DULCE TENTACIÓN CAPÍTULO 40: "Hazme el amor"
-François LeBlanc me tienes al borde del colapso, -la voz dos timbres más altos de Audrey se escuchaba por el auricular- tu madre va caer enferma o lo que es peor morir -François rodó sus ojos, solía ser tan exagerada, él sabía que hacia una escena para que él fuese a París.
No funcionaria, ya había sido claro, iría sí, pero en unos días más, no obstante seguía escuchando lo mal hijo qué era y lo poco considerado, cuando ella misma le había dicho qué se iría San Bartolomé a pasar una larga temporada de vacaciones, cuando la buscó en diciembre un tiempo en que pensó que rodearse de su familia podría ayudarlo, pero no obtuvo nada de eso, incluso Pauline estuvo en sus propios preparativos, no se los reclamaba, pero no le gustaba que Audrey lo llamara mal hijo solo por estar pendiente de Rebecca.
-Te di la oportunidad de tenerme en diciembre Audrey y la desaprovechaste ahora mismo no puedo ir, pero lo haré pronto.
-Ay no François por qué eres tan engreído, esto es culpa mía debí ser más severa.
Y ahí nuevamente comenzó con un recorrido de su infancia y todo lo que le había hecho pasar a lo largo de su vida, él la calmó diciéndole que iría pronto no le mentía, aprovecharía los momentos en que Rebecca le había prohibido ir con ella y adelantaría trabajo y la vería, pero en ese instante no pensaba moverse de ese lugar habían pasado dos largos días esperándola cual amo de casa y no se perdería su llegada, colgó el teléfono y por fin descansó su madre sabia ser un incordio cuando se lo proponía.
Suspiró, se sentía tan feliz, la vería nuevamente, no le importaba estar en ese lugar miserable o en esa casa tan horrible, aunque siendo honesto ya no se veía tan mal, cambiado el mobiliario había contratado un servicio de limpieza que él mismo había supervisado y cada baldosa y entre baldosa estaba reluciente, el baño, la cocina y las paredes, odiaba pensar que algún fluido del hombre que vivía ahí pudiese estar en algún lugar.
Al contrario de él Rebecca no le había importado el primer y día había pretendido acostarse en la cama sin antes hacerla de nuevo, afortunadamente él había estado ahí y había cambiado todo antes de que ella llegara a acostarse, si no estaba él quien la hubiese cuidado de tanto sudor reprimido en esas sabanas que estaban amarillas de lo sucias que estaban.
No supo como hizo esa noche para conciliar el sueño al lado de ella, pero había salido victorioso y después que ella se fue quiso cambiar el colchón y la cama, así se sentiría más seguro de dormir ahí, pero todo se salió de control cuando deseó también hacerlo con los muebles, trastos de cocina y cada cosa del lugar, le gustaba que todo se viera uniforme y el estilo contemporáneo que le había imprimido le había sentado genial.
Lo mejor todo era que ese día llegaría Rebecca y él moría por verla, caminó del balcón -que era donde hablaba con por teléfono- a la sala y vio sus cosas, se sonrió ampliamente entró a la habitación, pero se escuchaba la regadera, deseó entrar y abrazarla como estuviera, pero mantener la distancia era algo que deseaba hacer, sobre todo porque aun no le pedía ser su novia y quería que todo llevara su curso y no espantarla, no obstante sus manos le sudaban y sentía qué su corazón latía a prisa, quería verla, así que salió un momento a la sala y tomar un respiro y tranquilizarse un poco.
Desde que recordaba su vida estaba llena de lujos y comodidades, no recordaba estar particularmente hambriento o deseoso de algo, había estudiado en instituciones prestigiosas de gran categoría, no sólo el dinero de su familia se lo permitía, sino que era hábil por sí mismo y era algo que se había probado a lo largo de los años, no solamente era François LeBlanc el heredero de la petrolera LeBlanc, era un hombre capacitado para hacerse un nombre por sí mismo y sin ser modesto sentía que lo había conseguido.
Después de tranquilizarse un poco y recobrar el aliento fue a buscarla nuevamente, había apagado el laptop y el celular, no deseaba interrupciones, cuando estaba con Rebecca lo demás pasaba a segundo plano y aunque la última vez habían estado en ese frenesí de altibajos, finalmente los espacios en donde solo eran ellos simplemente valían la pena.
El ruido de la puerta lo alertó y la vio salir, Rebecca Bracho tenía un algo qué hacía que su cuerpo reaccionara, cualquiera le podría decir que sí, que lo tenía, pero él no se refería a sus piernas torneadas, su cabello sedoso o sus exquisitas caderas con un trasero de infarto, la naturaleza la había hecho dueña de una belleza casi única, pero no era eso a lo que él se refería, se trataba de ella por sí misma, algunos le llamarían aura otros presencia, él simplemente no podía explicar con simples palabras lo que esa mujer generaba en él era indescriptible.
Tenía puesto un pijama con pantalón y un suéter negro su cabello estaba mojado, caminó hacia ella y sin darle tiempo de hablar, la tomó por su rostro y puso sus labios sobre los de ella, Rebecca los recibió y sus lenguas se envolvieron en un beso, ahí estaba nuevamente perdido en Rebecca Bracho, su boca anhelaba encajarse con ella, Rebecca rodeo su espalda y lo apretó fuerte, él hizo lo mismo sin dejar de besarla, la sintió sonreír.
Lentamente se separaron y ella con su dedo índice recorrió su rostro, sus ojos cafés lo miraban detenidamente, quería saber que se cruzaba por su mente, pero en vez de preguntarle simplemente la él la tomó por los muslos y la llevó a la cama la sentó mientras él quedó de frente, le parecía irreal tenerla ahí, tocarla, sentirla, escuchar su acento madrileño y su sonrisa infantil, hablar de cosas tan cotidianas y tener su gran trasero cerca para palmearlo.
-Creí que me volvería loco en este encierro antes que volver a verte. -Dijo sincero.
Desde que ella se había ido, se había dedicado a los cambios del lugar, quería que ella estuviera lo mejor posible, además de que no podía negar que también lo hacía por él, no se consideraba maniático por la limpieza, pero le gustaba que los lugares donde estaba tuvieran ciertos estándares, odiaba quedarse en sitios sin clase y sentía que había podido brindarle un poco de categoría a ese lugar deprimente.
-Ya sabes lo que se siente extrañar. -Rebecca le respondió y él alzó ambas cejas.
Al parecer ella no dimensionaba lo mucho que lo había hecho, no podía culparla era como si de nuevo estuvieran iniciando y él tenía el deber de demostrar que daría su mayor esfuerzo para enmendar lo que había arruinado, aunque ella sintiera que estaban rotos, él no lo creía, había dolor, si, ambos lo habían sentido, pero era momento de dejar todo eso atrás.
-Lo he hecho desde mucho antes.
Reafirmó y tocó sus labios levemente, Rebecca lo abrazó enterrando su cabeza en su cuello, era tan reconfortante sentirla, sus sentidos disfrutaban de ella, su piel suave, su olor a manzanilla y su sabor... Hacía dos noches que se habían besado él se había atrevido a besar su cuello, de solo pensar en eso su cuerpo comenzaba a reaccionar, pero él mismo se convencía qué debía esperar no quería forzarla a nada y por más que quisiera estar con ella, ante todo le debía respeto, no era una mujer con la cual solamente descargar sus impulsos sexuales.
-¿Qué le hiciste a este lugar?-Preguntó ella sacándolo de sus pensamientos
-Adecuarlo un poco -sonrió - Estar aquí todo el tiempo como estaba antes no era agradable.
-Lo comprendo, regresa a París o ve a Nueva York -Él sonrió.
-Lo haré, pero no por ahora, saber que estás a minutos me tranquiliza. -Se fijó en su pijama, quería salir con ella, iniciar de la forma correcta, decirle que ella no era un pasatiempo y quería más- ¿Tienes sueño?
-No, sólo quiero sentirme cómoda, no quiero ver jeans, ni camisetas, ni polvo, ni muerte, no hasta que tenga que volver a Alepo.
-¡Oh! -Expresó aun pensativo.
Quería llevarla a un lugar, sabía que esa ciudad no era un patio de juegos, aun así, eso no le impedía hacer cosas que por un momento la alejaran de ese lugar deprimente y le permitieran llegar nuevamente hasta ella. Estaba emocionado tenía algunas sorpresas para ella, comenzaría su plan reconquista el cual si salía como quería sería por siempre, ya que encontraría nuevas formas para conquistarla y enamorarla.
-Quería salir contigo más tarde-añadió poco después- Onu me dice que hay un lugar en Antakya... -Pensó en el restaurant, en lo que quería hacer, estar fuera de lugar era algo que no le gustaba y temía que no salieran las cosas como quería.
-Hay muchos lugares en Antakya, no por nada es la cuna de 4 grandes imperios, pero es peligroso, nadie puede saber que estás aquí.
-Sé que hay muchos lugares, pero me refería a un restaurant al que podríamos ir a comer, nadie me reconocerá, - La miró suplicante, sin darse cuenta hizo un puchero, deseaba tanto salir con ella, quería sorprenderla.
-Eso es injusto François- dijo ella bajando su cabeza, lo estaba pensando y esa espera lo estaba matando lentamente- sé que lo sabes, lo haces adrede. - Alzó su cabeza nuevamente y esta vez sus ojos se veían diferente- Te amo, vamos donde tú quieras, pero tendrás que usar lentes de sol y alguna gorra, no quiero que te pase nada y menos por mi culpa.
Él sonrió realmente emocionado y le dio un beso levantándose al instante, tenía tanto por concretar, la mesa, la comida, quería que fuese un momento especial en donde le pediría que fuese su novia.
-Entonces significa que hoy tendremos una cita. -Estaba tan emocionado que lo dijo en voz alta, tendrían una cita y eso lo emocionaba muchísimo, se sentía como un pequeño.
-Significa que hago todo lo que tú quieras. -Él sonrió un poco más ante esa declaración, apoyó sus manos en la cama la hizo acostar y le dio un beso en su cuello y luego le susurró a su oído.
-No sabes cómo me hace feliz el poder salir contigo. - Quizá ella no lo dimensionaba y él se quedaba corto con sus palabras, pero era inmensamente feliz con una simple cita, le dio un beso, y poco después se levantó. - descansa un poco yo tengo que hacer un par de llamadas.
-No estoy cansada, pero haz tus llamadas.
François se fue a la sala y le marcó a Phillipe, al ver una llamada perdida de él, le comentó brevemente algunos asuntos del trabajo y después de pedirle qué le enviara información a su correo le colgó, tenía prioridades y en ese instante era Rebecca y la cena qué quería tener con ella, así que luego llamó a Onu, la persona que Phillipe le había recomendado para qué le ayudara a desenvolverse en ese lugar, no sólo porque era nativo sino que, además tenía cierta preparación que le gustaba en las personas que lo rodeaban, era diligente y acertado, al menos con todo lo de la remodelación había sido de gran ayuda.
Le confirmó la reserva del Restaurant, además de la comida ese aspecto era crucial para él, le gustaba la buena comida, así que esperaba que fuese un buen lugar, quería que todo saliera perfecto. Después de unos minutos regresó a la habitación, Rebecca estaba concentrada en su celular, se acostó en la cama y puso su cabeza en su regazo
-¿Y qué tal tu semana? -Le dijo mirándola, le gustaba sentirla cerca, al menos había pasado los momentos críticos en donde su entrepierna sólo quería sexo y se perdía en otros lugares.
Rebeca comenzó a acariciar su cabello, podía acostumbrarse a eso, a esa pequeña felicidad que comenzaba a emerger con simples actos y lo alejaba de terrenos pasionales, ella le comenzó hablar del dolor que había visto y sobre todo combinado con infantes. Él no era la mejor persona para hablar al respecto, su infancia había estada colmada y él diría en exceso, nunca aguantó hambre o sueño, siempre había recibido lo mejor, lo más exclusivo así qué se sentía incapaz de responderle algo en referencia a esa guerra que ella en este momento cubría.
-¿Por qué te gusta todo esto? - Le preguntó tocando su rostro.
-Porque la gente tiene que saber lo que ocurre, desconocer nos hace indiferentes y la indiferencia promueve que este tipo de situaciones se perpetúen.
François suspiró, sí en cierta medida él era indolente, no le interesaba el sufrimiento ajeno, se justificaba que era mucho drama para él, pero después de lo que había vivido en los últimos meses algo había cambiado en él, no lograba explicar qué era, era como si parte de su lado humano lo hubiese tocado un poco y se sintiera con las ganas de saber más.
-¿Por eso te hiciste periodista?
-No, es algo con lo que nací o no sé, al menos desde que tengo memoria, es algo que solía hacer desde muy chica, cuando otros niños veían dibujos animados yo veía noticiarios y leía libros.
Él sonrió ante su respuesta, cualquier persona que viera a Rebecca Bracho no se lo imaginaria, los estereotipos qué imperaban decían que una mujer guapa como ella no haría tales cosas, simplemente estaría frente a un espejo admirándose, pero su Rebecca no era así.
-¿Practicabas frente a un espejo o algo así? - Sonrió al pensar que practicaba en este en vez de admirarse.
-De hecho, sí, me encerraba en el baño durante horas, nadie se preocupaba de que estuviera enferma, porque todos sabían que lo que estaba haciendo era noticieros imaginarios.
-¿En ese entonces qué querías reportar? ¿Acaso ya sabías que querías esto? -Dijo curioso que una niña pensara en guerras desde pequeña, Rebecca rió y miró su boca detenidamente le gustaba las expresiones de su boca el sonido que emergía al reírse.
-Solía repetir el noticiario del día.
-Oh, ¿y qué te gustaba leer? - Recordando que era lo otro que le dijo que le gustaba hacer.
-Todo, mi padre me daba muchos libros que aún conservo, inicialmente, y hablo de cuando aprendí a leer, me compró Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo, me maraville con los juegos de palabras y con la profundidad de cada uno de los personajes, ser Alicia se convirtió en una fantasía recurrente, fue entonces cuando conocí a Mare, ambas estudiábamos juntas y un día me sorprendió cavando un foso, extrañada me preguntó qué hacía y cuando le conté que buscaba al conejo, me dijo que yo era extraña, pero me ayudó a cavar y desde entonces siempre anda ayudándome a cavar.
Él le sonrió y le dio un beso, en definitiva en ocasiones era tan tierna, le gustaba cada vez que sabía más cosas de ella, le gustaba escucharla, recordó la noche de brujas, la había visto como Alicia, aunque había odiado esa peluca rubia, en general se veía tan bella, no era como si esa noche hubiese sido especial para él, se había ido a la playa intentando desconectarse del dolor que había sentido en ese museo por horas, pero... No lo había logrado tan solo había fantaseado con Rebecca y había terminado masturbándose en repetidas ocasiones, no había querido caer en el error de meterse con alguien cuando no tenía ganas de mujeres.
-Vi a una bella Alicia el Halloween pasado. -Ella lo miró con asombro.
-¿Viste mis fotos de Alicia?-Preguntó haciéndolo sentir algo stalker, aunque bueno lo había sido, pasaba horas viendo fotografías suyas.
-Si.
-Tú no subiste fotos. -Vio que su expresión cambió y sus ojos decayeron.
-No estaba de humor para fiestas, me fui a la isla privada de Sébastien. -Y lo mejor de ese fin de semana había sido su sueño con ella, una ella mujerzuela y candente, de solo recordarlo comenzaban su cuerpo a reaccionar.
-No hablaba de Halloween, en general, sólo pusiste una fotografía en meses, estabas con un rubio bebiendo vino, ahí me convencí que la única que sentía dolor era yo.
-Oh, él es Sébastien, esa noche de la foto lo único que hacía era beber vino y hablar de ti. Y por meses no subí fotos simplemente porque no estaba... Presentable – mirándola fijamente.
Ella hablaba de dolor y quizá ambos lo habían manifestado de formas diferentes, para el momento de la foto, él había atravesado una serie de etapas, de la euforia al desánimo, lo peor era que ni él mismo entendía qué le sucedió. Así que esa noche estaba solo en materia, de hecho solo la tomó por cortesía con Coco y no ponerla en sus redes se vería raro, ante todo era una figura publica y no podía dejar que lo vieran deprimido, inventarían rumores y si era honesto no le gustaba que los demás supieran como estaba realmente.
Rebecca se acercó y lo besó con pasión, saboreó sus labios sintiendo un leve temblor en su cuerpo, cómo le gustaban los besos de esa mujer, movía sus labios con destreza y sabía imprimirle un sello especial a cada uno de ellos, era un vaivén espectacular que no había sentido antes.
-Te amo. -Dijo cuándo se separó.
-Yo te amo más - Respondió él y la besó de vuelta, no se cansaba de besarla.
-¿Y a qué se dedicaba Monsieur cuando era un niño?-Preguntó una vez se separaron y él se sintió decepcionado un poco, sus instintos eran como motor calentando, podía sentir las revoluciones del acelerador.
Sin embargo dejó de lado sus pensamientos, sí ella lo quera castigar por un mes entero lo aceptaría, no le reñiría y seria paciente, porque a pesar de que tenía una erección cada 10 minutos cuando sentía su toque o sus labios, ese tiempo en el que hablaban y se perdían en ellos le gustaba, le fascinaba saber más de ella.
-Umm, -ella le preguntaba por él de niño, ciertamente, había tenido una infancia de excesos, además de que reconocía que tuvo muchos problemas con la comida, además de las típicas clases particulares qué los niños de su entorno recibían, hacía mucho no recordaba su niñez-tenía clases privadas, así que tenía una agenda estricta, que cumplir también...-fue interrumpido por su móvil, pero él solo lo silencio.
-Otro niño sin infancia- expresó antes de que él se moviera a contestar su móvil.
Él la miró un instante, eso de otro niño le llamó la atención, pero no se detuvo en eso no quería pensar qué se refería a Matthew Shepard, lo cierto era que él había disfrutado cada una de sus clases.
-Oh, no me perdería de los placeres de la vida por cumplir una aburrida agenda - sonrió y volvió a ver su móvil alumbrar, era un número desconocido, sin salir de la habitación contestó, ella lo miraba en silencio, mientras se recostaba en la cama- ¿Diga? -Respondió escueto no le gustaba que lo interrumpiera mientras hablaba con Rebecca de hecho, lo había apagado anteriormente y después de hablar con Onu se había olvidado de hacerlo de nuevo.
-François, soy yo Christie - dijo emocionada - la última vez no pude darte mi número móvil
-Oh no te molestes tampoco lo quería Christie. -No entendía para qué lo llamaba, él había sido claro, estaba enamorado y no había vuelta atrás.
-¿Por qué tienes que ser así? La otra vez nos divertimos bastante. Y sé que quieres repetir-Evitó soltar el aire, eso le pasaba por ir destilando su mala vibra por todo el lugar y cogerse a una ex sin gracia.
-Habla por ti, ya te había dicho que a mí no me pasa de igual forma, además ahora estoy ocupado con la mujer que amo. Evita molestarme en el futuro -Colgando al instante, esperaba que esta vez le quedara claro, no quería volver a ser ambiguo y dar pie para suposiciones, Rebecca sólo lo pensaba como un conquistador, pero aún no sabía que también podía llegar a ser fiel cuando estaba con alguien y eso era otra cosa que debía demostrarle.
Él se acomodó a su lado y notó qué ella lo miraba algo incomoda, le hizo un gesto de pregunta con su rostro sin articular palabra y la vio reír nerviosa.
-¿Qué fue eso?- Preguntó de pronto subiéndose sobre él a horcajadas.
-Sólo un incordio - suspiro, Christie era persistente, pero esperaba que con eso se calmara, a veces se debía dejar la delicadeza de lado y ser directo no quería que se entrometiera en su relación - ella evidentemente no entiende que ya le había dicho que amaba a otra persona, aunque bueno en ese entonces todos se burlaban porque este hombre enamorado había sido dejado -dijo haciendo un mohín, nadie le creía y repetir siempre lo mismo comenzaba a ser molesto.
Rebecca se mordió el labio, él aún no dilucidaba sí era adrede o un simple reflejo, pero eso para él era una incitación a perderse por caminos oscuros, acto seguido comenzó ella a cercarse y besó su labio inferior, lo estiró con su dientes acompañando su trabajo con su lengua, quería contenerse los cielos eran testigos de eso, pero era un vil mortal, tanta tentación junta era demasiado para él, así qué sintió formase una erección, no podía creerlo, ¡diantres! Ella estaba sobre él y no tardaría en darse cuenta.
-Yo jamás te dejé. -Le escuchó a lo lejos, en medio de su frenesí.
-Lo sé. -Le respondió porque así era, ellos no habían podido soltarse, la tomó por su rostro la besó, lentamente, a veces le costaba asimilar que era ella y no una treta de sus sentidos como muchas veces le había ocurrido. La vio lamerse sus labios una vez se separaron.
-Me gusta tu sabor a hierbabuena- Él sonrió y pensó qué le gustaba el sabor dulzón de sus labios.
-Y a mí tu sabor a caramelo. -Rebecca hizo un mohín y él la miró sin entender su expresión.
-Tú odias el dulce, nunca te ha gustado el sabor que tengo. -Vio su rostro triste y él solo la miró en silencio, odiaba el dulce sí, eso no era un secreto, pero no le sucedía lo mismo con ella, le gustaban sus besos, le gustaba su sabor.
-Eres el primer dulce que me enamora, no sabes cuánto busque tu sabor, finalmente lo único que me recordaba tus besos era eso. -Ella frunció el ceño.
-¿Caramelo?
-Sí, así como tú cabello. -De forma instintiva la vio llevarse su mano a su ahora corto cabello.
-Muchos piensan que es como el chocolate. -François hizo una mueca, no le gustaba el chocolate y menos en su cabello.
-¿Chocolate? No es tan oscuro como para que se le parezca.
Quedaron en silencio y la vio sonreír se acercó y lo besó, François cerró sus ojos y una nueva oleada de sensaciones invadió su cuerpo, era consciente de cada movimiento y los ruidos que hacían, su autocontrol se estaba yendo muy lejos quiso parar, pero ella le comenzó a besar su cuello con desenfreno, luego el sentir su mano entrelazar la de él, hizo que su libido aumentara, ese beso era realmente candente.
Sus bocas se separaron y él la miró fijamente, tragando saliva de forma pesada, sin ser consciente de sus movimientos comenzó a besar la clavícula de Rebecca, ahora sus manos viajaban por todo su cuerpo, apretó su cintura y volvió a encontrar su boca, ahora ambas respiraciones estaban entrecortadas, la lujuria y la excitación había crecido a raudales ambos lo sabían. De repente Rebecca se detuvo y lo miró a los ojos, su cabello estaba desordenado y sus labios y mejillas más rojas de lo normal, ambos se veían agitados y excitados.
-Te necesito, por fin entiendo que beberte es lo único que he necesitado- Dijo finalmente, François alzó sus cejas, no se había dado cuenta que estaba conteniendo la respiración cuando habló finalmente.
-¿Ya estas segura de esto? -Quiso comprobar que no era un mal entendido, aunque esta vez las señales eran más que claras.
Rebecca no le contestó sólo se abalanzó sobre él y lo besó de forma arrebatadora, movía su boca con experticia y su lengua buscaba la de él, acarició su espalda y dio leve círculos en esta, quería arrancarle esa delgada tela, pero se contuvo irían despacio, así que bajó a sus muslos apretándolos levemente y sin evitarlo más besó su cuello, subió y comenzó a besarlo recorriendo el contorno de su mandíbula, le era imposible no sucumbir ante la sensualidad que ella emanaba incluso en pijama.
Pasó sus manos por la curva de su cintura y su cadera, hacía tanto que no lo hacía que la sensación de sus manos en su piel casi lo quemaba, instintivamente Rebecca levantó su cabeza y tomó su pijama levantándolo por encima de su cabeza, quedándose en su sostén blanco él se quedó mirándola unos instantes ante su movimiento repentino eso lo había sorprendido, sin embargo el estupor inicial fue cambiando por lujuria, era de verdad ella y no sus sentidos engañándolo.
Él se acercó se sentó y comenzó a besarle su pecho por encima del sostén, su piel era tan suave y su olor lo invadía, ella se arqueó para él y la visión de su cuerpo hizo que alzara sus cejas mientras se acercaba más a ella, besando su vientre recorriéndolo con su lengua levemente mientras que con sus manos recorría su espalda, Rebecca tomó una de las manos de él y la puso sobre su pecho sin soltarlo.
-Quiero que me toques, quiero que no te contengas, porque tengo tanta sed que mi garganta se quema.
Uff, su voz se escuchaba ronca por los jadeos, tan sexy, su mirada cambio y la observó con pasión había esperado tanto, así que dejó de contenerse y con la mano aun en su pecho comenzó a masajear, mientras se incorporó, con gran habilidad le quitó el sostén y lo tiró a un lado, François vio con su boca entreabierta su pecho, pasando su lengua por sus labios, bajó hasta estos y comenzó a succionarlos con hambre sabía qué estaba haciendo presión con sus dientes, pero a cambio sólo la escuchaba gemir, eso le gustaba, le prendía mucho, así que se hizo a su otro pecho.
Su erección crecía, quería hundirse en ella y calmar sus ganas de Rebecca Bracho, pero le gustaba lo que hacían, el juego, las caricias, disfrutar cada centímetro de ella, las caderas de Rebecca comenzaron a moverse, aún estaban vestidos, pero aquello era tan candente, la vio echarse hacia atrás alejando sus pechos, la visión de su torso desnudo era alucinante
Se miraron un momento a los ojos y ella atrapó su boca nuevamente, al parecer no era el único con ganas ya que acto seguido le arrancó la camisa, los botones de esta salieron disparados, uff aquello le había gustado, metió sus manos y acarició su pecho, sin dejar de besarlo, sin embargo se detuvo.
-¿Qué pasó?- Le preguntó con su ceño fruncido.
Él dejó lo que hacía y la miró aun entre jadeos, no sabía a qué se refería, sin embargo pronto cayó en la cuenta, su cuerpo aún no se recuperaba de los estragos de la bebida.
-Te dije que no la había pasado muy bien, pero eso ya no importa -La volvió a besar sin pensar en él asunto realmente no quería pensar más en eso, pero ella se separó y lo miró con esa expresión seria...
-A mí sí me importa ¿qué te hiciste? -Él se separó un instante y esta vez sin ojos de lujuria se fijó en ella, no se veía igual que aquella noche, su cuerpo también más delgado.
-Al parecer lo mismo que tu -dijo con voz apagada, recordó sus cartas, su rabia inicial, no le gustaba pensar qué le pudo pasar esos meses.
Alzó su mirada y vio los ojos de ella ensombrecidos, la vio cubrir sus pechos y pronto comenzó a vestirse nuevamente, él frunció el ceño no entendía por qué había tomado esa actitud, era verdad que ambos estaban mas delgados, menos tonificados, pero eso no impedía que se siguieran degustando.
-Ya no te gusto así. -Declaró ella, pero él en cambio trago saliva, decir que ella no le gustaba era muy similar a aseverar que odiaba el vino y él tenía muy claro que ella le gustaba mucho más que su vicio.
La lujuria que despertaba en él iba más allá de su cuerpo, era su forma de besar de moverse expresarse, incluso cuando la conoció ella no tuvo que ponerle un dedo encima para excitarlo su conversación había estado cargada de erotismo y a la vez de rabia era extraño, la miró con deseo le gustaba por ser ella simplemente.
-Me gustas por ser tú, esto - miró el cuerpo de ella y él de él -esto es algo que no pudimos evitar, nuestros cuerpos simplemente se extrañaban, no te avergüences -le dijo acariciándola - para mi eres perfecta.
-¿Aún sin abdominales marcados y curvas ausentes?
Él rió, por su comentario tan inocente parecía una niña buscando aprobación, esa era la primera vez que sentía eso de ella y definitivamente le gustaba.
-Simplemente perfecta por ser tú, -destapó sus pechos nuevamente y pasó sus dedos por estos, eran pequeños, firmes, exquisitos.
Le gustaban así, le generaban muchas morbosidades en su cabeza y creía que eso era suficiente para decir que no le importaba, el tamaño o las abdominales, el sabor de Rebecca lo tenía enviciado, vio el cuerpo de ella moverse de forma instintiva y el degustó sus pechos, con su lengua masajeó sus pezones ella se estremeció de inmediato, él se acercó y los besó nuevamente podía saborearlos por horas, luego la miró:
- Sólo espero que de ahora en adelante no vuelvas a rechazar lo que te prepare. -Añadió
Se sonrió y siguió besando su pecho, sintiendo ese pequeño pezón corrugado en su lengua, era tan excitante y eso que sólo estaba una parte de su cuerpo, los gemidos de Rebecca inundaron el cuarto y hacían que la situación fuese más sórdida, apretó con sus labios nuevamente sus pezones de forma intercalada entonces ella hizo algo inesperado, las manos de ella le quitaron su camisa, por un instante lo miró de una forma que no le gustó a él, sin embargo esto cambió cuando ella comenzó a besar su pecho, él sonrió al verla arrodillada devorándolo.
No solamente le gustaba tocarla, sino que además sentirla con ganas de saborearlo, de perderse en su piel como él lo hacía en la de ella, François llevo sus manos a su espalda la acarició con ternura, pero pronto sus manos inquietas bajaron a su trasero no se contuvo y lo apretó, la deseaba la quería coger sin control, su apetito era inmenso.
Así que ya no podía más debía tocarla, se incorporó y con delicadeza la puso sobre la cama, sus pechos estaban al aire y su fina cintura lo llamaba. Abrió ligeramente las piernas de ella y con sus dedos exploró el borde del pantalón de su pijama la bajó de un tirón y la visión de sus piernas lo descolocó.
Ella hasta hacía unas semanas era simplemente un recuerdo, un cúmulo de sensaciones que comenzaban a ser más difusas con el paso de los meses, ahora su memoria se aclaraba, mientras él la saboreaba, con su lengua las recorrió hasta llegar a su sexo y comenzó a besarlo por encima de las bragas, su olor era embriagante se detuvo unos instante ahí, bajando por su pierna y volviendo a sexo y los mordisqueo sus labios vaginales por encima de sus bragas, la sintió retorcerse, así que él estiró su mano y tomó entre dos de sus dedos uno de sus pezones, estaba totalmente llevado por el deseo todo le gustaba de ella su olor su cuerpo toda ella como no le había pasado antes.
Bajó lentamente sus ropa íntima y dejó al descubierto su sexo totalmente depilado la miró unos instantes y volvió su vista a este, en una ocasión había hecho sexo oral, pero más por explorar y la experiencia no había sido agradable y no lo había vuelto hacer, ahora tenía hambre de Rebecca, quería devorarla así que comenzó a repartir leves besos al lado de sus labios vaginales se sentía tan suave que comenzó a incrementar su ritmo, metió su lengua y tal como había pensado el sabor de ella comenzó a llevarlo al éxtasis su vagina estaba tan lubricada que se mezclaban sus líquidos con su saliva a la perfección, era como un néctar prohibido que por fin lograba degustar y se sentía en la gloría.
Había sido acertado probarla, de hecho si era honesto el sabor de la piel de ella, lo tenía extasiado, tanto que sabía que tendría que llegar a ese punto tan húmedo y ardiente esperando sólo por él, no se engañaba Rebecca había tenido parejas sexuales, él también y creía que muchas más, pero cuando llegaba la persona indicada sabía que habían cosas en la cama que sólo se reservaban única y exclusivamente para ella, así que aunque por su parte no le estaba brindando su virtud, sabía que el sexo con Rebecca era cargado de sentimientos, le entregaba su ser y todo lo que él era.
No tenía experiencia en comer vaginas, pero asumía que operaba como con los besos y bueno sabía algo de anatomía femenina y si había llegado a masturbar una que otra chica en su adolescencia en esas primeras exploraciones, así que movió su lengua en círculos, ella comenzó a gemir y a retorcer con fuerza cada vez más, lo que lo hacía qué lo gozara y su erección se pusiera aún más dura, saber que le estaba brindando placer era algo que disfrutaba más que nada, de pronto sintió los dedos de ella metiéndose en su pelo halándolo, alzó la vista un momento y vio su rostro contraído de placer, sonrió y volvió su cara a su sexo, tomó su clítoris halándolo con sus labios, ella movió sus caderas y lo atrajo más hacía sí.
Él siguió saboreando a Rebecca con más pasión, le era imposible dejar de hacerlo, era como si hubiese descubierto un nuevo sabor adictivo y realmente delicioso, escuchaba los jadeos de ella, sin embargo pronto éstos cesaron y ella le pidió que parase, François la miró saboreando sus labios sin entender qué le sucedía, con su respiración entrecortada Rebecca le dijo que ella también quería.
Sin ceremonias ella comenzó a desvestirlo, pudo notar sus manos temblorosas, pronto emergió su erección sintió alivio al dejar de sentir la presión de su bóxer, Rebecca metió su pene en su boca de forma salvaje y él emitió un gruñido, demonios su fantasía se quedaba corta con la realidad de ese instante y eso qué lo había alimentado por meses en sus noches de soledad.
La sensación de su boca caliente lo inundaba, su hábil lengua lo saboreaba y podía sentir como sus sentidos comenzaban alejarse de la realidad, la música en turco que sonaba a lo lejos, se comenzó a escuchar más distante, era un manojo de emociones concentradas en su miembro en la calidez de la boca de Rebecca, contrajo su rostro sintiendo el movimiento de su boca en su miembro, pero él quería volver a pasar sus labios por la tersa piel de sus labios vaginales, así que la giró con habilidad acostándola sobre la cama, mientras él buscaba con su boca el sexo de Rebecca y ella volvía a encajarse con su glande.
François también quería continuar con lo que hacía, de manera metió su lengua en medio de su sexo y volvió a degustar de su olor y sabor, sin embargo ahora con el aliciente de que también sentía las maravillas que ella hacía con su boca y ambos podían saborearse y sentirse, se declaraba adicto a su vagina, a su viscosidad ardiente y a los movimientos que hacía con su cadera, incluso el olor a sexo que comenzó a emerger en la habitación, además era un éxtasis escuchar los gemidos que se le escapaban una vez dejaba de engullirlo, él tampoco podía ser silencioso de manera que dejaba escapar leves rugidos, sentía que ella sabía mejor que cualquier platillo de tapenade, tomó sus piernas con ambas manos y las separo dándole mayor acceso hundió sus dedos en sus rodillas al sentir el roce de su lengua.
Era alucinante lo que ella hacía con su boca, llevaba su pene hacia lo más profundo cosa que no hacia cualquier mujer, de pronto lo sacó y comenzó a juguetear con sus testículos, ¡vaya! eso daba un incentivo extra que hizo que soltara un gemido ronco y mientras que con su boca estimulaba sus testículos con su mano comenzó a masturbarlo, en ese momento su mente se nublo y dejo de estimularla a ella, estaba perdido en las sensaciones que ella le brindaba, no quería que parara y quizás ella lo intuyó porque sus movimientos se intensificaron, pronto su boca volvió a pene, pero ahora también lo estimulaba con sus manos.
Quería un poco más así que se incorporó y comenzó a moverse, como si se tratara de su parte baja, se cogía su boca y ya se sentía a punto, pero quería desfrutar aquello un poco más, las sensaciones estaban desbocadas.
-Oh eso se siente realmente bien-Le escuchó decir por un momento en que pudo liberarse de su miembro.
Él se sonrió eso había sonado tan bien, ella tenía formas de verse tan decadente, la tomó por su cabello empujándola nuevamente, ahora mismo los dos estaban quemándose por la pasión, la delicadeza y romanticismo estaba aún lado sólo querían devorarse, la lengua de Rebecca se movía con destreza, mientras él entraba y salía de esta, sabía qué se estaba dejando llevar y era osco, pero los gemidos ahogados de ella le decían que no le importaba su rudeza, pronto sintió su descarga y vio como ella la tragaba, luego comenzó a lamer los restos de glande, él se estremeció ante esa visión, definitivamente era mejor mujerzuela en la realidad que la de sus fantasías.
Él recuperó el aliento y rozó con uno de sus dedos su boca deteniéndose en el lunar que tenía a un costado, eso había estado del otro mundo, quizá por la espera, por el juego previo, pero todo estaba en sintonía.
-Tu boca me lleva a la locura -dijo entre jadeos, él quería más de ella.
-¿Sólo mi boca? - Dijo picara y él la miró con intensidad. -¿Quieres saber a qué sabes? -Rebecca sonrió con esa picardía innata que poseía, se acercó y comenzó a besarlo,
Ella se movió, acostándose sobre él mientras lo besaba, fue extraño sentir el sabor de su semen, realmente nada agradable, sin embargo estaba ido por el deseo, por ella Rebecca lo llevaba al éxtasis, la besó con pasión mientras bajó una de sus manos hasta su sexo y comenzó a mover sus dedos, sintiendo su clítoris, ella estaba húmeda, metió dos de sus dedos y Rebecca gimió muy fuerte, eso no era suficiente quería descolocarla, enloquecer de placer.
Pronto la vio moverse se cogía sus dedos como si se tratara de su pene, aceleraba el ritmo mientras él se perdía en los gestos que hacia su cara, la escuchaba jadear y verla era excitante, mordía sus labios y cerraba sus ojos levemente, François bajó a uno de sus pechos y la besó mordisqueando levemente su pezón, entonces sacó sus dedos de su interior y tomándola por su cintura la puso sobre su cara introdujo su boca en su sexo mientras ella se movía él continuaba sosteniéndose por su cintura.
-¡Ya por favor para! ¡Te necesito! -La escuchó casi gritar, él se incorporó y ella se sentó a horcajadas - Te quiero dentro de mí- Lo miró a los ojos suplicante. -Diantres, era una petición muy sucia, pero en sus labios se sentía tan tierna, estabilizó su respiración, mientras sentía el sudor escurrir ligeramente por sus patillas-Te dije que no te contengas, no lo soporto más.
Él se incorporó acostándola en la cama la llevó hasta el borde, la observó detenidamente, su rostro estaba sonrojado por la actividad física y su cabello estaba casi mojado de sudor, ella no quería que se contuviera no lo habían hecho por más de cuatro meses, así que la tomó por sus muslos y abrió más sus piernas que yacían ligeramente flexionadas atrayéndola un poco hasta él, se introdujo de forma brusca y la escuchó gritar, se arqueo para él y la sintió más profunda, pronto los jadeos incrementaron.
Nuevamente estaba en ese frenesí, tan primario, entraba y salía de ella, era como si de alguna forma todo fuera irreal, ella estaba ahí moviendo su cuerpo, no había logrado volver a sentirse tan pleno como esa noche en París, ella simplemente se movía ante cada una de sus estocadas como si fueran un sólo cuerpo y lo miraba con esos ojos llenos de ternura, pero a la vez de lujuria.
Se comenzó a contraer sintiendo que llegaba al clímax no era del tipo precoz, pero tenía tangas ganas que le era imposible no sentir de forma inminente una nueva descarga, se detuvo un instante y la tomó por sus caderas y la giró poniéndola en cuatro, divisó su espalda y se lamió sus labios, sus recuerdos eran tan malos frente a la realidad que tenía enfrente, acarició sus cuerpo mientras volvía a penetrarla, la sensación de su estrechez era incomparable, comenzó a incrementar el ritmo, mientras que con su mano derecha comenzó a masajear su trasero, no se aguantó y comenzó a palmearlo y volvía a masajearla, al parecer esto le gustó porque ella comenzó a mover su cuerpo, eso se veía tan sensual, pero eso no fue todo, su trasero se comenzó a mover en sincronía con sus movimientos, a pesar que eran rápidos coordinaban a la perfección, se sonrió cerrando levemente sus ojos nunca había tenido tal sincronía con alguien.
Bajó sus dedos a su clítoris, estaba húmedo y viscoso, sus dedos comenzaron a moverse en el sexo de Rebecca mientras continuaba moviéndose dentro de ella, los gemidos de ella eran como música para sus oídos, no pudo evitarlo y con su mano izquierda comenzó a pellizcar uno de sus pezones, los gritos de Rebecca eran monumentales y eso antes molestarlo lo prendió aún más.
-Ay se siente tan bien, hazlo más fuerte. -La escuchó decir a lo lejos, por qué al igual que ella estaba totalmente ido de la realidad sumergido en las sensaciones.
Como si eso fuese una orden incrementó el ritmo de sus dedos dejó de tocar su pecho y le dio otra palmada y luego volvió a éste, estaba extasiado por recorrer sus formas, Rebecca seguía con ruidos que lo enloquecía y para añadirle a la ecuación comenzó a moverse de forma circular atrapándolo en su interior tan estrecho y cálido, él pensó en ingredientes, necesitaba distraer su mente así que repasó cada uno de ellos y pensó si había todo en el refrigerador, pero ni siquiera así pudo contenerse, por lo que empezó a penetrarla con violencia sintiendo que nuevamente estaba a punto, se detuvo y tomó una de sus piernas y la alzó, con uno de sus dedos aún sobre su sexo y volvió a moverse dentro de ella, con ese pequeño respiro, volvió a embestirla con ahínco, hasta que sintió el cuerpo de ella contraerse, había llegado al clímax y él simplemente liberó su propio orgasmo, no pudo evitar lanzar un pequeño gemido, demonios eso había estado tan bien.
La vio recostarse en la cama pesadamente, mientras su sexo se veía lechoso con sus fluidos, no hacía ni un minuto la había dejado de penetrar y esa visión lo incentivaba nuevamente. Estabilizó su respiración y cerró sus ojos un instante y luego se acercó a ella dándole un leve beso en su boca acostándose a su lado, le había dicho que hacía un mes aproximadamente no estaba con nadie, pero ahora eso parecía una eternidad, él la miró y ella estaba sonriendo y con sus ojos cerrados, así que comenzó acariciar su rostro levemente
-Una vez soñé que bailábamos bolero- Dijo de la nada y él la miró extrañado.
-Y cuéntame ¿qué canción era esa que bailábamos? -Preguntó curioso.
-Se llama, aunque me cueste la vida- ella suspiró- creo que es culpa de mi Abu, ella amaba esa música.
-¿Abu? -Dijo confundido por la expresión no había escuchado esa palabra en sus lecciones.
-Abuela,- espetó en castellano- yo le decía Abu, es un diminutivo- volvió a decir en francés.
-¡Oh! Grand Mere -él se acercó más a ella - ¿Y dime bailaba bien? -Su sonrisa se ensanchó parecía ida en sus pensamientos, como si considerara su respuesta.
-Bailaban enamorados, al menos eso sentí y por eso me dolió tanto despertarme. - Rebecca dijo con una leve sonrisa.
Él la abrazó, por un momento sus ojos brillaron y quiso hacer ese sueño realidad, quería compensar meses llenos de tristeza y desesperación, quería cambiar ese destino que antes los había separado, quería que tuvieran recuerdos bonitos a partir de ese momento.
-Podemos hacerlo, ahora podemos bailar -dándole un beso - estoy totalmente enamorado de ti así que se cumplen los dos requisitos.
Esta declaración solo hizo que los ojos de Rebecca se apagaran, aunque le brindó una sonrisa, guardó silencio y a él no le gustaba ese silencio le gustaba que le hablara, qué lo riñera, le dijera cuánta cosa se le pasaba por su mente, pero no ese silencio que para él era un tanto angustiante.
-¿Sucede algo? ¿Porque te ves triste? -La rodeó con sus brazos, a veces sentía que, aunque dijera las frases más lindas del mundo, éstas simplemente terminaban lastimándola.
-Siento que ahora mismo también estoy dormida en mi cama y que cuando abra los ojos volveré a sentir ese dolor que me consume, ese vacío que no me deja. -François la abrazó, no le gustaba esa expresión en su rostro.
-Yo estoy justo aquí -dándole besos en su cabeza luego le mordió su nariz un poco fuerte, ella lo besó con ardor.
-En mis sueños también estabas siempre y siempre me despertaba y ya no estabas.
-Ya te dije que no me voy a ir y no pienso dejarte sola por mucho tiempo. -Él recorrió con su dedo su cara deteniéndose en sus ojos que ahora estaban cerrados dejando ver sus largas pestañas.
Ella se aferró a él como una niña pequeña, acariciaba su espalda y sus piernas lo aprisionaron, sintió una punzada en su pecho ella sentía miedo, pensaba que en algún momento él se iría, por más que él le dijera lo contrario, bajó su mano y acarició sus muslos, no le gustaba eso qué oía, se sentía impotente al no poderle brindar la seguridad que no se iría, habían cosas que no podía manejar, como la muerte, pero después de que ella lo dejara él estaría ahí. No pudo evitar preguntarle si pensaba que él la dejaría, no entendía a veces como funcionaba esa mujer de ojos café que lo estaba mirando.
-Yo sólo pienso que estoy durmiendo, ya me ha pasado, sé lo que se siente. Solía pasarme a menudo, no importaba si estaba sola o acompañada, siempre Morfeo insistía en burlarse de mí, era algo cruel.
François la miró, se veía reflejado en ella, era tan irónico que en tan poco tiempo ambos a través de la distancia hubiesen sentido cosas. ¿Cómo podía pasar algo así? Él había sido engañado en muchas ocasiones, aunque no solo había sido en sueños, en medio de sus borracheras había besado a su ex novia pensando que era Rebecca, incluso bailando en la discoteca o teniendo sexo, pero no negaba lo frustrante que era darse cuenta que no era ella.
-Yo también fui engañado muchas veces, llegué a pensar que todo lo que había pasado entre nosotros simplemente estaba en mi imaginación, creía ver tu rostro, escuchar tu voz, pero abría mis ojos y veía a otra persona y nuevamente volvía a mi estado inicial.
-¿Cuál era tu estado inicial? -Expresó con curiosidad.
-Agonía -la miró - sabía que no te podía buscar, pero dejar de pensarte tampoco, esa sensación de que me faltaba algo.
-¿Un vacío gigante que abarcaba todo el pecho? ¿Una zozobra permanente que no permitía sonreír? ¿Una ansiedad ominosa?
Rebecca le hablaba de un vacío gigante y una zozobra, ella había llegado repentinamente y así mismo se había ido, no había podido ser consciente que la extrañaba hasta mucho después, de cuanto se lamentó verla caminar hacia el jet y no decirle nada, dejar pasar esa situación en silencio como si no le importara, así que ese día sin saberlo le habían arrancado una parte de si y sólo volvió hacía poco, un lunes de esa semana en el avión en donde la encontró, antes solo pensaba en cada uno de sus movimientos, qué hacía, donde estaba, era como si no fuese la misma persona.
-Sí, un vacío -la miró - Sentí que sonreía por primera vez cuando te vi en el vuelo del lunes. Intentaba salir, pero lo único que hacía era pensar que hacías, donde estabas. Como si nada de lo que hiciera me permitía ser el mismo.
-Estaba contigo, aunque con otro, siempre estaba contigo.
Él sonrió ante esa afirmación, sí tan solo no la hubiese creído feliz con Shepard, sí tan solo sé hubiese acercado, besó los labios de Rebecca, eran cremosos, tan suaves, no quería volver a tener hubieses, en su vida no quería tener ese arrepentimiento tan grande que sentía en ese momento, luego besó su frente.
Recordar esos meses no era agradable, prefería estar creando nuevas memorias, pero a veces sentía que ella tenía la necesidad, de hablar esas cosas, y así como ella estando con otro, al tiempo había estado con ella, él simplemente por un largo tiempo no pudo estar con nadie, aunque lo había intentado, simplemente no podía.
-Yo... no era capaz de estar con nadie -dijo sonriendo con nostalgia, al pensar los intentos que tuvo de olvidarla inicialmente.
-Me dijiste que sí. -Dijo Rebecca con escepticismo.
-Claro, pero eso fue después de verte salir con Shepard de KNC, me dio rabia, hasta ese momento no había podido, pero ese día fue más mi rabia que... Deseo. No pude evitar hacerlo, pero me di cuenta que aquello me hacía sentir más miserable.
Sí, había sentido rabia, impotencia, Nicolle había pagado su estado de ánimo y realmente no se sentía orgulloso de eso, había sido un patán que la había buscado para sacar su frustración, luego llegó Christie e hizo lo mismo, en ese entonces quería dejar de ver sus ojos cafés, dejar todo de lado, pero el sexo que tuvo en ese lapso de tiempo no sirvió de nada, porque simplemente eran un estúpido escape para lo que realmente estaba sintiendo.
Cuando se dio cuenta de eso, ya había sido demasiado tarde, había hecho daño, había lastimado a su alrededor, no quería volver a lo mismo no quería sentirse como un miserable, teniendo en cuenta que siempre había respetado a las mujeres. No pretendía sacar excusas, simplemente reconocer que había sido un imbécil y lamentablemente eso no lo podía cambiar.
-Si ahora lo pienso no tenía un mes en celibato -Dijo sonriendo, mientras la miraba - lo estuve más tiempo. -No entendía cómo había podido hacerlo, o bueno quizás sí, simplemente no le provocaba nadie más que ella.
-¿Ah sí? -Volvió a sentir un dejo de escepticismo en su voz
-¡Si! -la tomó por una de sus mejillas - ¿Te es difícil creer?
-En realidad no, lo entiendo. -Habló pensativa.
La escuchó atento, muchas habían tenido sexo sin ningún tipo de significado, simplemente una vez terminaba, cada uno se levantaba de forma impersonal, en ocasiones ni la volvía a mirar simplemente una ducha rápida y revisar qué no se le quedaran sus cosas en ese lugar para no crear ningún vínculo. Pensó en el sexo que acababa de tener con Rebecca, de lo compenetrado que se había sentido con ella, pero sobre todo lo que había sentido al final, esa sensación de plenitud de querer más, de darle un beso y tumbarse a su lado, sin prisas y recibir un momento que para él era mucho más íntimo: una charla de ellos dos completamente desnudos, no sólo en el cuerpo sino también dejando al descubierto sus más oscuras verdades.
Le gustaba esa sensación de compartir lo que había sentido por meses y sentir que ella lo entendía un poco, como por ejemplo la coincidencia de ambos no ir a Londres el día de Halloween temiendo que se podrían encontrar, pensó que quizás sin hubiesen ido... No quería más pensar en hubieses y así se lo dijo. Era irónico, mientras ella se sentía dejaba y menospreciada por él, François había creído que ella había llorado por todo el camino -según Phillipe le había dicho- porque se arrepentía de todo y se sentía mal con Matthew Shepard.
Una pregunta de Rebecca lo hizo reflexionar en cuanto a ese malentendido y por qué lo había creído, realmente habían sido muchas cosas, ella se había puesto distante de un momento a otro, además se había puesto a la defensiva cuando hablaron de Pauline, así que la imagen de Matthew Shepard llegó a su mente, además de que todo tipo de ideas llegaron a él... Quizá en ese momento se sentía inferior a Shepard, quizá muy en el fondo no había superado qué una mujer que en su adolescencia le había gustado mucho se hubiese decantado por él, como si esa sombra lo hubiese perseguido y hasta ahora se diera cuenta, definitivamente esa era otra cosa que nunca reconocería en voz alta.
Según lo que podía entender, los malos entendido habían tomado fuerza después de que llegaron de correr, mientras él pensaba que Rebecca estaba rara por Shepard, ella pensó que él lo estaba por Marie, era difícil procesar que mientras ella estaba declarándose suya, diciéndole que era a él al que quería y François sólo había estado pensando en su sombra, no se había dado cuenta de la magnitud de sus palabras, mientras según Rebecca el mundo de ella se resquebrajaba por pensar que él la rechazaba por Marie Elizabeth, había actuado como un tonto, no negaba que había sido feliz, pero sentía que tendría más tiempo para digerirlo todo.
-Yo solo actué como un tonto, a pesar de que aquello me hizo feliz también era algo que aún no lograba dimensionar -tomó su rostro y lo acercó a él, le dio un beso en su boca, luego fue a su lunar y por último en su frente - Nunca pensé que no nos volveríamos a ver.
-Yo pensé que se trataba de ella, que mientras yo me declaraba tuya tú le pertenecías a alguien más.
Él solo la abrazó y le tocó su cabeza con la cara de él, no quería que pensara más en eso, no le gustaba sentir ese dolor latente que emergía cuando ella le decía que él pertenecía a otra, estaba cansado de ese dolor, quería disfrutar cada instante con ella sin terceros, pero fue como si su petición surtiera un efecto contrario, Rebecca se enojó, porque sentía que no era tan fácil como él lo planteaba, realmente no lo veía fácil, de hecho sentía que ambos aunque habían logrado muchos de los malos entendidos, habían heridas que no sanaban aun y llegaban en los momentos menos oportunos.
Debían estar ahí, disfrutándose acariciándose y pensando una segunda faena, porque si era honesto quería volver a tener sexo con ella, en cambio discutían pasaría algún tiempo antes de que todo fuese sencillo de llevar, así qué le dijo que quería qué recuperarán la confianza que en algún momento se tuvieran en París y les permitió conocerse sin tapujo.
-La confianza se gana no se exige. -Le contrarrestó ella.
-Nunca he pensado en eso-No entendía por qué había llegado a la conclusión de que él le exigía que confiara en él- sí te seguí es porque te quiero demostrar que no miento. Sé que llevará tiempo y también me he dicho que tengo que ser paciente. Contigo me he dado cuento que no es una de mis virtudes, pero lo seré por ti.
-Pues no lo está siendo, no puedes pedirme que deje de pensar en algo que tú mismo insertaste en mí.
Todo en un momento se arruinó ella se envolvió en la sabana y comenzó a caminar a la ducha, él la detuvo por una de sus manos, se disculpó no había querido pasar por encima de sus sentimientos, simplemente para él no era beneficioso que se quedaran en lo mismo cuando sabían que nada de eso era verdad y ambos se amaban con locura, sentía que ellos merecían continuar en el presente que ellos podían construir, demostrarle que ella era la única de ahora en adelante en su vida.
-Una vez Matthew me dijo que todo el mundo tiene un pasado, no se trata de ser la única, se trata de que entiendas mi dolor. -Su voz era seria y sus palabras eran como punzadas, no le gustaba pensar que lo comparara con Matthew.
En realidad, no le gustaba que lo comparara con nadie, eso lo hirió mucho, pero simplemente le dijo un escueto: lo haré, no te volveré hacer ese tipo de pedido, ella se soltó de su agarre y se fue a la ducha mientras él se puso sus pantalones salió a la sala.
Sí, había sido un desconsiderado con ella, le pedía algo que comenzaba a sospechar era más importante para ella de lo que creía, dio vueltas en la sala sin saber qué hacer volvió a la habitación y notó que seguía en la ducha, tenía esa necesidad de volver, de no dejarla enojada, no le gustaba dejar ese tipo de cosas abiertas, así que abrió la puerta sin tocar, la vio desnuda con el agua cubriendo su cuerpo, entró sin previo aviso a la ducha y la abrazó por la espalda, Rebecca se giró y lo miró fijamente.
-Es tan fácil para ti lastimarme, que creo que es más sano para mi cordura mantener la distancia de la que ya habíamos hablado.
Le decía que se alejara, que se fuera, quizá había sido nuevamente impulsivo, finalmente ella quería estar sola en ese momento, pero le era difícil no ir tras ella.
-Si sientes que lo único que ahora mismo hago es lastimarte y prefieres mantener distancia eso te daré. Nunca he pretendido ser un incordio para ti. - le dio beso en su cuello era mejor volver a la sala y esperar que ella misma deseara recibir su compañía, no quería presionarla.
Comenzó a salir cuando sintió sus manos rodeándolo y la escuchó sollozar se detuvo de golpe, sin saber qué había hecho.
-Es tan fácil para ti alejarte, porque siempre fui yo la que te quiso más, te quiero tanto que duele.
No entendía realmente a qué se refería, no le era fácil dejarla y eso se lo había dejado claro, pero entendía que ella quisiera su propio espacio, no obstante algo que le gustaba de ella era esa independencia que emanaba en Rebecca, ese aura de mujer imponente que luchaba por sus ideales.
-¿Eso crees? Yo sólo me iba a ir a la sala. - Dijo confundido luego se giró y la abrazó, mientras comenzaba a empaparse- No pretendo dejarte, no ahora que te tengo en mi vida, para mí no es fácil decir que te quiero dar espacio porque solo quiero estar a tu lado, si pudiera lo estaría siempre.
Rebecca se aferró a él, la vio cerrar sus ojos, se veía tan frágil que no le gustó verla en ese estado, no quería verla derrumbarse, quería ver la mujer fuerte que creía que era, pero que en ese instante sentía que no era del todo así.
-¿Alguna vez has sentido tanto miedo que te paraliza? Llevo meses soñando lo mismo, estoy paralizada, congelándome y sólo hasta ahora entiendo lo que significa, es este miedo que lo inunda todo, es igual que la bruma de mis sueños, ahora mismo el suelo se desaparece y sólo caigo por el abismo, ¿de esto hablabas cuando me dijiste que el amor era una tragedia? Porque yo nunca me había sentido tan miserable y contenta a la vez, yo... quise mucho a Jullian, pero jamás me hizo sentir de esta manera tan horrible.
-Tú lo dijiste amar tanto duele, ahora mismo tengo miedo - le dijo alzando su cabeza - Miedo de perderte miedo de que te pase algo, miedo de hacer alguna estupidez que nos pueda separar.
Era verdad amar dolía, era esa sensación de estar vulnerable, de sentir más y creer que no se era correspondido, era como sentirse una jaula sin esperanzas, pero él con ella había conocido otro tipo de amor, uno que le traía felicidad, era como encontrar un oasis en medio del desierto y por un momento tuvo pánico de que solo se tratara de un espejismo.
Rebecca lo apretó y le comenzó a besarlo, su boca estaba húmeda por causa de la regadera, su beso estaba cargado de sentimientos indescifrables, quizá miedo, amor, desespero.
-No puedo estar contigo, pero Zeus sabe que tampoco puedo estar sin ti.
François la tomó por sus muslos y la alzó, ahora podía notar que liviana estaba, puso su cabeza en su cuello, le gustaba en parte su declaración, obviamente la parte en donde le decía que no podía estar sin él, porque él se sentía igual no la quería dejar, era egoísta había pasado por encima de personas como Matthew Shepard para estar en ese momento así abrazado a ella.
-Yo solo te quiero a mi lado, sé que es egoísta incluso quisiera decir que me siento mal por Shepard, pero no puedo hacerlo.
-¿Por qué te sentirías mal por él? -Rebecca preguntó confundida cómo si le pareciera ridículo que él lo mencionara.
-Ya te lo había dicho, aunque me duela reconocerlo él... Te ama. -Dijo sabiendo que eso lo podría alejar de ella.
-Yo nunca sentí que Matthew me amara.
Él le sonrió con nostalgia, no entendía por qué Rebecca era tan escéptica frente a los sentimientos de Shepard, aunque bueno debía reconocer que en ocasiones parecía un ciborg, no emanaba de él emociones, incluso él mismo pudo sentir algo de parte de Shepard en un par de ocasiones y precisamente habían sido por causa de Rebecca como si ella de repente le hiciera que emergiera un lado más humano en él.
-Cada persona ama a su manera, pero aunque es difícil es algo que no puedo negarte. -Dijo él mientras seguía escuchando el agua de la regadera a espaldas de Rebecca.
Él sabía el sentimiento tan intenso que Shepard decía tener por Rebecca y era algo que no podía negar, la amaba y sí se lo decía a ella era por qué no podía mentirle ni aprovecharse de eso, por eso en parte sentía lastima de aquel sujeto, porque él había dejado de pensar en que podría dañar su relación.
No podía afirmar sí la amaba más que él, finalmente medir el amor le parecía estúpido, pero sí sabía que cada uno la amaba de forma diferente de forma intensa entregando diferentes cosas de cada uno, dando todo de sí.
-Sabes François, de verdad no creo que Matthew me ame y no lo digo porque seas tú, de verdad no te miento, simplemente lo conozco y aquello no es amor, es... -Su mirada estaba alterada- no sé qué es, pero no es amor, yo era sólo una cosa más. Sí, no niego que me cuidaba y era extremadamente atento, de maneras que ni siquiera tú llegas a serlo, pero- ella se mordió el labio- era como si yo fuera uno de sus purasangres no la mujer a quien amas, nunca había visto tanta ira junta como el tiempo que se enteró que estuve contigo.
-¿Así te sentías a su lado? ¿Te hizo sentir como una cosa?
François la miró realmente curioso, porque definitivamente la idea que él tenía de ellos era totalmente diferente, sobre todo porque lo había descrito como protector, algo que contrastaba con la rabia que ella dijo sentir cuando supo de la traición, aunque a él le había dicho que era por la mentira, estaba realmente confuso y a veces no negaba que esas cosas lo asustaban, temió que en algún momento Rebecca le confesara que sentía cosas por Shepard y aunque sonara egoísta no deseaba compartirla.
Las pocas cosas que sabía de ese sujeto era que Matthew Shepard era muy calmo, incluso cuando le reclamó en su compromiso en Londres, no lo había sentido colérico, eso contradecía todo lo que ella decía, sí, su actitud había sido osca era por qué de alguna forma sentía y quería demasiado por Rebecca. Pero comenzaba a entender qué Rebecca en ocasiones obviaba cosas de manera inconsciente.
-No, no ya te dije que Matthew es extremadamente atento, no se trataba de que me cosificara, era más el asunto que no respetaba mi individualidad, yo le pertenecía, siempre se imponía y solía molestarse cuando lo contrariaba, sé que argumentaba que era por mi bien y quizás era así, simplemente odio que me digan qué hacer, mi madre lo hizo por mucho tiempo.
Él entendía un poco a qué se refería ella, nunca había sido partidario de imponerse a un otro, con sus novias había sido de ese estilo, era más del tipo que recibía y daba lo que quería sentía que así la relación era más natural porque se daba de forma espontánea. Igual no lo culpaba siempre había sentido a Matthew algo psicorrígido hacía parte de su naturaleza y tampoco podía juzgarlo por eso.
-¿Por qué estás hablando de Matthew, François? ¿Qué tiene que ver él en esto?
Le preguntó poco después y si, Shepard no tenía nada que ver simplemente habían salido a flote la culpa que en ocasiones sentía para con él, ser consciente que la amaba con intensidad y que él había llegado a arruinar todo no era fácil de digerir, sobre todo porque poseía algún tipo de empatía por él, después de esa borrachera en diciembre.
Para cerrar su punto le confesó que sabía que la amaba no por chismes, sino por él mismo Shepard, con eso daría por cerrado el capítulo, si definitivamente para Rebecca eso no significaba nada, él dejaría de insistir y daría por echo que no había nada entre ellos y que Rebecca lo elegía a él y sólo él.
Así que con las cartas sobre la mesa -y porqué, no, más aliviado- François metió su cabeza en la regadera con ella y la escuchó reír, cómo le gustaba la risa de Rebecca, era melódica, sólo había pensado más y así se lo dijo cerrando el asunto, ella no le creería y realmente aunque en el futuro se sintiera mal no trataría de convencerla de que Matthew Shepard la amaba, sí él mismo no había logrado hacérselo sentir por meses, al parecer cuando a Rebecca se le metía en su cabeza una idea no había poder humano que se la sacara, pero en ese momento no estaba para profundizar en eso, tan sólo apretó los muslos mojados de ella, sintiendo su miembro reaccionar.
François besó su cuello y dejó que el agua cayera por sus cuerpos, era verdad el amor dolía porque entre más se amaba más se sentía el miedo de perder a esa persona, con el miedo a veces llegan las dudas, pero él ya no las tenía, no quería dudar más de nada sabía que sentía por ella y ella también se lo había dicho no tenía por qué pensar de más.
Pronto ese acercamiento inocente se convirtió en un beso apasionado, Rebecca acariciaba su espalda, mientras él recorría su cuerpo mojado intensificando su beso, no lograba cansarse de lo que ella le hacía sentir, por fin tenerla en sus brazos era verdad una que no dolía, al contrario, era realmente su definición de felicidad.
-¿Sería demasiado pedirte- le dijo con voz sensual- que me hagas el amor?
François sonrió y le dio un beso en su cuello, le gustaban sus pedidos, era tan débil ante ellos, así que se propuso a seguir sus órdenes y hacerle el amor, demostrarle cuánto la necesitaba a ella en todos los sentidos, deseaba que siempre supiera que ella era simplemente su todo.
François sonrió y le dio un beso en su cuello, le gustaban sus pedidos, era tan débil ante ellos, así que se propuso a seguir sus órdenes y hacerle el amor, demostrarle cuánto la necesitaba a ella en todos los sentidos, deseaba que siempre supiera...
Comentarios
Publicar un comentario