AZÚCAR AMARGO CAPÍTULO 7: "Punto de quiebre"
Madrid, Primavera de 2015
Y ahí había quedado solo, Rebecca no quería que él regresara con ellas y nuevamente se sintió muy mal, suspiró pensando que solo se trataba de un mal momento e intentó soltar el aire para quitar la tensión y llamó a Pauline, quizás estar con ella un rato le ayudaría a quitar tanta tensión, antes de poder volver con Rebecca.
-Hola de nuevo ¿te pasa algo? -Pauline le pregunto del otro lado de la línea y él alzó sus cejas, no lo sabía realmente, a pesar que Rebecca había decidió irse y estaba realmente seria, no sabía si tendría problemas.
-No, ya te había comentado que quería visitarte -Respondió mientras caminaba hacia el auto, cosa que era real, aunque hubiese preferido estar en un mejor momento - Por favor dame la dirección de donde estas. -Pauline rió.
-¿De verdad estás en Madrid? -Preguntó escéptica y él se sonrió levemente al menos ya le hablaba.
-Sí, lo estoy -Divisando el auto a lo lejos - ¿No me creíste?
-Bueno, es que nunca te gustó mucho Madrid, cuando me mudé no avalaste la idea. -François sonrió realmente él no avaló sus motivos en realidad, -y bueno Madrid no es que fuese de su agrado- pero no quería decirle algo con lo que bastante la había lastimado con anterioridad, era mejor callar su apatía por su matrimonio con Shepard.
-Solo estaré una temporada corta, igual tendré que volver a Nueva York por un tiempo -abriendo la puerta y acomodándose en el volante.
-Ya veo, estoy en mi casa, te espero.
-Dame la dirección, ahora estoy en el carro.
-¿Y el chófer? -Le preguntó aterrada.
-Estoy sin chófer -Suspiró -ahora soy mi chófer, -encendiendo el auto - Igual no me ha parecido difícil conducir aquí. -Encendió el auto y comenzó a salir del parqueadero.
-No deberías andar sin chofer Fran. -Pauline le dijo seria y con un atisbo de preocupación, él lo sabía tenía una posición importante y estar en una ciudad que no conocía, totalmente solo lo dejaba a merced de vándalos.
-Lo sé princesa
-¿No vas con Rebecca? -Pregunto Pauline en un tono extraño y él evitó darle detalles, no le gustaba hablar de las cosas que sucedían con su novia, odiaba pensar que podría terminar juzgándola, tenía claro que las cosas de pareja debían quedarse entre dos.
-No, ¿porque la pregunta?
-Bueno me imagino que lo que te tiene aquí es ella. ¿O se trata de negocios? -Se trataba de Rebecca por supuesto, sin embargo Pauline era alguien importante, con anterioridad
-Es ella, pero ya te lo había dicho en la mañana, que quiero verte.
-No estoy diciendo lo contrario. Sólo preguntaba no es habitual que andes sin chofer, pero cuando estás con ella dejas de ser "habitual".
-Si, dejo de ser habitual.
Sonrió nostálgico en esta ocasión, había entregado su ser entero a Rebecca, le había contado intimidades que por lo general no compartía con nadie, aun así, alguien más llegaba y le decía que el coqueteaba con una mujer y no dudada en creerle a ese otro, ella decía que confiaba en él y que no debía dudarlo, pero nuevamente estaba ahí dudando que él tuviese algún tipo de credibilidad ante Rebecca y no negaba que eso lo hería.
Otro punto era que sentía que su apellido lo separaba de ella y ahí estaba comparándose con Shepard dado que no sentía que sucediera lo mismo con ese sujeto, François intentaba hacer lo posible para que eso no fuese un impedimento, pero sentía que ella no hacía nada para intentar aceptar su mundo.
Pauline seguía del otro lado de la línea escéptica de que pudiese llegar, ese era el menor de sus problemas, aun así le restó importancia y después de obtener la ubicación por mensaje se dispuso a la tarea, condujo escuchando la voz del GPS, y no pudo evitar pensar en Rebecca miró al costado, entendía que fuese caprichosa, pero no entendía porque no le creía a él, si él mismo fuese tan irracional le pelearía cada vez que alguien la mira a lo lejos y ese pensamiento era absurdo porque ella no tenía la culpa de ser admirada.
Como pensó demoró menos de lo que tenía pensado, entró a la urbanización, ya conocida por él y buscó la casa de Pauline, se detuvo en frente de la casa 31, se bajó del auto y caminó hacia la puerta, esperando que le abrieran. Mirando alrededor, era un lugar acogedor, tocó nuevamente y una mucama le abrió le asintió y le dejó entrar.
-La señorita Pauline se encuentra en el jacuzzi, dice que pase.
-Gracias -Le asintió encaminándose al lugar.
Abrió la puerta blanca hacia la habitación donde estaba y la vio sentada totalmente distraída con un bañador dorado, él se acuclilló a un costado, dándole un beso en su mejilla, ella que estaba distraída lo miró sorprendida, él le sonrió de vuelta y él preguntó cómo estaba, era una pregunta trampa, sabía a donde lo llevaría: los preparativos de la boda.
Ya se había resignado a tener que escucharle lo mismo cada vez que hablaban, ya no le decía que se lo pensara, que no la querían simplemente había aprendido la lección y le diría lo que a ella le complacería.
-Bueno, puse que podías venir con acompañante, -Pauline continuó- no sé si finalmente quieres traer a Rebecca, tampoco estaba segura que aquello durara- lo miró seria poniéndose su albornoz.
-Aún estamos juntos. -Dijo algo pesaroso, aunque últimamente después de cada pelea no estaba tan seguro de eso.
-Lo sé, me lo has dicho, sólo te digo que cuando mandé a membretar las invitaciones no estaba segura, sigo sin estarlo- se encogió de hombros- pero el tiempo dirá ¿no? -Él evitó de mostrar su rostro más sarcástico y decirle que eso mismo podía ocurrir con su matrimonio, pero nuevamente volvió a quedarse callado.
-Sí, el tiempo lo dirá, yo le preguntaré y te confirmo -Metiendo sus manos a los bolsillos - ¿En dónde será la reunión en Londres?
-Si, en la hacienda de Giles. Algo muy campestre, aun corro con las flores, quería unas flores tropicales, pero no sé si podrán llegar.
François alzó sus cejas ese era el nuevo drama con el que lidiaba su amiga, suspiró y solo comenzó a preguntarle sobre el tema, incluso se dio cuenta que el mismo Shepard había hablado de querer Azaleas rojas, le pareció curioso que por fin estuviera aportando algo cuando todo lo estaba haciendo Pauline y él si acaso prestaba su cuerpo para el sacrificio en el altar, así que escuchar a Pauline diciendo que él andaba obsesionado con el asunto le pareció muy extraño y alzó sus cejas por detrás de ella, algo le decía que tenía que ver con Rebecca, pero no era algo de lo que estuviera seguro.
-No lo sé princesa, las bodas tienen lo que las personas quieren, así que no necesitan que combinen -Se encogió de hombros
-¡Fran! ¡¿Te estás oyendo?! Obviamente todo tiene que combinar. Mi planeador está enloquecido con eso de las azaleas. En lo personal no me gustan, pero bueno a Matt sí y también su boda.
-Me escucho, pero dices que es un capricho del señorito y tú se lo quieres cumplir, así que no veo por qué tienen que combinar, por lo general lo caprichos son ideas irracionales que se cumplen de una u otra forma -Pensando un poco en lo que había sucedido anteriormente con Rebecca.
-Bueno, nunca dije que fuera un capricho Matthew no es un hombre caprichoso, de hecho, los detesta, simplemente vi cómo se entusiasmó viendo las azaleas y me dije que tenía que incluirlas.
-Entonces es un capricho tuyo -Dijo restándole importancia al asunto.
-François ¿volvemos a lo mismo? Ya te he explicado cientos de veces que cuando amas a alguien le haces feliz, no lo entiendes porque quizás aún no te has enamorado.
-¿Princesa él te hace feliz? No me respondas -Dijo girándose, recordando la escena del día de ayer, era mejor no decirle algo que sabía que ella tenía claro - Yo sé que uno desea que esa persona sea feliz por encima de cualquier cosa, aunque no lo creas del todo te entiendo, y mucho.
Pauline le sonrió caminando hacia su closet, sacó uno de sus vestidos de Gucci y fue a su cajón de ropa íntima extrayendo un conjunto de Victoria Secret. Entró al vestidor con ambas cosas y se cambió saliendo un instante después.
-Si me hace feliz, no sé por qué no me crees. -En ese momento la mucama la interrumpió.
-Señorita su prometido la espera en el cuarto de entretenimiento. -Pauline asintió y luego miró a François, alzando sus cejas.
-Ok, ya me voy -Dijo él alzando sus manos, se acercó y le dio un beso.
-Nadie te está echando.
-Lo sé, pero creo que necesitan intimidad -La abrazó y le dio otro beso en su mejilla- Quería verte y ya lo hice.
-¿Cuánto tiempo estarás en Madrid?
-No lo sé -hizo una pausa - Pero creo que será una larga temporada, no quiero dejar a Rebecca sola, después de lo que le sucedió. -Aunque aún tenía ese viaje a New York pendiente.
-Lo entiendo ¿ella está bien?
-Pues aún le molesta un poco la costilla que tiene fisurada y tiene seguridad ya que anda un poco alterada, pero pienso que en breve podrá retornar a su vida cotidiana. Por lo menos eso es lo que le ha recomendado Sébastien. -Ella bajó su mirada y luego volvió a alzarla mirándolo a los ojos.
-¿Él cómo está? -Sabía qué le preguntaba sobre Sébastien, aunque ella se lo negara ella tenía gusto por él.
-Trabajando como loco, es algo que se ha convertido en habitual en él, al parecer se irá a América en el mes de junio, y aunque él diga lo contrario... -hizo una pausa - Creo que quiere irse por ti. -Ella tragó saliva.
-Ya te he dicho que nunca me di cuenta de sus sentimientos, pensaba que le interesaba Annie.
-Pues, si te puedo ser sincero, aunque lo hubieses sabido nunca por ti misma, ya que no lo ves de la misma manera, aunque es más que evidente lo que él siente por ti -hizo una pausa - solo que tú sólo puedes dejar de mirar a Shepard y eso él lo tiene claro.
-Bueno para mí no era evidente Fran, no hubiese sido tan cruel de obsequiarle ese móvil creo que eso lo alentó equívocamente.
-No princesa, el móvil no lo alentó de manera equivocada -Se rio, llegando a la puerta de la casa - No se trataba del móvil, eres tú la que lo vuelve loco, dice que eres una mujer con carácter, bella e inteligente. Así que no pienses más en eso.
-Bueno lo siento por él, yo soy una mujer comprometida- miró su mano y el anillo que en ella había.
-Ya te dije que no pienses más en eso, Sébastien entiende que no tienes sentimientos hacia él y no se trata del anillo -Le susurró al oído - Como bien me lo has dicho, el amor es un golpe que te llega y va más allá de este tipo de cosas -Tomando su delicada mano con el gran anillo de diamantes.
-François, sabes bien que dada mi posición los diamantes abundan, lo especial de éste es su simbolismo. -Ella se acercó y besó su mejilla.
-No decía lo contrario, sé que eres la princesa diamante -Le sonrió - Ah espero nos podamos ver en otra ocasión, ya que después de que esté aquí espero viajar a Nueva York y no sé cuándo regrese.
-Está bien- lo abrazó
-Cuídate - la miró fijamente tomando su rostro entre sus manos - Y yo te confirmo si iré con Rebecca a la boda.
Pauline le asintió y él se retiró hacia su auto, se giró y vio en auto de Shepard a un costado, desactivó la alarma y entró dejándose caer de forma pesada su celular sonó se trataba de Pauline, nuevamente se trataba de su preocupación de cómo llegaría, quiso sonreír ante ternura, ya había manejado con GPS, realmente no era tarado para no saber llegar donde Rebecca y menos necesitar la ayuda de Shepard.
Vio el móvil, de alguna forma sabía que era orgullo, no quería que el ex novio de Rebecca le dijera como llegar a la casa de ella, así que tomó su móvil nuevamente y acudió a su asistente, su móvil a los pocos minutos sonó e ingresó la dirección al GPS, como lo había dicho Pauline era realmente cerca, condujo mirando atento las calles, no le gustaba estar dependiendo de un aparato electrónico, pronto vio el complejo de apartamentos.
Aparcó el coche y entró a la recepción preguntando por Rebecca.
-Deme un momento le llamó- expresó el portero en inglés, no era el mismo que lo había atendido en el pasado y el día anterior. - ¿De parte de quién?
-François LeBlanc -El hombre tomó el teléfono marcándole.
-Señorita Bracho la necesita un señor LeBlanc- hizo una pausa- muy bien señorita. - Él colgó. - Que siga. Apartamento 300 B, puede parquear en la zona de visitantes, al fondo.
François le asintió parqueo el auto y se dirigió al ascensor, pronto estuvo en frente de su puerta tocó y espero en frente a ella de forma relajada hasta que Rebecca le abrió, su rostro estaba desencajado y eso no era una buena señal, intentó mantenerse calmo, aunque ya podía sentir ese movimiento estereotipado en sus dedos, así que tan solo entró la abrazó y le dio un beso en su mejilla y le preguntó directamente qué le sucedía.
Con Rebecca Bracho irse por las ramas no servía, él tenía presente que debía ser claro con ella, pero a pesar de su pregunta y que la rodeaba ella no lo hacía, solo permanecía en silencio como de costumbre y aquello comenzó a preocuparlo, los silencios de ella por lo general eran mortales.
-¿Sucede algo? - Preguntó esta vez más serio, Rebecca simplemente se alejó un poco y lo miró a los ojos, definitivamente no era bueno lo que se venía.
-He estado pensando sobre nuestra relación.
Y ahí estaba el comentario mordaz que sabía que llegaría, metió sus manos a los bolsillos sintiendo un dejo de ansiedad, Rebecca desde que él había regresado a buscarla había mostrado su escepticismo respecto a la relación, así que sin preámbulos preguntó por su decisión, lo sabía temía esas palabras que al parecer ella se había guardado por tanto tiempo, no le gustaba esa sensación que surgía cuando ella le decía que estaban rotos y no funcionarían, por qué a diferencia de ella él sentía que no era de esa manera.
-No he decidido nada François, pero si he pensado que tú y yo no nos entendemos. -Dijo finalmente y él suspiró y movió su cabeza intentando bajar la tensión que se había acumulado en sus hombros.
-¿Qué me quieres decir? Sé clara - dijo esta vez más serio.
Odiaba esa sensación que comenzaba a formarse en su pecho, ¿no se entendían? Era una broma ¿quizás? Se sentía en la dimensión desconocida, como si de repente hubiese llegado a una realidad en donde ellos jamás se habían entendido y ella nunca lo había amado, intentó mantenerse sereno, Rebeca jugaba con él de eso se trataba.
-Lo estoy siendo, de hecho por eso te hablo en francés, por mucho que lo intentamos siempre estamos discutiendo, no hay confianza, tampoco nos caemos lo suficientemente bien.
François achicó sus ojos, estaba estupefacto, tenía que hacer un conteo de lo que le decía, hablaba del tema de la confianza y lo exponía como si a él le ocurriera algo parecido si, se había sentido un poco celoso e incómodo con la presencia de Matthew Shepard, pero no como para creerla capaz de involucrarse con él, sentía que había atracción y su lado irracional sentía celos, qué podía decir, la quería poseer de muchas maneras, quizás ese pensamiento no era bueno e intentaba no atropellarla con él.
Además le decía que no se caían lo "suficientemente bien" no entendía a que se refería, ella decía que le hablaba en francés, aun así sentía que seguía sin hablarle claro, ¿acaso deseaba cortarle? Respiró profundo e intentó explicarle su punto intentó decirle que él la respetaba qué entendía que su propia reputación la llenara de dudas, pero la respetaba, si, debía reconocerlo le dolió que le creyera a esa pequeña granuja de su sobrina, pero estaba seguro que con el tiempo él podría ganarse su confianza.
No sabía sí era demasiado crédulo, pero era persistente y en verdad deseaba estar al lado de Rebecca, era algo que se había determinado mucho tiempo atrás y no abandonaría por nada, pero al parecer para ella no se trataba de eso y eso comenzaba a aterrarlo.
Para Rebecca Matthew era un tema que él traía a colación con frecuencia, recordaba esa vez en la bañera y lo había hecho porque no deseaba que hubiesen cosas que a futuro los pudieran separar, si a ella definitivamente no le importaba que Shepard tuviese sentimientos profundos para con ella, podría vivir con eso. Por otro lado, claro que recordaba muy bien cuando ella le había sacado en cara que la relación con Shepard era muy diferente a la de ellos.
Y si mencionaba eso -de la confianza y que la relación con él no era lo que esperaba- para volver a lastimarlo lo estaba logrando sobre todo porque él sabía que ese tema lo picaba como astilla en su trasero, no dudaba qué Rebecca era de él, pero oírla decir que él no confiaba en ella era frustrante, cuando a pesar de lo que vio no se sintió traicionado, Rebecca Bracho tenía la facultad de hacerlo sentir tan imbécil y más cuando la escuchaba decir qué él la suponía interesada por Shepard, ahí estaba poniendo palabras en su boca, para él era claro ese hombre la afectaba la hacía titubear le gustaba, pero no quería decir que supusiera qué deseaba una relación.
Reconoció que el comentario que había hecho había estado fuera de lugar, se había dejado llevar por la rabia, sin embargo no podía negarle que la actitud de ella era la de una mujer que se veía afectada y tímida quería que ella se pusiera un momento de su lado, no creía que sí Rebecca lo viera hablando de forma tímida con una de sus ex lo tomaría bien, sabía que lo que ocurriría no sería agradable aun así ella se enfadaba porque él le admitía que sí había sentido celos.
¿Qué podía decir? Era un mortal, uno que no podía evitar sentirse posesivo con ella, quería todo de su ser y cada vez que le decía que era de él se lo reafirmaba, por eso sentía más honesto decirle sus sentimientos, pero Rebecca se mostraba cada vez más enojada ante su declaración, ¿su argumento? Era un tema que él sacaba para evadir su responsabilidad sobre coquetear con otras mujeres, cuando era un hombre inocente.
François podía ser un hombre realmente calmo, pero ese tema comenzaba a incordiarlo ¿en verdad no la daría el beneficio de la duda? ¿Tan solo lo pondría en el paredón sin más? Y mientras ella le decía que eran percepciones de él y sus celos con Shepard, él sentía que en su caso se trataba de lo mismo, Rebecca le decía coqueto, lo acusaba de algo que personalmente por meses no tenía ganas de hacer, no deseaba entablar ese tipo de relación con otras mujeres ya había tenido suficiente de eso, y en ese momento sentimientos de miedo y ansiedad se apoderaron de él.
¿Y sí Rebecca jamás podría confiar en él? Sabía que ella tendía a pensar lo peor de su persona, era una constante, si ella fuese su juez lo condenaría sin titubeos y lo mandaría a la silla eléctrica, eso lo tenía claro y más cuando le afirmaba que no esperaba que le diera el lugar de ella cuando no estaban juntos.
¡Maldición! Se lo daba y escucharla hablar de percepciones y oírle esa cantidad de sandeces nuevamente lo hacía sentir impotente, no le importaba si él resto del mundo no le creía y decían cosas de él en periódicos y lo juzgaban, pero ella, ella sí qué le interesaba que lo hiciese, deseaba que ella pudiese creer en él, aunque el resto no, pero sentía que por el contrario se unía al resto para señalarlo.
No era un hombre perfecto y si era sincero no le importaba ser un modelo a seguir, era egoísta, egocéntrico, vanidoso, desinteresado por el resto del mundo y muchos defectos que a muchos podría chocarle, pero era un hombre qué cuando se fijaba prioridades era leal a ellas y Rebecca definitivamente era su prioridad y sabía que nunca iba a cambiar finalmente reconocer sus sentimientos hacia ella había sido un largo proceso.
Fueron interrumpidos y el primer round quedó en standby, ella hablaba por el citófono mientras el desespero comenzaba a apoderarse de él, hasta el momento no se había sentido así, no tenía nada que esconderle y el tema de los celos lejos de ser algo dicho para molestar intentaba solo mostrarle que él podía reconocerse celoso, pero qué no necesariamente fuese un tema en el que deseara quedarse.
-Ahora ¿vas a solucionar todo tu desmadre con flores? -Preguntó osca sacándolo de sus pensamientos y él negó.
-¿Flores? No he sido yo.
Un gran ramo de rosas rojas inundó la casa de Rebecca y él alzó sus cejas, eso reafirmaba su punto, ella no debía hacer nada para qué un tipo x se atreviera a cortejarla, su humor mejoró un poco quizás ella podría reconocer un poco que a él le pasaba lo mismo, así qué le preguntó sobre el tema, pero muy al contrario ella se mostró molesta.
-No uses esto de excusa para justificar tu coquetería, yo no acepto atenciones de nadie que no seas tú, incluso a veces me cuesta aceptar las tuyas. - Él alzó sus cejas y le quitó los pedazos de la tarjeta, mirando el remitente.
-Además de que yo no enviaría rosas rojas, tú eres más como una orquídea.
-Es más que claro que no son tuyas. -Respondió seca.
-Por el tipo de ramo, parece que es del mismo hombre que envió el ramo en París al hospital -Y al comprobar la tarjeta era él mismo, realmente muy insistente.
En ese momento no se sentía celoso, era extraño porque de alguna forma Shepard era el único que despertaba eso en él, pero más que calmar los ánimos, vio a Rebecca poseída por la ira y lanzó el ramo al piso, él la miró sorprendido por impulso.
-¡Ahora dime que también usarás a un tipo con el que ni siquiera he fornicado como excusa de que yo no sea suficiente para ti y debas mirar a otras mujeres! - Rebecca gritó colérica y François se acercó a ella totalmente calmo y la tomó por sus hombros levemente y la miró a los ojos que lo fulminaban con rabia- ¡No me toques! - se zafó de su agarre manoteándolo de forma grosera.
-Rebecca, corazón cálmate, -Intentó conciliar, aunque se había sentido molesto de que no le diera crédito, no creyó que el asunto comenzara a tomar tintes tan álgidos-nunca he pensado que seas poco para mí, sé qué tipo de mujer eres, si hablé de Matthew es por qué simplemente me dio rabia al verte tan... diferente y tímida, fue tu ex novio y un tipo casi perfecto como querías que me sintiera, no quiero perderte, -Nuevamente por él pensó - pero nunca he utilizado ese tipo de argumentos para coquetear con otra, no me interesa no quiero.
-¡Qué no es mi ex novio! - Alzó su voz aún más- Desde que te conozco te he dicho que jamás fue mi novio, tengo sólo dos ex novios ¡dos! Y ninguno de ellos se llama Matthew.
-Ok, lo siento -Dijo tratando de calmarla - No fue tu novio.
-Vete- le dijo en un susurro.
-Corazón por favor, no me hagas esto no quiero irme -Se le acercó y ella rompió finalmente en llanto.
-No puedo vivir sin ti, de verdad no puedo, tampoco puedo con la idea de que mires otras personas. -Le confesó y él sentía algo similar no quería estar sin ella y podía entenderla, pero también deseaba qué le creyera.
-¿Por qué es tan difícil creerme
-Porque te amo tanto, tanto que me duele, no puedo, no puedo- repitió- no puedo volver a sentir eso.
-¿No he sido claro? -Dijo pausado - ¿No te he dejado claro que me importas tú? -Metió sus manos en los bolsillos parecía quizás relajado, pero en ese instante la calma comenzaba a esfumarse, el asunto era más grave de lo que pensó y cada palabra de él solo la alentaba en ese pensamiento absurdo de que él solo justificaba el coquetear con otras.
La vio alejarse desencajada mientras él comenzaba a sentirse cada vez más inquieto, la vio sentarse en el piso rodeando sus piernas con sus brazos no le gustaba ver así, pero no podía mentirle y omitir el episodio de celos que tuvo, era intentar tapar el sol con un dedo.
François caminó hacia donde estaba ella, su mirada estaba perdida como si estuviera muy lejos de aquella habitación, estiró su mano y tocó la mejilla de Rebecca esperando su respuesta, ella no se movió como si no se diera cuenta que él estaba frente a ella, acaricio su cabello y pensó que por lo general dañaba a las demás personas y en ocasiones esto ni siquiera le generaba un cargo de conciencia no le importaba, pero cada vez que le veía esa mirada y sabía que era por su culpa era realmente abrumador como si una parte de él mismo agonizara, lentamente con su otra mano acaricio su otra mejilla y comenzó a acercarse a ella lentamente y enterró su cabeza en el hombro de ella, tenía ese delicado olor y podía sentir su respiración, bajó sus manos y rodeó su cintura.
-Amor, vamos para qué te recuestes -Le susurró al oído.
-Vete- Volvió a decirle suavemente.
-¿Eso es lo que quieres? -Rebecca alzó su cabeza y lo miró.
-Tú eres la persona que más daño me hace y ahora mismo no quiero más dolor, tengo suficiente con el que estoy cargando. -François cerró sus ojos y tragó saliva, aquello había dolido tanto, pero él solo la incordiaba y no quería eso.
-Está bien, no quiero que sufras por mi causa -Se levantó y caminó a la salida, abrió la puerta y la vio ahí inmóvil, se sentía miserable la miró una última vez y salió del lugar cerrando la puerta tras él.
Sus pasos los sentía de forma ampliada en los pasillos de aquel lugar, se estaba yendo, sentía que la estaba dejando y aquello lo torturaba, pero no quería hacerle más daño cuando ella argumentaba que era su sola presencia la que se lo hacía, se dirigió directamente a su auto y condujo sin sentido, de alguna forma no lograba asimilar qué ella lo había echado de su vida para él era como si después de unos minutos todo se arreglaría.
Apretó sus manos en el volante y miró el GPS, introdujo el nombre del hotel en donde se había hospedado anteriormente, minutos después estaba frente del lugar entregando las llaves al valet parking, caminó directamente al bar y pidió una copa de vino con su dedo recorrió el contorno y sintió como sus ojos se aguaban, mientras su garganta ardía ¿este era el final de todo? Movió la copa hacia atrás y pagó, no era momento de embriagarse no podía perderla de esa forma.
Se levantó de ahí y volvió a su auto sin saber a dónde ir, era tan patético que sólo quería regresar donde ella, aunque le había dicho que se fuera, estuvo un largo tiempo en el auto, hasta que escuchó un pitido atrás, arrancó y sin pensarlo dos veces volvió donde Rebecca, su teléfono sonó sin embargo él no contestó. Finalmente divisó la torre doble de edificios y se ubicó en el parqueadero de afuera, caminó hacia la portería.
-Por favor la señorita Bracho. -El hombre comenzó a llamarla, pero no atendió, él hombre lo miró y le avisó que no podía pasar.
Lo miró fijamente con él había tenido aquella conversación cuando la había ido a buscar golpeado, sentía que era inútil pedir que lo dejara pasar sabía que no lo dejaría entrar, Rebecca le había hablado un poco sobre ellos, así que esperaría el cambio de turno, quizás el otro hombre fuese más sensato.
Sin decir más salió de la recepción y volvió a su auto, miró su reloj y esperó ahí hasta que fueran las seis, el cielo comenzó de repente a nublarse y él frunció el ceño, lo último que le faltaba era que empezara llover, poco después pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer en el parabrisas.
Rebecca lo había echado, pero él no podía irse así no más, no se resignaba a eso, no podía salir de su vida como si se tratara de algo casual, comenzó a llover y las horas eran realmente lentas y desesperantes, había estado muy alterada y él como un imbécil había pensado que aquello era un asunto menor, ella le demostró que no era así al menos quería aclararle que nunca la pensó una cualquiera y sus malditos celos sólo habían hablado por él, por otro lado estaba el asunto de aquella mujer en la pista de nieve y lo que su sobrina le había dicho, él no había hecho nada la había ignorado y lo hubiese hecho con ella y con cualquiera que se le acercara, pero Rebecca no le creía.
Llegaron las seis de la tarde y el cambio de guarda, salió en medio de la lluvia y entró a la portería, lo saludó otro hombre mientras él intentaba alisar su traje, le sonrió como acostumbraba cuando cerraba un negocio y lo saludó reconoció que era el mismo que lo había entendido el día que la fue a buscar golpeado, poco después de manera cortés le pidió entrar y le dijo que quería darle una sorpresa a Rebecca, le dio una generosa propina y el hombre accedió.
Siguió hacia el apartamento de ella y cuando llegó a su puerta tocó en repetidas ocasiones, pero no le abrió, suspiró y se recostó en la puerta frustrado, se giró y volvió a tocar.
-Rebecca, por favor ábreme -Le gritó dejando toda su dignidad en el trasto, estaba realmente preocupado- ¡Rebecca! -Gritó por varios minutos sintiendo terror de que le hubiese sucedido algo.
Soltó el aire y sacó su móvil aún tenía el número de Marianne, no soportaba más las horas transcurrían y ella no le contestaba nadie la conocía mejor que ella ahora estaba seguro de eso. El teléfono timbro y escuchó su voz.
-¿Sí?
-Siento tener que importunarla, señorita Marianne, pero no supe a quién más llamar.
-Ah hola François.
-Lo siento, asumí que tenía mi número. -Dijo dándose cuenta de lo obvio y ella rió.
-No, por supuesto que no, si su novia ve ese número en mi móvil me arma un drama -Él suspiró.
-La llamaba por algo parecido, tuve una discusión con Rebecca y ahora no quiere abrir su puerta, estoy... Realmente preocupado, llevo horas fuera de su apartamento tratando de que me abra. -Marianne volvió a reír sin contención
-Tiene una llave debajo de la maceta que está junto a la puerta y François... ¿De verdad está seguro de querer caer en sus puestas de escena? Porque si lo hace una vez tendrá que hacerlo siempre. -Él suspiró
-¿Puestas de escenas? -Hizo una pausa, pensativo todo había iniciado por el comentario de su coqueteo, también por sus estúpidos celos.
-Pues sí, mi bella es tan sensible que a veces tiende a formar tormentas en simples vasos con agua.
-Gracias señorita Marianne, tendré más cuidado a veces tiende a usar mis palabras a su manera -Suspiró- Y también gracias por decirme lo de la maceta, esta mujer está matándome acá afuera- Marianne volvió a reír.
-Encontrará mil formas de matarlo, pero cada quien decide la muerte que quiere tener.
-Palabras sabias, señorita tenga usted buena noche.
-Ciao -Ella colgó y él miró el móvil unos instantes.
Él de alguna forma lo había sabido, pero era solo un imbécil y no se había percatado de eso, era verdad Rebecca era sensible, una mujer romántica, aunque en ocasiones se mostraba tan fuerte, como la primera vez que la conoció, su frialdad solo era un escudo una barrera que apenas comenzaba a notar. Buscó en el lugar que ella le había dicho y minutos después abrió la puerta, todo estaba oscuro, buscó el interruptor y encendió las luces, ella estaba en el mismo lugar en donde la había dejado, aflojó el nudo de su corbata y frunció su ceño sintiéndose miserable, se acercó a ella y acaricio su cabello lentamente, ella alzó su vista y lo miró con asombro.
-Corazón, perdóname -Con su otra mano acaricio su mejilla, ella estiró su mano y lo tocó
-¿Eres tú? -Él se sonrió.
-Sí, el mismo que ha estado gritando en tu puerta-Rebecca lo miró y apretó su labio y él solo le tomó en sus brazos y se dirigió a la habitación -Estaba preocupado -La dejó de forma delicada en la cama - No imaginas cuánto.
Rebecca permaneció en silencio y abrazó sus piernas, la vio suspirar decaída y cerró sus ojos él acarició su cabello, para Marianne todo había sido muy cómico, pero él la veía tan mal, aunque había tratado de mantener la calma y no repetir lo de su última pelea, no supo cómo había llegado a esas instancias.
No entendía había sido claro, pero una a una sus palabras, ella las había mal interpretado, nunca quiso llamarla buscona coqueta como ella misma había dicho, a veces no sabía qué términos utilizar cuando estaban en medio de una discusión y no agrandar el problema, se levantó de la cama y se quitó el saco húmedo por la lluvia, su móvil sonó y notó que era Sébastien, salió de la habitación.
-Ahora no es un buen momento -Sébastien suspiró
-Fran, no quiero ser entrometido, pero...
-No te preocupes, aunque me dijo que tenía dolor -Recordó sus palabras antes de irse- No ha tenido mayor cambio.
-No me refiero a sus heridas físicas, Fran yo sé que no estás sensibilizado con ese tipo de temas, pero quiero que entiendas que ella puede no ser la misma que conociste, aunque no sea evidente lidia con un trauma.
-Yo la siento normal... -Hizo una pausa, recordó el episodio con su madre y luego lo que acababa de ocurrir.
-François, entiendo que la ames y te niegues a ver la realidad, pero ella no pasó 15 días en el tomorrowland, vivió quince días de terror y lo menos qué puedes hacer es ser un poco empático, inseguridad, ansiedad, terrores nocturnos no sé de qué forma, pero su trauma se debe manifestar tú la puedes ayudar o hundir, no actúes como imbécil -Le colgó
Él pasó una mano por su cabello despeinándose un poco, miró el lugar en donde ella le había dicho que se fuera "Tú eres la persona que más daño me hace y ahora mismo no quiero más dolor, tengo suficiente con el que estoy cargando." En ese momento tan solo había entendido ese dolor como algo físico, no la connotación que ahora empezaba a comprender a cabalidad por Sébastien, odiaba no entender nada, odiaba ser parte de su sufrimiento se sentía miserable ella le había dicho que dejara de hacerle daño y ahí estaba empeñado en no dejarla.
Volvió a la habitación y la encontró en la misma posición, se quitó su corbata y se sentó en la cama, acarició su cabello, la rodeó con sus brazos, incluso la había escuchado decir qué tenía sesiones con su analista, era un tonto que no lograba dimensionar el sufrimiento de ella, lentamente la atrajo hacia él, ella no opuso resistencia estaba flácida totalmente maleable, pero muy fría, con un ligero movimiento sacó el edredón y la arropó.
-Soy realmente un imbécil, -dijo sabiendo qué ella quizá no le prestaba atención- tuve celos e intente controlarme y lo único que conseguí fue lastimarte, no quiero hacerlo, pero soy tan egoísta que no puedo soltarte -La acomodó a un costado y ella hundió su cabeza en su pecho, estiró una de sus manos y se aferró más a él.
François acaricio su cabeza, miró la habitación en penumbras, bajó su mano por su espalda y la acarició, las horas comenzaron a transcurrir sin embargo él no lograba conciliar el sueño, ella seguía inmóvil, pronto vio unos tenues rayos colarse por las cortinas, él la miró ella tenía sus ojos cerrados.
-¿Duermes? -Le acaricio su mejilla y ella abrió los ojos notó que estaban rojos e hinchados, él acarició su mejilla, no se veía bien y aquello comenzaba a molestarlo.
Sébastien le había dicho que ella ahora era diferente que tenía un trauma, después de que había salido del secuestro él simplemente creía que todo había vuelto a la normalidad y que ambos lentamente podrían volver a lo que tenían antes, pero no parecía ser así, ella comenzaba a derrumbarse ante sus ojos y él no podía hacer nada, no se le ocurría nada ni siquiera quería hablar, sentía que cada cosa que dijera solo la hundiría más, incluso había creído que ella lo rechazaría al verlo, miró su reloj y vio que ya eran cerca de las siete de la mañana, sin embargo ella se veía quieta a su lado sin ánimo de levantarse, él acarició su espalda y se incorporó un poco con ella.
-Corazón -dijo sin pensar realmente a qué lugar ir, tan solo quería que no se quedara en ese silencio eterno - ¿Te parece si salimos a desayunar? -Le preguntó animado, ella negó suavemente con su cabeza. - ¿Me estás rechazando? -Hizo un puchero, Rebecca estiró sus manos y acarició sus labios, pero no le dijo nada. -Ok, entonces haré el desayuno.
-No tengo hambre- ella arrugó su nariz y él pasó su dedo delineándola
-Acompáñame a comer ¿sí? -Suplicó -¿Por favor? - Ella volvió a negar y tomando el edredón lo puso sobre su cabeza tapándola -Tengo aquí una niña muy mimada y caprichosa, -Le habló tomando un borde del edredón y metiendo su cabeza dentro de éste, puso su frente en la de ella - pero si no quieres comer y te enfermas, el pobre hombre que está ante ti la pasaría muy mal- Rebecca soltó un suspiro y volvió a cerrar sus ojos. -Ok, al menos vamos a cambiarnos de ropa, ambos tenemos la misma de ayer -Le acaricio su cintura.
-François no quiero...-Le dijo débilmente- déjame quieta.
-No puedo, no quiero.
-No me quiero cambiar, no me importa.
-¿Quieres hablar de lo que sucedió ayer?
-No... No vuelvas a decirme esas cosas, ya lo sé, ya sé lo que piensas, ya sé que crees que soy una cualquiera. -La voz de Rebecca se quebró y François suspiró.
-Nunca he creído eso, sé qué tipo de mujer eres, cuando te he dicho mi mujerzuela es parte de una fantasía es algo que está en el plano sexual y ambos jugamos a eso porque simplemente está a ese plano...
-Eso lo sé. No soy tarada, - abrió de nuevo sus ojos- pero ayer dejaste bastante claro que le permito a cualquier tío que se me acerque.
-No, corazón no dije eso, recuerda, no quise decir eso, eres bella y creo que no eres consciente de que eres admirada eso no quiere decir que tu permitas o no, simplemente sucede, pero eso no quiere decir que te vea como una mujer fácil, no es tu culpa tú no tienes que ver con eso. -En esta ocasión Rebecca comenzó a llorar en silencio.
-...No es mi culpa... Todos me dicen que no es mi culpa, pero yo no puedo dejar de sentirme culpable y responsable. - Ella bajó su cabeza.
-¿Culpable y responsable de qué? Corazón, ya te lo dije no es tu culpa -Le limpio las lágrimas de su mejilla
-No quiero ser bonita. -Él sonrió con tristeza.
-Lo eres, pero no debes culparte por eso ni sentirte responsable por lo que los demás hagan por eso, muchos hombres solo te miran porque te admiran con respeto, pero cuando no es así tú no debes sentirte responsable por eso.
Rebecca volvió a tragar saliva, pero se quitó el edredón de la cabeza y buscó su teléfono en la mesa de noche, marcó en silencio luego habló con lo que él creía era un consultorio acordó una cita luego colgó y dejó el móvil a un costado, él la miró.
-¿De verdad estabas mirando a otra? -Lo interrogó triste y eso le partió su corazón.
Esta vez ella dejó que le explicara a detalle, en esta ocasión estaba dispuesta a escucharlo, intentó ser lo más claro posible relatando el episodio aunque ella insistía que podía ser sincero y decirle si la mujer le había gustado, pacientemente respondió cada una de sus preguntas, aunque eran cosas que él le había dicho antes: estaba enamorado de ella, no había otras en su haberes, además para él, Rebecca era una mujer bellísima, así que mirar a otro lado era tonto.
Nicolle salió a colación y le aclaró que su fantasía de llamarla no tenía que ver con ella por qué le gustara más, simplemente lo prendía mucho la maldad que había visto en los ojos de Rebecca al pensar en la reacción de ella, aunque sí era sincero esa fantasía podía hacerla con cualquiera y así se lo dejó claro.
Quiso reír cuando le insinuó que, si ella no le daba la talla en el sexo, su descripción se quedaría corta, Rebecca era sensual y le seguía el ritmo de manera vertiginosa, era una mujer hambrienta, sumado a eso la amaba, la adoraba y todas las sensaciones que había vivido en el sexo eran mucho más intensas.
Podría decir qué había hecho el amor, era una sensación diferente a todos sus encuentros y había tenido varios, así que no le daba vergüenza decir que sus 29 años había redescubierto su placer, la amaba y era algo que no podía ocultar, no deseaba a nadie y quería que ella entendiera eso, era su amor y eso no cambiaría nunca, Rebecca lo abrazó ante su declaración y hundió su cabeza en su pecho.
-Yo me siento igual- Lo miró a los ojos fijamente- no hay nadie más, no lo ha habido y no lo habrá, no tienes que sentir celos porque yo soy sólo tuya, siempre lo fui, desde ese instante en el que tomé tu mano en ese hotel y te pedí que me acompañaras y si soy celosa es porque no quiero creer que siento esto sola- mordió su labio- quiero borrar nuestro pasado- lo apretó más aferrándose a su contacto- "el amor es una bahía linda y generosa- empezó a recitar en castellano- donde los barcos llegan y se van, pero vos, por favor no te vayas." -Él le sonrió y le dio un beso en su cabeza eso haría: no se iría del lado de ella.
-Ya te dije que simplemente no puedo hacerlo -Le dio un beso en su mejilla -Siento haber sido un imbécil y no reconocer antes que me sentí celoso, pero a veces también me da miedo perderte que un día te busque y no me quieras a tu lado -Se sentó y la tomó de las manos haciéndola incorporar. -Corazón, ¿por qué no nos levantamos y salimos? Y vamos algún lugar tomados de la mano.
Quería borrar ese episodio, para un hombre como él qué sentía qué la vida era demasiado corta, odiaba quedarse en sentimientos de oscuridad y no quería brindarle eso a ella, afortunadamente Rebecca accedió y le hizo una propuesta: recorrer Europa, en sus términos sería tomar un avión y salir de viaje, pero con ella las cosas no eran tan simples como él lo veía, así que no pudo evitar preguntarle y ella solo le respondió escueta, le gustó el leve entusiasmo que vio en ella era feliz tan sólo con verla a ella sonreír, su pecho se hinchaba con un sentimiento indescriptible, era poco habitual, era diferente y por primera vez no le daba miedo entregarse a ella
La invitó a ducharse y Rebecca recibió su mano, aunque su rostro continuaba algo decaído, la ayudó a desvestirse y él hizo lo mismo, de forma delicada la llevó a su baño y tomó una esponja rosada que tenía a un costado, roció su tersa piel blanca jabón líquido y lo esparció sintiendo inevitablemente que se formaba su erección, intentó controlarse, era un cavernícola que comenzaba a pensar en sexo mientras ella recién había accedido a moverse y aun se le veía desolada.
François abrió el grifo levemente sintiendo como el agua fría comenzaba aclimatarse, comenzó hacerle masajes su cuerpo de manera delicada, su cabello se humedeció y le dio un toque sexy a su cara, aunque sus ojos estaban hinchados y rojos, se veía realmente bien, demonios esa mujer le parecía bellísima aun recién levantada, eso era parte de estar enamorado y le gustaba, le gustaba sentirse de esa manera.
Acarició su labio ahora un poco opaco por el frío de la ducha, sin lograr evitarlo se acercó y besó su cuello, ahí estaba ese ser primario que no lograba controlarse ante ella, sin embargo Rebecca seguía muy quieta, él mojó sus labios y se retiró levemente para seguir con un poco de shampoo en su cabello, a veces temía que momentos como esos se les fueran de las manos, estaba seguro de lo que ella sentía, pero aquel sentimiento de miedo lo invadía en ocasiones, quizás por lo que les había sucedido antes, temía que ella decidiera irse como ese día en París y él no pudiese hacer nada por retenerla.
La espuma comenzó a bajar por su frente y ella cerró sus ojos, deseo invadir su boca, pero se conformó con uno en su mejilla, no fue suficiente así que bajó por su cuello y lo comenzó besar suavemente, posó manos por su cintura la delineó, tragó saliva deteniéndose, se sentía tan ruin las últimas horas para ella no habían sido las mejores y él estaba ahí tocando cada centímetro de su piel, con ganas de devorarla.
-¿Está bien que continúe? -Le dijo a su oído, ella movió su cabeza afirmativamente.
Dejó de contenerse ante su permiso, así que bajó su boca por su cuello y la besó aumentando la velocidad, ella le brindaba cierta calma y la vez hacía que todo a su alrededor se acelerara, era una mezcla extraña de sensaciones, le acaricio su cuerpo y lentamente la sintió estremecerse, el agua seguía mojando sus cuerpos y bebía de esta desde su piel.
En esta ocasión buscó sus labios y le imprimió un beso, de esos apremiantes cargados de necesidad, la besó después de lo que había sido un largo día y saboreo su boca, ella en ese instante era tan real y tan de él, en ese instante solo eran ellos dos, el sonido del agua y los leves quejidos que ella emitía de vez en cuando era lo único que se escuchaba y para él era la gloria.
Pronto los quejidos de ambos fueron más audibles, incrementando sus ritmo cardíaco dejaron de ser conscientes de ellos mismos, mientras sus cuerpos se fundían en consumidos por el deseo, con Rebecca podía pasar del infierno al cielo y en ese instante no sabía dónde sus cuerpos bailaban, si al compás de la pecaminosidad o de la gloria, su miembro chocaba contra ella, quería invadir cada parte de su ser, apoderarse de sus gemidos y el movimiento de su cabeza cada vez que se contraía de placer, ambos llegaron al clímax y se quedaron unos instantes sin decir nada más, mientras el agua seguía cayendo sobre ellos, él la abrazó pleno, totalmente feliz aunque muy en el fondo, sentía que algo muy débil lo hacía sentir mal respecto a ella la amaba tanto que el saber qué sufría en parte por él era punzante.
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