La Heredera CAPÍTULO 26: Mad World...




La lluvia caía fuerte, los vidrios de su ventana estaban empañados y eso sólo le recordaba lo que había sucedido los días anteriores, específicamente en la casa Ucker, no sabía por qué se había imaginado ese panorama, él rechazando sus palabras, se había dado cuenta qué François LeBlanc le había comenzado a gustar y había luchado en contra de ese sentimiento por meses y finalmente no había podido ocultarlo más.

Se sentía miserable como si algo faltara en su vida, durante cuatro años había viajado sin rumbo y las pocas veces que llegaba a su casa sentía que estaba en territorio firme, había estado tanto tiempo a su alcance y ahora... No estaba, Fran había dejado de hacer parte de su vida ¡Hijueputa lo extrañaba tanto!

Sabía que había cometido errores, el primero alejarlo cuando más lo necesitaba, creía que lo protegía, creía se sería lo mejor para él. Marie estaba tan asustada que prefería que estuviera lejos de ella, pero bien ahora... Ahora no sabía que tan buena idea había sido, ella se convertía en un monstruo y la única persona de parar todo eso ya no estaba con ella, se sentía perdida y sin rumbo.

Recostó su cabeza en el vidrio sintiendo el frío de éste, New York se veía a lo lejos y sus rascacielos, tan grises y distantes como siempre, debía volver a París, sin embargo Marie seguía procrastinando en aquel lugar como una ermitaña.

La puerta se abrió y Crystal entró, miró con malicia.

-Roux, vamos a dar una vuelta, estoy harta que tengas ese culo pegado al sofá como una ñoña-Marie no la miró y siguió mirando al exterior.

Se sentía cansada, pero no era cansancio del físico, era de estar metida en algo qué no entendía, de meterse en líos estúpidos. No le gustaba vivir en la ignorancia y en ese momento se sentía de esa manera.

-Hey, pareces pendeja Roux vamos a caminar en el promenade o a pier 62-Hizo una mueca, menos mal se le había ocurrido llamar al mocoso, el único capaz de hacerle mover ese culo lejos de esa silla, ya llevaba días en ese estado y no sabía que más hacer.

El niño entró y se dirigió directamente a Marie, la haló de su mano y ella lo miró asombrada.

-¿Qué haces aquí?

-Vine por ti, hermana, prometiste llevarme a Disneyland-Marie suspiró no recordaba haberle hecho ningún tipo de promesa, pero entendía qué quizá sólo quería sacarla de su estado de idiotez-Pero por hoy me conformo con una pizza en Grimaldil-Le sonrió y Marie acarició su mejilla.

-Ok, iremos por pizza-Se levantó y Crystal la abrazó, tocándole un seno.

-Me encanta qué por fin contonees ese trasero-Marie la miró, pero no lo dijo nada, sólo estiró su boca y salió con Phillipe de la habitación.

Media hora después Crystal conducía su Mustang descapotable por las atestadas calles de la ciudad. Phillipe hablaba alegre, con Crystal, ella miraba hacia el exterior distraída, sus palabras seguían retumbando en su mente, su forma de vida era clara, necesitaba decirle a Fran lo qué pensaba, no le gustaba pensar que podría tener algún tipo de arrepentimiento al guardar sus palabras, aún así los remordimientos la acechaban todo el tiempo, cuando no quiso tomar su mano y contarle que le sucedía, cada vez que le decía "estoy bien" Ese día en Cartagena cuando pudo besarlo y no lo hizo; cuando la golpearon y le dijo a Sébastien que no lo necesitaba para algo importante, cuando en realidad lo quería ahí para soportar el peso que en ese momento la aplastaba.

Apretó sus labios y se giró aún más, sus ojos estaban nuevamente inundados de lágrimas debajo de sus grandes lentes de sol y su pecho estaba cargado, ella podía entenderlo cuando llega un dolor emocional la presión sanguínea aumenta, el corazón debe hacer un trabajo doble, era por eso que su pecho pesaba, era eso lo que sucedía se repitió como convenciéndose de sus palabras, soltó un sollozo y con una de sus manos cubrió su rostro.

Pero la mirada de él... François la miraba con una expresión inquietante, no tenía nada que decir, y el mundo de Marie se partía en dos, por mucho tiempo supo que él no sentía nada por ella, pero una vez eso se convirtió en una realidad, dolía, quemaba, lo quería a su lado, ya no quería guardar más sus sentimientos, pero era demasiado tarde, simplemente era una maricona, que lo había perdido.

¿Se trataba de eso? ¿De perderlo? Para perder algo primero se debía tener, pero si había estado a su lado por años maldición, así que si sentía que lo había perdido "Es que no entiendo por qué me pongo así por ti" le había llegado a decirle ¿qué demonios significaba eso?

Se sentía tan egoísta porque lo quería a su lado para que la reconfortara, la hiciera reír, enojar, pero los últimos meses ambos se habían alejado y sentía que eso no tenía vuelta atrás y eso la asolaba más.

Pronto divisó el puente Brooklyn sabía qué se dirigían a la zona de Bridge Park, habían ido en otras ocasiones a esa pizzería, incluso caminar por Promenade, ese lugar era agradable, aunque era concurrido, no quería salir o interactuar, pero ese pequeño demonio de cabello rubio era el único que tenía poder sobre ella como hacerla salir.

Se bajaron del auto cuando se percató qué Phillipe contestaba su móvil,

-Amigo Fran-Lo escuchó decir y Marie frunció el ceño. pero no le dijo nada, él no tenía qué ver con lo que le había dicho a François. Phillipe hizo una pausa y después contestó.

-¿Mi hermana?-Respondió confuso mirándola -Bien, ella está bien-Esa sola frase bastó para qué Marie sintiera un poco de rabia, quizá llamaba a comprobar de forma cortés qué no se había tirado de algún puente.

Dejó escucharlos, François tenía la particularidad de hacerla sentir extraña, pero por más que el resultado hubiese sido ese no se arrepentía de lo que le había dicho, Marie no era una mujer qué se quedara presa de sus inseguridades y parte de esto tenía qué ver en qué comunicaba lo pensaba, básicamente le parecía descortés no hacerlo, la verdad dolía y por eso se optaban por las mentiras.

Finalmente su hermano colgó y entraron en la pizzería, ellos hablaban animados y ella solo los miraba, se sentía extraña y no poder explicar lo que le sucedía la frustraba más, ¿por qué le dolía tanto? ¿Amaba a Fran? ¿Se trataba de eso? Sus labios se volvieron apretar intentando no volver a sentirse como una idiota.

Habían sido amigos, caminado tomados de la mano en múltiples ocasiones, gestos inocentes que jamás pensó de más, estuvo ahí cada vez que ella decidía buscarlo, recordar todo eso no era fácil, su pecho volvía arder y ya no quería sentir más.

De repente alguien masajeó su cabeza y ella se giró confundida, se sonrió al ver a Landón.

-Esta pequeña granuja me dijo que estarían aquí-Dijo el hombre con su voz gruesa en referencia a Crystal.

Marie se sonrió y lo abrazó él había sido uno de los mejores amigos de su abuelo, en vida habían estado juntos en un grupo de Jazz muy conocido en la ciudad.

-¿Cómo has estado pequeña?

-Bien -le dijo escueta, era mejor no preocuparlo y ahí estaba la ambigüedad de su vida, sabía que era mala mintiendo y aun así lograba sortear ese tipo de preguntas.

-Quería saludarte antes que te volvieras a ir, además...-Se quedó en silencio, tenía que darle algo importante pero no sabía sí era el momento

-¿Umm?-Hizo ella un ruido.

-¿Cuándo cantarás con nosotros?,-Terminó preguntando una vaguedad- recuerdo muy bien que si algo tenían en común con Lisa era esa preciosa voz.-Ella negó con su cabeza.

-No podría cantar en público.

-Es una lástima pequeña.

Marie se sonrió, rememorar las viejas épocas de su madre como cantante le ánimo un poco, era verdad debía pasar página, François no era el último hombre en la tierra y ella tenía muchas cosas en las qué pensar.

....👹....

Estaba sentada leyendo, papeles de la oficina, tenía un vestido de flores de tiras hasta la rodilla holgado, desde un incidente con uno de sus guardas de seguridad le era imposible andar cómodamente, lo había golpeado por atrevido y pronto se había esparcido el rumor qué ella golpeaba a sus empleados de manera indiscriminada, eso sumando a que Globe había publicado que ella se había interpuesto en un matrimonio, eso le había generado problemas internos.

Afortunadamente, sentía qué podía sacar adelante el proyecto de la nueva tecnología, empresas Chen, líderes en china móviles sentían qué podrían fusionarse bien con la tecnología suiza.

De repente escuchó tocar la puerta, caminó con sus pies descalzos hasta ahí, abriéndola lentamente, era Sébastien ella lo miró inexpresiva, él se había dado cuenta que vivía en Paris por casualidad, de verdad le alegraba verlo, le recordaba un poco a François, sin embargo le era imposible reír o demostrarlo era como si su rostro se hubiese paralizado y no se le permitiera otra expresión.

-Hola, ¿puedo pasar? -Le preguntó él con su rostro serio. Ella le abrió la puerta dejándolo entrar caminó hacia la sala de la Suite. -Hace tiempo no te veía

-Sí, he estado un poco ocupada –quitándose los anteojos de leer.

-Espero no molestar

-No, ahora se supone que ya descanso

Él miró hacia el escritorio atiburrado de papeles y los lentes que tenía en su mano, evidentemente no descansaba. Sébastien se sentó en uno de los sofás y la miró en silencio, sin saber cómo continuar.

-¿Qué sucede?-Preguntó Marie al verlo en silencio con su rostro compungido.

-Marie, yo... -Suspiro frustrado.

Marie lo miró preocupada si él estaba ahí con esa expresión era por que algo grave sucedía, pensó en Fran lo único en común que ellos tenían y las fotos con esa mujer, la novia de Matthew Shepard, ¿quizá tenía que ver con eso? Después que había regresado se había dado cuenta, que en esa gala en Madrid habían surgido sentimientos tal como pensó lo que tenía que ocurrir sucedió,  lo que no entendía era que había pasado, Matthew Shepard estaba seguro que Francois no lograría hacer nada.

-¿Se trata de François?-Preguntó ella en un hilo de voz.

Sébastien se aclaró la garganta, incómodo.

-No sé qué más hacer-Dijo luego de un largo silencio, Marie sintió un frio en su cuerpo ¿que había le había pasado? No lo veía desde que estuvieron en su restaurant unas semanas atrás en donde como de costumbre habían actuado como si no pasara nada, le había visto su semblante extraño, olía diferente, sonreía diferente.

-¿Se encuentra mal? –con voz calma, pero nerviosa de que así fuera. 
-No está enfermo, -hizo una pausa- pero he intentado llamar a Pauline, lo haré más tarde,
-¿Tan mal esta?-Preguntó preocupada.
-Marie... -Parecía dudoso.
-¿Se trata de una mujer? –con un nudo en su garganta y él se detuvo y la miró.

Sébastien la miró, no entendía que sucedía y porque él no quería hablar.

-Marie, Fran está mal y tú has sido cercana a él, pero yo creo que tú podrías...
-Iré, iré a verlo-Dijo decidida.

Sébastien asintió.

-¿Estás segura? -Marie asintió y Sébastien se sintió mal al involucrarla a ella-Toma aquí está su clave, no creo que te abra, no lo hace con nadie desde hace unos días-Respondió Sébastien levantándose y saliendo de ahí.

Marie sólo asintió y una opresión le llegó a su pecho de repente sus manos temblaron levemente, recordó cada ocasión en qué lo fue a buscar, primero después de qué ese hombre la había golpeado y su cuerpo entero temblaba pero François no estaba y ahí fue la primer vez qué acepto qué no debía apegarse a él, luego el día que corrió tras él en Toronto para decirle que le gustaba, su silencio... Su silencio la puso ansiosa y un gran dolor en su pecho se había instalado, no entendía qué le sucedía, era diferente a cuando Tom la había dejado.

Se puso las manos en su cabeza y se sentó ¿por qué pensar en François LeBlanc la ponía en ese estado? Su pecho dolía y su respiración se volvía más pesada, se levantó y buscó su móvil no era momento para pensar, ya no quería hacerlo. Le marcó a Adam su asistente y le pidió que le llevara el cuadro que había comprado en la subasta en Madrid, se lo llevaría, sentía qué no le partencia y era momento de devolverlo.

Fue hacia el escritorio revuelto abrió uno de sus cajones con llave y sacó un sobre café, dentro estaban las fotos qué le habían enviado el día después de tener esa reunión de urgencia con Matthew Shepard en New York, eran François y la mujer que había conocido en el baño: la señorita Bracho, estaban tomados de la mano caminando por Paris, había otra en la que ella le quitaba la corbata y la expresión de François era tan feliz, tan desenfadado, nunca le había visto esa expresión.

Cuando las fotos le llegaron a su oficina sintió rabia y celos, él le había dicho que le interesaba alguien y ver esas fotos le habían confirmado esas palabras, nunca lo había visto con esa actitud y sabía que era estúpido sentirse de esa manera, ella y François eran amigos, él nunca pasó más allá de un coqueteo. Pero para Marie no solo se trababa de eso, ella había tenido una estabilidad con él más allá de un tinte romántico, él era... Importante.

Tocó con sus dedos el rostro de él en la foto, con sus ojos entornados, de repente las dejó sobre el escritorio, no tenía caso seguir viéndolas, ni siquiera sabía con qué objetivo se las habían enviado, aunque para ese punto tenía claro qué la querían enloquecer y si era sincera se sentía acorralada sin saber qué pensar exactamente que le sucedía.

Se fue al salón del mini bar, le había instalado una cafetera, se hizo una taza de café exprés, tomó la taza y caminó hacia el gran ventanal que tenía la Suite, Paris se veía hermosa en la noche, lo tomó lentamente disfrutando del olor del café fresco, una vez terminó dejó la taza a un lado y se sentó en una silla reclinable, sin darse cuenta se había dormido.

El auto se detuvo y ella miró el lugar con curiosidad, el apartamento de François quedaba en la Isla de San Louis, era un sector tranquilo, nada qué ver con el engreído qué era, ella pensaba qué dada su naturaleza hedonista estaría en un sector trendy.

Bajó del auto y se dirigió hacia las rejas negras, subió cada escalón con el cuadro bajo su brazo, las abrió y respiró hondo no estaba segura de ir a ese lugar, no sabía con qué se encontraría, pero al tiempo no podía dejar pasar por alto la situación de François, él siempre había estado en momentos tristes ella debía devolverle un poco su amabilidad, aunque fuese tarde...

Sus pasos retumbaban por las solitarias escaleras y una vez llegó frente a la puerta vaciló un momento, hacía unas semanas atrás que se había atrevido a decirle lo que sentía por él, sin embargo la había rechazado, eso le hizo doler su corazón, sabía que había alguien en su vida las fotos qué le habían enviado le decían eso, ahora se encontraba muy lejos de él.

Metió la clave y entró, el lugar se veía aparentemente vacío y oscuro, caminó hacia la habitación las cortinas se encontraban cerradas, había una bolsa llena con botellas de vino vacías, llevó su mano a la nariz el hedor era terrible, olía a vino fermentado y sudor, nunca en su vida había sentido un mal olor en François LeBlanc.

Lo buscó por todos lados y vio que estaba sentado en el piso es un rincón del lugar, tenía una barba de días, su cabello estaba revolcado se veía pegajoso no tenía el acostumbrado brillo además estaba un poco más largo, tenía un cárdigan gris con una camisilla blanca en v y una sudadera negra con los pies descalzos.

Lo miró con detenimiento él aún no se había percatado de su presencia, jamás lo había visto en ese estado, su sonrisa deslumbrante iluminaba cada lugar, ahora parecía vacía y eso le dolió. ¿Qué había sucedido con él? ¿Por qué estaba en así de mal? Un sentimiento extraño invadió su cuerpo y su mano tembló levemente y por un momento un pensamiento absurdo se le pasó por su mente:  Matthew Shepard, se había dado cuenta que François se había metido con su novia y le había hecho algo.

Movió su cabeza negando, era absurdo, si se guiaba por lógica básica esa podría ser una posible situación, Matthew Shepard no era ningún imbécil además, se veía un hombre implacable, incluso intimidante, pero también podía ser muy cortés, soltó el aire frustrada al no entender la situación, odiaba no lograr entender las relaciones sociales, no era buena leyendo intenciones o personas por su naturaleza  y si era sincera también  por su poco interés en interactuar con los demás.

Finalmente François alzó su cabeza.

-Elizabeth –Habló en susurro - ¿qué haces aquí?

Marie bajó su cabeza, sintiendo decepción por esa pregunta, quizá muy en el fondo ella creía que él se alegraría de verla, pero solo le preguntaba qué hacía en ese lugar ¿qué hacía ahí? Se preguntó a su vez, su respuesta fue la más simple: Sébastien, por qué no tendría qué escudriñar en su interior cual era el verdadero motivo de estar en ese lugar.

François no le contestó nada y sólo bajó su cabeza y ella volvía a sentir esa opresión cada vez más fuerte en su pecho, tenerlo tan cerca y no poder hacer algo por él, sabía que no encajaba en ese lugar, ya se lo había dicho, desde hacía mucho había dejado de ser parte de la vida de él, apretó sus labios y sin poderlo evitar le dijo que también estaba preocupada por él, decirle esas palabras era realmente difícil para Marie era como sí ella le mostrara su interior y eso la cercenaba, finalmente respondía la pregunta que hacía ahí con mayor sinceridad, lo quería, lo quería muchísimo y no podía pasar por alto su estado.

-Elizabeth –La interrumpió, ni siquiera la escuchaba – ¿Sabes? Hace algún tiempo me preguntaba que era el amor, yo de verdad creía que te amaba.

Marie entornó sus ojos ante esa declaración y sintió de repente una debilidad en sus piernas y como sus ojos se comenzaron aguar, ¿por qué? ¿Qué estaba pasando? Se preguntó al ver una de sus manos temblar, ya se había dicho que él no la afectaría, qué seguiría su vida, pero ahí estaba mal, sintiendo que se rompía y que quererlo comenzaba a ser doloroso ¿por qué le decía eso? 

-Ahora –siguió hablando – sólo existe ella, siento que te hago daño, pero no puedo dejar de pensar en su cara, su boca. No lo puedo controlar, no sé qué me pasa –con su cabeza abajo sin poderla mirar.

Marie lo observaba con tristeza, su voz estaba quebrada no era el gran François qué había conocido, el qué le había sonreído la primera vez qué la conoció y la sacó un poco de la oscuridad. La opresión en su pecho ahora inundó todo su ser, ya no eran suposiciones él le había confirmado sus estúpidas teorías, se había enamorado de esa mujer, de la novia de Matthew. Lo recordó saliendo de la gala, la actitud de Pauline era evidente que estaba nerviosa porque Matthew no se diera cuenta, las fichas estaban ahí y encajaban, pero ella no se detuvo a pensar antes sobre eso, Marie el día de la gala no entendió la magnitud de la situación, aunque si era honesta ¿Qué hubiese podido hacer? Los sentimientos simplemente florecerían sin más.

Los sentimientos comenzaron a desbordar a Marie, eran demasiadas sensaciones como sí de repente un cumulo de cosas comenzaran a recaer sobre ella, no sabía qué hacer con eso, no sabía cómo manejar esa situación. Pronto todo se acalló y de repente el peso en el pecho de Marie fue reemplazado por un gran vacío, el lugar donde estaba su corazón y tenía sus sentimientos se había convertido en un gran hueco, era como si le hubiesen arrancado lo más preciado y ella solo se limitara a mirar.

Sus manos temblaron levemente, pero él no se dio cuenta, ya no se daba cuenta de nada de lo que le ocurría a Marie, ella era solo una persona más esperando el metro a su lado, ella se sintió realmente pequeña, como nunca antes, incluso más que cuando Thomas pasó de ella, quizás porque la relación que tuvo con François se trato más de cotidiano, de estar ahí sobre todo, dado que no podía decir que extrañara sus besos o deseara pasar una noche con él de forma intima.

La sonrisa de François, la visión de su mano estirada para sacarla de su fiesta de presentación la primera vez que la conoció, su mirada al otro día mientras hacia el desayuno, su cuerpo contra él cuándo bailaron en las vacaciones, todo se comenzó a sentir tan lejano e insignificante, él lloraba como un niño por alguien más y ella solo podía sentirse triste por eso, por verlo mal.

Cerró sus ojos y llevó una de sus manos a su pecho, era como si Marie hubiese dejado ir el metro a propósito y ahora estuviera sola en aquella estación, él había decidido continuar sin ella y ahora era dejada atrás de nuevo, sola en el fin del mundo. Tragó esa pesadez con dificultad, no quería hablar con su voz rota, así como estaba toda ella.

Así qué lo hizo fue restarle importancia al asunto y se aclaró la garganta “nada es para siempre” y ella no era indiscutible de Francois y en realidad de nadie:

-Las personas que éramos hace un año ahora han desaparecido – habló, pero ahora su voz sonaba diferente, casi como si fuera de una desconocida.

Se agachó a su lado, haciendo a un lado una copa de vino a la mitad

– Nos han pasado muchas cosas -Continuó Marie -sintiendo que no era ella la que se movía, sino una persona por fuera de ella, que le decía que hacer.

Ya no era consciente de lo que hacía o decía, solo quería que la tristeza de él se fuera, ¿eso también era amor? Se preguntó. De repente se levantó y caminó hacia el cuadro que llevaba.

-Hace un mes y medio que pusiste en subasta este cuadro –Continuó hablando mientras ponía a su lado el cuadro, lo miró unos intentes, pero dejó de verlo, le dolía hacerlo le dolía fingir que no sentía cosas por él– Me pareció un desperdicio, creí que le tenías aprecio –sintió como una lagrima rodaba por su mejilla y guardó silencio, él seguía sin mirarla y con una de sus manos se la limpió rápidamente – la mujer del cuadro, hizo otra pausa – no sabes cuánto la envidio, ser capaz de estar en perfecta sincronía con su amante, aunque evidentemente su situación no es buena. Te lo devuelvo es tuyo. -mirándolo fijamente tratando de que su dignidad no rodara por la habitación.

François la miró en silencio, no sabía qué se cruzaba por su mente, pero no le gustaba como la miraba, no le gustaba sentir ese olor horripilante en él, verlo derrotado decaído, así que por un momento su tristeza cambió por rabia y lo reprendió, le pidió que dejara de ser un maldito cobarde, pero no ayudaba que François con lágrimas le dijera lo siento, no entendía por qué se disculpaba, maldita sea no entendía nada de lo que estaba sucediendo en esa habitación.

No pudo evitar abrazarlo, mientras una lagrima se escapaba de sus ojos, era tan irónico que su abrazo siguiera siendo tan cálido, que le proporcionara tanto confort, que aún le hacía sentir que podía estar a su lado, a pesar de que le dijo que amaba a otra, -y es que quizás no se trataba de eso, la calidez que le daba- no lo quería ver en ese estado, prefería al engreído y suficiente, al que le había enseñado a creer que todo podía mejorar qué no todo era oscuridad.

Se quedó en silencio hablar más solo empeoraría las cosas para ella, solo quería hacerse invisible y desaparecer de la habitación mientras él lloraba en su hombro, ella sentía su amargura  y sintió como ahora estaba totalmente rota y cada pedazo de su existencia sólo flotara en el aire sintiéndose impotente de no poder ayudarlo, en ocasiones era difícil dejar una persona solo porque se estaba aferrado a los recuerdos y eso le sucedía en ese momento a Marie con François, los recuerdos a su lado eran cálidos y quería tenerlos de nuevo y apenas se daba cuenta después de tanto tiempo tenerlos: lo quería a él.

Ella se separó abruptamente de François, sabía que no debía dejarle sentimientos que le hicieran sentir lastima de ella, además de que no quería sentir más, a su lado estaba que se derrumbaba, debía afrontar su realidad, esta nueva realidad sin él. Hizo todo lo que pudo y con esfuerzo puso su mejor cara de póker y sin ningún sentimiento aparente en su voz le dijo que dejara de comportarse como un perdedor, quizás sonaba dura e insensible, pero realmente ya no le importaba lo que él pensara de ella ya todo lo había arruinado, diciendo esto último se levantó sin mirarlo y salió.

Una vez cerró la puerta se recostó en ella y dejó salir las lágrimas sin restricción, cuando por fin pudo caminar y empezó a bajar cada escalón se dio cuenta que era más duro de lo que creía, dejar todo atrás, eran dos cosas muy diferentes llevar a actos las palabras, sus pasos se alejaban de él, pero definitivamente ella no había salido de esa habitación, no podía olvidar a François y no sabía en qué momento dejaría de doler tanto.

Miró a Beltram y le asintió, pero no pudo evitar reprimir más un sollozo y se cruzó de brazos llorando amargamente ya todo estaba dicho, había pronunciado ese adiós, aunque eso le hiciera sentir miserable, sabía que había sido el adiós más hipócrita que se había dicho en su vida y eso la hizo soltar un sollozo.

Al calmarse entró al auto en silencio, se sentía ligera muy ligera, sabía que estaba vacía, ese era el precio que tenía que pagar por entrar en el mundo de los Keller debía asumirlo, aunque eso la rompiera, de pronto escuchó una voz conocida, era Pauline, llevaba compras en su mano, eso la tranquilizó no estaría solo.

-Marie- le dijo con las bolsas en sus manos.

-Pauline –habló totalmente calma saliendo del auto y vio como Pauline puso las bolsas en el suelo y la abrazó.

Marie se sorprendió y recibió su abrazo en silencio, para ella los gestos de afecto se habían convertido en algo extraño, era como si ser querida y extrañada se hubiese reducido sólo a la nada, con dificultad aceptó el abrazo en silencio, una lágrima volvió a salir por uno de sus ojos, pero esta vez su rostro ya no demostraba nada, se sentía extrañamente tranquila.

Pauline le sujetó las manos y la miró comprensiva, nunca le había visto esa expresión de verdad le importaba François.

-No te vayas por favor, tenemos que sacarlo de ese estado.

-No creo que me necesite a mí en este momento. -Manifestó bajando su mirada, aun escuchaba su voz como la de una extraña.

Pauline tragó saliva, la miró con compasión, queriéndole decir que lo sabía todo y eso la hizo sentir extraña. Después vio como asintió y Pauline la volvió a abrazar, se despidió de ella sin decir nada más, como si sus miradas lo hubiesen dicho todo Marie le sonrió, de forma cálida, ella a su manera la había tratado de consolar

-Gracias. -dijo suavemente sabiendo qué ella hacía mucho se había ido y no la podía escuchar, entró al auto sin mirar hacia el edificio.

-Adelante –Habló en voz alta mirando al chofer.

Su vida estaba vacía y dolía mucho encontrarlo en ese estado eso le había hecho mucho daño después que se veía tan feliz en aquellas fotos, había creído que ella no podría sentir algo peor, pero no era así, su mirada sin brillo y perdida le dolía aún más, -que su rechazo- sentía como su boca se secaba y comenzaba a perder el sentido.

-Señorita –la irrumpió Beltram – Llegamos al hotel

-Pensé que iríamos a mi oficina

-No creo que se encuentre en condiciones para ir el día de hoy

Marie guardó silencio, las últimas semanas había estado distraída por él, era verdad, no estaba para jugar a la ejecutiva. Bajó en silencio del auto y se dirigió a su habitación, se había acostumbrado a ser una extraña en su propio lugar, con un mobiliario que no reflejaba una sola parte de ella, Beltram la siguió en silencio.

-Te puedes retirar –habló finalmente –

-Si usted me lo permite me quedaré un momento, no se ve muy bien –algo preocupado –

Esas solas palabras bastaron para que sus ojos contenidos soltaran unas cuantas lagrimas amargas, cayó en el sillón, sin fuerzas con sus manos temblorosas, se despojó de sus tacones y sintió después de muchos meses un calor en su cuerpo, cerró sus ojos, quedándose así por un instante, escuchó sonar un móvil, sin embargo no se movió no quería moverse, sólo que el dolor que sentía desapareciera.

-Señorita –la interrumpió Beltram – el señor LeBlanc.

Sintió un frio correr por su cuerpo, ¿le pasaría algo? Pensó de inmediato, así que se apresuró a contestar tratando de sonar casual le contestó.

-¿Sucedió algo? -Interrogó Marie.

-No, no me pasó nada quería saber si tú estabas bien. – escuchó del otro lado de la línea, sonaba realmente preocupado, sin embargo ya había decidido no molestarlo, pensó en su encuentro con Pauline, ella la vio muy afligida, era como si sus ojos le trataran de decir algo más, una lagrima rodó por su mejilla, ésta era su realidad.

-Sí, estoy bien, -con una voz tranquila, que no concordaba con su rostro - quedé un poco impactada por cómo te vi, nunca te había visto de esa manera, de ahí que Pauline me viera llorando, me asustaste mucho, ahora soy yo la que te digo que te cuides. –Riendo casualmente - Me debo ir, voy saliendo de la ciudad tengo una reunión fuera. Cuídate y saluda a Pauline de mi parte -colgando inmediatamente, ya le era imposible seguir fingiendo que todo estaba bien, su corazón estaba cada vez más pesado nuevamente y la hacía apagar su voz, le entregó el móvil a Beltram y cayó en el sofá sin saber nada mas de ella.

Despertó en la cama, intentó sentarse sin embargo una mano la detuvo, era Sébastien, ella lo miró confundida

-¿Qué haces aquí?

-Vine anoche a verte, Beltram me dijo que estabas muy enferma así que me quedé, tenías fiebre muy alta, mi misión como médico era no dejarte así. ¿Lo viste? ¿Estas así por él? Lo siento no debí venir.

-Hiciste bien –mirando sus manos – No te preocupes

-¡Ya basta! Ya deja decir que está bien-Sébastien alzó su voz levemente y Marie lo miró extrañada, por lo general era tan tranquilo- y aunque me digas que todo está bien hace semanas no lo creo, Fran podrá ser un idiota y no darse cuenta. ¿Es tan difícil confiar en alguien? No sabes lo difícil que ha sido para mí mantener a François alejado de todo esto.

-Y te agradezco eso.

-Quiero que confíes, he intentado como amigo entender que es lo que sucede, Fran también, pero si sigues así, esa carga que llevas sólo terminará aplastándote.

-Hay cargas que no se pueden compartir

-¿Cómo la que estaba sobre tu escritorio? -Su voz volvió a sonar osca-¿Ahora espías a François? Vi las fotos con una mujer en Paris. -Marie lo miró, sus labios rojos estaban pálidos y su rostro estaba visiblemente mal.

-¿Ahora me crees una acosadora?-Sébastien se sintió mal de acusarla de algo así.

-¿Quieres saber parte de lo que me pasa? Esas fotos forman parte de lo que me sucede, me llegan éste tipo de cosas, no sé con qué fin.

Pensó en como de alguna forma le había dolido ver lo feliz que se veía con otra, antes creía que su corazón estaba totalmente congelado sin la posibilidad de sentir, pero se daba cuenta qué poco a poco que dolía y eso era peor, aunque no tanto como verlo en un estado tan deplorable,  si tenía que elegir prefería verlo feliz con esa mujer, no sabía que pudo pasar con ella para estuviera totalmente destruido y eso, aunque le dolía reconocerlo era lo que más me afectaba, no le gustaba verlo mal, guardó todo eso para ella y no le dijo más a Sébastien.

-Por favor no me preguntes más cosas, -continuó Marie- de las cuales no quiero hablar. Gracias por lo que haces por mí, pero por favor aléjate, nada bueno te puede pasar a mi lado.

Sébastien la miró con tristeza, la situación era dolorosa, sabía que su amigo se había enamorado y que no había terminado muy bien, le era imposible decirle lo que sucedía con Marie, aunque realmente no sabía realmente qué era lo qué estaba pasando.

-Cuídate-Dijo él cambiando de tema, realmente no tenía mucho qué decir al respecto, había cometido una indiscreción al llamarla- anoche te apliqué un suero y te dejé una receta con Beltram. Si necesitas algo, intenta confiar en mi... intenta confiar en alguien –algo abatido ver a su mejor amigo mal y a una persona importante para él en una situación similar, era difícil por no poderlos ayudar.

Marie quedó sola en la habitación, era realmente duro sentir emociones en ese momento, no lo quería hacer, se tocó su pecho sintiendo un dolor agudo en él, más lágrimas rodaban por sus mejillas, era tan débil, pensó un Keller no debía serlo, pero en ese momento solo quería ser Elizabeth, primero había sido su hermano, la presión que tenía encima en el grupo y ahora François, lentamente todo eso comenzaba a aplastarla...

...☘...

Los murmullos en el salón se acallaron cuando Marie Keller entró, Nial miro a Johnson con una mirada suspicaz, muy pronto se le acabaría su reinado de abeja reina, esa niña tenía sus días contados dentro del grupo Keller.

Tantos años de trabajo como vicepresidente se vieron eclipsados con la llegada de esa novata, pero había dado un paso en falso y aprovecharía hacer un poco de presión, finalmente, aunque tenía personas poderosas de su lado, muchos de los seguidores de Jean Claude no creían en ella.

El insulso asistente de ella comenzó hablar, presentaba a los diseñadores de tres joyerías de París, ella comenzó a intervenir y él hizo una mueca esa niña le fastidiaba todo lo tenía que preguntar, todo lo cuestionaba.

Hasta el momento había sido realmente difícil encontrar una brecha que les permitiera sacarla, pero había llegado el momento que tanto ansiaba.

-Nuestro concepto es sobriedad-Dijo uno de los hombres atrayendo su atención- mezclar el nuevo teléfono con delicados detalles que lo destaquen de forma elegante, así como sucede en toda la línea de teléfonos del grupo, así como usted lo había mencionado en una reunión pasada hemos seleccionado 10 modelos diferentes así que el que se haga a uno de estos móviles podrá tener algo exclusivo y único, cada teléfono se haría a mano, este es el catálogo - pasando un libro con los bocetos - cualquier inquietud nosotros estamos dispuestos a rediseñarlo.

Nial apretó su mandíbula, no podía permitir que ese proyecto saliera como esa niña lo tenía previsto, debía abonarle que lo que hacía era innovador, qué el mercado suizo ingresará teléfonos móviles al mercado junto a lo mejor de la tecnología china era una doble estrategia, no solo por la calidad del producto sino porque además tendría una plataforma directa con la sucursal en Beijing entrado al mercado asiático, uno de los más competitivos.

La vio revisar el proyecto, sus ojos cristalinos leían de manera concentrada, sino fuese por las capas de maquillaje y la ropa parecería una simple jovencita de college, lo cierto era que había demostrado ser lo suficientemente fría e inteligente para tomar decisiones, la muy maldita había heredado las habilidades de su padre.

-Cualquier inquietud se las haré llegar. -Dijo finalmente ella tenía intención de irse  era el momento de hacer su jugada.

-Señorita Keller, si me disculpa quisiera cruzar algunas palabras con usted -Ella miro el reloj como si tuviese prisa.

Ahora esa niñita se las iba a dar de interesante, no era un hombre paciente, pero con ella había tenido qué acechar el momento adecuado para cazarla.

-Sólo tengo un par de minutos disponibles-Dijo finalmente, parte de su modesto éxito consistía en lo maniática que era a la hora de trabajar.

-Me servirán-Contestó Nial suficiente.

Simplemente necesitaba eso, por qué después de lo que le iba a decir ella tendría mucho en qué pensar. Caminó con ella hacia su despacho y cuando se acomodaron lo miró con esa expresión déspota que acostumbraba llevar, definitivamente su desdén hacia ella crecía irremediablemente.

-Qué necesita-Habló algo osca, mientras la veía acariciar sus anillos. Niall sacó un sobre de su blazer y lo puso sobre la mesa.

Marie lo miro y luego al hombre sin comprender de qué se trataba.

-Léalo-Dijo Suficiente Niall, la tenía acorralada y muy pronto la vería llorando y suplicante.

Ella estiró su mano y abrió el sobre, no hizo ninguna expresión, su rostro se mantuvo parco y Niall frunció el ceño.

-Un pobre intento desesperado-Una sonrisa malévola se hizo en su boca y Niall apretó sus labios.

-Creo que no entiende su situación, anda de Sor Teresa de Calcuta ayudando a otros, pero creo que en su posición no está para eso-Gracias a un espía había logrado información de primera mano, no solo se había metido en un asunto ilegal sino que estaba inmiscuida en una filtración de información a  Matthew Shepard vice presidente de KNC.

Niall pensó que ella solo estaba atacando, pensó que estaría a la defensiva, pero la muy perra era más hábil de lo qué pensaba.

-¿Y eso qué?-Respondió altanera-Se qué se muere por ocupar este asiento-Hizo una mueca y se levantó de la silla.

-Sí esto sale a la luz su puesto estaría en veremos.

-Y sí mi puesto está en veremos el escándalo afectaría irremediablemente al grupo, no soy idiota señor Niall-Alzó sus cejas y su expresión fue perversa- Sé contar a la perfección y unir los acontecimientos.

-No abuse de su suerte señorita Keller.

- ¿O qué? -Volvió a decir con desdén y Niall tuvo unas ganas increíbles de golpearla.

Se acercó a él y lo miró por encima, había un fuego indescriptible en sus ojos y su postura había cambiado, no parecía la ratoncita miedosa de siempre.

- ¿Sabe? - Hizo una mueca con sus labios-Creo que podríamos llegar a un acuerdo. -Ladeó su rostro.

- ¿Un acuerdo? -Ella asintió.

-Pienso irme en ocho meses, usted cierra su boca y yo le entregaré el grupo en su totalidad-Marie sonrió, pensaba entregarle unas ruinas sin valor, pero eso él no tenía por qué saberlo.

Niall sonrió satisfecho, sería bueno hacer una tregua ficticia, así la ratoncita se confiaría y podría lograr su cometido, todo había salido mejor de lo planeado.

-Qué garantías tengo yo qué obtendré todo, lo siento, pero no confío en usted.

-Lo tendrá, pero sí le tranquiliza podría obtener un documento que se haría legal en cierto tiempo.

Niall la miró con desconfianza, pero sí era sincero ella tenía mucho más que perder, se encargaría qué su acuerdo con KNC fuese un fracaso y la sacaría antes, sonrió suficiente, le quitaría esa expresión a esa pequeña putita.


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