LA HEREDERA 2 CAPÍTULO 4: DESQUICIADA





Esa mañana había sido realmente deprimente, mirarse al espejo le demostraba que, a pesar de estar por fuera del hospital por semanas, su recuperación era lenta, la piel de Marie estaba más pálida de lo acostumbrado, su cabello no se veía tan sano y ella estaba muy baja de ánimo, aunque era algo que prefería omitir.

Marie observó su vientre y vio la gasa que aun envolvía la herida en su abdomen, le habían dicho que, debido a sus defensas bajas, tenía un problema en la coagulación de su sangre, así que, aunque había pasado tiempo y parecían sanas aun dolían y podían sangrar, suspiró y se puso el suéter.

-Hermana -La puerta del baño se abrió y la cabellera rubia de su hermano se asomó.

-Te buscan -Marie frunció el ceño y acomodó su cabello.

-Dame un momento.

Ella terminó de ponerse la liga y cepilló sus dientes, no sabía quién podría ser, realmente había restringido las visitas, pero si Phillippe había dejado entrar a la persona, de seguro era conocida. Caminó con desgana y se detuvo en seco cuando vio una cabellera rubia conocida y que últimamente no deseaba ver.

-Señora, Anna -Dijo sin ocultar su sorpresa cuando llegó al recibidor.

-Yo quería hablar de algo importante -Marie asintió sin poder decirle nada, sabía de qué se trataba - Mi hija y el hombre que amo. Tienes a tu lado las dos personas que más amo en mi vida, mi mundo se desmorona, aléjate de ellos, te lo suplico. -Comenzó a llorar de forma incontenible.

-Señora Anna… Deles tiempo en el momento que ellos quieran volver a su lado yo no haré nada por impedirlo -Dijo sintiendo que su pecho se contaría con una tristeza conocida por ella y no se trataba de Lousiane, sino de William...

-Déjalos, -Dijo tomándole el brazo -por favor déjalos -Marie la miró con sus ojos llorosos eso era lo más egoísta que había escuchado en una persona y no quería dejarlos, también quería ser egoísta. -Si ellos no están en mi vida nada tiene sentido y preferiría morir.

-¡No! -Dijo Marie aterrada, si ella moría no podía imaginar la vida de Lousiane, ella misma había tenido que sufrir la muerte de su madre y era algo que había cambiado su vida por completo -Su hija la necesita y sé que… William no se sentiría bien.

-¿Qué quieres que haga? -Dijo con su voz temblorosa, mientras seguía llorando - Es mi familia, mi hija no me quiere ver y te quiere más a ti, tú una completa desconocida.

-No, diga eso, Lousiane nunca podría quererme más a mí, usted es su madre ella está enfadada, es todo -Expresó sintiendo un leve temblor en sus piernas, Anna se arrodilló y la tomó de la mano.

-Por favor, te lo ruego, si no lo haces yo prefiero morir -Dijo totalmente fuera de sí, luego la mujer de cabello rubio se levantó y la miró por encima debido a su altura.

Se giró a su bolso y sacó una navaja y la comenzó a pasar por su mano, Marie se acercó y le tomó las manos a la fuerza, en medio del forcejeo Anna le cortó uno de los brazos, pero Marie se quedó con la navaja finalmente.

-¿No entiende que su actitud no es buena para Lousiane?

-Yo no quiero perderlos y si tú no te alejas de ellos, me suicidaré -Dijo temblorosa -Nada vale la pena.

-Ya se lo dije deles tiempo -Volvió a repetirle, aunque eso le rompiera el corazón, pensar que William algún día se diera cuenta que efectivamente amaba a la señora Anna con tal locura que quería estar con ella era algo que la destrozaba, pero había aprendido a dejar que pasara lo que tuviera que pasar.

-¿Contigo en el medio? -Dijo aumentando su llanto -Tú estarás disfrutando una felicidad robada, con un hombre y una niña que no te pertenecen -La gritó cada vez más enfadada.

-Es usted una perra egoísta, es lo más ruin que he tenido que presenciar.

-Ya te lo dije, William nunca te amara ni podrán tener lo que nosotros tuvimos, él siempre será mío y yo de él, me dijiste en algún momento que no entendía lo que ustedes tenían, eres tú la que no lo comprende y sinceramente me das lastima -Sé pasó las manos por la cabeza mientras hacía ademanes exagerados - Serás responsable de dañar dos vidas y llevarás una muerte a tu espalda.

Marie la miró, su lógica le decía que no tenía por qué importarle Anna Lefevre, ella solo quería alejarla de ellos, pero ¿y si de verdad lo hacía? No soportaría llevar a cuestas eso, ¿cómo podría mirar a Lousiane y al mismo William?

-Promete que los dejaras -Volvió a repetir - No me importa cómo, pero si no me lo prometes, no tengo por qué seguir con esta farsa, ya estuve doce años en un infierno. -Marie la miró angustiada.

-Es tan egoísta cómo puede decir que los ama.

-Lo digo porque soy capaz de hacer cualquier cosa para recuperarlos. -Marie pensó que él tenía razón, no todo era reparable, había cosas que simplemente se dañaban y no se podían arreglar. -Yo tengo un pasado muy importante con él, no es cosa de una noche, él me conquistó tocaba el piano para mí, mientras yo bailaba para él, tú eres una de sus amantes nocturnas, no entiendo por qué te sientes tan importante.

Marie no vaciló al contestar:

-Porque él me lo ha dicho y yo le creo -Dijo ella agotada y triste, esa mujer la lastimaba y no podía defenderse.

-Ok, quiero ver si te elige después de que yo no exista en este mundo, Marie, no me importa nada no tengo nada que perder, si tú te vas la vida de ellos continuará, pero imagina su vida sin la mía, soy su madre y la mujer que ama.

-Él no la ama -Dijo en un hilo de voz sin estar convencida del todo de lo que decía o simplemente para convencerse.

-Ya te lo dije, me das lastima, aquella noche qué te buscamos, lo hizo por pesar. En la mañana cuando me llevó a mi casa, me besó ¿y sabes? Fue increíble, cuando dos personas enamoradas se besan es algo que una cualquiera como tú no entendería, tuve que detenerlo para que no pasara nada más por respeto a mi hijo, pero eso me dijo que finalmente soy yo a la que elige, te dejó ahí, sin importarle si estabas bien. Qué más crees que siente por ti si no es lastima -Marie la miraba estática, no entendía porque cada una de las palabras de esa mujer la dejaban con un sin sabor en su boca, ni Thomas con su rechazo o François con su silencio la había lo habían hecho.

-Miente, él me lo habría dicho -Movió su cabeza, incrédula entre ellos no había secretos.

-¿Decirte? No, despierta cuando se trate de mí, él no te dirá nada ¿o te llamó para decirte lo de Lousiane? -Marie calló, él no lo había hecho, aunque le doliera esa mujer tenía un punto, ella simplemente quería confiar en William y pensar que ese beso era mentira o estaba dentro de los besos sin sentido que él tuvo, pero dolía, dolía pensar que fuese todo lo contrario.

-Tú decides, pero no respondo por lo que suceda después de que salga de este lugar. Como eres tan sincera le tendrías que decir a mi hija qué te supliqué por mi vida, mientras que tú ignoraste mi pedido, puedes vivir lejos y no pasaría nada en cambio mi vida está con ellos -Comenzó a gritar fuera de sí, parecía tener una crisis nerviosa.

Marie la miró pensativa y ciertamente confusa.

-Si le prometo lo que pretende ¿ya no se haría daño?

-No me vengas con esa cara de estúpida, sé que es lo que pretendes y si de casualidad William me busca enojado como la última vez qué le pusiste quejas, el resultado será él mismo, por el sólo hecho de que él me odiaría más y no quiero que me odie más -Comenzó a mover su cabeza -No, no no, eso es lo que quieres.

-En este momento es la persona que más me ha herido y no es de mis afectos, pero al contrario de usted no disfruto con la desgracia ajena, yo a William lo quiero demasiado, me enamoré de él y sé que cualquier cosa que le suceda a Lousiane tiene que ver directamente con él, no tengo segundas intenciones, no quiero que Lousiane pierda a su madre por un desequilibrio mental y que yo tenga que ver en eso.

-¡Me estás diciendo loca! -Se sentó y puso sus manos en su cabeza -¿Cómo te atreves? Tu eres la loca qué necesita un psiquiatra, eso fue lo que le escuché decir a William, qué te buscaría uno. 

Marie contrajo su rostro, no podía creer aquello, él no pudo contarle sobre su vida a esa mujer. Recordó el día que hablaron de eso, Anna Lefevre la había golpeado, William había prometido ir a verla, pero él había dicho que demoraría un poco resolviendo unos asuntos. ¿Anna sería ese asunto? Él jamás le dijo y ella no preguntó, no le gustaba indagar al respecto. Quizás deliraba y no había sido ese día, pero realmente no se imaginaba una indiscreción de ese hombre.

-Yo me alejaré, pero no será por usted. -Suspiró confusa -Lo haré por ellos, porque sé que usted es indispensable en la vida de Lousiane y William, pero me siento totalmente indispuesta ante usted, ahora váyase y no se atreva a hablarme en su vida - Anna la miró temblorosa, se agachó y tomó el cuchillo y se marchó.

Marie se giró a uno de los ventanales, perdiéndose en las vistas de París, acababa de hacer la promesa más estúpida en su vida, pero en ese instante pensar con lógica era inútil.

-Phillipe, sal de donde estás -Habló de repente. -Ni una sola palabra de lo que escuchaste, yo debo irme pronto y quiero saber si tú quieres ir conmigo o quedarte en Lausana.

-¿Lo puedo pensar? -Marie asintió

No quería llevarlo sin que él decidiera, podía quererlo mucho, pero no lo obligaría, ni dejaría de hacer lo que quería. Aunque en ese momento no sabía que deseaba, le había dicho a Anna Lefevre que dejaría a William, pero más por verla en ese estado, no quería más locuras, quería que se fuera y tener algo de paz.

Ese día se curó el brazo y estuvo leyendo y estudiando, no quería pensar en Anna, William y el repentino amor que afloraba ante sus ojos, quizás por eso había escuchado ese tono de voz en él, el día del hospital, aunque lo había negado ese día, igual no era nadie para juzgar, sólo quería que la honestidad y lealtad fuese algo importante para ambos. Por algo le había confesado sus sentimientos por François.

Pero ese día en Phuket no pudo entender qué era lo ya sentía por ese engreído, para ella François no era el mismo con el que convivió, cuando le devolvió la pintura del Fin del Mundo, había visto a otro y entendió que la infatuación que tuvo, no era algo que persistiera al menos de la misma forma, porque para el momento que lloró en sus brazos en enero, no había atracción, solo esa necesidad de ser amada y acompañada, de no estar sola entre tanta miseria que se gestaba a su alrededor.

Para ese momento, sus sentimientos habían muerto al entender que se había creado una imagen diferente y por supuesto que le dolía, François LeBlanc fue alguien importante y ese tipo de personas no se iban de la noche a la mañana, por algo intentaba entender a William, Marie sabía que las personas importantes no se iban fácil, pero solo quería sinceridad, no obstante no  había con claridad, solo verdades a medias, cosas que ella decía y él otro refutaba.

Días después Marie se encontraba en Londres, se había intentado arreglar para disimular sus ojeras por las noches de insomnio que llevaba desde hacía semanas y en especial desde el día de ese encuentro con Anna. La mujer que solía arreglarla le había recomendado una crema y al parecer lucía normal su rostro. 

Desde ese día había pensado una y otra vez en las palabras de aquella mujer, antes de irse quería estar con él y decirle que debería irse, se debatía entre su lógica y sus sentimientos, no quería dejarlo, así le costara reconocerlo lo amaba, esa palabra le pesaba porque sabía que eso hacía que todo le doliera aún más.  

Al llegar a la casa de él, la mucama le había dicho que esperara en el living, mientras lo llamaba, ella tenía en sus manos el marco envuelto qué le quería dar, quería sonreírle y esperaba que después de eso pudiera cumplir su promesa, no entendía por qué tenía que ser tan débil cuando se referían al dolor de una madre y eso era lo que la había convencido, maldijo en voz baja, de alguna forma quería ser feliz al lado de ellos.

No pedía mucho, incluso aceptaba que Anna era la madre de la primogénita de William, el mismo hombre que le había dicho que no quería hijos, era consciente que eso cambiaba muchas cosas entre ellos, pero aun así quería amarlo libremente hasta que el tiempo de ambos terminara, no por imposición, sino por una decisión común.

William no tardó y bajó por las mismas escaleras en la que tuvieron sexo una noche de diciembre, así habían sido sus primeros encuentros, llenos de lujuria, sin una pizca de compromiso, porque ella misma no lo quería tampoco, disfrutaba, pero de alguna manera no esperaba tener una relación, de hecho, pasó mucho tiempo para convencerse que era la novia, dado que todo parecía un juego, empezando por la forma como se lo propuso.

Dejó de perderse en sus tontos pensamientos para observar mejor, mientras se acercaba, con solo unos pantalones que parecían un pijama, cada uno de sus abdominales se veían, eran muchos y era muy delicioso verlo, además de que tenía su cabello húmedo y le daba un toque sexy, ¿era muy malo que ella siguiera deseando a ese sujeto? ¿Tanto daño hacía, por querer estar con él una y otra vez?

-Fresa no te esperaba.

Claro que no, la relación de ellos era así, se veían de vez en cuando y después del incidente de Lousiane ella no había vuelto a buscarlo de manera asidua, él tenía un proceso por llevar y tampoco era como si él la hubiese buscado, así que había sido mutuo. Tampoco es como si fueran meses, tan solo unas cuantas semanas, pero igual lo había extrañado mucho. Tomó la mano de William aceptando una de ellas, porque a pesar de extrañarlo, no se había acercado, siendo él quien la invitara a su lado.

No pudo evitar sonreír, William la hacía feliz, llegó en el momento que había decidido cerrarse, enfocarse en la empresa e irse, no confiaba en nadie y era muy infeliz, pero él llegó y simplemente erradicó todos esos oscuros pensamientos.

-Pues pasaba por aquí y decidí tocar a tu puerta -Expresó de buen ánimo, porque en eso la transformaba.

-Ah pasabas por aquí, es curioso porque no hay nada cerca a tus destinos habituales por aquí- Él le mostró una bonita sonrisa y Marie quiso saltar encima y besarlo, pero en cambio se quedó estática, mientras él acariciaba su labio tostado y rojizo.

-¿Insinúas que vine a verte de forma desesperada porque no puedo vivir sin ti? -Preguntó sonriendo.

-Lo insinuó y no suelo equivocarme en mis percepciones. 

Era real la mayoría de las veces él no se equivocaba, no sabía si en ese momento intuía lo que pasaba, aunque lo dudaba la primera vez que se había ido, él no se había dado por enterado.

-Eres un sexy engreído -Dijo en ruso, como hace unos meses atrás se lo había dicho y sintió un nudo en su garganta - Ten, -estiró el cuadro- Phillipe te lo envía, aunque yo quería llevarme todo el crédito.

Su hermano había querido dárselo por abusar anteriormente con sus fotos, le alegraba que pudiera tener ese tipo de raciocinio y logrará enmendar sus errores, no quería que fuese una horrible persona. Lo vio arquear sus cejas, extrañado, jamás le había mandado un presente y menos ese en especial.

-No me digas que ese mocoso avaro me va a seguir asaltando. -Marie negó.

-No es una foto mía.

-No es una foto tuya- repitió él, mientras abría el paquete- entonces qué podría darme ese mocoso. - Lo escuchó refunfuñar, pero su expresión cambió al ver su contenido, era él y Lousiane- ¡que guapos! - Habló entusiasta.

Marie lo observó se veía realmente feliz y aquello le presionaba su pecho, no entendía cómo ella podía ser tan egoísta y querer la infelicidad de ellos.

»Te tengo una sorpresita en mi cuarto- Marie lo miró sorprendida, no entendía a qué se refería, acto seguido lo sintió en su oreja- no es de tipo sexual, - un halo de picardía se asomó en sus ojos azul verdoso- pero me gustaría un premio de ese tipo. -No pudo evitar sonreír, le quería tanto-No sólo tú traes regalitos.

-¿Es un baile sexy? -Preguntó mientras subía las escaleras, porque quería ver eso en algún momento de su vida.

-No, no, te dije que no tiene contenido sexual, -Aww, era verdad, aun así, había hablado su deseo- además mi hija y mi hermana están en la casa, así que tendremos que ser silenciosos y rápidos, nunca se sabe, ese par de mujeres son muy demandantes, sospecho que es de familia. -Marie le asintió riendo con soltura.

Al llegar a la habitación de William en el tercer piso, miró todo con nostalgia había estado muchas veces ahí, incluso recordaba la primera vez que se acostaron, su mano tembló levemente, no quería dejarlo, pero ¿qué más podría hacer? No entendía la relación de Anna y él no quería quedar atrapada en algo sin salida, tampoco que a futuro la culpara por la muerte de Anna, la verdad evitaba ese tipo de dramas y eso la hacía sentir peor.

Fue William quien la sacó de sus pensamientos cuando le entregó dos pasaportes, estaba confusa, pero cuando él habló entendió todo:

-Mira Lisa.

Aun si poder digerir todo, abrió uno de los documentos y se vio así misma tenía impreso el nombre de su madre, no sabía de dónde había sacado esa foto, tenía el cabello suelto y sin maquillaje, supuso que había sido su hermano, pasó uno de sus dedos por la fotografía, sintiéndose una maldita, por esa estúpida promesa ¿por qué Anna Lefevre tenía que manejar su vida? Se sonrió porque en verdad era muy feliz al ver que todo se hacía realidad, solo tenía que omitir esa promesa, hacerse la idiota y seguir con ellos como si nada.

Abrió el otro pasaporte y se encontró con la foto de Phillipe, ahora con el nombre de Anthony, ¿podrían irse y ser felices? A veces le daba miedo, porque sus momentos de alegría duraban muy poco, por cada cosa buena, se devolvían tres malas y su pecho no podía evitar contraerse y sentir miedo.

-Me veo gorda en la foto -Bromeó tratando de no pensar en cosas oscuras que no estaban pasando, antes de que las lágrimas se le salieran.

-Ah no me jodas Fresa. -Ella se rió.

-Es el acto ilegal más bonito que han hecho por mí. -William era muy especial y ella podía verlo debajo de toda esa carcaza.

Ahí estaba contándole todos sus planes, podía imaginar el tipo de casa rodante que había comprado, aun así, él sabía que Lousiane haría drama, no le cabría en la cabeza viajar en algo tan pequeño así que le pedía silencio y por supuesto, que no diría nada, estaba que estallaba ante la presión. Se odiaba por eso, cuando él se veía tan entusiasta, sobre irse en ferry y le preguntaba a dónde quería ir.

Contestaba y era honesta cuando le hablaba de su deseo de ir a Perú a probar la comida, incluso pasar por Brasil sería una aventura, imaginaba a William encantado con las garotas en el festival de Río y así se lo dijo:

-Sí debemos pasar por Brasil, -afirmando lo que había dicho antes sobre ir a Perú- es un lugar hermoso, sé que te encantarán las garotas -Se rió

-¿Garotas? -Lo vio interesado.

-Mujeres, eso tiene que ver con un tipo de mujer qué hay allá -Le explicó sin dejarlo de ver a los ojos, cuando se trataba de sexo con él, era como si su cuerpo fuese independiente a ella.

-¿Dónde dejamos a los mocosos y hacemos lo de la garota? -Ella le sonrió, no era hacer lo de la garota, sería hacerlo con una.

-Tengo conocidos en Río de Janeiro.

Sería demasiado fácil perderse unas horas en la lujuria, deseaba repetir algo similar a lo de Katherina, porque después de eso no habían vuelto a tener tríos. Pero se acordaba de su estúpida promesa y todo se oscurecía se repetía una y otra vez qué podía hacerlo, aunque ya a esas alturas quisiera mandar todo a la mierda.

-Los dejamos y tú y yo hacemos cosas malas con las garotas- William sonrió, mientras movía las cejas de forma divertida.

Ella acarició el rostro de él atontada, se veía feliz y por un momento olvidó todo, se empinó para besarlo, saboreó sus labios y se perdió por un momento en ellos dos, era delicioso sentirlo, pero al acordarse de esa horrible conversación se retiró y le sonrió, en aquel momento odiaba más que nunca aquella mujer tan egoísta y aunque no lo quería reconocer se odiaba más a sí misma. William comenzó a caminar de espalda hasta que se sentó en la cama y ella quedó de pie frente a él.

-¿Quieres hacer muchas cosas malas con ellas? -Preguntó lujuriosa ladeando su rostro de forma coqueta.

-Y contigo. -Ella sonrió, era obvio que estaría ahí.

-Ya que el tiempo apremia hoy quiero media hora de maldad contigo.

Sacó su lengua juguetona, mientras acariciaba el lóbulo de su oreja, de inmediato William le quitó la blusa y sus dedos comenzaron a juguetear en su brasier, era una sensación exquisita, sobre todo cuando sintió la boca húmeda en su pezón, Marie suspiró y movió su cuerpo, sintiendo un corrientazo por su espalda, cerró sus ojos conteniendo su llanto, ella podía hacerlo podría cumplir su promesa, puso sus manos en su cabeza y masajeo su cuero cabelludo.

William pasó de su pezón a la mitad de sus senos e inmediatamente soltó su brasier, le gustaba la forma en que la desvestía, como la mano de él acariciaba su espalda y la terminaba de desnudar, era candente y nadie la había tratado de esa manera tan especial en la cama, no le había tocado ninguna zona erógena y se sentía tan mojada y tan culpable…

Una vez sus senos quedaron al aire William se pegó a ellos y los chupó sin pudor, sus bragas se inundaron de fluidos y quiso sentir el roce del cuerpo de él en su clítoris, le gustaba los sonidos que hacía con la boca y las ganas que le tenía. Estaba concentrada en el movimiento de los labios delgados de su novio cuando de repente se detuvo y le sonrió.

-Ahora lamento haberme practicado la vasectomía, ¿imaginas lo grandes que se pondrían tus pechos si estuvieras en cinta -Ella sonrió, pero negó, era algo que realmente no se pensaba.

-No lo he imaginado, pero al parecer tú sí.

Ella se rió divertida y se acercó a la boca de él y metió su lengua en la hendidura de los labios de él lamiéndolos levemente.

-Si… -Escuchó al rubio respirar pesado- acabo de hacerlo, me tendrías que permitir chupar tus tetas, no sólo por lo grandes, me pediría un turno para que me amamantes, suena realmente caliente. 

Marie estuvo de acuerdo en esa loca fantasía en donde ella era madre de uno de sus hijos y él gozaba con su cuerpo preñado, algo tan lejano e irreal, que hacía todo más candente.

-Lo es - Le dio la razón y lo besó con pasión, le gustaba saborear sus labios y perderse en él, como si fuesen los únicos en el mundo.

Lo abrazó por su cuello y pegó su cuerpo las fuerte de lo normal, sin poderlo evitar, un puchero comenzó a formarse en su boca, mientras se repetía internamente qué podía estar una última vez con él y después irse para siempre, aunque por momentos flaquera no deseaba que la odiara en el futuro.

William estaba ajeno a todo lo que pensaba Marie, pues besaba su cuello y acariciaba su cintura y espalda baja con ganas de más. -Tú puedes - se decía mentalmente, de forma constante, hasta que no pudo evitar soltando un sollozo, él dejó de asirla de forma brusca y la miró indispuesto.

-¿Te lastimé? 

 Expresó el con duda, pero Marie no le prestó atención, estaba concentrada en su drama, pensó hasta ese momento que podría irse e incluso quedarse como si nada, pero la culpa no la dejaba en paz.

-William, no puedo, no puedo - expresó llorando nerviosa, no quería que esa mujer muriera, pero tampoco quería irse- Yo, te amo y no puedo cumplir esa estúpida promesa - Sollozó aferrada a William.

Debía decirle que no lo dejaría, que no se dejaría chantajear y que buscara ayuda, dejaría a William cuando él mismo se lo pidiera. Así que se alejó y comenzó a buscar su camisa

Luego se retiró y buscó su camisa debía decírselo a esa mujer, no dejaría que su egoísmo la alejara de ellos. William la sujetó de una de sus manos y la giró hacia él, mirándola con evidente confusión.

-¿De qué estás hablando Marie? ¿Me quieres dejar porque te enamoraste?

William le hablaba, pero ella seguía ensimismada, tenía miedo de lo que podría generar su situación, no sabía manejar los triángulos amorosos, en cuanto supo que Thomas se casaría se fue, no esperó nada de esa relación, pero en ese momento no sabía que pasaba y eso la aturdía.

-No, te voy a dejar no sé en qué momento hice esa promesa -Expresó llorosa.

-¿Qué promesa? 

Preguntó William demandante, le tomó el rostro entre sus grandes manos y se vio obligada a quedar cara a cara, pero era incapaz de mirarlo. Quería pensar que Anna Lefevre le valía a su novio, pero después de todo lo que había pasado, más lo que le dijo Anna le hacía creer que si se alejaría al darse cuenta que la madre de su primogénita se había matado por ella.

-Tú...-alzó su mirada quedando frente a él - ¿Tú besaste a la señora Anna? 

Expresó con duda, se suponía que no importaba, porque cuando algo es así lo cuentas no lo omites. Lo que importa se guarda en lo profundo del ser sin intención de ser descubierto, porque eso por lo general hace vulnerable a la persona. En su caso había muchos temas ocultos, algunos que ni la misma Marie recordaba y que era mejor así.

Vio a William cerrar sus ojos, ofuscado como si ese tema fuese el último que quería tocar o así lo percibió ella y dado que no supo interpretar bien como le sucedía con las relaciones humanas.

-Celos no Marie, ya pasamos por este asunto recientemente con el temita de Rebecca, he besado a Anna muchas veces, posiblemente más de las que te he besado a ti, tenemos una hija juntos, después de todo. Nunca has sido celosa, no sé por qué estás como loca últimamente, quiero que sepas Fresa que no me gustan los celos, tú y yo compartimos los vicios ¿no?

No se refería a celos, no le importaba que se cogiera a mujeres o las besaras, desde ese teme con Rebecca Bracho había entendido no valía la pena desgastarse con algo que a la final el disfrutaba y ella cuando era incluida también, pero era más que un beso, era pensar que estaba en medio de algo y tal como se lo había dicho a él cuando pensó que tenía una prometida era mejor dejar así.

-Yo no hablo del pasado entre ustedes, hablo de hace unos meses atrás.

Insistió, porque quedarse dependía de muchas cosas y tal como no quería cargar con una muerta, tampoco deseaba sentirse idiota tal como pasó días atrás con Anna Lefevre y sus revelaciones, pero para William todo eso parecía una molestia, negaba con su cabeza atónito quizás pensando que se trataba del altercado que tuvieron semanas atrás, al final quizás de meditar lo que diría, se encogió de hombros y contestó:

-Te dije que la he besado muchas veces, ¿acaso importa? Puedes decirme que tengo mal gusto, créeme que ya me lo he planteado. -Ella asintió, esa mujer le había dicho esas cosas no más para herirla y lo estaba consiguiendo. -No seas celosa- le dio un beso en sus labios- no me gusta eso, ¿no prefieres que este asunto entre los dos sea abierto como lo ha sido siempre? Ves por qué no me gusta el estúpido amor, de repente en honor a los sentimientos las mujeres se ponen como unas locas. Marie soy libre, esclavo de mis vicios como diría Matthew, pero libre, no pretendas asfixiarme porque mejor lo dejamos.

Ella le asintió calmándose, debía hablar con esa mujer y no dejar que sus palabras mal intencionadas la golpearan ella tenía todas esas cosas claras, él podía revolcarse con quien quisiera, ella también, por algo era una relación abierta, aunque para ella William bastara, pero los sentimientos eran otro asunto, porque finalmente odiaba eso mismo que vivía en ese instante: el drama.

-¿No me vas a decir nada? - William habló exasperado al notar que ella estaba en silencio.

-Yo, lo siento, no estaba así por el beso o bueno realmente no es el punto central, ahora mismo solo quiero ser egoísta y eso es lo que haré.

 No añadió más, sobredimensionar las cosas la habían afectado, de verdad por un momento se vio en medio de algo que no deseaba lidiar o al menos con tanto desconocimiento, así que se agachó y comenzó a ponerse su camisa. Pero William no estaba conforme con esa respuesta y bufó antes de contestar:

-Sabes maldita sea cuánto me molesta cuando no eres clara y te vas por las ramas. -Tenía razón, desde un inicio debió decirle sobre su charla con Anna Lefevre y si tenía sentimientos por ella.

-Seré sincera - Sería muy terrible faltar a su promesa con Anna, pero no quería perderlo y pelearía por eso.

-¿No quieres venir con nosotros? ¿Es eso? ¿Te parece mucha responsabilidad? ¿Por qué no me dijiste antes esto? -No entendía cómo había llegado a esa conclusión.

-No tiene que ver con eso, yo te dije lo que pensaba, yo quiero estar con ustedes, Lousiane es una niña tan cariñosa y tú, ya sabes lo que siento por ti.

-Lousiane no es cariñosa, eso lo sé, no la alabes, Anna hizo un desastre de ella, por eso mismo quiero remediarlo, creo que estoy a tiempo. -Marie suspiró porque a pesar de todo Lousiane daba cosas bonitas.

-No lo digo por quedar bien, no miento y eso es lo que quiero seguir haciendo, por un momento fui débil, pero no dejaré de hacer lo que quiero por otra persona.

-¡¿De qué demonios estás hablando?! No te entiendo carajo y ya estoy muy cabreado.

-La señora Anna me dijo que me alejara de ustedes o se haría daño - No pudo evitar llorar - sé que es estúpida por caer en algo como eso…

Pero para ella era complejo no saber qué hacer, sentir que sólo provocaría una tragedia por egoísta, no quería eso quería estar con William amarlo, sentirse querida, no llena de intrigas,  sentirse menos por estar ignorante de la realidad, si William amaba a Anna, lo entendería, si era como él le repetía a cada momento de que no amaba a nadie más que su hermana, su amigo y ahora su hija, también lo haría, pero quería saber, no estar como una estúpida llorando porque se sentía realmente vulnerable lo odiaba.

William la miró sorprendido y lo vio soltar el aire como si no esperara esa confesión.

-Muy estúpido Fresa-Expresó más calmo y extendió una de sus manos hacía ella- ven aquí.

Marie  alzó su cabeza y caminó de inmediato hacía él, quien la abrazó y luego la cargó, era fácil, ella no pesaba más de 49 kilos, así en brazos la llevó hasta la cama y no pudo evitar abrazarlo y olerlo, estaba triste, por algún motivo estar entre sus brazos no bastó, para contener todo el dolor que tenía.

-Anna siempre hace eso cuando estoy con alguien, bueno no con alguien, cuando ve que de verdad alguien me interesa. Yo en realidad lo siento, quizás debí ser honesto contigo desde que te golpeó, -Marie le hubiese agradecido más honestidad en ese momento, así no se sentiría tan idiota en ese momento- pero no quería volver sobre lo mismo. Entiendo que no es fácil estar conmigo, no sólo por mis mierdas sino por mi carácter, yo también quiero ser egoísta y estar contigo a pesar que soy consciente que mereces algo mejor. -Marie lo escuchaba atenta, pero a pesar que ya le estaba contando sus asuntos la tristeza era algo que no se iba- no puedo decirte que te amo, yo no sé bien qué significa esas palabras, hace mucho tiempo pensé que amaba a Anna, hoy sé que no, no sé puede querer a alguien que no conoces.

Él tenía un punto, pero algo dentro de ella la hacía sentir incómoda y odiaba eso...

»No sé si es tarde, pero empezaré por contarte toda esa historia, quizás entiendas un poco de qué hablo o finalmente decidas dejarme y quererte un poco. 

»Conocí a Anna hace mucho tiempo, los dos estábamos en el internado ella era bailarina yo un pianista prometedor, al momento en que la vi quedé hechizado, era hermosa y se movía con una gracia cuando bailaba, me gustaba aún más que no parecía caer tan fácil, no era cuestión de sonreírle como a las otras chicas, ella era muy digna y segura, por eso aunque era loco decidí dejar mi lado casanova y concentrarme solo en ella, desde el comienzo fui un marica que la lleno de regalos y atenciones, hasta que finalmente luego de un año aceptó ser mi novia.

»Esos años fueron buenos- él asintió- quizás por eso le permití tanto después, en memoria de esos años, ella me hizo feliz, me hizo sentir amado, no había más chicas, sólo estaba ella, no necesitaba más si Anna estaba, hicimos planes, la universidad, los viajes- William se rió de la nada-la casa, el asunto de la casa le importaba mucho, quería vivir en Ginebra, quería que nuestros hijos crecieran en Suiza cerca de su madre, quería que la casa fuera en cierto barrio, así que yo lo tenía todo.

»Pero eso era ilusorio, toda ella… Su mamá enfermó, eso la afectó, pero para mí seguía siendo ella, luego pasó ese estúpido accidente y creo que ahí terminó por descocotarse, de pronto pensó que era buena idea que a mi hija la criara otro, obviamente yo no lo sabía, a mí sólo me apartó y de marica la entendí, comprendí que el amor se acaba y supuse que el de ella se había acabado, aunque no el mío, creí que se casaba enamorada, también soporté que viviera con otro en la casa que habíamos diseñado para los dos y aún más marica me quedé callado al ver que tenía un bebé producto de los hondos cuernos que pensé me había puesto, ahora preferiría que fuera así, que se tratara de la hija de Heinz y no de mi hija.

Lo que él decía era triste, así al menos Marie lo percibía.

»Pero a ella no le bastaba con eso, no, no era suficiente, de manera que cuando Laurent aparece en mi vida, dejaba a Lousiane con nanas para dedicarse a perseguir y hostigar a Laurent, eso de matarse también se lo dijo a Laurent, luego le dijo que la mataría a ella, le enviaba amenazas, la asediaba, se calmó un poco cuando hablé con ella y cuando le señalé la presencia de su flamante esposo. ¿Qué vino después? Laurent murió y eso pareció satisfacer a Anna, al parecer que yo sea miserable la satisface bastante. -Ella apretó su labio y asintió, porque para ella sería diferente, si William y ella estuvieran separados, ella querría verlo feliz, amado y brillante, no apagado y mal.

-Yo, solo podía pensar en Lousiane, -explicó - de qué se siente que tu madre muera de forma horrible, eso me hizo pensar en esa absurda idea, llevo días sin dormir llena de rabia por sucumbir ante sus palabras. -Esta vez deseaba que le quedara claro - Yo entiendo tu pasado y ya te había dicho que no me ocuparía de perder tiempo pensando cosas innecesarias.

-Ay Marie, no creo que Anna se mate, no tengo tanta suerte.

-Se veía mal - le explicó, había dolor en ella - o si actuaba es excelente actriz.

-Nos haría un favor si se mata, -expresó y de alguna manera eso le dio tristeza, ¿William en algún momento pensaría eso de ella? -eso haría más fácil el proceso legal con Lousiane, sería cuestión de una prueba de ADN que confirmaría que soy su padre.

No quería que él se llenara con ese tipo de pensamientos o estarían atrapados en lo mismo por siempre, así que Marie acarició el rostro de su novio y se incorporó sentándose sobre él mirándolo desde arriba.

-Yo estoy segura que la podrás tener sin necesidad de que ella muera.

De verdad no deseaba que nadie muriera, no tenía que ser todo tan complejo, era la madre de Lousiane y ex de William, para Marie las cosas eran sencillas y no se tenía que caer en dramas a menos que… Los sentimientos irrumpieran, porque a ella le había pasado la primera vez con los celos hacía Rebecca Bracho y ese día con los miedos de matar a la madre de Lousiane y que estuviera en medio de algo.

Escuchó a William hablar de los argumentos que tenía a favor en la custodia de Lousiane y pensaba si no se podría hacer todo más fácil, pensaba en esa niña y lo difícil que lo estaría llevando, tener una madre desequilibrada un padre que había visto por años como un chico guapo y su prometido

Lo único que ella podía recalcar era que estaría con ellos, a menos claro que alguno de ellos no quisiera, quedó en preguntar cuando surgieran dudas, en ese caso la tristeza había sido más grande y se había dejado llevar, pero no debía dejar de perder su esencia por esa mujer, pasaría lo que tendría que pasar, si era con William o sin él ella seguiría viviendo como cada momento oscuro de su vida. Dejó de hablar de cosas innecesarias y comenzó a quitarse su camisa y la tiró a un costado.

William la estrechó en sus brazos y en esa ocasión sí se sintió bien, le daban calma y seguridad, Marie le mordió una oreja, con ganas de tener sexo y aprovechar el pequeño momento que tenía con él.

-No quiero que te pongas triste por Anna, solo te ve como una amenaza, siempre lo ha hecho, porque sabe que me interesas. -Dejaría de pensar en otros y se enfocaría en ella y William, estaría con él, el tiempo que fuera y se iría, si así sucedía.

-Esta vez si no me contuve y la insulté -Le habló honesta, no le gustaba ocultarle cosas de ese tipo.

-Esa es mi chica, no te dejes de nadie.

-A mí no me importa que no me ames, -cambió de tema- yo lo hago y ahora qué lo sé me voy a aferrar hasta que decidas continuar sin mí. -Le dijo honesta, él había demostrado cosas con sus actos y no le importaba el sentimiento, también estaba segura que él sería honesto cuando dejara de querer estar con ella. Miró su reloj y notó que ya pasaba la media hora. -Oye, nos quedan quince minutos, en donde guardas tus condones - dijo cambiando de expresión ahora coqueta, William le señaló su mesa de noche.

Cambió su mirada y comenzó a buscar los labios de William, quería saborearlo, a él y su pene, deseaba algo de sexo, ni siquiera había querido tocarse, porque no era lo mismo, pero cuando estaban a punto de besarse la puerta comenzó a ser forcejeada ella lo miro con decepción y William le pasó su brasier y su blusa.

-Mi demandante hija me solicita. 

William le confirmó lo que sospechaba, mientras ella se vestía y bromeaba al respecto, ya podría desquitarse con él, pero era paradójico que cuando no era su novia cogían más, como la relación era abierta a veces pensaba lo mal que era no querer estar con nadie más, al menos su libido estaría satisfecho, aunque su parte sentimental no. Terminó de vestirse y cuando él le preguntó ya tenía en su mano el abrigo y alisaba su cabello.

No pasó mucho cuando él abrió la puerta y la adolescente entró preguntando demasiadas cosas, la saludó, habló de Pauline, de Sébastien que parecía tener una relación con ella y al final William hizo que Lousiane llamara a Anna, era un gran gesto de su parte, porque no tenía que ser una guerra sin cuartel todo ese asunto. La escuchó hablar osca con Anna y pensó que ella tendría que ir a decirle que no dejaría a William...

William también se veía afectado con eso, quizás sufría por su hija, las cosas en el fondo eran raras, como Anna seguir diciendo que ella la había lastimado y realmente de forma física no lo había hecho y si decirle perra lo era, Anna le había dicho cosas peores y ella no se había revolcado en sus lamentos. Lo único que pensó fue que si irse le ayudaba a Lou a tener felicidad con sus padres no hubiese sido en vano el dolor de alejarse de William.

Decidió que era momento de irse, ya no tendría tiempo a solas con William, ni sexo, Lousiane no le caía mal, pero las cosas que tenía que hacer no las podía aplazar, por un lado, su hermano había decidido ir con ella y Alicce había accedido a que ella fuese  la tutora legal de Philipe y eso era importante, le alegraba mucho tenerlo a su lado las cosas no serían iguales sin él.

Estuvo hablando con Lou un rato sobre un libro que le regaló, hasta que se despidió de William y de la adolescente, caminó hacia el auto que la esperaba en la entrada, necesitaba salir de ahí, se sentía ahogada, suspiró y divisó las calles de Londres sintiéndose extraña, jamás imaginó que William y Anna tuvieran una historia, aunque ese día en el hospital… No, debía sacarse eso de su cabeza, William decía que estaba en el pasado y ella le creía.

Entendía que no le había dicho nada pues simplemente ella no era nadie importante para él como para confiarle ese tipo de cosas, era entendible y no lo juzgaría por eso, en ese momento tenía que hablar con la señora Hammer, no podía dilatar el asunto.

Suspiró cuando vio el aeropuerto, caminó por los pasillos con un malestar extraño en su pecho, por algún motivo tenía ganas de llorar, desde ese atentado sus emociones estaban un poco desbordadas, lloraba sin motivo y se sentía mal de repente, el médico le había dicho que era normal, después de lo que había vivido y que con el tiempo volvería a ser ella misma, pero ni siquiera sabía quién era ella, se limpió la lágrima que bajaba por su mejilla, así de patética estaba, ella que solo ponía su confianza en hechos que racionalizaba la situación sin mezclar lo sentimientos, ahora era una mujer que daba risa.

Sin ser consciente de su alrededor llegó a París, cuando uno de sus acompañantes le preguntó si iría al bufete de abogados, ella negó debía ir, pero antes había otro lugar que tenía que visitar, iría a Etoile-Foch, el lugar donde vivía la señora Hammer y sería honesta, intentando no herirla.

Cerró sus ojos y recordó la conversación de Lousiane con su madre, la promesa que hizo a William, esperaba que la madre de Lousiane estuviese bien, otra lágrima volvió a salir de su mejilla, no entendía por qué sentía qué se entrometió en medio de una familia y por qué se sentía tan culpable.

Ella no tenía nada qué ver en aquella situación, había llegado a la vida de William siendo un hombre soltero sin compromisos o hijas, no le había arrebatado nada a nadie como le decía la señora Anna, quien en ese momento estaba casada, su lógica le dictaminaba eso, pero aun así su pecho dolía mucho. Se limpió su rostro y bajó ante el gran portón en madera rojo, tocó levemente y esperó a que le abrieran.

-Señorita, ¿qué desea? -Dijo una mujer mayor y de voz pausada.

-Quiero ver a la señora Hammer-La mujer la dejó pasar al rellano.

-La iré a anunciar -Comenzó a alejarse dejando el eco de sus zapatos en el lugar.

La casa, situada en Étoile-Foch, quedaba cerca de la embajada, era un dúplex elegante, todo era de un gusto exquisito, Marie se giró y observó el lugar, había un gran jarrón con flores, las cortinas, los cuadros de alguna forma sentía que todo combinaba, era un hogar, aquello que le aterraba que le hacía cortar su respiración de forma ilógica.

Estaba nerviosa después de lo sucedido en su suite no sabía qué esperar de la señora Hammer, muy recientemente divorciada. El sonido de un taconeo inundó el recinto y apareció ella, tenía un vestido muy ajustado, su cabello sedoso caía en ondas sobre su pecho, sus ojos azules se radiantes.

-Marie Keller -Escuchó la voz de Anna en el recinto, ella se giró y la detallo, no parecía la mujer desencajada que le había suplicado días antes que se alejara de William, se veía muy bien arreglada, le sonrió de forma amplia -¿Qué te trae por aquí querida? -Marie contrajo su rostro y la miró confundida -Deberías estar lejos, ¿no fue lo que me prometiste?

-En cuanto a eso, creo que no podré hacerlo, no lo dejaré por usted, lo siento, pero no tengo que ser la culpable por lo que haya sucedido entre ustedes. -Anna cambió su expresión y la miró con rabia.

-¿Cómo te atreves a cambiar de opinión? -Dijo con su respiración pesada.

-Simplemente lo hice, acéptelo y asúmalo.

-Usted no sabe por todo lo que he pasado -Dijo rompiendo en llanto, primero perdí a mi madre, luego lo perdí a él, yo no tengo nada más, usted es joven y puede volver a empezar al lado de otra persona -Marie la miro en silencio, eso había intentado comenzar al lado de él, decidió confiar después de mucho tiempo, por más que ella le diera razones, no quería dejar aquello, William le había dicho que la dejaría eventualmente, sin embargo mientras eso no sucediera quería disfrutar a su lado, aun así la situación de Anna Lefevre le daba lástima, así que Marie bajó su cabeza.

-De verdad lo siento, sé que puse mi palabra en juego y por eso vine personalmente a disculparme por faltar a ella, pero no lo haré, no lo voy a dejar. -Marie se giró y escuchó el llanto descontrolado de aquella mujer.

Anna liberó un grito de frustración, ante la insolencia, era una descarada que prometía cosas y luego llegaba con ese tipo de argumentos.

 -¿Acaso no se ha visto en el espejo? Maldición no debería tener celos de alguien tan poca cosa. -Vomitó, porque era una realidad, ella era más bella, con clase, una dama, mientras que Marie una niñita que no le llegaba a los talones.

Sin contestarle se giró hacía la puerta y salió del lugar,  golpeó su pecho levemente con su mano empuñada, respirando de manera honda, uno de los hombres que la acompañaba le abrió la puerta, pidió que la llevaran al hotel, no tenía ánimo de ir al bufete, llegó directamente a su habitación  y se deshizo de sus zapatos, leyó una pequeña nota que su hermano le había dejado en la mesa, su madre había ido por él, ella suspiró y se sentó en el sofá mirando el techo, las formas de este eran bonitas, quizás tenía algún tipo de inspiración artística que a ella no le interesaba y que en ese momento pensaba que deseaba deshacerse de los pensamientos que la agobiaban los últimos días.

Se incorporó y fue al minibar, sacó varias botellas y las esparció en el piso, las destapó y comenzó a olerlas, probó una, pero su sabor almizcle le hizo hacer una mueca, luego probó otro y otro más, sintió un fuego por su cuerpo, encendió el estéreo y escucho una mezcla de sonidos centelleantes, un cantante conocido de jazz invade el lugar y ella comenzó a moverse al son de este, contoneaba sus caderas y rió totalmente ebria.

Pronto sintió las manos de alguien en su cintura, un leve masaje que hizo que su cuerpo se estremeciera.

-William -Dijo arrastrando sus palabras -Pensé que tus mujeres no te daban tiempo de salir a visitarme -Dijo recostando su cabeza en el pecho de él.

Las manos del hombre se intensificaron e hicieron presión en su herida haciéndola emitir un grito de dolor, pero ella continuó bailando mientras el hombre de partía besos en su cuello, Marie intentó girarse, pero él no la dejó y masajeó su cuero cabelludo.

-¿Cómo sabes que me encanta que acaricies mi cabeza? -Dijo cerrando sus ojos, se giró y tocó su rostro, hizo una mueca y los abrió, -te siento extraño -Entornó sus ojos tratando de enfocarlo, acercó sus labios y lo besó, pero arrugó el ceño-No sabes a ti -Sollozó -¿Estoy dormida? ¿Te estoy soñando? ¿Por qué en mi sueño no puedes saber a ti? -Dijo de forma inaudible.

De repente alguien sacudió al hombre y le dio un empujón lejos de ella, Marie perdió el equilibrio y cayó sentada, sin entender qué pasaba.

-¡Estás loco! Thomas -Gritó Aiden - ¿Cómo puedes aprovecharte de ella en el estado que está? -Caminó a ella y la levantó del piso -Aun tus heridas no sanan, ¡por qué estás ebria! -Expresó enojado -Por qué tienes qué ser tan irresponsable -La tomó por la cintura y la llevó a la cama.

-Qué haces aquí -Se quejó ella.

-No me digas nada, estoy enojado contigo, te estuve buscando, tenemos asuntos importantes y te comportas como una niña pequeña -La tiró en la cama y ella movió sus piernas como una niña pequeña, se estiró y tomó el teléfono de la habitación.

-William, ¿ya te fuiste? Aló -Dijo con sus ojos cerrados.

-Ya Marie cálmate y descansa. -Miró a un costado y vio como la sangre comenzaba a emerger de su vientre-Tu herida aún sangra, ¿por qué tienes que hacerte esto? -Le soltó frustrado.

Salió de la habitación y todo quedó en silencio, ella dio vueltas en la cama, tocó su cabeza y lentamente se quedó dormida.

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