La Heredera CAPÍTULO 11: Acompáñame parte 2

 





Verano del 1999, Barcelona, España

Lisa se movía por la cocina mientras preparaba panqueques, Marie la miraba atenta casi saboreándose.

-¿Ya están? -Su madre la miró y sonrió.

-Ya casi -Girándose nuevamente hacia la estufa.

-Mom, tengo hambre, muchísima hambre -Se quejó la niña.

Lisa no le contesto y finalmente comenzó a servir los platos y se sentó al lado de ella.

-Hacer comida para alguien también puede ser amor -Marie rió.

-Madre, no es amor yo veo comida, rica comida -Lisa le acarició su cabello. -No veo como algo tangible puede definir algo tan abstracto.

-No se trata de la comida, es la cotidianidad que se comparte -La miró- momentos que nunca más volverán y después te das cuenta que se trataba de amor -Marie sonrió y le dio un beso.

-Gracias por amarme tanto -Miró su plato lleno de comida y Lisa rió desenfadada.

......♣......

Diciembre de 2013, Cartagena de Indias.

-Besé a François, él me gusta muchísimo -Marie asintió y guardó silencio.

-No soy la madre de ustedes para que me pidan permiso -Respondió seca, Cathie la miró con rabia y le dio una cachetada.

-Hipócrita -Le gritó y Marie la miró confundida, ella era la que se había dado un golpe y Cathie actuaba extraña.

Salió de la azotea, mientras ella la miraba confundida, ¿ahora que había hecho?

Caminó por el corredor que la llevaba a su cuarto y miro la habitación de François, ¿qué podía decirle a Cathie? Ellos eran amigos y realmente no quería que eso cambiara por pensamientos absurdos. Sacó el móvil y le envió un mensaje.

20/12/2013 18: 15 pm

Lo siento hoy no me siento muy bien, ya me acosté, no podré salir a cenar, en la mesa de noche hay un llavero extra, por si piensas salir.

Dejó el móvil a un costado cuando lo sintió vibrar

François LeBlanc

20/12/2013 18: 18 pm

Ok, lo tendré en mente. Que tengas dulces sueños.

Marie se sentó en una mecedora, dejó que la brisa del balcón refrescara su pegajosa piel, se levantó incomoda, minutos después, no sabía si era su impresión, pero él se leía molesto, negó con su cabeza, ya se estaba haciendo ideas innecesarias. Se dirigió a la cocina y se hizo un café, intentaría dormir, caminó por la casa inquieta y luego del ritual pasó a su habitación.

Pasaron las horas, ya eran las 3 de la madrugada y no lograba conciliar el sueño como era costumbre, además de sentir incomodidad en su hombro por lo  rojo que se ponía, además la comezón y un leve dolor en este, pero por algún motivo perverso le gustaba, giró levemente su hombro provocando que el dolor fuese más fuerte y cerró los ojos extasiada ante éste, era una maldita masoquista, su taza de café estaba aún llena, sin embargo ya se encontraba fría.

Todo había sido un caos, se había enredado en la cuerda de ascenso y no solo se había caído ella sino que François lo hizo también, -incluso por sostenerse de él había terminado aferrándose a su pene, lo cual había sido algo incomodo- de la caída solamente ella había terminado lastimada, le había ocasionado una fractura en el macizo del troquier, el médico le había dicho que aunque el hueso no se había desplazado, debía usar un inmovilizador por dos semanas y rehabilitación por dos semanas más.

Era realmente un fastidio, odiaba sentirse inmovilizada, pero debía acatar las órdenes si quería que su hombro sanara. Caminó hacia el balcón y movió su largo cabello hacia un lado, François y Cathie habían tenido que acompañarla a un centro de salud, suspiró al recordar la visión de él con su cabello revolcado, se veía tan apuesto, pero ¿qué demonios estaba pensando? Marie negó con su cabeza, tan sólo eran tonterías.

Recordó la bofetada de Chatie, diciéndole hipócrita, ni siquiera se había despedido de ella, soltó el aire molesta su prima en ocasiones era un fastidio, sólo llegaba para decir cosas sin sentido, aunque... Si era honesta Marie simplemente no entendía que le sucedía, su corazón estaba acelerado después de la confesión de Cathie, lo había visto con Christie su ex novia, besarse en su apartamento y eso no suponía un problema para ella, pero en ese instante... Simplemente no dejaba de pensar en la imagen de ellos besuqueándose.

François había salido, pero no podía llamarlo, no se atrevía, de repente escucho ruido del cuarto contiguo, era él se tranquilizó al saber había llegado, pero su corazón volvió a latir con fuerza, en una noche como esa hubiese querido dormir para dejar de pensar en lo mismo por horas, en cambio muy alerta y llena de pensamientos tontos.

Al día siguiente seguía con el dolor quizás a la posición en la que había dormido y que no había vuelto a tomar analgésicos, no podía negar que lo disfrutaba, no era normal lo tenía claro sabía que no estaba bien para el resto del mundo, pero sabía que ella no funcionaba igual, hacia años atrás. Desde pequeña se había dado cuenta que su umbral de dolor estaba muy por encima de la media, para su madre fue una fuente constante de preocupación, pues se caía y podía estar lastimada y no quejarse hasta mucho después.

Tampoco era como si no sintiera del todo dolor, simplemente rara vez lo sentía y quizás por eso le agradaba cuando llegaba, aunque ese fue un descubrimiento que hizo después de la muerte de su madre de manera accidental, pero su padre lo descubrió y la mandó a terapia, algo que realmente le había fastidiado, no creía que ir obligada a contar sus cosas fuese agradable, así que simplemente se negó a ir y con el tiempo eso se había ido.

Miró el reloj de la cómoda, era temprano, pero estar ahí no la haría descansar más, su cabello estaba totalmente desgreñado, hasta el momento había sido Cathie o François los que se lo ayudaban a organizar y aún tenía la ropa que se había puesto la noche anterior, era un completo desastre, estaba sin su inmovilizador, debía descansar por momentos, su cuello ya estaba rojo por la tira, sin embargo tenía el brazo recogido, en la cocina estaba Tomasa preparando el desayuno, y olía muy bien.

-Buenos días, niña como siguió de ese hombro-Ella hizo un sonido.

-Tengo mucha hambre-dijo quejándose- vengo por un poco fruta-dijo abriendo la nevera quedando oculta tras ella, de repente escuchó a Tomasa hablar.

-Buenos días, joven, aquí tiene.

-Gracias- le escucho responder torpemente en español.

Era él, cerró la puerta de golpe con una fresa en su mano, François quedó con el brazo a medio camino y se miraron por un momento, nuevamente lo veía tan guapo, aunque estaba recién levantado.

-Hola- dijo casual.

-Hola-le respondió totalmente relajado- veo que madrugaste, ¿mala noche?

-Algo, el dolor no me ha dejado dormir mucho - Dijo escueta, sabía que no era del todo cierto, entre su incomodidad, pensar en él y en las palabras de Chatie -Lamento haberte dejado solo anoche, no me sentía bien.

-Tranquila, me las apañé -Dijo tomando su jugo- Iré a correr un rato, vuelvo en una hora.

Ella sólo sonrió, mientras él salía de la cocina, aparentemente las cosas se encontraban bien; sin embargo no soportaba estar mucho tiempo con él, esa pesadez extraña se apoderaba de ella, de vez en cuando lo veía, él era un hombre vanidoso y coqueto eso lo sabía no entendía por qué la hacía sentir extraña en ese momento, cuando eso nunca había pasado.

-Tomi, creo que tomaré el desayuno-dijo acercándose a lo que hacía- Pero quiero fruta fresca, hoy no tolero el olor a huevo-dijo asqueada-Quizás algunos panqueques, mermelada -Se relamió, comer era algo que le fascinaba, no era quisquillosa como François, a quien le parecía una ceremonia la comida.

No soportaba cosas en concreto, pero eran pocas, porque simplemente le gustaba experimentar, era su naturaleza, primero probaba y luego decidía si le gustaba o no, decir cosas basada en supuestos era algo que intentaba no hacer.

Tomó un plato con fruta picada y un vaso de jugo de naranja fresca, comenzó a devorarlo todo, pidió más panqueques y repitió otro bol con fresas, todo estaba delicioso, Tomasa la veía con una sonrisa, siempre le decía que estaba en los huesos por falta de comida, pero en realidad no era así, simplemente se había adaptado que esa era su constitución, pues por más que comía su máximo peso había sido 57 kilos y hacia mucho no llegaba a ese peso.

Una vez terminó se dirigió a su habitación, tenía que de alguna forma comenzar a funcionar sin Cathie, se quitó el camisón de botones, lo único que se había podido poner la noche anterior -dado que si intentaba alzar el brazo podría dañarse nuevamente, aunque el dolor no fuese el inconveniente- y el short gris, aunque no se le notaban por el camisón, todo era complicado y realmente no deseaba estar más tiempo en terapia.

Quedó en ropa íntima y caminó por la habitación buscando un albornoz, sentía que todo lo cotidiano era un poco más complicado, pero finalmente logró darse una ducha, metió primero su hombro lastimado, el contacto con el chorro de agua le hizo cimbrar su cuerpo, reprimió una mueca de placer, poco a poco el resto de su cuerpo, una vez mojada con dificultad comenzó a esparcir el jabón líquido por medio de una suave esponja y finalmente sobre su largo cabello.

Realmente someterse a esa tortura se debía a su piel y la humedad del lugar, no quería que se pusiera roja, aunque para ser un clima cálido intentaba salir abrigada, el día que salió en ese vestido amarillo en la noche había adquirido un tono rojizo a pesar del bloqueador, no deseaba insolarse por inconsciente.

Salió envuelta en su albornoz mientras que con su mano buena se trataba de secar su cabello, se puso sus pantys sin dificultad y de sostén se puso uno de los que se abrochaban por delante, no sabía que ponerse, miró las opciones y sintió que lo más practico sería una blusa con cierre adelante y un jean.

Su empresa no dio frutos, dado que se puso la camisa al revés, odiaba como la poca inmovilidad que la tenía incluso torpe, tomó una bocanada de aire y emprendió la tarea de buscar de ponerla al derecho, hoy saldrían a otro de los centros de educación y seria al lado de François, ya se lo imaginaba burlándose de su desacierto.

Con dificultad volvió a quitarse la blusita y ponérsela, pero por más que la sensación morbosa de dolor le gustara era consciente que no podía alzar mucho su hombro, no quería que se saliera de lugar, quedó exhausta, mientras miraba la blusa sin cerrar, cuando escuchó la puerta de la habitación de François, ya había llegado y ella aun revoloteaba por su habitación con sostén y unos shorts sin abotonar,

El pánico se apoderó de ella, con una sola mano, comenzó a organizar como podía en su sitio, igual sabía que él se demoraba para vestirse, después de un rato lo que parecía para ella una eternidad logró reacomodar todo y ahora su hombro era un infierno sobre pasaba sus límites de dolor incluso los de ella, se sentó al borde de la cama sin ganas de nada, escuchó tocar a su puerta, pero no contestó, no era capaz de articular una sola palabra, la puerta se abrió sin esperar aprobación era él, recién bañado, totalmente fresco y con el olor característico de su loción de baño.

-Me reocupé al no escuchar nada -dijo pausadamente mientras analizaba su habitación y a ella en especial - Me temo que no estas lista, a menos que quieras salir en ropa íntima - dijo divertido.

-¡François! -Dijo reclamándole- realmente a veces eres un imbécil.

Él se rio de forma muy natural y encantadora o ¿era que el día de hoy el encanto se había apoderado de él?

-¿Vas a ayudar a esta pobre enferma o seguirás en la puerta riéndote?

-Bueno, bueno. -Respondió él levantando sus manos - ¿Cuál es el problema?

-Creo que la situación es obvia -dijo irónica, mostrándole su hombro- no puedo ponerme algo decente que no implique tener que levantar mi hombro.

Él sé quedó mirándola detenidamente como analizando su situación y eso la puso algo nerviosa.

-Primero, tenemos que abrocharte esto -Dijo acercándose abotonar su short, lo cual la dejó congelada- después hay que buscar una camisa que como siempre te haga ver muy guapa, veamos creo que esta te puede quedar bien-Dijo sacando una camisa blanca holgada de seda, mirando fijamente su sostén.

-Pues adelante -Se puso de espaldas

Lentamente comenzó a ponerle la camisa, por su mano lesionada y comenzó a rodear su cuerpo hasta llegar a su otra mano una vez acomodó su cuello comenzó a abotonar lentamente su camisa, como si realmente lo disfrutara, un frio pasó lentamente por su espalda, sin embargo se mostraba tranquila mirándolo fijamente.

-Listo, ahora sólo queda ponerte los zapatos, ¿dónde los tienes?

-En ese estante -dijo señalándoselo-

Sacó un par de sandalia bajas con taches dorados de amarrar.

-Sé que preferirías unos converse, pero hoy mando yo y sabes que no me gustan en absoluto.

Marie iba a decir algo, pero sólo calló con una sonrisa cómplice, realmente no los había llevado.

-Y ahora, ¿Dónde vamos? -Dijo mientras tomaba el peine y se dirigía a desenredarle el cabello- hoy no quiero estar sin ti, hoy no permitiré que me dejes solo.

-Hablas como si anoche te hubiese hecho la peor cosa del mundo.

-No, no lo hiciste solo que...-Dijo pensativo. Cómo odiaba Marie esos momentos en que se quedaba callado y solo la miraba con esos ojos casi amarillos, la inquietaba que podría estar pensando y más cuando era un poco más consciente de él. -Simplemente quiero estar contigo, además, hoy desayuné solo, realmente eres mala -dijo fingiendo estar disgustado- No te lo perdonaré. -Marie lo miró de reojo, que malo era fingiendo, solo quería desviar el tema.

El dejó el cepillo a un costado y Marie se levantó tomó su bolso, un sombrero y unas gafas de sol, por su parte François como siempre salió con sus gafas oscuras, salió por delante de ella, como siempre caminando con sus manos en ambos bolsillos, realmente lo iba a extrañar cuando se fuera se decía una y otra vez mientras se terminaba de acomodar el inmovilizador.

El condujo el Jeep con sus indicaciones, llegaron a un lugar amplio, de rejas blancas y rosa, este centro era diferente del que albergaba niños que era con más tonos y muchas caricaturas, recordó la cara confundida de François al llegar al primer centro y ella por su lado se había sentido mal, sus motivos no habían sido puros, lo había arrastrado a que conociera los albergues que patrocinaba, pero es que ella al ser el blanco de Alicce, ya no podía seguir vigilando, temía que se diera cuenta y la chantajeara con ellos.

En esa ocasión le había presentado a Rosa e incluso a Julieta la hija de ésta, se había enterado de los problemas con las propiedades y alguien siendo utilizado para reclamarlas y eso la había asustado un poco, simplemente ella no podría estar ahí para ellos, así que ese día los había presentado le explicó a François lo que tenía en mente, él simplemente había asentido sin decir nada, mientras lo observaba todo en silencio, sabía que no era un hombre que le gustara hacer este tipo de cosas, pero esperaba que la ayudara, no sabía con quién más contar, Aiden estaba lejos y Crystal... Bueno era Crystal no le pediría nada a ella de esa envergadura.

Ese día habían estado en una de lo que ellos llamaban novenas y en la que los niños tenían rezos sino que además comían golosinas, había tenido pena de François que había tenido que soportar todo eso, y se sintió nuevamente mal tendría que compensarlo. Ese día también le contó sobre Rosa y su historia, ambas tenían la misma edad y la había vuelto a encontrar en una situación mala.

De ahí había nacido la idea de todo eso, que sus inversiones como Elizabeth Davis ayudaban un poco, pero se estaba convirtiendo en poco y eso la turbaba y por fin notó una sonrisa en la cara de François, él le explico que ese tipo de asuntos no era algo de lo que él se ocupara, pero que intentaría ayudarla, que no podía hacerlo el mismo se encargaría que algún conocido los patrocinara, Marie le sonrió, sabía que pedía mucho de alguna manera se sentía mal por eso.

Le pidió mantener todo en secreto, él se mostró inquieto, pero no preguntó al respecto, ella solo le dijo de forma escueta que, aunque pronto llegaría a dirigir el Grupo Keller, ella estaba en la calle, Alicce su madrastra le había quitado todos sus derechos, propiedades, autos y no quería que le quitara también cosas por las que se había esforzado tanto.

Intentaría durante su estancia en la compañía quitarle cada una de las cosas que Alicce tenía, no quería se saliera con la suya, ni que la siguiera chantajeando, sabía que si quería salir viva de ese mundo debía tener una ardua batalla, esto último no se lo dijo a él, ahora mismo no podía decirle la verdad a François, debía dejarlo a medias y eso la entristecía, no quería mentirle, sin embargo era inevitable no quería involucrarlo en esos asuntos.

Ante esta nueva revelación François quedó atónito, aunque en apariencia Marie se mostraba relajada y que todo estaba bien, realmente todo estaba muy mal.

......♠......

24 de diciembre de 2013, Bariloche, Argentina.

Se dio una vuelta en la cama, sintiendo una opresión en su vejiga, tenía ganas de hacer pis, se quejó un poco no quería despertarse estaba tan cómoda y calientica en debajo de las cobijas. A regañadientes por fin pudo moverse arrastrándose hasta el cuarto de baño, sin abrir los ojos fue hasta el lavamanos y buscó su cepillo a tientas y comenzó a cepillarse mientras bajó sus bragas y se sentó en el inodoro, por fin se quitaba su malestar.

Al levantarse dejó el short del pijama en el piso y sólo levantó sus bragas, terminó de cepillarse y se quitó la parte de arriba de su pijama un suéter gigante, quedó en un top holgado en encaje. Bostezó no se acordaba de haber abierto la ducha, pero aprovecharía y de una vez se daría un baño, metió su mano para comprobar la temperatura de repente toco un brazo abrió sus ojos al ver que era de François, ¿estaría soñando? Últimamente lo hacía con él, recorrió su cuerpo con los ojos, ¡vaya sí que era apuesto! Él con una de sus manos le chispeó agua en su cara y Marie salió de su trance, no era un sueño, le sonrió levemente y salió del cuarto de baño, que desacierto.

Rió levemente ante el episodio, cualquier mujer estaría muerta de la vergüenza, pero ella hacia mucho había decidido deshacerse de ésta, simplemente eran cosas que pasaban y no se torturaría por eso, no era el fin del mundo, ver un cuerpo atlético con un miembro muy viril.

Bajó ayudar a la señora que cuidaba la casa con el desayuno, tenía un hambre voraz y esperaba comer las delicias que brindaba la región, pronto François también bajó y ella se acercó animada a saludarlo.

-Lamento lo de la mañana-dijo sonriente- No quise ver tu pene, tan solo sucedió -François blanqueó sus ojos.

-No sé por qué, aunque te disculpas no suena propiamente a eso. -Ella sólo le sacó la lengua y se giró para servir los platos.

-Quizás debí bajar un poco más mi mano -Bromeo - El desayuno estará listo en un momento.

François negó con su cabeza, pero no dijo nada más, se veía incomodo, pero al servir el desayuno el asunto quedó en el olvido. Realmente ellos eran así solían pasar página fácilmente y disfrutar la compañía mutua.

Al terminar decidieron salir a los alrededores, tomaron uno de los autos que había en el garaje y se dirigieron al centro cívico, una vez aparcaron caminaron por una plaza de tipo medieval, con diversos lugares culturales, museo, bibliotecas, le gustaba mucho ese lugar, era realmente tan único.

Más adelante había diferentes negocios al aire libre, aunque el frio ya era evidente en la ciudad, se podían notar gran cantidad de extranjeros, era día de navidad y había una gran cantidad de personas en las calles, pronto entraron a una pequeña cafetería, cerca de las 11:00 am, situada en la zona rosa del lugar, Pettid Château, un pequeño restaurant bar a un costado.

-¿Que desean pedir? -Lo interrogó el camarero una vez se acomodaron.

-Para mí un expreso- Expuso Marie.

-Para mí serie un Mulled Wine.

- Entonces sería un expreso para la señorita y un Mulled Wine de la casa para el caballero. -Ambos asintieron y el mesero se retiró

-El lugar es acogedor-dijo François mirando alrededor.

-Sí, este lugar es muy concurrido por extranjeros, sobre todo en esta época del año ya que hay diversa programación desde que comienza diciembre, por mi parte no he participado en nada, paso mi velada en casa, ya que como te has dado cuenta queda lo suficientemente lejos del bullicio.

-Sí, demasiado lejos, ¿sabías que esos sitios son peligrosos para ti?

-Eres a veces algo exagerado. -Negó con su cabeza, mientras recibían el pedido.

Su café estaba delicioso, y sobre todo porque estaba acompañado de una charla amena, eso le recordaba un poco a su madre y lo que decía de la comida en familia, por lo general no era algo que hiciera mucho, a veces con su hermano y con François, tenía conocidos como Aiden y los demás, pero siempre se veían a prisas.

Así que esa charla larga y cómoda hizo que perdieran la noción del tiempo, hasta que nuevamente el hambre le hizo dar cuenta que casi era hora de almuerzo y que la señora de la casa le había pedido algunas cosas para llevar el centro era un caos, compras de última hora hacían que fuese difícil caminar, al final no pudieron conseguirlo todo y regresaron al auto para volver a la villa.

Una vez llegaron y se cambiaron a ropa limpia se sentaron a la mesa. La señora les había dejado la cena la entrada era unos Rollitos de berenjenas con tomate y pesto, el plato principal pasta con ajo y Bondiola de Cerdo en cuero con milhojas de peras, manzanas y batatas y dip de yogurt y jengibre, un plato típico de la región para la navidad y dos copas de vino Beaujolais nouveau. Durante la cena hablaron animadamente del lugar y de lo bonito que le había parecido a él.

Al terminar fueron cerca a la chimenea, Marie llevó una botella de vino y la abrió, sirvió dos copas y le pasó una a él.

-No me imagino estar en la plaza ahora mismo cantando villancicos en medio de una multitud, es la primera vez desde que mi madre no está que paso esta fecha acompañada, ni siquiera con él...-dijo sentándose en un sillón más pequeño en frente de él.

François entendió que se refería a Thomas, sin embargo no preguntó y esperó que ella continuara.

-Pero- continuo ella- no es algo que me afectara particularmente, ¿son nueve años sabes? Y sólo hasta ahora tenía miedo de estar sola. -Tomó un sorbo de su copa de vino, algo nerviosa no era fácil hablar de todo eso.

François iba a hablar sin embargo Marie se le adelantó.

-Gracias pues, aunque sé que las fiestas la pasas muy diferente a esto aun así decidiste venir conmigo, creo que te compensaré un poco, caminó hacia un tocadiscos y buscó algunos vinilos una vez encontró el que quería poner, una canción de Frank Sinatra "Stranger's in the nigth" , sirvió dos copas de vino Sauternes y volvió a su asiento. -François permanecía en silencio.

-¿Crees en el amor a primera vista? -Preguntó con la copa en la mano, tomando un trozo de queso de la tabla que había en la mesa de centro

François la miró y luego tomó su copa de vino y la bebió lentamente, no contestó de inmediato, se tomó un largo tiempo y luego añadió:

-Creo que puede pasar, eso de ver a alguien por primera vez y querer pasar el resto de tu vida con ella-Respondió François mirando la chimenea, no le había ocurrido, pero no por eso descartaba que sucediera.

-Pues eso le pasó a mis padres, -Respondió ella, esa noche estaba particularmente habladora, pero François percibió que estaba algo borracha- Una noche mi madre decidió salir a un restaurant en la ciudad de Nueva York, estaba allí en un coctel con su familia, ella estaba un poco aburrida, me contó la historia miles de veces, y siempre sus ojos tenían un brillo especial, me dijo que cuando llegó mi padre estaba allí en una mesa contigua, su corazón se aceleró y me decía que se había enamorado en ese instante, mi padre la miraba a pesar de estar en la mesa acompañado, de repente, sonó esta tonada de Sinatra, fue como estuvieran contando los sentimientos que tenía aquella noche, mi padre simplemente se dirigió hacia ella y la sacó a bailar, le dijo a su oído,

-Somos extraños en la noche, que intercambiamos miradas, ¿será que hay posibilidades más allá de esta noche? -Le dijo coqueto.

Y ella sonrió ante eso, realmente no aplicaba para ambos, no eran extraños, sabían sus nombres y algunas costumbres suponía que eso era suficiente, al menos para ella François era un hombre con un gran talento y correcto, no como su padre que lo único que había hecho era arruinar la vida de su madre, él había sido su perdición.

Pero para François -al igual que su madre – no todo había sido malo por el simple hecho de tenerla, pero no era un argumento sólido para ella, su madre merecía haber sido amada, por eso es que no creía en el amor a primera vista ¿cómo amar a alguien que no se conocía? Para ella el amor tenía que ver con lealtad y convivencia, cosas tangibles.

Algo que quizás nunca había tenido con Thomas o a esas alturas ya ni sabía, él la había dejado era su realidad y ella… Simplemente había estado tras su recuerdo, había miles de interrogantes sobre todo cuando Fran le preguntó sobre el amor real y si Thom lo había sido, realmente sabía que en un inicio le había gustado mucho, él tenía algo que le atraía, pero aun ella era consciente que no era amor.

Sabía diferenciar la atracción de los sentimientos, su madre siempre fue clara al respecto y los sentimientos llegaron a medida que se conocieron, lo llegó a querer muchísimo, pero tal como su madre describía lo que sentía al ver a su padre no, era más amor, confianza, respeto, pero no como ella le decía que se sentía indefensa y sus piernas no temblaban.

Como la canción francesa de Edif Piaf, la vie en rose, en donde entre miles de personas se podía solamente reconocer a ese sujeto especial, tuvo curiosidad y le hizo la pregunta a Fran, aunque estaba más concentrada en el vino, el dolor que le producía la noche del 24 de diciembre era apabullante y parecía que noquearse a punto de vino era la respuesta.


François efectivamente le dijo que, si había sido un flechazo inicial con Annie, aunque en ese momento se notara el desprecio que le tenía, para él era un asunto pasado y podía entenderlo ella misma estaba en ese proceso con Thomas, no podía decir que lo odiaba del todo, había rastros de sentimientos y esperaba que el estuviera bien, aunque ya no lo quisiera a su lado.

Quizás por eso dudaba tanto de la palabra amor, se podía decir de manera tan simple y no sentirlo en absoluto, para ella estaban las cosas que se hacían, pero parecía indignas de ese tipo de cosas y no pudo evitar tomar otra copa, mientras escuchaba la trágica historia con la mentirosa Annie.

Mientras ella se sentía tan miserable, pero ya no se trataba de Thom o François, era su madre y la falta de cariño que sentía que necesitaba, el dolor no mermaba con los años, simplemente lo apagaba y lo había intentado buscar en otros lados, y si, Thomas la hizo sentir querida, pero también la lastimó al no preferirla y ese pensamiento era sumamente caprichoso y egoísta.

Todo comenzó a nublarse y sus movimientos comenzaron a estar descoordinados, como si toda la conversación pasara a un segundo lugar simplemente se quedó profunda con la voz de François de fondo, pero no lograba entender que le decía, todo parecía una realidad alterna e incluso soñó con su madre, aunque al final no había sido tan agradable el sueño, al menos se había despertado antes que se convirtiera en una pesadilla.

Temprano en la mañana se revolvió en su cama, la noche anterior se había sentido que se movía en cámara lenta, recordó que François le hablaba, y ella le contestaba, pero era como si su boca se moviera sola, no entendía que sucedía, todo estaba negro, no recordaba nada

Alzó su cabeza tenía la misma ropa de la noche anterior, François estaba en la cama contigua dormido, un zumbido retumbó por su cabeza y sintió ganas de vomitar, se levantó a prisa y se fue al cuarto de baño, comenzó a vomitar repetidas veces, cada vez que bebía pasaba lo mismo, pero ella solo quería olvidar, era como si cada 24 de diciembre no estuviera en su calendario.

-Mierda, estas hecha un asco-Escuchó la voz de François tomándole el cabello suelto.

-Asco, la resaca que en este momento tengo, no entiendo cómo puedes estar así de bien si tomaste más vino que yo-dijo confundida-

-Sé tomar y sé mis límites, solo que mi resistencia es más alta, como la de todo catador de vinos, por lo menos en mi caso aficionado, debe tenerla-dijo suficiente.

-Ahí vamos de nuevo- dijo sarcástica y vomitando de nuevo.

Una vez se pudo parar él la metió a la ducha con todo y ropa y abrió el grifo mojándola, lo que hizo que Marie despertara un poco, el agua estaba helada, lo odió por un momento.

-Dame un momento-dijo dejándola en la ducha y Marie asintió con dificultad.

Se incorporó minutos después y ella misma se dio una ducha rápida o se congelaría, minutos después se encontraba mucho mejor, se puso ropa seca, y se sentó al borde la cama pensativa.

-Ten, fue lo único que encontré en la cocina- Escuchó la voz de François que le daba un vaso de agua con limón y miel.

-No quiero-refunfuñó al oler el limón

-Si quieres. -Le insistió él- Estás deshidratada podría ponerse peor -Ella lo miró en silencio, se sentía mal con él, ella lo había utilizado para fines egoístas.

Así finalmente le sonrió y se tomó el líquido sin chistar palabra, poco después se desplomó en la cama, exhausta.

-Lo siento, hoy no podré salir, hay tanto que te quería mostrar. -Expresó decepcionada.

-No te preocupes, aún nos quedan un par de días aquí-Dijo pausado.

-Por cierto-dijo sobre exaltada- aún no me has dicho dónde pasaremos año nuevo.

-No te preocupes, estarás en uno de los lugares en donde debes pasar al menos un año nuevo en tu vida-dijo sonriente- La Vegas -Le guiño un ojo, Marie negó con su cabeza y volvió acostarse con una leve sonrisa.

......♦......


31 de diciembre, Las Vegas, Nevada.

Estaban en el Light Night-club dentro del hotel Mandalay Bay, no solo era una discoteca, sino que ofrecía un espectáculo con artistas del Cirque du Soleil, sin dejar de lado que tenía a un grupo selecto de DJ que amenizaban el ambiente.

Marie no era de tumultos, pero no le había dicho nada él se había aguantado su plan soso, caminar por la playa, ir a los centros e incluso la había soportado borracha, no podía ahora salir con el cuento que no quería ir. El lugar estaba al tope y Wonder child resonaba por el lugar, había recibido un par de tragos y ya se encontraba mareada, miró a François a un costada bailaba con una mujer rubia ella por su parte estaba cerca de la barra mirando el coctel de fresas que había pedido.

La música dejó de sonar y un retumbó la voz de un hombre, por los parlantes comenzaría la cuenta regresiva para año nuevo, François la haló y la sacó a la pista.

10, 9, 8...

Comenzaron todos a gritar al tiempo mientras Marie veía a François eufórico mezclado con los demás, unas campanas retumbaron cuando llegaron a cero y la discoteca se alborotó con una mezcla house de David Guetta, todos los que se encontraban cerca comenzaron a desearse el feliz año con un largo beso con el primer extraño que tuvieran al lado, de repente una exuberante mujer se acercó a François y le plantó un potente beso en la boca, él sorprendido lo único que pudo hacer fue corresponderla, Marie fue sorprendida por un hombre bien parecido de pelo hasta los hombros que la tomó de la cintura y la besó, se encontraba confundida, pero sin oponer resistencia le correspondió con sus manos aun rectas.

François apartó al hombre de encima de ella e intercambiaron unas palabras y luego la arrastró lejos de bullicio, sentía que ya andaba algo mareada.

-¿Qué pasa? -dijo ella molesta, al no entender su actitud

-Nada -La miró fijamente-vi a ese tipo sospechoso, nada más. Si quieres podemos irnos o...

-Podemos quedarnos, cuando me dijiste que sería una noche inolvidable, no mentías. -Se encogió de hombros, no quería arruinarle la noche, de verdad se lo debía.

Él derrotado, simplemente asintió ingresaron nuevamente, pero en medio de la multitud lo perdió de vista, se sintió levemente mareada así que aprovecho para ir hacia el lavado. Marie se recostó en la puerta, cuando escucho unos gritos en francés.

-Perra, ¿te crees mucho? ¿Quién eres para que te atrevas a entrar en el lavado mientras yo lo uso? ¡Te dije claramente que te fueras a la mierda! -Decía una mujer mientras le halaba el pelo a una joven de cabello rojizo dentro de uno de los cubículos sanitarios.

-Por favor -Imploró la joven, pero la mujer la halaba con más fuerza, ante la mirada impávida de una mujer exacta a la agresora.

-Lilou -Hablo la otra mujer parca-Déjala en paz.

-Cállate Loane -La gritó y volvió a su víctima.

Marie suspiro y camino al lavado quería un poco de agua en su rostro y quitarse un poco las náuseas.

-Y ¿tú qué? -la mujer se dirigió a ella, Marie la miro a través del espejo.

-¿Yo? Solo veo a una cavernaria que se cree mejor por golpear a otra persona sin justificación. -Se agachó y echó agua en su cara.

La otra mujer se desencajó, soltó el cabello de la pelirroja y camino hacia ella, sin embargo se resbaló en el piso mojado y cayó pesadamente, Marie se giró y la miró en silencio, torció su boca en una mueca perversa, quizás era el licor o simplemente odiaba a las personas que abusaban de otros, se acercó y recogió el bolso de la mujer y lo lanzo al inodoro.

Marie la miro fría y su sonrisa perversa se ensanchó mientras ella la miraba con ira desde el piso, le hizo un guiño y salió de ahí, no iniciaría una pelea andaba muy mareada y con lo del bolso esa mujer tendría por el resto de la noche.

No se consideraba una persona de disputas, las evitaba el máximo, pero le era inevitable no inmiscuirse en situaciones extremas. Había un algo de ella que la impulsaba a defender dentro de sus posibilidades, sabía algo de defensa, pero no tenía una gran resistencia o fuerza.

Buscó a François en la multitud, aunque se había entretenido con esa mujer, en ese instante comenzaban aumentar las náuseas y ahora si quería irse sola, aunque arruinara la noche de él.

-Hola, preciosa hoy es tu noche de suerte voy a permitir que me chupes mi verga con ese par de labios sensuales-Marie alzó su mirada y lo fulminó.

Le propinó un puño y el enojado alzó su mano en contra de ella, sin embargo ella lo tomó del brazo doblándoselo en la espalda, sintió un crujido en su hombro, pero no se detuvo, lo golpeo en uno de sus tobillos, y el hombre cayó pesadamente al suelo, lo piso con el tacón de su bota molesta odiaba ese tipo de hombres.

Si odiaba a las abusonas, lo hacía más con los hombres, era una opresión que comenzaba a hervir su sangre, sentía miedo y desespero como si debiera ser eliminado del planeta, el hombre la miró con rabia, pero ella dejó de prestarle atención y siguió buscando a François, sonrió al verlo a lo lejos, estaba con otras personas, pero él se adelantó y la interceptó antes de que ella llegara donde ellos.

-Te busqué por todo el lugar-se quejó Marie, tocándose el hombro izquierdo, el dolor emergía levemente - ¿quiénes son ellos? - Preguntó, mirando la mesa.

-Vámonos, solo unos inoportunos amigos- dijo delicadamente, mientras le revisaba el hombro.

Dos de ellos se comenzaron acercar, era una mujer rubia y un hombre alto de cabellos claros a los cuales les veía sus rostros distorsionados, definitivamente debía replantearse beber al salir.

- ¿Porque no nos presentas a tu amiga? - Habló la mujer osca, pero François la ignoró.

-Se ve que tu amiga está lastimada, es mejor que se vayan-intervino el hombre alto mientras se acercaba y le examinaba el hombro, parecía como si supiera del tema-Es mejor que vayas a una clínica -Esta vez le habló a ella y le sonrió cálido, pero ella solamente lo observó en silencio.

Marie miró a François y luego a los extraños, no entendía que sucedía, pero en cuanto dejó de hablar el desconocido, François se la llevó sin mediar palabra y en ese momento era lo único que quería.


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