La Heredera CAPÍTULO 35: Fresa me siento timado

 



Phuket, enero de 2015

Todo inició con una pregunta de William sobre el dinero que había ganado en el casino, le dijo que podía hacer lo que quisiera así que de manera descarada le había pedido que la cargara, su pie ardía y sabía que se podía arruinar su tatuaje y allí mientras veía sus ojos de cerca se le ocurrió una idea loca, muy loca, ir al otro extremo del mundo y perderse con él un par de días, así que mientras él le decía qué bien parecía que ella quería ser una princesa, ella anhelaba estar un poco más con él.

La desventura tocaría su puerta nuevamente por cuenta de un pedido descabellado, no sólo por las implicaciones que tenía de llevarlo a él, sino porque Marie había olvidado completamente que también había prometido estar con su hermano.

Le gustaba mucho William no podía negarlo, pero su hermano era la persona más importante en su vida, podría afirmar que la única persona que amaba realmente, pero aun así no sabía cómo decirle a William que definitivamente ya no podían ir juntos así que se le ocurrió la grandiosa idea de pedirle que su hermano fuera con ellos. Se sentía mal porque no quería faltar a su palabra ni con el uno ni con el otro, afortunadamente él aceptó ir, igual no era como si su hermano fuese una molestia, era un niño tranquilo.

Marie en ese momento no lo entendía, pero estaba ocasionando caos, no se pueden servir a dos personas a la vez, rezaba un viejo refrán, no se puede complacer y tener contentos a dos extremos.

Así que ésta vez, aunque no muy contento, William realizó los preparativos del viaje, a veces era realmente gruñón, pero tenía detalles que lo hacían totalmente adorable, no en vano en ese instante le decía que su hermano no era de su agrado, aunque básicamente la gente que rodeaba a Marie no lo era -Jean Claude aunque estuviera muerto, François y muy seguramente sí conocía a Cathie también la incluiría-

Al parecer había tenido problemas con su hermano, lo había rechazado sin conocerlo y eso no le gustaba, había sonado como un crío qué odiaba el rechazo, aunque aquel pensamiento era idiota, no era un hombre con complejos de hecho horas antes le había dejado claro que su estatus de inglés le daba distinción. Marie le dijo que lo compensaría, pero él no se veía particularmente convencido, por el contrario se había vueltoa quejar de que no se sentía cómodo con alguien que inventaba planes para separarlos.

Así que desde un inicio estuvo predispuesto con el viaje, según entendía cuando se quedó su celular en la oficina de William ambos habían hablado y su hermano había sido algo grosero y luego porque su hermano hacía planes para que no estuviera con ella, aunque no le entendía muy bien como supo todo eso.


Y aunque en un inicio le causó gracia las pilatunas de su hermano cuando escuchó lo último  su sonrisa se esfumó, no entendía por qué su hermano querría alejarla de alguien con qué se la estaba pasando bien. Eso la irritó y más cuando él insinuó que se lo había contado un tercero  y ese tercero era François no entendía por qué se prestaba para algo como eso.

¿A quién estaba dañando por verse con William? A nadie, sin embargo, ahí querían meterse en sus decisiones. Marie le aseguró que le hablaría al respecto y le dejaría claro que debía ser respetuoso con sus mayores.

Cuando llegaron al Jet que los llevaría hacia Zúrich, se acostaron en una habitación de la lujosa aeronave, y se quedó profundamente dormida, pero no pasó mucho tiempo cuando un grito en la cabeza de Marie la despertó, aún volaban y William dormía a su lado se veía tan relajado, ella estaba pegajosa y sus manos temblaban, tenía miedo y su corazón estaba acelerado, se sentía como la adolescente que temblaba cada vez que llegaba la noche en el pasado, giró su cabeza y le vio dormir largo rato.

Aun no entendía porque lo había vuelto a buscar, esa noche después de verlo partir enojado había estado con esa pesadez, extrañando como tonta su cálido abrazo y esa noche se veía tan indefenso y tranquilo, no podía creer que era el mismo hombre que le había hecho sentir dos sentimientos tan intensos a la vez, tristeza e igualmente una felicidad que hacía mucho no experimentaba.

Él era un completo extraño, al que había comenzado a extrañar, esa noche había estirado su mano y se aventuró a tocar el suave vello de su rostro recordó su risa e incluso el rostro duro que ponía cada vez que algo lo enojaba, eso le hizo cerrar sus ojos por un momento, bajó su mano y con su índice comenzó a delinear su tatuaje por encima de su ropa, se acercó un poco más hacia él, sintiendo la calidez de su cuerpo hasta quedarse profundamente dormida, ahora un poco más tranquila.

El vuelo no había durado mucho y cuando llegaron a la mansión amanecía, estaba tal cual como la recordaba, sin embargo estar ahí le generaba algo de ansiedad, la última vez no había tenido un buen encuentro con su madrastra, esperaba no encontrarla. 

Subieron los escalones de la puerta principal, al llegar al último ella se quedó inmóvil le miró y apretó su mano, continuando su camino. Abrió la puerta principal mirando con curiosidad, los cuadros renacentistas adornaban el pasillo, acompañado de tonos rojizos, caminaron a uno de los salones, la gran chimenea y cada uno de los muebles era algo que le traía muchos recuerdos, le miró:

-Espero no demorarnos aquí, así que iré a buscar a Phillipe.

-Bien. -Respondió serio.

William se fijó en el cuadro que colgaba en la chimenea y sonrió al ver una Marie en miniatura, pero sus ojos expresivos y su negra cabellera la delataban, aquello lo enterneció. Eso le trajo un recuerdo, cuando llegaba del internado con Matt había visto a esa linda niña salir de la mansión LeBlanc la mano de su madre, en aquel momento no sabía que se trataba de Marie, de esa Marie que lo tenía en Zúrich esperando por un estúpido mocoso con el que no le placía estar, al contrario, moría por estar a solas con ella, parecía una eternidad desde la última vez que le había puesto un dedo encima y en realidad no había podido tocar sus pechos, como tanto deseó.

Alice caminó por la mansión se dio cuenta que tenía visitantes, entró al salón y vio a un hombre rubio y alto, se sonrió con agrado,  no esperaba una visita masculina tan apuesta.

-Es grato tener visitantes -le hablo distrayéndolo de sus pensamientos

Él se giró un tanto sorprendido ante la interrupción de la madrastra de Marie, la reconocía del gremio, aunque no tenía idea de nada, siempre pretendía con una suficiencia falsa de aquel saber del que carecía.

-Oh un Tilman -brillándole los ojos -Mucho gusto Alice Keller -estirando su mano

Él le tendió la mano por cortesía, aunque en realidad no le interesaba entablar ningún tipo de diálogo con ella.

-Señora- le dijo con excesiva formalidad, aunque no la considerara una.

En el momento que iban a estrechar su mano Marie se interpuso en la mitad de ellos, dándole un leve golpe a la mano de ella impidiendo que se la tomara a William, no quería que lo tocara. La miró con desdén.

-Creí que estaba lejos. -Marie habló con fastidio

-Oh, no querida cada visita tuya es imposible perderla -seguidamente miró a William - No sabía señor Tilman que le gustara jugar con crías. -Él rió sardónico, tomando a Marie de la mano.

-Desde luego no soy el único o usted no estaría aquí, al parecer al señor Keller también le gustaban esos juegos. -Ella se enfureció al escucharlo decir aquello.

-Le aseguro que pronto se aburrirá, siempre se aburren de ella -rió sin contener la rabia - O si antes la maldición Keller te llega, Querida –Mirando a Marie –Con eso de que todos en esta casa mueren de forma prematura.

Marie la miró sin poder responder, normalmente Alice era una total hipócrita con el resto del mundo, pero estaba ahí diciéndole ese tipo de cosas, sintió realmente vergüenza con William no tenía por qué verse envuelto en sus asuntos, sólo podía apretar su mano.

-En realidad dudo que los hombres se aburran de Marie, más bien creo que es ella quien se aburre de los hombres, pero al parecer usted no la conoce y ante tal maldición, no soy particularmente creyente de las supersticiones, solo la gente vulgar las cree, sin embargo cuide de su hijo entonces, él también es un Keller o al menos eso creo. -Le contestó tranquilo, pero directo, sabiendo que su Fresa la estaba pasando mal.

Marie lo miro en silencio, no podía decir nada, ella no era particularmente penosa, pero su situación familiar era un asco y no quería que él pensara que lo había invitado para agobiarlo, sabía perfectamente los términos en los que estaban, en aquel momento odió por un instante a esa mujer.

En ese momento Phillipe quien estaba en la puerta habló:

-Madre, te he dicho que no molestes a mi hermana - Ella lo miró sin expresión, saliendo del lugar.

Poco después Phillipe se dirigió a ellos sin embargo sin advertencia previa sacó su polaroid y les tomó una foto.

-¿Qué haces? -Dijo molesta

- Ya sabes recuerdos, -luego miró a William- ¿Tú eres su novio?

Él miró al niño, era una versión minúscula del mocoso, aquello le pareció cómico, sabía que le había hecho una pregunta, pero no sentía que tuviera que contestarle.

-Soy lo que ella quiera que sea.-Dijo simplemente

-Phillipe no seas un grosero- Habló sintiendo que ellos nos hacían las cosas fáciles para ella, su hermano la conocía, aun así insistía en hablar tonterías.

-Sólo preguntaba, pero entonces ¿si lo es? -Marie miró a William, no sabía de dónde sacaba semejante tontería.

-Eh... -Titubeó un instante, tenía que pensar como decirle de una manera en que no lo era, pero no entendía por qué hablaba de novio - ¿De dónde sacaste tal disparate?

-¿No lo es? -Marie lo miró fijamente y negó levemente.

-Phillipe, creo que ya discutimos al respecto vía telefónica, deja de molestar a tu hermana, no es de caballeros.

-Tiene razón y yo soy un caballero.

-Phillips, ¿escuché acerca de un plan, me podrías explicar? -Marie pidió explicaciones seria y de muy mal humor.

-Ah mi plan ¿separación? Quedó abortado. -mirando a William - Creo que primero lo conoceré -recordando las palabras de François y del mismo William, Marie soltó el aire, él seguía creyendo que eran novios - No debo meterme en asuntos de mayores. -Marie lo miró seria sin embargo no dijo nada más.

William se rascó la cabeza y miró a Marie, quería recordar en qué momento se había metido en esto, creía que había sido en ese momento en que ella lo miró a los ojos y se lo pidió como un deseo de princesa El niño lo miró y le estiró la mano:

-Los caballeros deben comenzar desde el inicio, mucho gusto.

Él se la recibió y se la apretó un poco más de la cuenta, su naturaleza vengativa así se lo pedía, el niño intentó emularlo, pero le fue imposible y aunque le dolía no se quejó, aquello hizo a William sonreír con malicia, mirando a Marie, que en ese momento se veía pensativa ajena a lo que ellos hacían.

-¿Vamos?

-Si - tomando a William de la mano, mientras que Phillipe se hacía al otro lado de forma posesiva ella lo miró extrañada, realmente no era particularmente cariñoso –

- Hermana, antes de venir pedí tu maleta de la suite.-Ella asintió

-Gracias. ¿En dónde está Beltrán?

-Dijo que tenía que hacer algo en París.

-¿Y tus guardas?

-Mi madre dijo que al estar en la mansión no los necesitaba, aunque no sé de qué te quejas si tu huyes de ellos-Marie suspiró contrariada.

-Yo no intereso Phillipe -Se giró y lo miró levemente, lo miró fijamente -¿Para qué te necesitaba aquí?-Cambió de tema.

-Ehh... -Poniéndose de repente nervioso - Solo para que estuviera en las fiestas de adviento.

-¿Sólo para eso? -Dijo extrañada, entrando al auto.

-Sí, solo para eso.

Marie miró al frente sin decir nada más, a veces era mejor no preguntar, aunque sí nada de lo que hacía Alice tenía que ver con ella era mucho mejor. El auto se dirigió nuevamente al hangar al jet de William, el personal de él acomodaron las maletas y William se disculpó tenía que hacer algunas llamadas urgentes.

Marie se fue donde Phillips quien estaba entretenido haciendo un rompecabezas, las piezas eran muy pequeñas y era sobre constelaciones, Marie se sentó a su lado y comenzó a ayudarlo, estuvieron largo rato ahí, acomodando cada ficha, hablando sobre el internado, le gustaba preguntarle sobre sus cosas, saber con quiénes se relacionaba.

Después de un rato, sin decir nada más recogieron las piezas, quedando nuevamente de brazos cruzados, William estaba ocupado así que no era opción buscarlo. Un movimiento brusco la sacó de sus pensamientos, Phillipe quería que armara un Cubo Rubik, a su hermano le gustaba competir con ella y no negaba que ella disfrutaba venciendolo en cada ocasión, ver su rostro decepcionado por no ser capaz de ganar, ¿pero qué podía decir? Parte de su adolescencia había estado inmersa en juegos de ese tipo, disfrutaba resolviendo sudokus o acertijos matemáticos.

Cuando se dio cuenta que definitivamente no la podría derrotar se rindió y fue a buscar otra cosa más por hacer, ella por su parte fue donde William, se veía pensativo, al parecer se trataba de Matthew Sephard su amigo, le causaba curiosidad cuando le hablaba de él,  tenía un brillo en sus ojos diferente, no podría decir que se tratara de un sentimiento homosexual, era una especie de admiración y respeto. 

William le habló de su próximo matrimonio entre Matthew y Pauline, su amigo no deseaba casarse y realmente no entendía por qué en ese medio hacían ese tipo de cosas, ella consideraba que no había tiempo para ir en contra de lo que se quería, incluso ella misma pensaba que el matrimonio era una pérdida de tiempo.

No diria que nunca lo haría, era tonto aseverar cosas que no sabía si haría, pero en ese momento no era algo que le llamara la atención, hacer unos votos no la ayudaría evitar que eventualmente la dejaran, así que su desden con el rito era algo que no creía que lograra quitarse, creía en otras cosas que hasta el momento no había tenido en su vida.

Estuvo hablando largo tiempo con William, Annie y Miss Bracho salieron en la conversación y como la ex novia de Francois buscaba a la periodista, porque según ella tenían algo, era mujer estaba demente y muy posiblemente  podría hacerle algo -al menos eso creía, pero en cambio William pensaba lo contrario y eso hizo que olvidara aquel tema.

Finalmente decidió cambiarse de ropa, lo bueno del  jet de William era que tenía espacios privados muy cómodos, le gustó escuchar a William morbosearla al pensarla desnuda, ese hombre lograba que unas cuantas palabras la calentaran, le gustaba ver la mirada de ganas que ponía, porque le pasaba igual, le parecía tan guapo que la hacía muy tonta.

Le gustaban los hombres como él, Thomas era una muestra de eso: rubios, ojos claros y altos, Francois había sido su excepción y si era honesta, aunque era un hombre apuesto no le había atraído su físico como con los dos rubios en cuestión, él que tenía en frente le fascinaba y le gustaba pensar que la tocaría y le regalaría un nuevo orgasmo y con esa promesa la acompañó a “cambiarse”

Marie suspiró quería que la tocara y bueno nunca había tenido intimidad en un avión, así que qué era una expectativa doble, caminaron hacia una de las habitaciones del jet dejó su pequeña maleta en la cama sin embargo la abrazó por su espalda dándole besos en su cuello, ella se giró encontrando sus labios, realmente los había extrañado comenzó a subir sus manos por dentro de su suéter sentir sus manos en su cuerpo era adictivo ella comenzó a desabrochar su camisa.

No tenía experiencia en el sexo, pero en ese instante sabía lo que quería, lo quería a él, era como si su cuerpo de repente necesitara ese contacto, William comenzó a tocar sus senos solo eso le hizo sentir su sexo húmedo ella lanzó su camisa lejos, mientras él la cargaba de frente, buscó su boca y lo besó fuera de sí, lo deseaba y no le avergonzaba qué él se diera cuenta de eso, de lo que provocaba en ella, no como sus vellos se erizaban ante sus caricias, quería sentirlo dentro, ella se lo había dicho con él era otra y esa otra quería devorárselo, de un momento a otro la puerta sonó.

En ese momento entendió que no era prudente que su hermano fuera con ellos, o por el contrario no pedirle a William ir, la frustración la sintió en su parte baja fue grande, su hermano la buscaba con una pobre excusa, él quedó estático mientras ella no lograba detenerse ¿porque a su hermano le daba por ser un crío posesivo justo en ese momento?

Suspiró, compungida al notar que William se negaba a continuar y comenzó a arreglarse.

William se molestó, Phillips los molestaba con una mentira así que la poca intimidad que pudieron tener se fue al trasto, así que después de pedirle a Phillipe que respetara su espacio volvió a cambiarse esta vez sin él.

....

Se encontraba en la habitación del lujoso hotel The Shore at Katathani, Marie estaba recostada en el sofá mientras esperaba a William para ir a desayunar, durante el vuelo su hermano no solo le había llevado una carta de su profesora de piano para un recital al cual William la invitó, le iba a decir que no era buena compañía en ese tipo de eventos, pero finalmente agradeció su invitación, no quería ser grosera. 

Miró a Phillipe, miraba él álbum qué tenía de ella y que de manera atrevida le había mostrado a William, según como para de una venganza, frunció el ceño, odiaba las fotos de ese álbum, todas tomadas sin su consentimiento.

Guardó silencio y después hablaría con él, por el momento disfrutaría de la persona que tenía enfrente, se sonrió y se levantó hasta él.

-¿Listo? Podemos ir a desayunar -Le sonrió al verlo salir recién bañado y muy apuesto.

-Tienes mucha hambre-Le dijo William acariciando su brazo

-Si -moviendo su cabeza -

-Como todas las mañanas -Bromeó Phillip.

-Callado te ves más lindo -El niño hizo una mueca y caminó a la salida - ¿Vamos? -le preguntó a William -

-Ven-la halo Marie lo miró confundida y él la besó.

Sus labios chocaron y el sabor a crema dental inundó su lengua, sin dejar de besarlo se montó al sillón que tenía tras ella, para acercarse un poco más, sentir sus labios era simplemente fantástico, se derretía en los grandes brazos de él y sentía que el resto del mundo no existía, William hundía las teclas exactas para hacerla volar.

-Mi Fresa traviesa-Dijo él separándose levemente, ella sonrió tocó el puente de su nariz con su dedo

-¿Lo soy? -bromeó guiñando un ojo.

-Quiero comerte a ti-le susurró al oído, al parecer en referencia al desayuno.

Quiso tirarsele encima y pedirle que le hiciera más cosas, pero su estómago de manera inapropiada sonó y finalmente optaron por ir a desayunar, había sido una pena que su hermano y su hambre no dejarán que cumpliera lo que quería: ser poseída por ese hombre que le traía muchas ganas. 

Al terminar William  le preguntó por los planes y ella le explicó qué podían ir hacer snorkel, era una de sus actividades favoritas y creía que a William le gustaría también, él creyó que tendría que hacer los preparativos, pero Marie lo tenía bajo control, conocía unas personas que la ayudarían, así que no era difícil encontrar uno.

Se puso feliz cuando le confirmaron que tenían un yate, pidió él más bonito, no importaba el costo, notó que William la miró con un aire de suficiencia y coquetería innata en él, le gustaba cuando curvaba sus delgados labios en ese gesto de picardía.

-Bueno es relajante que por una vez uno sea atendido por una mujer-William le habló finalmente.

-Eres mi invitado especial -Philip los miró con curiosidad, su hermana estaba siendo muy amigable con él.

-Y ¿yo? Hermana ¿también? -alternando su mirada entre los dos

-No Phillip tú no, yo soy el invitado especial

- ¡Por qué! - luego miró a William detalladamente y a su hermana, ella lo miraba de una forma que nunca le había visto, realmente parecía una tonta pensó el niño, pero la notó feliz, y eso le bastó para quedarse callado.

-Porque me quiere más a mí-dijo William juguetón mientras la tomaba entre sus brazos y le daba un beso. Ella sintió un cimbronazo cuando sus labios tocaron los de ella, el niño los vio, pero esta vez hizo una mueca.

-Puede ser, - dijo Phillip indiferente, mientras se alejaba de ellos, Marie sonrió al verlo celoso, nunca podría amar más o igual a otra persona a como lo hacía con su hermano

-Mi Fresa hermosa -Le susurró William y ella comenzó a darle besos en su cara terminando en una de sus orejas, le gustaba mucho su físico.

- Tú eres de mi tipo - Lo miró fijamente, le gustaba mucho su cabello rubio corto contrastando con ese leve rastro de barba que siempre mantenía.

-¿Cómo debo tomarme eso?

Marie lo miró confundida, él se veía serio y ella no entendía cómo decirle eso podría molestarlo, era obvio que le gustaba mucho, le gustaba pensar en esos encuentros furtivos, en el sexo que la llevaba a la estratosfera y todas las sensaciones que él provocaba en ella,  le explicó eso y su respuesta fue rara, dado que simplente le dijo que debían pasárselo bien así fuese para molestar a su hermano, le causó risa su grado de maldad, pero no añadió nada más.

Simplemente emprendieron camino a yate, al llegar el paisaje era espectacular, el mar era algo que realmente le agradaba y disfrutaba había estado en decenas de playas, pero la de Phuket era una de sus favoritas, su arena blanca y un paisaje exquisito terminaban haciendo que ella volviera una y otra vez.

Llegaron al yate y Marie miró pensativa a Phillipe correr por todo el lugar emocionado, mientras William lo hacía en silencio, lo miró de soslayo, no sabía que tan acertado era haberle pedido ir, finalmente lo que ellos tenían no alcanzaba ni a ser una amistad, pero no quería pensar en eso, no quería apegarse a nadie.

Su experiencia le dictaba que eso solo era una pérdida de tiempo, sufrir por un otro era algo desgastante, te querían o te odiaban, era simple, así que lo buscaría hasta cuando le provocara verlo, no se obligaría a cosas que no quería y si era honesta deseaba que fuese algo efímero, no quería apegarse a nadie.

Miró el Yate y sonrió no estaba nada mal, se fue a cambiar quedando en un bañador negro de cuerpo entero con su espalda descubierta, se sentó a un costado del Yate, al lado de William, de un momento a otro después de decirle algo a él, la tomó en brazos y se lanzaron al agua.

Marie abrió sus ojos sorprendida, los dos cayeron al mar, aferrándose un poco a él, una vez allí sonrió, él la besó con pasión mientras movía sus pies para no hundirse, le gustaba la calidez del agua, hundió su cabello mientras William hablaba de fantasías en el agua.

Ella lo miró a los ojos y una sensación extraña se alojó en su estómago, no había pensado en algo como eso, de hecho muchas cosas sucias las pensaba cuando se trataba de William, él había abierto un mundo desconocido que deseaba experimentar, en algún momento cuando lo de ellos terminara, sabía que seguiría en esa búsqueda de placer, una vez abierta la puerta no podía detenerse. 

Eso le dijo, que aunque no lo había considerado realmente le parecía divertido, pero William aprovechó para sermonear otra vez por las implicaciones de traer a su hermanito, le dijo como mostrándole de lo que se perdía, para ella no había problema tener a su hermano no implicaba que lo tendrían pegado las 24 horas del día, así que podrían salir después los dos solamente.

-Ummm me lo prometes, creo que me merezco una recompensa y una grande-Le respondió William cuando le dijo que podrían igual estar solos y ella sonrió.

- ¿Una recompensa? -Lo miró pensativa.- La tendrás -Dijo sintiendo su sexo húmedo pensado qué tipo de cosa podría ser.

Era justo, él había aceptado esa situación y aunque no se veía cómodo había mantenido su palabra, eso le llamó la atención, decía mucho de él, así que bueno le daría su recompensa en cuanto pudiera, no le gustaba ir por la vida debiendo favores, así que solía saldarlos.

Volvieron al yate, pero el ambiente se puso tenso por una disputa entre William y su hermano, éste último deseaba irse y William no,  intentó mediar, pero cada cosa que se le ocurría enfadaba a William o su hermano le hacía caras, así que los miraba de forma alterna nerviosa, sobre todo al ver nuevamente el rostro de William furioso.

Marie no sabía qué hacer, ahora William se quería ir, pensaba que ella no pensaba en él, pero sus ideas de dejar a su hermano para tener ellos un momento a solas no estaba funcionando aunque era evidente lo que ella quería hacer, pero William seguía enojado pensando lo contrarío.

-Es evidente que no te importa lo que quiero. -Volvió a decirle severo y ella se acercó tratando de calmarlo.

-Claro que sí, -luego se acercó a su oído - sólo creí que al regresar podríamos hacer lo que quieres-algo decepcionada.

Él le hizo un leve puchero y eso hizo que Marie lo observara casi hipnotizada, nunca le había visto hacer ese tipo de gestos ¿esa era su arma secreta? ¿Así dejaba a las mujeres totalmente a su merced? Ella lo miró fijamente, mientras Phillipe hacía un ademán con su mano y se retiraba hacia los camarotes, sin prestarles atención.

-Yo quiero besarte ya, sentirte, tenerte entera para mí. Te he compartido muchas horas con tu hermanito y reitero que me timaste, creí que cuando me dijiste viajemos sería sólo los dos.

Declaró y ella asintió, realmente ella también lo quería, pero ya tenía un compromiso con Phillipe, muchas veces la había llamado para pedirle salir con ella, pero con el trabajo y sus altibajos no había ido a verlo, pero quiso cumplirse.

Por otro lado con William no se había querido separar, así que fue egoísta de su parte no ser clara, así que aunque creyó que William se había calmado con su palabras no había sido así, aun sentía que ella merecía un castigo por lo que había hecho, no obstante se escuchaban tan calientes que le gustó pensar en lo que le haría -aunque le decía que doleria-, su dedo en su ano no había estado del todo mal.

Se comenzaron a besar y a toquetear, el cosquilleo en su parte baja era genial, quería sentirlo y esperar el castigo, así que cuando le dijo que deseaba esta vez penetrarla por su ano, la idea no le disgustó, no tenía idea sí dolería, es decir, un dedo era una cosa, pero su pene era definitivamente más grande y grueso, pero no podía engañarse a sí misma, le gustaba el dolor, simplemente era demasiado raro como para admitirlo.

Se tocó la cola de forma instintiva, luego se relajó y simplemente quería besarlo un poco más, en ese instante era como si el peso Keller no existiera, le gustaba esa sensación así fuese por unos momentos, sentirse libre y por eso le pidió que estuvieran un poco más así, no quería hablar de castigos, pasaría si, pero por el momento lo necesitaba a él, pero com siempre la respuesta de él fue confusa:

-Eso no te va a salvar -del castigo- -Ella lo miró, realmente no sabía si querían que la salvaran de él y su venganza, tenía la sospecha que encantaría.

-Por ahora creo que es imposible salvarme de ti -Le dijo mirándole sus ojos azules verdosos que le encantaban.

Él la miró en silencio se veía sorprendido, para ella no lo era, qué podía decir esa sensación de adrenalina que la invadía cuando pensaba en sexo con él era inevitable. Pensar en lo que podrían hacer, su vagina se humedeció levemente, no sabía qué podía ser tan sexual.

-En realidad me gusta que te diviertas conmigo.

-Lo hago, no lo dudes -le respondió sonriendo y definitivamente quería aún más, sentir ese castigo del que le hablaba.

-Sí, es lo único que tenemos-William le espetó y ella asintió, lo miró con una leve sonrisa, no sabía qué tipo de cosas estaría pensando, pero era demasiado raro ahora.

-Claro, es lo único - Le respondió sincera.

Él se quedó en silencio, no lo entendía, quizás sólo se trataba de ella, que no entendía entre líneas suspiro, pero dejó de mirarlo, realmente él a veces era rarito, miró el cielo había tan buen tiempo, inevitablemente recordó a su madre, amaba viajar con ella, deseaba volver hacerlo, faltaba poco para irse de ese lugar.

-Marie- William le habló después de uno minutos de silencio- creo que haber venido aquí contigo y tu hermano te pueda brindar una idea equívoca de nuestra relación. Sé que le dije a él que era tu novio, pero no sentí que un niño pudiera entender la naturaleza de nuestra relación. La pregunta aquí es ¿tú la tienes clara?-Marie lo miró confundida.

De ahí había sacado su hermano esa tontería, le intentó explicar a William su punto, ella no se creía novia de él, se acostaban, ni siquiera contaba como si salieran en su lógica, sólo tenían derecho a tocar sus genitales, movió sus piernas ante ese pensamiento. Era verdad que se divertían, pero no deseaba una relación, eso requería esfuerzo, algo que no quería en ese instante, simplemente sí lo quería ver lo haría.

-A veces dices cosas que contradicen lo que acabas de decir.-Dijo William cuando terminó de hablar No me interesa que te hagas ideas equivocadas.

Ella pensó un instante, ¿como negar que le atraía? Era tonto así qué le dijo:

-Suelo ser directa con lo que pienso y lo que quiero, hace mucho tiempo alguien no me alteraba de esta forma, eso lo sé, pero también puedo decir que no tengo ningún tipo de sentimiento o expectativa... 

No quería nada de ese tipo de cosas, podía sonar tonto, pero lo mejor era eso, él no brindaba expectativas y ella en parte le temía algo al compromiso, sí pensaba su situación con Thomas, a pesar de salir con él, en general no pensó en atarse, era como un acuerdo que disfrutaban, qué incluso lo hizo estando él comprometido, no podía negar que le había dolido que escogiera a Victoria por encima de ella, porque en su razonamiento podía aceptar que estuviera con las dos, pero con un compromiso como el matrimonio todo cambiaba, definitivamente no le gustaba, simplemente porque las personas que creían en el matrimonio tenían otro tipo de expectativas y anhelos con los que ella no iba.

Pensó unos instantes en la noche anterior y como todo había sido confuso, lo miró y se prometió a sí misma no dejarse llevar por él nuevamente, sabía que su apuesta iniciaba perdida porque como decía él, había una parte en la Marie no era consciente cuanto él la afectaba.

- No te hagas ideas equivocadas -finalmente Marie le susurró a su oído y él rió muy fuerte.

-Marie no olvides que cuando tú ibas yo ya venía. No me creo del todo lo que me acabas de decir, pero por tu bien espero que sea así.

-En el momento que sea el caso contrario, simplemente lo diré y me iré, no soy una mujer de dramas -Bajó un poco su cabeza hacia atrás mojando su cabello en el agua - No necesito que me creas, después de estar segura de lo que siento, de igual forma cuando sientas que soy una molestia, dímelo. Es verdad que nunca he estado en una relación de este tipo, pero ¿sabes? -le miró - Sentir cansa, no te deja nada, así que esto me parece mejor.

Eso definitivamente era una promesa, dejaría esa no relación de sexo cuando lo comenzara a querer de manera innecesaria, aunque él no lo creyera en el fondo tenía miedo de apegarse demasiado, las pérdidas era algo que no se le daban muy bien, en este caso: su madre y luego someramente Thomas Ucker.

-¿Quién te dejó cansada?-Ella lo miró de verdad, no quería hablar de eso, pero no podía evitar ser sincera.

-Tuve un novio en Vancouver, como escuchaste a mi madrastra me rechazó, casándose por interés con otra mujer -dijo calmada - Hace meses, sentí cosas por François, se lo dije también me rechazó, me dijo que no se sentía igual que no tenía el mismo gusto que yo le decía que tenía -riendo esta vez de forma genuina, -es ridículo ahora que lo pienso.

William se veía realmente sorprendido y ella evitó bostezar, realmente no entendía por qué insistía en lo mismo y de que Fran hablaba con Pauline de ella, no entendía por qué le daba tantas vueltas al asunto, rió con ganas cuando le dijo que él decía que estaba enamorado de ella, ella finalmente le restó importancia, aunque no era muy consciente en el fondo François LeBlanc era una espina en su interior, de esas que con una leve presión dolía.

Menos mal el tema cambió y supo que tanto él como Matthew se habían emborrachado en noche buena por Miss Bracho, eso era nuevo no imaginaba un hombre como Matt ebrio, intentó imitarlo, pero fue un fracaso, William rió y ella acarició su mejilla con sus vellos suaves le gustaba esa sensación en sus dedos.

-Es su segunda borrachera y por la misma causa, vez por qué no me enamoro-Recalcó William y ella lo miró curiosa, ya era la segunda vez que le decía eso de no enamorarse, eso sería posible? Es decir ella entendía qué era un sentimiento altamente irracional, no era algo que uno pudiera evitar, esos meses intentando no sentir cosas por Fran se lo había demostrado.

-Sí, tienes razón, es un buen motivo y es mejor que no lo hagas, -hizo una pausa - aunque para mí, más que amor trata de otra cosa -dijo pensando en las palabras que le había dicho a Thomas, el día que rompieron - se trata de fidelidad, y no me refiero a ser monógamo, -rió - me refiero a la posibilidad de volver a esa persona aunque hayan sucedido muchas cosas que no se pueden explicar.

-Lealtad

Ella le sonrió, para ella se trataba de un amor de lealtades, incluso traicionando se podía ser leal, simplemente las personas creían que no se era leal porque se tenía sexo con un otro, aunque ella sabía qué Thomas después de verla iba con Victoria, le seguía siendo leal, bueno eso hasta que tomó la decisión de casarse, quizás había sido ingenua. 

Cuando William le preguntó si lo era con alguien, pensó en su madre, aunque como Matt le dijo no era lo mismo, pero ¿qué podía decir? No quería dejar pasar a nadie, temía que si lo hacía no estaría bien cuando partiera.

Lo sabía su madre la había pasado mal por cuenta de su padre, la escuchaba llorar cuando estaba a solas, aunque nunca le dijera nada ella entendía su sufrimiento, no creía en casas o familia, prefería vivir a la deriva, dejarse llevar, no crear lazos a nada ni nadie.

Hablaba de eso, de cómo su madre había sido traicionada y William le dijo algo curioso: que ella era prevenida. No lo había visto de esa así que simplemente le dijo:

-No es fácil confiar cuando no has sido correspondido, sin embargo como tonta lo he hecho una y otra vez. -acomodándose en el yate - Supongo que ese es mi defecto

-Y en mí confías

Lo hacía era verdad, sí no, no se dejaría tocar por él, no hablaría tanto con él, intentó relajar la tensión y hacer una broma, pero como sí la leyera simplemente dijo que estaba afirmándolo, negarlo sería tonto, pero él no entendía qué sí no lo hacía, a pesar de no querer una relación, no había juego entre ellos, Marie era honesta, debido a que no podía estar con alguien qué no confiaba.

-Fresa, espero que de verdad entiendas que no debes entregarle el corazón a un tipo como yo.

Ella lo miró triste, no sabía si tenía algo de eso, no entendía a cabalidad el amor al menos en el sentido que él lo decía, adoraba a su hermano y había querido mucho a su madre, pero en lo que respecta a hombres no lo entendía del todo.

- Se lo dije a Matthew hoy te lo digo a ti, no tengo un corazón para dar, mi futuro es ahora -Lo miró seria, sabía que habían en su vida muchas cosas inciertas y aunque se había cegado momentáneamente por William, su realidad no había cambiado, seguía siendo la misma.

-No siempre fui así...-dijo con su mirada perdida

Ella vio cómo su mirada cambió, bajó su mirada y le miró ya con sus ojos suavizados

-Cambiar hace parte de la vida, -sintiendo como ella misma lo había hecho - A veces solo no resulta como queremos -luego cerró sus ojos y se acercó dándole un beso en su mejilla - Lo importante es, más que ser fiel a otra persona, es serlo a uno mismo - dándose cuenta que hasta en eso había fallado ella -

-Yo hace años no sé quién soy Marie -Ella lo miró con una opresión en su pecho, odiaba verlo de esa manera.

-Tu, eres tú, así tengas nuevos matices, aunque no sé si funcione así, realmente. -Sonrió nostálgica -

-No funciona así. -William miró el sol a lo lejos-Hay cosas que ocurren que te roban la esencia, sólo queda la carcasa externa, pero vacía.

Vacío, eso era lo que sentía, poco a poco estaba siendo empujada a un mundo que desconocía, su padre le había dicho que ella era diferente, pero no, era igual a él, se estaba convirtiendo en alguien despiadado en los negocios, falta de empatía hacia las empresas que necesitaban ayuda, se alejaba de lo que ella era, sintiendo solo ese vacío que hablaba William.

-Tienes razón, no se trata de matices, es un todo o nada.

-Y tú y yo somos nada-Ella lo miró sorprendida, de que le dijera algo que ella misma había acabado de pensar.

De alguna manera él veía ese ser que moría por decaer, al que no le importaba pasar por encima de quién fuese por mantenerse a flote. Había luchado por meses, pero no podía negar cuánto disfrutaba pisoteando a esos hombres y cómo de vuelta la saboteaban, sabía que era masoquista, pero ya no le importaba serlo. Sólo sentir esa adrenalina en sus venas ante lo desconocido, avanzar sin límites era algo que después de experimentar no dejaba de anhelar por más.


CAPÍTULO ANTERIOR                                                                         CAPÍTULO SIGUIENTE

Comentarios

Entradas populares