DULCE TENTACIÓN CAPÍTULO 48: "Tiempos de guerra"


El teléfono sonó y él lo tomó con desdén, al llegar se había dado cuenta que tenía una nueva secretaria, no solo no terminaba de entender los asuntos correspondientes a la petrolera si no que lo único que hacía era coquetearle, soltó un bufido frustrado ese tipo de mujeres le incordiaban, esa que no sabían diferenciar entre el trabajo y su vida personal, era evidente que él era su jefe y uno que no le gustaba ligar con sus empleadas.

En ese momento lo estaba llamando avisarle que Madison llegaría el día de mañana y por eso se había cancelado la reunión de la tarde, nada fuera de lo común lo malo fue que al terminar lo había tuteado y le había dicho que esperara... Evitó bufar, pero sólo alzó sus cejas, -los límites de su paciencia comenzaba colmarlo- colgó el teléfono y siguió tecleando en su laptop.

No dejaba de sentirse inquieto, aún tenía el asunto del pleito con el grupo Keller, sus sospechas comenzaban a aclararse y las irregularidades que se tejían en torno a ese tema eran cada vez más serias, también estaba su asunto con Pauline, había ido a Madrid y ni siquiera había querido verlo, además su preocupación frecuente por Rebecca ella le decía que era su trabajo y que se despreocupada, pero le era imposible hacerlo sacó su móvil y le llamó, estaba apagado, era normal debía estar trabajando. La puerta se abrió y después de tocar brevemente entró Phillipe.

-Señor -Dijo de forma dudosa, François dejó de teclear y alzó su mirada -El GPS del celular satelital dejó de emitir señal.

-Es normal, lo tendrá apagado -Respondió.

-Señor, la única forma en la que el GPS incorporado en el móvil no emita señal es porque fue destruido -François se levantó y lo miró.

-¿Has hablado con Onu?

-No tiene noticias de ella, lo último que supo fue que se fue con un compañero a Damasco -François asintió, definitivamente ya su preocupación se acrecentaba.

-Puedes retirarte -Philip asintió y salió de la oficina.

François caminó de un lado a otro, se fue a su bar y se sirvió una copa de vino, la tomó lentamente no estaba funcionando, no lograba calmarse era realmente tonto ella le decía que se preocupaba de más, pero no le gustaba pensar que su teléfono hubiese sido destruido, dejó la copa a un lado necesitaba despejarse, dejaría los documentos para después.

Salió de la oficina y sin mirar a su secretaria se dirigió al ascensor, ella lo llamó aún y él la miró brevemente pidiéndole que cancelara sus citas por ese día. habló frío y realmente molesto, el miedo comenzaba apoderarse de él, se dirigió al ascensor y sin mirar a su alrededor presiono el botón del garaje, las personas a su alrededor le miraban, pero él no estaba de ánimo para responder sus saludos se cortesía, Las puertas del ascensor se abrieron y se dirigió a su auto, desactivo la alarma y entró, su teléfono sonó.

Se trataba del incordio de Lilu la novia de uno de los gemelos, ni recordaba de cual, lo invitaba a una fiesta, pero se negó no andaba para ese tipo de eventos

François dejó su móvil en el tablero y encendió el auto, salió a prisa del parqueadero y se dirigió hacia la clínica donde Sébastien, era con el único que le apetecía hablar, Rebecca estaba incomunicada y eso le martillaba la cabeza, ¿en dónde podría estar? aún faltaba mucho para el fin de semana y el no poder hablar con ella era realmente martirizante, pisó el acelerador el tráfico le parecía especialmente lento, empuño sus manos en el volante tenía un mal presentimiento aunque quería creer que sólo eran exageraciones suyas, su sonrisa cándida y sus penetrantes ojos cafés pasaban frente a él.

Una sirena lo sacó de sus pensamientos, miró por el retrovisor era la policía que le pedía que se detuviera, aparcó el coche a un costado y bajó la ventanilla, el auto del policía se detuvo tras él y se acercó a su ventanilla.

-¿Todo bien? -Preguntó con el típico tono interrogatorio -A rebasado el límite de velocidad señor...

-LeBlanc -Dijo François buscando sus papeles, quería irse en cuanto antes.

-¿Hacia dónde se dirige?

-La clínica Lefevre.

-¿Se encuentra enfermo? -Preguntó sarcástico y recibió los papeles y se puso a ojearlos

-No, sólo iba a ver a alguien -Respondió moviendo sus dedos en el volante, aquel hombre comenzaba a exasperarlo.

-¿Tiene a su mamita enferma? Creo que debe saber que por más que se trate de una urgencia las leyes son para cumplirás -Dijo en tono suficiente el policía.

-Tan solo póngame la multa y dejarme ir, tengo prisa. -Se giró y lo miró detrás de sus gafas oscuras.

-¿Tiene prisa el señor celebridad? -François suspiró aquel hombre lo estaba provocando y en el estado que estaba muy posiblemente podría caer fácilmente.

-Señor, tan solo haga lo que tenga que hacer -Dijo intentando sonreír, pero su esfuerzo fue inútil, estaba frustrado, sentía rabia y aquello sonó más como un regaño.

El policía lo miró y asintió, comenzó a llenar la forma de la multa, pero como si se tratara de una broma perversa sus movimientos eran paquidérmicos, el móvil le sonó y sin importarle que él estaba ahí comenzó hablar de forma jovial François frunció el ceño.

-Creo que merezco respeto -Dijo enojado -No quiero recurrir a instancias mayores.

-¿Me está amenazando?

-Tómelo como quiera, pero su comportamiento está comenzando a colmar mi paciencia, como una persona con derechos me puedo quejar o mejor aún llamar alguno de los paparazzi que me sigue y haga público lo que usted hace conmigo.

El hombre miró hacia los lados y vio algunos paparazzi apostados al costado tomando fotos, terminó de llenar la forma y se la entregó de mala gana junto con sus papeles, François sin decirle nada más levantó el vidrio y continuó su marcha, su móvil sonó era Sébastien, acomodó los manos libres en su oreja y contestó.

-Tengo la tarde libre, ¿podríamos vernos en La Barbería?

-Me dirigía hacia el hospital en este instante.

-Estoy en la barbería.

-Ok, allá te veo.

Colgó el móvil y se acomodó manejando con una sola mano mientras la otra la tenía en la caja de cambios, tenía que pensar en otras opciones el móvil de Rebecca estaba arruinado, pudo caérsele, o se lo pudieron robar, no eso también sonaba desalentador, el solo pensar que le hubiesen hecho algo era punzante, le pegó al volante mientras emitía un gruñido, divisó la entrada del bar y aparco a un costado.

Era bueno que Sébastien estuviese desocupado, pero eso le llamaba la atención, ¿qué hacía en un bar tan temprano? abrió la puerta transparente y lo buscó por el lugar, estaba sentado en la barra y hablaba con Nick el barman, se acercó por detrás y le dio una leve palmada en su espalda él se giró.

-Fran -Dijo alzando la copa de vino.

-¿Te sucede algo? -Preguntó François intrigado.

-Tan solo quería despejarme un poco.

-¿Tu estresado por el hospital? Creí que estar ahí te relaja.

-Es mi hermana -Dijo alzando sus cejas -Ha estado realmente desesperante, ahora está con la idea de irse para Chicago -François lo miró extrañado y él continuó - Me llamó y me dijo que Heinz la engaña, mi padre está furioso simplemente la idea de dejarlo no le agrada.

-Todo lo que tiene que ver con tu hermana encierra un drama aterrador, ya entiendo porque estás aquí.

-Sí, me llama al hospital y me interrumpe, no sólo eso Lousiane también los hace, parecen dos niñas peleando -Dijo pensativo.

-Tu hermana es un verdadero incordio -Habló con tono despectivo.

-¿Estas bien? -Interrogó Sébastien, mientras François pedía una copa de vino rojo.

-No, estoy preocupado por Rebecca.

-Fran, últimamente siempre estás preocupado por Rebecca, deberías intentar relajarte está en una zona de guerra.

-Lo que me dices no ayuda en nada -Recibió la copa y la bebió -Está incomunicada, Sébastien presiento que le sucedió algo.

-¿Está desaparecida?

-No, oficialmente no y por lo general hablamos en fin de semana, le di un teléfono satelital y me podía llamar en semana, pero no lo ha hecho desde ayer y hoy Phillipe me dice que la señal desapareció.

-No crees que exageras, la agobias tanto, ella se puede cansar de tu intensidad. -Dijo Sébastien jovial -Déjala trabajar.

-No puedo Sébastien, si a ella le pasa algo... -Hizo una pausa era punzante poner en palabras lo que le costaba aceptar, la amaba tanto, tomó su copa de golpe y pidió otra -No le puede pasar nada, no me lo perdonaría.

-Oye, cálmate -Le habló Sébastien preocupado -Y deja de beber vino eso no es de ayuda.

-Para mí lo es -Dijo mirando la nueva copa - Incluso Pauline no me habla todavía creo que su enojo lo está llevando a otro nivel -Bufó frustrado.

Sébastien lo miró en silencio, sabía cuánto le afectaba que Pauline lo ignorara, movió su cabeza sin saber que decirle, pronto vio que sacó su móvil y lo marco en repetidas ocasiones.

-No me contesta, ya no sé qué hacer con ella.

-¿Hablas de Rebecca o de Pauline?

-De Pauline, pero la situación con Rebecca me está matando.

-Dale espera hasta el sábado, ¿no es el día que se ven?

-¿Y si mientras espero le ha pasado algo?

-Pero han pasado semanas sin hablar y ella llega como siempre.

-Sí, pero esta vez es diferente.

-¿Por un móvil, roto?

-Si, por un móvil roto, ¿y si hablo con el embajador de Francia en España?

-François por favor, piensa detenidamente, ¿qué le dirías? ¿Mi novia no me contesta el teléfono y estoy preocupado?

-No, le diría que una periodista de guerra está desaparecida y le pediría que mueva algunas fichas con el país para buscarla.

-Tan solo llevas dos días sin hablar con ella, Fran vas a parecer un loco de remate.

-¿Estaré exagerando? -Sébastien asintió.

-Sí, estás exagerando.

-Los muchachos quieren hacer una fiesta para ti, dicen que este año no has celebrado tu cumpleaños de forma correcta.-Dijo cambiando de tema

-Mi cumpleaños pasó hace mucho, que lo superen -Dijo despectivo.

-Nunca pensé decirte esto, pero deberías distraerte un poco, dejar de preocuparte en vano y salir a divertirte.

-Sébastien, no me apetece, tan solo quiero que pasen estos dos días rápidamente y poder verla, hasta que no la vea no estaré tranquilo.

-François, realmente das pena -Él alzó sus cejas, pero no le dijo nada.

Si, quizás daba pena, pero la angustia que sentía era real, su cabeza había comenzado a doler y no lograba concentrarse en nada, Su Rebecca podría estar en peligro y él... Estaba tomando vino en un bar, ambos estuvieron tomando en silencio, Sébastien aunque no lo dijera también estaba preocupado por algo o mejor dicho Pauline o Anna, él no hablaba de ella, pero sabía que el asunto de su matrimonio lo molestaba, por otro lado el mismo estaba en una especie de montaña rusa, era feliz de saber que Rebecca lo amaba y todo lo que había ocurrido en aquellos meses, pero el tema de su trabajo no lo tenía cómodo, pensar en una bala perdida o las condiciones de salubridad en las que tenía que trabajar lo preocupaba a diario, reconoció que incluso había tenido episodios de insomnio, que había tenido que llenar con trabajo y más trabajo.

Pidió otra copa, era estúpido estaba en un bar a media tarde bebiendo con Sébastien, parecían un par de imbéciles, sacó su móvil y le marcó a Pauline, no le contestó otra vez, se levantó necesitaba ocuparse en algo, esa quietud comenzaba a desesperarlo, se despidió de Sébastien y se dirigió a la oficina, trabajó hasta tarde, revisó una y otra vez los documentos de las patentes de unos nuevos motores en los que estaba trabajando una de las filiales, trabajar era en lo que se podía ocupar en aquel momento, cada vez que hacía una pausa volvió a su mente Rebecca, sonaba tan loco, pero sentía que algo no estaba bien.

...🚔...

Los días transcurrieron y su rutina era la misma, ansioso por saber de ella, trabajar para olvidar un poco su preocupación, el viernes en la noche tomó el avión que lo llevaría hasta Rehialy, cómo otros fines de semana siguió la misma rutina de vuelos que le tocaba tomar para llegar hasta ella, la voz del llamado para abordar se escuchó en el altavoz caminó con sus manos en el bolsillo, le era inevitable recordar el día que se vieron en el avión, la azafata lo guio hacia primera clase y le mostró su asiento, se acomodó en este y abrió la bolsa con un par de audífonos y lo puso en sus oídos, música aleatoria comenzó a escuchar, pero nada que lo calmara, el viaje lo sentía particularmente largo, después de una escala volvió a tomar el vuelo que lo llevaría finalmente hasta Antakya hubiese querido tomar su propio jet, pero arriesgar su nombre era algo que a Rebecca preocuparía, así que ahí estaba en un vuelo con gente desconocida, si Pauline se enterara sería realmente un escándalo.

La azafata pasó dos veces ofreciéndole bebidas, él solo negaba con su cabeza, no le apetecía licor y más porque tendría que conducir por espacio de cuarenta minutos y quería estar sobrio, no quería tener sorpresas en la carretera con algún guarda, la mujer pasó un par de veces más y le sonreía de forma tímida, la detalló era alta de cabello cobrizo grandes pechos en algún otro momento le hubiese sonreído y coqueteado un poco, ¿acaso de eso se trataba el amor? Como lo llamaba Pauline un rayo que te cegaba y sólo te hacia añorar a esa persona, se acomodó en su silla, las personas alegres a su alrededor hablaban, una mujer lloraba diagonal a él, se giró tan sólo cuatro horas más y podría verla.

Después de un largo viaje pudo divisar el edificio blanco con azul, aparcó la camioneta a un costado y bajó rápidamente cada escalón se le hacía largo y eterno quería llegar y verla en su laptop trabajando como tantas veces la había visto, introdujo la llave y entró a prisa, todo estaba en orden no se veía nada fuera de lugar y aquello hizo que sintiera una punzada en su corazón, ella aún no había llegado dejó las llaves en el mesón y se desplomó en los butacos sintiendo como si de repente tuviera el peso del mundo en sus hombros tal como ella se lo había dicho con anterioridad, era agónico aún más que el tiempo sin ella presentía que algo ocurría y aquello le confirmaba que podría ser de esa forma.

Un ruido en el cuarto de baño lo alertó, se levantó con premura y atravesó la habitación, abrió la puerta y se encontró una mujer mayor limpiando, ella lo miró anonadada y él sólo asintió retirándose del lugar, suspiró de forma honda ella no estaba y no contestaba su móvil lo único que podía pensar era lo peor, no obstante debía intentar pensar con claridad que podría hacer, caminó de forma nerviosa por la habitación, todo era tan confuso.

La puerta sonó y él caminó a prisa por abrirla sabía que en el interior aguardaba la esperanza de que fuese Rebecca, aunque las probabilidades estuvieran en su contra, del otro lado vio a Onu lo dejó pasar mientras se servía una copa de vino.

-Señor LeBlanc, no hemos tenido noticias de la señorita existen murmuraciones, pero no es nada concreto.

-Qué tipo de murmuraciones -Dijo bebiendo un poco de su copa.

-Hablan que han tomado algunos periodistas, pero no saben a quienes se refieren.

-Gracias Onu -Respondió dejando la copa en el mesón, no quería preguntar más al respecto, pensar en la posibilidad de que Rebecca estuviera retenida le cortaba la respiración.

Uno sonido hueco retumbó por el lugar de repente, François frunció el ceño de qué se podría tratar aquello, caminó hacia balcón, pero Onu le retuvo con una expresión preocupada.

-Es mejor que no salga, esta semana un carro bomba explotó cerca de un barrio residencial.

-¿Cerca de este lugar?

-En un barrio contiguo, pudo suceder nuevamente -François asintió y nuevamente se sintió nervioso, más que por él por Rebecca.

Se quitó el blazer gris que tenía quedando en una camiseta blanca manga larga, lo colgó en el closet desabrochó otro de sus botones y buscó una gorra con sus gafas oscuras, necesitaba salir y preguntar a las autoridades sobre ella.

-Onu acompáñame -El hombre lo miró aterrorizado, aquel hombre no conocía la palabra prudencia pretendía salir aun cuando le había advertido de la situación en el exterior, finalmente le asintió.

François tomó las llaves de la encimera y salió a prisa, en el auto pidió a Onu que le indicara una estación de policía, condujo por las calles en caos, la gente caminaba de un lado a otro, un policía los hizo detener y bajar del auto, habló con Onu unos instantes y luego él lo miró.

-No hay paso, lo mejor es que regrese.

-Necesito saber sobre los periodistas que están retenidos si tienen nombres -Onu volvió hablar con el policía unos minutos y volvió a girarse a él.

-Un hombre y una mujer ambos españoles -François lo miró moviendo su mano de forma ligera, sabía que se trataba de ella, aunque hubiese buscado información desde que no supo de ella -Señor es mejor que no vayamos no es seguro -François asintió cuando escuchó una fuerte explosión.

Se agachó con Onu por detrás del auto, mientras los gritos eran cada vez más audibles, se levantó lentamente y vio que al fondo comenzaba a emerger una nube gris, el policía del otro lado se levantó y comenzó a gritarles cosas en árabe, François miró a Onu y este le asintió.

-Dice que nos vayamos, que es el segundo atentado en un solo día y que lo mejor es que estemos lejos-François asintió abriendo la puerta del auto.

Onu se ubicó al otro lado y salieron del lugar, manejó en reversa hasta salir de aquella calle, volviendo hasta el edificio blanco con azul, donde había pasado las últimas mejores semanas de su vida y nuevamente esa opresión en su pecho llegaba, queriendo derrumbarlo.

-En ocasiones no son atentados reales, tan solo los utilizan para amedrentar a la población.

-Si lo imagino, el miedo es más fuerte que cualquier otro sentimiento -Hablo pensativo.

Aparcó y salió del auto, lo mejor era ir a Ankara, en donde estaba no podría saber nada de ella, suspiró era un imbécil debió bajarla de ese avión y que ella lo odiara ahora estaba desaparecida y sus peores pesadillas se hacían realidad.

Movió sus dedos incómodo mientras subía cada escalón, saber que ella no podría estar dentro era realmente punzante, abrió la puerta y buscó la maleta con la que había llegado, la vio tirada a un costado de la habitación, la tomó y revisó buscando si tenía todo, fue a la mesa de noche y tomó el dije de manzana que ella se había quitado, lo miró unos instantes cuando lo dibujó para ella estaba tan emocionado, se sentía un adolescente inseguro, se rió pesaroso, pasando una de sus manos por su cabello.

Se odiaba y se sentía impotente, suspiró y empuño su mano con el dije dentro, lo guardó en su bolsillo y se giró mirando alrededor, tendría que pedirle a Onu que empacara todo lo de ella sin excepción, hizo una mueca cuando supo que todo implicaba a Fabricio, comenzó a buscarlo por la habitación lo tendría que llevar con él, con la situación como estaba no quería arriesgarse a que le pasara algo.

Comenzó a buscarlo con un leve siseo, sabía que ese gato no lo quería y que no sería tarea fácil llevarlo, lo encontró en un rincón, lo miró con indiferencia y se estiró con elegancia, François suspiró él sabía cómo mimetizarse con el lugar, caminó al closet y buscó en la parte alta el guacal, lo tomó y volvió a donde estaba minutos antes el gato, pero ya no se encontraba ahí, soltó el aire con sus manos temblorosas tiró el guacal a un costado y se sentó en la cama tomando su cabeza, el pensar que estaba retenida por insurgentes era algo que lo descolocaba.

Respiró de forma pausada y volvió a buscar el gato, cada minuto que pasaba era vital y no quería perderlo en aquel lugar, se agachó y buscó al animal, no sería algo tan difícil al menos eso imaginaba, lo vio al otro lado de la cama, estiró su mano lentamente y lo tomó por el lomo el gato se crispó y saltó hacia la sala.

Su paciencia se agotaba y comenzaba a ser reemplazada por rabia, caminó con determinación buscándolo en la sala, se inclinó y sin darle tiempo a que se moviera lo tomó, era bastante grande y pesado, se movió gruñendo mientras el caminaba hacía el guacal, intento asirlo con una mano mientras que con la otra lo abría, pronto hizo un movimiento brusco y sintió un arañazo su brazo, soltó un quejido y con la otra lo retuvo, rápidamente metiéndolo dentro, comenzó a llorar, se sintió algo mal al pensar que a Rebecca no le gustaría aquello, pero no tenía opción.

Buscó las croquetas y el plato del gato y lo metió en su maleta, después de revisar todo, salió del apartamento, con su maleta en una mano y Fabriccio en la otra que no dejaba de llorar, sus manos temblaban, en un inicio se negaba a pensar que algo le sucedía pensando que todo era producto de su paranoia, pero ahora al darse cuenta que todo era tan real sentía que todo su cuerpo comenzaba a fallarle.

Abrió la puerta del copiloto y metió a Fabriccio, paso el cinturón de seguridad por la correa y cerró la puerta, después abrió la puerta trasera y tiró su maleta sin cuidado, rodeó el auto y condujo a toda prisa, ahora mismo no le interesaba tomarse su tiempo, sus manos temblaban en el volante, mientras pisaba el acelerador, en pocos minutos divisó el aeropuerto y eso lo alivió por un momento, dejó el auto alquilado a un costado y sacó a su acompañante y su maleta, caminó de forma apresurada por el corredor y se puso delante de la recepcionista.

-Dos tiquetes para Ankara -Dijo serio, la mujer alzó su vista buscando a la otra persona. -François suspiró y alzó el guacal y lo puso en la repisa, la mujer lo miró desconcertada y luego se recompuso.

-Necesito su pasaporte, carnet de vacunas -François maldijo en francés y suspiró, mirando a Fabriccio que no dejaba de llorar, intentó esbozar una sonrisa, pero fue inútil no estaba de ánimo sólo podía pensar en Rebecca y sentirse agobiado.

Se devolvió, tendría que ir a buscar los papeles del gato, caminó a prisa hasta llegar al auto y después de acomodar a Fabriccio y el equipaje volvió a dirigirse aquel lugar, condujo a lo que daba el auto, de vez en cuando lo miraba no dejaba de llorar y aquello lo tenía al borde del colapso, no se desesperaba con facilidad, pero en ese instante, todo le molestaba.

No intentó calmarlo como había visto que ella lo hacía, sabía que era inútil, Fabriccio sólo la quería a ella, al igual que él, pronto divisó el edificio bajó a prisa, abrió la puerta y fue a la habitación, se giró impotente por no saber en dónde buscar, divisó la maleta de ella a un costado la tomó y la puso sobre la cama abrió el cierre y comenzó a rebuscar entre sus cosas, no se sentía cómodo invadir su privacidad, pero no tenia de otra, encontró los papeles a un costado los revisó uno a uno, el pasaporte del gato y su certificado con las vacunas, cerró la maleta de golpe y la puso en su sitio.

Miró por última vez aquella habitación, aunque no era un lugar glamuroso, ahí habían pasado momentos inolvidables, malos o buenos, no le importaba porque simplemente era su oasis y eso nadie se lo podía quitar, movió su cabeza al recordar las discusiones había sido la primer vez que peleaba con una mujer, pensaba que hacerlo era inútil y que si ese tipo de cosas sucedían lo mejor era claudicar, pero con ella le era imposible renunciar, no podía hacerlo, su labio tembló y sintió una lagrima rodar, se sonrió levemente era un verdadero patético, la impotencia se apoderaba de él y como un marica comenzaba a llorar.

Suspiró y con un nuevo aliento reanudó su paso hacia el auto, debía actuar rápido, el policía le había dicho sobre la retención de dos periodistas y su instinto tan solo apuntaba a un solo lugar: Rebecca, lo presentía, aunque le dijeran loco desde que supo del teléfono, sabía que algo malo había pasado, divisó el auto y entró Fabriccio estaba llorando.

-Siento tu incomodidad -Comenzó hablar sintiendo que desvariaba al hablarle a un gato -Pero no puedo dejarte, tu madre humana me asesinaría si te dejo y algo te sucede -Volviendo su vista a la carretera, el gato siguió llorando y él suspiró sería un largo viaje, con ambos llorando todo el camino.

Vio nuevamente el aeropuerto, volvió a aparcar el coche y tomando sus cosas se dirigió al interior, caminó con decisión hacia la barra y volvió a poner el guacal en el mostrador, la mujer le sonrió ver a un hombre como él con un gato, pensó que era realmente encantador.

-Señorita, dos tiquetes en primera clase para Ankara -Sacó su pasaporte con su nombre falso y se lo tendió junto al del gato.

La mujer lo recibió y miró detenidamente, sonrió y comenzó a teclear, después de responder algunas preguntas comenzó los trámites para el tiquete del gato, le dijo el costo adicional sin embargó él le restó importancia, también le dijo que debían verificar los requisitos para poderlo llevar en cabina, comprobando su peso y su transportin, le hicieron una revisión y le propusieron suministrarle un calmante a lo que él se negó, conocía a Rebecca y eso no le gustaría, comprobaron su chip y al preguntarle por la dueña él explicó que se trataba de su novia, al ver que tenía los papeles de propiedad no pusieron algún inconveniente.

Lo que normalmente se demoraría un par de horas se convirtieron en cinco, suspiró frustrado, sacar a Fabriccio era más complicado de lo que había imaginado y él necesitaba celeridad, pero dejarlo no era una opción, no era capaz, su móvil sonó y era Sébastien.

-Sébastien -Dijo con voz pesada.

-Fran, ¿pudiste verla?

-Sébastien... Ella está... -Sintió quemar su garganta -Está retenida -Un silencio reinó entre ambos sin saber cómo continuar.

-¿Estás seguro?

-La policía habló algo al respecto, pero Sébastien, sé que se trata de ella.

-Fran...

-Ahora mismo me dirijo a Ankara, iré a la embajada, intentaré comunicarme con un par de ministros, para que me ayuden a...

-Si la noticia no se hace oficial no te van a escuchar.

-No me importa si me tratan como loco.

-Iré a Ankara. -Sébastien le dijo.

-Tienes trabajo, no te preocupes por mí.

-Ahora mismo estoy en Ginebra donde Anna, me disponía ir a la Clínica pública en París para atender consulta general, pero lo puedo posponer.

-Ok-Dijo vencido. -gracias.

-Nos vemos -Colgó el móvil.

Soltó el aire tratando de tranquilizarse, decírselo a su amigo lo hacía tan real que su garganta estaba hecha un nudo, su Rebecca estaba retenida y quien sabe que tanto le podrían hacer, miró a su alrededor, la sala de espera estaba repleta, el televisor estaba encendido pasaban un noticiero en inglés, pronto algo captó su atención, la foto de Rebecca y otro hombre aparecía en pantalla, como si no pudiera procesar, todo se confirmaba y su cabeza comenzaba a dar vueltas apretó su mano con impotencia.

Se escuchó el llamado para abordar, él suspiró aliviado por fin dejó de mirar el televisor y caminó hacia la zona de abordaje, se acomodó en el amplio asiento y puso a Fabriccio a un costado que no dejaba de llorar, François lo miró era peludo con su cara ñata parecía como si estuviera constantemente enfadado, sacó su móvil y buscó algunos videos que le había hecho a ella, escuchó su risa y su siseante voz, acercó el móvil al guacal, el gato se acercó curioso, sin embargo giró restándole importancia, en verdad aquel gato era orgulloso, aunque había resultado, dejó de llorar.

Con Frabriccio más calmo no pudo evitar sumergirse en pensamientos oscuros, sentía como su corazón latía a mil y garganta tuviera algo atorado, una hora después caminaba por el aeropuerto, volvía a ser François LeBlanc y utilizaría las conexiones que él tenía, divisó en la salida un jaguar negro y a un costado a Phillipe quien le asintió.

-Señor preparé su estadía en el Hotel Marriot -François asintió, el hotel lo tenía sin cuidado.

-Antes iré a la embajada española.

-Señor me temo que es tarde -Dijo mirando el reloj, François resopló.

Entró al auto y comenzó a marcar a diferentes conocidos políticos, quería pedir una cita en la embajada, cerró sus ojos impotente, su móvil vibró era Phillipe el hermano de Elizabeth, era un muy mal momento para que ese niño lo llamara, así que no le fue muy bien, le hablaba de un evento de motos y él simplemente lo despachó de mala manera y aunque se sintió algo mal realmente su prioridad era Rebecca.

Llegó al hotel y después de comprobar su reserva subió a la habitación, había pedido una caja de arena para el gato y después de acomodar su plato con comida y agua lo dejó salir, se dio la vuelta y tomó su móvil esperaba una llamada de un ministro francés, lo minutos se hacían largos, cerró sus ojos y los sintió pesados nuevamente una lágrima rodó por su mejilla y sus manos temblaban, su móvil vibró y se asustó un poco.

-Henri -Dijo aclarándose la garganta -Es un placer que me llames, teniendo en cuenta tu apretada agenda.

-François, no tienes por qué agradecer, escuché que es realmente urgente.

-Sí, es urgente - dijo con un leve temblor en la voz - Quiero reunirme con la embajada española, mi novia ha sido retenida por Isis y quiero acercarme al gobierno español para poder... -Se calló comenzaba hablar más rápido y su respiración se entre cortaba.

-¿François estas bien? -Interrogó preocupado por lo general era un hombre jovial y carismático.

-No, Henri, estoy desesperado, no sé a quién recurrir.

-Haré un par de llamadas y te comunico con la embajada.

-Te lo agradezco.

-Estaré en contacto. -Él hombre le dijo del otro lado.

Francos colgó el móvil y lo tiró a la cama, hizo un ademán de quitarse la corbata cuando sintió qué no tenía, se había quitado el saco en Antakya y no se lo había vuelto a poner, suspiró ahora mismo su apariencia personal era un caos y no le importaba, se sentó al borde de la cama con sus dos manos en la cabeza, según había entendido se había trasladado a un lugar aún más peligroso de los que frecuentaba, sabía qué era intrépida y qué obtenía lo qué quería, pero ¿de verdad su integridad estaba por delante de su profesión?

Buscó por el lugar a Fabriccio, como siempre parecía mimetizarse con la habitación, se sonrió al recordarla mimarlo, cada recuerdo de ella era doloroso, habían bailado la última vez, se habían besado y hecho el amor como locos, fue la última vez que la vio, movió su cabeza no sería la última vez, ella volvería así él mismo tuviera qué adentrarse en aquel lugar.

Caminó por la habitación meditando sus posibilidades, los noticieros aun no daban confirmación de que había sido retenida por Isis, sin embargo la policía en Antakya le había dicho que existía esa posibilidad, esperaba con esos argumentos lo escucharan. Miró su reloj, ya era cerca de las ocho y media y Henri aun no le llamaba, estaba inquieto y ansioso como nunca lo había estado, tan solo quería qué ella estuviera bien pero su impotencia crecía a medida que el reloj avanzaba.

Su móvil sonó y él se estiró para cogerlo, era un número privado.

-François LeBlanc al habla

-Fran -Habló un hombre joven del otro lado -Henri llamó a mi padre, contándome tu contratiempo, puede concertar una cita con un alguien del consulado español, ¿en dónde estás hospedado?

-Estoy en el Marriot.

-Perfecto podemos llegar en 30 minutos.

-Ok, los espero -Colgó al instante.

Se quedó pensativo, aquel hombre lo conocía muy bien, lo trataba con familiaridad y le pedía que lo viera en 30 minutos que para él eran una eternidad, tomó una copa de vino, realizó algunas llamadas, esperando que el tiempo se pasara rápidamente, lo carcomía la preocupación, la rabia y la impotencia, su garganta le ardía, había viajado desde la noche anterior y a pesar de todas las incomodidades que brindaba viajar en vuelos comerciales no se sentía cansado.

Miró su móvil necesitaba hablar con Pauline, pero ahora mismo era egoísta buscarla, ella tenía sus propios asuntos, lo meditó unos instantes y finalmente le marcó, como siempre no le contestó, cuando el teléfono se fue a buzón quiso dejarle un mensaje:

-Pauline, mi princesa no sabes cuánto daría ahora mismo por qué me hables, te extraño, lo sé fui un imbécil lo siento, sabes que eres alguien muy importante -Hizo una pausa sintiendo que su voz se cortaba, saber qué Rebecca podría estar en peligro hacía que su realidad se distorsionara, además de la frialdad de Pauline, alguien que sin lugar a dudas era mucho más importante en su vida de lo que ella creía - Te quiero, no lo olvides -Colgó el teléfono, quería decirle todo lo que ocurría con Rebecca, pero no era justo con ella.

Sin esperar más se dirigió al bar, bajó en silencio y se acercó a la recepción.

-Si alguien viene a buscarme estaré en el bar del Hotel -La mujer asintió.

Él caminó hacia el bar, se ajustó su camisa y sintió un ardor en su mano, tenía un rayón, Fabriccio enojado por tocarlo había hecho de las suyas entre tanto jaleo no se había percatado de que su brazo estaba arañado, después haría algo con eso, se acercó a la barra y pidió una copa de vino, mientras esperaba a Henri y el amigo que sinceramente no conocía, pero si era tan importante como para hacer que alguien de la embajada Española aceptara verlo un sábado en la noche, le agradecía.

Recibió la copa con vino y la comenzó a beber lentamente.

-François -Escuchó la voz de alguien mientras tocaba su hombro, él dejó la copa y se giró.

-¡Jack! -Respondió tratando de esbozar una sonrisa.

-Supe lo de tu novia y tal como te comenté por teléfono logré qué el embajador de España apartara un espacio de su agenda -François, esbozó una leve sonrisa -Te escuchará.

-Oh Jack te debo una.

-No, yo te debía una, aún recuerdo aquella fiesta en Ibiza hace tres años, fue una locura -François asintió, aunque por dentro estuviera que lo callara para ir hablar con el hombre, debía al menos mostrar cortesía.

-De verdad te lo agradezco aun no entiendo como lo lograste.

-Mi padre es el embajador de Francia en Turquía -François abrió los ojos tratando de disimular su sorpresa, realmente no lo sabía - Escuché a mi padre hablando con Henri, al parecer ustedes han tenido reuniones de negocios -François asintió - Le pregunté de qué se trataba y después de escucharlo, llamé a mi novia, quien movió los hilos con su padre. Viejo como no podría ayudarte -Dijo esbozando una sonrisa -Para eso son los amigos -François chocó su mano y le sonrió.

-Gracias Jack.

-No sabía qué tuvieras novia y española -François asintió.

-Jack es la mujer más maravillosa qué he conocido.

-Vaya, nuestro casanova se enamoró.

-Totalmente -Regresando a la realidad y sentir aquella punzada en su pecho.

-De verdad espero que la encuentres -François asintió - Y salúdame a Pauline, supe que se casa.

-Por supuesto, le enviaré tus saludos.

-Te presentaré -François se giró y pasó su tarjeta, pago y caminó con Jack hasta una de las mesas.

Caminó de lado de Jack, en la mesa había dos hombres uno era canoso estaba con un traje impecable, el otro tenía el cabello oscuro, ambos lo miraron y sonrieron, se levantaron estirando su mano, François la recibió y se presentó de manera formal, de repente se sintió impropio por sus fachas, sin embargo aquellos hombres parecieron no notarlo.

Tomó asiento al lado de ellos poco después llegó una jovencita de cabello castaño y ojos oscuros, lo saludó con familiaridad y él le asintió al parecer lo conocía, tomó a Jack de la mano y ambos después de disculparse se retiraron.

-Muchacho, es toda una celebridad -Habló el hombre de cabello oscuro al parecer era del consulado español -Mi hija me hizo un mohín para que te ayudara.

-Señor, realmente le agradezco su tiempo -El hombre rió de forma estruendosa.

-Bueno, espero que lo emplees de manera sabia. -El otro hombre asintió y François suspiró necesitaba aclarar sus dudas.

-Mi novia, es periodista de guerra, hace dos días que no aparece, la policía de Antakya asegura que Isis retuvo dos periodistas.

-¿Te refieres a la periodista Rebecca Bracho? -François asintió - Pero si el comunicado sólo dice que está desaparecida, afirmar que está en manos de un grupo insurgente es realmente osado.

-Y peligroso -Intervino el otro hombre - ¿Pretende que movilicemos un grupo de inteligencia sólo por rumores locales?

-Los noticieros, pueden no tener fuentes confiables o simplemente no decir la verdad, usted sabe cómo es el medio -Añadió y los hombres lo miraban con escepticismo, François sentía que se le esfumaba una gran oportunidad y nuevamente comenzaba a esfumarse la poca confianza que tenía, sintiéndose como un pequeño indefenso.

-Muchacho, creo que primero se deben tener hechos concretos, no conjeturas.

-No son conjeturas, hoy estuve en Antakya, como usted sabe Rebecca Bracho es una periodista de guerra, los periodistas en la zona son vulnerables y blanco fácil. -Los hombres se miraron como reconsiderando la situación.

-Puedo hacer un par de llamadas, lo primero que se debe hacer es comunicarse con su familia, si está retenida, será con ellos que hablen. -François asintió, no conocía a sus padres, ni siquiera ellos sabían de su existencia y todo podría complicarse -El día lunes puedes ir a la embajada y tendré noticias, espero que positivas para usted -François tragó saliva, aquel hombre hablaba de verlo hasta el lunes -No se preocupe -Dijo el hombre palmeándolo - haré todo lo posible para ayudarle -Los tres se levantaron y se dieron la mano.

Vio cómo los hombres se retiraron con paso firme, depender de terceros era agobiante, metió sus manos en ambos bolsillos y se fue a la barra, meditó por unos instantes quería un trago, pero por algún motivo sabía que emborracharse no era la mejor manera de actuar, no podía ser el alcohólico cobarde de meses pasados, Rebecca lo necesitaba.

Empuño sus manos en la barra impotente, había intentado persuadirla, pero realmente no lo había intentado de todo, respetaba sus decisiones y le había sido difícil obligarla hacer algo que no quería, era consciente que Rebecca es una mujer que no revertía sus decisiones, ella le había dicho qué había querido alejarse de todo, de Shepard particularmente, su matrimonio le había dolido y destrozado, aunque estaba seguro del amor que ella le profesaba a veces se preguntaba cuáles eran los sentimientos de ella por ese sujeto, era verdad que en el aeropuerto lo había elegido a él a pesar que Shepard había ido a buscarla, pero también era cierto que le había dicho en aquella pelea que nunca había discutido con Matthew, y que él no la hubiese llevado aquel punto de desespero.

No era momento para dudas tontas, pero estaba tan cansado que su cabeza comenzaba a colapsar, llevaba más de 20 horas viajando y no había parado desde entonces, suspiró, definitivamente no quería beber quería estar en óptimas condiciones para seguir buscando ayuda y si comenzaba hacerlo sabía que no podría parar.

Se levantó de la barra, suspirando de forma pesada, necesitaba moverse un poco y despejarse, Sébastien le había dicho qué iría, mejor lo llamaría para decirle que no lo hiciera, estar ahí con él eran días de trabajo perdidos, alzó su mirada y vio una figura conocida, movió su cabeza no podría ser Shepard ya incluso alucinaba, se acercó curioso tenía que verificarlo.

-¿Shepard? -Preguntó indeciso. -Él alzó la cabeza y miró a François desde abajo.

-François.-Respondió François asintió, se veía realmente desganado.

Miró a un costado, había un hombre mayor, fumaba un puro y tenía una copa de Whiskey al igual que Shepard, lo miró y aunque trataba sonar jovial, su voz estaba cargada impotencia, ser armó de sus buenos modales y saludó al hombre, sin embargo Shepard negó con su cabeza y le tradujo en castellano lo que le decía y el hombre tan sólo asintió y cerró sus ojos de forma pesada haciendo una mueca.

-Siento la intromisión -Respondió en castellano al ver que Shepard le habló en aquel idioma, se sentía realmente incómodo, Shepard estaba como él, con el ánimo por el suelo, quería preguntarle si sabía más de lo que él mismo sabía negó con su cabeza, había un hombre desconocido no podía arriesgarse a que por temor tan sólo lo despidiera sin decirle nada.

-François, él es Juan Alberto Bracho. -Habló Matthew.

François lo miró sorprendido, era el padre de Rebecca, la situación era realmente incómoda y más por qué él y Shepard se veían realmente cercanos, intentó presentarse, esta vez en castellano no era la mejor forma de conocer al papá de ella, hubiese querido hacerlo en otro momento, pero no estaba para lamentarse por todo, era lo que tenía.

Notó que ese hombre lo miró con escepticismo y trató de suavizar la situación exponiendo que no era el mejor momento, pero todo empeoró Matthew se movió incómodo, estaba cometiendo un error tras otro frente al padre de Rebecca, y ver a Matthew nervioso pasándose la mano por el cabello no ayudaba en nada.

Le hizo caer en cuenta que no se veía nada bien, François se miró, su camisa impecable horas antes, ahora estaba sucia y arrugada, su cabello estaba desaliñado eso lo sabía por la cantidad de veces que se lo había tocado, François suspiró y le restó importancia diciendo que solo había sido un día difícil, intentó comentarle qué había hecho, su reunión con el consulado, incluso le dijo que sabía que él debía saber más de lo que los medios y él mismo François sabía, pero su respuesta fue un escueto:

-Han dicho lo que yo he querido que digan.

Esa soberbia lo intentó alterar, no se trataba de quien era el mejor, era Rebecca la que estaba en juego, no obstante se retuvo de llamarlo altivo y por el contrario intentó explicarle que sí quizás se diera un parte oficial la embajada podría hacer algo de forma oficial, pero su respuesta fue contundente, los secuestradores se comunicarían con su familia y se debía ser paciente, exactamente lo que la persona con la que había estado reunido le había dicho.

Además Shepard le contó qué los habían atrapado por Miguel un colega que de forma descuidada llevaba el pase de prensa, era evidente que Matthew seguía vigilándola, ahora mismo aquello aunque era escalofriante lo tranquilizaba y hacía sentir imbécil, Matthew le daba más y más detalles, casi como si él hubiese estado ahí, le dijo qué se había tratado del tercer retén en la vía que conducía de Damasco a Alepo, después de hacer una entrevista pero que no sabía a donde se la habían llevado.

Él simplemente contestó escueto qué sabía parte de esas cosas qué había dicho, pero su comentario molestó a Juan Alberto y aunque él se esforzaba por ser respetuoso lo único que hacía ese hombre era mirarlo peor que a la basura, así que Juan Alberto lo ignoró y se despidió con afabilidad de Matthew y se fue, ese un hombre no lo conocía y tenía tantos prejuicios sobre él.

François los miró en silencio un instante antes de que se fuera del lugar, al parecer el padre de Rebecca había optado por ignorarlo, suspiró a pesar de que ese hombre lo tenía incordiado, sabía lo importante que era su padre para ella, así que no le importaba la actitud de él con tal de tener noticias de ella.

-Creo que necesito un trago, ¿le molesta si me siento? -François le preguntó y Matt le tendió su copa.

-Ya debería estar acostumbrado a que bebas de mi trago. -François la aceptó sin añadir nada sobre su comentario y bebió, así era nuevamente estaban ahí compartiendo la bebida como un par de imbéciles.

-Yo, supe que algo había sucedido cuando destruyeron su móvil el jueves -Dijo pesaroso, ya más en confianza de alguna manera sentía que podía ser sincero con él.

-¿Tenía un móvil? Ves que es inteligente-Matthew soltó el aire aliviado.

-Sí, lo es -Se sonrió cabizbajo - sé en qué punto exacto pasó -Suspiró -Fue muy feliz con tu regalo -Dijo de repente sin saber por qué. -Matthew frunció el ceño.

-Se trata del tercer retén, no pregunté el kilómetro exacto, pero se puede solucionar. -Extrajo su móvil.

-No, sabia eso en específico, pero si la ubicación del GPS.

-Ese dato sería de ayuda, no tenía conocimiento de ese móvil- se rasco la cabeza impaciente,

-Le diré a Phillipe que te facilite el dato yo salí tan aprisa que deje mi laptop-aunque realmente cuando viajaba con el pasaporte falso evitaba ir con cosas que lo relacionaran con los LeBlanc- con la información del GPS, ahí se debe especificar el lugar que visitó antes de... que los retuvieran -Tomó otro trago y sacó su móvil enviándole un mensaje a Phillipe para qué se comunicara con él más tarde.- Matthew lo miró con desaprobación.

-Debes creerme un imbécil por olvidar en París información vital -Habló al ver su rostro de desconcierto, sirviendo un poco más de licor en el vaso.

-Te creo un imbécil por muchas cosas, incluyendo el que ella siga aquí.

-Sí, lo sé me recrimino eso, pero sabes qué su voluntad es de acero.

-Rebecca siempre quiere muchas cosas- Matt lo miró frío- pero no siempre se le debe dejar hacer cuanto quiere, a veces simplemente hay que mostrarle su equivocó, aunque eso cueste una de sus rabietas, a menudo no le duran. -François sonrió él le confirmaba lo que ella le había dicho, sintió algo de rabia sentía que hablaba de ella como un objeto, no era tan fácil discutirle por su decisión y ella ya vería si se le pasaba, no era un hombre que manejaba a las mujeres a su antojo y no comenzará con Rebecca.

Empezando por el mismo Shepard ¿por qué no había mandado todo al carajo y se había quedado con ella? Finalmente ese maldito matrimonio era lo que la había llevado a ese lugar y aunque le dolía pensar que si fuese de esa forma él no estaría con ella, al menos no estaría retenida en algún recóndito lugar, pero Shepard no pudo dejar a Pauline y prefirió seguir el deber, sabía que su argumento era pobre y fatalista, pero sentía que lo único que había hecho al regresar por Rebecca era lastimarla y qué estaría mejor sin él.

-Ella no es una niña a la cual se le deba dirigir la vida -Hizo una pausa - Pensé en sacarla a la fuerza, en persuadirla de múltiples formas.

-En eso te equivocas François, a veces es una cría. como cuando no quiere comer, como cuando quiere dormir, como cuando...- Se quedó de pronto en silencio François suspiró, esas cosas qué decía no parecían ella, aunque a veces él mismo la increpaba sobre la comida debía reconocer que en general lo hacía, recordó el día de cumpleaños su rostro sonriente probando cada platillo.

-No, sé -movió su cabeza- no sé a qué te refieres, es de buen comer de hecho le encanta la comida de su tierra, es muy madrugadora, le fascina trotar en las mañanas, -Se quedó callado a veces sentía que con él hablaba de otra Rebecca, y por muy egoísta que sonara sentía que él conocía una que Matthew no.

-No intento probarte nada François, no me interesa nada de eso ahora mismo.

-Yo tampoco quiero eso, discúlpame, pero mi punto es que no la veo como una cría -Suspiró guardando silencio mientras bebía, lo mejor era callar, las horas pasaban y la tensión en el ambiente era cada vez más pesado.

-Pues yo sí y esta situación me lo demuestra, está aquí por una de sus rabietas, me lo dejó más que claro. -François asintió, en aquello él tenía razón, ella misma se lo había dicho, aun recordaba sus palabras.

-En eso tienes razón -Tomó el trago de una sola vez y retiró el vaso, no podía embriagarse, movió su cabeza tratando de recomponerse, hacerse tales reproches no era la mejor forma de emplear el tiempo.

-Me sugieren que se hable ya de secuestro.

-¿Crees qué de esa forma se comuniquen con la familia? -Habló sintiendo su garganta seca.

Matthew mordió su labio superior mirando a François fijamente a los ojos, apretó su mandíbula y asintió.

-¿Por qué lo ocultaste inicialmente? -Le preguntó mientras acomodaba las mangas de su camisa, mirándola sorprendido de haber estado todo el día en aquella condición tan deplorable. Matthew volvió a apretar su mandíbula.

-Porque no quería que sus padres se dieran cuenta por un noticiario, tenía que decírselos yo mismo. -Él sonrió y movió su cabeza como siempre él tan metódico, aun así, no quería reprocharle nada, no valía la pena.

Seguía en ese bar y François se recostó de forma pesada en el pequeño espaldar del butaco, Shepard se veía bastante mal no podía negarlo y él... Era un desastre, estaba lleno de polvo y arañazos y aun así no era capaz de ir a la ducha, sentía su cuerpo paralizado como si no lo pudiese controlar y como en cualquier momento se echaría a llorar como un niño pequeño lleno de miedo.

Recordó las palabras de William en donde le decía que el asunto de Rebecca no los fuese a convertir en alguna clase de amigo con Shepard, rió de forma interna ellos sabían que eso no era posible ambos se toleraban por razones desconocidas, pero su punto en común era ella y si era de trabajar en equipo con él lo haría que aun así no lo consideraba cercano, su móvil sonó sacándolo de sus pensamientos.

Se trataba de su amigo, no había podido salir aun, al parecer las cosas con su hermana se habían puesto densas, después de tanto tiempo decidía separarse de Heinz Hammer su esposo por al menos diez años más menos y su padre la amenazaba con quitarle el apoyo financiero, todo eso parecía de una novela barata, Anna era mayor y por lo que sabía tenía la herencia de su padre, más lo que pudiera conseguir después del divorcio, además era una mujer de tan solo 33 años, lo suficientemente joven como para trabajar.

Le dio ánimo a su amigo y el también lo hizo de vuelta, entendía que no era fácil para él ver como surgía una nueva crisis en su familia tan deteriorada desde que Brigitte murió tras una larga lucha contra la leucemia, aun así, él vivía su propio drama y no pudo decirle si lo ayudaba en algo, no era dueño de sí, no le importaba nada más que su Rebecca

François colgó y miró al costado Shepard se había ido, François se levantó y dejó un par de billetes en la mesa y se dirigió a su habitación. La situación no era la mejor ni para él ni para Sébastien, la muerte de la madre en aquella familia había sido realmente terrible para ellos, en especial Anna qué era la que más demostraba su enojo, murió de cáncer en una familia de médicos afamados.

Hundió el botón del ascensor en ese instante no podía hacer nada más, un timbre alertó qué las puertas se abrieron y entró en silencio, era duro estar en aquel hotel de lujo y no saber en qué condiciones estaba ella, se recostó en las barandas internas, si tan solo hubiese insistido más, así ella se enojara, pero no podía, no era capaz de prohibir e imponerse como Shepard que subestimaba ese tipo de independencia, respetar las decisiones mutuas y no entrar en una especie de relación, padre hija en donde él imponía restricciones.

Las puertas se abrieron antes de llegar a su piso y alzó su mirada juntó sus cejas al ver a William abordando el ascensor él simplemente entró como si nada y François giró su rostro, la última persona en el mundo que quería ver era a él, lo vio hundir uno de los botones, François estuvo en silencio y metió las manos en sus bolsillos mirando al frente a las puertas del ascensor como si William no existiera.

François suspiró aún le faltaban algunos pisos y aquello lo estaba volviendo loco no entendía porque chocaba tanto con ese sujeto, su móvil volvió a sonar en su bolsillo, dudó unos instantes y luego lo tomó, se trataba de Sébastien que le decía que si podría ir finalmente, había logrado una especie de conciliación y su padre estaba más calmo, aun así François creía que los dramas con Anna era realmente agotadores y exasperantes, finalmente le habló de Audrey y él por su parte no estaba para los dramas de su madre, aun así la llamaría para calmarla.

Se despidió cuando William llegó a su piso y finalmente volvió a quedar él sólo con sus pensamientos, esperó un poco más hasta llegar a su piso, las puertas se abrieron y caminó a la suite, pasó la tarjeta y entró al cuarto, buscó al gato por los alrededores, pero no lo vio sacó su móvil para llamar a su madre, aunque era tarde.

-¿Fran? Querido -Dijo con voz presurosa.

-Madre -Respondió.

-Por amor al cielo, ¿François podrías dignarte a llamar a tu madre? ¿Es tan difícil? ¿Acaso no tienes consideración con tu madre?

Ella comenzó hablar, pero él dejó de prestarle atención, puso el móvil en alta voz y comenzó a quitarse la camisa y la tiró a un costado, hizo lo mismo con sus pantalones, tomó unas de las toallas y se la puso alrededor de su cintura, volvió a la habitación y su madre seguía hablando en el teléfono sin parar.

-¿Me estas escuchando? -Dijo de repente.

-Sí, Audrey sigo aquí.

-Madre, soy tu madre, François.

-Madre sigo aquí, pero estoy cansado, iré a verte pronto, pero por ahora te debo colgar...

-Ni te atrevas François LeBlanc -Él suspiró y movió su cabeza.

-Entonces dime qué más quieres platicar.

-François pronto haré una cena y espero que hagas acto de presencia

-Veré qué puedo hacer -Dijo sin ánimo.

-No, vendrás, si no quieres que a tu madre le dé un colapso.

-Audrey eso se llama chantaje, es muy bajo de tu parte.

-¡François!

-Lo siento madre, te amo, pero ahora mismo no es un buen momento.

-Lo entiendo -Dijo recomponiéndose -Llámame cuando te encuentres de humor -Expresó colgando de inmediato.

François suspiró y miró la habitación abatido, no podía evitar ser un borde cuando tenía asuntos tan delicados con Rebecca, nuevamente se sentó en la cama y puso ambas manos en su cabeza, su amor no estaba y por algún motivo las palabras de Shepard comenzaban a pesar en él: era su culpa.


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