La Heredera CAPÍTULO 10: Acompáñame parte 1





 Marie, diciembre de 2013, Zúrich


El humo comenzó a invadir el lugar, y ella aspiró el aroma a especias, dar un poco de si para obtener un beneficio más grande era una estrategia que había escuchado en uno de sus viajes a Asia. François lo había dicho, era apuesto y rico, muy rico. Pero también era egocéntrico y nunca había visto muestras de dadivosidad en él, debía ser cauta si quería conseguir algo de él.

Beltram ya le había dado un ultimátum, le había hablado de la necesidad de que ella volviese a la compañía, su padre había descubierto antes de morir que uno de los socios quería hacerse al poder y según él estaba seguro que no le importaría hacerle daño a ella o a Phillipe con tal de lograrlo. Negó con su cabeza no quería pensar en eso, no quería estar al frente del grupo ese dinero no le interesaba, pero de solo pensar en su hermano las ideas de irse lejos se esfumaban.

Miro la carne jugosa y se lamió los labios, François era realmente quisquilloso con la comida, pero creía que no se resistiría a lo que hacía. Sintió unos pasos y alguien la llamaba a lo lejos, se giró y lo vio parado detrás de ella con el ceño fruncido.

-Oh François-Habló Marie de forma despreocupada.

Él la miró serió y detalló el desorden, sabía que lo odiaba esbozó una sonrisa amigable y se acercó a él, finalmente suspiró vencido y con su mano derecha aflojó un poco su corbata.

-Me diste un terrible susto- Expresó aliviado recostándose en la isla flotante- ¿Sabías que existe un extractor de humo arriba de la parrilla de asar?

-Oh sí, no soy de las cavernas- ironizó Marie y se alegró que no estuviera molesto- solo quería que el olor se mezclara con el aire

-Y lo lograste-gruño François con malhumor-, ahora tendré que limpiar todo para que no quede olor a carne por todo el lugar- le respondió en el mismo tono irónico a Marie, mientras caminaba hacia su habitación.

-Sólo quería ambientar y sorprenderte con un rôti Argentino - Le gritó en español desenfadada mientras François desaparecía por el corredor. Se apuró y comenzó a servir la mesa, sacó un vino rojo que había comprado para él, esperaba que funcionara su plan, había gastado una suma considerable en el licor. Si François aceptaba ir, quizás al verlo todo directamente fuese más fácil que la ayudara.

-¿Qué dijiste? - Escuchó nuevamente su voz mientras se acercaba de nuevo con una sudadera y una camisilla sin mangas- Ya te he dicho que odio que me digas cosas en un idioma que no entiendo.

-Bueno que te hice una parrillada Argentina-con una emoción más que evidente.

-No, Re, -imitó a su hermano- olvídalo yo no comeré vísceras, -Dijo asqueado - sabes lo que significa para mí la comida.

-En primer lugar, aquí no hay vísceras, en segundo lugar, fue muy difícil conseguir esto entre mis contactos latinos así que comerás y me dirás que está muy rico. -Dijo fingiendo estar enojada- Además no entiendo por qué le bajaste al calefactor, quiero ambientar el clima suramericano- dijo volviéndole a subir

- Por favor Marie, ten compasión te lo pido no más calor- Rogó suplicante, negando con su cabeza.

Marie se fijó en él, nunca antes lo había visto con camisilla sin mangas y con el sudor corriendo por su cuerpo, se veía realmente mal.

-Está bien.

Cedió y reguló el ambiente, finalmente era la casa de François, después se fue a la alacena intentando alcanzar una bandeja de plata; sin embargo sus dedos no alcanzaba a tocarlos, François miraba atontado mientas ella hacia malabares tratando de tomar los utensilios, tenía un short diminuto y una camiseta que dejaba ver mucha piel, le hacía recordar la primer vez que la vio salir de la ducha, sus piernas estaba más torneadas y su abdomen levemente marcado, de repente salió de su letargo y se dirigió hacia la estantería bajando los utensilios que necesitaba.

-Gracias por la ayuda- Marie expuso divertida, mientras él tomaba la bandeja y la ponía en el mesón.

Saco el bol con la ensalada y comenzó a acomodar el resto de cosas en el comedor, mientras François miraba todo en silencio. Le comenzó a explicar que había en la mesa, carne, ensalada aderezos. Le gustaba comer, aunque no lo creyeran dado que siempre había tenido un peso bajo

- Y por último la ensalada, ¿me entendiste? -Le dijo mostrándosela - ¿Qué quieres probar primero? - Indagó llena de nervios-

-El vino -Le dijo guiñando un ojo mientras se servía una copa y ella negó -De la comida -Le señalo y el estiro la copa meciéndola.

-¿Te vas de viaje? -Cambio de tema mientras se servía un diminuto trozo de carne con el tenedor y lo partía con excesiva formalidad. Marie siguió sus movimientos y miro atenta su cara cuanto lo ingirió, mastico despacio y poco después se limpió su boca, al menos no lo había devuelto.

-Realmente quería pedir tu compañía-Habló desviando su mirada mientras tomaba un poco de ensalada.

-Me surgió un viaje urgente a Paris -Respondió de inmediato y sintió algo de decepción. Asintió comprensiva y trato de adivinar de qué se trataba.

-¿Es por Annie? -Él alzo su vista y tomó un sorbo de su vino.

-Algo así, pero el viaje es con mi padre-Dijo escueto.

-Ten. -Dijo Marie poniendo unos boletos encima del comedor- Son vuelos abiertos a cualquier lugar en Suramérica, en primera clase. -François miró lo boletos en silencio. Y tomó otro trozo de carne con el tenedor.

-Cerca de un mes, daré un recorrido por la región, - Le explico -además tengo que cerrar algunos negocios- Murmuró mientras comía-

-¿Negocios? -Preguntó con incredulidad, soltando el tenedor con el que cortada la delgada tira de carne- ¿qué podrías tener allá? -Marie torció sus ojos.

-François, las cosas son diferentes de lo que crees, allá no viven en medio de grandes tarántulas y selva espesa, tengo negocios, -dijo efusivamente, moviendo sus manos sosteniendo un trozo de carne- pero... No tienen que ver con los Keller, tienen que ver con los Davis.

-¿Los Davis? -Dijo intrigado - ¿Quiénes son ellos?

-¡Shi! Es un secreto, ahora solo tú lo sabes-dijo misteriosa- es mi apellido materno, mi abuelo era estadounidense, pero tuvo mucho contacto en esta parte del mundo cuando mi madre era una adolescente, si puedes ir antes de que termine mi viaje, te lo contaré todo.

Marie se levantó, y no le dijo nada más, ya dejaría que el decidirá si iría o no. Además, no le mentía por algo su madre y ella habían terminado en Colombia, solo que su madre en ese momento no se lo dijo, sentía que era muy niña. Tomó las sobras de botar y el resto de comida las guardó en bolsas resellables, cuando iba a tomar los platos para lavavajillas François se los arrebató.

-Tu hiciste la cena, ahora yo limpio- Ella le sonrió y asintió.

Se fue a dar una ducha, olía a comida. Quería que fuera, las cosas pronto cambiarían y tenía la esperanza de que François pudiera entenderla, aunque por el momento no podía decirle nada. Una vez estuvo lista volvió a la cocina, a una distancia prudencial en múltiples ocasiones François la reñía por invadir la cocina mientras la utilizaba.

-Hola-Le habló y él la miró sorprendido al parecer estaba concentrado, su expresión era seria -Espero no te haya dejado mucho trabajo- Le dijo con una leve sonrisa -De verdad quiero que me acompañes, y pensé que un poco de cultura suramericana te convencería, me iré mañana a primera hora. Mi primera parada será en Colombia, sin embargo estaré en otros lugares de Suramérica, el portugués se me da de maravilla-Le dijo de forma nerviosa y pausada- si después de ir a tu viaje de negocios te queda un momento, te esperaré, aquí te dejo mi itinerario, de los lugares en donde estaré- Puso una carpeta con los detalles de su viaje y él la miro y luego la miro a los ojos. Marie detalló sus facciones se veía apuesto aun en ropa de casa.

-¿Puedo preguntar algo? - La miró con duda.

-Claro, pregunta lo que quieras.

-¿Tiene este viaje algo de especial? -Una opresión en su pecho se instaló, si lo era, pero no podía darle todos los detalles.

Decirle todo la haría sentir vulnerable, por el momento quería creer que sólo lo llevaba para que se conmoviera y fuese un patrocinador, pero lo cierto es que también quería que estuviera con ella, se sentía sola y era un sentimiento que no disminuía, sobre todo al sentir miedo de las cosas que Beltram le decía ¿y si no era capaz? ¿Y si se quedaba anclada en ese lugar por siempre?

-Sí -Dijo de forma escueta- después de este viaje tendré que estar de nuevo al frente de Empresas Keller. -François miró con seriedad en sus ojos y asintió.

-Pero eso aún no se ha anunciado. -Caminó lejos de lavavajillas hasta ella.

-Lo sé, pero ese fue el plazo que me dieron para reanudar mis funciones, aunque será temporal, me necesitan allí, por un tiempo, la empresa quiere cerrar unos negocios y creen que yo seré capaz de hacerlo. Sabes que creí alejarme de esto, pero... -Dijo bajando su mirada, François tragó saliva sin saber que decirle.

-Mañana te llevaré al aeropuerto -Dijo de repente

-Gracias- Respondió tímida de repente.

-Mañana a las cinco- Dijo Marie mientras caminaba a su habitación.

-Mañana a las cinco -Repitió él y ella se giró levemente y le sonrió.

El sonido del ventilador de techo era lo único que se escuchaba mientras Marie esparcía bloqueador por su pecho desnudo, suspiro sintiendo el calor en el aire esa sensación le gustaba demasiado. Se miró al espejo y puso sus manos por debajo de sus pechos, los apretó por la parte baja y los soltó, con ropa no se le notaban mucho, jugueteó un poco con ellos y terminó de esparcir la crema o si no se insolaría.

Soltó un suspiro, François no daba signos de ir, tomó el pequeño vestido de una sola tira amarillo y comenzó a ponérselo, era una lástima de verdad había querido que estuviera ahí. Terminó de ponerse los zapatos y una pequeña cartera y salió de la habitación, iría a un festival local le gustaba mezclarse con las personas y disfrutar de los sonidos típicos de la región. Se despidió de Tomasa, la mujer que cuidaba la casona.

Se internó en las calles del barrio San Diego dentro de la ciudad vieja, era un lugar rodeado de la historia de la época de las colonias con cierto aire bohemio. Su madre la había comprado en ese sector muchos años atrás, le gustaban sus calles angostas y las casas pintadas de colores fuertes, pasó una larga temporada ahí y tenía recuerdos gratos.

Diviso una tienda a lo lejos y quiso algo de dulce. Un grupo de personas jugaban dominó en una de las mesas del exterior.

-Aja cuadro ¿y entonces? - Pregunto uno de los hombres y ella los miró curiosa.

-Loco, la pasé de barrilete todo el año-Marie sonrió levemente, había comenzado aprender español muy pequeña cuando había visitado España, sin embargo en aquella ciudad nunca terminaría de entender algunas personas, era como si tuvieran un idioma exclusivo.

Compró su dulce, reanudó su camino y se dirigió hacía una de las plazas cercanas, había música y a pesar de ser las tres de la tarde había muchas personas alrededor. Le había dicho a Ramón -un chico que conocía desde pequeño- que estuviera pendiente de la llegada de Fran, -bueno si se dignaba a ir- características alto, muy bien vestido, estaba segura que alquilaría un auto lujoso, era François LeBlanc, ese hombre era difícil de pasar por alto, era un dandi en todo sentido; estaba segura que lo encontraría.

Caminó por la plazuela y vio las personas bailar animadas, el bullicio de voces eufóricas, para su madre los sitios no estaban completos si no se incluían las personas éstas eran las que hacían un lugar agradable, se lo repetía mucho, aunque para ella no tuviera mucho sentido en ese momento, lentamente lo comenzaba a entender.

Una mujer comenzó a bailar moviendo sus manos y sus piernas de forma rítmica, Marie sonrió estaba de muy buen ánimo le recordaba cuando salía con su madre y bailaban en la playa, así que como en épocas pasadas comenzó a moverse con soltura. La letra de las canciones era en español, nunca entendía lo que decían, -nuevamente por el tipo de lenguaje- el ritmo era pegajoso, un hombre de tez oscura se acercó y comenzó a bailar, ella rio e imitó los movimientos, después se giró y quedó bailando sola.

El calor comenzó a subir, pero aquello no le importó, de repente a lo lejos vio la figura conocida de un hombre, tenía gafas oscuras, una camisa blanca de lino holgada, por unos instantes ella no pudo evitar mirarlo fijamente, pero desvió su mirada, él la miraba a lo lejos, le sonrió, no obstante siguió bailando, él comenzó hacerse paso entre la multitud la tomo de una de sus manos que bailaban en el aire al son de la música.

Le alegraba mucho verlo en ese lugar, así que no dejó de bailar y mirarlo divertida, sin darse cuenta sus movimientos denotaban coquetería ante la mirada atónita de François, por un momento se sintió mal de hacerlo ir para pedirle apoyo financiero, pero pensó que después se lo compensaría, por el momento jugaría con él un rato, así que robó sus gafas y salió corriendo

-Marie-dijo François sorprendido-espera -Le gritó, pero ella no le hizo caso.

Marie caminó a prisa quería verlo fuera de lugar era realmente cómico, se hizo a un costado de la multitud y lo vio salir despistado y Marie lo sorprendió por la espalda y él se giró. Realmente estaba feliz que se hubiese decidido ir, François era alguien importante para ella, no sabía a qué punto, pero lo suficiente para compartir una parte secreta de su vida, que le importaba mucho, no obstante François le había brindado su casa antes y sus cuidados, así que no se sentía insegura al respecto, algo que era sumamente difícil dado que desde el accidente con su madre no confiaba en nadie.

Por años se había blindado, sólo Thomas tuvo acceso, luego llegó ese hombre de ojos avellana que tenía una sonrisa encantadora y debía reconocer que él último año había comenzado a bajar sus armas, con todo y eso había cosas que le ocultaba, a veces pensaba que Fran no le creía, dado que se consideraba mala mentirosa, igual le agradecía que no preguntara de más y quizás por eso sentía que funcionaba.

Jugueteó un rato con François y se despidió de Ramón, después de despejar algunas dudas de él, -sobre cómo el niño lo había encontrado- lo cual no era difícil, Fran era un hombre que resaltaba, todo él parecía salido de una tienda lujosa, personalmente no era mucho de su tipo, Thom lo era, con su cabello rubio y si era honesta le gustaba mucho la manera informal con la que vestía. Era obvio que Thomas le había atraído mucho físicamente y después había sido su conexión personal, pero… Todo eso ya no existía y le dolía, porque creía que iba a envejecer al lado de él.

Dejó esos pensamientos de lado y lo invitó a comer, afortunadamente quiso ir a pie, lo malo era que no sabía dónde llevarlo, François era quisquilloso y deseaba atenderlo bien, así que se le ocurrió llevarlo con Dimitri, él era de Saint Malo y pensaba que al ser alguien de París lograría llenar las expectativas de Fran o al menos eso creía.

Marie se adelantó y le tomó la mano, él no la quitó y simplemente la apretó por la calle, Marie se sonrió él a veces era tan cálido, le gustaba el contacto con su mano, era extraño porque no se trataba de nada sexual, se sentía en calma y segura, desde que había olido sus tostadas, era algo que no podía evitar.

Pero ahí estaba quejándose que no quería lo uno o lo otro, era tan suficiente que a veces realmente la cansaba, aun así, tenía cosas buenas y las compensaba según ella, al menos pensaba que si fuese un hombre malévolo la hubiese llevado con segundas intenciones, pero jamás había sido irrespetuoso con ella al contrarío era demasiado amable.

Caminaron por las tradicionales calles, mientras hablaban de forma animada, finalmente, llegaron a un pequeño restaurante ubicado en una casa antigua, la decoración tenía artículos de diferentes partes del mundo, a la entrada se encontraba un hombre extranjero, de cabello color castaño, con una guayabera blanca impecable.

-Monsieur, madame- Dijo el hombre joven y evidentemente francés- por aquí.

Los guió por la fresca y amplia casona, le encantaba ese lugar, era ameno lo atendían locales y extranjeros tenía un aire cosmopolita que la atraía, François miraba todo en silencio, cuando escuchó una voz conocida.

- Bonjour, Liss,- Dimitri le habló jovial y ella le sonrió.  - y ¿él es?

-Oh sí, Dimitri, él es François LeBlanc, François, él es Dimitri, es chef de Saint-Malo.

Era un hombre atlético, no muy alto de barba espesa y ojos miel, el dueño del lugar y una persona muy simpática.

-Es un gusto conocerte François, por tu apellido supongo que eres de la Multinacional LeBlanc, Liss, ¿de dónde conoces este personaje? -François se mostró sorprendido de que no conociera a los Keller.

-De los Keller-Expuso confundido. -Y Marie sintió terror de que supiera de eso, no le gustaba que la relacionaran con ellos.

-Y ¿cuál es el menú del día Dimitri? -Marie interrumpió.

-Me llegaron unas ostras de cancale -Le dijo mientras los llevaba a una de las mesas de la terraza.

-Umm, creo que paso -Dijo mirando el lugar.

-Sin son ostras de cancale, creo que yo si la consideraré-Interrumpió François, sin emoción alguna.

-Sería un especial del día con ostras, Tartar de salmón y Erizo de mar al cava, lo quiere con copas de cava o ¿algún vino?

-Sería un Chardonay. -François le dijo mirando la carta

-Para mí sería lo de siempre, ya sabes...-Marie pidió buscando en su pequeña bolsa.

-¿Älplermagronen? Con adición extra de guarniciones. -Dijo en tono casual y Marie asintió-Bueno, para acompañar ¿Pinot Grigio?

-Sí, así está bien, y por favor sin postre para los dos.

-Oh, Marie hoy teníamos flan de fresa-dijo decepcionado y ella apretó sus labios, los dulces eran su debilidad.

-¿Postre de Fresa? -Preguntó haciendo una mueca, pero negó finalmente-Creo que con el P. Grigio es suficiente dulce-dijo picara.

-Ok - Afirmó Dimitri sonriéndole tomó las cartas y se marchó, François, miraba en silencio la escena y como Dimitri no dejaba de mirarla mientras se alejaba.

-¿Se conocen desde hace mucho? -Expuso mirando desde la pequeña terraza donde se encontraban.

-Sí, mi madre y su padre se conocieron en unas vacaciones que hicimos, en ese entonces Dimitri aún vivía en Saint-Malo, y su padre estaba comenzando con el restaurant, tiempo después cuando mi madre murió volví, sin embargo el señor Droguett también había fallecido y el lugar estaba a cargo de Dimitri, quien vino al funeral de su padre y no se quiso devolver, ya que quedó encantado con el lugar, el negocio no marchaba bien y él era muy joven así que no fue fácil, yo tenía un dinero por ese entonces, de negocios que comencé en mi época de internado, así que nos asociamos.

-¿Quieres decir que tienes parte en este lugar?

-Ya no, nos separamos cuando él pudo devolverme mi inversión, la cual fue jugosa, la invertí en otro negocio con unos amigos que conocí en Toronto, creo que quedé decepcionada ya que el lugar es fabuloso, pero ese había sido el acuerdo en un principio. No solo es un restaurant de comida de mar, como puedes ver hay de diferentes partes del mundo, incluso comida nativa, la cual es deliciosa, el joven de la entrada es un aprendiz francés que tiene pasantías en el lugar y atiende a los extranjeros también hay camareros nativos que hablan inglés, además del hostal tres estrellas en la parte de atrás, como te darás cuenta esta es una ciudad turística -En ese momento llegó Dimitri y otro mesero con los platos.

-Señorita-dijo mientras el otro mesero atendía a François-espero lo disfruten- dijo mientras miraba a Marie.

La brisa era agradable al igual que el paisaje, le gustaba ese lugar miró a François reír, degustaba su plato, le gustaba lo sabía por qué él no tenía el reparo de dejar todo y mostrar su inconformidad. Siempre solía decir que comer era un arte, ella concordaba en algunas cosas, pero en otras eran completamente opuestos.

François tomó la copa de vino, primero lo miró, después absorbió su aroma y finalmente la meció detenidamente, si, aunque la comida era un arte Marie estaba segura que el vino era su debilidad, no lo veía ingerirlo mucho, pero cuando lo hacia su expresión era totalmente diferente, vio como sus labios se abrieron lentamente para beber de la copa y le fue inevitable no verlo, tragó saliva se veía tan bello, negó con su cabeza, estaba loca François LeBlanc no podía gustarle, ese engreído no, era su amigo y así se sentía cómoda.

Terminaron de comer François comenzó a quejarse, sabía qué hacía para fastidiarla, al decirle que sólo le había parecido bien la comida y le daría una calificación baja, según Marie había entendido François no sólo se destacaba por tener una excelente cocina sino que tenía algo en su paladar que lo hacía identificar cada ingrediente, por algo era tan molesto, se lo había contado recién llegó a su casa y aunque ella no entendía muy bien de qué se trataba  sabía que eso lo hacia un complicado.

-Quiero que conozcas a alguien-cambió de tema Marie de forma abrupta -sé que te va a caer muy bien-dijo mirándolo fijamente.

-¿Qué te hace pensar eso? -Preguntó secamente y alzó sus cejas.

-Simplemente lo sé, -respondió ella sin intimidarse por su brusco cambio de humor- ya sabes que dicen que aprendes a conocer a alguien cuando vives con él. -Le guiñó un ojo, aunque sentía que lo que decía no era del todo real, a veces no sabía si realmente conocía a François -No sólo te pedí que vinieras a hacerme compañía, quiero que conozcas algo más. -El asintió.

Quiso ir antes a comprar algo, para la casa, pero no quiso incomodarlo así que le dijo que lo acompañaría a su hotel, François al darse cuenta que ella tenía una casa en el lugar quiso ir con ella, por un momento tuvo miedo de que no le gustara, pero se arriesgó finalmente le había pedido ir con ella

Minutos más tarde llegaron, le encantaba ese lugar tenía un frente amplio, la puerta estaba rodeada por dos grandes materas en barro con grandes helechos dentro de ellas, en la pared al lado de una puerta en madera rodeada por un marco en piedra habían dos lámparas a cada lado una, y una enredadera abrazaba gran parte de la entrada el balcón y la casa en general rodeando las ventanas de madera gruesa y a diferencia de las otras casas, estaba pintada de blanco, era una vieja casa remodelada.

Sacó su llave y abrió la gran puerta en madera, el aire fresco se sintió de inmediato, había una pequeña sala de recepción con muebles en madera una pequeña mesa de centro y cuatro lámparas de pie, la habitación tenía un gran arco dejando ver de fondo un patio lleno de plantas de todo tipo, de mano izquierda habían unas escaleras en piedra, la casa estaba rodeada de pasillos que llevaban a dos lados diferentes de la casa al final ambos se unían a una segunda gran escalera que llevaba a un a las habitaciones, cada columna se encontraba rodeada de una fina enredadera .

Caminaron hacia la primera escalera, de repente salió una mujer gruesa, de tez negra, era Tomasa, ella vivía en el lugar y lo cuidaba, estaba desde que ella y su madre llegaron ahí y ambas decidieron que continuara con ellas, era una mujer muy cariñosa y amable.

-Buenas tardes-dijo mirando a François en español con un acento caribeño- doña, ya llegó la señorita...-En el momento que terminaba la última palabra apareció una joven rubia bronceada de ojos azul claro, con unos shorts cortos envejecidos y una camisa en encaje blanco de cuello recto, miró fijamente a François sonriendo pícaramente y después miró a Marie.

-Hola re -dijo jovial -llegue yo, Marie sonrió y miró a Tomasa mientras la veía caminar hacia la cocina,

-Un día más y no nos vemos-Habló sin interés Marie, Cathie tenía la facultad de ser algo metiche y si arruinaba sus planes estaría perdida todo se iría por la borda.

-Sé que por esta época estas aquí-replicó la chica con una sonrisa socarrona- y ¿no me presentas? -Habló picara, Marie asintió.

-Claro que sí, François ella es...

-Dumont, Cathie Dumont - dijo él de la nada y Marie lo miró con asombro- te reconozco, eres escaladora profesional ¿no es así? -Estiró su mano a modo de saludo y una vez se la dio la besó-mi hermana pequeña te admira es por eso que te reconocí.

Cathie se sorprendió por la repentina presentación, se sonrojó ahí yacía otra mujer rendida por los encantos de François, lo peor era que no disimulaba y lo miraba atontada. Para Marie la situación era extraña e incómoda, pero no dijo nada tan sólo observó la escena.

-Es un placer, François es la primera vez que te veo por aquí -su voz salió chillona, Cathie parecía un lobo acechando por su presa, Marie miró a François y él sonreía de forma coqueta, suspiró era verdad, eso era lo que le provocaba, no era que le gustara de repente es que tenía esa forma diferente de atontar.

-Si, le estoy mostrando el lugar- Tomó a François de la mano y se dirigió a la segunda planta. -Cathie, le muestro a François su habitación y bajamos enseguida-Gritó mientras subían.

-No hay problema, estaré en la cocina- Respondió Cathie con otro grito mientras miraba a François por detrás y hacia una mueca de placer.

Caminaron por la escalera en piedra, al llegar a la segunda planta había dos pasillos, sin embargo Marie giró a la derecha, y al llegar al fondo del pasillo se detuvo frente a una gran puerta, movió una cerradura vieja, del otro lado había una habitación grande, con una cama doble en madrea, con grandes columnas en los cuatro extremos y un velo blanco alrededor, dos mesas de noche con lámparas un vestidor en madera y una puerta en la que quedaba el baño.

Era la habitación principal de la casa y la que había sido de Lisa su madre, no era fácil estar en ese lugar y no sentir esa melancolía que la visitaba por momentos, no deseaba en ese momento llenarse de recuerdos tristes, en ese presente François su amigo había ido -algo que no había creído que pasaría- y eso la hacía muy feliz.

Miro alrededor, ella no solía usarla a veces lo hacia Aiden cuando le pedía estar ahí, ella prefería la que había sido la suya, se sentía más cómoda a pesar que era más amplia y no se sentía tanto calos como en otras partes de la casa. Su madre había querido poner un cuadro de Botero y había remodelado el baño al estilo Europeo.

Así que tenía un contraste entre colonial y moderno, que al parecer a François no le molestó, porque accedió sin chistar quedarse en ese lugar, solo debían llevar sus maletas y el asunto estaría resuelto, estaba por irse cuando Cathie se apareció en el cuarto, ya se había olvidado de ella y se sintió algo mal.

Quedaron en volver, pero en cambio se habían quedado hablando, lo bueno era que Cathie solía ser despreocupada, era una lástima que no estuvieran mucho tiempo ahí, hubiese querido pasar más tiempo con ella. No se lo decía mucho, pero le agradaba verla, sobre todo en ese momento que se sentía tan sola, era extraño porque hacía mucho no se sentía de esa manera y lo único que podía hacer era guardar silencio.

Le sorprendió que François interviniera y accediera a quedarse un poco más, no refutó a pesar de que debía estar en Bariloche, simplemente no le molestaba estar con su prima, aunque no negaba que el alboroto que hacía en ese momento si la tenía abrumada.

No supo en qué momento quedaron con planes de ir a escalar, -algo que en el pasado había sido unas de las cosas que había hecho más con su padre- no sabía cómo sentirse al respecto, quizás debería dejar de pensar tanto en el pasado y concentrarse en lo que tenía por delante, pero a veces era difícil, sobre todo después de lo que había pasado con Thomas.

No era como si lo quisiera a su lado, simplemente eso le había hecho pensar lo fácil que había sido para él dejarla y lo difícil que era para ella sacar personas de su vida, al menos aquellas que le importaban, quizás por eso ese sentimiento de soledad había vuelto a ella y por momentos.

Acordaron que él descansaría un poco y después saldrían juntos hacia el hotel. Marie se fue a su habitación se asomó por el pequeño balcón y dejo que la brisa de la tarde acariciara su piel, alzó su mano y zafó el espeso bollo que se había hecho en su cabeza, su cabello cayó en cascada hasta su coxis, así estaba mucho mejor.

Suspiró pensativa en lo que François le había hecho sentir al aceptar su invitación a Suramérica, era una felicidad indescriptible que definitivamente no le gustaba, porque de alguna manera poco después algo malo sucedería, no era particularmente supersticiosa, simplemente las últimas veces había pasado algo similar. Realmente no le gustaba sentir, eso la cansaba y quizás podría sonar como si no tuviese 23 años, pero pensaba que a tan corta edad había vivido cosas dolorosas y había pasado justo después de ser realmente feliz.

Así que sabía que no debía apegarse a François, lo que lo único que haría ese lazo sería hacerla volver a sentir las cosas que no quería, todo era temporal se repetía una y otra vez, no estaría en un solo lugar por siempre y quizás era lo único que la animaba a seguir con todo eso.

Tenía que dejar de pensar en eso, así tomó el teléfono y le marcó a Rosa, le comunicó que no podrían ir al día siguiente, al colgar su móvil sonó, se trataba de Dimitri, Cathie ya le había hablado de la salida estaba emocionado y comenzó a darle para salir temprano, odiaba levantarse temprano, era un hábito casi exclusivo de Zúrich y era por sus ocupaciones, pero en una situación normal no le agradaba.

François tocó levemente y Marie por su lado sin saber quién era le dio permiso de entrar, al chocar sus ojos con los de él, sintió ese vacío en su estómago, pero simplemente obvio eso y le hizo señas para que pasara

-Listo-Le dijo una vez colgó- aunque nuestra salida con Cathie retrasó algunos de mis planes contigo, ya solucioné todo, mañana saldremos muy temprano, su lugar favorito para escalar queda un poco lejos. Ahora vamos por tus cosas, además de un par de zapatos de escalar, no creo que hayas traído. -El negó.

-Es obvio que no - Respondió desenfadado -Dejé el auto que renté…

-No te preocupes le diré a alguien que lo recoja, vamos en mi auto -François la miro inquieto.

-Me preocupa que auto puedas tener aquí. -Dijo fingiendo seriedad.

-Por favor no me subestimes, soy muy práctica.

Fue lo último que le dijo antes de llevarlo hasta el auto un Jeep Wrangler, el silencio era apabullante, nuevamente estaba algo rara al lado de él, no le gustaba como se sentía, lo bueno es que, al llegar al auto, ese nerviosismo se fue y pudo sentirse más cómoda con él, pero no dejaba de inquietarla eso.

Crystal en algún momento le había dicho que parecía un cachorro sin hogar, que sólo buscaba amor, en ese momento no supo cómo tomar esas palabras, aun en ese instante era algo que llegaba a su mente sobre todo cuando sentía esa opresión, miró el puesto del piloto y se dispuso a entrar, definitivamente no debía sobredimensionar las cosas, jamás llevaban a ningún lado, cuando él la devolvió delicadamente.

-Yo conduzco -Sentenció y se acomodó Marie negó con su cabeza, a veces era imposible.

Era en esos momentos que su existencialismo se iba, para darle paso a verdades irrefutables: estaba viva y era libre de ir donde quisiera, debía dejar ese tonto sentimiento de soledad, amaba estar con ella misma, amaba descubrir lugares y lenguas y era todo lo que necesitaba. No ahogarse en sentimientos que evitaban que un avance.

François era su amigo, uno muy preciado y no debía pensar de más, por el momento se divertiría al verlo conducir y meterse en sentido contrario en las calles por al menos dos ocasiones, aunque su burla no duró mucho, pues el resto del trayecto lo hizo con destreza teniendo en cuenta que recién había llegado, realmente tenía un buen sentido de la orientación

No pudo evitar mirarlo de más, mientras conducía volvió a sentir esa opresión sin terminar de entender que era lo que le sucedía, afortunadamente llegaron al hotel y su atención se concentró en otra cosa, como por ejemplo la salida del día siguiente, hacía mucho no escalaba y si era honesta deseaba un plan más tranquilo, la época de diciembre tendía a bajar su ánimo y prefería estar en casa leyendo y comiendo en cualquiera de las casas en las que vivió con su madre.

El resto del año si solía viajar mucho, aunque con sus obligaciones con los Keller no tanto como quería, le gustaba la forma nómada en la que se había criado, quizás en esta ocasión debía hacer algo para vivir su vida de la manera en que le gustaba, así tuviese que renunciar al apellido Keller.

Así que a pesar de su apatía a salir no había podido negarse, hacer otro plan con François aparte de quedarse en su casa le parecía justo con él, sobre todo porque se había emocionado mucho, era un hombre de viajes que siempre estaba en movimiento eso le gustaba de él, incluso lo admiraba en el ámbito laboral a pesar de pertenecer a una familia rica al igual que ella no se conformaba con eso y era muy bueno en lo que hacía.

Le agradó saber que François cambiaba su percepción de ese lado del mundo cuando vio que el centro comercial era un lugar cómodo y moderno, además de que se comenzaba a sentir más cómodo al llegar a la tienda de suministros para escalar, le traía muchos recuerdos, a pesar que la relación con su padre no era la mejor, se habían entendido en las alturas, reconocía que le gustaban mucho esa sensación.

Se concentró en conseguir lo que necesitaría y se percató que François hablaba con su prima a quien habían visto al llegar, era como si hubiesen conectado desde un principio, se giró nuevamente y los volvió a ver de soslayo, François sonreía con Cathie ¿qué era lo que le estaba sucediendo con él? Suspiró y tomó lo que necesitaba de forma rápida.

Al cabo de un rato los tres se devolvieron en el jeep y después de despedirse de forma escueta se fue a dormir, aunque no sabía si su insomnio la dejaría hacerlo, pero debía estar lejos de François dado que pasaba el tiempo y se sentía más incómoda, aunque no tenía una explicación lógica.

Se puso una blusa de tiras y un short, Tomasa ya le había llevado una taza de café, quería desconectarse un poco lentamente se la tomó y poco después el sueño la invadió. Temprano en la mañana sintió que alguien se le tiraba encima de forma molesta.

-Re, despierta, re levántate -La molesta voz de Cathie retumbaba en sus oídos.

-Ya, ya ya oí, carajo-blasfemó, tenía mucho sueño y eso de ser una nueva Marie que madrugaba no estaba funcionando. Cathie le pego en la boca levemente.

-Que mal hablada, ¡levántate ya!

-¿Puedo quedarme? -Habló aun somnolienta.

-¡No! Deja de ser perezosa apenas son las cuatro de la madrugada.

-¡¿Las cuatro?! Aun es de noche, déjame dormir más. -Metió su cara entre las almohadas.

-¡Qué no! que te levantes, no vas alcanzar a bañarte. -Cathie la zarandeo sacándole la almohada.

-Pues no me baño -Refunfuñó perezosa odiaba madrugar y más porque a veces dormir era difícil, tenía temporadas en las que su sueño se esfumaba a la madrugada o simplemente no llegaba. Se dio la vuelta le quito la almohada y la abrazó.

Cathie le bajo el short y a Marie se le fue el poco sueño que le quedaba, salió de su modo off para iniciar su día con pie izquierdo, la quitó de mala gana de encima de ella, dejó de quejarse y se levantó, miró hacia la puerta que comunicaba con la habitación de François, se tocó los labios levemente, había soñado con él y que lo besaba, ya hasta dormida pensaba tonterías.

Movió su cabeza debía dejar de llenarse de mierda su cabeza, no quería sentir cosas y menos por François, estaban bien siendo amigos, no tenía por qué complicarse su existencia. Cathie tomó el equipaje y le dijo que lo iría bajando, un no te tardes fue lo último que escuchó antes de que saliera.

Ella no dijo nada, ¡sólo quería dormir! No sabía cuándo volverían sus episodios de insomnio, suspiró y dejó de quejarse y se duchó y  cambió en tiempo récord, se estaba haciendo una trenza cuando escuchó un ruido.

-¿Estás lista? -Susurro François, Marie alzo su vista saltando levemente por la sorpresa entre abrió su boca nuevamente su corazón latía a prisa. Finalmente se giró y de forma desenfada le contestó

-Sí, ya Cathie montó mis cosas al auto, sólo faltas tú-Sonrió en la oscuridad

El asintió y regresó a la habitación de él y poco después salió y la tomo de la mano caminando hacia el auto, ella miró sus manos entrelazadas y se sintió de repente triste, cuando alguien lo había perdido todo lo único que pensaba al lado de una persona era en que momento la perdería y nuevamente estaba con esos pensamientos catastróficos que no eran ella en general.

Al llegar Dimitri estaba al volante, François sin inmutarse se montó al frente mientras ellas se hicieron en la parte trasera, Marie recogió sus pies y saco una pequeña almohada de viaje y se quedó dormida casi al instante.

-Marie -Sintió que alguien la tocaba -Marie, llegamos -Cathie volvió hablar- Levántate -Abrió sus ojos de forma perezosa y vio a Cathie expectante y François al fondo que la miraba en silencio.

Asintió y se limpió las babas de su mejilla, tenían un camino largo por delante, para ser exacta un tramo de siete kilómetros, por un sendero agradable, lleno de naturaleza, realmente no era malo, de hecho, muy relajante. La mayor parte del camino hablo con Dimitri, mientras se escuchaba la risa de Cathie con François, mientras ella estaba más adelante. François se adelantó y acaricio su cabello despelucándola.

-¿Cansada? -Ella negó con su cabeza.

Él le ofreció agua y ella bebió, devolviéndosela poco después, hablaron un largo trecho hasta que divisaron la entrada. Cathie y Dimitri tomaron impulso y se lanzaron al vacío, François los miró asombrado y ella comenzó a tomar impulso él la detuvo, pero después de explicarle que era la forma más cercana de ingresar al lugar y que el lago tenía la profundidad apropiadas el mismo se zambullo con ella.

-Es un paraíso- grito Cathie, mientras Marie y François llegaban a la orilla- es un ascenso fácil, pero no se compara con la vista que ofrece.

Tomaron un lunch y después cada uno se dedicó a explorar el lugar, Marie se dedicó a tomar fotos por el rededor mientras Dimitri la acompañaba, Cathie comenzó a bucear en el agua cristalina buscando algún pez y François se dedicó a organizar sus cosas y configurar su Go Pro, ya que era costumbre grabar cada ascenso que tenía, de repente Cathie se sentó a su lado empapada.

Marie los miró y continuó en su tarea sin darles importancia, realmente estaba encantada de estar ahí, esos paisajes siempre le habían encantado y aunque le gustaba mucho dormir -por sus problemas para hacerlo- Dimitri la miró distraída y sonrió levemente, ella le gustaba demasiado.

-¿En qué piensas? -Le dijo mientras ella se acomodaba su larga trenza a un costado.

-En que a pesar de que hoy odié levantarme temprano, valió la pena -Él le sonrió de vuelta y asintió.

-El lugar es precioso -Ella asintió y él no pudo evitar perderse en sus ojos azules -Deberíamos irnos. -Marie asintió.

-Le diré a Cathie -Se giró y en ese instante vio que ella se acercó a François y le dio un beso, alzó sus cejas sorprendida.

Cathie se separó y luego le dijo algo que lo hizo reír, pero poco después quedó realmente pensativo, Marie los observó unos minutos y después se acercó para decirles que era mejor irse sin mencionar nada de lo ocurrido. Ambos asintieron y comenzaron a prepararse para el ascenso, Marie los miraba de vez en cuando, ellos seguían hablando de forma desenfada.

Comenzaron a ascender y ella se concentró en la ruta, la sensación de ardor en sus dedos le gustaba, el roce con la piedra y la adrenalina al comenzar a tomar altura; básicamente le gustaba asumir retos.

-Eres muy apuesto, Fran -Dijo amistosa Cathie y en voz alta -pero asumo que eso te lo han dicho mucho.

-Sí, eres muy perspicaz -Respondió François desenfadado, de forma engreída.

Marie se giró un instante y los miró brevemente luego volvió su vista a la roca, cuando sintió que la cuerda de seguridad se enredó, perdió el equilibrio cayó de forma brusca contra la piedra, escuchó un crujido, seguido de una descarga eléctrica en su hombro, su pie se había enredado y entre más intentaba soltarse más se enredaba, era una situación ridícula, una de las tanta a la que estaba acostumbrada, François la miraba y gritaba que se estuviera quieta, mientras Cathie se acercaba a ella preocupada.

Marie los miró a ambos en medio de los gritos y el desespero, sacó una navaja suiza y cortó la cuerda, saltó al agua y François gritó su nombre muy fuerte. El impacto le hizo arder su cuerpo, quedó suspendida en el agua.

-Mierda, mierda, mierda -Se dijo de forma interna, sentía que su vida comenzaría a complicarse y no podría evitarlo.


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