La Heredera CAPÍTULO 12: Saltos de muerte
Primavera de 2014, Zúrich, Suiza
Marie caminó de forma torpe con esos zapatos con tacón ultra delgado que la tenían fastidiada, tenía un vestido ajustado demasiado para su gusto la mujer que se lo dio había hablado de lo exclusivo que era, para ella era solo un pedazo de tela muy apretado y para nada práctico. Caminó por el centro del salón de forma lenta, buscando bocadillos si tenía que soportar esa reunión tan tediosa al menos comería algo.
Llegó a la mesa y buscó algo que no tuviese chocolate y ahí había unos caramelos con jarabe de fresa, se relamió y estiró su mano metiéndose uno a la boca, no pudo evitar soltar un gemido de placer estaban deliciosos, tomó otro y luego otro más, cuando escuchó la voz chillona de una mujer.
-Pero si es la linda heredera Keller –Dijo en un tono meloso y realmente hipócrita.
Marie se giró con su boca aun embutida sólo la miró mientras masticaba, pero tenía tanta comida en su boca que solo le hizo un ademan de espera mientras buscaba un vaso con agua, un mesero se lo trajo finalmente y después de tragar soltó un leve eructo a lo que la mujer regordeta hizo una mueca.
-Querida, entiendo tu estado de salvajismo, yo soy la mujer indicada para pulirte –Marie frunció el ceño era la misma mujer que había visto tiempo atrás en casa de Alicce.
-No se desgaste conmigo, no necesito de su condescendencia –Le dijo seca, era imposible no ser una borde con ese tipo de personas.
Le generaban nauseas, la pompa y la etiqueta, la hipocresía todo eso era ridículo, Beltram le había dicho que se comportara que eso la haría pasar desapercibida, pero lo sabía no se contenía en ocasiones en decir lo que pensaba ni siquiera se detenía a pensar si eso podía herir a la otra persona, simplemente le parecía descortés ser una hipócrita.
-Le tengo un gran cariño a Lady Elizabeth, a ella le preocupaba que una salvaje americana criara a su pequeña nieta –Marie empuño sus manos y entorno sus ojos, sentía rabia por las palabras de aquella mujer, que se refirieran de esa forma de su madre era algo que no toleraría.
Se acercó con gracia y con su dedo índice recorrió la mejilla de la mujer.
-Es descortés, hablar de lo muertos –La miró a los ojos con frialdad y la mujer trastabillo temblando levemente-Espero que considere mis palabras para una próxima ocasión.
Sin esperar la respuesta de la mujer, se alejó de ahí, llevaba 15 minutos de su vida perdidos y no pensaba tolerar más eso. Movió uno de sus pies estaban doloridos, esa sensación le encantaba como lentamente se incrementaba. Sin embargo la hinchazón en estos comenzaba a no dejarla caminar, se recostó en una de las paredes y se deshizo de ellos, aprovechando que el largo de su vestido no dejaba ver la desnudez de sus pies.
Meditó sus opciones, se suponía que estaría ahí para conocer un par de personas que según Beltram le darían información de utilidad, sin embargo no los había podido localizar, así que sentía que su presencia en aquel lugar era innecesaria. Movió su pie derecho y luego el izquierdo, volvió a ponerse sus zapatos y comenzó a caminar a la salida cuando sintió que la tomaron de uno de sus brazos.
-Elizabeth Davis, vaya que sorpresa –Dijo la mujer de cabello castaño y ojos avellana.
-Isabelle –La saludó plana y algo sorprendida.
-Eres tan carismática. –Bromeó ella y Marie la siguió mirando esperando a que continuara – ¿Qué haces en este lugar? Nunca escuché que tu familia fuese de sociedad.
-Simplemente resultó de esa forma –Contestó escueta.
-Yo vine con mi padre, quiero conocer un poco, ya sabes creo que algún día podré dirigir la petrolera, aunque mi hermano François sea escéptico –Marie entornó sus ojos y miró hacia el hombre que ella había mencionado.
-¿Eres una LeBlanc? –Habló sorprendida y ella le asintió.
Así que el François del cual hablaba era el mismo que ella conocía, era realmente una coincidencia extraña, dado que a Isabelle la había conocido en Reino Unido, no pudo digerir la información cuando un hombre se acercó a ella.
-Señorita Keller, la solicitan –Dijo el hombre ceremonial y ella asintió, Isabelle la quedó mirando.
Marie se despidió y caminó con el hombre, aquello había sido sorprendente, había conocido a Isabelle en la universidad y nunca se había imaginado que tuviese parentesco con François, aunque si la detallaba bien, el color de sus ojos era muy similares al igual que el cabello.
Se detuvo frente a un grupo de hombres que hablaban de negocios, sabía que Beltram quería que se mezclara pero entre más pasaba el tiempo más sentía que no pertenecía aquel lugar.
-...Lo mejor es que estas acciones no tienen vencimiento lo cual las hacen más estables, estamos seguros que pronto pasaremos a liderar la bolsa. –Marie suspiró no era de su incumbencia, pero lo que aquel hombre afirmaba era una falacia.
-Es ridículo que afirme algo como eso, ya que las acciones al no tener un vencimiento corto pueden ser más sensibles a más variables, lo que hace una acción estable no es el tiempo de vencimiento es principalmente el desempeño de la compañía—El hombre se giró y la estudió, parecía una chica muy joven, que se atrevía a irrumpir en una conversación ajena y además intentaba dejarlo en ridículo.
-Ella es Marie Keller –Beltram se adelantó y el hombre cambió su expresión.
Marie Elizabeth Keller era sinónimo de buenas noticias, era la heredera del conglomerado que ostentaba su mismo apellido, el que lograra atraparla no solo obtendría muy buenos dividendos por parte de la cadena hotelera, sino que además por parte de otras empresas adheridas al grupo. Jean Claude Keller, había sido un hombre muy inteligente que había logrado convertir el negocio hotelero en todo un conglomerado con otras empresas en diferentes áreas.
-Al parecer Jean Claude no le enseñó etiqueta básica para señoritas –Marie blanqueó sus ojos, era algo que escuchaba de forma esporádica.
No respondió y sólo lo miró en silencio, le aburría dar explicaciones sobre ella a ciertas personas a menos que fuese para provocar, era como si se transformara y la maldad latente que tenía en ella despertara en aquel lugar, pero en ese momento no le provocaba eso, ya se había aburrido del estúpido juego de aquel hombre.
-Las damas decentes de sociedad, guardan silencio aguardando el momento justo para hablar-Prosiguió el hombre.
Y comenzó un discurso interminable sobre las damas y las mujeres vulgares al final de este no supo cómo terminó ante tres hombres a los que denominaban buen partido y querían casarla como si fuese una necesidad de primera mano. Sin mediar palabra salió entre ellos, escuchó frases como que era una mujer impropia y que no tenía clase, pero simplemente se alejó hasta que dejó de oír la música tediosa de salón y las risas tontas.
Sintió su móvil sonar y metió su mano debajo del vestido y lo sacó del liguero, era un mensaje de François, se sonrió levemente, aunque ver que le escribía no era un aliciente, lo había evitado después de las vacaciones por casi dos meses ni siquiera le atendió cuando cumplió años y la había invitado a una disco en donde según supo después había sido una de las más concurridas en París.
François LeBlanc
Te espero en el evento, por favor no faltes. F LeBlanc.
Tragó saliva sin saber que contestar, alejarse de él era algo que Beltram le había dicho que hiciera, -además de las cosas que había comenzado a sentir y que pensaba debía ponerle un freno- pero en el punto en el que estaba ni siquiera confiaba en lo que Beltram le decía, cerró sus ojos, sin saber que pensar de su situación, para ella era todo tan evidente, a ese punto no le importaba que Alicce o quien fuese se quedara con la fortuna Keller, irse era lo único claro que tenía, pero el insistía que esas personas misteriosas no dejarían que eso pasara tan fácil, "ellos" ¿Quién demonios eran esas personas qué creían que podían mandar en su vida como si ella fuese un arlequín?
Marie K.
Ahí estaré
Respondió de forma escueta y continuó hacia el auto que la esperaba a la entrada, sin mirar al hombre que sostenía la puerta por ella entró y se dejó caer de forma pesada, en otro momento lo hubiese saludado y agradecido por el gesto, pero simplemente se sentía muy vacía como para andar demostrando lo que no sentía.
....
Caminó hacia su habitación allí estaba su vestido color blanco y negro, tenía el cuello recto y la espalda tenía un agujero en V en donde comienza el cierra hasta el final de la falda un poco ancha, caminó hacia el espejo, le habían hecho unas ondas, tomó su cepillo y lo peinó hasta que desaparecieron, incluso el flequillo que le habían sacado no le gustaba para nada, comenzó desvestirse para tomar una ducha, pero caliente le gustaba más la sensación cálida del agua en su cuerpo, pasó la esponja por su piel dejando un leve color rosa, volver no le había hecho bien, su sueño había disminuido a tres horas y según podía intuir su insomnio era inminente, como en viejas épocas.
Caminó con su cuerpo goteando agua hasta que se puso una toalla alrededor de su cuerpo, salió del cuarto de baño escuchó un clic y se giró furiosa.
-¡Phillipe! –Gritó mientras el niño se escabullía por los pasillos de la casa.
A veces su hermano era realmente molesto, odiaba que le tomara fotos de forma descuidada él sabía que eso la enfurecía.
Comenzó a vestirse después lo buscaría para dejarle claro que no volviera hacer eso, se puso un poco de crema corporal y luego el vestido que tenía encima de la cama junto a un par de medias que llegaban hasta sus muslos, le gustaban de esa manera, era una costumbre desde muy niña.
Caminó hacia el lugar donde están sus joyas, tomó un par de anillos plateados poniéndoselos en su mano derecha y en su mano izquierda se puso un anillo con un zafiro naranja, una de las mujeres que se encargaba de "asesórala" le había dicho que ponerse un anillo tan fino con una baratija en su otra mano era un desacierto para la moda, de hecho cada una de sus elecciones parecía serlo para ella, no entendía esas cuestiones de moda y realmente no le importaban, para ella era la practicidad y lo que le gustara ante todo.
Se tocó sus orejas recién horadadas, aunque por lo general le ponían aretes plegables ese día iría con el presente que François le había regalado, unos pequeños aretes en oro con una preciosa piedra en zafiro.
Se miró en el espejo, aquella mujer la había maquillado y era algo que no acostumbraba, abrió uno de sus cajones, buscando un algodón, cuando palpo un sobre, lo tomó recordando el día que le había llegado, eran los boletos VIP que François le había prometido del evento de motos, sin embargo no los llegó a necesitar, hubiese querido ir como su invitada especial y no como la heredera Keller, los dejó de lado y con un poco de crema se quitó la pesada de lo que creía era base, se unto un poco de bloqueador sintiéndose mejor, sin la cara tan pesada.
Se puso los odiosos tacones de tacón puntilla y un abrigo del armario, ya que aún se podía sentir el frio, metió su móvil en el abrigo y caminó hacia el auto, buscó a su hermano alrededor, pero el muy bandido ya se había escabullido ya le diría algo al regresar.
-Señorita, buenos días –dijo en su particular tono pausado – su asistente le acompañará el día de hoy, y la señora Keller no podrá asistir al evento así que irá sola.
-Muchas gracias Beltram –dijo subiendo al auto, le respondió, aunque la tenía sin cuidado si Alicce iba o no con ella.
La mujer comenzó a recitarle su día tendría un par de reuniones en la mañana y a medio día tendría el vuelo a Madrid, la petrolera LeBlanc tendría el evento en la plaza de toros de aquella ciudad, según había escuchado el show que ellos ofrecían era algo que tenía al público en general en expectativa sobre todo porque François LeBlanc hacia parte de este evento, era realmente una celebridad en el motocross.
-Tiene cita para la cena, es con heredero de la compañía Schütz... -Continuó la mujer y ella no pudo evitar alzar su mano para que dejara de hablar.
-No iré, no quiero ninguna cita a ciegas
-Como usted diga. –Dijo anotando algo en la agenda.
Negó con su cabeza no dejaría que manejaran su vida sentimental, sintió rabia y náuseas que todos se creyeran con derechos sobre ella, no se casaría obligada, elegiría a la persona que quisiera o simplemente no lo haría estar acompañada o sola era su elección. La mañana estuvo ocupada, básicamente amoldándose a su nuevo puesto de ejecutiva, los accionistas no le dieron la mejor bienvenida, la sentían como una intrusa sin suficientes méritos.
Como todo estaba dispuesto, después de un almuerzo con algunos ejecutivos, tomó un vuelo rumbo a Madrid, hacía mucho no estaba en esa ciudad y le traía muchos recuerdos, su madre inundaba cada uno de ellos, tocó el gran anillo de zafiro intentando calmarse, ese tema siempre la alteraba.
El cuerpo de seguridad la guio por la entrada, el bullicio era cada vez más audible, el lugar estaba al tope. La guiaron por una zona apartada en donde había más hombres trajeados, un zumbido en su abrigo la alertó, era un mensaje de su hermano diciendo que ya se había ido a Lausana y que la extrañaría.
Metió el móvil en su abrigo, y divisó la pista en tierra, era verdad por alguna estúpida razón deseaba ver a Fran, pero a la vez sabía que esto no sería bueno. Se sentía rara respecto a él, no entendía por qué de repente la ponía tan nerviosa, desvió su mirada hacia las graderías, tenía una gran vista lejos de la multitud, la mayoría de los asistentes eran jóvenes, aunque François le había dicho que el evento comenzaría dentro de poco aun no veía ningún movimiento sólo música intercalado de comerciales promocionando la nueva línea de gasolina especial para motores gama alta además de un nuevo modelo de moto FMX.
Logró divisar a lo lejos en la zona VIP a un grupo de mujeres que le resultaban conocidas, , la mujer rubia de la discoteca miró directo a los ojos y gesticuló una risa amable, Marie le devolvió el saludo un poco más parca en su naturaleza no estaban las risas por cortesía para ella debían ser genuinas, de repente una de las gemelas que estaba a su lado volteo de manera instintiva tratando de ver a quien saludaba Annie sus ojos se encontraron con los de Marie y su expresión cambió por completo. Marie se acordó claramente quien era: la mujer que se había topado en el baño en año nuevo. Vio como gesticulaba con sus labios.
-Perra –con odio en sus ojos.
Esta vez Marie no pudo contener su risa con un halo malvado en sus ojos, había disfrutado esa noche, odiaba que las personas abusaran de los más débiles y se jactaran de eso, incluso la impotencia que esa mujer demostraba. Agradeció estar lejos de ese palco, lejos de la multitud de esas mujeres, incluso de la que la había saludado con amabilidad, Marie no confiaba en las personas en particular las mujeres muy amables, le parecían que en algún momento se iban a resquebrajar mostrando sus tonos verdaderos. De repente un zumbido la devolvió a la realidad era su celular.
François LeBlanc
No te veo aun, ¿ya llegaste?
Marie K.
Sí, estoy en la zona preferencial.
François LeBlanc
¡Ah! Si, estarás en representación del grupo Keller, no te vi en VIP y me preocupé
Marie K.
Sabes que no faltaría.
El celular volvió a vibrar, sin embargo el evento comenzó inmediatamente. Y se distrajo unos segundos antes de volver a mirarlo
François LeBlanc
Y ¡sabes que no comenzaría sin ti!
Marie sintió un calor por su cuerpo, a pesar de estar por comenzar él ¿había retrasado un poco el evento por ella? Rió para sí, era ridículo, ella no tenía que ver era un gran evento y ella simplemente… Marie la amiga de François.
Dio inicio el evento el señor LeBlanc papá de François, con un discurso de apertura, al cual Marie no prestó atención, ya que sus nervios iban en aumento al comenzar a escuchar el ruido de las motos, después salió uno de los ingenieros que trabajaron en los productos que estaban lanzando ese día, hablaron de cómo el nuevo compuesto en el gas, le permitiría al motor desempeñarse mejor y la gama de motocicletas tanto de carreras como urbanas, la verdad el tema de motores no le llamaba la atención lo único que lo hacía era el brillo en los ojos de él cuando hablaba del tema.
-Ahora, lo más esperado el espectáculo de motos FMX, -Irrumpió la voz del presentador-tiemblen en sus asientos con el mejor espectáculo del año y con ustedes los mejores del Freestyle por EEUU, Terry Watson, por latino América el Coyote Ramírez -Uno a uno presentaron a los profesionales de Freestyle -como presentación especial –Continuó el hombre- Les presentamos los talentos de empresas LeBlanc a Ludovic, Luka, Jean Pierre y François LeBlanc quienes probaran la nueva moto FMX.
El evento comenzó y ella se cruzó de brazos, hacían giros mortales que dejaban sin aliento a los espectadores, la secreción de adrenalina producía efectos químicos a nivel del organismo y se traducían en sensaciones, como una buena liberación de dopamina del sistema nervioso central, una sustancia que provoca sensación de bienestar anímico.
Ella sabía un poco al respecto porque la emoción que tenía al escalar y sentir el vacío era algo indescriptible, alzo su mano y apretó levemente su oreja recién horadada aquel punzando y diminuto dolor le fascinaba era algo que, aunque era una constante en su vida, era consciente de eso hace poco.
Ese tipo de personas eran adictos a la muerte inminente, a la adrenalina, también había leído que el sexo también la provocaba, por los encuentros casuales y todos los riesgos que eso conllevaba. Rubor, temblor en las manos y labios palpitaciones o nudo en el estómago eran síntomas de esta hormona, si se ponía a pensar algo muy similar a lo que su madre le decía con la Vie en rose y lo que tenía que ver con enamorarse.
No sabía si era por su apatía a algo tan abstracto como el amor, pero sentía que era algo producido por químicos en el cerebro que alteraban mucho y con fecha de caducidad, su experiencia con Thomas era algo que le reafirmaba eso.
El anfitrión volvió hablar diciendo que era el turno de los hermanos Ludovic y Luka, quienes hicieron un espectáculo conjunto, miró hacia la zona VIP y allí estaban el par de gemelas vitoreándoles y moviéndose al compás de la música una vez terminaron se quitaron los cascos y miraron hacia ellas victoriosos de su rutina, ellas por su parte saltaron a la pista besándoles,
-Ahora, damas y caballero Jean Pierre LeBlanc, a diferencia de su hermano mayor él se dedica profesionalmente al FMX, démosle una calurosa bienvenida. –Dijo en hombre eufórico.
Salió en una moto negra y con solo el protector del pecho y de los brazos sin camisa alguna dejando al descubierto parte de su pecho y brazos, mostrando algunos tatuajes en ellos –Hombre patético – pensó Marie – aún no termino de asimilar que sea familia de François – se dijo irritada al recordar lo que le había dicho en esa discoteca.
Una vez se puso su casco comenzó a rodar rápidamente por la pista hasta que se ubicó en la salida, realizó el recorrido y en el primer salto colocó los pies en la caja del filtro al tiempo que soltaba sus manos.
-Que bien comenzó con un movimiento fácil, el shaolin –Hablaba el presentador
Una vez logró acomodarse de nuevo tomó la siguiente y esta vez sacó las dos piernas por encima del manillar quedando con su cuerpo paralelo a la moto, luego de eso realizó dos maniobras más finalizando el recorrido con sus dos manos en alto.
La multitud enloquecida le gritaba mientras su rostro de satisfacción recorría el lugar, dos mujeres en jeans rasgados y camisetas cortas se le acercaron con flores dándole un beso en cada mejilla, el por su parte tenía sus manos en el trasero de cada chica.
-Por último, el mayor de los hermanos, -siguió hablando el presentador- además de ser empresario, artista es un monstruo en la categoría Big Air, en donde mostrará sus habilidades y no hará los dos recorridos de FreeStyle sino que hará tres saltos de más de 18 metros y nos mostrará tres figuras.
Marie torció sus ojos, quería pensar que lo que ese hombre decía de François eran exageraciones, pero incluso esa misma palabra se quedaba corta para él. François era un excéntrico y por lo general era bueno en muchas cosas, eso a su vez alimentaba su ego y su lado vanidoso.
François estaba en una moto blanca y su traje era igual salió a saludar a la multitud sin su casco y más que un saludo era un reconocimiento, una búsqueda en la zona VIP lo saludaron muchos de lo que parecían ser amigos, ella lo había seguido con la mirada y ahora sus ojos se encontraban por primera vez desde que comenzó el evento, él sonrió entusiasmado al verla y se acercó un poco más hacia ella, no dijo una sola palabra sin embargo la miraba fijamente, hasta que tuvo que frenar para no golpear algo delante de él, ella sonrió, era lo único que podía devolverle.
Poco después llegó uno de los organizadores con el casco avisándole que tenía que debía comenzar, se fue hasta una salida diferente a la que había utilizado Jean Pierre y sus amigos, aceleró y pronto se encontraba en el aire su primer pirueta consistió en pasar ambas piernas por fuera de los brazos y chocar los talones.
-Y ahí, lo tenemos, por algo, aunque no sea profesional, sea uno de los mejores en la demostración anual de empresas LeBlanc un Heel Clicker perfecto, veo que no comenzó con juegos.
Aunque a los otros participantes no le había aparecido verlos, ahora no podía deja de mirarlo, sentía un nudo en su estómago y creía firmemente que si lo dejaba de ver podría ocurrirle algo.
-Ahora, por su segundo salto,
De nuevo estaba en la salida y ahora aceleraba para realizar otra maniobra una vez en el aire realizó una rotación atrás de 360 º a continuación pasó una pierna al otro lado, pero por detrás de la otra.
-Oh, qué pasada un BackFlip NacNac, ahora presenciaremos el último salto del día, recuerden que esta es solo la inauguración, tenemos cinco días extremos, no solo con Freestyle, sino con carreras GP y las sorpresas que las mejores marcas de las líneas de motores traen para ti, mientras nos preparamos para el último salto quisiéramos darle el agradecimiento a las empresas que nos acompañan en este lanzamiento Red Bull como patrocinador oficial, Ducati, BMW, BENELLI, KAWASAKI...
El presentador leía una lista interminable de fabricantes y especialistas en motos, aceite y demás, ella definitivamente ya estaba en otro lugar, sus pensamientos se desplazaban a ese último salto, a pesar de tener su cara habitual de póquer, sentía que sus manos se deshacían conforme pasaba el tiempo, de repente escucho su nombre
-... y un agradecimiento especial al grupo Keller por su acompañamiento, con ustedes la señorita Marie Elizabeth Keller, un fuerte aplauso, empresas LeBlanc agradece que se encuentre presente, de repente las cámaras se posaron en ella y apareció en una gran pantalla.
Sus ojos azules se abrieron levemente sin saber qué hacer, definitivamente odiaba ese tipo de atención, la cámara volvió a dirigirse a otro lado y el presentador siguió hablando, para fortuna de ella.
Marie se enterró en sus pensamientos, odiaba su segundo nombre y más oírlo en un lugar tan concurrido pudo ver como la gemela que minutos antes la miraba con odio estaba confundida y la miraba con extrañeza al igual que los amigos de François, excepto Sébastien que hablaba plácidamente con alguien a su lado.
-Y ahora el momento más esperado, el último salto de la mañana con ustedes François LeBlanc, disfruten.
Se encontraba nuevamente en la cima de la pista, de repente aceleró ya en el salto con sus manos apoyadas en el manillar impulsó su cuerpo hasta quedar totalmente vertical.
-¡Oh! No se esperaba menos de uno de los mejores en Big Air, es un Kiss of Death, pero esperen –dijo el comentarista cuando comenzó a bajar los pies – es una combinación de the Kiss of Death y Scorpion.
Una vez en aterrizó en la tierra, los aplausos contenidos explotaron en el público, Marie respiró después de lo que le había parecido una eternidad.
-Señorita –escuchó una voz detrás suya. – es hora de irnos, surgió un inconveniente.
Marie vaciló un momento, pero después se alisó un poco su vestido y comenzó a caminar en medio de la fila, había estado acompañada principalmente de personas mayores de las que escuetamente se despidió. Comenzó a salir hacia las escaleras principales, cuando escuchó un bullicio generalizado y como todas las miradas comenzaron a encontrase con ella, hizo una mueca desconcertada y se giró encontrándose de frente con François con su particular olor a una fragancia que no sabía cuál era, pero incluso sudoroso olía realmente bien, tenía el cabello mojado y desordenado se veía cansado debido a que había tenido que recorrer un tramo largo desde la pista, le tomó de la mano.
-Señorita Keller –dijo en un tono formal – Se va usted tan rápido que no me deja ni saludarla.
-Siento irme tan rápido –dijo en el mismo tono formal – Yo también deseaba saludarlo.
-Espero pueda ir a la mansión LeBlanc este fin de semana mi padre quiere que esté ahí
-Claro, ahí estaré sin falta. –Ella asintió, estaré ahí.
Ambos se quedaron en silencio mirándose fijamente, ella repasó la camisa holgada con gravados que tenía y como leves gotas de sudor recorrían la frente de él, se veía apuesto tanto tiempo viviendo con él y justo en esos últimos meses se percataba de esos detalles, debía sacarse esas ideas de su cabeza, François LeBlanc era su amigo, era cómodo pensarlo de esa forma no quería arruinar ese sentimiento.
-Vaya, vaya, pero si es la señorita Keller, -Una voz la interrumpió, era el hermano menor de François.
Lo había conocido en la discoteca en Las Vegas, de manera descarada le había pedido una felación y eso la había encolerizado, le parecía un papanatas idiota.
-La chica del brazo de hierro, ¿estás segura que eres mujer? –Siguió hablando Jean Pierre bromeando.
-Realmente no quiero rememorar nada de usted, simplemente me asquea –Respondió Marie en un tono tan calmado que no concordaba con el reclamo.
-Tranquila, no se altere señorita Keller –dijo sin pizca de rabia – entienda que sólo fue el calor del momento, le dedico mis sinceras disculpas, solo quiero paz –dijo mirando a François de reojo, que lo miraba con recelo.
Marie dejó de mirarlo tratar con personas que no le apetecían no era su estilo, lo ignoró por completo y se dirigió a François,
-Muchas gracias por su invitación estaré sin falta ahí – y como él aún le sostenía levemente su mano, le apretó levemente y después se fue.
Poco después su asistente comenzó hablar sin parar, sin embargo ella ya no la escuchaba era una agonía tenerlo cerca y no poder hablar informalmente con él, decirle que extrañaba a morir sus tostadas y que ahora... duerme menos en las noches ya que su insomnio estaba peor que antes, que las veces que estuvieron juntos el saber que dormía cerca a él le ayudaba a conciliar el sueño. Sentirse acompañada de noche lograba ese efecto.
Su día aun no terminaba, aún tenía una cena con unos inversionistas chinos, tenía que conseguir ese contrato, esa era su carta de presentación, si lograba firmar y llevar a delante su primer proyecto obtendría la confianza de la junta. Esto sólo era una fachada para su principal objetivo: descubrir la persona que estaba saboteando al grupo desde hace tiempo.
Su padre le había dicho algo al respecto y por la lectura de los informes sabía que algo no andaba bien. Había muchas cuentas encubiertas y licitaciones que no eran claras, cuando había querido hablar con uno de los contables poco después había sido trasladado, se sentía impotente y más porque sentía que no podía confiar en Beltram. Él le ocultaba cosas y la hacía sentir inútil, según él lo mejor era hacer todo lo que decía Alicce, aquello la frikeaba, no estaba acostumbrada a seguir órdenes y menos de una mujer como esa.
Después de un vuelo de casi dos horas, el carro se dirigió hacia Lucky Dumpling, un restaurante de comida china, la fachada era realmente sencilla, tenía grandes ventanales y un letrero en negro, le pareció curioso que escogieran aquel lugar, por lo general ese tipo de reuniones se llevaban a cabo en lugares suntuosos.
Personalmente para ella, no era ningún inconveniente, tenía algo que consideraba estomago viajero, tenía cosas en concreto que no toleraba y entre esas los mariscos pues era alérgica, pero en general tenía muy buen apetito y muchas ganas por experimentar.
La comida china no entraba entre sus favoritas, pero al menos el nombre prometía, los Dumpling era algo que había tenido la oportunidad de probar en Taipéi y le habían agradado. Esperaba que la comida hiciera más amena la reunión.
Dos de los hombres ya estaban ahí, aunque en su reloj recién se cumplía la hora acordada, las personas asiáticas al igual que en suiza tenían fama de ser puntuales, apreciaban el tiempo en sobre medida, eran personas disciplinadas, para ella eso no le era extraño, a pesar de haber crecido lejos de su padre parte de sus parecidos tenía que ver con aquello.
Había crecido estudiando por su cuenta, era lo que podían llamar autodidacta, no necesitó escolarizarse hasta que... Hasta que su madre había muerto y había sido porque Jean Claude no tenía tiempo para hacerse cargo de ella.
Los hombres se levantaron y le ofrecieron un saludo típico.
- Nín hǎo –La saludaron de manera formal.
-Caballeros, buenas noches –Marie les respondió fluidamente en su idioma.
Los hombres le sonrieron y se sentaron a la mesa, la cena tenía cierto tinte informal y aquello le agradó a ella.
-He escuchado que tomará de nuevo la presidencia del Grupo Keller – le dijo uno de los empresarios
-Eso aún no se decide, aún falta el voto de la junta directiva Señor Chan, sin embargo por ahora me ocupo de los enlaces comerciales, así que estaré encantada de cerrar el trato con usted. –Aquello lo había dicho con franqueza, aquel hombre le había caído bien, quizás porque se despojaba de los protocolos que bastante la hartaban.
-Primero concentrémonos en la comida, es la mejor forma de cerrar negocios –Ella asintió.
Como su asistente le prometió trató de evitar el sushi, o cualquier tipo de pescado crudo como el que saltaba en el plato de sus acompañantes no quería arriesgarse a una alergia, el restaurante se caracterizaba por el espectáculo que realizaba el cocinero a un lado de su mesa.
El chef, cocinaba mientras realizaba malabares, aunque el espectáculo no era propio del lugar, había sido dispuesto por su asistente ante lo cual sus invitados se veían entretenidos, entradas como arrolladitos primavera de Carne, pasta de camarones, cerdo ahumado cantones entre otros se podían observar, sin embargo su inapetencia estaba al límite, así que hizo un gran esfuerzo con los hongos chinos con Salsa de Ostra, que le sirvieron.
Al final se sintieron agasajados quedando con el compromiso de un contrato, el cual sus abogados revisarían para dar la firma final, dando el trato por un hecho.
-Señorita, ahora tiene otra reunión, y... La señora Keller me ha dicho que es impostergable su cita de la cena. Ya que es el hijo de un gran empresario con el cual se están haciendo negocios y dice que pidió verla exclusivamente.
Marie no respondió y siguió caminando hacia el auto, acababa de obligarse a cenar y simplemente lo había hecho por respeto a los hombres, sabía que ellos consideraban descortés rechazar la comida, definitivamente no iría a una cena con un hombre que pretendían meterle por los ojos.
Su asistente la seguía con sus ojos desorbitados, ellos tendían a creer que la agenda era algo que ella cumpliría a cabalidad y se equivocaban. Pidió que la llevaran a la mansión ese era otro tema de que tenía que discutir con Beltram, su hermano estudiaba en Lausana y ella solo había estado ahí, porque tenía la oportunidad de verlo de forma esporádica, pero no tenía motivos para seguir en ese lugar, el solo saber que le vería la cara a Alicce con frecuencia le daban nauseas.
Uno de los mayordomos le abrió la puerta ella le asintió y se dirigió hacia las grandes puertas de madera.
-La señora la espera en el despacho –La abordó uno de los empleados antes de subir a su habitación.
Sólo pudo torcer los ojos antes de seguir a su oficina, aprovecharía para decirle que se iría, entró sin tocar en el despacho de la mujer rubia que en ese instante la miraba con indiferencia.
-He escuchado que decidiste rechazar la cena de esta noche –dijo inquisitiva Alicce.
-No me interesa ir, si es de índole personal –Respondió Marie.
Alicce se levantó de su silla suavemente con sus ojos fijos en ella y tomándola desprevenida le propinó una fuerte cachetada.
-Te dije que no hablaras con los LeBlanc – Gritó furiosa.
-Eso es algo que a usted no le incumbe –Marie le replicó empuñando sus manos- puede tener el control de mi posición durante un año, sin embargo no de lo que haga o deje de hacer con mi vida –le dijo mientras se sostenía la cara con una de sus manos y hervía de rabia – eso sólo me incumbe a mí, ¿acaso no le basta la compañía de mi padre? ¿Es lo que quería no? Creo que se equivoca cuando piensa que me soportaré sus idioteces, sin hacer nada. El próximo domingo iré donde los LeBlanc, y el próximo lunes me iré de aquí.
-¿Cómo te atreves? –Dijo alzando su mano de nuevo para darle otra bofetada.
-No, no se atreva –Respondió Marie deteniéndole la mano en el camino.
-Sabe que le puedo hacer daño a él –dijo amenazante Alicce
-No lo hará, ya que usted quiere más el dinero y yo puedo hacerle perder mucho –dijo Marie con el rostro totalmente relajado, tenía la capacidad de calmar sus estados de ánimo con facilidad.
Por algún motivo sentía que tenía la sartén por el mando con Alicce, no en vano la creía una mujer descerebrada, ambiciosa, pero tonta, Alicce se aferraba a ella quien tenía las capacidades de ser muy productiva, de eso podía estar segura.
-Haga lo que quiera – dijo regresando a su escritorio -Solamente quiero que nuestro acuerdo se respete, me dio su palabra –dijo calmándose de repente – Así que, si no va a estar más en este lugar, no quiero que corra al lado de ese joven, eso no lo voy a tolerar, quiero que se concentre en nuestro acuerdo, no pierda eso de vista y no subestime mis palabras, soy una persona que la cumple.
Marie soltó el aire, ahora se las daba de una persona de palabra, era totalmente irrisorio.
-Lo tendré en cuenta y mi palabra también el tomo en serio. –Salió tirando las puertas tras de sí.
Caminó hacia su habitación, llamando a Beltram desde ésta, le dijo que se iría de la mansión y que buscaría un lugar, él se ofreció en encontrarlo a lo que ella no se opuso, realmente no conocía muy bien la ciudad y le ahorraría trabajo.
Recorrió la habitación se sentó al borde de su cama, se quitó el par de zapatos altos y puso sus pies en la alfombra, los movió en forma circular, de repente escuchó un zumbido en el buró era su celular fue y lo sacó de la pequeña cartera.
-Me gustó verte hoy Señorita Elizabeth. –Lo escuchó a François hablar del otro lado.
-No me llames así lo odio, creí que tenía mi segundo nombre bajo llave –Dijo ella plana, siempre evitaba decirlo al menos en ese mundo donde era Marie.
-Me gustó tu segundo nombre ¿vas a venir este fin de semana? La invitación sigue en pie.
-¿Fin de semana? ¿Completo? -Dijo sorprendida creía que era una simplemente un pasadía- Creo que te olvidas que trabajo –Replicó ella plana mientras se recostaba en la cama.
-Es un evento de trabajo, el grupo Keller está invitado, pregúntale a tu asistente.
-Ya no tengo asistente, así que eso lo tendré que coordinar más adelante.
-¿Otra vez una nueva asistente? –Escuchó un tono burlón en su voz- Aunque esta vez duró mucho más de lo normal. No por nada te dicen iron woman.
-Por favor no empieces y más cuando escuché eso de tu hermano, ¿él estará allí?
-No, no estará. –Escuchar eso la tranquilizó
Marie se levantó de la cama y caminó por la habitación buscando algo más cómodo que ponerse por fin halló un pantalón de tela holgado corto y una pequeña blusa de tiras y se sentó frente al tocado, quitándose una a una sus joyas, para comenzar a untarse crema humectante.
-¿Qué haces? –Preguntó el del otro lado recordándole que hablaban por teléfono.
-¿Ahora? Solo relajarme después de un terrible almuerzo chino.
-Te hubieses quedado conmigo y ahorrado todo el drama del pescado vivo.
-Los negocios son ineludibles, lo sabes. –Respondió en un tono más seco del que hubiese querido.
-Lo sé y eso es lo que no me gusta.
-Hasta luego Fran, debo irme. –Ambos quedaron en silencio y él se despidió poco después.
Marie miró su móvil meditando sus palabras, ¿ésta sería su vida de ahí en adelante? No, definitivamente saldría de aquel medio, no desperdiciaría su tiempo, era demasiado valioso. Volvió a vibrar y sonrió pensando que era un nuevo mensaje de François, lo miró era de un número desconocido.
Número desconocido
Es mejor que dejes de hurgar lo que no te incumbe, podrían pasar cosas inquietantes si no te detienes.
Releyó el mensaje varias veces, había recibido algunos anónimos, pero los había dejado de recibir, apretó sus manos al pensar en su hermano.
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