La Heredera CAPÍTULO 33: Me encanta tu sonrisa
París, invierno de 2014
Los ruidos de ramas quebrándose y su respiración acelerada era lo único que se escuchaba, el dolor comenzó disminuir, sus pies ya no sentían dolor, sólo corrían en medio de la oscuridad.
Vio un gran árbol y se escondió detrás, por un momento no pudo respirar y sus manos temblaban, rodeó sus rodillas con sus manos y enterró su cabeza, estaba aterrada, cuando nuevos pasos se escucharon por el sendero, su corazón volvió a latir a prisa, el hombre la encontró y ella miró su figura aterrada, no lograba divisar su rostro, se agachó, comenzó acercarse y ella lanzó un grito.
Marie dio una vuelta en la cama y su hombro se encontró con el piso, hizo un ruido con su garganta y se levantó con sus ojos cerrados, ¿en qué momento se había quedado dormida en la cama? Eso solo le había traído otra pesadilla, en esta ocasión corría por una zona boscosa y el final había sido inesperado: ese hombre la encontraba.
Se sentó en el piso pensativa y ciertamente triste los últimos acontecimientos no habían sido agradables, se había encontrado con William en el hotel, después de salir huyendo de Thomas, esa noche se había sentido tan extraña, -el frío no había ayudado- había salido corriendo como una loca y aunque no tenía ganas de llorar en cuanto él la tocó no pudo evitarlo.
Marie se sintió estúpida y tan vulnerable que sintió vergüenza que la mirara en ese estado, ella intentó protegerse, sentir sus brazos rodeándola había sido tan agradable, pero entendía que ellos no tenían ese tipo de relación, era sexo, sólo eso y lo tenía claro, ella no quería apegarse a nadie nisiquiera William...
No quería sentirse protegida de esa manera, aceptar a alguien implicaba otras cosas que en ese momento no quería sentir, pero sí era de esa forma ¿por qué le había dolido tanto que la mirara de esa manera? William se había enfadado y no le gustaba esa sensación, no le gustaba saberlo enfadado con ella, no le gustaba la expresión de sus ojos.
Se levantó dispuesta a darse un baño, pero en cuanto se paró en su ventana y vio que nevaba todas sus ideas se fueron al traste, la noche anterior se había dado un baño caliente en la tina así que técnicamente estaba lista, no le gustaban los días que nevaba o de frío en general sentía que su cuerpo no funcionaba de la misma forma.
Buscó algo que ponerse, mientras rememoraba una y otra vez esa noche en Londres, como si los pensamientos fuesen un bucle infinito: Thomas la había ido a buscar, ella salió corriendo sin tomar un abrigo, luego William entraba al hotel con otra mujer, finalmente había salido corriendo de ahí por qué odiaba que Thomas la mandoneara y no quería ver como William entraba con otra mujer para fornicar.
William había ido tras ella, le había dado su abrigo, pero ella se había comportado como una idiota, prefirió seguir comiendo sus gomas, -por el frío- aunque William le había pedido que se detuviera pues según él no le harían bien en su estado, mientras ella sólo pensaba cuánto odiaba que él la viera de esa manera, tan vulnerable que había preferido cerrarse.
Suspiró hondamente mientras se abotonaba su abrigo, días antes él solo quería un momento de sexo y ella también, no tenía por qué sentirse mal por él, se repitió, mientras ponía su bufanda alrededor de su cuello, no tenían una relación como para se hicieran reclamos o se dieran explicaciones.
Le pareció extraño que Adam aún no hubiese llamado, de verdad era un inútil, comenzó a dirigirse a la salida, pero no halló a ninguno de sus guardas, se encogió de hombros y comenzó a caminar al ascensor, cuando se abrió en el lobby se extrañó al verlo vacío, no entendía qué sucedía, el botones se acercó a ella con premura.
-¿Señorita va algún lado?-Marie lo miró extrañada, era una pregunta tonta, iba al trabajo.
-Voy a la oficina-Dijo escueta.
-¿A las tres de la mañana?-Dijo el hombre atónito y Marie instintivamente miró su reloj.
Maldición no se había dado cuenta qué era tan temprano, apretó sus labios, ¿estaba tan distraída? Los últimos días había cometido errores leves, pero esto era realmente idiota, no, no se trataba de ese episodio, de verdad eso no le debería importar, tan solo fue... Una tontería, No llores, podía escuchar sus palabras mientras limpiaba sus lágrimas, ¿por qué la afectaba tanto?
No le respondió al hombre, sólo le sonrió levemente y de todas formas siguió su camino al exterior, volver a la suite no era una opción así que iría a trabajar, al menos eso haría que su mente se despejara finalmente había estado realmente enferma y debía ponerse al corriente.
Revisó y leyó papeles durante toda la madrugada, no se dio cuenta que había amanecido hasta que su puerta sonó y Adam entró con un expreso.
-Señorita me dijeron que hoy vino temprano-Señaló él y puso la tasa a un costado con suficiencia.
Marie alzó su mirada y lo miró fijo, lo que hizo que el joven se timbrara, Marie desvió su mirada y continuó leyendo.
-Necesito uno de los informes de producción, además el concepto que se envió la constructora para el nuevo resort.
Después del desafortunado episodio con empresas Chen, Nial se había hecho al proyecto, sabía que había movido sus fichas y después de amenazarla con decir lo que había hecho con Matthew Shepard, no tuvo más opción que callar y fue transferida a otro de los negocios del Grupo: la parte hotelera y la más fuerte.
Sabía que era una prueba y que Nial solo quería apoderarse de la sede en China que tomaba más fuerza, por el momento haría su trabajo y se quedaría quieta el incidente con Gerhard le había hecho tener muchos ojos encima y si quería seguir con su investigación ellos debían creerla lo más sumisa, crédula y tonta posible.
Así que se encargaría de ese proyecto y quería hacer algo diferente con este resort, al menos ya comenzaba a funcionar como era debido, enfermarse no le sentaba bien, sacaba una parte cursi en ella que no le gustaba.
-Grr-Adam se aclaró la garganta-Señorita por favor no se enoje pero...-Marie lo miró con impaciencia, por fin se había activado y él estaba ahí divagando.
-¿Qué?-El joven movió su corbata incómodo.
-Su camisa está al revés-Dijo finalmente y Marie se miró, efectivamente tenía la etiqueta de un costado.
Sin pensarlo dos veces comenzó a quitársela y Adam se giró incómodo, definitivamente estaba tarada, tanto como para vestirse mal y salir a las tres de la mañana, incluso darse cuenta que habían tenido una junta sin ella, ese Nial se estaba aprovechando de lo que hizo con Matthew Shepard, pues según él ella le había dado permiso de hacerla.
No tuvo más opción que aceptar y pedir el acta de esas reuniones, mientras terminaba de organizar su ropa y se desplomó en el sillón cuando Adam salió de su oficina, pensó que tenía que convocar otra junta y aun no estaba preparada para enfrentarla, sabía que no sería fácil y necesitaba ponerse al día para atacar con fundamento.
Sentía que se estaba desgastando y que cada mensaje amenazador era algo habitual en su vida, realmente a veces solo quería que todo se hiciera realidad y acabar con el show, sentía que le faltaban piezas esos papeles de su padre no eran suficientes y había perdido algo.
Comenzó a tomar el café que le habían dejado y lo devolvió, estaba muy claro y ella necesitaba algo más fuerte, caminó a un costado de la oficina en lo único que había incluido en ella, una cafetera, se hizo una taza se sentó pensativa y ciertamente nerviosa.
Los últimos días habían sido confusos, incluso François se había atrevido a decirle que William no le haría bien, alzó su mirada al techo, William había sido lo mejor que había vivido en meses, le hacía sentir ese vacío en su estómago que le generaba expectativa, pero en ese instante lo único que hacía era pensar en su rostro furioso y como eso la hacía sentir muy mal. Pero lo mejor era olvidarlo, no valía la pena darle vueltas al asunto.
Se acordó que Phillipe le había dicho que le había enviado algo con François, a propósito de él, si la volvía a llamar y le decía que no se lo había pedido sabía lo susceptible que se pondría al respecto, dejó su taza a un lado y caminó hacia su móvil, debía llamar a Francois, preguntarle por eso e intentar alejarse de él y no se trataba de William, simplemente llevaba meses evitandolo.
Escucharlo del otro lado le traía sentimientos que deseaba evitar, ahora era un extraño con el que simulaba ser amiga y prefería evitar otra interacción, así que aunque en ese instante hablaban con familiaridad ella solo deseaba que le diera lo de Phillipe y seguir su camino, él accedió y decidieron verse en el café Flore al medio día
Le colgó, era momento de seguir revisando los papeles que estaban represados en su escritorio, primero debía hacer algo con las imágenes que circulaban de ella en la prensa, se había filtrado un video de ese encuentro en el baño con esa mujer, además ya circulaban lo rumores de que ella maltrataba a sus empleados.
Nial hacia un buen trabajo desprestigiando su imagen, pero ella debía intentar mantenerse en la presidencia hasta que llegara el momento de dimitir, después de eso pensaba desaparecer un tiempo, aunque pensar en Phillipe le dolía, no lo quería dejar, en esta ocasión pensaba llevárselo.
Pronto tendría una nueva reunión con el detective Ilam, debía repasar el asunto de su acoso, aunque todo se había calmado, ya los mensajes habían cesado, en ocasiones no le preocupaba que la amenazaron de muerte, sí la quisieran muerta lo estaría hace mucho, había algo que Ilam había dicho que no podía sacarse de su cabeza: había la posibilidad de que alguien cercano estuviera detrás de todo, sabían sus movimientos, sabían qué sí la amenazaban con Fran ella se sentiría mal, no tenía muchas personas de sus afectos y cuando vio que podrían lastimarlo sólo lo había apartado.
Otro punto a considerar era que ese tema, era algo de lo que ella no hablaba, tendía a ser hermética respecto a su vida, incluso esa noche cuando había entrado una vez se calmó no le dio muchos detalles a Beltram y la policía, tiró la pluma frustrada al escritorio, no entendía qué estaba sucediendo, debía ir por la carpeta que su padre le había dejado, él le había dicho que en su momento lo entendería, pero el muy maldito no le había explicado qué era lo que quería que hiciera.
Cuando llegó el mediodía se dirigió a la cafetería en donde había quedado de verse con François, se había escabullido, no era muy difícil evadir a los guardas de seguridad, cuando quería ser cauta, cuando lo vio a lo lejos le sonrió y se acercó a su mesa, ahora jugaban a ser amigos, aunque ella sabía que incluso eso habían perdido, no eran los mismos pero fingían serlo, así que se saludaron de manera informal y alzó su mano para llamar al mesero por un café y algo para picar, la mañana había por andar distraída se había olvidado comer y ya se sentía fatigada. El mesero llegó e hizo su pedido, François se limitó a pedir una botella con agua.
Esperaron unos minutos a que el mesero llegara con el pedido, Marie miraba al exterior mientras jugueteaba con un mechón de su largo cabello, definitivamente se les acababan los temas de conversación, así que apeló al más casual:
-Y ¿has estado bien?-Preguntó Marie una vez el mesero se fue después de dejar el pedido y le echaba azúcar a su café de forma distraída.
-Sí, aunque me preocupo más por ti-Dijo él en su típico acento pausado, ahí iba de nuevo un decálogo de por qué no podía salir con William Tilman.
-¿Otra vez el tema de William? –Habló indiferente, sólo quería que le diera lo que tenía Phillipe para ella e irse no le apetecía que él la sermoneara por William.
-Elizabeth de verdad, él solo quiere jugar, no ama a nadie, exceptuando a Pauline, su hermana-Marie suspiró, intentó calmarse pensando que las intenciones de François no eran malas, que intentaba alejarla de un "hombre que le haría daño". Pero lo cierto era que lo último que él había hecho era daño, realmente ella había sido grosera con él, lo había enojado y ese pensamiento aún la molestaba por algún motivo.
Rodeó la tasa de café con sus manos tratando de entrar en calor, París no manejaba las temperaturas de Londres, aun así hacía frío, él le decía lo obvio, no era como si William hubiese llegado en un corsé blanco pidiéndole que se casaran a los dos minutos de conocerla, realmente agradecía eso, por qué hubiese sido incómodo, no, en realidad la había invitado a buscar su whisky a un lugar en donde ella sabía que no lo "ayudaría" en su tarea.
No tenía mucha experiencia en el plano sentimental, pero no se creía tan ingenua, como para creer que era su novio por simplemnente tener sexo, aunque no habían trazado ningún tipo de contrato ambos simplemente no habían evitado tocarse cada vez que se veían, no podía condenarlo por algo que ella quería también.
-Fran, de verdad agradezco lo que me dices, pero si puedo ser sincera, lo último que siento es amor, no quiero detenerme a sentir.-Dijo escueta, sentía que no debía darle cuentas de su vida a Fran, pero de forma inevitable terminaba dándoselas.
-¿Cómo sabes que más adelante no lo tendrás?-Le preguntó y ella recordó el abrazo que William le había dado y todo lo que había sentido, sacó eso de su cabeza, él estaba enojado, se repitió, no había terminado nada bien esa noche, así que técnicamente no había un más adelante.
-Ahora mismo solo pienso en el presente-Dijo escueta, no tenía que contarle lo último que había pasado con él.-, además no creo que pase a mayores, como bien dices es un jugador ahora debe estar con otra mujer.
Teniendo en cuenta que su futuro era incierto, no sabía a dónde la llevaría todo eso que vivió, en algunas ocasiones se vislumbraba lejos en alguna playa solitaria, en otras sentía que la muerte le acechaba y aunque ya hacía mucho tiempo su miedo por morir se había ido, odiaba la idea de ser controlada, de no poder hacer algo en contra de lo que vivía.
–No pienses demasiado en eso, no pretendo ofrecerle ningún tipo de sentimiento al igual que él y eso me gusta, no hay ataduras o promesas incómodas, no quiero sentir, por lo general no sale bien para mí–de repente quedó en silencio y tomó de su taza, se había dicho que no le diría mayor cosa y ahí estaba nuevamente rindiéndole cuentas sobre su vida a él.
François la miró con preocupación porque nunca hubiese esperado que ella le dijera tal cosa, no entendía cómo se valoraba tan poco como para salir con un tipo de esa calaña, mientras Marie guardó silencio y él volvió sus ojos a ella.
Marie pensó que las pocas veces que se había permitido sentir no había salido muy bien, aun no entendía qué era lo que sentía por François, se había dicho que se había enamorado, pero pasaba el tiempo y pensaba que tenía que ver con la costumbre, con la relación que tuvieron esos años, la comodidad en la que se sentía con él. Añoraba ese tiempo, era simple sin preocupaciones, él la alimentaba, ella le llevaba objetos extraños, hablaban de trivialidades, jugaban ajedrez...
Pero ya no era igual, ella era esa mujer horrible que obtenía pequeñas empresas y las reducía a la nada, dejando familias sin sustento, sentía esa decadencia que en ocasiones le hacían sentir asco de ella misma, porque una parte de ella era tan ruin como su padre, aunque en ocasiones se resistía a serlo, intentaba pensar en el tiempo con su madre y la calidez que ella le había dado, pero era real que una parte de Marie había muerto cuando Lisa dejó de respirar.
Marie comenzó a juguetear con la tasa totalmente ida y ambos quedaron en ese incomodo silencio, no había mucho qué decir, tomó su taza de café y bebió un sorbo, lo devolvió al darse cuenta qué le había echado sal, ya le estaba hartando de su estupidez. Luego lo miró, sus ojos casi amarillos la miraban en silencio, él se preocupaba por ella, pero ella le preocupaba su tema con la bebida, todo por alguien que no lo amaba, no le parecía justo que él se desgastara de esa forma.
-Más que preocuparte por mí, hazlo por ti.-Le dijo Marie finalmente-Lo que no entiendo es ¿por qué no la buscaste y te perdiste en el vino? ¿Por qué era tan difícil tomar el jet y viajar a Madrid? El que realmente me preocupa eres tú-Preguntó confundida, pero él solo suspiró y la miró a los ojos, entendió que era algo que no quería hablar. -Me preocupa que te quedes en lo mismo mientras ella continúa con su vida –Le preocupaba su tema con la bebida, no le había gustado verlo tan mal, tan fuera de sí.
Marie suspiró, el tono de esa conversación no le gustaba, no sólo estaba hablando de más sobre ella, estaba haciendo justo lo que odiaba que hicieran con ella: sermonearlo, por un momento se vio del otro lado, pero le era inevitable no decir algo respecto a lo que había visto meses atrás, él nunca le había dado la pinta de ser un alcohólico.
-No puedo decir que lo haré por ahora –o por un muy buen tiempo pensó abatido.
Marie sintió el dolor en sus palabras, quizás debería sentir celos o rabia en contra de miss Bracho, pero ya no tenía ese tipo de sentimientos, el mierdero que la había dejado Jean Claude era más grande que estar al pendiente de ese tipo de asuntos, sentía era rabia de la actitud patética de Fran, de su no hacer.
-Sólo espero te puedas recuperar, solo búscala u olvídala, pero no te quedes así.
-Elizabeth, no puedo hacer ninguna de esas dos cosas–Dijo François recostándose en la silla.
Marie lo miró fijamente, no entendía qué quería decirle, ¿quizás que él ya sabía qué Rebecca Bracho no lo quería en su vida? Apretó sus labios, ¿eso quería decir que se quedaría en esa posición por siempre?
-No me gusta que te consumas, quiero que seas quien solías ser –algo triste al reconocer que no era el mismo, parte de lo que era François se estaba yendo, en ese momento apelaba a la amistad que tuvieron en el pasado.
François suspiró riendo levemente luego la miró, vio sus grandes ojos azules, tan planos como siempre y directa, a veces se preguntaba qué pensaba, a decir verdad su rostro era indescifrable.
–No creo que pueda ser el mismo, no después de Rebecca –Dijo finalmente.
Marie bajó su mirada esa declaración debía dolerle, pero no lograba encontrar el dolor en ningún lado, no sentía rabia o tristeza por saber qué amaba a otra, en ese momento tuvo deseos de pellizcarse con fuerza para sacar algún sentimiento de ella, pero lo único que se limitó hacer fue alzar su mirada y observarlo detenidamente.
Recordó lo que le había dicho William sobre miss Bracho y sus afectos por Matthew, lo que sí le dolía era ver a François en esa situación, si era verdad que Matthew y la señorita Bracho se querían. Suspiró debía dejar de pensar en asuntos que no le correspondían, no debía meterse, había dado su palabra y realmente no deseaba estar en medio de ese tipo de problemas.
Marie no dijo nada más, realmente no podía seguir en esa posición de juez, finalmente era un hecho que François estaba vuelto mierda por miss Bracho y era un asunto enteramente de él.
-¿Sabes? –Habló él de la nada – la primera vez que te vi, fue en un café-François recorrió el lugar. Marie alzó su mirada
–No recuerdo haberte visto en uno, odias el café –rió –
-Sólo sucedió hace tiempo, -sonriéndole – Simplemente... espero que puedas ser feliz, aunque te dejo claro que no al lado de ese imbécil –bromeando, Marie se sonrió, era oficial ni William ni François se toleraban, era hasta cómica la rivalidad que se tenían, parecían críos.
-François... -Dijo entornando sus ojos, ¿y sí le contaba todo? Incluso y si ¿le decía sobre el plan de Matthew sobre la suite?-Olvídalo –Dijo finalmente, no era su secreto, no podía ser tan atrevida en contar algo de otra persona, así que sólo guardó silencio.
- Gracias, -dijo François de repente – y lo siento –sabiendo que ahora todo cambiaría entre los dos-Debía darle las gracias por lo bueno y debía disculparse, no sabía si la confesión de Marie él la había creado a causa de los malos entendidos.
Finalmente ese día en su casa del árbol lo había besado y él no había aclarado nada, debió ser más honesto con sus sentimientos en ese momento, incluso a su amiga Pauline le había confesado que ese beso no le había generado nada.
-Extrañaré tus tostadas –Habló ella mirándolo sonriente, debía decir adiós de la forma correcta, debía sacarlo de su vida por completo, finalmente esa había sido su decisión meses atrás y debía asumir las consecuencias– tu extraña costumbre de bañarte antes de cocinar y hacerlo de gala, de odiar los zapatos de playa, tu obsesión por el vino y la forma excesiva de halagarte –es decir te extrañaré a ti, pensó – tengo más defectos que decir, pero tengo una reunión en menos de dos horas.
Françoise sonrió, estiró su mano y tocó la fría mano de ella, agradecía lo que había hecho por ella, por acogerla en su casa, por respetar su individualidad, aunque ahora se comportara como un idiota y la juzgara por tener sexo con William.
-No es el fin del mundo, nos veremos a menudo –Dijo él apretando levemente su mano –
Marie detalló sus ojos avellanas, eso lo había pensado meses antes, no era el fin del mundo, simplemente de la amistad de ellos.
-Sí, no lo es, tienes razón –sonriendo.
–No lo dudes, si algo te sucede no dudes en decírmelo –tomando de su botella con agua.
Marie miró el asiento contiguo y vio la caja que traía consigo
-Toma es para Pauline –dándosela.
-¿No hay nada para mí? –bromeando –
-Sí, toma –dándole una caja más pequeña –él la recibió sonriente y sacó otra pequeña caja de su bolsillo –Sé que odias los presentes por las fiestas, pero piensa que se trata de otra cosa –Marie recibió la pequeña caja y la guardó
-¿No verás lo que hay dentro?
-No -Respondió ella jovial.
-Es mala educación
-Sabes que no la tengo –sonriendo en un suspiro –
-Si eso vi-Marie alzo su mirada
-¿Qué viste?
-La patada que le diste a Thomas –mirando la caja que ella le había dado – Y al hombre misterioso que te abrazaba fuera del hotel –luego alzó su mirada –
-Oh, solo son fotos estúpidas, aunque no puedo negar que esa patada se sintió bien
-Deja de ser brusca, eso no es de una dama
-Ya te dije que no lo soy, no soy una damita, mis modales son de la patada–bromeó y de repente su mirada se desvió a una de las ventanas.
-Ay no Marie Elizabeth tus bromas son pésimas-Dijo François con desgana, pero notó que ella no le prestaba atención.
Marie no le contestó había un hombre grande con un gran bigote y una cicatriz en un ceja que la miraba sonriente, no sabía si era su impresión, pero creía haberlo visto antes, de repente desvió su mirada de la mesa y lo miró fijamente, realmente extraña.
– Dame un momento –levantándose de la mesa –
François volteó su mirada hacia donde ella miraba, sin embargo el hombre había desaparecido y él no alcanzó a verlo, Marie, se quedó de pie totalmente extraña.
-¿Oye, estás bien? –Habló haciendo un ademán tratando de llamar su atención.
-Si –sonriendo algo sorprendida –debo irme
-Sí, creo que yo también mirando su reloj –de repente se incorporó –casi se me olvida –sacando un sobre de su saco – Phillipe te lo envía-Marie recibió el sobre algo inquieta – ¿Sucedió algo con él?
-No solo quería desearte felices fiestas, -aunque en realidad era por su cumpleaños, pero decirle eso era como mencionar el coco- pero como no te gusta que te hablen de eso te hizo una tarjeta-Marie sonrió contenta, realmente ese niño se las arreglaba para sacarle una sonrisa.
-Gracias, François –guardó el sobre y luego lo miró –Adiós-François la miró.
-No entiendo por qué te despides como si no nos volviéramos a ver –levantándose de la mesa
Marie sonrió que más le podía decir, ahora mismo cada adiós que decía tenía esa intención, de no volverlo a ver, incluso el adiós que le decía a William.
No entendía cómo había llegado a ese punto, pero los días siguientes no había dejado de pensar en William, sus torpezas aumentaba y era difícil ocultar su preocupación, podría dejar todo como estaba, seguir su camino y olvidarse de William Tilman para siempre, pero, pero, pero… No podía.
Así que cuando llegó el 23 de diciembre se despertó pensando en el incidente de las gomas, recordarlo le hacía sentir extrañamente triste, pensó que con los días olvidaría el asunto, pero no ocurría de esa manera, por el contrario incluso había soñado con William, no lograba reconocerlo en voz alta, pero odiaba pensar que él se había enojado con ella.
Ese día Adam llegó como acostumbraba llenos de papeles para firmar, su mente había vuelto a vagar hasta William Tilman y había escrito hasta en la madera del escritorio y había sido Adam el asistente el que la había hecho caer en cuenta de eso, pensando que llevaba semanas comportandose de forma torpe.
Marie deseaba que William Tilman saliera de su cabeza, quería pasar página y no sentirse mal por su grosería, finalmente se le daba igual ser grosera con algunas personas; pero no con él, volvió a pensar, así que no pasó mucho tiempo cuando decidió volar a Londres, se llevó a Adam y pidió el abrigo que William le había puesto esa noche.
No sabía como reaccionaria, quizás la echaría no lo sabía, aun así prefería hacer lo que sentía, no se lo sacaba de su cabeza y quizás el ir a verlo ayudaría, aprovechar ese impulso y salir de ese limbo que la comenzaba agobiar.
Así que cuál loca investigó en donde quedaban las oficinas principales de William e ir sin invitación, esperaba que la secretaría al menos la anunciara y ya todo dependería de él, si ya definitivamente no deseaba verla entendería el mensaje y se iría, pero las cosas no salieron como ella pensaba, la mujer ni siquiera quiso llamarlo para preguntarle si deseaba verla,si no tenía cita no podía hacer nada y le sugirió llamarlo a su teléfono personal, jamás se lo pidió no lo creyó necesario, dado que… No lo volvería a ver, pero ahí estaba buscándolo, esperando que la recibiera por unos momentos. Esa mujer no cedía, estaba a punto de rendirse, de dejarle su abrigo cuando ella le volvió a repetir eso de los asuntos personales como si ella fuese idiota.
Quizás no era la única mujer que había venido a buscarlo, así que era inutil, lo mejor era irse de ese lugar, no obstante cuando estaba por partir vio una figura conocida, se trataba de Matthew Shepard, quien en cuanto la vio se acercó y le saludó con un beso en la mejilla a modo de saludo, ese hombre le caía muy bien, le parecía amable y tuvieron un breve saludo.
La última vez que lo había visto -al menos a lo lejos- no lo había saludado, dado que no pasó mucho tiempo en la fiesta, había terminado en una habitación de la parte de arriba fornicando con William, para finalmente salir huyendo del lugar, a veces se lamentaba no haber pedido más sexo, pero… Simplemente creía que William ya no la quería más en la habitación.
Intercambiaron saludos y finalmente le hizo la pregunta qué temía: que hacia ahí, él fue diplomático y pensó que tenían negocios, no había tal cosa, -aun así era importante para ella- ella había hecho todo lo contrario a lo que le había dicho en esa gala en Madrid, -aunque no era como si estuviera enamorada- pero ahí estaba buscándolo a él, al hombre y no tenía idea por qué.
Fue escueta y él le confirmó lo qué creía: William no estaba ocupado y simplemente su secretaría la había bloqueado, cuando Matthew le dijo que fuera con él Marie sintió un vacío en su estómago, quería verlo, pero no estaba preparada, Matthew miró a la rubia y le dijo algo que William le mandaba a pedir mientras ellas tenía una leve crisis de nervios.
Maldición, ¿por qué le sucedía eso? No era normal que estuviera tan nerviosa, Marie lo siguió en silencio, haciéndole señas a su asistente de que no se moviera de ahí con el paquete. -su paupérrima excusa- Matthew abrió la puerta y ambos entraron a la oficina.
Así que mientras ellos dos hablaban, aunque no les prestaba atención, ella estaba muy nerviosa, quería verlo, aunque William no se había percatado de su presencia, realmente lo único que hacía era verlo, su corazón comenzó a latir de prisa y sintió por un instante que él la iba a echar y esa posibilidad hizo que su pecho se contrajera
De repente alzó su mirada y guardó silencio, solo alzó sus cejas, ella no sabía qué pensar de sus gestos, solo sintió ganas de salir corriendo, pero se quedó parada en silencio, como si sus pies se hubiesen quedado pegados y su cuerpo no le respondiera. Matt seguía con siendo amable y le contó en incidente con la secretaria y estaba segura que había ido no esperando nada....
William pareció indiferente y contento con la actitud de su secretaria, eso le confirmó sus sospechas, no la quería ver, Marie apretó sus labios, quizá sí tenía razón era una equivocación, estar ahí, no debió ir, debió dejar todo tal como estaba, apretó levemente sus manos y movió el gran anillo de zafiros de su madre, quizá era lo mejor, alejarse de él y continuar con su misión, sin crear vínculos en ese lugar.
No tuvo más opción que hablar, pero él la ignoraba, se sentía ante un gran muro, aun así continuó, básicamente se disculpaba por ir, le entregaba el abrigo y lo más importante: no volvería a molestarlo, no era una amenaza, simplemente no le veía sentido, aun así no pudo evitar sentirse triste, aunque había considerado muchos panoramas en el fondo creía que él no la ignoraría.
-Matthew, espero se encuentre bien -Le sonrió agradecida al menos había podido verlo y darse cuenta que él no quería verla.
Se giró y comenzó alejarse de ahí, mientras sentía a su asistente siguiéndola muy de cerca, ahora tenía que pensar cómo se escaparía de sus guardas para salir de viaje, no se sentía bien irse y eso le dio algo de rabia, pero quería estar sola unos días y sobre todo sentir algo de calor.
-Marie, ven.-Escuchó la voz autoritaria de William
Ella lo escuchó, pero ahora se sentía tan estúpida que no era capaz de dar la vuelta así que solo se detuvo en seco.
-Marie que vengas- Le repitió dio la vuelta lentamente, pero no se acercó y lo miró fijamente, en silencio, sin poderle decir nada de lo creía qué le diría.
Marie lo miró congelada, se veía molesto y su corazón comenzó a latir a prisa no le gustaba eso, él no se movía y ella quería hacerlo, pero no era capaz, sus piernas le temblaban, no sabía qué le sucedía, quería pellizcarse para moverse, pero lo miraba cual estúpida, no entendía por qué él la hacía sentir tan tonta.
-¿Vas a seguir comportándote de esta manera? No me gusta hablar en los pasillos de mi compañía, así que si igual al asunto de las gomas persistes en quedarte ahí, no sé para qué viniste- Se dio media vuelta y entró en su oficina.
Respiró hondo y por fin pudo moverse Marie caminó hacia la oficina, sólo quería decirle lo que tenía que decir e irse lejos de ese lugar, abrió la puerta y vio como los dos la miraron con asombro. Ella tragó saliva y vio como Matthew se levantó de inmediato y comenzó a despedirse de William, antes de salir se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla de despedida
-Las chicas listas saben qué batallas pelear y cuales mejor no intentar.- Le susurró y ella asintió algo apenada por su comportamiento, lo sabía si pensara de forma racional no estaría ahí, pero llevaba días con un desazón que simplemente la impulsaban a estar en ese lugar.
Matthew salió de la oficina y Marie se acercó sin dejar de mirarlo debía decir algo, pero él la miraba con sus ojos severos y sólo hacía que se removiera su estómago, nunca antes se había sentido tan nerviosa ante alguien y se maldecía por eso.
-Diría que estoy aquí con el fin de devolverle su abrigo,-Dijo en referencia al último comentario que él le había hecho- pero no soy alguien que se ande con rodeos, simplemente quería verle, ahora salgo de viaje y no sé cuando regrese, así que... -quedándose en silencio no sabía cómo continuar.
-Marie ven aquí.-Volvió a decirle, esta vez no era severo y lentamente el peso de su espalda comenzó a desaparecer.
Marie, caminó hacia él algo nerviosa, tocó levemente el escritorio y William le señaló sus piernas, Marie se hizo espacio y se sentó sobre estas, él no le dio tiempo a nada tan solo rodeó su cintura y la acercó de forma brusca y la besó, esta vez no sabía a licor, sus labios se movían, mientras sus lenguas se entrelazaron, definitivamente el peso que traía se había esfumado.
Lo había extrañado, era tonto, pero sentir sus manos y sus labios le traían ese recordatorio, no entendía que le sucedía con ese hombre, la enojaba tanto y a la vez caía rendida ante él, sin armadura, tanto que no pudo evitar disculparse por su grosería lo había lastimado y era en lo único que había pensado todos esos días.
William la besó de nuevo y le gustaban sus besos, la forma en como la mordía durante éstos y como acariciaba sus caderas, le gustaba esa sensación de sentirlo bien con ella, estiró sus manos y acarició su cuello y luego su cabello, estaba muy corto, pero le gustaba esa sensación en sus dedos.
Después| de ese beso, él hablaba entusiasta y ella no podía evitar mirarlo, repasar sus delgados labios, su leve rastro de barba, sin poder detenerse le acarició su mentón levemente, tenía una cana imperceptible en medio de sus vellos rubios, le dijo que quería hacer cosas con ella y su estómago se estrujó, nuevamente venía la segunda fase con él, esa en la que le gustaba saber qué pasaría nuevo.
-¿Para dónde dices que te vas?-Le escuchó decir.
-Sur América -Le respondió autómata, pero acto seguido se arrepintió de su respuesta, no era algo que compartiera con las demás personas, ni su asistente sabía que saldría de viaje, era prácticamente un escape.
Quería un momento a solas en la casa donde había pasado tantos momentos con su madre y aunque este año se había prometido no ir, finalmente no había podido evitar comprar los boletos.
William la sacó de sus pensamientos, le preguntaba cuando regresaba, realmente no podía demorarse sólo podía estar fuera por unos tres días, pero era suficiente, no quería pasar su cumpleaños en Europa, quería desaparecer por unos días, aunque era consciente que había pasado varias semanas enferma y ausente del grupo.
Cuando le dijo que la quería ver para año nuevo y hacer lo del globo, se sonrió entusiasta, lo quería volver a ver y más hacer eso que ella en su momento había visto imposible, le dio un beso, no se cansaba de tocarlo y besarlo, se sentía muy feliz de estar cerca de el
-¿A qué horas es tu vuelo?-Le preguntó
-Salgo en una hora -mirando su reloj.
-Bueno tenemos un rato para poner en práctica mis ideas-Respondió él jovial y comenzó a toquetear uno de sus pechos mientras hablaba por teléfono.
No podía describir lo que sentía cuando sus manos la acariciaban, como dirían en el argot beisbolistico, la dejaba fuera de base, recordó a Adam le debía decir que se fuera, tomó su móvil pero William se lo impidió, tan solo bastaron unos besos para que ella olvidara todo.
Así que sólo se dejó llevar por las caricias de sus manos en sus muslos, le gustaba la sensación de éstas por encima de sus medias, no se detenía y sentía su sexo más húmedo, cuando llegó al borde de sus medias de liguero su cuerpo se estremeció, metió su cabeza en el cuello de él y lo besó, sus manos acariciaban la cabeza de William, cuando sus dedos tocaron sus bragas sintió un corrientazo en su espalda.
Él le dijo algo y ella simplemente asintió, estaba ida sobre todo cuando uno de sus dedos masajeaba su clítoris, pero esto no duró mucho, sacó su mano y llevó el dedo a su boca, ella lo succionó quería que siguiera tocándola, pero solo se limitó a preguntar qué quería que le hiciera.
Marie le miró atenta asombrada le sonrió mientras ponía sus manos en su corbata jugueteando con ella, era suave le gustaba, se sentía embriagada por la lujuria, le gustó que estuvieran en su oficina, se levantó ya no se encontraba apesadumbrada o nerviosa, se quitó su gabán y se hizo espacio en el escritorio de él, cruzó las piernas y lo llamó, mientras halaba su corbata y lo besaba, sin embargo el beso no duró.
Porque comenzó a esperar más instrucciones, quería que le pidiera cosas Marie sonrió ahora podía pedir lo que quisiera, eso le gustaba por qué no omitiría ningún detalle, quería sentir sus labios era su necesidad, así que, abrió sus piernas quería que viera el final de su mediaslargas y la tocara.
Se inclinó en su oído y con su lengua jugueteó con el lóbulo de su oreja, después bajó a su cuello y comenzó a besarlo succionando levemente hasta que dejó un leve hematoma sonrió y luego en su oreja le susurró.
-Quiero que me hagas volar -Le dijo finalmente.
Él no le dijo nada solo vio como comenzó a desajustarse el cinturón, dejó al descubierto sus bóxer blancos, no perdió tiempo pues levantó su trasero levemente sacó su bragas de un tirón y su vestido lo llevó a su cintura, la miró fijamente mientras sentía la invasión de su miembro, no dejaba de mirarla y ella emitió un quejido cuando sintió sus labios, William comenzó a moverse y la sensación en su sexo era diferente, no entendía qué era lo que ocurría, pero su cuerpo se retorció.
Rodeó con sus manos su cuello moviendo sus caderas con el ritmo que él le ofrecía reprimiendo pequeños gemidos, esperando que aquello nunca acabara, William lograba tocarla generándole sensaciones que no habían vivido antes.
-Nunca te han follado así antes verdad Fresa- Como sí nuevamente leyera su mente le afirmó, mientras movía sus caderas con fuerza contra las de ella.
- Si te digo que no ¿eso te encantaría?-
Lamió sus labios los tenía secos, William la atrajo, subió una de sus piernas con facilidad hasta el hombro de él, eso hizo que las sensaciones fueran más intensas. Le respondió qué se pondría más cachondo de ser así, y ella sonrió le gustaba la morbosidad de él, y lo sucia que la hacía sentir, finalmente se lo reconoció, le confirmó que todo eso era nuevo para ella, mentirle era inútil, no era muy buena fingiendo sus emociones delante de él.
Los ritmos aumentaron y Marie sintió que se elevaba mientras se empujaba cada vez más rápido sintiendo que llegaba al clímax su cuerpo se contrajo esta vez no se contuvo y soltó un grito sintiendo como todo a su alrededor flotaba.
-Shiff Fresa, recuerda que estamos en mi oficina- William se apartó de ella saliendo de su interior, aún su sexo palpitaba- Como ves aún falta mi descarga ¿me ayudas con eso?-
Preguntó mirando hacia abajo, ella siguió sus ojos y se dio cuenta que miraba su pene.
Marie vio su miembro sin condón, quizá por eso había sentido todo tan distinto, luego lo miró un poco confundida realmente no sabía cómo ayudarlo, luego pensó en que quizás se refería a qué quería que besara su pene.
Lo intentaría, no sabía cómo hacerlo, pero se daría la oportunidad de experimentar. Se bajó del escritorio y le sonrió.
-No soy una experta, pero la última vez dijiste que eso en estos momentos no importaba.
Comenzó a inclinarse dándole leves lamidas a la punta de su miembro se sentía blando y viscoso, no sólo por los fluidos de él sino también de ella, comenzó a darle besos mientras degustaba ese sabor particular, abrió su boca y lo comenzó a introducir, pero no sabía cómo meterlo sin que sus dientes lo rozaran.
Luego sacó el pene de su boca y comenzó a recorrer con su lengua la longitud de tronco hasta llegar a sus testículos, su piel era suave no tenía vellos, incluso podía percibir el olor a loción de baño. Abrió más su boca e intentó volver a introducirlo, esta vez se ayudó con una de sus manos, pero no lograba masajearlo bien y eso era frustrante, no quería quedarse atrás, no le gustaba la idea de ser tan mediocre.
Él advirtió su torpeza porque le sugirió que utilizará su lengua como cuando comía helado, eso le ayudo un poco porque mientras intentaba succionar lo comenzó a masajear la punta con su lengua delicadamente, saboreándolo cada vez más con pasión, le gustaba la sensación de su miembro en su boca.
– ¿Te gusta tu helado?-Preguntó y ella se detuvo para contestar solo movió su cabeza afirmativamente, pero él se empujó dentro embutiendo su pene en la boca de ella. - No te detengas joder.-Replicó enojado.
William comenzó a moverse con fuerza y como tomaba su cabello con fuerza, no entendía por qué, pero le gustó, le gustó ese tipo de sometimiento, como si fuese magia comenzó saborearlo esta vez con más pasión moviendo su boca rápidamente devorándolo, como si fuera un helado tal cual como le había dicho bajando sus manos por toda la extensión de su miembro hasta llegar a sus testículos una y otra vez de alguna forma esa sensación le hizo humedecerse nuevamente.
Su mandíbula estaba entumecida, pero la fuerza con que William se movía la excitaba demasiado, le gustaba que la tratara brusco en esos momentos de intimidad, veía su pene entrar y salir de su boca y sólo pensaba en guarradas, su sexo se humedeció y sintió un líquido recorrer su entrepierna, pronto sintió algo caliente en su boca, su lengua y paladar se sintió rasposo, pero en vez de rechazarlo se lo tragó.
Él le dio la mano y la ayudó a incorporarse, se quedaron mirando en silencio mientras él la hacía chupar restos de semen que tenía alrededor de su boca, le comenzó hablar, pero ella saboreaba sus fluidos, había estado bien, ya no sentía esa cosa extraña que la había acompañado durante esas semanas, quizá podría decir qué abstinencia, pero Marie sabía en el fondo qué no se trataba de eso.
En ese instante acicalaba la corbata de William, aunque eso le implicara estar casi de puntillas mientras hablaban de lo que acababa de ocurrir, podría parecer tonta, pero se sentía tan feliz, que no lograba entender a cabalidad que era lo que le ocurría con él, no entendía por qué le gustaba ver sus ojos calmos y su expresión sonriente, le encantaba su sonrisa.
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