AZÚCAR AMARGO CAPÍTULO 8: ¡A su servicio!
Conducía hacía el aeropuerto, el jet de Sébastien llegaba y él había quedado en recogerlo, aunque Rebecca no le decía nada sentía que algo no andaba bien con ella, deseaba asegurarse que su costilla no hiciera estragos en su cuerpo, sobre todo por las últimas sesiones de sexo que habían sido realmente extenuantes y realmente satisfactorias.
Suspiró al recordar el paseo que tuvo con Rebecca después de esa última disputa, habían recorrido un parque con las mejores atracciones del mundo y durante el recorrido pensó que por fin podrían dejar el dolor de lado y ambos por fin podrían ser felices, anhelaba los días en los que esas cuatro paredes en ese humilde apartamento fue testigo de su felicidad y no era como si no hubiesen discutido, no obstante no se sentía tan diferente como en esa última discusión.
Se detuvo por una de las entradas del aeropuerto cuando pudo divisar a Sébastien, caminaba con una pequeña maleta de médico y cuando vio el auto se dirigió hacia él.
-Pensé que me recogería el chófer.
-Umm pues hoy seré tu chófer me doy a la tarea de conocer Madrid. -Sébastien entró al auto dejando su maleta atrás.
-Definitivamente Rebecca te ha transformado.
-No lo discuto, a ella no le gusta que esté con chofer y pues yo sólo quiero que entienda que me adapto.
-¿No le gusta?
-Pues no me lo ha dicho directamente, pero creo que son cosas que a veces me alejan de ella. -Sebastien se puso el cinturón de seguridad y le miró.
-Bueno ¿a dónde vamos?
-Acabas de llegar y ya estás incordiando.
-Yo no puedo trabajar desde mi casa mucho menos desde otra ciudad.
-El hospital estará bien sin ti.
-Está bien me relajo -dijo metiendo sus manos a los bolsillos.
-¿La última vez que estuviste en Madrid fue el día que viste a Pauline?
-Si, ni me lo recuerdes, el día que la lleve aquel jardín.
François se rió, no se la imaginaba renegando de sus tacones hundidos en el césped, Sébastien a veces era realmente ingenuo.
-Si me hubieses preguntado te habría podido aconsejar.
-No gracias, tus técnicas de seducción no me interesan.
-Como digas. - se encogió de hombros - Pero conozco a Pauline sé qué le gusta.
-Al menos en eso tienes razón.
François no dijo nada más y pudo divisar la entrada al lugar donde vivía Pauline, Sébastien podría odiarlo, pero sólo quería ayudar un poco finalmente sentía Pauline le interesaba un poco, aunque siguiera con el absurdo de Shepard. Paró el auto en la casa 31 quedando un momento en el auto, quizás ambos lo fusilarían aun así deseaba hacer un experimento.
-¿Rebecca vive aquí?
-Debo hacer algo antes de que la veas.
Se bajó del auto y tocó en la puerta mientras Sébastien lo esperaba en el auto, tocó y la mucama le abrió dejándole pasar. Pauline bajo a su sala de estar luciendo un vestido primaveral algo holgado François había ido de nuevo y aunque dijera que todo estaba bien no terminaba por convencerse.
-Ya sé que dices que todo está bien, pero...-ella se cayó de pronto al ver a Sébastien acompañando a François. -¡Oh! -Se cayó de repente.
François se giró y vio a Sébastien a su lado, primero quería hablar a solas con Pauline, pero bueno su reacción había sido interesante, definitivamente podría funcionar.
-Y todo está bien Princesa tan solo quería verte.
-¿Qué tal están? ¿Ya les ofrecieron algo? -Pauline de repente se mostró nerviosa.
-No aun no - dijo François mirando a Sébastien que no dejaba de ver a Pauline.
-Ya me encargo, ya saben cómo es el servicio.
Ella salió apurada de la habitación y François negó era como si hubiese visto un fantasma, hasta había sido tierna su reacción.
-¡¿Por qué no me dijiste que era su casa?! -Sébastien le recriminó en un tono enfadado una vez estuvieron a solas.
-¿Por qué no te quedaste en el auto? -Respondió con otra pregunta, con sus manos en los bolsillos, totalmente relajado.
-Simplemente por cortesía.
La mucama entró e hizo una reverencia, al parecer Pauline necesitaba más tiempo para recomponerse.
-¿Que se les ofrece a los señores?
-Estamos bien -dijo François
-Yo quisiera una copa de vino -interrumpió Sebastien, François se giró y lo miró extrañado.
No era de beber en la mañana, debía estar muy tenso para querer licor tan temprano, no pasó mucho tiempo cuando Pauline ingresó de nuevo sonriendo, como si nada hubiese pasado.
-Retírate Gretchen y tráele el vino al señor Lefevre.
-Ayer no pudimos hablar mucho - Habló François mirando la escena entre ellos de forma disimulada - Así que pensé en pasar de nuevo ahora que estoy en Madrid y podemos vernos más seguido.
Ella asintió.
-Ayer te fuiste forma apresurada.
-Si, lo hice y no pude preguntar por ti.
En ese momento el teléfono de Sébastien sonó y se disculpó levantándose, François aprovechó para explicar la presencia de él, era sólo deseaba que revisara a Rebecca y pareció que Pauline lo entendió, aunque sí era honesto parecía como si le molestara ver a su amigo en su casa, ella seguía diciendo no, pero François no terminaba de convencerse.
Sébastien llegó en ese instante y se sentó a su lado, tenía un atisbo de preocupación en su rostro y nuevamente François temió con que se tuviera que ir.
-¿Del hospital? - Preguntó François curioso, no deseaba que le saliera una emergencia y lo dejara tirado.
-No, al parecer a Phillipe le dio varicela, según lo que me decía Marie, pero ya le recomendé a alguien para que vaya a verlo.
-Oh pobre criatura ¿recuerdas cuando me dio varicela Fran? Es algo bastante displacentero. -François alzó sus cejas, bueno al menos nada importante así que se relajó.
-Si lo recuerdo, incluso por tu causa me dio a mí - François añadió jovial, al recordar esa época.
-Si, algo realmente terrible, además si no se cuida puede dejarle marcas. -Pauline volvió a intervenir y no pudo evitar pensar en Raquel, el secuestro, Rebecca...
-Si ella está preocupada porque no son los brotes típicos incluso ella misma lo está cuidando. Espero pasar por la mansión Keller. -Sébastien fue quien le contestó a Pauline.
-Tendré que llamarla a ver si necesita algo.
Eso sí había llamado su atención ¿de qué se había perdido? François la miró extrañado la solidaridad de Pauline hacia Elizabeth no era algo usual. Ella interceptó su mirada y agitó la mano.
-Mera formalidad con eso de que es la novia de Will debo ser cortés.
-¿Novia? - Preguntó confundido- creía que salía con la amiga de Rebecca y no era un tipo de novias
-Novia, yo también me quedé algo asombrada sobre todo porque Marie no parece el estilo de mujer que prefiera mi hermano, - se encogió de hombros- pero si lo hace sentar cabeza por mí está más que bien.
-¿Estás segura? O puede ser de tipo de relación abierta en donde tu hermano aun siga viendo a sus amigas - dijo incrédulo, realmente eso no se lo terminaba de creer, sobre todo la amabilidad de Pauline con Marie.
-No creo va a eventos con ella y a todo el mundo la presenta como su novia y no lo he visto salir con otras mujeres, aunque claro yo estoy aquí en Madrid algo ocupada, pero parece que es en serio.
-Yo creí que salía con - hizo una pausa era mejor no especular en algo que no era de su incumbencia - olvídalo - se giró a Sébastien - entonces ¿tú también sabías de eso?
-Algo supe, Marie no es del tipo de mujer que hablé mucho, la última vez que la vi fue en el hospital, estuvo delicada de salud, pero una vez se recuperó no la volví a ver.
Pauline miró sonriente a François.
-¿Acaso estás celoso?
-No, -dijo categórico- simplemente sorprendido, el día que los vi juntos en aquella discoteca en Londres no pensé que tu hermano la tomara en serio. -De hecho, seguía sintiendo que no lo hacía, miró a su amiga estaba calma ante eso y esa reacción era lo que más le parecía curioso.
-El hecho de que tú no pudieras hacerlo, no significa que otros no puedan- le expresó Pauline.
-Pauline tiene razón - dijo Sebastien.
-Pues el otro día lo vi muy cariñoso con una mujer, así que intenten entenderme se trata de tu hermano después de todo y como dijiste ella no es del tipo de él.
-Creo que son asuntos concernientes únicamente a Marie y a Will, no me atrevo a juzgarles y menos de forma tan ligera. - Señaló Pauline quien se alisaba la tela del vestido sobre su regazo.
Lo dicho, Pauline actuaba extraña, pero tenía razón realmente si William jugaba o no con Marie no le interesaba, realmente la única de esa familia que lo hacía era su amiga. La mucama ingresó con la copa de vino de Sebastien y rápidamente se retiró.
-François ya te había dicho lo mismo anteriormente - Habló Sebastien.
-Ambos tienen razón, sólo les exponía por qué me sorprende, incluso creí que ella hace mucho que se había ido de Europa.
Era verdad, realmente ella le había dicho que no duraría en el Grupo Keller y volvería a su vida de nómada, aunque... Si lo pensaba detenidamente con tantos escándalos y el juicio tan cerca sería imposible para ella irse, sintió una punzada en su cabeza, no se trataba de Marie, simplemente... Su padre y tantos misterios lo tenían realmente estresado.
-El hecho de que se niegue a mantener comunicación contigo después de tu actitud del año pasado no significa que no esté en el continente- Le dijo Pauline entrelazando sus manos sobre sus muslos y François la miró extrañado no sabía de dónde sacaba eso.
-No lo decía por mí - se encogió de hombros - sólo por algo que me había dicho hace mucho tiempo atrás.
En ese momento el teléfono de Sebastien volvió a sonar esta vez contestó delante de ellos, nuevamente hablaba con Marie Elizabeth, pero lo que volvió a llamarle la atención fue Pauline, no dejaba de observar a Sebastien, mientras reía al teléfono, definitivamente a su amiga algo le generaba Sébastien y se empeñaba en negarlo categóricamente
-¿Ya no le habías recomendado un doctor? - Dijo François.
-Marie es algo sobreprotectora con ese niño, creo que es porque es lo único que tiene. -Señaló Pauline
-Si, el doctor aun no llega y ella se preocupó porque una de las erupciones se reventó con sangre y pus, creo que para ella es algo diferente.
-Eso suele pasar con la varicela, ¿no les pasa que a veces al ver a Marie parece una pequeña niña salvaje? ¿Cómo es posible que desconozca algo tan básico? - Rió Pauline y François observó a su amiga, quizás lo que respiraba en el aire eran... ¿Celos?
-Dijo que cuando le dio a ella no le salió ni sangre ni materia, además de como dices ella es sobreprotectora finalmente ese niño es su única familia. -Sébastien contestó ajeno a lo que François observaba.
-Sí - Habló François pensativo, realmente le llamaba más la atención la actitud de su amiga, tanto tiempo distanciados le hacían ya ver cosas.
-Ok yo soy muy fría entonces- ella hizo un ademán con su mano- no me parece gran cosa una varicela, al menos no para armar tanto alboroto.
-Princesa no eres fría, solo la entiendo un poco - Sébastien miro a François sorprendido, realmente no pensó que pudiera ser algo empático ¿qué había pasado con él? - Ella ha perdido a personas que ama y aunque no lo demuestre cualquier cosa que suceda a Phillipe le aterra perderlo.
-Ya sé de qué va todo eso de entenderla Fran, es porque a manera similar estás actuando tú, mira que hacer venir a Sébastien a un chequeo de rutina como si en Madrid no hubiesen médicos calificados, de hecho, podría facilitarte los datos de mi médico. -Planteó Pauline con suspicacia.
-Confío en Sébastien, además de que necesitaba salir de aquel hospital.
-Nadie desconfía de las facultades de Sébastien como médico- ella se sonrojo ligeramente- todos sabemos que es un buen médico, pero es una exageración. Así que tú eres igual de sobreprotector que Marie, lo dicho eran tal para cual.
François rió con ganas, Pauline salía con comentarios totalmente fuera de lugar y bueno entendía lo que hacía: desviaba la atención hacía él y lo estaba logrando, era una bribona ahí estaban hablando de enfermedades y exagerados, aunque el tono de su amiga era realmente... Extraño como si no le gustara lo que Marie Elizabeth hacía con Sébastien.
Era una lástima que ella se engañara tanto, podría elegir ser feliz, no obstante elegía ser la mujer florero de Shepard, observó a Sebastien que hablaba de ir a Ginebra a ver a Phillipe y a Marie Elizabeth y nuevamente sintió que su amiga se ponía incómoda, suspiró, aunque había querido un acercamiento había fallado, Pauline estaba decidida a casarse.
Suspiró comenzaba aburrirse y ciertamente deseaba ir con su Rebecca, hablar de Marie Elizabeth, incluso de Nicolle -según Sebastien se había quebrado un pie- no eran cosas que le interesaran, de hecho su plan de unir a ese par no era tan bueno cuando veía que se confabulaban en su contra en ese instante hacía que perdiera más perdía interés y de hecho lo único malo de que Nicolle anduviera en el hospital era que dañaría la fantasía voyeur de Rebecca y él.
Volvió a la realidad cuando Sébastien por primera vez en la charla le preguntaba directamente a Pauline como se encontraba, pobre crédulo porque la respuesta de Pauline fue escueta y fría y no tardó en ser su amigo quien lo apuró para irse, lo sabía estaba incómodo. Cuando finalmente salieron, Sébastien lo miró con una expresión de reproche y le dijo:
-No sé qué tramas. -Expresó exasperado, no obstante no tardó en bajar el tono de su voz - Pero gracias, yo quería verla y desde ese día no había tenido la oportunidad de hacerlo.
-Yo lo sabía, - se encogió de hombros - eres demasiado pasivo.
-Se va a casar, a veces pienso que eres imbécil.
-No pienso discutir por lo mismo ni con ella ni contigo, ella lo dijo es una cuestión de pareja, si se casa con alguien que no la ama es algo que yo no puedo juzgar. Por ahora mi prioridad es otra. - Respondió mientras se acomodaba en el auto.
Dicho esto, sacó el móvil y con los manos libres le llamó a Rebecca, ya andaba desesperado por llamarle:
-Hola mi amor. -Le dijo ella del otro lado de la línea François sonrió cambiando su semblante, Sébastien lo notó y negó con su cabeza girándola hacia la acera.
-Mon coeur, sólo quería saber si puedo verte un momento. ¿En dónde estás?
-Si, te estoy esperando con una sorpresita.
-¿Sorpresa? ¿Es algo sucio? - Dijo esto en español.
-Muy sucio, necesito limpiarte.
Él se rió, no esperaba que ella le diera un recibimiento de ese tipo, le gustaba la manera en que ella solía sorprenderlo, así que siguió hablando en español, sabía que su amigo no lo sabía ni por asomo:
-Eso suena muy caliente - siguió hablando en español - ¿en dónde estás ahora?
-En mi casa esperándote, ya di órdenes que te dejen seguir
El abrió su boca, eso sonaba tan excitante, aunque era algo tan casual, no sólo lo esperaba, sino que podría entrar directamente ¿que estaba tramando la señorita Bracho? Miró a Sébastien, de repente creyó que no era buena idea llegar con él, no sin anunciarlo.
-Ok, ya voy hacia allá.
-Muy bien, me complace escuchar eso señor LeBlanc, espero que encuentre la casa como a usted le gusta.
Nuevamente se quedó callado por unos instantes, Rebecca Bracho definitivamente se tramaba algo, esa forma de hablar y de decirle que tendría todo como a él le gustaba, sabía que quizás no era una conversación que podría dar para mucho, pero para él fue suficiente incentivo, así que él comenzó a echarle un poco de fuego -al notar a Sébastien ajeno a todo- le expresó sus deseos: joderla, y las respuestas de ella tan prestas y sumisas le traían muchas ideas a su memoria.
Sobre todo, porque ella le hablaba de casa reluciente y él sabía el tipo de desastre que era su novia, así que podía estar en lo cierto, recibiría algo muy lujurioso y estaba con ganas de saber de qué se trataba. Miró a Sébastien, él sí podría ser un inconveniente, así que una vez colgó lo miró pensativo, mandó un texto para que le enviaran un chófer mientras seguía conduciendo a toda prisa.
-¿Sucede algo? -Lo interrogó Sébastien
-¿Puedes quedarte dos horas más de lo previsto? -Él miró su reloj.
-Si ella no puede verme puedo venir mañana, igual ahora estoy algo distraído.
-¿Por Pauline?
-Si, creí que al no verla lo que sentía había disminuido, pero no sabes lo difícil que fue no poder acercarme y besarle, todo esto es insoportable.
-Entiendo -Respondió François acelerado, lamentaba no poder escucharlo más, pero el tiempo apremiaba. - Le diré al chofer que te lleve al aeropuerto. ¿De verdad vas a ir a Ginebra?
-Si, lo haré, así que mañana me dices dónde nos vemos, pero esta vez no me vuelvas a llevar engañado a donde ella.
-No lo puedo prometer, creo que ustedes necesitan verse más.
Sébastien no dijo nada más, François pudo divisar el complejo y al chofer esperándolos, de manera rápida se bajó y le dio instrucciones, se despidió de Sebastien y tal como le había dicho ella lo dejaron seguir sin problemas, esperó en el ascensor paciente las puertas se abrieron y caminó al apartamento, la puerta estaba abierta lo que incrementaba su curiosidad, entró cerrándola tras de él buscando a Rebecca.
Al entrar Rebecca estaba de pie al lado de una de sus lámparas con un plumero, su boca se desencajó y no pudo evitar seguir el movimiento de su mano simulando limpiar, sus ojos escanearon su cuerpo tenía un pequeño traje de maid, que dejaba al descubierto mucha piel, tanta que su boca se secó.
Llevaba unos zapatos altos y después de ese escáner rápido alzó su mirada y notó el diminuto sostén sin copa que dejaba ver sus pezones estaban duros, mientras él seguía atónito mirándola, Rebecca movió levemente una de sus piernas y dejó ver sus bragas por debajo de la minifalda y él desajustó su corbata y caminó hacia ella, sintiendo su erección aun antes de tocarla, la vio girarse muy lentamente y luego de sonreírle le hizo una reverencia lo tenía sin palabras y a la expectativa.
-Señor ya está en casa. - Rebecca limpió con su plumero el hombro de él.
Alzó sus cejas y con una de sus manos recorrió sus suaves muslos llegando a su trasero, apretándolo levemente, deseaba poseerla, pero disfrutaba de ese preámbulo, tanto que no sabía cómo describir lo que estaba sintiendo en ese instante.
-Ay señor, pero que travieso está.
-Señorita, sólo quería revisar que todo esté bien, me decía usted que quiere limpiarme -la miró a los ojos, mientras que con una de sus manos tocaba uno de sus pechos - Soy muy estricto con la servidumbre, así que espero me pueda demostrar sus habilidades.
-Sé que es muy estricto, por eso intento tener la casa como le gusta al señor.
-Y como me gusta que la casa esté? -Metiendo su mano en su sexo húmedo escuchando automáticamente un gemido que lo hizo relamerse sus labios.
-Muy limpia, casi inmaculada.
-Señorita entonces déjeme a mí decidir si usted ha cumplido con su labor -Haciendo a un lado las bragas y metiendo uno de sus dedos, perdiéndose ante la sensación viscosa y las ganas de ir más allá, pero al tiempo de prolongar esa sensación de expectativa, de lujuria y deseo que ella estaba llevando al límite.
Rebecca seguía con ese tono sumiso y él entendió que debía ser el amo que impartía órdenes, lo haría ella lo sumergía en una nueva fantasía, ya no era una prostituta en una calle cualquiera de París, era su criada... Y debía complacerlo en todo, aunque si lo veía de manera objetiva él hacía lo contrario, dado que sus dedos no eran capaces de detenerse y hundirse en el sexo de Rebecca de manera apremiante
Él le sonreía lleno de lujuria y deseo y volvió a impartir órdenes, deseaba que con sus delicadas manos comenzara a quitarle su traje y ella siguió cada cosa que le decía, le gustaba la sensación de sus manos e incluso el fingir que era la primera vez que se la cogería, la forma como ella lo miraba y ardía en deseos, porque él podía intuir cuan hambrienta estaba su novia, sólo desataba el nudo de su corbata, pero era equiparable a cualquier acto lujurioso que él pudiera imaginar.
-¿Algo más que desee el señor?
Preguntó Rebecca en ese tono inocente y él no pudo evitar sacarse su camisa y pedirle que lamiera su pecho, hacía parte del acto, pero también era cierto que deseaba sentir su boca húmeda recorrer su cuerpo, así que mientras le exigía una limpieza, ella se arrodilló y fue hasta su cinturón desabrochándolo, hizo lo mismo con el botón y la cremallera del pantalón, luego miró hacia arriba François la miraba con deseo sin embargo la incorporó.
-Señorita Bracho, creo que no entendió mi orden -le dio una leve palmada en su trasero y la escuchó quejarse - Quiero que comience su limpieza por acá. -Mirando su pecho.
La vio sorprendida y no supo hasta qué punto no le gustó lo que él hizo la vio abrir su boca formando una o con sus sensuales y carnosos labios y finalmente le asintió acercándose a él, tal como se lo pidió sus labios se deslizaron por su piel, eran cálidos y le gustaba el movimiento de su boca, un vez terminó la extensión de su pecho lo miró y solamente se le ocurrió darle la camina, despacio el punto principal en todo eso era saborearlo así que observó cómo él fue al comedor y la puso sobre uno de los asientos.
Luego no pudo evitar tomarla una de sus manos y sentarla en una de las sillas quedando frente a ella, Rebecca lo miró y en su papel, le decía que no era propio sentarse y él estar de pie, quiso reír, pero tan solo mantuvo su expresión seria mientras mordía levemente uno de sus pezones y la reprendió, él decidiría qué haría con ella, era su amo y esa fantasía era realmente genial.
Finalmente François se incorporó y sacó su miembro, totalmente erecto, tendría que darle una lección, le había dicho mientras tomaba su cabeza hasta su glande deseoso por ser tocado por ese par de labios color sandía, sintió la presión de estos y soltó pequeños ruidos, que eran el inicio de rugidos, lo sabía no era un sacrificio para Rebecca, ni para él ambos se disfrutaban, amaban saborearse y aunque eran actos tan carnales, sabían en el fondo lo mucho que se demostraban cuando se amaban. Sintió la lengua de ella recorrer la extensión de su pene, para luego devolverse haciendo círculos con la punta de su lengua, eso estaba espectacular, su novia se superaba en cada succión y cuando creía que le había hecho la mejor felación, no era así.
Una de sus manos comenzó a masajear sus testículos, mientras volvía a meterse todo en su boca con el mismo masaje de lengua que lo tenía a cien, así que tan solo llevado por el placer tomó su cabellera y movió la cabeza de ella, mientras una de sus manos comenzó a juguetear con uno de sus pezones y se dejaba ir por la sensación que le causaba su boca, era adictivo y podría quedarse así horas, no obstante la tomó del cabello y la detuvo.
-Hasta el momento su señor ha podido corroborar sus aptitudes.
Expresó mirándola fijamente mientras ella se limpiaba la boca llena de saliva y sus fluidos, tenía sus labios más rojos y su cara llena de lujuria, un banquete dispuesto para él, no pudo evitar acercarse y besarla con violencia, buscó su lengua y se perdió en el sabor de ambos, se detuvo de forma abrupta, no quería perderse de la fantasía, así que volvió a tomarla de una de sus manos y la llevó a la cocina.
-Ahora quiero probar sus habilidades en la cocina.
-Señor, usted me contrató para limpiar no para cocinar.
Alzó sus cejas y simuló ser nuevamente ese jefe dominante, la volvió a reprender mientras pellizcó uno de sus pezones levemente, ante todo sabía que debía ejercer cierta presión, no estaban una sesión de bondage, aunque no era como si a él le gustara impartir dolor real y algo le decía que a su novia no le gustaba recibirlo, no era para nada una sumisa de catálogo.
Rebecca quería seguir devorando su miembro, sin embargo él tenía ideas totalmente contrarias, debía aprovechar que se encontraban en una fantasía de ese tipo y no desperdiciarla en una felación, deseaba que ella disfrutara, porque los últimos días ambos habían estado demasiado tensos, discutiendo por todo y sentía que merecían un descanso, así que pronto le hizo saber sus intenciones.
-Quiero un vaso con agua -Le ordenó.
Ella lo miró sin soltar su pene y pensó que replicaría, pero simplemente dejó de succionar y se levantó con ese par de largas y sexys piernas, él no pudo evitar perderse en ese ligero contoneo y relamer sus labios.
-¿La quiere con hielo o al clima señor? -Su voz lo sacó de su ensoñación.
-Con hielo - Pidió sin dejar de mirar cada uno de sus movimientos, hasta que volvió a tenderle el vaso.
-Aquí tiene señor LeBlanc.
No le respondió nada y tan solo tomó el vaso y bebió el agua fría, lo hizo lento como alargando el momento, le gustaba saber que ella no tenía idea de lo que pensaba hacer, así que cuando tomó el hielo entre sus dientes para imprimirlo en la piel de su novia y la sintió estremecer no pudo evitar sentirse bien, deseaba vivir cosas diferentes y pensó en la cantidad de cosas que les faltaban
Recorrió cada espacio de ella, su cuello, labios barbilla, mientras era un espectáculo verla arquear su cuerpo para él, no tardó en abarcar zonas más sensibles: sus pechos, se detuvo en estos y les brindó especial atención masajeó sus pezones y antes que se terminara de derretir bajó al lugar donde sus bajas pasiones se encendían, la miró con malicia y con su dedo índice apartó lentamente sus bragas, se acercó a ella e introdujo su lengua fría en su sexo empujando levemente el hielo, sintiendo el cambio de temperatura de su sexo húmedo y caliente a su boca fría por el hielo, la sintió contraerse y sus dedos comenzaron a hundirse en su cabello halándolo y moviendo su cabeza como él mismo lo había hecho minutos atrás
La sensación era embriagadora, sentía como el hielo se deshacía en su boca y trataba de empujarlo contra el clítoris de ella para darle más profundidad al orgasmo, le gustaba escucharla respirar con dificultad escuchando gemidos más audibles, además de cómo el movimiento de sus caderas lo incitaba a ir más y más lejos.
-Señor- escuchó que Rebecca le hablaba con dificultad- por favor métemela. -No obstante el siguió moviendo su lengua sintiendo como se retorcía, le gustaba eso y era incapaz detenerse.
-Por favor señor- La escuchó suplicar.
-No soy un amo tan despiadado
Y no tardó en decirle eso cuando se la llevó a una de las butacas, la sentó y sin ceremonia haló con ambas manos la tanga, no le importó romperla, ella lo deseaba y no podía negar que él también deseaba perderse en su estrechez, escucharla gemir no ayudaba nada, así que el pequeño trozo de hielo que aún le quedaba no dudó en introducirlo y seguidamente hacerlo él, era una sensación diferente y le gustó que ella no se complicara ante todo lo propuesto, se hundió de manera dura y con movimientos rítmicos.
Perderse en las sensaciones que esa mujer le brindaba no era difícil, verla desencajada del placer a su merced aumentaba en deseo, las piernas de ella lo rodearon y sintió más profundidad, rugió y siguió con los movimientos rápidos, luego la tomó de sus rodillas y la abrió de piernas levemente, moviendo sus caderas.
-Quiero que se toque su cuerpo para mí.
François le ordenó en medio de jadeos, le gustaba la visión que le había dado mientras sus dedos buscaban su placer y aunque ella lo miró con sorpresa lo complació y la introducir sus dedos en su vagina, le gustaba ese juego le gustaba ver sus dedos hundirse en ella, pero también deseaba verla tocar cada centímetro de su piel y así lo ordenó.
La vio subir sus manos a su pecho apretarlos y preguntarle, para luego hacerlo con su vientre, no estaba nada mal, pero quería más sensualidad, así que comenzó a conducir sus manos, luego uno de sus dedos lo introdujo en su sexo para luego meterlo en la boca de ella, ¡diantres! Era sensual y no pudo evitar halar con sus dientes las tiras del sostén, se sentía muy salvaje y con ganas de más, así que uno de sus dedos se coló por su vagina y definitivamente la coordinación de sus dedos con lo que le hacía lo prendía demasiado.
La vio contraerse, ida totalmente mientras seguía gimiendo en respuesta
Rebeca empiezo a mecerse lentamente al ritmo de sus embestidas jadeando, no pudo evitar preguntar si le gustaba en ese tono con el que venían jugando y finalmente según el rol que él había adoptado decidió darle un incentivo por ser tan "buena servidumbre", definitivamente le gustaba eso que tenían, que era única y exclusivamente de ellos, le gustaba sentir sus labios con pasión y pensar que nuevamente era el hombre más feliz por sentir que lentamente podrían salir de toda la mierda en la que habían estado inmersos.
La petición de ella era clara quería que se la cogiera duro, la miró estupefacto y eso lo excitó aún más si pudiera ser y le dio una palmada más fuerte en su muslo, y emitió un rugido, empezando a cumplir la orden que ella había formulado, sintió un mordisco en su oreja y eso lo hizo chocar con más fuerzas, a partir de ahí solo hubo rígidos y mordeduras, incluso halo sus pechos sin contención.
Luego volvió a tomar otro hielo entre sus dientes y mientras con sus manos exploraba su vagina con fuerza, también lo hizo con el hielo, mientras la inmovilizaba por su cabello, la escena era sensual y cuando creía que había experimentado todo tipo de placer con ella, llegaba otro que lo dejaba sin palabras, sobre todo no ayudaba que ella le dijera él era su mejor cogida, no negaba que le gustaba eso, saber que a ella le pasaba igual que a él y que definitivamente estaba conectados a otro nivel.
Así que le dio otra palmada, fuera de sí, esta vez sin dejar de frotar el hielo la penetró nuevamente deseaba sentirla, saber que esa era su realidad en ese instante, diciéndole lo mismo de siempre: que estaba a su merced, no era mentira y no solamente se trataba de sexo, era todo su ser, Rebecca lo tenía a su disposición, aunque había tenido miedo de esa sensación ya no la tenía sabía que su Rebecca no lo lastimaría.
Ambos seguían en esa guerra y ninguno cedía un centímetro, la observó directamente, le gustaba la respiración acelerada de ella, su rostro contraído de placer totalmente rojo, ida, sintiendo el placer.
-Me enloquece cuando eres mi mujerzuela -François le dijo sin dejar de mirarla, mientras ella seguía jadeando, sabía que pronto tendría su propio orgasmo.
Rebecca lo besó y cuando la vio efectivamente llegar al clímax lo mordió muy fuerte y finalmente le dijo:
-Lo amo.
-Yo a usted más -Le respondió besándola nuevamente, para finalmente de forma tierna darle repartirle más pico por su rostro.
La cargó y sin salir de ella la llevó hasta la cama y la acomodó con ternura cada una de las almohadas, se había olvidado que ella estaba delicada y esperaba que ese juego no la lastimara una vez se aseguró que estuviera bien volvió a moverse dentro de ella, esta vez mas rítmicamente hasta sentir su propia descarga, salió lentamente y no pudo evitar tocar la entrada de su vagina restregando su virilidad y apretando uno de sus labios, era insaciable de ella.
-El sexo duro te lo quedo debiendo para después - le susurró al oído y le dio un beso en su mejilla.
Ella no dijo nada se notaba extenuada, así que el solamente sonrió y se fue al baño a cambiarse y lavarse un poco, luego se tiró al lado de ella, la vio perezosa y aun en ese estado con ese vestido se veía sensual. Al notar que se dormía le quitó el traje, que quizás podría ser incómodo para ella, y después de limpiarla un poco le puso un pijama y finalmente la arropó con ternura.
Decidió ir a la sala y marcarle a su amiga, no negaba que le hacía falta hablar con ella, al menos después que ella había pasado tanto tiempo ignorándolo.
-Hola eso de que estés en Madrid es hasta bueno, te acuerdas más de mí que el resto de tu existencia. -François alzó sus cejas a veces su amiga era algo injusta con él.
-Pienso en ti, no me hagas ver como un mal amigo.
-¿Por qué será? Que piensas en mí no eso de mal amigo.
-Princesa eres alguien importante, por eso pienso en ti.
-Me preocupa que me llames tanto teniendo novia, cuando las tienes sueles desaparecer ¿están bien las cosas con Rebecca?
Ella insistía en lo mismo y aunque si habían tenido problemas, realmente no quiso involucrarla, la hipótesis de Pauline era que él estaba muy aburrido en Madrid, cosa que no era cierta, tristeza, impotencia, pero también felicidad eran los sentimientos que él había experimentado, pero jamás aburrimiento, aunque su amiga insistiera que fuese la ciudad realmente no era así, simplemente no le dio muchas explicaciones.
Finalmente se puso hablar de su boda, tema que aunque no le gustaba se había prometido ser más flexible, así que no solo le ayudaría a escoger manteles, sino el menú llamaría a Dimitri para que le ayudara en eso, que podía decir no deseaba discutir más con Pauline y aunque ella le dijera sobre los gestos que su Matty hacía, para él realmente no era gran cosas -aunque se tratara de llevar la orquesta filarmónica.-
-Si, por ahora estoy con un horario ligero, así que no te preocupes princesa. Mañana voy a lo de los manteles después de que se vaya Sebastien lo haré.
-¿Aún está en Madrid? - Dijo con un ligero nerviosismo en su voz.
-No, voló a Ginebra, pero regresa mañana.
-¿En serio le hizo caso a las exageraciones de Marie? Si será tonto. -François evitó rodar sus ojos, ante ese comentario, Sébastien era un hombre libre que podía elegir qué hacer.
-No creo que haya ido por la urgencia de ella el mismo dijo que ella no le pidió ir. Sólo creo que él necesitaba cambiar de ambiente. ¿Por qué le dices tonto? ¿Acaso no te gusta la idea de que ayude a tu cuñada? - Bromeó - O ¿quizás tenías la esperanza de verlo nuevamente?
-No a ninguna de tus preguntas, me parece que se desperdicia su talento en una varicela y no hay ningún tipo de esperanza, ¿ya te he dicho que en un mes me caso?
-Bueno es verdad, es un médico excelente. Y si lo sé princesa te casas en un mes, pero una cosa no tiene que ver con la otra.
-Desde luego que sí François ¿o es que insinúas que soy capaz de estar con dos hombres al tiempo?
-No, no eres capaz, no quise decir eso lo siento. -Había querido decir que ella mandaría lejos a Shepard.
-Bueno ojalá no olvides que me caso en un mes y me vas a ayudar con los manteles y el menú.
-Ok, si quieres puedes reunirte con Dimitri y conmigo para que nos digas lo que quieres que tenga la comida y así armar el menú.
-Eso suena mucho mejor, amigo.
-De verdad... - hizo una pausa - Nada, olvídalo mañana te llamo para decirte a qué hora nos vemos.
-Muy bien.
El colgó de verdad creía que ella sentía cosas por Sebastien, pero a veces era tan bien portada que daba miedo, pensó en lo que dijo de Elizabeth sobre su naturaleza salvaje, a veces quería que Pauline pudiera hablar de sus sentimientos de forma abierta, de alguna forma sentía que ella no tenía idea del por qué seguía con aquella boda.
Se fue al baño y esta vez se dio un baño, se puso un pantalón holgado sin camisa y se recostó al lado de Rebecca a revisar algunos documentos, no tardó en ser vencido por el sueño al sentir sus ojos pesados dejo todo de lado y se quedó dormido a su lado. François estaba profundo cuando un grito lo sacó de su sueño se incorporó y la vio sentada estaba respiraba de forma pesada, se levantó y se fue a su lado la tocó y su frente estaba sudorosa.
-¿Te encuentras bien?
Ella se giró a él desorientada y pronto se enterró en su regazo llorando, él Sobo su cabeza en silencio, desde ese incidente era normal que ella se levantara en medio de gritos.
-Yo estoy a tu lado - la abrazó más fuerte.
-¿Cuándo se irán? -Rebecca le dijo angustiada y él la abrazó, odiaba verla en ese estado.
-Eventualmente.
-¿Y si nunca se van? -Lo miró a los ojos y él odió lo que esos sujetos le habían hecho a Rebecca.
-Lo harán, - limpio su frente - aun esto es normal, pasaste por mucho estrés emocional. ¿Sabes? Quería decirte que te parece y nos vamos una temporada a Nueva York, cambiar de todo esto, de París, de Madrid sólo los dos en otro lugar una temporada ¿Que parece la idea? -Le preguntó besando su frente.
-¿Nueva York? - Rebecca lo miró sorprendida.
-¿No te suena la idea? - Tomó su rostro entre sus manos.
-Es algo lejos ¿no crees?
-¿Lejos de? - hizo una pausa - estaremos juntos. Pero si sientes que no quieres dejar Madrid no lo haremos. -Sentía que si estaban juntos no estaba lejos de ningún sitio, afortunadamente Rebecca brindó una sonrisa mientras acariciaba su cabello.
-Estaremos juntos. Me habéis convencido con esa frase. - Dijo en castellano y nuevamente no pudo evitar sonreír muy satisfecho odiaba la idea de tener que irse sin ella.
-Ok, entonces está arreglado, en una semana nos vamos, para que puedas arreglar tus asuntos aquí.
-¿Tan pronto? - volvió a hablar en francés.
-¿Necesitas más tiempo? - La interrogó.
-Bueno no pensaba que estaría tan poco aquí. Pero si es lo que Monsieur quiere- ella se encogió de hombros. -pues es lo que se hará.
Sonrió dándole un beso, realmente ella no sabía lo feliz que era, deseaba lo mejor para ella y pensaba que quizás ir a otro lugar les daría un nuevo aire, la esperaba sorprender y darle la mejor de las sorpresas en ese lugar, aunque por un momento creyó que a ella no le gustaría el lugar
-La ciudad que nunca duerme, -Rebecca expuso- fui a Manhattan hace un par de años, no diría que no me gusta ¿por qué lo piensas? - Rebecca se acurrucó en su pecho.
-No lo sé me preguntaste sobre por qué allá y tan sólo pensé que no te gustaba la idea de ir allá. -La vio reír desenfadada y él se perdió en sus labios.
-Es que dijiste vacaciones amor y cómo se puede estar de vacaciones en una ciudad que jamás logra dormir.
No pudo evitar sonreír ante la lógica de ella, una parte hedonista de su ser sentía que era lo mejor, podrían hacer lo que desearan, además de poder ir a otros lugares.
-Ya te dije hace mucho tiempo que contigo iría hasta el infierno- Rebecca le dijo soltando un leve suspiro- lo hice, así que Nueva York no es problema.
La besó y la abrazó, le gustaba sentirla y que ella lo tocara, no podía cansarse de esa sensación, tocar su espalda decirle que estaba ahí para ella, temía el momento en que tuviera que revelarle todo el lado oscuro de la petrolera, su familia, el miedo comenzaba a inundarlo y por eso prefería callar un poco más y demostrarle que él no hacía parte de nada de eso.
-Ya pasamos por el hades, ahora solo nos queda recorrer el olimpo.
-Me volviste a poner la pijama- alzó su mirada a él y François no pudo evitar tocar el borde del pijama.
-Te quedaste profunda, no me gusta que duermas de forma incómoda - le dio una leve palmada en su trasero. -Y la escuchó reír-
-No te gusta que me despierte desnuda como aquella vez en París. -Ella afirmó y realmente no era cierto, sólo que él aparte de lujurioso, tenía un lado cursi.
-Claro que me fascina, la visión de tu desnudez esa mañana fue única. Pero si me dices que prefieres dormir desnuda, no volveré a ponerte tu sexy pijama de seda. -Ella negó con su cabeza.
-Me gusta despertarme y saberme vestida porque sé que lo hiciste tú.
Esa declaración lo hizo sonreír, porque a él le gustaba las dos cosas y así se lo dijo:
-A mí me gusta desvestirte y vestirte básicamente todo lo que se trate de ti...
No mentía y nuevamente esperaba que ella le creyera, estaba desesperado que lo hiciera y nada en el mundo los separara, sintió los labios de ella y él acarició el contorno de su silueta lentamente, le tomó el trasero y la acercó aún más a él.
-Descansa, yo estoy aquí.
-Lo sé.
François siguió acariciando sus muslos lentamente, mientras la observaba luchar con tener abiertos sus ojos, deseaba que durmiera que descansara y sobre todo que supiera que él estaba ahí para ella.
-No lo olvides.
-No me hagas olvidarlo- Bostezó.
-Te lo recordaré todos los días -Viendo cómo se dormía, se quedó unos instantes viéndola, recorrió el puente de su nariz y nuevamente se sentía optimista, él y Rebecca juntos serían invencibles.
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