LA HEREDERA CAPÍTULO EXTRA




Thomas, Canadá mayo de 2015

Victoria había estado particularmente molesta, quería que la acompañara con las cosas del feto que tenía en su vientre, si él no estuviera seguro que Jun era el padre, hasta sentiría remordimiento por esa mujer, pero Victoria era cínica y quería que él jugara a la casita feliz, algo que definitivamente no haría, ella era una herramienta y la utilizaría hasta lo último.

 En ese momento estaban en una reunión familiar, para él era la oportunidad de recoger información, su padre Patrick Ucker, solía ser descuidado, para ese sujeto ellos eran simples idiotas que cumplían el papel de la familia ideal, pero Thomas guardaba rencor en su interior, jamás le perdonaría lo que le hizo a su madre, lo que hizo por el poder, lo pagaría tarde o temprano.

 -Cariño, mira cuanta ropa para nuestro bebé. -Victoria lo sacó de sus pensamientos.

-Umm…- Fue lo único que salió de su boca y sonrió. -Iré por un trago.

 Se levantó de la sala y fue hasta la cocina a uno de los tantos escondrijos en donde su padre tenía de licor, necesitaba un respiro, no tener avances lo estaba enloqueciendo, lo bueno es que le había puesto un micrófono a Patrick y había escuchado unas cuantas conversaciones con Jacques LeBlanc y otros sujetos que, aunque no sabía quiénes eran, estaba en esa búsqueda de antecedentes.

Tener la fachada de un hombre casado a punto de ser padre, además de un escritor exitoso que viajaba por todo el mundo firmando estúpidos autógrafos, no ayudaba, tenía horas de grabaciones sin revisar, era increíble que su ventaja a veces fuese lo contrario y jugara en su contra, sentía que lo tenía en sus manos, pero faltaban tantas pruebas que si lo hiciera en ese momento se recuperaría fácilmente.

Se sirvió un poco de bourbon y se recostó en una de las esquinas, le gustaba ese lugar estaba bajo la cocina, era oscuro y con tantas clases de licor que para cualquier alcohólico sería el paraíso. Escuchó un ruido y en vez de salir su instinto lo hizo esconderse, por un lado no quería que lo molestaran y por el otro esa parte investigativa que imperaba en él.

 -Heinz no deja de molestar con que ese sujeto participe… -Escuchó la voz de su padre y eso le llamó la atención. -Si, ya le dijimos que debe parecer un ataque de esos sujetos…-Volvió a callar -La Heredera Keller debe morir, es la única forma de salir del ojo del huracán… 

Esa declaración dejó frío a Thomas, pensaban matar a Marie Elizabeth, debía saber dónde y cuándo, ella no podía morir, de alguna manera la consideraba de su propiedad y él sería quien dispondría de ella.

 -Me parece bien el día de mañana, ya quiero deshacerme de esa muchachita… Ujum, entonces nos vemos en el próximo encuentro.

Patrick salió de la habitación llevando consigo una botella de vino como si no acabara de hablar de un futuro asesinato y Thomas apretó sus labios, debía hacer algo, pero con tan poco tiempo tendría que improvisar y lo odiaba.

Salió del cuarto con su mejor cara, debía terminar ese circo rápido, así que buscó el regalo que tenía preparado y lo puso junto a los otros, no era como si le importara, pero esas cosas hacían que Victoria creyera que tenía el control.

 -No puede ser… -Su suegra intervino- Qué hombre tan detallista, hija eres tan afortunada.

-Si, madre. -Victoria respondió mirándolo con esos ojos de culpa que él ya conocía.

 Cada movimiento era planeado, le gustaba que todo saliera perfecto, por el momento era un padre ejemplar, Patrick se veía orgulloso de él y podía escucharlo más tarde diciéndole que era el mejor, lo que no sabían era que él planeaba dejar destrozar todo a su paso y quitarle esa risa de suficiencia.

 Después de unas tres horas muy largas para su gusto logró deshacerse de esa gente, la excusa con su esposa para que no sospechara, era que se iría a un lugar tranquilo a escribir, no era extraño, solía perderse a lugares silenciosos para concentrarse en sus libros, aunque ya tenía uno en marcha que era un bestseller, -Silence- no era extraño que ya trabajara en otro.

Comenzar con su plan no era fácil, no sabía que le harían a Marie y cómo podría ayudarla, habló con Aiden, -a pesar que se habían distanciados ambos seguían teniéndola a ella en común- él había quedado en hablar con ella y sacarla de París con otra identidad, esperaba que fuese competente con eso, mientras él se encargaría de encontrar los detalles del atentado.

La primera información que obtuvo fue de Crystal, le contó que Marie planeaba irse de París y había terminado con pedante londinense al parecer su decisión era firme, le gustaba todo eso, sentía que estando lejos ella podría brindarle la información que necesitaba.

Tuvo que pedirle a un par de contactos que lo ayudaran a salir de Canadá de manera ilegal, para todos él estaba en una remota cabaña en algún bosque, no iba a tirar por la borda todo su plan por Marie, así que debía ser en exceso cuidadoso, esperaba salvarla de esos sujetos, no negaba que era a su conveniencia.

Mientras viajaba a Europa intentó escuchar la mayoría de las conversaciones de su padre, sacar detalles que le ayudaran a idear un plan, según pudo entender harían un atentado al edificio del Grupo Keller, era ingenioso, entre tantas muertes no sospecharían que iban exclusivamente por la presidente, sería un cuerpo más, sin embargo si ella se iba el plan sería en vano, algo que ellos tuvieron en cuenta y se aseguraron que no pasara, así que aunque ella se iría no contaba con que su último día en el edificio del grupo Keller, también sería el último de sus días.

Había ideado algunos, el más sencillo que Aiden le alertara, pero como sabía de la naturaleza de Marie Elizabeth, sabía que debía hacer algo más, a pesar de saber que harían y qué día, la hora era incierta, según sus cálculos lo más probable era que lo hicieran en la mañana y sería un evento bastante ruidoso en donde necesitarían bomberos, rescatistas y ambulancias. 

Se vistió para la ocasión con un traje de bombero, aunque de transporte escogió una ambulancia, salir sería más fácil, esperaba no tener que usarla, pero contrató una enfermera del bajo mundo por el que se movía y tuvo que tomar a la fuerza una doctora con un pasado oscuro para poder manejarla.

Según lo que podía prever lo más seguro era que hirieran a Marie, esos sujetos la querían muerta a como diera lugar, a pesar de eso tenía muchos vacíos en su plan tenía que esperar que Aiden fuese astuto y alterara las cámaras, que el plano del lugar no estuviera errado y que a nadie le diera por detenerlo durante el trayecto, cosa casi imposible por haber escogido una ambulancia.

Su plan inicial era entrar como un empleado y sacarla a rastras, pero si se adelantaba el atentado no tenía más de otra que entrar en medio del caos y buscarla, esperaba no tener que encontrar un cadáver. No le gustó ver a lo lejos el humo y la algarabía en la calle, al parecer había explotado un par de bombas y los hombres se habían tomado el edificio.

Se puso un traje de bombero y también buscó un arma, no quería matar a nadie, pero no quería molestias en su recorrido. El humo, no dejaba ver nada alrededor, buscó entre los cuerpos en los pasillos a Marie, tenía rabia no haberla podido proteger la impotencia qué hacía sentido al darse cuenta de aquel macabro plan, quiso matarlos uno a uno, pero aquello solo lo ponía en una situación difícil. 

Se acomodó la máscara de oxígeno el humo no lo dejaría avanzar mucho si no se protegía, al parecer habían dado de baja a la mayoría de los insurgentes, pero sabía que aún podía haber otros, realmente no le importaba, tomó las escaleras de emergencia y fue al piso en donde quedaban sus oficinas, si tan solo ella lo hubiese escuchado no estaría en esta situación.

Abrió la puerta de un tirón y vio en la mesa de las secretarías con un tiro de gracia, otras estaban en el piso como si hubiesen querido huir, caminó presuroso hacia la oficina de ella, pero no había más que humo, suspiró frustrado, tenía miedo de solo encontrar su cuerpo inerte, nadie a parte de él la podía matar.

Salió de ahí y bajó nuevamente las escaleras y comenzó a caminar por los pasillos, más cuerpos esparcidos notó, incluso algunos se movían pidiendo ayuda, pero él ya tenía un objetivo y no se iría sin ella. Notó que había un hombre de pie, no estaba herido y su mirada estaba puesta en el piso, ahí estaba ella arrastrándose con dificultad, el hombre disparó una vez y se escuchó un quejido, Thomas sacó un revólver de su uniforme y le disparó al hombre en su cabeza, este cayó de bruces ante ella.

Corrió hacía donde estaba ella y tomó al hombre y lo tiró a un costado con rabia, tomó el rostro de Marie con sus grandes manos y lo movió.

-Marie Elizabeth -Le dijo sin dejar de moverla -Reacciona -Ella se quejó y balbuceó el nombre de aquel hombre, Thomas suspiró y la tomó por su cintura y la montó en su hombro.

Gracias al mapa, había logrado entrar por una escalera de emergencia que daba a una puerta trasera, utilizada sobre todo por empleados de servicio tenía poco tiempo antes de que el equipo especial tomara el edificio.

Bajó rápidamente, mientras escuchaba los quejidos de Marie en su hombro, al llegar al último piso en vez de salir para tomar el salón principal, salió por una puerta lateral que llevaba a un callejón contiguo en donde tenía preparada la ambulancia, la abrió y la depositó ahí, la enfermera lo miró temblorosa y la comenzó atender, Thomas le había advertido que si la dejaba morir la mataría.

Cerró la puerta y se giró y miró alrededor, esperando que nadie estuviera cerca, vio que un policía comenzó a acercarse, tragó saliva esperando que no lo detuviera, de repente una gran explosión retumbó en el lugar, el policía miró hacia el edificio y corrió fuera del callejón, Thomas suspiró aliviado, no quería tener que dar explicaciones y menos matar a un policía por tratar de protegerla, sabía que no sería algo bueno.

Corrió hacia la parte de adelante y se comenzó a quitar el uniforme de bombero, tomó una bata y la abotonó, no sabía la gravedad de sus heridas, pero no resistiría mucho tiempo aun con los primeros auxilios, así que como había organizado originalmente iría aquella bodega y la revisaría. 

Sabía qué hacer aquello solo, era realmente complicado, pero involucrar a Aiden y la estúpida de Crystal solo la pondría en peligro, así que la segunda parte del plan no se los había contado, no les había dicho a dónde la llevaría, ya no los necesitaría. Incluso había ido a ver al idiota había sido supuestamente su novio había querido contar con el imbécil, pero ni siquiera había querido verlo, cosa que ahora agradecía, tenía sospechas que se hombre estaba en algo turbio.

Movió su cabeza frustrado y la miró por el retrovisor, viendo cómo se retorcía por el dolor, incluso este la había dejado inconsciente, mientras la enfermera trataba de detenerle la hemorragia. Aceleró y aprovechó la confusión en el lugar, pudo encontrar un espacio y poco a poco comenzó alejarse de la multitud de patrullas y ambulancias, quería creer qué había pasado desapercibido, pero su experiencia le dictaba que en un plan tan improvisado sería fácilmente rastreable.

Divisó las puertas dobles de la bodega, sentía que había pasado mucho tiempo antes de llegar hasta ahí, se bajó cauteloso y abrió el candado y escuchó el rechinar de las puertas oxidadas, caminó rápidamente hacia la ambulancia y manejó al interior junto a la enfermera que no paraba de decirle su mala condición nerviosa, después cerró las puertas y percatarse que nadie había alrededor se encerró. 

Caminó presuroso hacia la ambulancia y abrió las puertas traseras y la sacó en la camilla, la tocó y se sentía muy fría, suspiró frustrado y con rabia, la enfermera había contenido la hemorragia, pero aún las balas debían estar dentro, la mujer lo miró temblorosa.

 -Pude parar la hemorragia, pero aún está en peligro. -Thomas la miró con rabia -Por favor no me mates,

-Si ella muere lo haré tenlo por seguro.

Thomas rebuscó unas tijeras y comenzó a cortar su ajustado vestido azul, tenía dos disparos, uno en su vientre muy cerca de su cintura y otro en su espalda y un leve rasguño en el muslo, la sangre comenzó a salir a borbotones del vientre y de su hombro, a ese paso se iba a desangrar, busco un orificio de salida y para su suerte lo tenía, tomó una venda y presiono la herida, para mermar la hemorragia.

-Haga presión en la parte del hombro.

Le ordenó a la mujer que estaba petrificada, lo estaba hartando, sobre todo porque las heridas al estar de lado opuesto eran más difíciles de tratar, había hecho un salón quirúrgico improvisado no sabía en qué condiciones la encontraría, había esperado que fuese de una mejor forma, pero ese hombre había jugado tiro al blanco como quiso.

Maldijo en voz alta al ver que ella prácticamente era un cadáver, sus conocimientos no bastarían para ayudarla y la mujer que había raptado estaba tan paralizada que no creía que hiciera mucho. Tampoco entendía qué se traía aquel hombre con ella, según había podido escuchar, para ellos ella era irrelevante, pero para Jacques era realmente importante matarla.

¿Qué tenía ella para que se ensañaran de esa forma? Marie Elizabeth debía vivir para contarle, pero a ese paso tendría que contratar un espiritista para que le respondiera, pero él era un hombre terco y la traería del mismísimo infierno de ser necesario.

La tomó con facilidad y la pasó a la otra camilla, la puso boca abajo y vio que el disparo en su hombro no estaba mucho mejor, no había un orificio de salida y la hemorragia era abundante, tendría que rebuscar la bala en su interior, le pidió a la inútil un equipo esterilizado y tomó las pinzas metiéndolo en él orificio, ella se movió de forma brusca, pero él no se detuvo, si quería salvarla no necesitaba ser delicado, pronto sintió algo duro lo tomó con fuerza y lo sacó, por fortuna no había ningún tendón involucrado, en aquello ella debía ser muy afortunada.

Un sonido, sordo lo hizo mirar hacia la puerta, una mujer morena de cabellos rizados se acercó a ellos.

-Tal como me dijiste nadie me siguió -Dijo ella mientras dejaba sus cosas a un lado y comenzaba a ponerse unos guantes de látex.

-Llega tarde -Dijo él seco y con rabia. -Y la inútil que me diste no sirve para nada.

-Detuve la hemorragia durante el trayecto… -Balbuceó la mujer.

-Los hospitales están en alerta roja, no fue fácil zafarme. -La mujer recién llegada ignoró a la chica y luego miró a Marie -¿No era más fácil llevarla a un hospital?

-Ya había dejado claro que nada de preguntas idiotas -Ella lo miró con rabia y se hizo al lado de ella.

-Esta mujer está muy mal, se está desangrando-Sacó un equipo de cirugía y preparó una aguja con delicadeza y comenzó a coserla.

Después la giró y palpó su vientre detenidamente, suspiró aliviada.

-Al parecer no perforó ningún órgano interno, o ella tiene mucha suerte o le tocó un muy mal tirador-Eso fue porque el sujeto se aseguró que así fuese, jugaba con ella y si él no hubiese llegado estaría como un colador.

La doctora quitó el torniquete que él le había hecho y comenzó a cerrar la herida, de repente ella comenzó a convulsionar.

-¿Qué sucede? -Dijo impotente tratando de detenerla, la mujer lo miró.

-Tiene un paro respiratorio, ¿de verdad no es mejor llevarla a un hospital? -Dijo buscando el equipo con sus manos temblorosas y la enfermera estaba en un rincón llorando.

-Deja de hablar tonterías y ayúdala, tenemos un trato y sabes qué no me ando con juegos -La miró con rabia. -ambas tienen cola que les pisen y si ella muere la vida de ambas será un infierno.

La mujer suspiró, eso sonaba peor que matarla así que tomó el desfibrilador y lo acomodó, de forma experta, echó un gel en su pecho, mientras la otra mujer se aseguraba de quitarle las joyas. 

-Retírese de ella -Lo miró seria y él hizo caso.

Hizo un conteo y después de juntar las paletas las puso en el pecho de ella, miró la máquina y vio que su corazón no respondía, volvió a repetir la operación y vio que el cuerpo de ella se contrajo de forma violenta, pero no había respuesta ambas mujeres estaban nerviosas y a punto del colapso.

Thomas las miró con rabia quería sacar su pistola y darles de a tiro de gracia, pero no tenía tiempo para lidiar con cadáveres, ya mandaría alguien que se encargara de ellas. Mientras tanto no ver respuesta por parte de Marie lo tenía rabioso, aún no se podía ir y ver que su cuerpo seguía inerte era peor.

La mujer volvió a usar el desfibrilador y el cuerpo de ella volvió a moverse de forma brusca y un leve palpitar comenzó a escucharse, ambas mujeres respiraron aliviadas y la médica lo miró preocupada:

-Ha perdido mucha sangre -Dijo impotente.

-Yo robé algunas reservas de su mismo tipo -Ella lo miró incrédula.

-¿Qué tan importante es esta mujer, para que no pueda ser atendida en un hospital? Ahora tuve suerte, pero no quiero que por un capricho dejarla morir, aunque paramos la hemorragia por ahora, tiene un pie dislocado -Señaló el pie hinchado- y una mano con una posible fractura.

-No puede, lo mejor es que piensen qué desapareció, ¿satisfecha? Podría morir si se lleva a un hospital y eso no lo voy a permitir.

La mujer suspiró y decidió entubar sus signos estaban débiles al parecer tenía una hemorragia interna, por sí misma no podía respirar, esa mujer estaba más muerta que viva. Estaba metida en ese embrollo todo por ese maldito día, la tenía en las cuerdas y negarse empeora todo.

Thomas se acercó a Marie y la miró impotente, su pie estaba torcido, acarició su pierna con delicadeza hasta llegar a este, lo tenía doblado a un lado, de un solo tirón lo acomodó, el cuerpo de Marie se arqueó, pero no emitió sonido, aunque se veía muy mal al menos seguía viva.

-Ya todo está bien -Le dijo en susurró, tomó una de las vendas y la puso en su pie.

La mujer regresó y comenzó a organizar el equipo para hacer una improvisada transfusión, Thomas la miraba en silencio, esperaba que aquello funcionara.

-Esto será provisional, pero le aconsejo que la lleve a un hospital, -Dijo mientras le canalizaba la vena.

-Ya lo veré -Dijo seco.

-Podría obtener una infección -Miró el lugar, además de que podría entrar nuevamente en paro respiratorio -La miró y tocó su frente sudorosa -Ella no está bien, el que tenga signos tan bajos y haya perdido tanta sangre lo dice todo, no sé siquiera si tiene alguna hemorragia interna.

-Para eso estás aquí -La miró desafiante, ella solo resopló, pero no dijo nada más.

La mujer revisó cada aparato, conectado a ella, Thomas miraba en silencio pensativo, ella se veía pálida y sudorosa su pecho subía y bajaba de forma frenética, no sabía cuánto podría soportar, había tenido suerte que durante el camino no hubiese colapsado, con esos primeros auxilios tan paupérrimos.

Caminó hacia ella y acarició su frente, notó que comenzaba a temblar.

-¿Qué tiene? -La médica lo miró.

-Ha perdido mucha sangre, su cuerpo se enfría -Tomó una esponja y rellenó un recipiente plástico con agua y comenzó a pasarlo por su cuerpo, después tomó una sábana y la cubrió, luego  una manta térmica y la puso sobre ella -Es una suerte que sus heridas hayan sido superficiales, por ahora está desmayada por el dolor, pero eventualmente tendré que poner medicamentos para el dolor y no tengo, además de la infección -Lo miró frustrada -Conozco un centro médico en donde la recibieron sin preguntas, de verdad no me quiero hacer cargo de eso, ¿no entiendes qué podría morir?

-Cuando esté mejor la llevaremos.

-No va a mejorar, no si sigue con este tratamiento tan improvisado - La detalló - su brazo se hincha, necesita rayos x, ya vi que de forma descuidada acomodaste su pie, pero nada de esto será suficiente.

-Conseguiré otro auto y la llevaré -Dijo finalmente -Pero tú le darás ingreso, te inventaras cualquier cosa, pero no quiero verme involucrado -Ella suspiró con rabia.

-No sé en qué diablos te has metido, tenía una vida hecha en París, trabajó en una de las mejores clínicas de la ciudad, no pienso arruinarlo todo por… Ella. -La miró con la cantidad de elementos para que respirara.

Thomas caminó hasta ella y la tomó de cabello con fuerza inmovilizando su cabeza.

-Me importa una mierda, tu ejemplar vida de doctora con todo el dinero qué acordé darte puedes hacer lo que se te dé tu puta gana, incluso ir a montar una clínica en la mitad del océano o en donde quieras. Sé tus putos secretos, esos que no te hacen tan buena, así que acatarás mis ordenes ¿Entendiste?  -La miró frío, pero ella no hizo nada, él apretó su cabello y la movió brusco -¿Entendiste? 

-Si -dijo con dificultad.

-Y para ti va lo mismo, -miró a la otra mujer -enfermera de pacotilla, ¿acaso crees que no sé qué matas a los viejos ancianos que atiendes?

Thomas la soltó y caminó al lado de Marie, buscó una toalla limpia y la enfrió y poco después la puso en su frente para limpiar los rastros de sangre y tierra. Ella movió su cuerpo, tenía que hacer algo con el brazo roto, buscó algo con qué inmovilizar su brazo de forma improvisada, cuando se dio cuenta que la respiración se había detenido

-No está respirando. -Miró a la mujer, ella se acercó y la revisó.

-Aun lo hace, pero con mucha dificultad. -La médica afirmó- Preparare el equipo de ventilación mecánica. -Le habló a la enfermera.

La mujer comenzó a preparar todo tuvo que pedirle sedantes, que él por supuesto había robado y comenzó con la respiración mecánica, luego comprobó su oxigenación y asintió, está estaba estable.

Ella se hizo a un costado y Thomas observó a Marie, apenas y estaba viva, se veía tan mal que quizás la mujer tendría razón, no la podría tener en esa bodega abandonada por siempre. No pudo evitar recordar la forma en cómo se movía y balbuceó incoherencias cuando la encontró, solo podía hablar de aquel hombre y llamar a su hermano. 

Sentía rabia, sabía que Tilman no la amaba ni un poco, ella era un juego que se había inventado ante los demás y él pensaba que era para poder manejarla a su antojo. Lo había investigado y según le habían dicho él aún se veía con mujeres, además que el investigador le había dicho algo sobre una rubia suiza, quien había sido su amor de adolescencia y con quien se había estado besando no hace mucho.

No tenía que ahondar mucho para imaginarse un poco la situación, odiaba que Marie Elizabeth fuese tan tonta, le enervaba que ella no pudiera ver lo que ocurría y se aferrara a un hombre como ese, aunque qué podía decir, se enamoró de él en alguna ocasión y no era mejor persona.

Empuñó sus manos y salió de ahí, miró su ropa llena de sangre y buscó en la ambulancia alguna camiseta limpia.

-No quiero que le suceda nada -Sentenció antes de irse, ellas asintieron y él caminó al exterior.

Se sentó a un costado y sacó un cigarrillo, estuvo ahí largo rato no sabía qué haría con ella, pensaba en llevarla lejos y hacer que Marie Keller muriera para el mundo, era lo mejor para ella, al menos eso era lo que consideraba, suspiró con rabia, aunque ella no quisiera la obligaría a quedarse con él y hacerla salir de aquella situación estúpida en la que se encontraba.

-Thomas, la herida del vientre no quiere coagular, nuevamente le sale sangre -Lo interrumpió una voz de repente -Y no tengo suministros para ese tipo de situaciones, con la transfusión pudo aguantar un poco más, pero a este paso podría desangrarse en menos de una hora.

-¿No puedes hacerle una transfusión más? -Ella lo miró con furia.

-Quizás podría hacer eso, toda la noche, pero si no determinó qué es lo que hace que no logre detener la hemorragia, lo único que haría seria alargar un poco su vida de una forma miserable -Lo miró desafiante - Puedes amenazarme como ahora, incluso matarme, pero eso no hará que su situación cambie.

Thomas se levantó y tiró el cigarrillo al piso, lo aplastó con su bota y entró al hangar, comenzó a despegar algunas calcomanías entre ellas el número de la ambulancia, sacó algunas herramientas y cambiar la placa, no podía arriesgarse y salir con la misma, sacó la ropa de bombero y la tiró en un tinaco y le prendió fuego junto las otras prendas con sangre.

-¿A dónde dijiste que la podíamos llevar?

-En Bath, al suroeste de Inglaterra hay un hospital de caridad, lo atienden monjas y algunos voluntarios, ahí la podrán recibir sin preguntas. -Él suspiró.

-Eso queda a casi seis horas por tierra desde aquí.

-Creí que te relacionas con lo peor de la policía, así como me compraste a mi puedes hacerlo con cualquier otro. -Thomas la miró con furia y la tomó del brazo.

-A mí no me hables en ese tono -La soltó moviéndola demás -Iré hacer un par de llamadas, organiza el equipo para trasladarla, y si algo le ocurre a ella, tú morirás.

-Espera -Lo detuvo -Necesito ayuda, llamaré a una amiga enfermera para que me asista en el traslado y traiga más sangre, su tipo es muy raro.

-¿Y la idiota que traje?

-Esa mujer lo único que hace es llorar.

-Está bien. Espero que sea alguien de confianza, ten en cuenta que no sólo tu vida está en riesgo, después podrás irte a donde quieras, no lo arruines -Se acercó a ella y acarició su cabello rizado -Sería una pena asesinarte. -Ella tembló levemente, pero no dejó de mirarlo, Thomas le sonrió y se giró hacia un extremo del lugar.

Sabía que la estaba llevando al límite, pero no podía permitir que ella muriera, tenía que asegurarse que aquella mujer hiciera lo posible para ayudarla, sacó un móvil desechable y le marcó a un contacto que tenía en la policía, para que lo ayudara a sacarla del país sin levantar sospechas.

Se deshizo de la quejumbrosa para aligerar el viaje en el que acordó con su contacto que la llevaría al aeropuerto y él haría los arreglos para que abordara en un jet privado de alguien que le debía un favor, según como lo planteaba todo se haría de manera anónima, y una vez ella estuviera más estable se la llevaría lejos.

Sabía que todo lo que hacía podría enojarla, pero cuando pasara el tiempo y se diera cuenta qué era lo mejor lo entendería, la vio a lo lejos acostada, se veía tan mal que en ese instante lo único que quería era volver a golpear a ese hombre. La médica se acercó y después de ayudarla a organizar lo que necesitaba en la ambulancia, la montaron en la camilla subiendo a Marie a la ambulancia con cuidado.

Él se acomodó en la parte de adelante y miró por el retrovisor, Marie seguía inconsciente y la mujer revisaba cada monitor, se puso en marcha, sin dejar de verla por el espejo.

-Mi amiga nos verá en una calle contigua a Salpetriere -Él solo hizo un ruido, pero no le contestó.

Condujo a prisa, regresando a la ciudad y temía que lo detuvieran, en caso de que lo hicieran todo su plan se iría por la borda y muy seguramente se la llevarían.

-Prende la sirena, eso nos hará menos sospechosos -Dijo la mujer en la parte de atrás, él asintió e hizo lo que sugirió.

Vio un retén a un costado de la carretera y se tensó, el policía que estaba en la mitad de la calle movió su mano dándole paso de forma inmediata, respiró hondo y sin perder tiempo aceleró, como la doctora había dicho la enfermera estaba a un costado de la carretera cerca a una van, aparcó la ambulancia y ayudó a entrar el resto de las cosas.

Regresó al volante y con la sirena encendida condujo a prisa hacia el aeropuerto, como su contacto le había dicho tenía todo arreglado y todos podrían salir del país sin dejar huella, ponerlo en esos términos era sencillo, pero llevarlo a cabo era realmente osado y peligroso.

 El vuelo duró una hora, en donde tuvieron que hacerle otra transfusión, la mujer insistió que podría tener restos de metralla y por eso la hemorragia no se detenía, él la había revisado tenía un orificio de salida, a menos que fuese este tipo de munición que botaba esporas dentro de la herida. 

Tal como la doctora había previsto una ambulancia de aquel hospital los esperaba en el aeropuerto, la trasladaron con premura y pronto la ingresaron a urgencias, su uniforme de paramédico le había permitido ingresar de forma momentánea, le revisaron los signos vitales y determinaron que debían meter a Marie al quirófano, su condición era muy delicada y no dejaban de repetir que más tiempo hubiese sido fatal.

-Señor, no puede estar aquí más tiempo -Él asintió y acomodó su gorra saliendo del lugar.

Salió nervioso, pero quedarse lo único despertara sospechas, buscó un motel cerca y pagó en efectivo, no podía dar cuentas en donde estaba, sabía lo hábil que era Crystal para rastrearlo y la quería fuera de eso, una vez Marie se mejorara se la llevaría con él, lejos, lo mejor es que creyeran que ella estaba muerta. Thomas entró a la habitación pensativo, incluso queriendo proteger casi acaba con su vida, él sólo había sido un maldito egoísta qué la quería sólo para él, hasta que se dio cuenta que no quería su cadáver accedió a moverla. 

Pensó que podría sobrevivir en ese hangar abandonado, pero casi muere por su culpa, tenía rabia, las cosas no tenían que agravarse de esa manera, para ese momento esperaba tenerla en una de sus cabañas alejada de todo eso.

Se quitó el uniforme y se duchó, se cambió y volvió al hospital, no quería estar lejos, no quería que nadie se la llevara, la vida de Marie Elizabeth era de él.  Encontró a la doctora con la enfermera en la cafetería esperando.

-Aún está en el quirófano -Le dijo mostrándose cansada -Al parecer se había cortado uno de los órganos internos por eso la hemorragia no se detenía. -Él suspiró empuñando sus manos, incluso queriendo protegerla sólo le hacía daño.

-Quiero llevarla a un mejor hospital.

-Este es muy bueno, tan solo deja que terminen y creo que lo mejor es que no nos relacionen, tengo algunos contactos aquí, qué me ayudaron con su ingreso anónimo, así que podrás sacarla cuando mejore. -Él miró hacia los lados.

-Quiero que me dejes verla cuando salga de cirugía -Ella asintió y él solo salió de ahí, se fue a un jardín cercano en donde permitían fumar y encendió un cigarrillo, lo fumó nervioso, miró su reloj tiró el cigarrillo y lo piso, sacó otro y lo fumó.

Caminó de un lado a otro y esa mujer no iba a llamarlo, nuevamente la culpa lo invadió, por maldito su egoísmo y eso era algo que le aterraba pensar, ni siquiera el odio que ella le veneraba le importaba, a pesar de qué le había fallado una vez, no pensaba volver a dejar sola.

-Ya puedes entrar a verla -Él comenzó a caminar, pero ella lo detuvo -Por la puerta de servicio, debes cambiarte, para que no levantes sospechas, además está en una zona en donde se debe entrar esterilizado.

Él asintió, sentía que perdía precisión en sus acciones y eso lo molestaba, eso generaba ella en él y en ese instante necesitaba la frialdad necesaria para hacer su próximo paso. Caminó detrás de la mujer, entraron en un pequeño cuarto de suministros, se puso un pijama de cirugía con un gorro, tapabocas y protectores de pies. Después ella salió intentando parecer casual y lo llevó hacia una de las salas de cuidados intensivos, después de evadir algunas enfermeras que no estaban enteradas le dejó pasar.

Thomas, entró escuchando el ruido de las máquinas que llevaban el ritmo del corazón de Marie y el respirador que la mantenía viva, su pecho se movía de forma regulada, se le veía un poco mejor a pesar de haber estado en un quirófano, tomó su mano, tenía en uno de sus dedos uno de los tantos aparatos que la rodeaban, estaban frías como de costumbre, la apretó levemente, pero no obtuvo respuesta.

-Marie Elizabeth, lo siento -Dijo en un susurro- No sabes cuánto te amo, cerró sus ojos y sintió una lagrima rodar por su mejilla era un maldito patético con esa mujer -Ahora simplemente lo puedes ver a él, pero cuando te des cuenta la clase de persona qué es sé que entenderás por qué quise alejarte. -Se acercó y sin quitarse el tapabocas le dio un beso en su frente -No permitiré que te sigan dañando. -Apretó por última vez su mano y salió de ahí.

Al salir habló con las mujeres, ambas se comprometieron a no decir algo al respecto y él les dio una buena cantidad de dinero, de todas formas, las mantendría vigiladas. Tuvo que volver a Canadá, según escuchó de Jun Victoria estaba decidida ir a su cabaña al no obtener respuestas de él, a veces esa mujer era una astilla en el culo, así que debía evitarse una tormenta después de esforzarse tanto para pasar como el mejor hombre de familia.

Tal como Thomas lo previno Victoria creó un gran revuelo, decía que su embarazo estaba en riesgo, tuvo que quedarse y hacer la pantomima de estar preocupado, pero solo le duró dos días, su coartada de que escribía era algo inamovible, la inspiración era algo esquivo que no se podía dar el lujo de dejar para otro momento.

Así que volvió al mismo pueblucho, el médico a cargo le había dicho que en ese lugar harían un buen trabajo, pero a veces lo dudaba dado que ya llevaba quince días ahí y aun no despertaba, eso lo tenía realmente desesperado, el médico le decía que era normal por las heridas que había sufrido y qué era mejor, por qué de estar consciente el dolor sería insoportable para ella. 

Era frustrante estar ahí, no poder llevarla y arriesgarse a que alguien la encontrara, vio una enfermera de frente y esquivó su mirada, era mejor pasar desapercibido en un lugar como ese, sabía qué se exponía mucho visitándola y qué Victoria sospechaba cada vez más de sus viajes, pero le era inevitable, no ir a verla así fuese por unos minutos para después regresar a América. 

Su móvil sonó y vio su nombre, qué demonios hacía llamándolo a la madrugada según podía calcular la hora en New York, qué era en donde estaba en ese momento.

-Hola -Dijo seco -¿Qué quieres?

-Amorcito, el príncipe y yo tenemos muchas ganas de verte -Él suspiró contrariado, utilizar una criatura qué aun estaba en su vientre, le parecía idiota.

-Victoria. -Dijo seco -Ya te dije que regresaré pronto.

-Ahh -Dijo consentida -Te necesito aquí -Dijo cambiando a un tono levemente autoritario.

-Regresaré en cuanto pueda -Puntualizó colgando el teléfono.

Avanzó por los pasillos hasta llegar a la habitación en donde estaba ella, abrió la puerta lentamente y vio su cama vacía, abrió sus ojos desesperado y entró revisando todo, no había rastro de ella, salió de ahí e interceptó a una enfermera.

-¿Qué sucedió con la paciente de esta habitación?

-La señorita anónima, al parecer despertó, aunque no muy bien así que le hacen algunos exámenes -Él asintió.

-¿En dónde está?

La mujer le sonrió y le indicó él lugar, él se movió a prisa, sentía ganas de verla así supiera que lo primero que haría seria echarlo, se detuvo en seco cuando vio la figura de un hombre alto, con un suéter en sus hombros, sintió rabia, pero retrocedió y se giró caminando al lado opuesto, no entendía cómo la había encontrado, pero ahí estaba él, en aquel lugar muy seguramente buscándola, caminó con sigilo hacia la salida, sabiendo que ahora ella estaba nuevamente muy lejos de él.



 

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