La Heredera CAPÍTULO 6: Buscando, encontrando y olvidando.

 



Marie Otoño de 2010, Montreal, Canadá

"Los amores también pueden tener fecha de caducidad, con el tiempo amamos mas el recuerdo de mejores épocas y no a la persona" Lisa Davis.

Las botas de tacón, la hacían resbalar en el pavimento congelado, estiró su mano y evitó caer de bruces.

-¡Hijueputa!-Lanzó un improperio en voz baja y miró a su alrededor, su madre la reñía a menudo por su mal vocabulario en ocasiones, pero como casi siempre pasaba, nadie a su alrededor se dio por enterado esas eran las ventajas de maldecir en otro idioma -Fock -emitió un sonido grave al notar que su tacón se había dañado y aun le faltaba un trecho para llegar a la ciudad subterránea.

Intentó acomodarlo en su lugar dando leves golpes en la acera para re-afirmarlo, comenzó a caminar lentamente mientras a su alrededor las personas la miraban con curiosidad, no era particularmente fan del frío y cuando un piso congelado le hacía pasar una mala jugada, conocía la ley de Murphy dictaba que si algo podía salir mal, saldrá mal, incluso decir que iría de mal en peor, para muchos podría verse como ser pesimista o tener mala suerte, pero lo cierto era que todas estas leyes tenían bases en la física, una de ellas era la entropía y el grado de desorden en un sistema.

En ocasiones su vida era una cadena de acontecimientos que iba de mal en peor realmente lo odiaba, pero en ese momento lo que vivia podría considerarlo un mal menor, aunque sabía que era inevitable no llegar tarde ese día.

No se consideraba dramática y muchas cosas se las tomaba a la ligera quizás el lado por su madre que le había enseñado que era sencillo si querías algo lo tomabas, si te molestaba algo lo decías sin ningún tipo de rollo exagerado, por otro lado la autodisciplina no era algo que prevaleciera en Estados Unidos, sin embargo había tenido una niñez en Suiza con tutores exigentes y el constante discurso de su padre sobre la puntualidad y la disciplina que martillaba en su cabeza, simplemente tenía el defecto de querer ser la mejor en lo que hiciera haciéndola un tanto perfeccionista.

Así que su lado suizo le traía diversas complicaciones, sobre todo porque odiaba llegar tarde y al parecer ese día le pasaría, debía acelerar el paso pero su tacón era una molestia, pasó su tarjeta por las compuertas de entrada y miró su reloj, se hacía tarde, escuchó el pitido anunciando que pronto las puertas se cerrarían y caminó lo más que pudo entrando en el último momento, lastimosamente su zapato terminó de dañarse,  su respiración era acelerada, suspiró y lentamente busco un puesto libre.

Se sentó sintiendo un alivio momentáneo alzó su mirada y recorrió los anuncios publicitarios ya conocidos por ella, "Un diamante que llegará a tu corazón, Regala joyería Tilman" Rezaba uno de los carteles acompañado de una mujer con un cabello rojo intenso y ojos verdes profundos era realmente bella, la miró unos instantes y detalló sus largas pestañas llenas de rimel y el aire vintage que traía a su mente aunque no estuviese ataviada de ropa de época.

Marie negó con su cabeza y miró su bota dañada, tratando de acomodarla, anuncios como ese eran tontos y mas por que al final lograban sus objetivos: vender. Una cara hermosa y un slogan discreto hacían la magia.

En todo caso no era el diamante lo que llegaba al corazón, era la persona y sus buenas intenciones, sonaba infantil, pero ella mas que nada sabía que las personas por sí solas eran un regalo irreemplazable.

Movió su cabeza y acomodo su gorro de lana, solo estaba pensando tonterías leer anuncios y criticarlos no resolverían su situación actual, llegaba tarde, su zapato estaba dañado y sus manos comenzaban a adquirir un tono azulesco debido al frío, buscó sus guantes encontrando solo uno.

-Fock- Dijo desesperada al no encontrarlo.

Se tocó la cabeza y sintió una leve calentura, frunció el ceño odiaba como su cuerpo cedía a las temperaturas y comenzaba a flaquear, frotó sus manos y cerró sus ojos, lentamente el tren comenzó hacer las estaciones y a llenarse, llevaba tanto tiempo ahí y no había logrado encontrar a Thom, había ido a los antiguos lugares que habían frecuentado y parecía que se había esfumado sin dar señales.

Una mujer con un bebé entró buscando un lugar y ella lo cedió mientras el niño le sonreía, se consideraba un imán de crías, se sonrió al pensar aquello. Por fin llegó su parada y recorrió la ciudad subterránea de Montreal a prisa, salió de ésta y luego de unas cuadras recorridas divisó The Editors.

Aquel día era un caos, un misterioso escritor iría a un encuentro con sus fans, había revuelo entre las dependientas, sólo podía escucharlas cotillear mientras se arreglaba, no obstante ella comenzó su día laboral todo debía estar listo para el evento, para su desgracia su malestar se acrecentaba, pero había tenido unos cuantos turnos cancelados y debía estar ahí.

El evento comenzó el trabajo encomendado era principalmente acomodar el libro que se estaba lanzando, de igual forma vigilar que el estante no estuviera vacío, la verdad amaba los libros, pero odiaba su trabajo, uno de los tantos que tenía por la necesidad de pagar algunas deudas de colegiatura, pues había decidido solo gastar lo que ganará con sus propias manos, faltaba poco para volver a Zurich, quería dejar todo en orden antes de regresar con los pocos ahorros que había logrado reunir, esa también era su meta, su madre en algún momento le había dicho que no todo en la vida se podía tener y que obtener algo con trabajo duro era más satisfactorio por eso ese año había decidido ser solo ella contra él mundo.

En un inicio quiso no conocer al anfitrión así que estuvo lo más alejada que pudo, además su dolor de cabeza se estaba acrecentando y su frente un poco caliente la hacía rabiar, el frío de la temporada la enfermaba con frecuencia, definitivamente lo odiaba.

-Huh, de todos, éste tenía que ser mi peor día -musitó entre dientes-

Caminó hacia la sección del suspenso aunque el libro que lo ocupaba mayormente era el último best seller Titulado "The Pyramid", cerca habían otros volúmenes del autor entre estos el primer libro publicado por el titulado "Roux", Marie sonrió al verlo así solía llamarla su padre, recordó que al año siguiente de llegar a su país ese libro tuvo un gran éxito considerado el primero en ventas el título fue sólo un motivo para leerlo, aunque finalmente no lo terminara.

De rodillas cerca del estante arreglaba unos libros, estaba sumergida en sus pensamientos tarareando una vieja melodía francesa, cuando escuchó una voz detrás de ella que le decía

-¿Te gustan los libros de suspenso? -Marie respondió en forma distraída

-Nah, sólo tengo que estar pendiente que el libro del autor que hoy llega se encuentre en orden. -Dijo pensando en cómo odiaba el terror y el suspense. El hombre insistió y le preguntó

-¿Lo has leído?

-Umm, al autor o el libro-Balbuceó en voz alta, mientras se tocaba la cabeza de forma sofocada- Bueno leí el primero aunque quizás fue más por el título así que no recuerdo muy bien la trama, lo único que sé es que me trae...

En el momento que iba a decir la última frase, se comenzó a erguir para dar la cara a su interlocutor, una estruendosa voz retumbó el pasillo, fue interrumpida por la dueña de la librería, una mujer obesa, muy bien vestida con una voz chillona, tomó del brazo al hombre interponiéndose entre Marie y el extraño. Volteó y le dio una mirada punzante a Marie, al instante cambió la expresión de su cara al saludar aquel extraño con una formalidad extrema llamándolo Mister Robbins.

-¿Robbins? Musitó en voz alta - ¿Donde he escuchado ese nombre?- Aun de pie de frente a la estantería con una mano cruzada en su vientre y la otra en su mentón alzó la mirada y en el libro decía:The Pyramid, autor Ken Robbins, cuando cayó en la cuenta de que aquel extraño era el personaje de la tarde, ya se encontraba estaba sola.

Siguió sus labores sin dar importancia al incidente, claro no tenía mucho que hacer; misteriosamente sus compañeras estaban más colaboradoras que nunca. Todas querían captar la atención del escritor. Exclamaban entre sí:

-Tiene un acento estadounidense, dicen que su madre lo era.

-Que guapo es- decía otra-aunque es un poco antipático, pero creo que eso es lo que hace interesante a un autor de misterio.

Marie, solo escuchaba con desdén, su malestar estaba por sobrepasar sus límites, además de que le fastidiaba la gente aduladora, tendían a magnificar personas. Caminó hacia el retrete lavó su cara ardiendo en fiebre, el reflejo en el espejo era el de una joven blanca con las mejillas extremadamente rojas, al igual que sus labios, sus grandes ojos azules resaltaban aún más; se secó su rostro, cepilló su largo y abundante cabello negro y se lo recogió aunque hubiese querido dejarlo suelto, para la dueña la presentación era fundamental.

Ya casi termina mi pesadilla -Decía para sí- Aunque comienza mi verdadera tortura dentro de poco -Pensó descansando en el lavado, mientras se tomaba una aspirina con agua, un poco de polvos y brillo, lista para volver. 

Al regresar quedó ubicada a un costado de la mesa, él estaba de perfil, los flash iluminaban su rostro y una fila de fans aguardaban la firma en su último libro, era la primera vez que salía a la luz pública, las fans tenían mucha expectativa, por qué un halo de misterio envolvia al escritor. Marie lo miró de forma detenida tenía un Blazer gris y una camisilla sin cuello azul oscuro y lentes con un grueso marco negro

-¿Porque su rostro me es tan conocido?- Dijo con bastante asombro.

Tenía un semblante sobrio, pero afable hacia los fans, había de todo tipo: adolescentes, adultos, además no faltaban las jovencitas chillonas armando alboroto. Marie lo miraba desconcertada, de alguna forma se le hacía bastante conocido, tenía el cabello rubio bastante largo, tenía una barba abundante y bien cuidada que bordeaba su rostro, lo miraba fijamente tratando de recordar.

Un sonido agudo recorrió su cabeza haciendo que se la tocara con una mueca de dolor en su rostro; de repente el autor volteó bruscamente se sacó sus lentes y le sonrió, un escalofrío la recorrió de los pies a la cabeza. No podía creerlo era él, lo buscó mucho tiempo, dejó todo para ir en busca de él y ahora estaba enfrente de ella.

-François, le encontré, por fin encontré a Thomas-Dijo en voz baja emocionada

Fue una tarde larga el sudor de aquel día se deslizaba por su cuerpo ardiendo, su largo cabello comenzaba a empaparse y su cara pegajosa no la ayudaban a su situación. Lo veía allí sentado con su imparable cabellera rubia, con un traje informal a comparación del evento. Marie lo veía muy serio y hablar lo necesario, ella sentía que viejas memorias comenzaban a inundarla.

Esa tarde terminó de firmar y sin más se fue, ella se sintió muy decepcionada, ocho meses lo buscó lo cual no fue poco, sin embargo lo había encontrado, sabía su pseudónimo aunque la verdad le extrañó aquel cambio, pero era lo menos importante en ese momento. Marie trabajó hasta tarde y aunque estaba cansada y enferma el hecho de ser viernes le alegraba ya que tendría media mañana de descanso. Tomó sus cosas de su casillero y se hizo una coleta, revisó su bolso una vez más, tenía la costumbre de salir por la puerta de atrás, cruzó el umbral sin embargo se detuvo y volvió a revisar su bolso una última vez, estaba tan distraída que solo notó su presencia cuando le susurró al oído.

-¿Ya te vas a casa?- Con sus manos aun entre sus bolsillos

Sorprendida se giró, alzó su cabeza se empinó y con sus dos manos le tomó el rostro, lo besó muy lentamente, él recibió su beso y la acercó más a él sorprendido, pero fascinado le tocó la frente.

-Tienes la temperatura alta, ¿te encuentras bien?

-Si-dijo con firmeza- No es nada ya tomé algo.-Le restó importancia al asunto.

-¿Qué hace una señorita como tú en una librería?- Habló tono burlesco, cambiando de tema.

-Umm bueno... creo que todo se debe a una persona que llevo buscando hace mucho- dijo con picardía, añadiendo- y que encontré hasta el día de hoy.

De repente Thomas le separó abruptamente, cuando sintió que alguien se acercaba, era una mujer alta de cabellos rubios, a la cual Marie reconoció inmediatamente, era la amiga de él, aquella con quien lo había visto la primer vez que lo conoció, nunca se toleraron y menos cuando Victoria se dio cuenta de su relación. En esta ocasión llegó con mucha confianza, miró a Marie despectivamente, tomó a Thomas por un brazo.

-Oh, cuanto tiempo, veo que ahora no eres más que una empleada -Marie la miro con indiferencia y esbozó un suspiro con decepción.

-Umm... Así es. -Victoria aferrándose cada vez más fuerte de él, dijo en tono sardónico:

-Veo que estás hablando con mi prometido, creo que por ahora me lo llevaré-Sin embargo Thomas se soltó de bruscamente de su brazo y la miró fijamente

-Creo que será en otra ocasión, por hoy me iré con Marie, - la tomó del brazo y ambos se alejaron de la mujer que la miraba con odio, ya a solas le dijo con indiferencia - Se supone que es mi prometida, pero eso solo lo da por sentado mi familia; en fin, no quiero hablar de ella quiero saber de ti-Dijo ansioso, pasando un dedo por su cabeza despejándole su frente-Te estuve buscando como loco, lastimosamente tu número sonaba desconectado, estaba realmente desesperado- dijo mientras la miraba fijamente y ella bajó sus ojos pensativa.

-Yo también lo estuve haciendo -Dijo en tono culpable, obviando el incidente anterior- sin embargo mi antiguo teléfono fue confiscado, además no pude volver en el tiempo acordado y pasaron muchas cosas.

Él sonrió como le solía hacerlo y ella solo pudo suspirar, amaba su sonrisa.

-Quiero ir contigo a tu casa -La miró y acarició su rostro

-No es la gran cosa, estoy aquí bajo mi trabajo, pues no quise que me enviaran dinero mientras estuviera aquí.

-Tranquila, solo quiero estar en un lugar que estés tú en cada rincón -Marie asintió, sin dejar de mirarlo, se sentía en un sueño.

Caminaron hacía el estacionamiento, la condujo hasta una Range Rover negra, ella le dijo la dirección y poco después llegaron a la casa que en verdad era un pequeño loft, en el interior sus paredes en ladrillo rustico color ocre alternando con paredes blancas, grandes ventanas del mismo color y piso en madera, un gran espejo en el corredor, lámparas tipo candelabro.

No había comedor solo un gran sofá blanco y una pintura de gran tamaño con el rostro de Marie, todo estaba reluciente, sin embargo en la cocina había toda clase de tarros vacíos de fideos instantáneos lo que hacía que la pequeña cocina de estanterías metálicas perdiera su uniformidad, cuando Marie vio aquella escena suspiró, se trataba de su compañera de apartamento que había dejado un tiradero, Francois cuando supo que ella viajaría organizó ese lugar para ella, le había pedido algo modesto, realmente no quería resaltar y aunque le había hecho caso en muchas cosas en otras había cosas realmente caras.

Había accedido a tenerla en casa, dado que la chica había sido desahuciada de su antiguo lugar y realmente no le incomodaba tenerla, excepto cuando dejaba las cosas fuera de lugar,no era tan difícil usar la cocina e ir lavando la loza. Notó que Thomas entró como si no hubiese pasado cuatro años, se quitó los zapatos y el abrigo, dejándolos en la entrada, se sentó en el sofá y le dijo en tono mandón y al tiempo consentido.

-Quiero algo hecho por ti

Marie recordó el pasado cuando en sus días libres de internado iba al apartamento de él y solía cocinarle, Thomas le decía que era un oasis entre tanta comida de calle que ingería a diario. Ella le preparó su comida favorita, un revuelto de verduras cocinadas al vapor con una vinagreta. Él comió como si fuera un niño con un dulce.

-Te extrañé, pasé por momentos difíciles -La miró algo culpable por no hacer más - por ese tiempo lancé mi primer libro- dijo con una sonrisa nostálgica- aquel que en el cual trabajaba cuando te conocí, realmente fuiste mi inspiración, aun estando lejos.

-Ya veo-dijo Marie acercándose a él - en cuál parte del libro te inspiré ¿con el despiadado asesino caníbal? o ¿con el regordete alguacil? - Dijo Marie en tono divertido mientras se subía encima de él rodeando su cintura con sus piernas. Tom rió de buena gana, ya se había olvidado cómo era ella.

-Creo que la heroína que escapa de aquel psicópata, tiene buenos rasgos tuyos- Marie suspiró y con cara de misterio aun sentada encima de él.

-¿Puedo preguntar algo?- De forma tímida

-Dime, por favor- le dijo, mientras le frotaba la mejilla-¿Por qué el pseudónimo?, ¿Por qué no tu nombre?

-Umm...-Dijo pensativo- como sabias mi familia se oponía a que yo fuera un escritor y menos de suspenso, era algo muy vergonzoso, para los Ucker... Era como si por debajeara a la familia, ya sabes lo conservadores que son por su trayectoria en política, así que renuncié al apellido de mi familia, y comencé como Ken Robbins, lancé mi primer libro el cual fue un éxito y que por cierto según lo dijiste fue el único que te leíste, bah qué decepción, creí que al leerlo quisieses leer más, ya que la protagonista eras tú y la segunda parte iba un dedicación exclusivamente para ti, esperaba que te dieras cuenta.

-Umm lo siento, después de leer el primero me di cuenta que el señor "Robbins" me trae recuerdo de alguien y no pude seguir, además sabes que me aterra el suspenso.

-¿Eso quiere decir que estas recién llegada?- Preguntó expectante

-Bueno-dijo con recelo- estoy aquí hace 8 meses desde que llegué a buscarte.

-Ok - dijo en tono autosuficiente- ya me encontraste así que no te voy a dejar ir tan fácil-le dijo mientras se levantaba con ella entre sus brazos- ¿Dime, donde queda tu habitación? -Ella señaló con su dedo la recamara del fondo, caminó con ella entre sus brazos

-Estás realmente liviana -la apretó un poco contra sí.

Ella se aferró a su cuello, dándole leves besos en su rostro cubierto de una rubia barba, una vez llegaron a la alcoba Thomas la dejó sobre la cama, tomó su rostro besándola, ella cerró sus ojos y se dejó llevar por los besos que comenzaba a descubrir de nuevo, le gustaba sentirlo nuevamente, aunque sentía algo en su pecho, un algo que no podía explicar y que los besos no lograban apagarlo del todo.

Poco a poco las manos de Thomas comenzaron a explorar su cuerpo, desabotonando sus jeans con delicadeza y sacando su camisa blanca con cuello en V por encima de su cabeza, dejó al descubierto su torso con un delicado brasier negro que contrastaba con su piel, Marie era consciente que no era la misma que él había conocido, lo observó detallarla, pasó sus dedos por su busto que ahora estaba un poco más redondeados, luego bajó a su cintura y la delineó hizo una mueca y cerró sus ojos, Marie comenzó a ponerse nerviosa ante su lentitud, hacía más de un año y medio que no sostenía relaciones sexuales y su corazón comenzaba a latir fuerte ante la expectativa

-Hey -habló ella - ¿soy alguna clase de comida que debes bendecir antes de comer? -Preguntó de forma juguetona tratando de romper el silencio que comenzaba a ponerse incómodo.

El río y ella lo atrajo, le besó lentamente, sin poder contenerse aumentó el ritmo.

-Que atrevida eres -Bromeó él y ella asintió porque con él lo era, con el único que había experimentado todo eso.

-Con aquello que me gusta, lo soy -le sonrió coqueta con sus mejillas de repente rojas, no podía creer que dijera algo así.

-Menos mal lo único que te gusta soy yo -le dio un beso en su frente - me encanta cuando te sonrojas.

Ella de forma lenta comenzó a levantar la camisilla gris de él, sintiendo su abdomen levemente formado, Thomas no había sido de mucho músculo, pero estaba lo suficientemente tonificado, Marie se retiró un instante deshaciéndose de sus Jeans quedando en sus bragas negras de algodón, él la miró divertido,

-¿Hoy no habrá baile? -Le preguntó, en el pasado solía hacerlo, esa chica era muchas cosas a su lado, ella sonrió se incorporó y comenzó a moverse lentamente, Thomas la observó sabía cómo hacerlo y le gustaba lo que veía, 

Sin embargo él la tomó por su cintura y Thomas comenzó a acariciar su cintura haciéndole estremecer soltando leves suspiros sacó con delicadeza el sostén dejando sus redondos pechos al descubierto sus pezones rosados estaban duros y su piel estaba erizada era la primer vez después de un año y medio que estaba nuevamente con él.

Thomas comenzó a succionar el pecho de ella delicadamente de alguna forma se preguntaba por qué la hacía esperar tanto por él, luego encontró sus labios besándola con pasión ella buscó su lengua, aunque había algo raro entre los dos no lograba reconocer todo lo que él le había provocado anteriormente.

Se recostó lentamente en la cama mientras él estaba encima de ella, aun no se acostumbraba a estar desnuda para él, mientras respiraba pesadamente. Thomas la miró detenidamente, examinaba sus pechos, sus caderas hasta llegar a su sexo, su expectativa aumentaba lo miraba con deseo quería que se apresurara dirigió sus manos hacia su pantalón desabrochandolo con premura.

Él sonrió y la alejó, Marie hizo un puchero y él comenzó a recorrer su clavícula ella se contrajo y lanzó un suspiro de forma pesada, Thomas bajó su boca por sus senos y sin detenerse ahí comenzó a besarle su abdomen, ella movió su cuerpo levemente ante el estremecimiento y comenzó hablar en alemán, sintiendo nuevamente placer y expectativa en su parte baja, Thomas recorrió con su boca su abdomen se detuvo en sus bragas y con sus dientes comenzó a bajarselas.

Marie lo miraba en silencio mientras dejaba al descubierto su sexo, Thomas pasó sus dedos por este y ella vibró, a pesar de ser tan directa finalmente terminaba como una adolescente asustada ante su toque quizás porque se trataba de un chico que le gustaba, él comenzó a besarle su monte venus y Marie jugueteó con su cabello, por un momento pensó que se sentiría que su lengua bajara un poco más, pero Thomas se levantó y ella lo vio con decepción.

Por el contrario tomó sus piernas y las juntó llevándolas totalmente erguidas lo más que pudo de la cabeza de ella, dejando a la vista su vagina totalmente húmeda, pasó su dedo índice por en medio de esta y ella gimió pesadamente, comenzó a besar sus glúteos, de pronto dejó de asirla y después escuchó el sonido de sus pantalones deslizarse, volvió a tomarle las piernas y se acomodó en su entrada, Marie ella levantó su cabeza trayendo sus pies a su pecho divisando su desnudez, abrió más de la cuenta sus grandes ojos azules mirando su pene, él se detuvo dándose cuenta que estaba sin protección, desde la primer vez que habían estado nunca lo había dejado hacérselo sin condón, incluso la primer vez de ellos ella misma los llevó.

-No estoy planificando -lo exhortó.

Thomas suspiró y caminó hacia sus pantalones, sacó un paquete metálico, lo abrió poniéndoselo hábilmente, ella lo miró sonriente moviéndose como una llamada volvió a tomar su trasero, dándole un palmada ella se estremeció y lo miró para que continuara apretó su cadera y comenzó a penetrarla, Marie gimió y recostó su cabeza, sentía ardor quizás por la brusquedad, pero no le importó por el contrario le gustó mucho, sintió la presión y el comenzó a moverse, ella hizo lo mismo, aunque su experiencia era poca,  su cuerpo por instinto se movía y se amoldaba comenzando a reclamar lo que ella no podía decir, después de unos minutos llegó al éxtasis sintiendo un leve adormecimiento en sus pies, él siguió envistiéndola tomó sus piernas y las abrió como si hiciera un Split con ella, su rostro se contrajo dejando llevar por su propio orgasmo.

Esa noche no hubo más sexo y aunque eran una pareja que no se veía hace mucho ninguno hizo mucho por obtenerlo, nuevamente estaba esa cosa extraña entre ambos que no lograba explicar, una nostalgia  y una tristeza vaga que llegaba por momentos a su pecho, sentía que como decía su madre el café estaba tibio y aunque muchas de esas cosas las pensó mientras tenia su cabeza sobre el pecho de él finalmente se quedó dormida.

A la mañana siguiente, sonó el despertador, Marie se levantó a prisa de la cama, pero una mano la devolvió chocando con el pecho de Thomas.

-Todavía eres una perezosa-Dijo él en tono dulce sobando su cabello y Marie lo observó no se acordaba que ya lo había encontrado.

Marie asintió y sin más preámbulos se fue a preparar el desayuno y poco después se bañó y vistió para salir e ir al trabajo.

-¿Para dónde vas? -Preguntó él mientras acomodaba su camiseta, Marie se detuvo y lo miró confusa.

-Verdad que hoy no iré al trabajo hasta la tarde -Recordó de repente

-En verdad no has cambiado-Thomas sonrió y la atrajo para sí

-Creo que me tomaré el día libre-Dijo Thom a modo de sorpresa-así que vamos a un lugar, llama a tu trabajo y de cualquier cosa, hoy quiero estar contigo

-Umm creo que si pido un permiso más, me despedirán-justo cuando estaba pronunciado la última palabra, sonó el teléfono de ella.

-Si diga, Marie al habla

-Sí, hablo de The Editors -Se escuchaba en la otra línea- era para comunicarle que no la necesitamos más, y puede pasar por su liquidación o bien nosotros se la haremos llegar.

Marie atónita por la sorpresa no pudo evitar reír de forma contenida, sin embargo al responder lo hizo de una forma muy relajada

-Ya pasaré por ella, sin embargo hoy mismo quiero ir por las cosas que tengo en el locker, gracias-Dijo después poner el teléfono en la mesa. Miró a Thomas, sorprendida y le dijo -asunto resuelto, me despidieron, igual no es como si importe. -Habló nostálgica, ya casi se iba a Suiza.

Thomas la miró, ser despedida no era algo casual, Victoria tenía algo que ver y eso era evidente, suspiró porque sentía que las cosas se complicarían más de ahí en adelante y no quería eso para Marie

-Salgamos algún lado -le dijo Thomas sonriente, Marie le sonrió picara y se sentó a horcajadas en él, le comenzó acariciar su rostro y tomó la coleta y la zafó y comenzó a despelucar su rubio cabello.

-Vamos -Respondió con una sonrisa en sus labios, era verdad sentía miedo y lo único que hacía era comparar lo que habían tenido que esta nueva experiencia, lo había encontrado y esperaba que cuando le explicara lo que le sucedía pudieran seguir juntos.

-¿Tu has estado con alguien más en este tiempo? -Habló él de repente y ella lo miró en silencio

-No -hizo una pausa - Ahora no me digas que tu tampoco, es bien sabido que la castidad para los hombres como tu es imposible.

-¿Cual es la naturaleza de los hombres como yo? -Él la miró con sorpresa

-Promiscua. -Dictaminó con solemnidad

Thomas rió fuerte, y la acercó a él, ella estiró su boca haciendo un puchero, sus labios se encontraron sintiendo el sabor de pasta dental ella se contrajo y comenzó halar su rubio cabello.Era verdad se reafirmaba habían pasado tantas cosas, pero aun sentía que lo amaba y podía recuperar el tiempo perdido, no todo era como antes, pero era el ahora. Thomas aceleró el ritmo de sus caricias, reclamando su piel y Marie cerró sus ojos perdiéndose en sus besos, un ruido sordo se escuchó en la habitación y Thomas se detuvo.

-Es mi móvil -Dijo el mirando hacia uno de los estantes, Marie asintió y se levantó , Thomas la llamó, pero lo ignoró.

Seguía sintiendo esa pesadez en su pecho, como si de repente sintiera miedo y no supiera de qué, y mas porque estaba a punto de irse a su país natal.


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