La Heredera CAPÍTULO 17: Ven baila conmigo
Zurich, primavera de 2014
Nuevamente estaba frente al gran escritorio de madera, no había dejado de pensar en el beso que se había dado con François el día anterior, todo había sido tan confuso, de repente ella se había acercado y había reclamado sus labios, era realmente incomodo y no sabía que sentir tan solo era consciente de su corazón levemente acelerado al recordar el episodio y aunque François había intentado minimizar el asunto le era inevitable pensar que había cometido un gran error.
Suspiró pesadamente, volver a Zúrich después de tanto tiempo era agobiante, lo hacía por su hermano -no quería que le sucediera nada- nuevamente sintió ese vacío en su estómago, era miedo lo que su cuerpo experimentaba, pero su mente no lo podría racionalizar, porque sentía que si lo hacía ella sería catalogada como una débil, lo ojos duros de su padre la miraban diciendo que no podía serlo, recordó cómo se enojaba cada vez que ella se enfermaba, su cuerpo débil la traicionaba y eso de alguna forma a ella misma la hacía rabiar.
El timbre del teléfono la sacó de sus pensamientos.
-Señorita la busca el señor Schütz
-Que siga -Expresó seca, colgando el teléfono.
A los pocos minutos entró Gerard Schütz, tenía un paso firme, cuerpo atlético y parte de sus tatuajes estaban ocultos bajo el traje, su barba esta prolija al igual que su cabello, se sentó frente a ella sin pedirle permiso. Marie lo miraba en silencio con su expresión plana.
-Creo que la noche anterior no pudimos resolver nuestros asuntos.
-Yo creo que sí, fui clara.
-Obviamente fue una primera mala impresión -La miró de arriba abajo.
-Que un desconocido intente chantajear con negocios nunca será una primera buena impresión - Torció su boca.
-Creo que ahora mismo es lo que te mueve.
-No creo que le haya dado la libertad para que me tutee -Lo miró con sus ojos helados.
-Eres realmente encantadora.
-No me gustan los mentirosos, en ningún momento he sido encantadora con usted.
-Creo que me divertiré una vez nos casemos. -Marie no pudo evitar reír.
-¿Que le hace pensar que yo me casaría con usted?
-El acuerdo que el Grupo Keller tiene con Empresas Schütz, creí que como mi prometida lo sabrías.
Marie alzo sus cejas, sintiendo levemente un calor por su cuello, sus orejas se pusieron levemente rojas y su mirada se endureció, después de unos momentos respiró hondo y lo miró con su rostro nuevamente plano.
-Creo que se equivoca, no soy alguien que se venda al mejor postor.
-He escuchado sobre usted señorita Keller -Volvió a su lenguaje formal - Es algo escurridiza y aún después de que asumió la dirección después del Señor Keller, no es conocida en el medio, muchos especularon que era poco agraciada y por eso no se presentaba en sociedad - Le miró fijamente - Y yo veo a una mujer exquisita. -Marie lo miró en silencio.
-Tampoco me gustan los aduladores. -Gerard se levantó y se acercó a ella.
-No la adulo, sólo digo lo que veo. -Estiró su mano y acarició su cabello con coquetería.
Marie se levantó del escritorio y comenzó a caminar hacia atrás, alejándose de él.
-No es gracioso, déjese de tonterías. -Muy incómoda le soltó.
-No entiendo porque LeBlanc insiste en verte como una cría -Se rió - Evidentemente no se da cuenda de la mujer que está enfrente de él, me gustan tus grandes ojos azules, tu boca roja y el resto no me disgusta. - miró su pecho y recorrió su cuerpo con la mirada- Al inicio me resistí, no quería comprometerme con una mustia horrible, pero creo que ahora me gusta mucho la idea.
-Retírese -Marie alzo una de sus manos contra el pecho de Gerard - Ya le dije que no me gustan los aduladores y mentirosos. -Gerard se retiró riendo.
-Veo que es bastante escéptica, mientras yo sólo pienso en lo que podríamos estar haciendo.
-Si no tiene nada más que decirme, se puede retirar no me interesa tener ningún tipo de encuentro con usted, si de lo que habla es de intimar. -Gerard volvió a reír más fuerte.
-Quiero intimar sí, no lo niego y descubrir de qué color son tus pezones.
Marie abrió sus ojos muy grandes y alzó su mano para darle una cachetada, pero él la detuvo en el aire.
-Manos delgadas, -La giró con facilidad estudiando la mano - no creo que sean mortales. -Ella hizo una mueca y le dio un puntapié, él la soltó y sobó su canilla.
-Eres algo violenta -Se quejó.
-¡Retírese! -Nuevamente con su voz plana e impersonal.
-No, tengo negocios que tratar con usted -Volviendo al asiento.
Ella respiró hondo, sabía que debía guardar la compostura estaba en un juego en el que perdía si no se calmaba, se acomodó su ajustado vestido rojo y volvió a su asiento en silencio.
-Cualquier cosa que tenga para tratar de ahora en adelante lo haré delante de mí asistente y si lo prefiere en su oficina, ahora si me permite, tengo algo urgente que hacer.
-Yo prefiero hacerlo directamente contigo -Volvió a tutearla - así conozco a mi prometida. -Ese hombre no tenía remedio.
-Yo prefiero que no, y cuando tomo una decisión déjeme decirle que no hay vuelta atrás -Le Hizo un ademán con su mano mostrándole la salida. -Gerard la miró divertido, después de todo esto sería emocionante, más de lo que había pensado.
-Nos vemos en otra oportunidad -Dijo de repente, dirigiéndose a la salida. -Sé que me buscaras, cariño.
Marie se recostó pesadamente en el sillón ¿qué era lo que ocurría? ¿Por qué de repente ese hombre había dicho que se casaría con ella? Sacó su móvil y le marcó a Beltrán.
-Beltrán, estuvo en mi oficina el señor Schütz -Hizo una pausa el sólo recordar y decir en voz alta lo que él le había dicho la enojaba de alguna forma -Dijo que estoy en.… Alguna clase de compromiso formal con él.
-No se preocupe, es algo que Alicce ha estado hablando con el padre del señor Schütz.
-¿Usted sabía? -Sonando molesta.
-Señorita disculpe mi ligereza, pensaba comunicarlo cuando tuviera algo concreto.
-Según el señor Schütz, era algo concreto -Dijo sintiendo un nudo en su garganta al saber que Beltrán estaba enterado de todo el asunto, sin embargo sus palabras seguían planas.
-Averiguaré al respecto y le comunicó -Colgó al instante.
Marie tiró su móvil al escritorio, frustrada ¿porque todo tenía que ser de esa forma? Se suponía que solo debía estar el tiempo necesario, para averiguar quién más estaba involucrado en los papeles que su padre le había dejado, su móvil sonó.
-Roux -Escuchó la voz de Crystal del otro lado - Mi amada Roux. -Marie soltó el aire.
-Ahora no, por favor -Expresó Frustrada.
-¿Que te hicieron? -La molestó
-Nada. -Cristal emitió un silbido
-Parece a la pobre niña rica le hicieron algo muy malo, y lo peor de todo es que no fui yo.
-No me molestes -Puntualizó seca.
-Dime quien es -Dijo Crystal divertida -Yo le haré comer toda su mierda.
-No, por ahora solo quiero saber algo sobre Empresas Chen.
-Ok, cuando dejes de ser aburrida y requieres mis servicios puedes contactarme -Colgó de inmediato.
Marie se levantó y recorrió la oficina, ¿porque no sabía nada de eso? ¿Qué más le estaban ocultando? No sabía si era prudente confiar en Beltrán, al parecer estaba más involucrado con Alice de lo que creía, por el momento debía ser cauta y no confiar en nadie, estaba sola en eso y ya encontraría la forma de salir de toda esa pesadilla.
Tuvo que concentrarse en las tareas que tenía pendiente: practicar coreano, revisar algunos contratos y resolver asuntos menores, su experiencia en el grupo cuando su padre había muerto le había ayudado a desenvolverse con fluidez, en lo personal no se consideraba mala en esos menesteres, simplemente con una gran apatía al respecto.
Estar en Zúrich se limitaba a una monotonía infernal: hacer dinero, iba del trabajo a su apartamento, lidiando con una madrastra cliché que quería casarla con el mejor postor, no quería eso para su vida, deseaba otras cosas y esperaba poder cumplirlas, aunque a veces sentía que no lo lograría y eso la frustraba.
Al llegar a su casa se puso al más cómodo, quería descansar, pero en cambio al ver sus protuberantes pechos recordó a Thomas y las cosas que le decía sobre ellos, según él jamás había imaginado tan grandes -por lo delgada que era- así que una cosa llevó a otra y nuevamente se vio a sí misma extrañándolo y sintiéndose idiota por eso.
Camino hacia el escritorio y sacó un libro en donde tenía una foto de ellos dos sentados en la azotea de su antiguo lugar, tocó el rostro de él, cuánto hubiese deseado que la eligiera, pero era consciente que el tiempo y las circunstancias habían cambiado ella sólo había ido tras un espejismo, él había sido su primer amor y sólo se aferraba a eso, quería sentir lo que vivió con él cuando sólo era una adolescente y desafortunadamente esos sentimientos estaban en el pasado.
Su móvil sonó era su asistente dejo la foto de lado y contestó.
-Adam, qué sucede.
-El señor Schütz, esta mañana tenía que firmarle unos documentos, que tiene presentarle a la firma Chen, lo llamo, pero dice que sólo lo hará si usted se los lleva -Expresó angustiado.
Marie suspiró molesta, ya entendía esas palabras de que tendría que buscarlo, a ese tipo de situaciones era en la que evitaba verse envuelta, no le gustaba sentirse chantajeaba, pero si no lo hacía era ella la que quedaría mal ante la firma.
-Mándeme el número del señor Schütz.
-Sí señorita -Habló más relajado. Marie colgó y escucho un pitido en su celular, vio el número y le marcó, sin dejarlo timbrar más de una vez se escuchó la voz de un hombre del otro lado.
-Pero si es mi querida prometida, te dije que me buscarías.
-Necesito que firme algo, ¿en dónde está? -Preguntó omitiendo su comentario. Un momento de silencio reinó y Marie suspiró de forma pesada.
-Ven al Rohstofflager –Respondió él y ella le colgó al instante. Marie miró el móvil confundida, ¿qué lugar era ese? Así que le marcó a Adam.
-Adam, mándeme la dirección a mi GPS del Rohstofflager.
-Sí señorita.
Se fue a su armario se quedó unos minutos mirando, la persona encargada de su ropa dejaba cada outfit de forma minuciosa, de tal forma que incluso le dejaba claro que accesorios usar, aunque ella no los tomara todos. Tomó un suéter en cachemira negro manga larga, y una falda más arriba de sus rodillas, un par de medias negras gruesas y unas botas cafés. se miró al espejo y vio su flequillo un poco más abajo de sus cejas, definitivamente no lo volvería a cortar, sacó su delgada cadena de oro y la miró un instante, sintió el grabado que tenía uno de los dijes y lo recitó en su mente "Achalaha" una frase en sanscrito, había sido el último regalo de su madre, la guardó debajo del suéter.
Tomó sus llaves y salió del apartamento unos pisos más arriba, vivía François, pero por algún motivo le era difícil llamarlo, aunque habían quedado en buenos términos después de su indiscreción. Llegó al parqueadero y vio que Adam la esperaba cerca de su mini Cooper.
-Señorita esto es lo que él tiene que firmar -Le entregó una carpeta. -Marie asintió.
-Puede retirarse.
Desactivó la alarma y entró digitando la dirección en el GPS, se dio cuenta que el sitio estaba bastante retirado, esperaba que ese hombre no tramara algo raro, así que condujo por las calles de Zúrich algo prevenid, al menos su insomnio estaba controlado y había podido dormir más de cuatro horas ese fin de semana.
El GPS por fin le dijo que había llegado a destino, miró alrededor el lugar parecía como una gran bodega abandonada y alrededor se veía solitario, aparcó y se bajó, mirando con curiosidad. Vio una fila de personas y se dirigió hacia ella, de repente se sintió demasiado formal a comparación a los demás, puso la carpeta contra su pecho y comenzó a mover uno de sus anillos de forma nerviosa odiaba sentirse en una situación como esa, ese hombre la escucharía.
Cuando por fin pudo entrar la música se hizo evidente en el lugar, había caído de forma tonta en una discoteca, se sentía una estúpida, veía personas reír y bailar o simplemente hablando, caminó por el lugar, suspiró frustrada y comenzó a dirigirse a la salida, una mano tocó su hombro y ella se giró, era Gerard, estaba con un blazer gris una camiseta sin cuello.
Ella le estiró la carpeta y él la obvio tomándola de la mano, la jaló y la llevó entre la multitud, ella intentó zafarse de su agarre, pero él la sostuvo con fuerza llegaron a lo que parecía ser una zona reservada, no había la multitud de afuera, ella lo miraba plana mientras él le sonreía, volvió a mostrar la carpeta, no obstante él la puso a un costado y la tomó de su mano.
-Primero baila conmigo
-No
-No seas terca -La empujó nuevamente hacia el ajetreado lugar, ella nuevamente se resistía, pero a él parecía no importarle.
Pasaron por un lugar lleno de sofás blancos y pudo ver un rostro conocido, era el amigo de François, Sébastien Lefevre su corazón se agitó al pensar que François estuviera en ese sitio, Sébastien la miró y asintió hacia ella y ella hizo lo mismo, giró su rostro a la pista y pudo ver su figura tan conocida, bailaba al son de la música disco comenzó a girarse y pudo ver una mujer colgada de él, lo besaba de forma apasionada, un nudo en su garganta se hizo de repente, le había dicho que estaría fuera del país una mentira solo para evitarla, inmediatamente dejó de verlo y miró a la pista, al parecer si había hecho el ridículo al besarlo, ahora se sentía estúpida de alguna forma.
Gerard llamó su atención y le mostró una copa con licor ella lo miró en silencio sin saber qué hacer, con su mano la retiró.
-Firme para que me pueda ir.
-No quiero tengo a mi prometida en una cita no puedo desaprovechar.
La tomó de una de sus manos y comenzó a bailar frente a ella la rodeo por su cintura acercándose mientras ella lo miraba sin expresión, tan solo quería irse de ahí, de repente Gerard dejó de bailar y la llevó al lugar en donde había visto a Sébastien, François estaba sentado con la misma mujer y se quedó atónito a verla.
-LeBlanc quería presentarte a mi prometida. -Expresó Gerard burlón.
François se fue a levantar, pero la mujer lo devolvió, Marie sin decir palabra dio media vuelta dirigiéndose a la salida mientras Gerard la seguía de cerca, la giró y tomó sus dos brazos inmovilizados se acercó y le dio un beso ella se movió, pero no pudo zafarse de su agarre sintió su boca y apretó sus labios finalmente le mordió con fuerza y le dio un puntapié.
-No me gusta que me toquen a la fuerza, se va a arrepentir de esto.
-Y ¿qué me hará la linda señorita? -Ella englobó los ojos y caminó hacia el reservado en donde había estado inicialmente tomó la carpeta y se la tiró, dado que él la había seguido.
-Firme.
-No quiero, te iras una vez lo haga. -Ella alzó sus cejas con furia no quería ser manipulada de esa forma ¿en qué momento su tranquila vida se había convertido en eso?
-No me importa -Dejó la carpeta sobre su pecho y comenzó a irse - Supongo que debo tomar esto como un abuso de autoridad el señor Chen podrá entenderme.
Al parecer el comentario surgió efecto dado que Gerard tomó la carpeta y la firmó Marie se la arrebató y se dirigió a la salida, nuevamente sintió una mano en su hombro se giró dispuesta a gritarle a Gerard cuando vio a François, nuevamente sintió aquel nudo extraño en su garganta y comenzó a repetirse de forma mental "tan solo somos amigos" ellos no tenían nada, no debía sentirse triste.
-¿Qué haces aquí y con ese imbécil? -Le reclamó y Marie sintió rabia por su reclamó, pero a la vez no podía decirle nada.
-Sólo arreglaba un asunto. -Habló escueta.
-Ven te llevo a casa. -Marie se soltó de su agarre
-No, puedo regresar sola. -La mujer regresó al lado de François y lo rodeo halándolo. Marie le sonrió, aunque el nudo en su garganta aumentaba.
-Ve a divertirte yo debo irme a trabajar. -François la miró con pesar y ella continuó con su sonrisa, así que lo empujó de forma amistosa.
-Ve -Le miró fijamente - Adiós - Haciéndole un ademán con su mano.
Se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida rápidamente, fue hacia su auto y condujo de regreso, sólo somos amigos se decía ella, era verdad lo habían sido por tanto tiempo y ahora ideas locas rondaban por su cabeza, de repente se sintió cansada y un sonido sordo la sacó del letargo, su cuello le dolía un poco. Miro al frente y vio humo, tocaron a su puerta y vio un hombre que le hablaba preocupado, pero no le podía escuchar así que se quitó el cinturón y se bajó del auto.
-Señorita ¿se encuentra bien? -Ella asintió
-Ya viene la ambulancia.
-Yo estoy bien -Dijo sobando su cuello - Sacó su móvil y le marcó a Beltrán.
-Estoy en... -Miró alrededor buscando un aviso, pero sentía que todo le daba vueltas.
-Señorita ¿se encuentra bien?
Ella asintió, pero el hombre la miró con horror al ver que salía sangre por su nariz, él la tomó de la mano y la ayudó a sentarse. A los pocos minutos llegó una ambulancia y el hombre la ayudó a subirse se acostó en la camilla mientras una enfermera le limpiaba la nariz y le hablaba, aunque ella no la escuchaba con claridad.
-¿Permanezca despierta como se llama? -Marie la miro confundida y ella le repitió la pregunta. - ¿Cómo se llama?
-Marie
-Marie, mírame no te duermas, permanece conmigo. -Marie la miro y asintió.
-¿Cuántos años tienes?
-23... No, 24 años. -Realmente no se acordaba.
-¿Cuál es su Apellido?
-Keller
-¿Qué día es hoy?
-Viernes.
-¿Sabe la fecha y el año en el que estamos?
-Umm... -Se quedó un instante pensando - 15 de marzo de 2014.
-¿En qué trabajas?
-En una librería, no en el Grupo Keller -Dijo confundida.
-¿Sabes que te sucedió?
-¿Me choqué?
-Si.
-¿De dónde venias?
-De... Rohstofflager
-¿Bailabas? -Ella negó -¿Tomabas licor?
-No...
-Ok -Sonrió la mujer -llegamos
Las puertas de la ambulancia se abrieron y bajaron la camilla, llevándola a urgencias, la paramédico comenzó a dar su reporte al personal de urgencias y la trasladaron a una cama, la llevaron a hacerle unos análisis, poco después en vez devolverla a una habitación en urgencias la llevaron a una habitación especial, ahí estaba Beltrán, con el médico a su lado, ella se acomodó en la cama, Marie se giró y vio su ropa a un costado junto a sus joyas.
-Señorita Keller, sus análisis salieron bien, no tiene algún tipo de trauma que comprometa su cuello y cabeza, se debe quedar en observación por esta noche -Hizo una pausa - Aquí en su historial dice que sufre de insomnio, por el momento hasta que sus ciclos de sueño no se regulen le queda prohibido conducir. -Ella suspiró y solo asintió.
-Me duele algo mi cuello ¿es normal?
-Si, por eso tiene el collarín, pero después de unos días y analgésicos el dolor se irá.
-Gracias- El médico asintió y salió del lugar.
-Estaré fuera si me necesita -Dijo Beltrán en su tono impasible.
-Espere, ¿sabe algo del matrimonio?
-Al parecer quieren fusionar el grupo con empresas Schütz, no se preocupe al igual que las otras veces no creo que la señora Alice logre algo.
Marie tragó saliva y asintió, de alguna forma se sentía triste por saber que Beltrán no le había contado nada de aquello, odiaba las mentiras, pero ahora mismo por culpa de su padre tenía que hacerlo una y otra vez, preguntas ¿cómo estás bien? Tenía que contestar de forma afirmativa, aunque se sintiera miserable, ella le asintió con desgana y él salió de la habitación.
Marie se bajó de la cama y buscó una de los sillones, se tocó su cuello, levemente y se sentó cuidando de no mover mucho su cabeza, probó una posición y luego otra no fue capaz de acomodarse y se levantó dio vueltas por el lugar y el tiempo parecía lento como si el reloj no avanzara, se sonrió y recordó cuando su madre le dijo que si tuviera un deseo cual sería, poder manejar el tiempo, Marie le había dicho y su madre no había parado de reír.
Era verdad el tiempo era algo que le llamaba la atención, recordó cuando leyó libros de física cuántica sólo para saber de la probabilidad de viajes en el tiempo. Cerró sus ojos había tantos lugares que quería viajar, oler nuevamente un desayuno de su madre o volver a aquella pastelería que había cerrado y volver a probar esas deliciosas tartas de fresa, su estómago gruñó no comía desde temprano, la puerta sonó y entró una mujer con lo que parecía era comida, asintió y se retiró, Marie se acercó a la bandeja, tenía su comida favorita, courgette con brócoli una copa con agua y postre de fresa, al lado había un cuenco con fresas enteras.
Comenzó a comer de forma pausada, su lentitud a veces la desesperaba, pero cuando intentaba comer de forma rápida le daba hipo y después la pasaba con malestar en su estómago. Tomó una fresa y la puso en su boca, el contraste entre el color de la fruta y su boca era mínima, la mordió extasiada, le encantaban. En general le gustaba comer, aunque el estrés en ocasiones le quitara el apetito y la hiciera comer temporadas completas dulces y café.
Después de una hora terminó su comida, se sentía satisfecha, se fue al baño en donde lavó sus manos. Se miró al espejo, cerró sus ojos por un momento, no entendía por qué se sentía así respecto a François, muchas veces lo había visto con mujeres y no había sentido nada, pero esta vez un malestar crecía. Meneó su cabeza debía sacar todo eso de su mente ahora mismo debía concentrarse, muy pronto todo terminaría, esperaba que dentro de unos meses todo eso fuera cosa del pasado y ella estuviera lejos de todo eso.
Temprano en la mañana se levantó del sillón movió su cabeza aún se sentía mareada, la puerta sonó y entró la mujer que se encargaba de vestirla y peinarla en algunas ocasiones.
-¡Oh! te ves terrible -Dijo poniéndose una mano en su boca -Se acercó a ella y tocó su cara.
-Qué bueno que estoy aquí -La mujer hablaba sin embargo Marie no la escuchaba.
Abrió la cremallera del forro del vestido, sacó un vestido Rojo ajustado con unos detalles de pedrería en el cuello y hombros.
-Es un Saint Laurent exclusivo, necesitas algo que resalte -Se lo entregó, Marie asintió y lo tomó -Aquí está la ropa íntima.
Parecía una muñeca a la que vestían a su antojo y ella no tenía fuerzas para replicar, así que simplemente se dio un baño y al salir la mujer siguió acicalándola, mientras ella seguía perdida en sus pensamientos, tenía que deshacerse de Gerard o si no lo tendría encima por tiempo indeterminado.
-Escuché que tienes una reunión importante, así que por más de que te sientas mal -La mujer la sacó de sus pensamientos y miró la habitación de hospital -Nadie más se debe dar cuenta, lo único malo es ese horrible collarín. -Hizo un mohín.
Marie sonrió levemente, algo parecido solía decirle su madre, la mujer terminó y comenzó a recoger todo, la puerta sonó era Beltrán que la veía desde el umbral, mientras ella se quitaba el collarín, tomó los zapatos y se los puso saliendo de la habitación sin mirar a Beltrán, de alguna forma sentía rabia por no haberle dicho sobre el compromiso. Media hora más tarde caminaba por su oficina hacia la sala de juntas, la mayoría de socios ya estaban ahí, ella entró sin prestarles atención, se sentó a la cabeza, el secretario comenzó a hablar, Marie tomó su pluma y comenzó a garabatear algo.
-Tengo una pregunta para la señorita Keller -Escuchó una voz conocida. -Marie alzo su vista hacia la voz era Gerard que la veía sonriendo
-Adelante -Dijo seca.
-El proyecto que se hizo por parte de mercadeo, tiene estimado impactar la población de clase media alta, no le parece que bajar el estatus de los móviles que produce el grupo a una población tan baja, haría perder la exclusividad del producto?
Marie suspiró y comenzó a explicar a detalle lo que se pretendía, la mirada divertida de Gerard mientras lo hacía la molestaba que la hiciera detenerse en un punto tan básico, intentó se clara y concisa, pero sentía que contenerse era realmente difícil, estaba que mandaba a todos al demonio.
Gerard la miró sonriendo quería molestarla, cuando se enojaba era realmente divertido, guardó silencio cuando la persona a cargo continuó hablando mirándola fijamente, escribía con su mano derecha, garabateaba sin parar, su rostro duro estaba suavizado y una leve sonrisa se asomaba en su boca. Él la miró en silencio, no era como le habían dicho, no era una mujer desagradable, aunque intentara a como diera lugar serlo.
Pronto la reunión terminó y ella se levantó sin esperar a nadie, Gerard caminó tras ella, vio que se detuvo en seco y vio a LeBlanc frente a ella, Marie se cruzó de brazos y lo miraba con su acostumbrado rostro plano, él le pedía un favor. Gerard aprovechó para detallarla notó que tenía unos labios carnosos, si tuviera otra expresión podrá lucirlos mejor, era una lástima, él la miraba e intentaba imaginarla en la cama, debía ser más caliente de lo que mostraba. Se acercó a ellos.
-Pero si es François LeBlanc, ¿qué haces aquí? ¿Te perdiste?
-Veo que tu capacidad para hacer bromas ha ido en detrimento -Se rio François casual, aunque la tensión entre ambos era evidente. -Gerard no contestó y se giró a Marie.
-Necesito que nos reunamos un momento. -Marie lo miró y luego miró su reloj.
-Mi hora de trabajo terminó, concrete una cita con mi asistente -Le asintió y caminó a la salida, mientras François lo miraba triunfal, se giró y comenzó a caminar al lado de ella. -Marie lo sintió a su lado, lo miró de soslayo.
-No me has dicho a qué has venido.
-Ya te lo dije quiero pedirte un favor.
-Ok -Dijo saliendo del lugar.
El auto de François llegó y le abrió la puerta del copiloto ella entró y él se acomodó del otro lado, ambos se ajustaron el cinturón. Marie se quitó sus tacones, aunque no subió sus piernas al asiento, sabía que a François eso no le agradaba y la molestaba cada vez que lo hacía.
-Respecto a anoche.
-Oye -Lo interrumpió ella -No necesitas hacer esto, no tienes que dar explicaciones, a ti no te gusta darlas.
-Bueno cuando me mal entienden... -Marie se giró y lo miró con una leve sonrisa.
-Cuando me mal entienden me gusta darlas, pero tienes razón anoche no hubo un malentendido -Siguió el conduciendo.
Marie volvió a ver al frente, por lo menos lo sabía y no era ningún cínico que intentaba justificarse, además ¿para qué hacerlo? Ambos habían decidido continuar como amigos, y eso era lo mejor, el podía tener una vida más allá de ella. Llegaron a edificio luego de aparcar el auto, caminaron al ascensor.
-Aun no me dices de que se trata.
-Ya lo verás. - Dijo el desenfadado, luego la miró de arriba a abajo - Hoy estas bien vestida -Dijo asintiendo - Deberías vestirte así más de seguido. -Ella lo miró y alzó sus ojos con desgana.
-Lo siento no me visto para lo demás, sino para sentirme cómoda.
-Sí, típico de ti. -El ascensor se abrió y ambos salieron de él, dirigiéndose al lugar de François.
François digitó la clave y entraron al lugar, Marie en la puerta se volvió a quitar los zapatos y caminó en medias por el lugar, François la miró e hizo una mueca, fue a la habitación y le dio unas pantuflas.
-Insistes en estar sin zapatos -Dijo poniéndose frente a ella, sin embargo ella las obvio y caminó a la cocina.
Quería ver si tenía algo de comer, aunque el tiempo que vivió con él solía hacer lo justo, no le gustaba comer recalentado, pensó que estaría tras ella, pero lo escuchó hablar por teléfono quizás se trataba de Pauline su mejor amiga, no lo sabía mencionaba personas que no conocía. Así que no le prestó atención y se fue a buscar algo, pero no encontró mas que agua, así que se sirvió un poco y se sentó en el mesón relajada.
Pero François no pensó de la misma manera porque mientras seguía hablando por teléfono la tomó de uno de sus brazos intentando bajarla, pero de un momento se alejó y ella lo miró con curiosidad, seguía entretenido en el móvil, mientras ella se preguntaba que era lo que quería de ella, si era honesta deseaba que fuese relacionado con comida, hacía mucho no probaba ningún plato de él.
Eso le hizo pensar que fruta tendría en la nevera y fue por algo, tenía mucha hambre y el no dejaba de hablar, afortunadamente la tenía picada y aprovechó a sacar un poco, estaba realmente entretenida cuando escuchó la voz de François, como era costumbre regañándola por estar en el mesón, parecía un padre exigiéndole modales a su hija.
Finalmente le dijo de que se trataba el favor, -después de una mini pelea- simplemente explicarle de como se hacía el arroz en Cartagena, algo sencillo, había visto a Tomasa hacerlo muchas veces, así que le pidió los demás ingredientes y comenzó a prepararlo, le gustaba la idea de que François quisiera incluir recetas de otros paisas y sobre todo Latinoamérica, aunque en sus palabras eran sabores “tercermundista”
Ella tomó la bolsa y con un cuchillo abrió un extremo, lo vacío en una vasija plástica y comenzó a lavarlo, después sacó un colador y termino de escurrir el arroz, buscó la leche de coco para incluirlo y los demás ingredientes, y de forma deliberada todo lo tiraba de forma descuidada en el lavaplatos pronto la cantidad de trastos aumentó mientras François miraba algo consternado.
Encendió la estufa y se giró a buscar el recipiente en donde cocinaría el arroz, se montó en el mesón y bajo el aceite de oliva y el salero los vertió directamente si medir cucharadas, metió su dedo anular y midió el agua, mientras François estaba al límite de su paciencia.
-Suficiente, en qué momento se me ocurrió pedirte ayuda - ella lo miró divertida ante su cara de angustia no lo creía particularmente obsesivo, pero cuando se trataba de trastos sucios lo era y sentía que era una venganza digna. -Sólo te pedí que hicieras un arroz – continuó François discutiendo caminando al lavaplatos - ¿y cuantos trastos ensuciaste? - continuó - ¿Esto es sangre? - Miro todo el rededor fue hacia ella y tomo su mano y vio uno de sus dedos cortados, mientras ella lo miraba de forma tranquila. -Eres tan maníaca y perfeccionista en la oficina, ¡¿por qué en la cocina no?!
-No mezclo mi vida laboral con mi vida privada – dijo algo cínica y se encogió de hombros mientras se metía el dedo con sangre a la boca y François hacía una mueca de asco, Marie sonrió no lo había utilizado para medir el arroz - Son dos cosas a parte.
-Es evidente que en la cocina eres un desastre literal. -Escupió y Marie quiso reír.
El timbre sonó y François se apresuró a abrir era Dimitri quien siguió y al ver el desastre en la cocina se quedó estático.
-¿Qué huracán pasó por aquí?
-Huracán Keller - Espetó François cruzado de brazos.
-Ya veo -dijo Dimitri mirando todo -Se acercó a la estufa en donde borboteaba el arroz, se acercó y lo olió luego la miró a ella.
-¿Eres chef ahora?
-No, sólo sé unas cuantas cosas. -Dimitri tomó una cuchara y la metió en el arroz se veía suelto y apetitoso mientras François hacía una mueca.
-Ella metió su dedo ahí -le dijo a modo de advertencia.
-No seas marica François -le dijo riendo François frunció el ceño mientras miraba como él probaba el arroz en silencio.
-Nada mal, en Italia hacen un pésimo arroz.
-Claro, lo hacen como la pasta -dijo Marie señalando algo que ella creía era obvio - Así como la pasta en Sudamérica, la hacen de forma terrible. Cada lugar asume hacer el plato a su antojo, el mejor arroz que he probado es en España.
-¿No te consideras experta en la cocina? -Dijo nuevamente Dimitri.
-No, solo soy buena comiendo y he podido comer platos exóticos. -Dimitri la vio divertido ante lo que decía.
-Y ¿qué platos exóticos has llegado a comer?
-¡Ay no! - Se quejó François –No le preguntes. ¿Para qué le preguntas eso?
-Sólo quiero saber, ya que esta señorita dice ser una fanática de la comida.
-Gusanos -dijo ella de repente. François hizo una mueca.
-Te lo dije - cruzándose de brazos.
-¡Gusanos! -Dimitri comenzó a reír -De verdad eres fanática a la comida. ¿En dónde comiste gusanos?
-En México, se llama cocina entomafogía, es una dieta a base de insectos y en algunas partes de flores, 100 gramos de gusanos comestibles, aporta un 80% de proteína.
-Interesante -Miro a François -Fran, deberíamos...
-Definitivamente ¡no!
-Sólo era una sugerencia.
-Ni como sugerencia lo menciones.
-Cálmate, simplemente era una broma.
-Con el menú del restaurante no admito bromas. -Dimitri rió y se metió otra cucharada de arroz.
-¿Con que comen el arroz en Sudamérica? -Dijo Dimitri
-Básicamente con todo -Dijo Marie buscando sus zapatos - De hecho, combinan muchas harinas y carbohidratos en un mismo plato. Puedes ver qué sirven patatas fritas con arroz.
-¡Oh! Que mal. -Contestó Dimitri
-Las frutas y verduras en Europa son caras y escasas, allí abundan y son de precios muy bajos, pero se alimentan muy mal.
-Lo dice alguien que puede pasar temporadas completas tomando café y comiendo dulces -Intervino Francos
-Es el estrés -Expresó Marie tranquila - algunos se drogan con vino -lo miró - otros con sustancias alucinógenas, otros tienen sexo de forma frenética y los que pierden el apetito. -Comenzó a caminar hacia la salida.
-Me voy-Tomó sus zapatos.
-Y ¿este desastre? -Ella se detuvo un instante y miró todo, aunque había querido tener una pequeña venganza no se le hacía justo con él, así que dejó sus zapatos a un lado y comenzó a lavar los trastos.
-Por favor François -Dijo Dimitri alzando las mangas de su camisa - No la vas a poner a lavar trastos. François se sonrió y se hizo detrás de Marie rodeando su cuello con el brazo de él.
-No tienes por qué lavar, solo bromeaba, prefiero hacerlo yo.
Ella alzó su cabeza y le miró desde abajo fijamente, de repente ella se sintió incómoda y se agachó levemente retirándose de su agarre.
-No vemos después -Miró a Dimitri y le asintió y luego se acercó a François y le dio un beso en su mejilla.
François la vio caminar descalza hasta la puerta en donde se puso sus zapatos, tenía el abrigo en sus manos lo miró por última vez y salió de ahí. Marie cerró la puerta tras de sí y se recostó un instante en esta, el dolor en su cuello la comenzaba a incrementar y aunque no le molestaba no era el momento para eso, caminó hacia el ascensor, y volvió a tocarse su cuello. Cerró sus ojos, aparentar que todo está súper bien, cuando en realidad todo es una mierda, se dijo a sí misma.
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