DULCE TENTACIÓN CAPÍTULO 4: LA VIDA ES SUEÑO

 




Zürich, año 2011.

- ¿Vivir juntos? -François se incorporó tratando de no ahogarse con su copa de vino ante el comentario de Christie.

Christie su novia en aquel momento solía decir cosas totalmente fuera de contexto cuando se le apetecía, llevaban solamente tres meses juntos y ya hablaba de convivencia, definitivamente no lo haría, le gustaba todo como estaba, incluso por momentos sentía que esa relación no iba hacia ningún lado así que no, ni loco compartiría su espacio con ella y si era sincero con nadie a nivel romántico, a Marie le daba posada en su casa, pero era un tema diferente.

- ¿Por qué te sorprendes? -Dijo Christie con voz melosa acercándose a él y tocando su rostro. - Somos dos personas adultas que pueden hacerlo. -Él se movió incómodo.

-No es algo sencillo, ambos tenemos ocupaciones, no creo que debamos complicarnos de esa forma.

Christie lo miró plana, le parecía increíble que le saliera con ese argumento cuando vivía con aquella chiquilla.

-Vives con ella y eso no es un problema -Dijo ella solemne.

-No metas a Marie en esto, es diferente.

-¿Por qué? ¿Es una pobre indigente que no tiene donde quedarse? -Soltó con saña.

-No y no me preguntes más -Se levantó de la mesa, Christie lo tomó del brazo.

-No te pongas así, eres tan protector con ella -Dijo frustrada.

François se devolvió y acaricio su rostro de forma delicada.

-No te hagas ideas, además ella ahora mismo no está, así que básicamente mi casa es un hotel para Marie -La tranquilizó.

-Fran... No niego que me tranquilicé una vez la conocí, pero no me gusta que vivas con una mujer, me pongo celosa, los celos rebajan mi clase -Se acicalo un mechón de su cabello.

-Tu misma dijiste no tienes por qué preocuparte. -le repitió sus palabras.

François dio por zanjado el asunto y se giró a su copa de vino, mientras ella le hacía proposiciones, la observó, Christie era una mujer agraciada, ojos azules, boca carnosa y cabello castaño, su piel ostentaba un agraciado bronceado, la había conocido en la facultad de medicina hacía unos años cuando el mismo ingresó, sin embargo, después que salió siguió teniendo contacto por parte de Sébastien.

-Supongo que podemos ir a tu apartamento -Continuó ella François le sonrió y se acercó a sus labios y le dio un beso, Christie tomó sus mejillas y comenzó a levantarse, separándose de él - François compostura -Dijo Christie mirando alrededor.

- ¿Quieres guardar compostura de mí? -Le dijo coqueto -Muy mala elección. - Ella evitó sonreír y lo halo hacia la salida del restaurante.

Sin embargo, antes de que pudieran salir Dimitri los llamó para que probaran unos platos, François miró con picardía a Christie que hace poco lo invitaba a tener sexo.

-Christie anda indispuesta. - Respondió François con una sonrisa y ella le pegó un codazo.

-Dimitri, me encantaría quedarme a degustar tus platos. -Se dirigió Christie al chef.

-Creí que era urgente tu malestar -Añadió François divertido y ella le hizo una mueca y se giró a Dimitri y le sonrió.

-Para nada, François exagera en ocasiones -Comenzó a caminar a la mesa. François alzó sus cejas y la siguió.

-Tenemos algunos platillos nuevos que espero puedan degustar.

- ¿Están probando los platos fusión? -Lo interrogó François.

-Sí y tú deberías ayudarlo, siempre eres tan acertado.

-Yo estuve con el Sous chef organizando los platillos del restaurante, tú deberías regresar a París, además tengo además otras ocupaciones. -Christie lo miró.

- ¿Aun sigues con lo de tu maestría?

-Sí, eso y ahora tengo más responsabilidades en la petrolera, el asunto de los restaurantes es algo que ahora mismo debo delegar -Miró a Dimitri -Sébastien también está al límite de trabajo, aunque su caso es extremo.

-Sí -Interrumpió Christie - Ahora suena como una promesa de la cardiología, sus delicadas manos al parecer hacen magia. -François la miró con sus cejas levantadas, ¿había dicho delicadas manos? Eso sonaba tan extraño.

- ¿Delicadas manos?

- ¡Oh! Eres tan celoso -Dijo Christie y el movió su cabeza de forma negativa

-Eso sonó realmente extraño es todo.

Ella contrajo su rostro y miró a Dimitri con malicia.

-Él no tiene tanto trabajo como alardea, se la pasa en la pista de motos -Lo acusó Christie.

-Hey, eso fue realmente infantil -Christie sonrió -Eso no cuenta como trabajo y mi tiempo libre es eso tiempo libre.

Dimitri rió.

-Realmente te tiene atrapado -Dimitri comentó y se retiró hacia la cocina.

- ¿De verdad te tengo atrapado? -Christie se giró a él y le acarició su suave barbilla.

-Define atrapar -Dijo François pensativo

Christie suspiró y lo miró frustrada, en ocasiones era realmente difícil.

-Olvídalo -Dijo ella con un puchero

Él le dio un leve beso en su boca y se recostó en la silla en silencio, mientras ella lo miraba pidiendo más explicaciones que François no pensaba responder, Dimitri llegó junto a dos camareros y sirvieron los platos.

-El plato está distribuido en siete tiempos, comenzamos con los aperitivos -François asintió a lo que decía el hombre, mientras Christie lo miraba suplicante, como pretendía que comiera tal cantidad de comida.

Dimitri se retiró y al poco tiempo volvió con el resto de los platos distribuidos, notando que Christie ya no tocaba los platos, se acercó al oído de François.

- ¿Marie aun no llega? -François se giró y lo miró interrogante -Es que quiero que coma algo que hice, es la única mujer que conozco se come los siete tiempos completos.

-Bueno eso no te lo discuto, ella parece un contenedor. Pero no, aun no llega. -Dimitri le asintió y se retiró para la siguiente ronda.

-François -lo llamó Christie -Ya no quiero más -Le suplicó

François rió y vio que Dimitri se acercaba a ellos, él le hizo una seña y Dimitri se devolvió. Christie comenzó a quejarse según ella pudieron irse antes y él no entendía por qué ella misma no pudo decirle a Dimitri que no deseaba degustar las siete entradas.

-Fue inevitable, -dijo ella- pero pudiste compadecerte desde el tercer plato. -Se volvió a quejar Christie y él evitó soltar el aire.

-Tu pudiste decir desde un inicio que no -Se despidió del maître y caminaron a su auto. Ella se acercó a él y rodeó su cintura.

-No quería ser descortés -François abrió la puerta para ella y después rodeó el auto.

Después de acomodarse el cinturón la miró.

-De forma cortés lo hubieses rechazado-enfatizo, odiaba cuando ella se ponía en ese plan. Christie se tocó su estómago estaba realmente a reventar.

-Fran... Yo quería preguntarte cuando vas a volver vivir a París ¿no crees que llevas mucho tiempo en Zúrich? Ahora que estoy en el hospital creo que nos vemos muy poco.

- ¿De verdad crees que si viviera en París podríamos vernos más? -Preguntó incrédulo, no creía que la vería mucho más de lo que ya lo hacía.

-Es que, si vivieras allí, podríamos quedar más seguido.

-Ustedes tienen turnos realmente largos, no creo que mi estancia en París cambie algo -Dijo de repente serio.

- ¿De verdad no has considerado volver? Incluso conservas tu apartamento en Saint Louis.

-Por ahora no, no lo he considerado estoy bien en Zúrich -Había salido de París con la idea de dejar muchas cosas atrás, no le apetecía volver a ese lugar por el momento -Sabes que aunque no vivo allá, no es como si no viajará a verte de forma frecuente.

-Lo sé -Dijo indiferente, lo único que quería era que se alejara de esa chiquilla, se gastaba una cara de inocente, aun así sabía que sólo era una taimada.

François condujo hacía su apartamento, era característico del lugar las zonas verdes y el silencio, las puertas de la entrada se abrieron y él condujo hasta la zona de parqueo y buscó su lugar habitual, se quitó el cinturón y se bajó hacia el lado de Christie, la abrió la puerta y la atrajo hacia él y le dio un beso, buscó su lengua y la envolvió levemente, bajó sus manos a su cintura, luego se retiró.

-Si te hace sentir mejor, cuando tengas tu próximo descanso podemos irnos a donde tú quieras. -Ella sonrió.

-¿Pretendes contentarme con tus negativas de volver a París? Bueno entonces me aprovecharé de tu palabra.

Él le sonrió y la tomó de la mano caminando hacia el ascensor, las puertas se abrieron y dos mujeres salieron de él, mirando con picardía a François, él solo alzó sus cejas y les hizo un gesto coqueto y entró junto a Christie.

-Odio cuando te miran de esa forma -Se quejó ella, él rió con gana y le besó la frente.

- ¿Odias que sea irresistible? -Le dijo coqueto.

-Sí -Dijo en tono consentido, mientras él apretaba el botón hacia su apartamento.

-Creo que se te hace una arruga en el entrecejo cada vez que haces una rabieta - François le susurró burletero en su oído, Christie puso su dedo en su frente alisando su piel y después lo golpeo levemente.

-Fran, con ese tipo de temas no se juega con una mujer -Dijo levemente roja - A ninguna mujer le gusta que le noten sus defectos físicos. -François rió y vio como las puertas del ascensor se abrían y ambos salieron de este.

Caminaron a su puerta y digitó la clave, en cuanto atravesaron la puerta Christie se lanzó sobre él y comenzó a besarlo con pasión, caminaron sin separarse llegando hasta la isla flotante de la cocina, ella se sentó en uno de los butacas y él bajó a su cuello, besándola con premura, alzó su cabeza por encima del hombro de ella y vio la puerta del refrigerador abierta, pero no se veía nadie, se detuvo unos instantes mirando hacia ese lugar.

- ¿Que pasa Fran? -Le susurró Christie al oído

La voz de Christie hizo que la puerta del frigorífico se moviera y vio como Marie se incorporó, tenía su boca llena de comida y un bol de fresas en su mano, lo miró y abrió sus ojos apenada, pero luego se recompuso.

-Lo siento solo buscaba algo para picar, pueden seguir en sus asuntos -Dijo ella cerrando la puerta del frigorífico con su trasero, dejando ver el diminuto Short y la camisa esqueleto que deja ver trozos de su espalda.

Christie se giró y la miró con su rostro encendido por la vergüenza y luego miró François que la miraba sonriente totalmente calmo, como si nada hubiese ocurrido.

- ¿Cuándo llegaste? -La interrogó François.

-Hace dos horas, me llamaron por algo importante así que vine antes de tiempo. -Él se giró a Christie - Voy por algo a mi habitación -Se acercó, le dio un beso y ella asintió.

François se dirigió a su habitación y Christie la escaneó, tenía su cabello revolcado y una ropa reveladora, sus mejillas tenían restos de comida y negó con su cabeza, se repetía que no tenía nada que temer, François no se fijaría en alguien con tan pocos modales como ella.

-Señorita Christie -La saludó ella una vez tragó lo que comía.

-Marie -Dijo ella ceremonial, mientras François se unía a ellas - ¿No crees que estar con tan poca ropa en la casa de un hombre es algo que no tiene clase y está muy mal visto? El hombre podría malinterpretar la situación.

- ¿Te refieres a François? -Dijo ella incrédula -Oh él no cuenta -Dijo encogiéndose de hombros y caminando hacia su habitación, dejando el bol en la encimera, sin embargo, él la devolvió de la camisilla.

- ¿Como que no cuento? ¿Acaso no soy irresistible?

- ¿A cuántas mujeres le dices lo mismo? Pero si, tienes algo irresistible -Le dijo ella conteniendo la risa.

- ¿Sí? -Dímelo, dijo el emocionado de poder escuchar un cumplido de su parte, mientras Christie se tensionó aún más.

-Tus tostadas, ellas son irresistibles.

-Todo tiene que ser comida para ti -La soltó.

-Es inevitable no amarla -Le guiñó un ojo y siguió caminando hacia su habitación.

François alzó sus cejas y se giró a Christie.

-Siento la interrupción, de verdad no sabía que ella estaba aquí.

-Sí, yo estaba ahí, cuando le preguntaste cuando llegó. -Christie dijo impaciente.

-De verdad lo siento, si quieres vamos a otro lado.

-Olvídalo, no tengo que salir corriendo de aquí porque ella llegó o ¿sí?

-Claro que no, no tienes por qué hacerlo. -La tomó de la mano y la acercó a él.

-Fran...

-Dime

-Nada, tan solo pienso de más, pero sé que no tengo motivos.

- ¿En dónde quedamos? -François continuó como si nada.

Ella lo miró torciendo sus ojos, evidentemente él no entendía que no seguiría nada en ese mismo lugar, la puerta de la habitación de Marie se abrió la vieron salir, se había cambiado y tenía una pequeña maleta en su mano, Christie la miró en silencio, tenía un caminar tan particular que era contrario a sus modales pues lo hacía de una forma cimbreante, cualquiera no pensaría como era en realidad, Marie los miró y asintió levemente.

-Yo me retiro, señorita Christie que tenga una feliz tarde -Luego miró a François y le asintió levemente y caminó a la puerta saliendo del lugar.

François siguió a Marie con la mirada y alzó sus cejas, finalmente se fue a uno de sus estantes, deseaba una copa de vino, estaba entretenido sirviéndose cuando la voz de Christie hizo que la mirara.

-De verdad François. No lo aguanto, no me gusta que esa chiquilla te ronde.

- ¿Quieres que le diga que se vaya de mi casa?

-Si, por favor ¿sería mucho pedir? -Indagó ella, pero el solo guardó silencio

Sin estar muy convencido le dijo que solucionaría el asunto, aunque ella le insistía que confiaba en él, la vio pasearse por su casa diciéndole que debía cambiar la decoración, ahí en esos momento era que se sentía asfixiado con Christie, ese aire de suficiencia ordenando que debía hacer, incluso aunque cuando él ya le había dicho que no quería vivir con ella, le decía que no soportaría el tono blanco de sus paredes, afortunadamente la llamaron y le dijo que debía retirarse.

-Eres un lindo -Le contestó cuando le dijo que él la llevaba al aeropuerto dándole un beso.

Él le sonrió pero no le dijo nada, honestamente no lo hacía por eso, sentía un gran alivio que se marchara, se devolvieron por los mismos pasillos hasta llegar al auto, Christie comenzó a parlotear sin parar mientras François asentía, sin responderle nada, no entendía para qué quería que él se fuera a París si por lo general sus citas terminaban en lo mismo y realmente no tenía pensado ese tipo de vida aburrida y menos amarrarse a un lugar por alguien, se detuvo en el aeropuerto y ella después de darle un beso se bajó.

Él se quedó unos instantes viéndola caminar hacía el interior del aeropuerto y luego encendió el auto, por algún motivo se sentía ligero. Condujo hasta el café Le Noir, sabía que encontraría a Marie en ese lugar, aunque había decidido irse quería aclarar las cosas con ella, aparcó y entró al lugar mirando a ambos lados, la vio a un costado, tenía un libro en sus manos y una taza de café en la mesa frunció el ceño y caminó hasta ella, sin embargo, aún seguía absorta en el libro.

François se sentó al frente y la observó, tenía una larga trenza a un costado y su frente tenía mechones de su cabello negro, tenía un suéter grande para su contextura era tejido color beige y una falda corta con medias negras, él se cruzó de brazos después de unos minutos largos ella alzó su cabeza y frunció el ceño.

-Te creía divirtiéndote con tu novia - le sonrió y dejó el libro en la mesa.

-Ya ves que ella no quiso "divertirse" conmigo -François le respondió jovial.

- ¡Oh! Qué pena la interrupción - Se lamentó Marie- Nunca quise interrumpir tus actividades sexuales.

- ¿Podrías tener un poco más de tacto?

- ¡Oh! Nunca quise interrumpir tu velada romántica - Repitió ella sonriendo.

-Ya quedó claro - Rió él - Marie a veces eres muy directa.

-Lo siento no quise sonar indiscreta. - Hizo una pausa - Yo estuve pensando y lo mejor es que me vaya un tiempo de tu casa. -François asintió - Por ahora me quedaré en un hotel, pero dentro de dos días viajó nuevamente.

- ¿Vuelves a la universidad?

-Me tomaré un año sabático -Alzó sus ojos levemente, realmente no soportaba estar encerrada en un salón de clases.

-Estas que te gradúas ¿por qué lo dilatas?

-Tan solo no es algo que sea una prioridad para mí

-Ok ¿en algún momento volverás al grupo?

Marie se movió incómoda aquel tema no le gustaba estar en el grupo era algo que la tensionaba demasiado

-Más adelante, por ahora no pienso en eso.

-Me gusta verte en vestidos ajustados y tacones - Marie rió.

-A mí no me gusta verme así - Le saco la lengua.

-Pareces una niña malcriada.

-Quizás lo soy me enseñaron a que hiciera lo que se me viniera en gana y eso hago.

-Qué mala eres - François rió - Déjame decirte que eres algo aburrida.

-Ya te dije hago lo que se me da la gana - se encogió de hombros - Incluso cosas que sean aburridas.

François hizo una mueca y Marie rió con gana, tomó un poco de su taza de café.

- ¿Christie volvió a revolver tu armario que estas algo alterado?

-No, esta vez quiere cambiar el color de las paredes del apartamento.

-Vaya, aunque en realidad el color de las paredes es...

- ¡Qué! ¿Tú también?

Marie rió iluminando sus ojos azules, François sacó su móvil se fue a su lado y se sentó, Marie tomó la taza de café mirando pensativa, él la miró y tomó una selfie de ambos, finalmente volvió a girarse a ella mirándola detenidamente.

- ¿En qué tanto piensas? -Marie dejo de mirar la taza y se giró quedando muy cerca de él.

-En mucho y a la vez en nada ¿la vida te parece un sueño, uno del que en cualquier momento podrías despertar?

- "Por qué la vida es un sueño y los sueños sueño son"

-Sí, así como dice Segismundo - Ella rió - Tienes todo lo que se podría considerar necesario para vivir, pero despiertas un día y te das cuenta que no tienes nada que valga realmente la pena

-No, aún no he llegado a sentir algo así tengo todo lo necesario y mucho mas no he sentido la necesidad de pensar de qué me falta algo que haga mi vida vacía.

-Tienes razón eres el gran François LeBlanc, -dijo ella engrosando su voz.

-No te burles de mí. -Expresó fingiendo descontento.

-Aunque te hagas el susceptible sé que es difícil que te pongas así tienes el ego tan grande que no sería equiparable a un gugol.

-Ok tu ganas por esta vez, porque en realidad lo que dices es verdad - François se levantó del asiento y le dio un beso en su mejilla. -Antes de irte llámame.

-Ok -Ella le sonrió y tomó el móvil de él de la mesa y se lo pasó.

La pregunta de Marie Elizabeth, lo había dejado pensativo, jamás había anhelado tanto algo que después el no tenerlo lo hiciera sentir vacío, durante toda su vida había tenido lo que quería, incluso la partida de Annie no lo había dejado en ese estado. Furia, ese sentimiento lo embargó por un lapso largo de tiempo, incluso no podía negar que vagas sensaciones el rencor lo embargaba por momentos, como si deseara tenerla frente a él para decirle unas cuantas verdades.

Dejó a Marie en el café, necesitaba ver a Pauline, ese día particularmente no se hallaba, una incomodidad rondaba por su mente, llamó a la única mujer que quizás le ayudaría a entender y sobre todo a olvidar ese mal rato, se había dado un descanso de su oficina para que todo terminara arruinado. Pauline como era de esperar, le dijo que tenía tiempo para verlo, así que no dudó en viajar hasta Londres, se quedaría con ella una noche. Durante el trayecto recibió mensajes de Christie que de forma deliberada ignoró, no deseaba ir a París y al parecer era algo que ella no había entendido.

Cuando llegó lo recibió Greta la ama de llaves principal y nana de Pauline, lo dejó pasar sin problemas y se fue directo al segundo piso, ese lugar le traía muchos recuerdos, ahí en una fiesta de cumpleaños de Pauline a los doce había conocido a Sébastien entre muchos otros recuerdos, le gustaba visitarla, sin embargo, no todo era tranquilidad, odiaba encontrarse con su hermano mayor William Tilman, era cinco años más grande que ellos dos y era el mejor amigo de Matthew Shepard y aunque este último le tenía respeto con William no ocurría lo mismo.

Ambos no se soportaban, aunque él hacía el intento por Pauline, no siempre le salía bien, esperaba no tener que verlo, por lo general parecía un neandertal en su gimnasio cuando no estaba trabajando como loco, tenía esperanzas de contar con suerte y no encontrarlo.

Cuando Pauline lo vio lo saludó emocionada dando brincos, él la abrazó contento de verla, quería mucho a esa rubia de ojos azules, encontrar personas en el medio que se movían de manera sincera era difícil y ellos desde que se conocieron se hicieron inseparables, ella era heredera de un imperio de joyerías exclusiva, solía decirle princesa pues cuando la conoció llevaba una tiara de diamantes, además era algo mandona, así que para él la palabra era ella en su extensión.

Pauline era sofisticada, una loca por la moda o como ella misma se cataloga una fashionista, su cuarto denotaba su buen gusto, además de su obsesión por las muñecas Barbie, ostentaba con orgullo una gran colección en su habitación, aunque tenía 25 años de edad. Definitivamente amaba a esa chica y esperaba quitarse esa antipatía que ese día lo oprimía, el sentimiento de optimismo no duró mucho cuando escucho su pregunta:

- ¿Y Christie? -Él alzó sus cejas.

-Bien, tuvo una emergencia en el hospital y se tuvo que ir a París -Dijo apático.

-Ah, ¿estabas con ella?

-Si, estuvo temprano en Zúrich. -Dijo sonriendo levemente al recordar el episodio de la cocina, realmente Marie era algo de otro mundo.

-Wow me gustaría que alguien se sonriera así cuando piense en mí- musitó sonriente.

François la miró y se recompuso.

-Lo tendrás Princesa, en algún momento un hombre estará tan loco por ti que será un completo imbécil -Aunque realmente no pensaba en Christie.

- ¿Y así te sientes? - Ella se acomodó con sus piernas cruzadas y un cojín sobre éstas- Como un imbécil.

- ¿Con Christie? No, ella me vuelve loco de otras maneras, aun no llega la mujer que me haga sentir imbécil -Le sobo su rubia cabellera.

Ella estiró su boca.

-Debe ser lindo.

- ¿Sí?

-Pues querer tanto a alguien como para ser un imbécil, lo debe ser. Yo a veces me siento imbécil. - Bajó su mirada.

Él acarició su rostro, para ella todo era Shepard y eso a él lo entristecía de alguna manera, no le gustaba verla estancada en lo mismo, se levantó de la mano y la invitó a salir, al parecer no era el único que necesitaba divertirse, no obstante, le dijo que debían esperar a William, evitó soltar el aire con desidia y solo asintió.

No era algo que le agradara, pero no le gustaba hablarle mal de William, le parecía que era ponerla en contra de la pared, así que finalmente ella cambió de tema, no tuvo otra opción que acostarse nuevamente en la cama con una de sus manos en la cabeza, en ocasiones las personas solían malinterpretar la relación de ellos, pues solían hacer cosas que dormir en la misma cama como si tuviesen más que una amistad.

Ella comenzó a preguntarle de la petrolera, hacía poco había iniciado de manera formal en esta, así que mientras su amiga descarta cualquier posibilidad de trabajar en la compañía de la familia y seguir practicando tenis, podía evitar pensar que el estatuto de princesa era el adecuado para ella.

François se recostó en la cama, esa sensación de desasosiego no lo abandonaba, ni mencionándole a Pauline sobre la exhibición de freestyle lograba emocionarse, la escuchó paciente despotricar sobre Marie, la llamaba "su nueva mejor amiga" que era quien debía estar en la exhibición, lo que ella no entendía era que a pesar de que Marie había recién llegado de un largo viaje ese día, él estaba en Londres con ella.

No podía negar que Marie era rara, diferente y generaba algo que no sabía explicar, de alguna forma la veía tan desvalida, tenía un sentimiento protector con ella, pero era todo. Si bien su amiga lo entendía en muchas cosas en otras simplemente no lograban conectar en ese tema, la vio levantarse ignorándolo y comenzó a maquillarse, suspiró.

-Marie solo es alguien que conozco y me cae bien, no la cambiaría por ti -François le dijo a Pauline.

Pero ella comenzó a cepillar su cabellera ignorándolo, definitivamente su amiga hacía parte de esa población de mujeres que no lograba entender, estaba celosa de Marie, según ella la invitaba a la recepción porque Marie no iba, necesitaba paciencia, la exhibición era un evento anual en donde presentaban los nuevos productos, la había invitado desde años atrás y ahora le salía con esos exabruptos.

-No sé, tus gustos han cambiado, -Pauline añadió haciéndolo sentir algo molesto. - ahora te gusta mezclarte con los salvajes, quizás ya no somos tan compatibles.

-Princesa... -Dijo ahora más serio - Si hablo con ella es por qué me parece divertida, no es todo lo que dicen de ella, es inteligente y es verdad es algo salvaje, pero no más, por favor no te compares con ella, tú eres más importante para mí.

El teléfono de Pauline sonó, lo tomó y contestó, habló con una de sus amigas. Él se cruzó de brazos, era verdad que pasaba tiempo con Marie, sin embargo, ella era tan exagerada en cuanto a eso, finalmente no se quedó con ella y vino a verla, de verdad, aunque Pauline fuese su amiga, finalmente era mujer y entenderlas era realmente dispendioso. Miró a Pauline parecía realmente animada, aunque él sabía que ninguna de sus amigas le caían bien, se cruzó de brazos y la miró en silencio. Su móvil también sonó sacándolo de sus pensamientos.

- ¿Sébastien? -Dijo desconcertado -Es realmente raro que me llames.

-Hola Fran, si es raro no he tenido tiempo ni de adecentarme en las últimas 72 horas -François hizo una mueca -Es realmente deplorable.

-Pero bueno, fue Anna la que me sacó de la sala de urgencias, Lousiane cumple años y quiere que vaya, pero no soportaría tener que ir solo, te pido que seas mi acompañante.

- ¿Dónde Anna? ¿Me hablas en serio? Es verdad que Lousiane ciertamente me cae bien, pero tu hermana es algo....

-Si, lo sé, ella es exasperante, por eso no quiero ir solo.

- ¿Para que día es?

-Es este fin de semana, el sábado.

-Ok, pero a cambio en viernes ven a la exhibición, Pauline no me quiere acompañar

-Umm... -Se quedó en silencio.

-Es un trato justo.

-Está bien, iré, pero le compras un gran regalo a Lou, ella prefiere...

-Si, si, se parece a alguien que estoy viendo, le gustan las cosas caras, le llevaré algo bonito no te preocupes igual si voy con los brazos vacíos ella se encargará de echármelo en cara.

-Nos vemos en París el viernes -Colgó de inmediato.

François guardó el móvil y vio como ella seguía parloteando con su amiga, se fue a un sillón y se sentó esperando a que ella terminara de hablar, había tenido que vender su alma sólo para mendigarle a uno de sus amigos que lo acompañaran a la exhibición de motos, ahora tenía que pensar que darle a Lousiane la sobrina de Sébastien. Había conocido a la hermana mayor de su amigo en la misma fiesta de cumpleaños de Pauline, luego había toma el hábito de ir hasta Ginebra a pasar tiempo con él, aunque en ese tiempo Anna Lefevre estaba en un internado, unas cuantas veces la vio en casa.

Era una chica rubia de ojos azules y un cuerpo moldeado por el ballet, el arte que solía practicar hasta que se casó, cosa que cambió drásticamente el estatus de la Familia Lefevre, de clase media alta a alta, si, era verdad que el padre de Sébastien era dueño de las mejores clínicas de París y Ginebra, pero la fortuna no se podía comparar con la suya o la de Pauline que eran magnates billonarios.

En ese momento el drama de Pauline fue reemplazado por el regalo de la pequeña de 8 años y que él consideraba un terremoto desde que la vio recién nacida, había obtenido diferentes sugerencias, mientras Marie le había dicho sobre un libro, Pauline una tarjeta de crédito, ya que aducía que esa niña gastaba más que ella, algo que no refutaba, cuando creyó tener el regalo, Pauline le señalo lo obvio: una tarjeta de crédito no era un buen presente y sólo bromeaba.

La escuchó hablar sobre el regalo de su hermano, una muñeca que él había mandado hacer para la niña, ostentaba un collar de diamantes y un anillo, además le había mandado confeccionar un vestido de versace, incluso con pestañas eran reales, realmente su amiga estaba codiciando el regalo y no dudaba que si tenía la oportunidad la arrebataría de manos de esa pequeña, aunque ella lo negara.

-Bueno si tiene diamantes a ella le gustará ¿por qué no le pides una adicional para ti? - Interrogó.

-Ya lo hice y me dijo que no.

- ¿Por qué? -Interrogó. Pauline se encogió de hombros.

-No sé, quiere a esa niña, no sé por qué, si es odiosa.

François la miró pensando en lo extraño que eso se veía, bueno al menos lo sería para él, querer a la hija de una ex novia era poco común, sin embargo, ellos a pesar de eso seguían llevándosela bien, tuvo mucho tiempo que pensar en eso fue se vio así mismo siendo halado por Pauline hacia el gimnasio de su hermano, cuando le dijeron que había llegado.

Todo lo que tenía que soportar por estar al lado de su amiga, afortunadamente no estuvieron mucho tiempo, no lograba explicar el fastidio que le generaba William Tilman, chocaban en todos los sentidos, afortunadamente salieron de ahí pronto y pudieron concentrarse en lo verdaderamente importante: una noche loca de fiesta.

....

Pensaba en la sexy pelirroja que había conocido en la exhibición, un cuerpo curvilíneo, labios carnosos y con una condición de heterectomia poco común, era un mujer candente que no había dejado de coquetearle, eso sumado a no lograba colmarse a nivel sexual lo habían tenido al borde de la locura, lo que empeoro todo, fue cuando Christie comenzó a provocarlo en uno de los trailers y cuando él estaba realmente encendido ella lo alejó diciéndole neandertal.

En ese momento se montaba al auto de Sébastien que los llevaría a la casa de Anna, notó su mirada incisiva sobre él, suspiró de alguna manera su amigo había sido testigo de todo el asunto con Nicolle y por algún motivo no le creía que él era fiel, no sabía por qué la poca fe hacía él.

- ¿Qué? ¿Tengo algo extraño en mi rostro? -Preguntó François haciéndose el inocente mientras acomodaba el cinturón de seguridad.

-No te hagas, estuviste en aquel tráiler con aquella pelirroja y no has querido contar nada.

-Porque no sucedió nada.

- ¿Por eso Christie cambió de opinión y no vino a Ginebra?

-Christie cambia de opinión a cada nada. -Dijo frustrado -Yo no tengo nada qué ver en sus decisiones. - Sébastien encendió el auto y se giró serio.

-No sé en qué momento te pondrás serio, no todas las mujeres son como Annie.

-No la menciones, no hables a esa mentirosa ¿y sabes? Todas las mujeres mienten por naturaleza, además soy un buen novio, Christie obtiene lo que merece de mi -Dijo escueto

-François, eso suena cruel.

-Es la verdad, intento dar más, pero ella agota mi paciencia. Cuando no es una cosa es otra, incluso últimamente en el sexo siempre me provoca y después se larga y me deja... realmente mal, -refiriéndose a sus erecciones. - eso es una desconsideración por parte de ella.

Sébastien suspiró y guardó un semáforo.

-Eso es por qué no has podido enamorarte nuevamente, yo creí que todo estaba bien, de vez en cuando andas con una sonrisa tonta.

François lo miró en silencio, era verdad que en ocasiones le ocurría sobre todo cuando pensaba en Marie, pero no quería contarle sobre ella a Sébastien, lo único que haría seria reprobar como todo el mundo su cercanía a ella, además ella seguía siendo fiel a un novio que no veía hacía más de dos años y aunque ella lo buscaba como tonta él no daba señales de vida, le quería decir que muy a su pesar ahí ya no había nada, pero era tan lamentable ver el brillo en sus ojos cuando hablaba de él, que no era capaz de decirle nada.

-Estuve enamorado, no me gustó, fin de la historia.

-Yo creo que a la única persona que has amado es a ti mismo, o sino no hubieses sido tan duro con Annie.

- ¡¿Yo?! ¿Fui duro con Annie? Si mal no recuerdo ella se fue sin decirme nada, el día del compromiso dejándome como un pendejo. La amé en su momento no voy a lamentar nada, pero no me digas que fui duro cuando ella evidentemente no quiso dar la cara.

-Ok, tienes razón, pero eso es pasado, ahora tienes a Christie, deberías ser más considerado con ella.

François negó con su cabeza.

-Agradece que eres alguien que aprecio mucho, incluso vine un día antes para ayudar a tu hermanita con los arreglos, o si no ya me hubiese ido por hablar tanta estupidez.

-Fran aun te pones así cuando hablamos de Annie.

-Fue realmente humillante su engaño, tan solo hubiese querido que antes de irse me hubiese dicho todo de frente.

-Ok, no hablare más de ella. -Dijo divisando la casa de Anna, se acercó a comunicador y oprimió un botón -Soy yo Sebastien -Dijo en la pequeña cámara, las puertas se abrieron y él continuó hasta un empedrado cerca a la entrada.

El mayordomo les estaba hablando de sus habitaciones cuando una cabellera rubia llegó a ellos corriendo abrazarlos.

-Tío Sébastien, viniste a verme, mañana cumplo años, ¿qué me trajiste?

-Es una sorpresa

-Lo quiero ver ahora -Hizo una rabieta.

- ¿No te gusta esperar y destapar los regalos? -Le dijo François.

- ¡No! -Luego lo miró y lo abrazó - Tú también viniste a verme, ¿qué me trajiste?

-Ahora te doy mi regalo, el mayordomo se lo llevó a la habitación.

Lousiane abrió sus ojos muy grandes y lo tomó de la mano.

-Vamos quiero verlo ya. -François le sonrió y acarició su cabello.

-Lousiane -La llamó Anna -Deja de ser tan intensa ¿no ves que tu tío y François acaban de llegar? Primero debemos atenderlos -Luego los miró a ellos y les sonrió, se acercó y los saludó de beso en cada mejilla -Me alegra que estén aquí, tengo mucho trabajo aún. -Ambos se miraron y luego le sonrieron a ella.

-Anna ¿conoces algo que se llama servicio de catering? -Le dijo François.

-Si, pero aun creo que tú eres un chef estupendo, así que ustedes dos hoy relájense que mañana les espera un largo día -Les sonrió y caminó con Lousiane adelante.

La niña se soltó de la mano de la mamá y le tomó la de ellos.

- ¿Qué es tío François? -Volvió a preguntarle.

-Es algo que sé que te gustará.

- ¿Si no me dices como voy a saber si me gustará?

-Buen punto, pero no me voy a dejar manipular y decirte -Le dijo François riendo, luego se dirigió a Sebastien -Tú sobrina tiene el don nato de la manipulación, es un verdadero peligro -La niña sonrió y continuó al lado de ellos.

-Tío Sébastien ¿qué es el arte de la manipulación?

-Es cada vez que consigues lo que quieres.

Caminaron al tercer piso y ellas los siguió hasta la habitación.

-No te piensas detener, ¿no es así? -Le dijo Sebastien.

-No, tío, quiero mis regalos ahora. -Respondió Lousiane.

-De mi parte no lo obtendrás hasta mañana -Le dijo él serio y la niña hizo un puchero -No ni siquiera con tus expresiones tiernas me convencerán, debes aprender a espera. -La niña acrecentó su puchero y comenzó a llorar.

-Sébastien, ¿podrías no se tan duro con tu sobrina? -Dijo François y la niña lo miró a la expectativa cambiando su expresión.

- ¿Eso quiere decir que tú sí me darás mi presente? -Cambió de inmediato la rabieta.

-No, eso quiere decir que ya no estás llorando y como niña buena esperaras hasta mañana. -François le guiño un ojo, era tan fácil atraparla.

-Esta vez ganaste -Le dijo la niña saliendo de la habitación.

-Todo un angelito -Se dirigió François a Sebastien una vez salió.

No entendía de dónde salía tanto ingenio, Anna, no era particularmente inteligente y pues Heinz... Ese tipo era un pusilánime del que ni le provocaba hablar, con todo eso se divertía mucho con esa niña que irradiaba carisma

Como les dijo Anna, esa noche descansaron y al otro día todo fue caos, se repetía a sí mismo que debía dejar de hacer tratos con el diablo, no solo lo hizo encargarse del menú, sino que lo puso a dirigir en la cocina, los mandoneaba en todo momento y cuando quiso claudicar lo amenazó a que la ayudaba o se iba a cuidar su muchachita. Después entre los dos les tocó acomodar toda la infraestructura mecánica que ella los había preparado, quiso pegar el grito en el cielo cuando vio a Anna muy tranquila en la cocina tomando gin tonic había que ser muy descarada para eso.

Afortunadamente, todo estuvo a tiempo, incluso Anna no perdió la oportunidad de regañarlos por no "sentar cabeza" no sabía cuál era el trauma de esa mujer con el matrimonio. Los niños comenzaron a llegar y ellos aprovecharon para tomarse una copa de vino, ya casi ese día de esclavo terminaría prometiéndose a sí mismo que no volvería a caer en algo como eso.

Llegó el momento del show principal un baile sobre hielo sobre la bella durmiente, la niña chilló emocionada, incluso había preguntado por William, estaba ansiosa por verlo, los actores la llevaron a la pista cumpliéndole el deseo de ser princesa, sonreía mucho y en ese momento se le quitó el malestar de verse bajo las órdenes de Anna.

Ver a Lousiane reír de alguna manera lo conmovía, le tiraba besos a su tío, incluso a él, cada vez que podía, vio a un costado a Heinz su padre y también hizo lo mismo, sin embargo él hombre solo hizo una mueca con desgana, François lo miró y alzó sus cejas Heinz tendía a ser tan seco con esa niña, que realmente no lo entendía, el show terminó y la niña corrió hacia ellos, François revolcó su cabellera y Sebastien la cargó.

- ¿Qué tal, estuve? -Dijo ella emocionada.

-Estupenda -Le respondió François -Fue como si hubieses practicado con ellos.

- ¿Te parece? -Dijo emocionada - Me gusta que todos me miren y vean como patino de bien.

-Pues fue realmente asombroso -Le dijo Sebastien.

Poco después llegó la hora del pastel y la niña corrió al salón principal, él ya estaba algo cansado, realmente estar con niños todo el día succionaba, afortunadamente contaba con escaparse después de cantarle el cumpleaños, creía que ya había cumplido su cuota, todo olía a dulce y eso lo tenía francamente mareado. Pauline llegó con su hermano y creyó que podría mejorar el asunto, pero ella estaba realmente distraída, ¿no entendía por qué sentía tantos celos de una pequeña? finalmente la hermana era ella y esa niña no tenía ningún vínculo con su hermano.

Aprovechó a escaparse cuando Sébastien se disculpó que se tenía que ir por cuenta de su vuelo hacia estados unidos, ese año se iría hacer una especialización, antes de que pudiera salir de la casa tuvieron que soportar el drama de Anna, que le pedía que se quedara

-Anna ¿podrías dejar de ser tan dramática? -Sebastien le replicó Anna después de escucharla por varios minutos. - No voy a ningún lugar extraño, tú conoces Cambridge. Mejor ve a dentro, no es bueno que Lousiane este tanto tiempo sola deberías deberías prestarle atención, ella la necesita más que yo.

Ella asintió y se limpió sus lágrimas y camino hacia la casa. Ambos entraron al auto y se dirigieron al aeropuerto.

-No sé cómo harás con tu relación a distancia.

- ¿Mi relación a distancia?

- ¿Christie no te dijo que ella estará dos años en Harvard? Por como hablaba de la situación creí que si

-Ya me lo dirá -Dijo escueto, aquella situación era realmente interesante.

Sebastien negó con su cabeza mientras François había quedado pensativo con lo que él le acababa de decir, quizás era tiempo de continuar su camino, le parecía tonto aquello de una relación a distancia, un mensaje le llegó y él lo miró era de Marie, él sonrió y le contestó de vuelta, volviendo su vista al frente.


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