le quitaba tensión a todo, ella se sentía como la mierda al pensar qué tendría que hacerle daño y él sonreía despreocupado, de alguna manera le regaló un poco de esa calma.

-¿No es chistoso? ¿Fran? –Habló ahora totalmente relajada, aunque estuvieran juntos por negocios aun podía sentir que finalmente había algo de lo que habían sido, cuando era cómodo estar a su lado reír y él se quejaba por las cosas que hacía.

-¿Qué es lo chistoso? –François respondió sin dejar de mirarla, tocándose su anillo.

-Que de alguna forma me terminas convenciendo, aunque no hagas nada para hacerlo, estaré en París mañana, sé que ustedes están ahí ahora mismo, llevaré mi propuesta espero podamos llegar a un acuerdo.

-Sólo te digo que no cedas ante él es un poco irascible, pero no es algo a lo que no estés acostumbrada. De verdad Elizabeth en ningún momento he querido terminemos peleando por este tipo de cosas.

Marie le sonrió debía reconocer que él era alguien especial, un poco tonto, pero muy especial.

-Lo sé, gracias. No necesitas decírmelo, daré lo mejor de mí, no pienso ceder ante ellos tan fácilmente –retomando su mirada habitual – ni ante ti.

Se levantó de la silla y de dirigió a la salida, no quería estar más tiempo ahí, sin embargo pasó lo impensable, él la detuvo y le indagó por su encuentro con Miss Bracho, apretó sus labios eso le pasaba por hablar de más, Marie se detuvo, su rostro estaba serio, era verdad ya nada se trataba de ella, pero poco a poco comenzaba a asimilarlo.

Le preguntaba si habían sido cercanas y eso la hizo suspirar ¿cómo podría llegar a una conclusión como esa? Sí le había dicho que se aferrara a miss Bracho tenía que ver sobre él y el amor qué emergía de François cuando hablaba de ella. También tenía que ver con ese sentimiento de aferrarse que tuvo antes, aunque sus posibilidades eran pocas, sabía de antemano que era una batalla perdida, pero un lado de ella muy parecido al de su madre había insistido. De manera análoga le parecía idiota qué él dijera amarla tanto y no intentara aferrarse y buscarla.

-... Lo siento, que pueda aceptar que la amas, que puede no ser una mala persona y que ella tomó tu corazón no quiere decir que quiera o sea cercana a ella, no puedo serlo ya lo sabes Fran, sabes que te quiero, que me muero de envidia por la mujer por la cual darías todo, no me hagas decirte lo mala persona que me vuelvo cuando pienso en eso.

-Lo siento de verdad –Dijo él, pero ella no le creyó, François no era un hombre que pensara mucho en los demás y eso sólo hacía esa situación más patética.

-No lo sientas, no más por favor, porque si se tratara de mi esperaría que ella pudiera estar con Matthew –dijo sabiendo lo que esas palabras le dolerían a él – Antes discúlpame a mí, por albergar tan oscuros pensamientos.

Sí había dos temas que la hicieran pensarse mala con él en ese momento era miss Bracho y que él estuviera relacionado más de la cuenta con las intenciones de su padre, no le perdonaría sí él tenía que ver con lo que Jacques maquinaba en ese instante, sabía qué deseaba algo, pero debido a lo inesperado no lo entendía a cabalidad.

Decidió volver a París, debía trabajar en la propuesta y presentarla, realmente no deseaba perder ante la petrolera, se dio cuenta al salir de la sede que tenía un nuevo equipo de seguridad, un hombre alto y rubio que no tardó en presentarse, suspiró pensativa cada vez que ocurría una irrupción Beltram sugería cambiar a las personas a su alrededor, aun así, seguía sin confiar en él.

No tardó en la mansión, tomó sus cosas y las libras esterlina que ganó en Londres y la media luna que William le regaló, sabía que se avecinaba una pelea intensa, no pensó que en su ausencia Alice hubiese hecho de las suyas y se quedara callada, aunque estaba enfadada no le diría nada no se desgastaría con ella.

Al salir se encontró con Phillipe, su hermano le reclamaba su promesa de estar más tiempo con él e ir a Lausana al internado a dejarlo, había olvidado ese pequeño detalle, no dudó en llevarlo con ella, su hermano por lo general se portaba bien, además no era inmune a las súplicas de él, Alicce solía chocar con el niño y discutían mucho, así que no se sentía bien dejarlo, tampoco le pidió permiso, al menos del firmado que ya tenía para sacarlo del país y sin más rodeos se fue de ahí, le esperaba una larga jornada para poder enfrentarse a ese odioso hombre.

Durante el trayecto llamó a Aiden, no había podido hacerlo, aun cuando William le había dicho que la había llamado, le gustaba conversar con Aiden era su amigo y no era como si le rindiera cuentas, simplemente deseaba dejarle claro que estaba bien, aunque su amigo pensara lo contrario, le preguntó por la persona que contestó su móvil y le mintió diciendo que era un amigo, cosa que no creyó, no obstante no le dio vueltas al asunto, tampoco deseaba decirle que se acostaban.

Pensar en William la hizo sentir de repente nostálgica por no verlo o hablar desde hace semanas, era como si su boca articulara palabras que no sentía respecto a irse, pero igual él se lo había dejado claro, no pensaba crear falsas expectativas, además ella aun sentía cosas por François y de alguna manera sentía que si William conociera su situación de mierda, dejaría de acostarse con ella y buscaría mujer menos llena de problemas, en definitiva su vida era una mierda. Sonrió ante ese pensamiento, ¿de verdad lo era?

Las noticias que le dio Aiden la sacaron de pensamientos absurdos, le hablaba de las acciones de la compañía y cómo sus consejos los habían ayudado, se alegró demasiado por todos, pero su ánimo decayó cuando le preguntó por ir a trabajar con ellos, no podría ir por el momento y aunque pudiera, cada día se cuestionaba eso de estar encerrada en cuatro paredes, sentía que eso no era para ella.

Finalmente hablaron del nuevo lanzamiento de un videojuego y quedó en enviarle uno demo a Phillipe, incluso le contó que Crystal había peleado con él y realmente no entendía cómo hacía para discutir con un niño e igualarse, pero bueno así era esa mujer, mucho más difícil que ella.

Finalmente se despidió y se alegró mucho escucharlo, solo deseaba oír su voz, después de tantos encuentros desagradables, -tal como le había llegado a decir William sobre lo horrible que era que te desecharan antes de conocerte,- a ella le sucedía que no era lindo que dos hombres la hubiesen rechazado en tan poco tiempo, aunque en el caso de William era porque él creía que ella se había creído el cuento de ser su novia.

Su hermano le habló, al parecer estaba fuera de lugar y él quería adecentarla, era muy tierno por parte de él, a veces se quejaba de que se sentía sola, pero al ver ese par de ojos azules se consolaba, le confortaba escuchar lo mucho que la quería y cómo le preguntaba en donde se quedarían y su miedo al pensar que ella se iría dejándolo.

En esta ocasión esperaba no hacerlo, esperaba estar con él o su en defecto llevarlo, no quería ser egoísta e irse sola, eran ellos dos contra lo que se viniera la experiencia de Phuket le había hecho pensar en eso, incluso le había aclarado eso de ser novia de William, no quería que su hermano pensara cosas equivocadas, aunque Phillipe insistía en que era su novia falsa.

Al llegar a París, pensó en que quería estar un poco más con su hermano y decidió ir al parque Marte a jugar un poco con él, ya tendría la noche para estudiar, solía ser complaciente con las personas que amaba y Phillipe era el único en esa lista. El rostro de su hermano se iluminó e incluso le mostró el regalo que Fran le había hecho: una patineta eléctrica.

También su hermano había preparado una para ella, así que estuvo un largo rato con él, jugando viéndolo reír y ser feliz por poder estar con Phillipe, eso le hacía olvidar los sentimientos tan pesados que estaba manejando desde que llegó de Phuket.

Se divirtió realmente y se rió mucho algo que no hacía muy seguido y era como si el peso fuese más ligero, lo único que opacó su sonrisa, fue cuando se encontró con Sébastien y Christie, no era como si Sébastien le molestara, pero no se sentía cómoda en frente de muchas personas.

Intercambiaron algunas palabras y notó a Christie extraña, aunque por lo general sentía que lo era y su relación fue más bien distante, incluso por ella por una temporada decidió irse de la casa de Fran, aunque finalmente regresó, pero según tenía entendido no había sido bien recibida por esa mujer.

Y ahí Christie lo estaba confirmando con esa forma tan particular de decir las cosas a veces con muchas adulaciones u otras con leves sarcasmos, jamás le gustó esa muchachita, pero debía tener la suficiente clase para no rebajarse y quedar como una mujer cualquiera. Sébastien por su parte se sorprendió al saberlas conocidas, cuando él jamás supo que Marie Elizabeth convivía con François.

Incluso el tema de François LeBlanc y su borrachera salió, para Christie era algo tierno algo que Sébastien y Marie no tomaron bien, para ambos era una muestra de cómo comenzaba a caer hondo y que si no hacía nada su adicción le ganaría y nadie era tan importante como para que una persona se autodestruyera. Finalmente se despidieron y la alegría que había experimentado Marie se esfumó para darle paso nuevamente a esa confrontación que tenía con los LeBlanc.

Devuelta al auto miró el parque con nostalgia recordó las fotos que le habían enviado de forma morbosa de François y miss Bracho, una de ellas había sido en la torre Eiffel, en ese momento sintió esa opresión en su pecho que en ese momento quería olvidar, pasar página como lo hizo con Thomas.

Finalmente llegó al hotel con su hermano durante el trayecto había hablado con su prima Cathie, la había sermoneado por casi 15 minutos, le decía que debía aprender a confiar en los demás si pasaba una mala racha, no le dijo nada, porque básicamente no podía, no podía hacerlo, no quería confiar en nadie porque sentía que finalmente no valía la pena, esa persona terminaría yéndose y ella quedaría más sola. 

Lo había intentado con François, aunque sabía que le había mentido mucho el año que había pasado, de alguna forma con el único que era sincera y confiaba era con William, pero porque en el fondo estaba muy consciente de que eran un par de extraños, que podía ser con él lo que quisiera porque finalmente a él no le interesaba nada de lo que a ella le ocurriese, que algún día se dejarían de ver y sus caminos tomarían rumbos diferentes, aunque se sintiera muy bien a su lado era algo inevitable.

Su hermano se pidió un chocolate y se fue a su habitación a leer de alguna manera le recordaba a ella misma, mientras ella se cambió y puso algo de música vieja, se dejó llevar por el ritmo, mientras se hacía un café para ella, mientras lo disfrutaba analizó lo que le había pasado en los últimos días: se había ido de viaje con un extraño y a pesar de que a veces las cosas se enrarecían entre ellos, era agradable estar a su lado, sentía como si el peso que había cargado durante todo un año se desvaneciera y pudiera sentirse como una chica sin preocupaciones de amenaza si es que algún día pudiera serlo.

Por otro lado, estaba François, el hombre por el cual sentía cosas, pero que la rechazó, a su lado de alguna forma se había sentido como la sirenita, la había hecho sentir especial, sin embargo al igual que el príncipe él sólo la había podido querer como se quiere a una niña buena y cariñosa y de alguna forma eso no se lo reprochaba porque había aprendido a aprovechar cada momento bueno a su lado. 

Incluso ya no había reproches que hacer a sí misma, él se enamoró y punto.

Marie fue una espectadora pasiva mirando cómo el mundo seguía su ritmo ante ella, quizás no era que haya sido dejada de lado, simplemente se había hecho a un lado dejando que el mundo siguiera porque aún era difícil pensar que es importante para alguien. Su madre le había dicho que no se es dejado que de alguna forma uno se queda atrás por confort, su padre no había luchado para que ella y su madre se quedaran, de ahí que siempre pensara que la única que pelearía por ella sería su madre.

Pero por algún motivo se sentía como una perdedora: cada día es un regalo, no un derecho había leído en un diario que le había dejado su madre, sentía como si ese regalo lo tirara a la basura con esa clase de pensamientos, era como si hubiese desperdiciado un año de su vida, como si ahora mismo lo siguiera haciendo.

Terminó su café y se sentó en el escritorio revisando cada uno de los acuerdos con la Petrolera LeBlanc, tenía que dejar de pensar en idioteces, -pero era inevitable quedar sumergida en sus pensamientos- ese tema era una cosa estaba diferente, se estimaba un margen de pérdida en más del 50%, ahora ellos querían hacerles pagar una cláusula, sin embargo habían inconsistencias que le hacían pensar que lo mejor era que ambos asumieran la responsabilidad, tenía muchos papeles por leer.

Estuvo en ese escritorio revisando acuerdos y gráficas, Jacques LeBlanc se encontraba predispuesto y tenía valiosos motivos, su precioso capital estaba en riesgo. Rió levemente, el dinero movía al mundo y con él la avaricia, odiaba ese tipo de hombres, le recordaban a su padre y su sed de poder, en el caso de él fue tanto y punto que no le importó pasar por encima de ellas para obtenerlo todo. Vio que comenzaba a amanecer así que terminó de organizar los informes y su propuesta final, para finalmente irse arreglar y no llegar tarde a esa tediosa cita.

Dos horas más tarde caminaba por los pasillos de la sede LeBlanc esta vez de París, su hermano había insistido en ir y después de prometerle que se portaría bien, ella accedió, por lo general era lapsa con él, sobre todo cuando le hacía ojitos, por eso no dejaba que nadie traspasara sus muros, era una débil ante el amor que su hermano le hacía sentir.

Lograron entrar sin mayor problema quizás porque los esperaban o porque simplemente al ser domingo las oficinas estaban casi desiertas. La dirigieron a lo que parecía ser la sala de juntas, abrió las puertas dobles del lugar y ahí estaba el señor Jacques a la cabecera, François a un costado a quien saludó asintiendo y él hizo lo mismo y al parecer el señor Ucker ya no estaba dentro, había otras personas que no reconoció. La mujer la dirigió a una de las sillas, ella le asintió y seguidamente se sentó.

Ese hombre la recibió con un cumplido, o bueno lo que él creía era un cumplido pues la relación con Jean Claude, no era muy buena, además ella no estaba para formalidades y así se los hizo saber, la junta entró en sesión rápidamente, deseaba largarse de ese lugar lo más rápido posible, no quería seguir viéndolo... A él.

-Así que sabrá usted que es un asunto delicado. –dijo autoritario - Nuestras acciones pueden tener un gran detrimento si no se hace nada. No entiendo por qué ese capricho de ayer, no es una niña que pueda hacer lo que le venga en gana cuando se trata de negocios serios.

-Por favor señor Jacques abstenerse de decirme que debo o no debo hacer. -Le dijo displicente, odiaba que la mandonearan.

-Marie Elizabeth –habló seco - creo que no está en posición de responderme, que cree que por estar tan solo un año en la presidencia del Grupo Keller, ¿ya sabe todo lo que tiene que ver con este mundo? Sea realista, tan solo es una niñita en medio de tiburones, ubíquese en el lugar que le corresponde.

Marie comenzó a reírse, los hombres con avaricia cuando podían perder su preciado dinero se convertían en seres patéticos que solo ofendían a los demás, para desviar la atención, malas noticias para él, a ella no le importaba que perdiera dinero, de hecho, sí pudiera lo haría perder más, un gesto malvado se hizo en ella al pensar en eso.

-¿De qué se ríe?

-Evidentemente de usted, señor. -Dijo sincera y vio como ese hombre la miró con deseos de golpearla, sin embargo François intervino.

-Elizabeth, ahora mismo es un problema que no solo nos puede afectar a nosotros, sino a ustedes. Alice realizó unos acuerdos con la petrolera sobre unos pozos nuevos de extracción, sin embargo ahora resulta que estos sitios eran parte de zonas protegidas en dichos países, no sabemos cómo consiguieron los permisos y los procesos de compra, pero ahora estamos en serios problemas y no nos referimos a las multas, sino que nos podemos ver salpicados por temas políticos, además de que surgió una explosión en uno de los sitios y eso pone en duda nuestras políticas de seguridad. Como podrás ver pueden rodar cabezas, con penas en la cárcel, ahora mismo las políticas de protección ambiental y laboral están muy estrictas y quieren que este caso no pase en balde.

-Lo sé François, sé la magnitud del problema, leí cada documento.

-Pues no lo pareciera –habló Jacques furioso –

Marie lo miró en silencio, era agotador, ella se había opuesto a una cosa como esas y finalmente Alice se había salido con la suya, le dijo lo tonto que era hacer negocios con una persona inexperta y no pudo evitar reír cuando el intentó excusarse y echarles nuevamente la culpa cuando él mismo estaba en muchos de los papeles que su padre le había dejado, era tan  ruin como Jacques o Alicce o quizás más, pero se hacía el hombre respetable.

Podía ver más y más rabia en ese hombre y realmente eso de alguna manera la divertía, pudo ver una mirada curiosa de parte de François, pero ella simplemente se excusó con él, no quería ser quien le dijera la clase de hombre que era su padre, el mismo tendría que descubrir las cosas y decepcionarse por su cuenta, aunque ella no había tenido esa suerte.

Posteriormente intentó conciliar, finalmente ambas empresas tenían una cuota de responsabilidad y así sentía que debía repartir las consecuencias legales y económicas, pero ese hombre seguía cerrado en banda, no deseaba algo como eso, solo quería que el Grupo Keller asumiera la responsabilidad de manera completa. 

La situación volvió a tensionarse pues ella no pudo evitar soltar que sólo estaba desesperado porque el mercado del crudo no estaba en su mejor momento y subestimar a las personas de bajo rango era un gran error, en ese mundo no había ningún enemigo pequeño. Nada basto y la amenazó con la corte, blanqueó sus ojos y se levantó, no tenía por qué seguir perdiendo su tiempo tratando de conciliar con un hombre tan cerrado.

-Si eso es lo que quieren, nos veremos en la corte –Dijo finalmente levantándose de la mesa, ese hombre no dejaba de mirarla, con rabia y amenazarla.

-Espera –la llamó François – no queremos llegar a ese punto, aún podemos llegar a un acuerdo, yo revisé lo que tiene que ver con el subcontratista y al parecer han existido irregularidades con ellos en varios proyectos. -Marie se detuvo y le miró, él intentaba conciliar y ella quería creer en él, no lo había hecho en el pasado, pero en esta ocasión quería confiar en François LeBlanc.

-¿Así que sugieres que ustedes se ocuparan de eso, mientras el grupo Keller, se encarga de los sitios de extracción?

-Sí, no tenemos que agrandar más este lio –Habló François mirándola –

-Me parece bien, volviéndose a sentar –

Con una jugada rápida François expuso los temas más relevantes en aquel lío judicial y pronto creó un plan, era un buen negociador además estratega, al menos pensaba más que su padre que en ese instante sólo quería llevar todo por la fuerza, ella estuvo de acuerdo, si todo salía bien, el asunto no pasaría a mayores, aunque en el fondo le preocupaba los daños colaterales qué había generado.

Salió una vez no hubo más objeciones, tenía un lío pendiente con unas patentes y un nuevo proyecto en sus manos, sabía que sólo era parte de las pruebas de esas personas y la presión estaba a mil, sí no fuese por esas amenazas no seguiría en esa farsa, incluso por momentos la idea de quebrar el grupo llegaba a ella con saña, odiaba ese dinero y todo lo que generaba en las personas.

Cuando tomó el pasillo sintió que alguien la detuvo, se giró y miró a François.

-Elizabeth –la miró con curiosidad – yo sólo quería saber si estabas bien, ayer no te veías muy bien. -Ella sonrió a veces él era considerado, pero debía intentar salir de aquello, la lastimaba su amabilidad, no deseaba sentirse de esa manera.

–Sí, nada malo, no te preocupes por mí, eso... me lastima –dijo bajando su cabeza nunca pensó que se lo podría decir, en su vida de alguna forma había caído muy bajo, como los meses previos a la muerte de su madre, había estado muerta en vida, ahora no quería ahogarse en pensamientos sobre François, quería dejar de sentir, simplemente quería... Huir de todo lo que le producía sensaciones al igual que con... William. Era como si su cuerpo estuviera programado para huir, sin embargo ahora estaba atada y el no poderlo hacer le hacía sentir miserable.

-Está bien, no lo haré más –le dijo sonriente –

-Gracias, François, -le sonrió - mi madre alguna vez me dijo que a veces es mejor alejarse cuando la cercanía cercenaba.

Se miraron un instante y él definitivamente logró que en ese momento a ella le doliera, lo extrañaba y le daba algo de rabia que, aunque ella se lo gritara él simplemente.... Simplemente no le importara, escuchó la voz de Phillipe que la llamaba a lo lejos y ella desvió sus ojos de los de él.

Saludaba a François en cuanto lo vio, lo admiraba mucho y esperaba que lo que ocurría entre ellos no afectara eso, le contó con alegría que andaba en un viaje de negocios y que la cuidaba, no duró mucho y finalmente se despidió.

-Adiós François –Ella también lo hizo sonriéndole cálida, de alguna forma esperaba que su historia con él terminara con ese adiós, no deseaba dejarse llevar por él –

Marie le tomó la mano a Phillipe y ambos comenzaron a caminar hacia la salida, él volvió a llamarla, ella bajó su cabeza, ¿por qué en ese momento él no simplemente la dejaba ir? Se giró esperando a que hablara.

-Acerca de lo que dijiste en la reunión-Ella entendió que hablaba de su indiscreción era algo que le había ocultado y por lo cual se había alejado de él.

-Fran, hay cosas que simplemente debes buscar por ti mismo, yo no soy nadie para inmiscuirme. –dijo con su voz algo triste -

-Entiendo –le estiró su mano con su rostro sonriente, igual que la primera vez que lo conoció, ella se la recibió – fue un placer conocerte Marie Elizabeth Keller.

-El placer fue mío François LeBlanc – Le sonrió, sintió nostalgia, a veces sentía que las memorias con él eran más fuertes que lo que sentía, de alguna forma la costumbre se imponía y era lo que más le dolía, ahora debía decir adiós y renunciar a aquello que la lastimaba, simplemente continuar como en todos los episodios del fin del mundo en su vida.


CAPITULO ANTERIOR                                                                             CAPÍTULO SIGUIENTE

Comentarios

Entradas populares