La Heredera CAPÍTULO 28: Noche de Halloween
Estaba recostada en el sillón de su oficina, sostenía una invitación para una fiesta de Halloween, hacia pocas horas acababa de llegar de las islas Polinesias, la sensación de nadar al lado de las ballenas le había traído tanta paz y alegría que podía decir que se encontraba en modo zen, lo único que había arruinado todo había sido ese último acercamiento de Joseph, la había hecho sentir incomoda, al parecer relacionarse con hombres era un tema álgido, su amor por la soledad y apatía hacía los demás hacía qué fuese difícil meterse con el primero qué se le atravesara como se lo había sugerido Cathie.
Suspiró y miró su oficina, nuevamente estaba ahí, debía asumir su realidad, eso la ensombrecía un poco, volvió a mirar la invitación a la fiesta de Halloween, era una gala de beneficencia, el protocolo era ir disfrazados, ella se sonrió levemente, Marie Keller era el disfraz qué ostentaba desde inicio de año era irónico qué le pidieran ir disfrazada cuando vivía de esa manera.
Tocaron a su puerta y entró su secretaria.
-Buenos días-Dijo ceremonial y Marie le asintió.
-Ya leí las carpetas que me dejó, -Marie se adelantó- aún persiste el problema con la fábrica, ¿quién está a cargo de eso? ¿Cuánto retrasaría la producción?
-Anthony, le comunicaré con él, para que le de la información precisa.
-Gracias.
-El señor Beltram quiere verla.-Hizo una pausa y miró la agenda-La invitación a la gala Shepard, piden confirmación.
-Iré-Dijo mientras tiraba el papel en el escritorio, Matthew Shepard le caía bien, además de ir a un lugar disfrazada era algo qué no le disgustaba del todo, su vestido de ejecutiva se lo gritaba.-En cuanto a Beltram dígale que siga.
La mujer asintió y minutos después apareció Beltram, caminó hacia el escritorio y se sentó enfrente de ella asintiendo.
-Señorita no es bueno que prescinda de los guardas. Volvió a huir de ellos.
-A veces creo que cuando estoy con ellos me pasan más cosas que cuando estoy sin ellos.
-La situación actual no es buena, es peligroso que este por su cuenta, salió de Zúrich por la ultima amenaza debería reconsiderar que ya no puede andar como una persona corriente por la calle, si usted llegara a morir en este momento seria...
-¿El grupo se iría a la quiebra? ¿Eso quiere decir? No se preocupe no dejaré que eso ocurra. -No al menos por el momento pensó
-Me interesa su integridad física, quisiera que me acompañara el detective a cargo nos espera quiere hablarnos de algo.
-Está bien -Dijo ella mientras tomaba su abrigo.
Beltram la subestimaba demasiado, de hecho muchos en ese medio lo hacían, verla como la niña huérfana de un gran imperio generaba ese tipo de cosas y si, consideraba qué había sufrido demasiado en su vida la pérdida de su madre era algo que en ocasiones no la dejaba dormir en las noches, pero finalmente no se consideraba una especie de paria, así que no se inmutaba por decir lo contrario, no le importaba lo que pensaran de ella.
En ese momento era consciente que su vida estaba siendo arrastrada y manejada, aunque se resistiera y era inevitable no sentirse al borde del precipicio, pero eso no tenía qué saberlo los demás, así que básicamente intentaba no inmiscuirlo en sus sentimientos
Se giró por su ventana miraba las calles de París, de alguna forma sabían qué eran hermosas, aunque para ella no tuvieran sentido y realmente se sintiera incómoda en ese lugar.
París durante la segunda guerra mundial había sido la única ciudad en Francia que no se destruyó, pues habían llegado al acuerdo de mantener intacta, mientras que la guerra dejaba en ruinas ciudades, había dolor y los estragos de la muerte se vivían en otros lugares, los habitantes de París seguían su vida tranquila, sus cafés, sus parques, estaban tan vivos como se veían en ese momento.
Ahora mismo era algo parecido, ella estaba en una guerra sin ni siquiera saber a qué se enfrentaba mientras la vida continuaba en aquel lugar, ajenos al temor que se escondía en lo profundo de Marie, turistas y propios la recorrían con risas y con anhelos, pero ella solo podía sentirse vacía en aquel lugar.
Se recostó y suspiró aquel viaje le había traído un poco de calma, a veces ella misma no entendía sus cambios de humor, la muerte era algo para ella indescifrable a veces solo actuaba por miedo de irse y dejar a su hermano a merced de Alice, otras veces era por rabia, rabia por sentir que le quitaban su vida, que estaba nuevamente muriendo en vida y que nada tenía sentido. Tal como lo había pensado con el episodio de Matthew la adrenalina por meterse en problemas no la ayudaba en nada a su situación.
Sentía la ausencia de François, aun pensaba que podría volver a los viejos tiempos con él, pero todo era una fantasía, ya no contaba con él, se había dicho que lo quería, pero ¿cómo no querer a alguien que estuvo en su vida por tanto tiempo? A veces no sabía que era lo que sentía, aun ese vacío le hacía extrañarlo, pero no sabía si eso era amor, sí lo comparaba con lo que había sentido por Thomas, no había podido sentir algo igual a lo que había vivido con él.
Sí pensaba en su madre no se sentía como la vida en rosa, pero entonces ¿qué tipo de amor sentía por François LeBlanc? Extrañaba su malditamente deliciosa comida, su sonrisa, sus tontas bromas ¿acaso estaba siendo una hijueputa egoísta por sentirse así?
Con Tom, pudo aprender a confiar, podía ser ella misma o lo que creía era ella misma antes del accidente de su madre, ahora mismo no sabía quién era, se estaba convirtiendo en alguien desconocido, no sabía que podía llegar a ser tan fría y despiadada y no sentir nada, absolutamente nada, eso la aterraba como en ocasiones la empatía era algo lejano para ella y pensara que al final si esto era un juego de supervivencia ella definitivamente quería vivir sin importar quien no lo hacía al final de cuentas.
Reír y llorar eran cosas tan simples para el resto del mundo, pero para ella era difícil, pocas personas podían conocer estas facetas de ella, realmente era algo qué le nacía y no le interesaba mostrar sonrisas falsas, con Thomas era fue fácil hacerlo, incluso cuando se enojaba con él.
-Señorita llegamos -La sacó Beltrán de sus pensamientos.
Ella alzó su mirada habían llegado al café de la Paix, evitaban reunirse con el detective Wood en la comisaria o en la sede, ya que se no se podía evidenciar que ella tenía un acosador, eso la pondría en una situación difícil como CEO, y las acciones podrían resentirse y realmente, aunque odiara decirlo debía velar porque ese mugroso dinero aún se mantuviera intacto.
Abrió la puerta del auto y se acomodó su abrigo rojo y caminó hacia el lugar, un hombre robusto los esperaba en una de las mesas esta vez estaba acompañado de un hombre más joven, tenía los ojos verdes y el cabello castaño oscuro, de contextura atlética, su peinado era perfecto al igual que su rostro rasurado.
-Es un placer volverla a ver Miss Keller -El detective Wood estiró su mano, ella hizo lo mismo, asintiendo -Este es Ilan Wood - El hombre le estiró la mano detallándola detenidamente -
-Mucho gusto Marie Keller -dijo ella plana sentando en frente de ellos.
-El gusto es mío -Le sonrió.
Beltrán que aún estaba a un costado le asintió.
-Señor Beltrán -Le dijo con familiaridad.
-Como se podrán dar cuenta Ilan es mi hijo -Dijo orgullosos - Pronto llegara mi jubilación, así que consideré que sería bueno que él siguiera con el caso. Marie lo miró en silencio.
-Él ya está al tanto de todo, sin embargo quiere hacerle algunas preguntas señorita Keller, ¿tiene usted algún problema?
-No, puede preguntar lo que quiera.
-La última nota que le enviaron fue muy diciente, ¿cree que puede ser alguien cercano quien la está acosando? -Marie miró con desconcierto a Beltrán.
-Llegó mientras usted estaba de viaje -Sacó un papel en una bolsa transparente y se lo mostró.
Ella lo tomó en silencio y lo miró, decía: muere en letras retorcidas, nada nuevo, pero le llamó la atención la sustancia en la que estaba escrito.
-¿Qué es esto? -Señalando el papel, sin embargo no esperó a que le dijeran y lo sacó de la ziploc y la olio, era mermelada de fresa, su favorita.
-Mermelada, ¿tiene alguna relación con usted?
-¿A eso se refería usted con diciente?
-Sí, no es una forma común de escribir notas amenazantes.
-Me gusta la mermelada de fresa y no es la primera vez que me escriben una nota amenazante con ésta. -El hombre la miró intrigado.
-No he leído nada igual en el informe.
-La señorita Keller debe estar confundida -Dijo el detective Wood.
-No, no lo estoy, detective recuerdo muy bien, se trató de la primer vez que invadieron mi lugar, destrozaron todo, había una nota que decía "Es mejor que te vayas" en un inicio creí que era sangre, pero en realidad era mermelada.
-Pero usted tuvo un ataque a su oficina con sangre Dijo Ilan.
-Pero eso se descartó de la investigación -Hablo Beltrán - Ese incidente tuvo que ver con la Señorita Annie Sophie y por eso la señorita Keller la envió a un lugar psiquiátrico por unos meses.
-¿Era un caso aislado? -Dijo Ilan. Marie suspiró.
-Señor Wood, dijo usted que había leído el informe y eso me hace pensar que no comprendió a cabalidad lo que decía ahí o que ese informe es obsoleto.
-Miss Keller -Dijo el detective a cargo tratando de calmar los ánimos -hay muchas cosas del informe que él no leyó por seguridad, mis disculpas.
Marie lo miró en silencio, que le dijera que era la primera vez que en una de las notas amenazantes la escribieran con mermelada era algo raro, ¿qué había pasado con el informe realmente? ¿Por qué tenía tantos vacíos? Miró al joven detective, sonreía y se veía atento, en ese momento ya no sabía con quién contar y confiar, lo hacía someramente en Beltrán, ya que le conocía desde que tenía memoria, además de que le había ayudado después de la muerte de su padre a sobrellevar la crisis, pero todo esto se estaba volviendo confuso y ni siquiera podía decir qué lo hiciera completamente.
-¿Que era aquello tan importante que quería comunicarnos? -Dijo Beltrán en su habitual tono pausado.
-Oh si, hemos descubierto un patrón en las notas que le han enviado. Lo que nos ha llevado a pensar que la persona que las ha escrito no domina el alemán.
-Hemos recopilado cada nota y mensaje de texto que le han enviado -Dijo el detective más joven, pasándole un sobre abultado -Quisiera que usted misma corrobore si son todos los que le han llegado o faltan algunos, incluida las veces que han entrado a su lugar de residencia.
-Lo haré. ¿Cuál cree usted que es la nacionalidad de la persona que escribió las notas? -hizo una pausa - ¿Cree usted que es la misma persona?
-No creo que Ilan aun pueda aventurarse a hacer afirmaciones de ese tipo -Dijo Beltrán.
-¿Por qué? -dijo ella curiosa - Si ha leído la mayor parte del informe y el detective Wood dijo que podría ser la siguiente persona en continuar con el caso.
Ilan sonrió.
-Señorita podría darle muchas hipótesis, pero no es prudente hasta que tenga evidencia sólida de lo que hablo. Mis disculpas. Ella lo miró en silencio y le asintió.
-Disculpe mi ligereza, solo tuve curiosidad en saber sus respuestas.
Beltrán tomó el paquete que el detective le había dado a Marie, sin embargo ella le sonrió y lo tomó, levantándose de la mesa.
-Señores Wood -Estiró su mano -Fue un placer.
-Señorita Keller, espero contactarme con usted la próxima semana -Dijo Ilan recibiendo su mano.
Ella le asintió y sacó una tarjeta de su pequeña bolsa de sobre.
-Puede llamarme directamente
-Lo haré. -Salieron del café, con Beltrán caminando a su lado
-Señorita no es prudente que se comunique directamente con el detective Ilan, aún es nuevo en el caso. -Ella lo miró.
-Dentro de poco estará a cargo, supongo que debo conocerlo -Dijo entrando en el auto, luego bajó la ventanilla -Iré donde Oliver.
Beltram asintió sin decir más, Marie miró su reloj aún estaba temprano, pero necesitaba ejercitarse un poco, miró el sobre que le había dado Ilan, lo revisaría en la noche en su suite, debía organizar los últimos acontecimientos, no tenía avances en descubrir quien dentro del grupo era el culpable de la muerte de su padre, aunque debía reconocer que había surgido tantos imprevistos que la habían desviado de su objetivo.
Miró a Beltram conducir, era lo más cercano que tenía en quien confiar dentro del grupo, pero él había sido la mano derecha de su padre y ella había confiado poco en él, nunca había sido claro con ella sólo le había dejado una carpeta sellada y una llave qué según él la obtendría cuando fuese necesario y un puñado de papeles sueltos a los que había tenido acceso.
Recordó la última vez que lo vio, después de esa experiencia de escalar nuevamente juntos, creía que podría reconstruir un poco la relación con él, habían entrenado en el gimnasio de la mansión, como era costumbre él le había ganado, "para una próxima te desquitaras le había dicho" La próxima vez no llegó y lo próximo que escuchó de él fueron los gritos de su madrastra por toda la casa diciendo que había muerto, todo había sido tan repentino que no pudo sentirse mal, sólo daban en su cabeza vuelta las mismas palabras que no era capaz de articular, al igual que con su madre mucho tiempo después pudo decir que estaba muerta decir esas palabras hacía real todo aquello.
Y en el caso de su padre, aunque no era unida a él le quería, era una sensación extraña odiarlo y quererlo y ese vacío que tuvo, se sintió triste, pero a la vez no sintió demasiado, era contradictorio, de hecho, muchas cosas en su vida lo eran, extrañaba, pero a la vez sentía que dejaba ir las cosas con demasiada facilidad.
De repente pensó en François, ahora no sentía la opresión de días antes, había decidido dejar el asunto en el olvido, le quería y le extrañaba, pero no sabía si era un sentimiento mezquino de quererlo en su vida porque la hacía sentir cómoda, dado que era alguien a quien se había acostumbrado y cada vez que regresaba de un viaje lo encontraba con su sonrisa, contándole alguna ocurrencia e incluso de alguna de sus aventuras.
Ese día en la gala en Madrid, sabía que ellos estaban raros, ella prefirió no acercarse y él optó por lo mismo, lo veía hablar y reír con Pauline, era raro porque de alguna forma sentía que el hombre que veía al lado de la hermosa mujer de cabellera rubia, no lo conocía, luego observó cómo no dejaba de mirar a la señorita Bracho y mientras estuvo en la cena con ella, su mirada era desconcertante, diferente a lo que le había visto antes, como las fotos que le habían llegado de ellos. Puso la mano en su pecho afortunadamente estaba más calmada frente a ese asunto.
-Señorita llegamos -Ella alzó su mirada y se puso sus tacones, salió del auto y se detuvo unos instantes frente a Beltram.
-No me tiene que esperar.
-Como usted diga señorita.
Ella entró al lugar, sabía que cuando saliera estaría su chofer habitual a la salida, a veces el tener guardas y no poder hacer las cosas con libertad la sofocaba, pero era algo a lo que ya se estaba acostumbrando.
Los gritos se escuchaban en el gimnasio, ella fue directamente hacia los locker, se cambió y junto a su ropa dejó el sobre de manila dentro del cubículo se quitó su larga cola de caballo, se masajeo levemente el cuero cabelludo, su cabello en ocasiones le pesaba y ahora que le llegaba a su cintura era con mayor frecuencia, sacó tres elásticos , se partió su cabello en tres secciones e hizo una coleta en cada una, luego tomó las tres secciones y las unió, de esta forma podría practicar más cómoda, finalizó con una larga trenza.
Caminó descalza al colchón, comenzó calentar y estirar sus músculos mientras Oliver luchaba con otra persona, estiró sus manos y sus piernas, lentamente hizo un Split, llevó sus manos hacia atrás haciendo una u con su espalda, de verdad a veces sus músculos sufrían por la incómoda posición en la que dormía, aunque ya después de tanto tiempo, se había acostumbrado y dormía sin ningún problema.
Oliver se paró a un costado de ella, estaba totalmente doblada, él le sonrió.
-¿Eres alguna clase de contorsionista? Podrías estar en una función de circo.
Ella lo miró en silencio, no había considerado que su flexibilidad la podría llevar hacer alguna rutina de circo, dio una voltereta y se levantó.
-No lo creo, no tengo suficiente carisma para estar en un circo.
-Sí, eres algo plana, aunque eso sucede con las personas que no conoces. Ella lo miró sorprendida.
-Te he visto hablar con tu hermano por teléfono -Respondió él a la pregunta no formulada- Y en esos momentos podría decir que eres normal.
Ella lo miró en silencio sin cambiar su expresión, era verdad su hermano hacía que emergiera esa parte de ella qué no mostraba con facilidad, qué guardaba bajo llave no por elección si no porque no era capaz de fingir amor o amabilidad con personas de un medio tan superficial.
-No me hagas esa cara y mal interpretes lo que digo, me refiero a que pareces una jovencita más de tu edad. -Ella frunció más el ceño junto sus manos e hizo una reverencia
-Permiso para entrenar.
Él hizo lo mismo dándole paso a la colcha de entreno, llevaba conociéndola más de seis meses, la primera vez parecía una niña asustada que, aunque tenía una muy buena técnica, no estaba dispuesta a golpear una mosca, ahora su mirada era más segura y la efectividad de sus golpes también, dudaba menos, había algo en sus ojos que le decía que ocultaba una oscuridad detrás de esa fragilidad que parecía tan evidente.
Ella lo miró en silencio, mientras él tomaba el palgachi de un costado y se dirigía nuevamente hacia ella,
-Hoy practicaremos un poco tus patadas, comencemos con la milo chagui.
Ella lo miró en silencio, él alzó el palgachi esperando la patada, al ver que ella no se movía lo bajó.
-¿Sucede algo? Si es por lo que dije ahora, hablé de más.
-No, no se trata de eso, sólo decía lo que pensaba, a veces la verdad resulta incómoda, los demás te piden ser sinceros, pero cuando sucede eso aterra es todo, pero yo solo tenía una duda.
-¿Una duda?
-Si -dijo pausada, no sabía cómo decirle lo que le preocupaba - Yo he pensado, que, aunque mejore mi técnica en patadas, no sé si sea efectiva si... en algún momento alguien que doble mi estatura y sea mucho más fuerte, me pueda defender.
Oliver vio su rostro preocupado, ¿qué le sucedía a ella que pensaba algo como eso? ¿A qué tipo de acosador se enfrentaba? Hasta el momento sólo sabía que era por defensa personal, pero su rostro se pudo ver por unos instantes preocupado.
-El taekwondo, es una disciplina que te da herramientas de defensa personal, podríamos combinar técnicas de jiu jitsu y kyusho, que pueden darte ventaja, sobre tu debilidad. Eres pequeña y delgada uno de tus puños como bien lo sabes desde el taekwondo si no tienes la técnica no lograrían hacerle daño a una persona que te lleve la ventaja en contextura física. ¿Le temes a algo? -Dijo Oliver de repente - ¿Porque necesitas convertirte en una asesina eficaz? -Dijo con un dejo de burla.
-¡Yo no pretendo matar a nadie! –Alzó su voz quedando inmediatamente callada, aunque era verdad que no le importaba si alguien no vivía con tal de hacerlo ella, escuchar eso en voz alta era aterrador, ¿a qué tipo de abismo se dirigía ella? ¿Porque era tan difícil ser la misma de antes? ¿Por qué ahora era una persona horrible y en vez de ir hacia atrás seguía avanzando? Ella misma se había prometido que protegería a Phillipe, pero no sabía si ya solamente se trataba de eso.
-¿A qué le temes?
-A mí misma. -Oliver se rio, pero seguidamente se puso serio.
-Yo siento que desde el primer día que en que entraste aquí intentas mantener un disfraz, dices que tienes miedo de ti misma, esto solo significa que no tienes paz interior y la persona que proyectas no es la misma que llevas en tu interior.
Marie tragó saliva, no sabía que le ocurría, pero trataba de huir de una oscuridad que lentamente la absorbía y no sabía si eso era lo que quería.
-Estrés, dolor, frustración y un sinfín de mentiras, son cosas que harán que tu vida sea bastante insoportable –Oliver siguió hablando sacándola de sus pensamientos y él la vio con su rostro impasible, era realmente inquietante no saber que pasaba por su mente, Oliver no sabía si era una forma de protegerse o simplemente ella no sentía nada al respecto - Es importante que te conozcas a ti misma tal y como eres siendo consciente de tus defectos y virtudes, y saber si eres alguien frio o finalmente una mujer adorable y si resulta ser todo lo contrario, la cuestión es que te aceptes y dejes de tener miedo de lo que eres. De lo contrario solo serás una bomba de tiempo que puede terminar dañando a los demás e incluso a ti misma.
Ella quedó en silencio, tratando de entender lo que él le acababa de decir, no sabía que pensar, aceptar lo que ella era, se repitió. No se consideraba particularmente mala, no buscaba hacerle mal a los demás, pero era parte de la chica que era el año pasado, no una que ahora maquinaba venganzas, como se lo había dicho Thomas años atrás no se puede salir del fango sin ensuciarse, acción y reacción.
Esa tarde estuvo en la práctica pensando en todo lo que él le había dicho, mientras liberaba la adrenalina que tenía guardaba, cada golpe y patada hacían que dejara de pensar y sintiera una leve calma que no podía explicar, estar en ese gimnasio la liberaba y la hacía sentir un poco más al control de sus emociones.
No entendía por qué había salido con esa pendejada de temerse a sí misma quizá porque no tenía un buen presentimiento de todo lo que le ocurría, se dio una ducha y se cambió su ropa de gimnasio. Salió del lugar totalmente pensativa cuando se dio cuenta que estaba en una habitación desconocida, miró todo con curiosidad, parecía un salón de ballet, pero tenía tubos en la mitad que le hacían dudar de su teoría.
-Mariposita, ¿te perdiste? -Marie la miró y suspiró una mujer que intentaba hablar con ella, así que solo se giró-¿No deseas bailar?-Marie se detuvo y la miró.
-No me gusta el ballet-La mujer se sonrió con picardía y movió sus cejas gruesas y negras, su tez era canela y sus curvas pronunciadas.
-Nunca dije que bailaba ballet, aunque bueno no dista mucho-La mujer la miró con sensualidad y quedaron muy cerca, luego se separó y con una de sus manos se impulsó por el tubo con facilidad.
Marie la miró embelesada dar vueltas con su cabeza hacia abajo abrió levemente su boca, eso se veía genial imaginó la cantidad de músculos que se emplearían para una sola voltereta.
-Cuando quieras ejercitarte con sensualidad y dejar de dar golpes con Oliver, ven-Marie sonrió levemente, pero no le dijo nada y salió de ese lugar.
No podía negar que lo que ella había hecho le había gustado muchísimo, pero tenía cosas por las que ocuparse en ese instante.
....
Eran las ocho de la mañana y se encontraba en la oficina, revisaba los asuntos de la fábrica, tendría que ir personalmente, volvió su vista a su laptop, vio que tenía un mensaje, lo abrió, era un artículo de un periódico sensacionalista, decía que la Heredera del Grupo Keller salía con un hombre casado, un escritor canadiense, no era nuevo aquel rumor, pero aun seguía en el medio y eso no le convenía. Buscó de inmediato las variaciones en la bolsa, habían amanecido a la baja y muy seguramente al cerrar podrían bajar aún más.
Suspiró frustrada, cerró la página y se concentró nuevamente en los documentos que le habían mandado, si no se hacía cargo de eso todo comenzaría a complicarse. Su puerta sonó.
-Adelante -dijo sin mirar al frente.
-Señorita vengo a reportarle los problemas de producción con las fabrica. -Ella alzó su mirada.
-Anthony, siéntese- El hombre la miró unos instantes e hizo lo que ella le pidió.
-Señorita Keller, -Le estiró la carpeta - Este es el informe detallado de lo que ocurre en una de las fábricas y ella comenzó a leerlo.
-Aquí dice que la producción se retrasará un mes. -El hombre asintió algo nervioso.
-Sí, la presentación del móvil, ya no sería para diciembre sino para enero.
-Habrá pérdidas considerables si se presenta otro inconveniente. -Acotó Marie seca y el hombre se timbró, ella tenía el efecto de intimidar, aunque realmente estuviera preocupada- Espero que me tengas informada ante cualquier novedad.
-Si señorita -Le asintió levantándose de su asiento -Que este bien.
Ella le asintió viendo como el hombre salía de su oficina, Marie tocó sus anillos nerviosa, presentía que Nial tenía algo que ver con ese asunto, ya tendría que investigar al respecto.
....
La estilista le estaba aplicándole un spray en su cabello, dejándoselo de un rubio casi blanco, había optado por ponerse un disfraz de María Antonieta, ella era todo lo opuesto a ella, María Antonieta era extravagante, siempre a la moda, con una vida de excesos y libertina.
Terminaron de peinarla mostrándole un espejo ella miro su cabello totalmente rubio incluso sus cejas no tenían el negro habitual, el maquillaje la hacía ver diferente a como se veía con su negro cabello. Se vio al espejo, tenía un corset muy ajustado que resaltaba sus pechos y hacia ver su cintura diminuta además de unos ligeros, se sonrió parecía salida de un cabaret, y eso le parecía estimulante, finalmente le trajeron el opulento vestido negro que le ayudaron a ponerse y finalmente el antifaz.
Debía reconocer que había sido un trabajo estupendo, ella misma se miró al espejo una y otra vez, no lograba reconocerse y aunque el escote mostraba de más, su estilista le había dicho que le sentaba de maravilla. Miró su mano sin ninguna pulsera y se sintió extraña, el pequeño tatuaje en forma de luna en su muñeca era evidente.
Llegó a la gran mansión londinense después de una hora de viaje, su jardín era amplio, sin embargo por el invierno no tenía atractivo, caminó con sus altos tacones, las personas le asentían y ella hizo lo mismo sin detenerse, el grupo Keller había aportado una parte de la colección de autos de su padre, pero realmente no estaba ahí por eso, simplemente se había dado la oportunidad de salir.
Estaba punto de llegar a la entrada cuando se detuvo y se giró a sus guardas
-Por favor, que los guardas espalda se queden afuera –
-Señorita el señor Beltram nos dijo que...
-Por favor, observen el lugar, nada me podría pasar ahí dentro –expresó fríamente –El hombre sólo asintió y el resto de la comitiva se retiró.
Marie caminó decidida, sus recientes vacaciones le habían dado un nuevo aire, Cathie tenía la facultad de hacerle olvidar sus asuntos, aunque el encuentro con su amigo era algo que deseaba olvidar, definitivamente no estaba preparada para nadie en su vida, no por el momento.
Todos hablaban animadamente, ella se paseaba por el lugar sin rumbo fijo, vio como Pauline salía con jean Pierre a rastras, era cleopatra, el cabello negó le hacía ver muy bien, parecía todo una reina egipcia, mientras el odioso hermano de François era Jack Sparrow, un hombre mayor la abordó, le habló en inglés y comenzó a insinuársele, no estaba de humor así que le respondió en ruso, esperanzada que no entendiera una sola palabra, el hombre al ver que no podía comunicarse se marchó, eso de atreverse no era para ella.
Cerró los ojos por un instante y se transportó a las aguas de Vavau u, hacer snorkel era fantástico, hasta eso había olvidado, tragó amargo era realmente ridícula en la situación que estaba, el Apellido Keller pesaba más que nunca, Thomas estaba a punto de arruinarle todo lo que había trabajado durante un año, por Aiden se había dado cuenta que la responsable de aquel escandalo era Victoria.
Sabía que dentro de poco comenzaría a cuestionarse que una joven los dirigiera, aunque fuese una Keller, de repente alguien la sacó de sus pensamientos.
-¿Un copa Miss? –miró al camarero sin expresión, el licor no le sentaba muy bien, miró a su alrededor conversaban alegremente mientras ella se perdía en sus pensamientos, estiró su mano y tomó la copa.
-Gracias
Llevó la copa a su boca por lo menos tenía un sabor dulce, la bebió lentamente, sabía que tomar más de dos copas no sería muy bueno, por su experiencia no era una muy buena borracha, sin embargo aun así no podía negar que le gustaba el licor.
-¿Dónde dejó a Luis XVI?- Escuchó la voz masculina en un acento Inglés.
Marie sintió una leve corriente en su cuerpo, el acento londinense era cautivador, muy por el contrario al acento americano que ella manejaba gracias a su madre, se giró y le miró era un hombre alto y rubio, tenía lentes oscuros y un traje de piloto, se veía atlético, tragó saliva era atractivo, no supo si fue por el licor en su sangre o simplemente quería ser una ella de hacía mucho, mucho tiempo sin la sombra Keller, sonrió y mirándolo fijamente respondió.
-Parece que no vino – mirando alrededor –
-Espero que haga usted honor a su reputación y disfrute tanto las fiestas majestad. -Le dijo mientras le tomaba su mano y le daba suave beso.
Marie miró cada movimiento y sintió un frío en su espalda al sentir los labios de aquel hombre besar su mano, fiestas era en lo último que podía pensar en los últimos meses, pero esa noche sólo quería no pensar en los últimos meses, sonrió algo picara y bebió otro sorbo de su copa.
-Espero, disfrutarla, no lo dude -Sin dejarlo de mirar
El hombre la miraba también fijamente, era tan atractivo nunca se había sentido tan atraída por alguien de esa forma, tanto que sintió sus bragas mojarse.
-Si me lo permite puedo ayudar a su majestad en tal predicamento. -El hombre sonrió de forma encantadora.
-Será un placer –Respondió ella a su coquetería, en ese momento pasaba un camarero, ella estiró su mano y depositó la copa en la bandeja, era increíble lo que hacía una copa de vino en ella, sintiendo su sangre algo caliente, poco después se giró hacia el hombre, él estiró su mano y tomó otra copa de vino y se la ofreció sonriendo
-Dicen que su majestad tiene una debilidad por el vino y la buena comida, no sé si sea verdad, pero el ingrediente fundamental para una buena fiesta es un poco de licor.
Marie meditó un instante, sin embargo la tomó la meneó un poco y tomó un sorbo, sintiendo el licor correr por su cuerpo definitivamente estaba de buen ánimo, debía tomar más vacaciones.
-Y ¿usted no toma una copa? –Haciendo un gesto con esta, mientras le miraba fijamente, sentía que lo había visto, sin embargo era ridícula esa idea, vio sus delineados labios y su sonrisa coqueta, definitivamente era un hombre que sabía lo que quería.
El piloto le sonrió de forma amplia y ella no podía dejar de ver los movimientos que hacía mientras hablaba.
-No tomo vino, sin embargo, creo que a mi noche si le hace falta otra copa, me pregunto si usted me puede acompañar a recogerla.
Marie no pudo evitar sonreír, era una mala excusa, en el fondo sabía lo que quería ese hombre y de alguna manera lo que ella deseaba que le hiciera, definitivamente estaba totalmente seducida por aquel piloto.
-Estaré encantada de acompañarle –mirando el lugar –
El hombre la tomó de su mano y la llevó de gancho por el lugar, ella camino de forma pausada mientras él la guiaba hacia otro lugar fuera de la fiesta, abrió la puerta de lo que parecía ser un estudio, la dejó seguir primero y luego entró cerrando la puerta tras de él, se separó de ella y caminó al mini bar del estudio, sacó una botella de Whisky y tomó de esta de forma inmediata.
Marie sonrió, al verlo tomar la copa de whisky, mirándolo detalladamente, su mente comenzaba a verse afectada, así que no dijo nada, caminó hacia una cómoda y puso su copa a la mitad, tambaleándose ligeramente, zapatos aguja y vino no eran una gran combinación, el hombre dejó de lado la copa de whisky y se dirigió a ella tomándola de uno de sus brazos, ella lo miró mientras su cuerpo se tensaba ante su toque.
-Su majestad ¿le ocurre algo? - Le dijo en un susurro, con su voz aterciopelada, lo que la hizo sentir más nerviosa, aunque parecía calma.
Marie se incorporó y le sonrió picara
-Nada que no pueda manejar – Sin dejar de mirarlo, no sabía porque estaba en ese estado, se sentía torpe y tan idiota.
Comenzó a tocar con su mano derecha algunos broches que tenía el disfraz de aquel hombre, alzó su mirada y vio que la miraba en silencio de un momento otro se retiró, se sentía intimidada por él.
Caminó por el lugar, observando los cuadros y cada cosa, el lugar era sobrio y parecía ser el estudio de una persona mayor, se cruzó de brazos tocando sus codos, no sabía que estaba haciendo, se sentía algo mareada, pero aun así entendía que quería ese hombre de ella y de alguna forma le gustaba, le gustaba como la miraba hacia mucho que no sentía una mirada tan intensa sobre ella, eso era agradable, pero a la misma vez aterrador, porque se sentía que le era imposible dejar de verle. Fue consciente de su respiración, vio cómo su pecho subía y bajaba, ahora no sabía si su escote era una buena idea no solía mostrar sus pechos.
-Vaya es autosuficiente, lo tendré en cuenta -Dijo él finalmente.
Marie observó la habitación camino nuevamente hacia él quedando de frente, le miró su rostro expectante, ¿sería deseo? Hace tiempo no se sentía así, “Sexo es lo que te hace falta” le había dicho Cathie, sin embargo en ese momento solo pudo enojarse con ella, ahora sus piernas temblaban levemente su cercanía la quemaba.
–Algunas veces, no he de negarlo – Su mano instintivamente fue hasta su rostro quitándole sus Rayban, así como lo había pensado su mirada era intensa, ahora le miraba fijamente, se sentía petrificada como si no pudiese moverse, sin embargo la expresión en su rostro seguía relajado.
El aviador sonrió y dirigió su mano hasta la barbilla de Marie haciéndola estremecer el toque le trajo un sinfín de sensaciones, era ridículo que un desconocido le hiciera sentir eso, quería salir de ahí sin embargo no pudo moverse, Marie dejó de pensar solo quería sentir la lujuria, cerró sus ojos y sintió como no podía evitar reír, era realmente patética.
Abrió nuevamente sus ojos y ahora se dejó ir sin más, sonrió más relajada, se permitirá dejar de pensar y sentir más.
-Se le ve mejor si los anteojos - dejándolos a un costado y volviendo su mirada a él viéndolo sonreír de forma amplia.
-Lo sé, pero un piloto siempre ha de llevarlos. -Con su mano aun en la barbilla de ella, lentamente llevó sus dedos hasta los lóbulos de su oreja y los haló cuidadosamente.
Marie sintió un leve tirón su orejas eran particularmente delicadas con la fría temporada sin embargo no se quejó le gustaba el dolor que éstas producían, sólo ladeó la cabeza sintiendo el contacto, al tiempo que cerró sus ojos, definitivamente no debía tomar vino, solo dos copas y comenzaba a dejar ser ella, estaba totalmente absorta por su toque cuando sintió de repente un leve tirón en su labio, un corrientazo pasó por su espalda abrió sus ojos y sonrió levemente vio su boca cerca a la de ella, su respiración oliendo levemente a whisky se aventuró encontrando sus labios, empinándose levemente le besó, el aviador respondió el beso.
Su beso era decidido y totalmente diferente a los que había tenido anteriormente, él deslizó su lengua por entre la boca de Marie, encontró su lengua y la masajeo, él sabía a Whisky, ella relajó su cuerpo y llevó sus manos a su blazer apretándolo levemente, lo besó con ardor ese hombre le gustaba demasiado y no quería contenerse, no quería más de eso en su vida, simplemente sentir, ella también movió su lengua encontrando la de él.
El aviador la tomó de su cintura aprisionada por el corset y la puso sobre el escritorio, una vez estuvo sobre el escritorio, suspiró ahogadamente, llevó sus frías manos a su cara, sintiendo el contacto de su vello facial, suave al tacto, saboreando el vino mezclado con whisky, sentía corrientazos fríos en su espalda después de todo aun su cuerpo reaccionaba al contacto de un hombre, no como lo había sentido en las pasadas vacaciones con el amigo de Cathie, se puso cómoda mientras sus manos jugueteaban con su cabello.
Él mordió uno de sus labios y ella sintió como su sexo se mojaba, bajó su boca hasta su mentón y le repartió suaves besos, dejando su rostro en su cuello, sentía su respiración contra su piel, haciendo reaccionar su cuerpo de forma instintiva, definitivamente estaba perdida en las sensaciones por ese hombre.
-Creo que en lugar de María Antonieta eres más como una gran fresa salvaje- le dijo con su voz ronca.
Marie comenzó a respirar de forma pesada, al escucharlo, mientras sentía los labios del hombre en su cuello, sin embargo no podía hablar, sentía que no le salían las palabras.
Él hombre apretó su cintura y nuevamente la besó esta vez de forma violenta ella recibió el beso con la misma intensidad, tomando su rostro nuevamente con sus dos manos suavemente, sintió el suave vello en su rostro, lo tocó lentamente con las yemas de los dedos, para no causarle ninguna herida con ninguno de sus anillos, contrastando con la intensidad del beso, mientras no podía reprimir unos leves quejidos,
-Oh strawberry, si sigues haciendo esos ruiditos no creo que pueda prometerte contención.
-Nunca dije que lo hicieras - habló ahora ya muy lejana a lo que ella era, comportándose como lo hizo alguna vez con Thomas y de verdad queriendo que no se contuviera.
Él se separó un instante de Marie y le brindó una sonrisa lobuna, emitió un gruñido y la volvió a besar con pasión, sus manos comenzaron a recorrer su cintura haciéndola estremecer, acarició su espalda y luego puso su mano en una de las copas de sus senos aquello le hizo soltar un grito ahogado, bajó sus labios por su cuello y se quedó en su clavícula la mordió de forma suave, comenzó a juguetear con su vestido, rozó uno de los bordes y Marie arqueó su cuerpo.
Marie sintió el recorrido de sus manos, por su cuerpo y emitió otro suspiro, sabía exactamente donde tocar con gran habilidad, abrió sus ojos y vio como nuevamente volvió a encontrarse con su boca, esta vez fue ella la que mordisqueo uno de sus labios, quería más de lo que él le hacía sentir, lo que hizo sonreír al hombre.
-Eres una fresa muy traviesa.
Marie le devolvió la sonrisa y acarició su cuello dejando los dedos en el extremo de su barbilla atrayéndolo nuevamente hacia ella, ahora era la nada y sólo quería sentir lo que aquel hombre le producía en su cuerpo finalmente no lo volvería a ver ella era solamente María Antonieta. Una vez quedaron frente a frente, lo dejó en un espacio prudencial dándole un leve beso, riéndose con mirada picara.
-Y también muy silenciosa strawberry
Ella se sonrió ¿que podría decir? Él la hacía quedar sin palabras, no quería hablar solo sentir, y olvidar no quería ser Marie Keller
-Tomando en cuenta la situación, no creo que quiera comenzar una discusión profunda sobre la vida. ¿O me equivoco?
El hombre se detuvo y la miró a los ojos, negó con su cabeza y se rio, mientras Marie lo miraba atenta.
-Strawberry, preferiría que habláramos de mi polla que tienes muy a punto. -Marie se ruborizó ante su comentario, se recompuso y tratando de no verse intimidada.
-Puedes decirme lo que quieras sobre ese tema si lo prefieres, pero hay cosas que prefiero hablar y otras que solo me gusta hacer - deslizando su mano por su abdomen, sintiendo la fina correa en su cintura.
-Esa es mi fresa- le dijo mordiendo su labio- soy adicto a este labio.
Él hombre intentó asirla por sus muslos, ella quería que la tocara que le arrancara ese vestido, pero los esfuerzos eran infructuosos su piel no sentían su contacto y eso la frustraba quería sentirlo, el desistió de sus piernas y la estudio, ella lo miró atenta a su próximo movimiento, sus ojos se posaron en su escote, mirando sus senos con deseo, de forma ágil bajó el corsé y dejó al descubierto sus pechos, se quedó mirándolos largo rato.
Ella bajó su mirada a estos sintiéndose excitada, quería que los tocara que los succionara, esa leve fantasía llegó y movió sus piernas excitada, no entendía por qué deseaba a ese desconocido de esa forma, con su dedo pulgar él comenzó a juguetear con estos, sintiendo como sus pezones se endurecían, se contrajo y gimió ante su contacto, no recordaba haber sentido eso con Thomas, además de que había pasado tanto tiempo después de que alguien la tocaba de esa manera tan candente.
El hombre se inclinó y comenzó a succionar de forma alternada sus pechos jugueteando con su pezón, haciendo círculos con estas y mordiéndolos levemente, sintió que su sexo se mojaba aún más pidiéndole a ese hombre, pensó lo excitante que sería acostarse con él, que la penetrara y aquello le hizo emitir un sonido.
De pronto un ruido sordo hizo que el hombre se detuviera y se girara impidiéndole ver las personas que habían entrado Marie se acomodó rápidamente el escote y como si todo el licor se hubiese ido por el piso, tuvo deseos de irse, se limpió un poco su cara y sin mirar a ningún lado salió de la habitación, pudo ver por el rabillo de su ojo que el visitante era el señor Shepard, eso no era nada bueno, caminó aprisa por los pasillos hasta llegar al jardín delantero, una vez fuera uno de sus guarda espaldas la abordó,
-¿Se encuentra bien señorita? -Al verla agitada y algo desaliñada
Ella no le respondió y caminó hacia el auto en silencio, si bien dejarse ir había sido fantástico, ahora que temía que el piloto desconocido era conocido del señor Shepard, buscó su móvil en el auto comenzó a buscar información de Matthew debía haber algo en la web si realmente eran cercanos, sin embargo no encontró mucho, debía esperar y hacerlo en la suite, suspiró y se sacó los zapatos.
Cerró sus ojos, casi se acuesta con un desconocido y lo peor de todo es que si no hubiese sido por esa interrupción lo hubiese hecho sin ningún tipo de miramientos, de hecho, aun quería hacerlo, miró por la ventanilla con decepción.
Recordó la ocasión que ella le había pedido tener sexo, mucho sexo a Thomas, aunque finalmente no pudieron hacerlo, se sonrió creía que solo con él podía ser atrevida, su sonrisa se desvaneció, él se había enamorado de alguien más y no podía culparlo, aunque ahora no sentía que lo amaba llegó a pensar que con él podría hacer cualquier cosa y soportar todo eso porque sabía que estaría ahí.
Pensó en el desconocido, la miraba de una forma inexplicable, esos ojos la hacía sentir diferente, el auto se detuvo y ella buscó sus zapatos, salió de ahí y pudo advertir miradas, definitivamente, aunque no era una mujer con un cuerpo exuberante dejar al descubierto un poco de carne hacia que cualquier hombre se girara, eso la incomodó de alguna forma, lo curioso era que en esa oficina con ese hombre rubio no le sucediera, le gustaba que la morboseara y la mirara con deseo.
Pasó la tarjeta de la suite y se deshizo de sus zapatos en cuanto entró con dificultad comenzó a zafarse el cierre del vestido mientras caminaba a la alcoba, lo dejó a un costado, quedó solo con lo que había debajo, se paró frente al espejo.
El corset disminuía su cintura resaltando su pecho e incluso si incipiente trasero, cruzó sus manos tocando su cintura, pensó en ese hombre y lo que hubiese pasado de quitarle el vestido, de verdad lo hubiese deseado…. Caminó por la habitación, fue hacia sus cosas y sacó un vestido holgado, se deshizo del corsé y en el baño frente al espejo, comenzó a zafarse el peinado y las delicadas perlas que tenía, su largo cabello cayó a su cintura seguía rubio, se veía tan diferente, siempre le había parecido que su cabello negro con su color de piel la hacía ver tenebrosa como salida de Pensilvania.
Aunque si era honesta no le gustaba el rubio, no parecía ella, toda esa noche no lo había sido, sobre todo como se había comportado en ese estudio -aunque no negaba que si estaba muy lujuriosa- no sabía que le había pasado con ese hombre, aunque era consciente era totalmente su tipo. Cerró sus ojos aun pensando en el desconocido, tenía miedo de volverlo a ver y enfrentarlo como Marie Keller el disfraz que manejaba en la actualidad, quizás ella no le gustaría, aun así, quería volver a verle.
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