La Heredera CAPÍTULO 13: Fin del mundo


 



París, primavera de 2014


El chófer revisaba la llanta ante la abrupta sacudida del auto, se acercó a su ventanilla y le habló.

-Señorita es posible que lleguemos un poco tarde, algo anda mal con el carro.

-Creí que es este auto no le podría pasar nada malo -le dijo inquieta, había comenzado a recibir anónimos y desde entonces la zozobra la acompañaba- ¿Qué es lo que sucede?

-No se preocupe es solo una llanta lo resolveremos, es más rápido cambiarla que llamar otro auto. Sacó su móvil y le tecleó a François

Marie Keller

Tardaré más de lo que creí, un problema con el auto. 10:35 am

François LeBlanc

Ya comenzaba a preocuparme, al no verte, la reunión ya comenzó, mi padre da una charla de inicio, aunque debo decirte algo que no te gustará. 10:36 am

Marie Keller

¿No me digas que a tu hermano se le ocurrió ir? 10:36 am

François LeBlanc

No, nada referente a él, tu madrasta está aquí, no sé qué pasó, pero no habíamos recibido ningún tipo de confirmación por parte de ella, dice que solo estará por el día de hoy. 10:37 am

Marie Keller

Gracias por advertirme. 10:37 am

Esperaba que no se la topara, desde que le había dicho que se iría de la casa Alicce y ella había tenido diversos encontrones, no habían pasado tres meses y ya se sentía harta, parecía como si el viaje con François hubiese sido hace mucho tiempo. En ese momento estaba tan decidida a quitarle todo a Alicce y finalmente irse, pero su realidad era otra y sentía que era más complicado de lo que pensaba.

No había encontrado nada, su padre le había dejado una cantidad de documentos que en su momento no entendió y prefirió guardar, en algún momento tendría que volver a revisarlos, pero sentía que hasta que no entendiera a que se refería su padre no podría hacerlo, además si era honesta no estaba interesada en eso, en el fondo deseaba solamente irse, no sentir que todos le decían que hacer.

Suspiró nerviosa, quería ver a François, de alguna manera lo extrañaba ahora que no vivían juntos, habían creado un lazo o al menos eso creía, no esperaba que él se sintiera igual finalmente el mundo de él era más grande que él de ella, dado que interpretaba esa falta por su escasez de relaciones.

Quizás estaba racionalizando mucho, pero lo prefería a creer que lo extrañaba por soledad a otro sentimiento más profundo, realmente no sabía que pensar se repetía una y mil veces lo cansado que era sentir y en Suiza lo hacía demasiado.

Alzó su vista y divisó la entrada de la mansión LeBlanc, era la primera vez que estaba en ese lugar, no se imaginaba un lugar como ese, parecía una mansión de otro siglo, como si se hubiese quedado detenida en el tiempo, se le parecía un poco a la de los Keller en Zúrich, aunque esta tenía un toque diferente, por algún motivo no le desagradaba la estética.

Sin detenerse en detalles se dirigió al salón principal, estaba repleto de personas mayores, a lo lejos vio a Jacques LeBlanc con Alicce, se giró no quería hablar con ninguno de los dos, si era sincera había ido por François, se detuvo unos instantes, no podía apegarse a él, odiaba lo que la había hecho sentir en Cartagena.

Un hombre se le acercó y comenzó hablarle al parecer era un estadounidense que decía conocerla, se llamaba George, ella lo miraba en silencio realmente no lo sacaba de ningún lado.

-Disculpen -Escuchó la voz de François - George, te la robo por un instante.

-No hay problema amigo -Dijo el amablemente.

-Te tardaste demasiado -François le expresó con una linda sonrisa.

-¿Conoces a George? -Le preguntó François.

-No, no sé, realmente. -Dijo algo distraída - ¿Quién es él?

-Es un genio de la ingeniería, tiene una empresa en crecimiento, donde desarrolla súper electrodomésticos, su más reciente creación es una licuadora industrial que puede desintegrar casi cualquier cosa.

-¿Y qué hace aquí?

-Expandirse al mercado europeo y para eso necesitan conexiones, -le explicó y ella asintió pensativa ante su tonta pregunta- ¿te interesa?

-Me lo podría pensar -dijo sonriendo, porque por fuera del grupo invertir en proyectos no era descabellado, una cosa era renegar de la fortuna Keller, pero ella no era idiota para no saber la utilidad del dinero- aunque para el Grupo Keller los electrodomésticos no son una opción.

-Tienes razón -dijo tomándole la mano levemente.

Comenzaron a caminar hacia el jardín el cual era muy bello, le gustaban los exteriores y la naturaleza, así que no pudo evitar ver alrededor, no lo pudo hacer mucho tiempo, dado que dos hombres iguales se acercaron, François los presentó como Ludovic y Luka, los recordaba como miembros de motocross que había visto saltar.

Comenzó a sentirse algo tensa cuando se vio rodeada de personas, para ella era incómodo, pero para François era algo natural, dado que hablaba con ellos con naturalidad, mientras ella miraba todo alejada, escuchando como muchos se aterraban que ella fuese una Keller, lo cual era normal, manejaba un bajo perfil.

Se comenzó alejar de ellos, François estaba muy entretenido como para darse cuenta, caminó hacia el lavado, enjuagó sus manos y se hecho un poco de agua en su rostro, lo secó y salió, estar en un lugar que no le apetecía era algo nuevo, pero se recordaba así misma que había terminado yendo por Fran, aunque en ese instante deseara estar sola.

Soltó el aire y salió de ese lugar cuando sintió que su hombro chocó con alguien, se percató que era la misma mujer del baño en las Vegas que la miraba con odio y le reclamaba por el bolso que había tirado al baño, suspiró porque aún ella sabía que no se debían iniciar disputas incipientes en esos eventos, así que siguió de largo ignorándola no le apetecía tratarla.

-Sí, ¡tú! -La gritó con rabia

Marie caminó sin inmutarse, realmente no le interesaba una pelea de lo que sea qué ella quería. A lo lejos seguía François, Ludovic y Luka además de un hombre rubio y alto, quería hablar con François, pero definitivamente no con sus amigos, así que cambió su dirección encontrándose con un hombre mayor que le habló en alemán.

-Señorita, ¿viene de alguna empresa? Necesitamos empresarios jóvenes para invertir -dijo el hombre amablemente.

-No, gracias realmente no me interesa, si me disculpa -dijo zafándose del hombre a prisa.

Comenzaba a exasperarse, se detuvo frente al jardín, era primavera y los colores vivos invadían el lugar, se sonrió se alejó más de la multitud y respiró un momento de paz, lejos de risas y conversaciones que no le importaban.

-Odio realmente la gente cobarde, que no enfrenten sus problemas -Volvió a escuchar la voz chillona de una mujer.

Marie se giró y la observó acompañada de uno sequito de mujeres soltó el aire pensando en la situación ridícula a la que se exponía, no era una adolescente que discutía por un bolso, pero aquella mujer parecía que sí y no dejaba de insultarla, la escuchó vociferarlos, uno tras otro con mayor intensidad al ver que Marie no respondía.

-No tengo porque seguir escuchando sus estupideces. -Habló Marie finalmente

-¡O que! ¿Pedirás que me saquen? -Dijo burlona.

-Eso lo puedo hacer yo -François irrumpió - Luka controla a tu novia.

El hombre corrió hacia ella y se la llevó a rastras, el resto de mujeres desaparecieron, mientras François se acercó a ella y no dijo nada más, mientras que él le preguntaba si estaba bien, no sabía cómo responder porque había muchas cosas que en ese momento no lo estaban. Le mintió, diciendo que, si lo estaba, realmente no quería contarle nada, no merecía sus quejas, pero él no le creyó o eso creía no se consideraba bueno diciendo mentiras.

Sobre todo, porque él tenía razón, por lo general tenía un gran apetito, pero desde que había regresado a Zúrich comía poco, su sueño también lo era, su vida se había descontrolado, François de alguna manera podía intuirlo, pero no quería causar en el ningún tipo de lastima en él, además de que no sabía si era peligroso en lo que estaba.

Ambos caminaron hacia la mansión, se suponía que había un almuerzo, pero lo último que quería era sentarse a la mesa con personas desconocidas, afortunadamente, un empleado se acercó a él diciéndole que su madre lo necesitaba con urgencia, François se disculpó y le dijo que no demoraba, ella asintió sin problema, era lo mejor o terminaría contándole todo lo que le estaba sucediendo y no podía darse el lujo de eso.

Marie le asintió y le respondió que no se preocupara, realmente la aliviaba no tener que seguir con esa conversación incomoda, hablar de ella y sus costumbres no era algo que le gustara, lo vio alejarse de ella, las cosas con él se estaban tornado raras, su móvil comenzó a vibrar y ella lo tomó en seguida.

-¿Diga?

-Señorita Keller, surgió algo realmente importante es solicitada en la sede principal, se trata sobre su nombramiento. -Ella miró su reloj bordeaba las doce del mediodía.

-Arregla todo para devolvernos. -Ordenó y colgó al instante.

Caminó hacia el living, allí estaba su asistente esperándola, sólo sería un año se decía una y otra vez, encontraría al hombre que jodía su vida y se iría lejos, aunque todo eso se viera imposible, quizás era una mentira para tenerla en ese lugar.

Una vez en el auto, meditó su día, era ingenuo pensar podría quedarse por tanto tiempo allí, Alicce no lo permitiría y ahora no sabía que le esperaba, aún faltaba una semana para tomar la presidencia sin embargo no tenía un solo momento de respiro.

Llegaron entrada la tarde a Suiza y François no le mandó ningún texto al igual que ella. Cuando entro a la sala de juntas la mayoría de los accionistas estaban presentes, incluido Nial, que la miró con una risa socarrona, ella sin embargo caminó imperturbable hasta el sitio dispuesto para ella y se sentó.

-Creo que ya estamos todos -dijo Charles el presidente del Grupo - Señorita Elizabeth la estábamos esperando.

El secretario comenzó la lectura de la reunión:

-Estamos en esta junta extraordinaria con el fin de analizar los acuerdos con la corporación INK, como bien saben nuestro objetivo es expandirnos al oriente y a parte del acuerdo que la señorita Keller está cerrando con empresas Chen, la corporación INK es una pieza clave para el éxito en la introducción de nuestros servicios y móviles, ya que ahora pensamos lanzar una nueva línea de teléfonos inteligentes con nuestra propia tecnología que esté a la vanguardia del Android. Sin embargo, el representante de la corporación INK, nos informa inconvenientes en los acuerdos que les presentamos, y quiere replantear el contrato ya que se consideran en desventaja, el señor Wolfgang es quien ha estado en conversaciones y queremos que él nos comunique el problema en cuestión.

-Gracias, Michel -Respondió Wolfgang- Hemos estado en este proyecto por más de seis meses y hasta hace un mes estaba hablando con director de la compañía Alemana, el señor Henrik, sin embargo debido a sus problemas de salud, su hijo se encuentra a cargo de este proyecto en específico Gerhard, quien pidió ser atendido personalmente por un Keller, pero nos avisa que el día que quería discutir algunos puntos en concreto de contrato, dice que la señorita Elizabeth, no fue sin dar mayores explicaciones

Todos en simultanea miraron a Marie buscando una explicación, ella ante tal espectáculo se movió nerviosa en su asiento, nunca imaginó que esa cita tuviese que ver algo con negocios, sólo lo vio como una cita a ciegas más, que su madrastra preparó para ella, empuñó sus manos viéndose acorralada.

-¿Tiene algo que decir? ¿Señorita Keller? -Preguntó Nial en tono de satisfacción.

Ella lo miró impotente mientras el resto de hombres murmuraban y apretó más sus puños,

-Conseguiré ese contrato -Dijo segura y los hombres en la sala rieron.

Comenzaron a murmurar entre ellos, Marie se levantó y los miró ocultando su miseria.

-Haré que él firme y conseguiré ese contrato con industrias Chen -Comenzó hablar, pero ellos no le prestaron atención lentamente comenzaron a levantarse de sus sillas y se dirigieron a la salida.

Marie los vio irse con impotencia mientras Nial la miraba burlón, se tiró en su silla pesadamente, ¿qué le hacía creer que eso sería fácil? Cerró sus ojos y recostó su cabeza, había sido demasiado crédula, su móvil vibró haciéndola incorporar.

-Diga

-Hola, Marie -Habló Alicce del otro lado de la línea - veo que estuviste en tu primera junta, sabes que a partir de hoy tus acciones vuelven a tus manos, pero no olvides nuestro acuerdo, te estaré vigilando ya todo está arreglado y serás la presidente la próxima semana.

-¿Llamaba sólo por eso? -Dijo impaciente, su tono condescendiente la estaba impacientando.

-No querida, llamaba porque Gerhard, me pidió expresamente tu compañía y cómo vez tu terquedad te hizo asistir a una junta innecesaria, no le des más vueltas y reúnete con él, si quieres comenzar con pie derecho tu cargo. -Habló colgando inmediatamente.

Soltó el aire, así que no le quedaba de otra que ver aquel hombre, ¿cómo no lo había visto de forma clara? Descuidarse le estaba saliendo caro, había estado pensando en François y lo que supuestamente le comenzaba a generar, debía dejar de entretenerse con tonterías.

-Señorita -Dijo su asistente - Tenemos tiempo de regresar a la mansión LeBlanc, ¿que desea hacer? -Ella alzó su cabeza lo mejor era no volver.

-¿Le ha hecho alguna llamada el señor Schütz?

-Hasta el momento, no he recibido ningún comunicado de su parte.

Marie seguía indecisa con su móvil en la mano, marco un número rápido y llamó a Beltrán.

-Beltrán, habla Marie.

-Si señorita dígame

-Deseo saber si mi nuevo lugar está preparado.

-Sí, claro el lugar está listo, sólo falta hacerle llegar la joyería de la mansión.

-Gracias -dijo colgando -Luego miró a su asistente

- No regresaré, estoy cansada y creo que no aguantaré un tercer viaje, por favor verifica la dirección de mi nuevo apartamento iremos allí.


El joven se vio ligeramente confundido y en unos instantes comenzó a realizar llamadas, finalmente se dirigieron al auto. No habló más se sentía decaída, su cabeza le explotaba y estaba algo derrotada, quizás terminaría fuera más pronto de lo que creía, porque, aunque tenía esa convicción de cerrar el trato… Parecía que era más difícil de lo que pensaba.

Llegaron a un edificio alto, en una zona exclusiva, entraron por el parqueadero allí la esperaba Beltrán, quien comenzó a darle indicaciones del lugar, le entregó su clave de acceso y poco después se retiró. Marie le pidió a su asistente que se fuera y una vez se quedó sola en el garaje, caminó hacia el ascensor, digitó la clave a un costado y se abrió, busco el número de su apartamento, digitó su clave, al entrar se encontró con su equipaje lo tomó y camino hacia el interior.

El lugar era amplio, a mano izquierda tenía unas escaleras que conducían a un segundo piso, en el frente se encontraba la sala de estar, a mano derecha un amplio comedor rodeado de ventanales gigantes y más al fondo lo que parecía ser una cocina. Al lado de las escaleras un espacio verde con un pequeño árbol, algunas plantas ornamentales, una silla reclinable y en todo el frente un ventanal que permitía ver una panorámica de la ciudad y el cielo despejado.

Caminó por un pequeño pasillo adjunto a las escaleras y entró a la habitación donde dejó sus cosas y las metió en el closet, luego se fue a la cama y se tiró sin cambiarse, se sentía cansada, aunque no había realizado ningún esfuerzo físico. El lugar era justo lo que necesitaba y sin artículos de más, una cama un par de asientos, libre de fotos o decoraciones.

Estiró su mano y sacó su celular del abrigo, vio dos llamadas perdidas de François, devolvió la llamada, sin embargo no tomó el teléfono. Se levantó quitándose los zapatos y en el momento en que se comenzaba a bajar la cremallera de su vestido escuchó ruidos, quedó inmóvil tratando de escuchar de qué se trataba.

-No creo que sea un lugar de fácil acceso -se dijo para sí nerviosa.

Caminó lentamente hacia la puerta de la habitación una luz tenue iluminaba el lugar que yacía totalmente vacío, exceptuando por una silla reclinable en un gran ventanal, el sonido de la puerta se escuchó seguido de pasos, ella caminó rápidamente al encuentro de su invasor tomando lo primero que tenía a mano, vio una sombra entrar y comenzó a golpear fuerte con un paraguas que Beltrán ha pedido suyo había dejado cerca de la puerta.

-¡Auch! - Escuchó un quejido conocido - ¿Ese es tu sistema de alarma? - Dijo tomando el paraguas - Creo que no es para nada seguro.

-¡François! -Dijo suspirando - Casi me matas de un susto.

-Lo siento, no fue mi intención sólo que tu costumbre de estar a oscuras me hizo pensar que no estabas -Dijo mientras se frotaba la cabeza.

-Lo que realmente no entiendo, es como lograste entrar.

-Bueno, sabes que me llevo muy bien con Beltrán, por favor no le reclames, le dije que te necesitaba con urgencia.

-¡Ese traidor! -Dijo estirando su boca- Pues bien, que necesitas -dijo osca.

-¿Estas de mal humor? -Habló intrigado.

-Si - dijo caminando a hacia el interior y encendiendo las luces - por esa razón te recomiendo que regreses con tus amigos

-Si quisiera estar con ellos, estaría allá, creo que no sabes leer las señales

-Y veo que tú tampoco -alzando sus cejas - la parte de quiero estar sola no ha sido totalmente clara.

- Y eso es... -Respondió divertido - según tu ¿Una señal? Marie Elizabeth Keller, ¿con quién crees que hablas? Elizabeth -Dijo en voz baja - no se me ocurrió que tendrías un segundo nombre, pero ahora que lo sé creo que me gusta decirlo.

-No estoy para tus juegos, deja tus encantos para otras y vete -Respondió caminado de nuevo hacia la habitación, tratando de bajar el cierre de su vestido.

Él la siguió hasta allí y mientras hablaba se puso tras ella y le ayudó a terminar de bajar el cierre, Marie se giró y lo miró mal mientras caminaba hacia el closet.

-Pero no hay nada que me impida venir a verte, de verdad Marie, si estas en uno de tus días lo entenderé, no eres así de gruñona, así que ya déjalo, entiendo que no quieras volver, mis amigos son unos imbéciles y créeme que la novia de Luka no volverá a molestarte.

-No estoy ovulando no sufro los efectos de hormonas aún. Me fui porque surgió algo en el grupo, además, no me gusta...-Guardó silencio, no le gustaba pensar que podía inmiscuirlo en algo que no quería.

-La multitud, las personas -La interrumpió él- lo sé aun no entiendo como aun puedo seguir a tu lado, -Dijo fingiendo que eso lo hería- pero no por eso me voy a contener y no verte cuando quiero hacerlo.

-Ok, dime que quieres -Habló en un tono más amable Marie, François se le dibujó una gran sonrisa que disimuló a espaldas de ella, ya casi obtenía lo que quería.

-Creo que ahora sí creo que te intereso un poco -dijo volteando hacia ella volviendo a poner un rostro compungido.

Marie lo miró con sospecha y caminó hacia el armario allí estaba su ropa organizada, tomo su albornoz y ya en el baño terminó de deslizar su ajustado vestido para darse una ducha rápida, una vez fuera él la esperaba sentado al borde de la cama.

-No quiero que te pierdas lo que más te gusta hacer por mí, mejor vete. -Nuevamente dijo ella al verlo.

-Estoy aquí y quiero que regresemos, fui casi tu esclavo cuando te lastimaste tu hombro me lo debes -Sabia que Marie se guiaba por lógicas y si tenía que jugar a eso lo haría -Quiero que estés ahí. -No le gustaba la forma ermitaña en la que ella vivía era hora que saliera y conociera personas.

Marie lo miró y soltó el aire caminó hacia su closet, porque tenía razón se lo debía, tomó unos jeans negros a la cintura con una T-shir blanca con cuello en V holgado y después en uno de sus cajones sacó un sostén y unas bragas. En el pequeño vestidor contiguo al cuarto se cambió y una vez lista volvió a la habitación, el seguía sentado en su cama ojeando su celular.

-Escuché que mañana tendrán una competencia de motos -dijo Marie mientras se secaba el cabello -

-Sí, será algo por diversión, nada que haga llamar a los medios, lo acostumbramos hacer, es parte del servicio para los más jóvenes, se debe pensar en ellos como los siguientes con quienes hacer negocios, ya sabes, manejo los negocios muy diferente a como tú lo haces, tú eres...

Marie entrecerró los ojos esperando sus palabras.

-Yo soy que... -Dijo acercándose.

-Algo ortodoxa, mucha teoría, lecturas aburridas de contratos, comidas sosas.

-¿Sabías que a veces eres irritante? -Respondió con una sonrisa denotando que su humor había mejorado bastante.

-Pero así eres - replicó sonriendo - No tienes remedio, aunque para mí no lo seas, para el resto del mundo eres una aburrida, ellos no saben realmente lo que eres.

Marie se sentó en la gran cama y quedaron mirándose a los ojos, de repente ella se levantó y caminó por la habitación sin aun entender qué hacía él allí, sabía cómo hacerla sentir mejor, sin embargo no quería meterle en líos, se adentraba en una situación en la cual no tenía control, no sabía qué tan grave sería; su padre no le había dicho, sólo podía confiar ciegamente que todo se revelaría en su debido momento.

-¿En qué piensas? ¿No te habrás tomado lo que dije enserio? -Preguntó él a su espalda - te ves pensativa, qué dices ¿nos regresamos a la mansión? Hay fiesta algo de diversión no te haría mal, además de cabrear a tu madrastra.

-Sabes que no soy la mejor compañía. -Le dijo en un hilo de voz, pensando más en las desgracias que habían pasado en su vida.

-Sabes que si lo eres -replicó él - Por lo menos para mí, Marie sabes que...

En ese momento vibró el móvil de Marie, ella caminó hacia su mesa de noche y miró la pantalla, era un número privado.

-¿Quién te llama a esta hora? -Dijo poniéndose tras ella - Que mal educado

-Y mira que lo dice alguien que entró a una casa ilegalmente. -Dijo sonriendo esta vez agradecida de que estuviera ahí - al habla Marie - respondió secamente.

-Hola -dijo una voz en alemán -me dijeron que irías a una recepción que los LeBlanc realizan en su mansión y no te veo por acá, Nuestra relación comercial depende mucho de cómo me trates ¿quieres ese contrato? Al grupo Keller le fascinaría entrar al mercado asiático, pero sin nosotros les será imposible ¿sabías que juego golf con Mr. Chen? - Dijo esto último colgando al instante.

Marie bajó lentamente el teléfono, sabía que le había declarado la guerra y aunque debía ser cauta, no permitirá que se burlara de ella, al menos creía que eso querían todos, verla derrotada.

-¿Quién era? -Preguntó François preocupado - ¿qué te dijo? Te ves pálida.

-Creo que lo mejor es irnos, buscaré mi maleta, iré contigo.

Tomó la maleta sacó algunas joyas finas y unos vestidos, los reemplazó por unos jeans y camiseta.

-Un momento. ¿No te cambias? -Dijo mirándole de arriba abajo -

-Claro -dijo sonriendo al ver sus pies desnudos, se puso un par de botas negras de tacón alto de amarrar y chaqueta en cuero negra.

-¿De verdad irás así? Yo decía un cambio completo, además de zapatos, el vestido de esta tarde... ¡Vaya! Algo similar sería encantador.

-Créeme que lo último que quiero es verme encantadora

-Como digas -Respondió el decepcionado el tomando la maleta de la cama - contigo nunca se sabe.

Marie no sabía que esperar de esa reunión sin duda no podría salir nada bien y más cuando la obligaban a mezclar su vida con el trabajo -pensaba mientras bajaban en el ascensor, caminaron por el solitario sótano, diversos autos de gama alta se encontraban aparcados, hasta llegar al Cooper de Marie.

-Oh, no, no, te irás conmigo, no dejaré que manejes a esta hora.

-¡Podrías hacerlo tú! -Dijo con cara maliciosa

-No te ofendas, pero es un auto de mujer, ¿qué pasó con el Carlsson C-25 de antes?

-Lo regalé - Dijo ignorándolo, mientras le tomaba su maleta.

-¿Qué? Te dije que no lo tenía en mi colección y tú... simplemente ¿lo regalas?

-Haz las rabietas que quieras, pero para mí solo era un auto.

Él tomó de su mano la maleta nuevamente y se dirigió hacia la otra ala del estacionamiento.

-¿A dónde vas con mi maleta? -Gritó detrás de él.

-A mi auto - respondió enojado sin mirar atrás.

Caminó en silencio tras él, aunque nunca tuvo la intención de conducir realmente no era bueno con la condición que tenía. Llegaron a un Rolls Royce Phantom que reconoció inmediatamente, sin embargo notó algo extraño ya que había dos autos más, que se le hacían muy conocidos, miró sus placas confirmando sus sospechas, miró alrededor y se dio cuenta que era la zona de parqueo del Penthouse y tenía un aviso que tenía las iniciales FL. 

Poco después se dio cuenta que él también vivía ahí, le explicó que había sido una coincidencia, de alguna manera sintió alivio en su interior, fuese coincidencia o no, aunque no podía decirlo en voz alta extrañaba a ese engreído, era su amigo y le gustaba esa familiaridad.

Regresar a la mansión LeBlanc en esta ocasión no era algo que quisiera, valoraba el esfuerzo de François por querer que ella disfrutara de otros espacios, pero era algo que tenía más que ver con él que con ella. En ese instante había aceptado ir porque tenía un solo objetivo: conocer al famoso hombre que había hecho que quedara en ridículo en la sala de juntas.

En ese instante se encontraba sentada en una barra sola mirando al barman preparar tragos, en cuanto habían llegado una multitud de mujeres habían rodeado a François pidiéndole compañía, él se disculpó y les dijo que no podría estar con ellas y que se las presentaría a unos amigos él solo le había guiñado un ojo y le había dicho que no demoraba. Suspiró distraída mientras se tomaba su largo cabello y lo ponía en uno de sus hombros

-¿Le ofrezco algo, señorita? -Dijo el joven hombre que atendía la barra. Ella miró no era buena bebiendo, pero una copa no le haría mal asintió.

-¿Tiene algo que contenga cafeína? -Dijo algo escéptica.

-Oh, si es la primera que lo pregunta tengo un Cóctel de café y Amaretto -dijo emocionado - en seguida sale uno.

Se recostó acomodó en el butaco y movió sus anillos nerviosa, no sabía si podría con todo lo que se le estaba viniendo encima, sentía miedo, en ese momento alguien se sentó a su lado, era un hombre alto y rubio que anteriormente había visto con François.

-Veo que regresaste -dijo sonriendo y ella lo miró confusa, realmente no recordaba haberlo visto antes- por favor una copa de vino -Se dirigió al barman

-En seguida -Respondió el hombre.

El hombre le sonrió muy amigable y ella se tensó no le gustaba ese tipo de cercanía con un desconocido, suspiró el hombre se veía amistoso y ella solo intentaba formar una barrera guardando silencio.

-Por cierto, soy Sébastien Lefevre.

-Marie Keller -Respondió ella recibiendo el coctel de café.

- Me alegro que te hayas decidido volver, Fran hizo un gran trabajo-Marie lo miró con rabia, ahora intentaba hablar con familiaridad sobre ella.

-Tenía asuntos pendientes -Respondió seca.

-¿Con François? -Se giró y lo miró a un costado hablando con desenfado con un grupo de hombres.

Marie se giró y lo vio unos instantes volviendo su vista al frente, no le contestó y pasó sus dedos por el borde de la copa pensativa, últimamente hacia cosas que no quería y lo odiaba, arrastrar a François en eso, no era una buena idea.

Poco después Marie contestó con brusquedad, no le gustaba el giro de la conversación volvió su vista a su copa de café y amaretto, la opresión que había sentido antes volvía para hacerla sentir extraña, ahora estaba en los predios de François no le gustaba sentirse vulnerable debía cerrar el asunto y dejarlo morir en el punto en el que estaba.

Sébastien la miró, aunque respondía con hosquedad se daba cuenta de lo que le sucedía, a esa niña comenzaba a gustarle François y eso sería muy problemático para ella.

-Creo que hablé de más, es difícil enamorarse de un mejor amigo y no saberlo -dijo esto último en un tomo más bajo.

Marie que se había dedicado a saborear su coctel y lo había ignorado todo ese tiempo sintió un frio por su cuerpo, ¿amor? La palabra golpeó su cabeza, no, ya había decidido que no lo era, se trataba de apego y cariño.

Volvió a ignorarlo a ese punto no le importaba lo que ese hombre pensara, una mano se posó en su hombro, creyó que era François sin embargo la mano era más gruesa y sin pedicura muy diferentes a las de él.

-Me place verla esta noche. -dijo una voz en alemán - No sabe lo que deseaba conocerla, sin embargo usted tan escurridiza como siempre.

Marie se giró y lo escaneó con sus grandes ojos azules, era un hombre alto, de cabello corto color rubio medio, ojos cafés claros y barba en su rostro más oscura, Marie supuso que era Gerhard, y su estómago antes revuelto, ahora hervía de la rabia, quería la revancha, por inmiscuirla en una situación incómoda y obviamente estar liado con su madrastra.

-Lastima no pueda decir lo mismo. - Respondió en su mismo idioma.

-Sin embargo viniste en cuanto te llamé -Expresó sonriendo con altivez.

Marie se levantó y miro al hombre suficiente en una mezcla de rabia con alcohol más el día de mierda que había tenido era la combinación perfecta para no contenerse. Lo tomó brusca de uno de sus brazos y lo empujó por el salón hasta el exterior, sus movimientos eran exagerados ya en el jardín, lo miró fijamente.

-No sé qué se trae entre manos, no entiendo qué quiere conmigo, pero...

-Me gusta, -dijo serio - me gusta desde hace mucho y haré lo que esté a mi alcance para que esté a mi lado.

Marie torció sus ojos ante eso y no le dijo nada más, era un maldito imbécil adiestrado, después simplemente caminó de nuevo hasta la fiesta, ahí se encontraba Sebastián en la barra junto a François, charlaban animadamente, ella caminó hacia el sitio que ocupaba antes y pidió otro coctel de café, al tiempo Annie llego agitada y algo sudorosa de la pista y pidió Vodka y se lo bebió de una, ellos aún se encontraban hablando, sin embargo se percataron de la presencia de ambas.

Era increíble, aquel hombre le venía a decir que le gustaba mientras su nombre estaba en entredicho en la junta, la estaban acorralando, no sabía muy bien qué pretendían, pero no era nada bueno. Sintió una mirada sobre ella y se dio cuenta que era Annie que la miraba con rabia, la vio acercarse a François y acaricio sus brazos, se veía borracha.

-Vamos a bailar -Dijo melosa.

-Dile a tu prometido -Respondió François sin mirarla.

-Sébastien no se siente bien, no ha querido bailar conmigo- Replicó Annie.

En ese momento Gerhard, entró en el salón y se dirigió hacia Marie quien miraba su tragó pensativa.

-Creo que no he terminado de hablar -Dijo tomándola de la mano- Bailemos, así será más divertido decírselo.

Marie aburrida del drama entre Annie y François se levantó del taburete y se sacó la chaqueta de cuero negra, François que hasta el momento estaba indiferente, la miró extrañado y luego posó su mirada en Gerhard.

-Hola Gerhard, no te esperaba -dijo con algo de rabia en su voz, recalcando lo último.

-Ya sabes, y de repente llega el amor, donde menos lo esperas -respondió en francés.

-Que en tu caso sería el poliamor ¿no? -Respondió con sarcasmo François.

-Pues llega un momento en que una sola persona captura tu atención, te veo luego -dijo tomando a Marie de la mano y dirigiéndola a la pista.

-Termina rápido, que desde que pisé la pista me arrepentí de salir -Marie expresó impaciente.

Gerhard la miró, detalladamente, no era particularmente curvilínea, pero tenía unas tetas que moría por tocar, su piel era blanca y tersa y resaltaba como un lienzo el par de ojazos azules y su frondoso cabello negro, una ricura con cara angelical, esa mujer lo traía a mil.

-No creí que ya en persona me llegaría a gustar más -dijo acariciándole el rostro, mientras se relamía sus labios.

-Déjese de cumplidos. - dijo apartando la cara abruptamente - No hacen ningún efecto en mí, quiero saber la verdad, saber qué le prometió mi madrastra, ¿ella le dijo que me sedujera? Que le dará a cambio.

-Nada de lo que se imagina, soy un hombre que solo va detrás de lo que quiere, no necesito que me secunden - acercándose más a ella, quería tocarla, se veía realmente ebria.

En ese momento François pasó por el lado de ellos y comenzó a bailar con Annie quien lo miraba fijamente mientras le bailaba de manera sensual, François no se movía sólo miraba a Marie sin prestarle atención a Annie. Marie sintió rabia al verlos y su conversación con Gerhard no llegaba a ningún lado, su cuerpo se sentía caliente y lento, estaba borracha y lentamente perdía sus sentidos.

-Lamento decepcionarlo -Marie regresó su mirada a Gerhard- Pero no me interesa, y en cuanto a los negocios ya me las arreglaré, no necesito que me presione para conseguir mi atención.

-Entonces, será un placer ser su rival -Respondió el hombre mientras guiñaba un ojo y le tiraba un beso. Marie lo empujó y caminó de nuevo a la barra.

-Otra copa -pidió osca.

-Enseguida-Tomó la copa y la bebió lentamente

-¿Una mala noche? -Dijo Sébastien a su lado.

-No es la persona que amo la que baila con su ex -Dijo seca.

-Bueno por lo borde que estas, veo que no te gusta que tu amigo, baile con su ex -dijo riendo - ya entiendo por qué François es tu único amigo.

-No me conoce. -dijo indiferente.

Y comenzó a intercambiar comentarios ácidos con aquel hombre era definitivo estaba borracha y lo mejor era irse, se levantó abruptamente y un leve mareo la hizo tambalear, se sostuvo de la barra, tomó su chaqueta y caminó hacia la salida, sintió una mano que le tocaba su hombro

-Lis -dijo la voz de un hombre al cual no reconoció - Que bueno verte. -Marie volteó y miró sin ninguna expresión.

-¿Quién es usted? - Dijo entrecerrando sus ojos para centrar la mirada.

-Soy yo Daniel -La sostuvo - nos conocemos de pequeños Dan. Dijo con una sonrisa perfecta, tenía el cabello corto de color rubio, ojos verdes y piel bronceada.

-¿Dan? -dijo extrañada -

-Veo que ya no te acuerdas de mi -expresó decepcionado.

-Dan, estas muy diferente y estas luces no ayudan -Se llevó una mano a su boca estaba mareada.

-No creí que fueras tú de verdad, hace mucho no te veo - dijo mirándola nostálgico - tú también estas diferente. -Marie rió muy duro, sin ser consciente de ella.

-El maldito tiempo nos cambia inevitablemente, ¿estás solo?

-No, es imposible estar solo -rio mostrando unos dientes perfectos - vamos te acompaño fuera no te ves muy bien.

Sin darle tiempo a que contestara caminaron hacia el mismo jardín en el que había estado con Gerhard hacia una hora, se sentaron en una banca y Marie dejó caer su chaqueta puso sus dos manos en su rostro y se inclinó,

-¿Te sientes muy mal? -Dijo Dan preocupado, ella asintió.

-No tolero el alcohol -Habló con palabras torpes- sin embargo me empeño en tomarlo. -Dan rió

-Supe que regresaste, sin embargo no estaba en la ciudad, la temporada de futbol es muy exigente, solo logré una semana de receso.

-¿Juegas soccer? -Dijo sorprendida - recuerdo tu obsesión con los balones.

-En ese tiempo tú eras mi obsesión -dijo sincero.

-Éramos solo unos niños -dijo mirándolo - eras mi mejor amigo, sabes lo difícil que era mi relacionarme con las otras niñas, tú eras diferente. Me recuerdas una época mejor -Le palmeó su pecho con fuerza.

-Oh no, Marie, ¿qué te pasa? -Dijo preocupado.

-Que estoy malditamente borracha, por tres cocteles de café y amaretto -Lo miró-Estoy jodida Dan, malditamente jodida.

Dan solo calló, había sido su amigo en la adolescencia y de alguna forma la persona más cercana, aunque tenía muchos amigos y era más abierta en ese entonces. Se habían alejado, ella desapareció junto a su madre y él comenzaba su carrera profesional como futbolista.

-Creo que no volveré a beber -Tuvo un fuerte eructo y ella se llevó su mano a su boca - y ¿qué haces aquí?

-Es una fiesta exclusiva, François me invita todos los años. -Marie solo pudo reír.

-Sí, lo debí imaginar quién no lo conoce.

-La verdad fui yo quien me sorprendí al verte aquí, he venido a muchas de sus reuniones y es la primera vez que te veo en una.

-Ya sabes negocios -mintió.

-Te vi en un tabloide con él, creí que ustedes dos tenían algo

-¿Él y yo? -Preguntó sorprendida - somos muy diferentes, solo somos amigos.

-¿Sólo amigos? -Dijo sin ninguna expresión.

-He vista muchas de las amigas de LeBlanc y la verdad... -Se detuvo de repente -Me alegro que tengas a alguien cercano. Lamenté mucho perder el contacto, fui a tu casa y al no encontrarte te dejé una carta -sonrió ante su confesión, Marie lo miró confundida.

-No recibí nada tuyo

-Lo supuse, al no recibir respuesta

-¡Dani! - Se escuchó una mujer a lo lejos, tenía una copa de licor en la mano y diminuto vestido y una de sus manos estaba cubierta por un tatuaje.

-¡Ahora no! -Dijo evidentemente molesto.

Marie se despidió finalmente caminó mientras trastabilló, buscando el lugar en donde dormiría, todo se veía tan borroso, llegó a la gran mansión LeBlanc, pero no pudo seguir caminando y se sentó en las escaleras con su cabeza entre sus brazos, las doncellas llegaron para levantarla y al darse cuenta de quién era, la llevaron a una pequeña casa amueblada, se tiró en la cama dejando de ser dueña de sí.

A la mañana siguiente despertó en una gran cama, tenía una pesada mano a su alrededor, era François, quien dormía a su lado, estaba sin camisa y los pantalones aun puestos, se tomó su cabeza, el dolor de cabeza ahora la golpeaba fuertemente, alejó su mano lentamente, tenía la extraña costumbre de levantarse temprano cuando bebía la noche anterior.

Caminó descalza hacia el lavado, miró su rostro desencajado y con ojeras, la noche anterior había bebido demasiado y en ese instante no recordaba buena parte, lo que más le intrigaba era ver a François a su lado, no recordaba haber hablado con él en toda la noche. Se lavó la cara y los dientes, se alisó un poco el cabello y volvió a la habitación, el seguía durmiendo plácidamente ella lo miró por encima, de repente la tomó por una de sus manos y la tiró a la cama dejándola a su lado, la miro fijamente. Luego soltó:

-Lo siento. -Dijo acariciándole el rostro.

-¿Por qué te disculpas? -Expresó realmente intrigada.

-Sólo, déjame disculparme por ahora -mientras le tomaba su mano y le daba un leve beso - espero no te vayas temprano.

-¿Por eso dormiste aquí? -Dijo riendo - Solamente me lo debiste decir.

-Eres muy escurridiza -sonrió y se levantó y comenzó a tomar sus cosas, puestas meticulosamente en una cómoda cercana. -Te levantaste temprano, no son ni las cinco y media.

-Efecto del alcohol -Respondió mientras notaba que tenía la misma ropa del día anterior-¿A qué hora llegaste?

-Hace media hora -Respondió él, mientras revisaba que no se le quedara nada

Cuando estuvo listo se despidió y salió a prisa, Marie caminó hacia la cafetera y se preparó una taza, le urgía algo de cafeína, saboreó y aspiró la bebida, le encantaba, era realmente relajante.

Poco después se fue a duchar, se sentó frente al espejo, se comenzó a secar el cabello suavemente con una toalla, odiaba el flequillo que la estilista había hecho, aunque ahora comenzaba a crecer, se hecho bloqueador en su cara y una vez estuvo lista caminó hacia un closet donde había un vestido en un gancho prolijamente arreglado. Era un vestido blanco ajustado de tiras anchas, en la parte de abajo tenía un dibujo hecho a mano muy primaveral, allí encontró un par de zapato en plataforma del mismo color negro.

Una mujer tocó a su puerta y la condujo hacia el lugar donde desayunaría, estaba inapetente, esos mensajes anónimos la tenían preocupada, ya que no dejaban de llegar uno peor que el otro, odiaba sentirse así, más por qué comer era algo que le gustaba.

Marie caminó en silencio hasta el lugar donde le correspondía, el jardín se encontraba inundado por flores, las mesas estaban repartidas por todo el lugar con delicados detalles de centro, la mayoría estaban vacías. Ella fue ubicada en una mesa apartada estaba puesta para dos personas, tomó su móvil y comenzó a ojear las noticias del día y las novedades de la bolsa, su padre siempre le había enseñado que estar informada le permitiría tomar mejores decisiones para la empresa.

De repente sintió los pasos de alguien que acercaba, era François que caminaba hacia ella con su particular andar, tenía un saco azul oscuro con una camisa blanca y un pantalón color amarillo crema, sin corbata. Se sentó a su lado y le sonrió, sin embargo no pronuncio una sola palabra, ella bajó su móvil y lo guardó, casi al instante llegaron con los platos del desayuno, café, tostadas francesas, mermelada fresca de fresa y un poco de fruta fresca le pusieron en frente a Marie, para él batido con fruta picada.

Marie lo miró suplicante.

-Ya tomé una taza de café - Dijo a modo de disculpa a la camarera.

-Eso no es un desayuno -dijo haciéndole señas a la mujer de que se retirara - me preocupa que te hagas daño, no entiendo por qué te descuidas en cosas tan vitales como el desayuno.

-Eso no es cierto -mintió - solo que...

-No me mientas, nunca desprecias una de mis tostadas -dijo mientras se tomaba un sorbo de su batido.

Marie miró el plato y se dio cuenta que era un plato servido por él, con su acostumbrado decorado de una fresa al costado sobre un poco de crema de leche batida. Sus labios se humedecieron y tomó el tenedor pinchó una de las fresas y la metió en su boca, el sabor de la fruta invadió sus sentidos al momento que saboreaba con placer, no pudo evitar alzar su mirada y ver que él la miraba fijamente con una leve sonrisa en su rostro.

Ella se recompuso y con mucha más lentitud tomó el tenedor y untó un poco de mermelada, que esparció por una de las tostadas acto seguido cortó un extremo y lo saboreó lentamente, ahora la sonrisa de él era amplia al punto que ya no se encontraba comiendo, ella al percatarse de aquello paró abruptamente.

-Al fin de todo Marie Elizabeth Keller es una joven heredera, comes con mucha elegancia a pesar de tu ansia por comer, no te detengas -Dijo riendo a modo sarcástico.

Ella torció sus ojos

-Aparentemente ahora soy digna de ser tu espectáculo personal, sabía que tus intenciones no eran puras.

-Contigo, nunca tengo malas intenciones -dijo sonriendo muy coqueto, se veía de buen humor.

Marie lo miró en silencio, ese comentario tan casual le generó un leve escalofrió, bajó su rostro al plato para que él no se diera cuenta de su nerviosismo, odiaba cuando él la hacía sentir de esa forma, se sentía indefensa. Sin embargo recordaba cómo esas tácticas las utilizaban con otras mujeres y como todo eso era natural en él.

-Conmigo y toda mujer que se cruce en tu camino -Afirmó, realmente era eso lo que le sucedía con François LeBlanc, pensaba demás simplemente.

-Me ofendes, señorita Elizabeth, no sé en qué concepto me tienes -dijo fingiendo ofensa y ella esbozó una leve sonrisa, porque le gustaba cuando se hacía el tonto.

Marie rió al ver una de sus muecas, él siempre se las arreglaba para hacerlo y quitarle la tensión al asunto, en ese momento llegó Sébastien, que los miró con suspicacia al ver que François seguía con ese tonto juego con la heredera Keller.

-Veo que la señorita hielo, también puede reír -dijo de muy buen humor - Creo que sólo el buen François puede hacer tal milagro.

De golpe dejó de reír al escuchar a Sébastien, ahora sabía que era el mejor amigo de François, por un momento pensó en que tanto le había dicho la noche anterior, recordaba la primera parte de la conversación, pero después el licor había hecho de las suyas y no recordaba nada.

-Sébastien, estamos en una conversación privada. -Dijo François muy cortes, pero había cierto tono de pelea.

-No era mi intención interrumpir-Miró a François con cierta rabia.

-Pues debo infórmate que lo hiciste -Respondió François sarcástico y malhumorado-eres un incordio ahora mismo. -Marie los miró alternadamente sin comprender que sucedía.

-Lo siento hermano, no era mi intención, -alzó sus manos- solo que no aguanté las ganas de la revancha -Respondió Sébastien.

Luego se alejó de ellos, François volvió su vista a la mesa y le dijo que no le prestara atención que había hecho algo realmente malo y que se lo merecía, eso la intrigó, pero no añadió nada más, dejó el tenedor de lado y le asintió. Pronto el terminó su parte y le dijo que quería llevarla a un lugar.

François la llevó a través de un camino en piedra y juntos llegaron a un jardín en donde ella nunca había estado, en éste había una pequeña casa estaba rodeada de pequeñas piedras blancas, debajo de un gran árbol, sólo se veía la puerta de la casa y lo que parecía ser una chimenea y una ventana en madera el techo que se confundía con un gran follaje.

-Vamos, -le dijo emocionado - aparentemente parece una decoración más en el jardín, sin embargo -dijo mientras abría la puerta - es mi escondite secreto.

Marie sonrió y negó con su cabeza, François era un total exagerado.

-No sabía que eres un fan de Tolkien. -Expresó fascinada del lugar.

Entraron, el interior estaba recubierto en madera, y a pesar de verse tan pequeña por fuera adentro podían estar perfectamente en pie, tenía un estante repleto de libros, tenía un sillón y hasta una cama, estaba decorada con diversas obras de arte de artistas contemporáneos y algunos clásicos, vio un cuadro que le llamó la atención, estaba pintado a la sanguina, el panorama era un par de amantes en una tarde de picnic cerca de la torre Eiffel mientras la explosión de un bomba atómica se podía ver a lo lejos, caminó hacia él y lo miró fijamente.

-Este lo pinté yo -Susurro él casi en su oído y ella se timbró al ver que sólo quería asustarla frunció el ceño.

-Lo sé, tiene tu firma, además tu estilo favorito. -Dijo sin dejar de observar el cuadro.

-¿Es muy hermoso, que no puedes dejar de mirarlo? -Expresó suficiente y ella asintió.

-Si-Respondió sincera, porque le había impresionado demasiado el cuadro, aunque no era asidua al arte. -Sé que no sé distinguir entre un Rembrandt y un cuadro de Caravaggio, pero sí puedo hacerlo con tus pinturas y como plasmas tu cinismo en cada una de ellas.

-Se llama fin del mundo. ¿Y qué te dice mi cinismo en este cuadro? -Expreso acercándose aún más a ella.

Marie no sé inmutó por su cercanía, solo podía mirar el cuadro.

-No lo sé -Habló de repente incomoda.

Se le vinieron imágenes a su mente, cómo el día que abandonó con su madre la mansión Keller, cuando supo de la muerte de su madre, la muerte de su padre e incluso el día en que los fríos ojos de Thomas le habían dado a entender que no estaría con ella nunca más, todos para ella habían significado en su momento el fin del mundo, así como decía la pequeña placa al lado del cuadro.

Su mundo se había hecho trizas y creía que cada vez su propia humanidad se alejaba de ella, sin esperanzas y totalmente olvidada, como si el mundo siguiera su ritmo y ella siguiera rezagada mirando impotente su alrededor, envidiaba la mujer del cuadro y la seguridad que su compañero le brindaba aun cuando no había esperanza, algo parecido a lo que sentía cuando estaba al lado de François. De repente este pensamiento la alarmó, sacándola de su letargo haciendo un movimiento brusco golpeándose la cabeza con un adorno que dependía del techo.

-¡Auch! -Dijo al sentir que su cabello se había enredado en el adorno.

-Cuidado -le dijo él tomando su rostro entre sus manos, ayudándole a zafar su cabello, se percató que ya no tenía rastro de la cicatriz que se había hecho mientras escalaban en su cara - Debes ser más cuidadosa. -Hizo una pausa estudiándola con detenimiento- No te creo que este cuadro no te diga nada, te quedaste mucho tiempo mirándolo.

-¿Qué te hizo pintarlo? -Interrogó cambiando de tema.

-Lo dibujé en el tiempo que Annie me dejó plantado -Marie lo miró en silencio, él siempre se refería a Annie como una mentirosa- Eso me hizo pensar en el fin del mundo, e hice un par de amante anónimos que confían uno en el otro -Se sonrió-Él la sostiene en sus brazos y le dice que todo está bien, quise recrear un poco una tragedia con otra tragedia.

-Yo solo veo una tragedia -dijo mirándolo esta vez.

-¿No crees que el amor es la más grande tragedia que a todos nos puede pasar al menos una vez? -Dijo mirándole sus rojos labios.

-El amor es un conjunto de químicos que secreta nuestro cerebro, no creo en ese tipo de sentimiento para mi es más importante la lealtad-François negó con su cabeza.

-No sé mucho del amor, pero creo que si hay amor hay lealtad, no ocurre al contrario. -Sentenció él y Marie lo miró con un dejo de tristeza, porque simplemente había dejado de creer en ese sentimiento que simplemente ahora eran procesos químicos.


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