La Heredera CAPÍTULO 5: Oscuridad





Las botas cafés degastadas caminaban por el camino en piedra, a lo lejos pudo divisar su menuda figura, su largo cabello se movía mientras corría hacia él, sus labios rojos tenían una gran sonrisa, llegó y estiró sus manos colgando de su cuello sus grandes ojos azules ahora eran más expresivos que cuando recién la había conocido y le decían que estaba feliz. Thomas la alzó por los muslos, se acercó a darle un beso pero ella se retiró advirtiendo la presencia de una de las profesoras, él la bajó y tomó una de sus manos caminando hacia su auto.

Habían pasado mucho tiempo desde que la conoció, pero ellos no parecían avanzar mucho aun así, le gustaba ir lento y ver cómo poco a poco comenzaba abrirse, era una chica dulce aunque esa parte oscura y difícil de discernir seguía en ella.

-¿Cómo has estado? -Le preguntó una vez quedaron frente a frente.

-Bien -Ella sonrió mostrando su dentadura, se veía hermosa, dejó su mano libre y la rodeó por su cintura, alzándola levemente -Eres tan baja.

-Tú eres muy alto -Se quejó, con sus botas a unos centímetros del piso.

Él se rio y la volvió a dejar en el piso, Marie era baja y su contextura era mucho más pequeña en comparación de las mujeres del alrededor, su cabello excesivamente largo incluso la hacía ver más baja.

-Eso no quita el hecho de que eres baja.-La provocó

-Mido 1.70, en algunos lugares soy realmente alta -Dijo picara.

-Sí, claro –Respondió él mientras llegaban a su camioneta.

Marie abrió la puerta y se acomodó, dejó sus zapatos de lado y alzó sus piernas al asiento. Mientras Thomas se acomodaba el cinturón de seguridad. Ya tenían un año y medio de conocerse y aunque había sido difícil que ella se abriera, los últimos seis meses habían estado realmente unidos, Thomas la miró de soslayo fue realmente grato saber que aquella joven solitaria tenía una energía única al igual que su sonrisa.

-Thomas, ¿me estás escuchando?

-No, solo divague por un momento.

-Te decía que ya tengo listo mi permiso para ir a Sudamérica –Dijo con una leve sonrisa y Thomas la miró de soslayo.

-¿Quieres que te acompañe? -Thomas le preguntó

-No, según entiendo tú tienes una cena con tu familia en víspera de navidad. -Marie le expresó seria.

-Sí, pero si me lo pides voy contigo. -De repente el rostro de ella se iluminó.

-Entonces ven conmigo -Le dijo contenta.

-Ya que me lo pides iré -Thomas le sonrió y acarició su mejilla.

No deseaba dejarla ir sola, no lo reconocería en voz alta, pero a veces parecía que era él quien la necesitaba más que ella. Marie encendió el estéreo y comenzó a sonar una canción de Queen, Thomas con uno de sus anillos comenzó a golpear el volante llevando el ritmo y ella comenzó a cantar mirándolo con sus ojos expresivos.

-I want to break free, I want to break free -Cantó Marie - You're so self satisfied I don't need youI've got to break free, God knows, God knows I want to break free. -Thomas se sonrió desviando su mirada del camino.

-¿Quieres ser libre?-Ella asintió y siguió cantando.

-Yo te puedo ayudar -Ella lo miró curiosa.

-¿Cómo podrías ayudarme a ser libre?

-Vámonos y dejemos todo.

-¿Es eso posible?-Preguntó esperanzada, podía imaginar su vida al lado de él y no le disgustaba la idea.

-Claro, mientras yo escribo tú podrías aprender tantos idiomas como te lo parezca. -Thomas le dijo y eso aumentó sus expectativas.

-Aún estoy bajo la tutoría de mi padre- Se quejó, porque aunque tiempo atrás pensaba emanciparse, el poder de su padre era más fuerte-¿Podrías esperar a que cumpla la mayoría de edad? -Thomas la miró y paró en la luz roja.

-Claro que sí.

Marie se quitó el cinturón de seguridad y se acercó a él, Thomas empujó el asiento para atrás y ella se acomodó encima de él y le dio un beso, ya no daba miedo, ya le gustaba sentirlo, simplemente había comodidad y paz, lo abrazó fuerte como si nadie pudiera arrebatarle ese momento.

-Entonces es una promesa.-Dijo seria de repente, porque las promesas para ella eran importantes.

Él tomó su cintura y la comenzó a acariciar, bajó sus manos por debajo del vestido sintiendo su piel, Marie se tensó y se pasó nuevamente a su asiento, aunque se conocían hacía bastante y se había hecho novios hacía dos meses y finalmente sus besos le gustaran mucho, ella aún se ponía tensa ante sus caricias. Todo había sido un proceso, incluso ella no sabía besar y él le enseñó de forma paciente.

El semáforo cambió y Thomas aceleró Marie lo miró y le cantó.

-I've fallen in love, I've fallen in love for the first time, And this time I know it's for real

I've fallen in love, yeah, God knows, God knows I've fallen in love. -Mirándolo fijamente.

-¿Te has enamorado de mí? - Ella asintió.

-O eso es lo que creo -Se encogió de hombros. Thomas entornó sus ojos.

-¿Cómo así que eso es lo que crees? No puedes asegurar algo y después no estar segura.

-Así mismo uno no puede hacer una promesa y después no cumplirla.

-¿Cuándo te he faltado a una promesa?

-Nunca

-¿Entonces por qué me dices eso?

-No lo sé -Estiró su boca, por algún motivo sentía miedo de creerle, después de la muerte de su madre solo quería certezas, no la incertidumbre que el amor le generaba.

Thomas condujo en silencio, Marie Elizabeth en ocasiones se cerraba a él, de una manera que la sentía lejana, la amaba estaba realmente perdido por esa niña, lentamente ella había encontrado formas para hacerse indispensable en su vida, era directa, muy racional, pero a la vez tenía una forma de ver la vida de forma única. 

Toda ella le gustaba muchísimo y sentía que podría pasar el resto de su vida con ella. Aparcó en frente de su edificio, y la vio tensionarse como era costumbre, aunque él le había pedido que fuese su novia ella aún era reticente a tener intimidad con él, lo esquivaba, no quería ser un cretino, pero la deseaba. Soltó el aire debía ser delicado con ella, era casi una niña, no debía presionarla.

Le pidió que lo esperara y salió a prisa, tenía algo para ella, pero la vio bajarse y tomarle le mano, diciendo que no quería estar sola, le sonrió y comenzaron a caminar a la entrada, pero se detuvo en seco cuando Crystal se acercó a ellos era una mujer alta y voluptuosa, tenía el cabello rapado con un mechón de pelo más largo al centro, piercing y un tatuaje, había un hombre alto, de cabello castaño oscuro y ojos claros de cuerpo atlético, tenía un par de tatuajes en sus antebrazos, era Aiden su amigo.

Thomas sonrió y se acercó al hombre le dio un leve abrazo y luego saludó a la mujer, Marie se hizo a un lado y Thomas la miró y estiró su mano.

-Ella es Marie -Thomas le habló a Aiden, que no dejaba de mirar a Marie sabía que desde el día que la había visto brevemente en su casa, pero hasta ese momento la conocía.

La mujer con el cabello rapado le dio un golpe en su cabeza a Aiden.

-Despierta -Luego miró a Marie, mientras jugueteaba con su cigarrillo de marihuana.

-Hola, mi nombre es Crystal –La miró sonriente.

-Marie -Dijo ella pausada

Crystal tomó su mano y la atrajo hacia sí abrazándola,

-Это был конфетка -Le susurró, plantándole un beso en la boca de Marie.

Marie frunció el ceño por la intrusión. Sin embargo la curiosidad la invadió por lo que le había dicho.

-Почему говорят, что? -Le pregunto.

Crystal la miró sorprendida.

-¿Sabes hablar ruso? -Luego rió - Hey tonto, ella me cae bien -Se dirigió a Thomas, luego miró a Aiden - ¿Y tú cierra la boca, no te das cuenta que es la novia de tu amigo?

-Mucho gusto Aiden -Se acercó y le dio un beso en su frente.

Marie alternó su mirada eran personas realmente extrañas, Thomas le explicó que era un par de amigos del instituto a los cuales apreciaba mucho, ella asintió no estaba particularmente interesada en hacer amigos, pero Crystal era insistente así que la alejó de ellos inundándola de preguntas, que Marie no lograba responder.

Thomas las vio entrar a su casa, mientras él se quedó con Aiden en la entrada.

-¿Te gusta mi novia?-Inquirió Thomas.

-Sí, es muy linda. No te merece, te la quiero quitar -Dijo sonriente -Además de que me debes una.-Thomas rió.

-No creo que lo logres, me ama.

-Eres un maldito, insisto se ve tan inocente.

-Lo es -La miró a lo lejos caminar, con su vestido ancho y su cabello a la cintura - Y no me he sentido mejor con alguien más.

-¿Cómo va todo con tu padre?-Cambió de tema y Thomas suspiró

-Ya sabes, solo quiere que deje de escribir, pero lo mío no es la política, por ahora llegamos a un acuerdo, así que me dijo que no se entrometería en mis cosas. –Dijo escueto.

Su padre quería manejar su vida a su antojo, quería que se insertara en la política y aspirara a un puesto de senador como él con el tiempo, pero sabía Marie Elizabeth era su talón de Aquiles, no podía dejar que él se diera cuenta de ella y si lo hacía la protegería a como diera lugar.

-¿Y si se da cuenta de ella? -Preguntó Aiden mirando adentro en referencia a Marie.

-No dejaré que le haga nada.

-Ya sabes los alcances de él ¿No?

-Sí, lo sé no me lo tienes que decir.

-Entonces por qué no te alejas ahora que puedes.-Alejarse no era una opción.

-Porque no puedo, Aiden la amo y no quiero dejarla.

-Bueno si la dejas no dudaría en acercarme.

-Si la dejo, no dudes en cuidarla -Le dijo serio.

-A veces te pones demasiado sentimental -Aiden se rio.

-Simplemente no quiero que le pase lo mismo que a mi madre, además sabes que no soy una buena persona.

-Lo sé. -Thomas iba a responder cuando sintió que unas manos lo rodearon.

-Estabas aquí.

-¿Victoria podrías dejar de hacer eso?

-No quiero -Se alejó un poco y acomodó su caro vestido de forma delicada, miró hacia donde estaba Marie e hizo una mueca - ¿Aun andas con aquella niñita?

-Por lo menos si tienes la facultad para saber en dónde me encuentro cada vez que salgo con ella, por favor recuerda su nombre, se llama Marie.

-Como sea, solo es una niña, algo corriente como su nombre. - lo miró con angustia, luego se recompuso - Debo irme, recuerda que la cena en la mansión es la próxima semana, tu padre espera verte - ella asintió educadamente y se retiró.

-¿Qué fue eso? - Aiden le dijo a Tomás una vez quedaron solos.

-Victoria, si te gusta te la puedes quedar. -Aiden hizo una mueca

-Es muy linda, pero me sigue gustando más tu novia.

-Déjala en paz -Esta vez serio - Es mía.

En ese momento Crystal apareció en el umbral, preguntándoles si no pensaban entrar, y después de hacerlo se ubicaron en la terraza, se sentaron en el piso con cervezas y marihuana, Marie los miraba en silencio, ella tenía esa facultad, cuando estaba rodeada de personas desconocidas, incrementaba su mutismo, casi como una protesta por estar personas que no le apetecía. 

Aiden comenzó hablar sin dejar de mirar a Marie, él la miró de soslayo a sus ojos era hermosa y sabía que Aiden también sabía que era lo que lo atraía de ella, era una mujer diferente, tenía una capacidad de única de combinar con su rostro ingenuidad, pero a la vez una racionalidad de la que el mismo se aterraba.

Las risas de Crystal se escuchaban, y la reunión que comenzó como algo corto se extendió hasta tarde, Thomas miró de soslayo a Marie, se había dormido, se sintió un poco mal se suponía que había ido por ella para hacer algo juntos. Se levantó y la tomó en brazos mientras los echaba a ellos.

La depositó en su cama y ella se revolvió, Thomas acaricio su cabello oscuro y lisaseo, y se fue a su estudio, comenzó a revisar sus fichas de investigación, realmente había sido un estúpido se había dejado llevar por las cervezas y los cigarrillos, él sabía que no era la mejor persona para estar con ella, pero ¿qué podía hacer? No quería que estuviera lejos, ella de alguna forma le hacía sentir diferente.

Encendió su Laptop y comenzó a revisar sus borradores, se concentró en esto por un buen rato de repente escuchó gritos. Dejó los papeles de lado y se fue rápidamente a la habitación, ella estaba sentada, tenía su cabello revuelto y tenía gotas de llanto en sus mejillas, nunca la había visto así.

-¿Qué sucede?- Ella negó con su cabeza avergonzada, aunque ya había pasado tiempo del accidente con su madre, aun tenía la misma pesadilla, como una habitación blanca de repente comenzaba a volverse sangre.

Thomas la abrazó y le dio un beso en su cuello, ella se tensó, pero no se movió, él le dio otro beso un poco más abajo, luego buscó sus labios rojos y carnosos, los besó lentamente, Marie respondió el beso lentamente alzó sus manos por los hombros de Thomas, él incrementó la velocidad del beso y con una de sus manos comenzó a masajear sus muslos, Marie nuevamente se tensó, pero no le impidió que la acariciara, el comenzó a subir sus manos tocando sus delicadas bragas, ella movió su cadera de forma instintiva alejándose de Thomas un poco, él dejó lo que hacía y bajó nuevamente por su muslo.

Su piel era suave al tacto, era adictiva no lograba detenerse, simplemente la deseaba mucho, Aiden se lo había dicho te gustan las inocentes, él tenía razón le gustaban las reacciones que ellas tenían cuando se les acariciaba, los sonrojos, la timidez y aunque Marie era directa y no era una mujer que se avergonzara con facilidad, podía sentir algo similar.

Marie sintió su cuerpo tensó, pero a la vez en expectativa, sintiendo como sus bragas comenzaba sentirlas mojadas, él levantó su mano y comenzó a tocar su pecho lentamente, apretándolo. Marie se quedó estática y bajó sus manos, retirándose de su lado, tenía su cara roja. Thomas se retiró,

-Te voy a dar algo para que no te vaya a doler la cabeza y volvemos, no quiero que te castiguen por no llegar a tiempo.

Marie asintió, Thomas caminó a la cocina y sacó unas aspirinas y un vaso con agua, luego regresó a la habitación, pero ella ya no estaba ahí, el busco por todo el lugar hasta que la vio en el estudio, miraba de forma curiosa sus cosas.

-¿Por qué tienes esas notas pegadas en el tablero?

-Para tener puntos importantes a la vista.-Ella lo miró y luego volvió su vista al escritorio se veía curiosa leía y tocaba todo.

-Ten - Thomas le mostró las aspirinas, Marie las recibió y las tomó haciendo una mueca.

-¿Estos son criminales verdaderos?

-Sí, un contacto de la estación me las facilitó, estudio el perfil y así comienzo a estructurar mis personajes.

-Cómo puedes escribir sobre personas que han hecho cosas tan horribles. -Thomas río y la abrazó

-Hace parte de la naturaleza humana.

-¿El matar por placer? –Preguntó curiosa.

-El mal, eso es lo que hace parte de la naturaleza humana. Nunca sabrás cuan mala puedes ser ¿y sabes? con tu rostro eso sería realmente contradictorio.

-¿Por qué dices eso?

-Porque por lo general se piensa que las personas malas son horribles -le tocó su rostro - Serías una mala realmente hermosa, además de que nadie sospecharía de ti.

Detalló sus grandes ojos azules que en ese instante lo miraban curiosa, su piel era tersa y a veces levemente sus cachetes se sonrojaban, su cabello largo era como un sello distintivo, sobresalía en cualquier lugar.

-No me interesa hacerle mal a nadie -Estiró sus manos y él se agacho cargándola.

-¿Ni siquiera por venganza? -La miró expectante.

-¿Venganza? -Marie lo miro pensativa - Mi mom decía que eso lo único que hacía era destruirte a ti mismo.

-Quizás, pero no puedes decir que nunca en tu vida querrás venganza. Ya te lo dije no sabes cuan mala podrías llegar a ser.

Marie lo miró nuevamente pensativa, no había albergado ese tipo de sentimientos así que no podía decir que eso significaba que no los llegara a tener.

-¿Alguna vez te has llegado a sentir tan malo como tus personajes?

Él la miró a sus ojos, eran tan grandes y azules su mirada era totalmente inocente, ¿ella podría entender lo que a veces pasaba en su interior? ¿Entender que en ocasiones solo sentía que era un caso perdido que no podía refrenar sus instintos?

-Quizá ellos sean lo que yo alguna vez quise ser.

-¿Quisiste ser un asesino?-Thomas río cambiando su expresión.

-¿Cómo llegaste a esa conclusión?

Ella lo miró, sus personajes era muy oscuros de hecho aunque no se tratara de un asesino, fue lo único en lo que pudo pensar.

-¿Crees que yo pueda ser tan mala como un personaje de tus historias?

Thomas la sentó en el escritorio, había cambiado por completo el tema, eso le causó curiosidad.

-No lo sé, Marie aún te faltan cosas por conocer, y eres demasiado curiosa.

-¿Que tiene que ver que sea curiosa? -Él la miró en silencio y ella tomó uno de sus brazos.

-Dime ¿qué tiene que ver que sea curiosa? ¿Por qué dices eso?

Él se rió muy fuerte y tomó su rostro entre sus manos, comenzó a besarla, ella recibió su beso y comenzó a buscar su lengua con la de ella, hacia unos meses era incapaz de besar de forma correcta y ahora comenzaba a perfeccionar su técnica, él bajó sus manos por su espalda y tocó sus glúteos levemente ella lo retiró con sus dos manos y se bajó del escritorio. Estaba totalmente roja, y nerviosa su corazón latía a mil, hacía poco menos de cuatro meses se había dado su primer beso con él y sentía que aún no estaba preparada para algo más.

-Te llevo-Ella lo miró tímida y le asintió.

Salieron hacia el auto y se acomodaron dentro.

-Estamos en verano quiero llevarte a un sitio. –Le dijo Thomas de repente.

-¿A dónde?

-No comiences a preguntar quiero que sea una sorpresa, supongo que al igual que las pasadas vacaciones no saldrás a ningún lado.

-No, no lo haré pero me iré a finales de año, ya te dije que tengo mi permiso.

-Si también te dije que iría contigo. -Ella sonrió ampliamente.

-Marie a veces pensaba en que eras alguien solitaria porque aborreces la sociedad, ahora no estoy seguro del todo que eso sea así.

Ella miró al frente no sabía si odiaba a la sociedad o no, solo sabía que estaba sola y que eso de alguna forma le dolía porque la persona que más confiaba no estaba, no le gustaba estar sola odiaba estar sola. Quería a su madre, pero esa era su realidad y sabía que una pataleta no la cambiaría ella misma debía hacer algo con eso, pero le era tan difícil confiar.

Miró a Thomas, confiaba en él, bajo su cabeza sintiendo que sus ojos se aguaban esa realidad le seguía doliendo extrañaba leer al aire libre mientras su madre pintaba, el olor a pintura fresca aun inundaba sus sentidos. Una lágrima rodó por su mejilla, Thomas aparcó el auto y se zafo el cinturón se acercó y le limpió la lágrima ella lo miro confundida, él sonrió levemente aun como el primer día que la vio no se daba cuenta que lloraba.

-No quise que te pusieras triste. -Ella movió su cabeza en forma negativa.

-Solo pensaba en que definitivamente no me acostumbro a que mi madre no este, pero es algo que ahora es inevitable.

-Estás conmigo

Ella lo miró a los ojos con sus ojos aun mojados quiso hablarle, pero bajo su cabeza sin poder decirle nada. Sabía lo cruel que era la muerte y que no le importaban razones, abrió la puerta y le trato de brindar una sonrisa, pero no pudo se sentía muy mal y de alguna forma su cuerpo la traicionaba en ocasiones no permitiéndole mentir. Thomas las vio caminar hacia el internado, con su muy particular postura delicada, se bajó del auto y corrió tras ella la abrazó por detrás

-Hey vuelvo para tu próxima salida

Ella se giró hacia él y para sorpresa de Thomas sus ojos estaban vivos y sus labios rojos dibujaban una gran sonrisa le dio un abrazo y le asintió. Él le dio un beso en su cabello y ella se despidió caminando nuevamente.

Camino nuevamente hacia el auto y llamó a Aiden.

-¿Que fue todo eso?

-¿Que?

-No te hagas el tonto, fueron a mi casa sin avisarme, cuando ya les había dicho que estaría con alguien-Aiden río del otro lado.

-Solo queríamos molestarte sé lo mucho que te molesta que nos metamos con tus novias.

-No fue gracioso ella estaba muy asustada.

-Sí, eso vimos y es lo que más divierte a Crystal.

-Ya no se vuelvan a meter con ella, o no respondo

-Ok, no lo haremos no la volveremos a molestar.

Thomas colgó y se dirigió a su camioneta condujo hacia la casona de los Ucker. Las rejas se abrieron y él entró, aparcó de forma descuidada en la entrada y caminó por la mansión hacia el estudio de su padre abrió la puerta no estaba ahí, frunció el ceño, tenía que dejarle claro que dejara de utilizar a Victoria para controlarlo, eso lo molestaba, no estaba de acuerdo con sus formas de actuar.

Se dirigió a la salida y encendió su camioneta, condujo hacia su apartamento, caminó por el recibidor hasta su habitación, abrió el closet y sacó de la parte de arriba un maletín negro, lo abrió y revisó de forma cuidadosa volvió a cerrarlo y lo dejó encima de la cama.

Se dio una ducha, se puso unos pantalones de mezclilla negros, una camiseta en cuello v negra y una cazadora, estaba amarrando sus botas sentado en un borde de la cama, cuando alzó su mirada y vio el portarretrato con la foto de Marie, sonreía, aunque un aire de soledad era palpable en su mirada, quizás eso fue lo que más le llamó la atención de ella, ese aura oscuro que la rodeaba, lo primero que había pensado era en protegerla y cuidarla, pero a veces sentía que debía protegerla de él mismo, anudó su otro zapato fuerte y se levantó, tomó el maletín por las tiras y lo colgó por detrás de su hombro se dirigió a la puerta y caminó por los pasillos del edificio con el eco de sus zapatos alrededor, su mirada era dura y vacía.

Abrió la puerta del copiloto y tiró el maletín, sintió el aroma a fresas que desprendía Marie y que solía dejar en su auto, cerró la puerta de un golpe, y se sentó en el lado del piloto, condujo hasta llegar a la entrada de una casa antigua las rejas rechinaron al abrirse llegó hasta la zona de parqueo, tomó el maletín direccionó sus pasos por un camino en piedra.

Se detuvo en frente de una puerta doble en madera, tocó levemente y una mujer con un vestido antiguo le abrió la puerta, el olor a cera era palpable, el mobiliario era sobrio con grandes lámparas de araña, la mujer con su vestido largo de terciopelo azul, lo guio hacia un salón en tonos rojizos, le dijo que esperara ahí y salió nuevamente.

Miró alrededor, como siempre el decorado era exquisito salió una mujer con un ajustado corset, liguero con medias de malla unos zapatos altos y un delicado albornoz en satén negro, se acercó a él y le dio un leve beso en su boca, era la anfitriona del lugar

-¿Querido tú de nuevo por aquí? Hace mucho no te veía -Le acarició su rostro y quitó un mechón rubio de su frente.

-No había podido volver -Dijo en un tono seco.

-¿Vienes a divertirte?

-Eso se puede decir.

-¡Tina! -Llamó a la mujer que lo había recibido antes - llévalo al salón VIP

La mujer asintió y Thomas la siguió en silencio, la mujer abrió la puerta con unos grabados en satén rojo, el entró y ella se retiró, puso el maletín sobre la cama y comenzó a sacar, diferentes tipos de cintas, y herramientas quirúrgicas, las comenzó acomodar sobre la mesa cada cosa de forma milimétrica, se sacó su cazadora y la camisa, dejando al descubierto su torso levemente marcado, las dejó en un perchero, cuando sintió la puerta que se abrió y entregaron tres mujeres una tenía una lencería negra con zapatos altos y de cuerpo curvilíneo.

Thomas la miró unos instantes y luego posó su vista en la siguiente, era un poco menos curvilínea, pero tenía unos ojos azules muy claros y cabello negro, se acercó a ella y tocó su cabello lentamente, aspiró su aroma, olía a gardenias, se retiró asqueado, por última miró a la mujer de cabello rojizo intenso de ojos verdes de cuerpo sin curvas, con pecas en su cuerpo, él la tomó por uno de sus brazos y la tiró en la cama hizo un ademán y el resto de mujeres se retiraron.

Él se concentró en la mesa, un sonido metálico se podía escuchar la mujer lo miraba desde la cama moviéndose de forma coqueta, comenzó a tocarse su cuerpo de forma sugestiva, Thomas se giró y la miró sin expresión tomó una de las cintas y caminó hasta ella.

-¿Eres flexible?

-Por ti cariño lo puedo ser - dijo coqueta, él sin expresión obvio el comentario y comenzó a palparla y a mover su cuerpo la acostó y tomó ambas manos y pies e intento atarlos juntos con la cinta dio varias vueltas sin éxito. Se devolvió a la mesa y tomó una cuerda gruesa.

-Cariño te gusta jugar duro.

-¡Cállate! -le ordenó autoritario. Y prosiguió con la tarea logró atarla y estudio a la mujer detenidamente. Luego tomó una mordaza con una bola en el centro y la puso alrededor de su boca, la mujer abrió sus ojos verdes y lo miro con deseo Thomas solo pudo mirarla sin expresión.

Volvió a la mesa y un sonido de una sierra quirúrgica comenzó a sonar la mujer comenzó a moverse totalmente excitada sin saber qué era aquel ruido comenzó a picarla con un objeto filudo mientras los gritos ahogados de ella inundaban el lugar el miraba sus ojos que de un momento a otro dejaron de verse con deseo y se veían con miedo. Dejó el objeto a un lado y activó nuevamente la pequeña sierra el paso por las delgadas tiras y ella se estremeció de horror, mientras él seguía con su rostro impasible. 

La puso en medio de su corsé y de forma lenta comenzó a cortarlo mientras la mujer comenzaba a llorar y a temblar al ver que el objeto se acercaba cada vez más a su piel. Thomas hundió más el objeto y ella aumentó su llanto, él observaba sus movimientos y sintió como ella de repente comenzó a orinarse. Sonrió levemente y la tomó por su cabello.

-Buen trabajo - cortando con la sierra la cuerda liberándola y dejando caer sus pies a la cama ella se incorporó y salió a rastras del lugar. Comenzó a guardar las cosas nuevamente. Tomó una libreta y comenzó a escribir observaciones.

Finalmente comenzó a recoger sus cosas en silencio y haciendo caso omiso del llanto de esa mujer y salió de ahí, se dirigió a  la mujer que lo había recibido horas antes.

-¿Satisfecho? -Tocando su rostro. Él se sonrió levemente.

-Como siempre.

-Es un placer servirte. -El sacó un sobre blanco del maletín y se lo entregó.

-Hasta una próxima.- Dijo ella mirando el sobre.

Él no dijo nada más y salió del lugar. Tiró el maletín en el asiento del copiloto se dirigió a la otra puerta. El sonido de su móvil lo alertó.

-¿Thomas, tienes listo el nuevo borrador?

-Aun trabajo en él, cuando lo termine te lo envío

-está bien la fecha límite está cerca y no queremos que ocurra lo de la otra vez.

-Eso fue una excepción.

-Hablamos la próxima semana - colgó al instante.

Condujo hasta su casa nuevamente, se dio una ducha y se puso un pantalón de chándal, entró a su estudio vio el cuarto adjunto y lo abrió, por todo el lugar tenía fotografías de mujeres atadas y una clasificación de los hematomas que causaba los diferentes tipos de cuerdas, diferentes posiciones de tortura y de asesinos seriales, recorrió el cuarto y miró en silencio cada una de las notas reunidas.

Volvió a su escritorio y prendió el laptop, releyó su escrito, miró una de las notas adheridas a la pantalla que decía "Encontrarme con Isaac, jueves 3 pm". Tenía una clase de cocina para perfeccionar el estilo de su personaje, cerró sus ojos puso su mano en su barbilla con su barba incipiente, ¿por qué le había dicho aquello a Marie? Era verdad que todo aquello le llamaba la atención y lo halaba ¿hasta cuándo podría seguir con ella? Su mirada era tan inocente, tenía un halo de melancolía que aun con su deslumbrante sonrisa no lograba ocultar.

Dejó todo de lado y se recostó, no lograba concentrarse, así que se quedó dormido poco después.

En sus sueños vio sus grandes ojos azules, los ecos de su sonrisa resonaban, lentamente comenzó a quitarle su camisa, ella lo miraba en silencio sin ninguna expresión como solía hacer en ocasiones, sin rastro de alguna emoción, su piel blanca y tersa comenzaba a ver con cada botón que desabrochaba, el pecho de Marie subía y bajaba rápidamente, Thomas la miraba en silencio y expectativa de repente un halo de sangre recorría su pecho, él alzó sus manos por sobre la cabeza de ella extasiado con el contraste del color carmesí de ésta y su piel, Marie seguía mirándolo sin ninguna expresión, él tomó un cuchillo y lo pasó por su cara rozándolo levemente con un brillo malvado en sus ojos, Mientras ella seguía en la misma pasividad, lo que lo hizo desesperar un poco.

-¿No me tienes miedo? -Le dijo al oído, mientras enterraba el cuchillo un poco.

-No –Esta vez lo dijo con una sonrisa perversa y coqueta.

Thomas se incorporó con su cuerpo sudoroso, se pasó una mano por su cabeza y se levantó de inmediato, todo comenzaba a ser oscuro nuevamente y no podía dejar que eso pasara de nuevo, no cuando la tenía a ella.

El timbre de su apartamento comenzó a sonar de manera insistente, abrió la puerta exasperado, Victoria estaba a su puerta, tenía su rubio cabello recogido a un costado con un delicado sombrero, y un vestido rosa muy ajustado más abajo de sus rodillas, entró sin esperar a que él la invitara y resonó su altos zapatos por el lugar.

-Tu padre te quiere para una cena el viernes. –Thomas pasó sus manos por su cabello exasperado

-¿Acaso eras su mensajera?

-No olvides Thomas, que soy la mujer más idónea para estar contigo y eso tu padre lo sabe, solo que ahora entiendo que te quieras tomar tu tiempo y tontear, así como lo haces con esa cría.

Él suspiró.

-¿Es todo? Si eso era lo que tenías para decirme creo que te puedes retirar.

-Me tenías preocupada -Dijo en un tono más calmado y triste - No contestabas tu móvil desde ayer, creí que... -Hizo una pausa, y su respiración se aceleró - Creo que mejor me retiro -Acomodándose su sombrero.

Thomas la vio caminar hacia la puerta, Victoria sufría, pero se contenía sólo para complacerlo, no entendía como ella siempre hacía lo mismo, era difícil siempre tener que tratarla de esa forma, aunque no veía porque alimentarle sus sentimientos cuando él no sentía absolutamente nada por ella.

Se fue a dar una ducha y se sentó en frente a su laptop, debía seguir con otro de sus borradores, a veces era difícil continuar sobre todo cuando intentaba hacerlo bajo el perfil real de un asesino condenado a la pena capital, un conocido le había dado el contacto y no había evitado intentar conocerlo más, las pláticas con ese hombre eran estimulantes y le ayudaban adentrarse en su mente perversa, aunque por momentos sentía que jugaba, pero qué diablos él también lo hacía y lo disfrutaba mucho.

La historia giraba en torno de un chef caníbal y muchas de las características las había extraído de ese sujeto, otras simplemente las había añadido por su conocimiento en perfiles criminales, no podía negar la adrenalina que sentía en saber más y más de esa mente enferma y eso lo impulsaba a ir más allá llevando mucha de esa ficción a la realidad, simplemente por meterse en la piel y describir las escenas de crimen y heridas con mayor precisión.


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